Lo de siempre los personajes que aparecen en esta historia no me perteneces, son de JK Rowling y la Warner.
El mes que quedaba hasta el comienzo de las clases pasó como una exhalación, para todos. La guerra contra EL QUE NO DEBE SER NOMBRADO seguía en su máximo apogeo; Albus, Snape, Remus y la propia Marina se ausentaron algunas veces durante este mes para llevar a cabo distintos tipos de misiones. Los chicos estaban ocupados, acabando sus deberes y preparando los horarios con las nuevas asignaturas a las que asistirían. Ron y Hermione a su vez tenían que preparar las nuevas normas escolares como prefectos que eran, y Harry nombrado nuevo capitán del equipo de Quiddicht preparar las pruebas para la incorporación de nuevos miembros tras la marcha de los gemelos Weasly y la graduación de otros miembros del equipo.
Así, entre ajetreados días, misiones secretas y demás la temperatura comenzó a bajar, el cielo empezó a oscurecerse y empezaron las tormentas típicas de esta época del año. Así a finales de agosto, Marina los encontró sentados en el gran comedor, Harry y Ron jugaban al ajedrez mágico y Ginny y Hermione hablaban entre ellas, cuchicheando por lo bajo.
Buenas tardes chicos- saludó Marina.
Buenas tardes-respondieron ellos.
¿Qué tal lleváis el día?
Aburridos –respondió Harry.
Si -interrumpió Ron- queríamos ir a jugar al Quiddicht pero con este tiempo.
Bueno no os preocupéis- terció Marina- son las tormentas típicas de esta época del año.
Ya, pero aquí dentro todo es muy aburrido-insistió Harry.
No será para tanto-insistió Marina – mira aquellas dos chicas que bien se lo pasan cuchicheando ¿será de chicos?
Eh! Que nosotras no hemos dicho nada- replicó Hermione.
Vale, a lo que iba, mañana vamos a ir al callejón Diagon a comprar las cosas necesarias para este curso, esperemos que haga mejor tiempo. Mañana a las nueve de la mañana os quiero preparados junto a la puerta principal. Iremos con vosotros la señora Weasly, Remus y yo. Así que lo dicho mañana los cuatro puntuales.
Vale¿Ya te vas?-preguntó Harry.
Si, estoy cansada y necesito echarme un rato a dormir. Venga hasta mañana.
Hasta mañana.
A la mañana siguiente estaban todos en el Hall esperando por Marina. Tenían ganas de salir, después de haber pasado todo el verano encerrados en el colegio no estaba de más dar una vuelta por el callejón Diagon y disfrutar un rato del ambiente exterior. Marina bajó lentamente los escalones.
Buenos días¿estamos todos?-preguntó.
No, falta Remus- respondió Harry.
El Sr. Lupin no irá hoy con nosotros- contestó una voz fría como el mármol- ha tenido una indisposición y yo me encargaré de acompañarles.
Harry buscó entonces la mirada de Marina, no podía ser, Snape no podía ir con ellos al callejón Diagon, se suponía que sería un viaje tranquilo, de relax pero con Snape detrás. Marina observó la mirada de Harry, la súplica que sus ojos mostraban.
No se preocupe, profesor, si quiere podemos arreglarnos solos, no creo que haya mucho problema si usted no viene.
Cualquiera diría que me tiene miedo- respondió sarcásticamente Snape- pero creo que como usted sabrá en la situación en la que estamos es mejor que les acompañe. A lo demás son órdenes de Albus¿quiere discutirlas con él?
Bueno, pues nada, será mejor que nos marchemos, cuando antes volvamos mejor- respondió Marina.
Si Srta. Müller, cuanto menos tiempo pasemos en mutua compañía mejor, a mi su compañía me hace tanta gracia como a ustedes.
Todos miraban la escena como si de un partido de tenis se tratara, de Marina a Snape, de Snape a Marina. Acompañaron a Marina al exterior. Esta miraba los dos carruajes que estaban preparados con aprensión.
Bien, Molly, tú irás con tus hijos en el primer carruaje y Harry, Hermione, el profesor Snape y yo iremos en el segundo. ¿Les parece bien?.
Vaya Srta. Müller es usted más valiente de lo que pensaba- respondió Snape mientras se introducía en el carruaje.
Caray Harry-dijo Ron- te acompaño en el sentimiento, no te preocupes nos vemos pronto, el viaje no es muy largo.
Sr. Weasly le he oído – gruñó Snape desde el interior- y aunque no estemos en clase sigue siendo mi alumno, yo de usted no lo olvidaría.
Vale Severus, déjalo ya, vayamos a comprar las cosas, volvamos y dejemos todo como está. Dios mío, esto es horroroso- replicó Marina.
Marina sintió en ese momento la mirada de Snape sobre ella, lo había llamado Severus, pero qué…., la estaba sacando de sus casillas como siempre. Como podía un hombre expresar tanto odio con solo una mirada. Como podía hacerle eso a ella.
Los Weasly subieron a su carruaje, no menos que sorprendidos, Marina le acababa de plantar cara al mismísimo profesor Snape. La cara de Harry y Hermione no era para menos, pero tan pronto como se sentaron dentro, decidieron dejar su sorpresa fuera, la cara de Snape era todo un poema… tétrico.
El silencio cayó amenazador en el carruaje cuando entró Marina. Harry y Hermione se habían sentado juntos, enfrente de Snape, así que Marina no tuvo más remedio que sentarse a su lado. No lo miró, sabía perfectamente lo que él pensaba en aquel momento, sabía que si miraba esos ojos negros, y veía el odio que reflejaban se vendría abajo de nuevo y no podía, no, no podía hacerlo.
El carruaje comenzó a andar lentamente, mientras en Hogwarts dos personas habían presenciado toda la escena.
Albus, va a ser muy duro para ella- comentó Minerva.
No, es justo lo que ambos necesitan, ella necesita estallar y decirle a Severus todo lo que piensa y él, él necesita alguien que le plante cara, alguien que le vuelva a recordad como se ama- respondió Albus, mientras una traviesa sonrisa se escapaba de su boca.
Albus, no me gusta esa sonrisa¿Qué estás pensando?
Nada, Minerva nada, lo que pase sólo el tiempo nos lo dirá.
Albus cogió a Minerva del brazo, y mientras la empujaba escaleras arriba una sonrisa volvía a asomar a su rostro.
¿te apetece unos caramelos de limón?
El viaje fue largo y tenso. El profesor Snape leía un libro, mientras observaba silenciosamente a sus tres acompañantes. Harry y Hermione, charlaban en bajo sobre temas triviales, intentando no romper la atmósfera de tregua que se había instalado en el interior. Marina perdía su mirada a través de la ventanilla, observando la lluvia caer lentamente al otro lado del cristal, el tiempo tampoco acompañaba a aquella pequeña excursión. Su rostro normalmente afable y risueño, se veía tenso, se notaba que estaba intentando controlarse.
Bueno chicos¿y que pensáis hacer estos dos días que os quedan de vacaciones?- rompió el silencio Marina.
Pues no sé – dijo Harry- si el tiempo mejora jugar al Quiddicht con Ron y si no seguir con el ajedrez mágico.
Pues yo-continuó Hermione- quería acabar de leer un libro antes de que empezara el curso escolar, tengo que acabar de prepara los horarios, y repasar algunos temas del año anterior.
Guau!- respondió Marina- me parece algo impresionante Hermione, bueno yo desde luego descansaría el año puede hacerse muy largo.
Si, hay cosas que nunca cambian-la voz de Snape resonó en todo el compartimento- los Gryffindor siempre fueron de extremos: o excesivamente estudiosos o vagos de profesión, aunque claro abundan más estos últimos.
Gracias por su puntualización, profesor- respondió Marina imitando perfectamente la fría y sarcástica entonación de Snape.
Nadie dijo nada más en todo el trayecto. Harry maldijo mentalmente a Snape por su comportamiento, hasta Hermione fue consciente de la frialdad de las palabras de Snape, de la crítica implícita en ellas. No los estaba atacando a ellos, la estaba atacando a ella, directamente, la estaba hiriendo de una manera cruel, en un lenguaje extrañamente incomprensible para ellos.
Marina se giró en el asiento, volviendo a perder su mirada en el triste paisaje exterior, mientras unas lágrimas rebeldes pugnaban por salir de su rostro. Estaba herida, y él lo sabía. No hacía falta que la repeliera de esa manera, ella misma sabía que no debía acercarse a él, que no eran compatibles en un mundo común. La distancia no había curado las heridas, como ella pensaba cuando se fue, pero esperaba que la vuelta lo hiciera aunque para ello debería llorar como nunca lo había hecho.
El carruaje paró lentamente, los Weasly les saludaban desde el otro lado de la calle con la mano.
Estamos aquí, estamos aquí- chillaba Ron.
Vamos chicos, que aún hay muchas cosas por hacer- les indicó Marina- primero compraremos los libros del nuevo año.
Los cuatro se bajaron del carruaje, y juntándose con los Weasly emprendieron el camino rumbo a Flourish y Blotts, para comprar los libros del nuevo curso. Iba a ser un día muy largo.
Las compras por ahora iban bien, el profesor Snape se mantenía a una distancia agradable, permitiendo al resto del grupo interaccionar entre ellos sin su presencia. Compraron los libros adecuados en Flourish y Blotts y posteriormente, fueron a comprar calderos nuevos, ingredientes para pociones, etc.
La hora de comer cayó sobre ellos rápidamente, habían estado tan ocupados toda la mañana que no fueron conscientes de ello. Así que se dirigieron al Caldero Chorreante, donde tenían una mesa reservada, después tenían pensado tomar un helado en Heladería Florean Fortescue, pasar por la tienda Madame Malkin, y volver al colegio, tan pronto como pudieran.
En la mesa no pudieron obviar la presencia de Snape, la mesa era para siete, los tres Weasly, Ginny, Ron y su madre, Hermione, Harry, Marina y Severus.
- Bueno parece que vamos a compartir una alegre comida- ironizó Snape.
Nadie dijo nada, pidieron la comida, que Tom el tabernero trajo tan rápido como pudo. La tensión era palpable, pero Marina no estaba dispuesta a fastidiarles a los chicos este día, estos tenían ganas de salir de Hogwarts, de distraerse, y ni todos los mortifagos juntos en esa mesa podrían evitarlo. Así que reuniendo su coraje, comenzó una conversación trivial entre ellos, de un tema a otro, y así pasaron alegremente la hora de la comida. Mientras tanto el profesor Snape observaba la escena no menos que con una sonrisa en el rostro, así que esa mujer era capaz de plantarle cara a todos y todo. Ya lo había olvidado, pero por algo ella era su fogosa leona.
La tarde transcurrió sin más problemas, fue como si le hubieran ganado la partida a Snape, estuvo solo, tranquilo e incluso se permitió el lujo de responder correctamente a un par de preguntas formulada por la señora Weasly, sobre las túnicas, y la combinación adecuada de colores. Así que cuando todos llegaron a Hogwarts aquel atardecer, pensaban que el día, al final no había sido tan tormentoso como se esperaba en un principio. Y todos respiraban tranquilos viéndose libres de la tensión que mantuvieron por momentos.
Venga chicos ya hemos llegado, no olvidéis que la cena es dentro de una hora- les recordó Marina.
Vale! – respondieron ellos.
Finalmente Gracias a todas las personas que me estais mandando reviews, manteneis mi autoestima alta para que siga con la historia.GRACIAS
