Primero pedir perdón por el retraso pero han sido unas semanas bastante malas y no he tenido tiempo. Después recordad lo de siempre, Harry Potter y todos sus personajes no me pertenecer, son de J.K Rowling y de la Warner, los tomo prestados y no gano nada con ellos.
Marina se paseaba nerviosamente de un lado a otro de su dormitorio. Karl llegaría en cuestión de horas, y ella seguía allí tan nerviosa como si esperara al hombre que marcaría su vida. Su carta hace dos noches no la había sorprendido, realmente mantenían una relación cordial, y habitual. Se escribían, se comunicaban por la chimenea… Era su enlace en una España donde los movimientos de Lord Voldemort empezaban a hacerse notables.
Se habían conocido en un viaje de Marina a través de Europa, en aquellos años en que Marina huía de todo y todos, en aquellos años en que buscaba su sitio. Se habían hecho amigos y él había sido una de sus muchas causas para volver a su España natal. Allí afianzaron su amistad, una sólida y férrea amistad de la que surgió un pequeño idilio de juventud. Su relación duró dos años a lo largo de otros cuatro, rompieron, tuvieron otras parejas y finalmente volvían a caer en los dulces encantos de su relación. Era como saber que siempre, pasara lo que pasara siempre podían volver uno con el otro. Fue Marina la que finalmente se cansó de esta situación, la que se cansó realmente de engañarlo, ella lo buscaba para olvidar a Severus, o quizás no!…. Marina asumió que el tiempo les haría más mal que bien y por eso volvió a Inglaterra, sabía que si quería volver y ser feliz con Karl tenía que borrar a Severus de su mente. Su relación quedó entonces en un suspense, un suspense que aún hoy no se había roto.
Karl no comulgó con su vuelta a Inglaterra, pero la aceptó, la apoyó incondicionalmente como tantas otras veces había hecho. Y así se convirtió en sus ojos y sus oídos en España, la mantenía al tanto de todo lo que se pudiera saber sobre Lord Voldemort. Habían sido mucho los magos oscuros que en su momento tras la derrota del que no debe ser nombrado, abandonaron Inglaterra y se refugiaron en los países próximos esperando su momento.
Su carta dejó a Marina con una sensación fría en el cuerpo, Karl y ella llevaban meses comunicándose con códigos secretos y escrituras cifradas, no necesitaban verse, pero ahora había surgido algo que hacía que Karl viniese a pasar las Navidades a Hogwarts, y ese algo era nada más ni nada menos que su abuelo, Albus lo había invitado.
Marina nunca le ocultó a su abuelo que Karl era su confidente en España, y que muchas de las cosas que Marina sabía eran gracias a él, igual que no le ocultó que entre Karl y ella llegó a haber algo más que una bonita amistad. Pero ahora sentada en su dormitorio, se preguntaba si Albus simplemente traía a Karl por trabajo, si debajo de esa inocente invitación no había nada más. Alguna otra oscura razón, tan típica de su abuelo.
- Viejo entrometido- murmuró Marina.
Marina cogió un abrigo y una bufanda. Tenía que ver a Karl primero, tenía que contarle en que situación se encontraba todo, era lo menos que podía hacer por su antigua relación, por su amistad. Bajaba lentamente los grandes escalones del Hall, lo iría a buscar a la estación, y allí le contaría todo, sería sincera con él, porque en el fondo necesitaba ser también sincera con ella misma.
Caminaba cabizbaja, silenciosa sin levantar la vista del suelo, porque si lo hubiera hecho habría visto venir el peligro.
- Nunca supe como fui capaz de permitir que te alejaras de mi- la voz de Karl resonó en toda la entrada y contrajo el corazón de Marina que se negaba a creer lo que sabía que era verdad- te he extrañado tanto.
- Es mi prometida!- concluyó sonriendo cálidamente a todo aquel estaba por los alrededores.
Karl- la voz de Marina fue un susurro casi ininteligible mientras era estrechada por unos fuertes brazos-¿qué haces aquí?
- Te escribí, te dije que vendría- respondió un sorprendidoKarl
- Ya pero llegarías después de comer.
- Si pero adelanté mi viaje, quería darte una sorpresa…- se interrumpió Karl al observar como Marina luchaba para no llorar.- Marina ¿qué sucede?
- Tenemos que hablar- concluyó Marina girándose lentamente hacia sus habitaciones- Instálate, más tarde hablaré contigo, Yo te busco…
Marina volvió a sus habitaciones llorando, no había levantado la vista del suelo pero había sido consciente de la cantidad de ojos que se centraban en ella, había sentido la mirada de esos insondables ojos negros que la taladraban. No lo podía soportar. Se tiró sobre su cama, y lloró, lloró porque ahora lo tenía todo muy claro.
Marina se despejó lentamente, la noche ya había caído sobre Hogwarts, y la luna filtraba su tenue luz a través de los grandes ventanales que alegraban su dormitorio. Se levantó despreocupadamente y se refrescó en el baño, su estómago gruñó solicitando un alimento que Marina no estaba dispuesta a suministrarle en este momento. Se armó de valor, y salió al pasillo, si nada había cambiado, Karl estaría instalado en una de las grandes habitaciones para huéspedes del primer piso. Lentamente fue bajando las grandes escaleras, rogando en su interior no encontrarse con nadie. Llegó al primer piso y giró hacía la derecha enfilando el inmenso pasillo donde se situaban todas las habitaciones.
- Pensé que usted era distinta, le di el beneficio de la duda y ahora creo que me equivoqué- escupió pesadamente una voz siseante y conocida.
- Sr. Malfoy debería estar en sus dormitorios- respondió entrecortadamente Marina- no son horas para que ande fuera, al jefe de su casa no le gustaría que alguien lo encontrara y le castigara.
- No creo que el profesor Snape se esté preocupando ahora de esto. Le ha hecho daño sabe, le ha herido, él no es como los demás, él es distinto. Se la está jugando por todos nosotros y usted lo ha traicionado. Nos ha traicionado a todos.
- Creo Sr. Malfoy que no está usted en condiciones de hacer ningún comentario más, acaba de perder 50 puntos para su casa, le recomiendo que vuelva a su sala común y deje de realizar paseos nocturnos.-contestó una fría Marina.
Draco giró quedamente sobre él mismo abandonando el frío pasillo del primer piso, o eso era lo que percibía Marina, un frío intenso que le provenía de dentro. Paró en medio del pasillo, no tenía ni idea de cual podía ser su habitación. De repente unas voces de despedida y un ligero movimiento del pomo de una puerta la sacaron de dudas, Albus emergió de una de las pesadas puertas con su sonrisa siempre eterna. Giró lentamente, mirando a Marina fríamente, juzgándola.
- Buenas noche profesora Müller- la saludó cortésmente- su prometido ya queda libre para usted toda la noche, mañana me gustaría verla a primera hora en mi despacho.
- Buenas noches profesor Dumbledore- masculló Marina mientras observaba otra figura salir de la habitación- profesora McGonagall.
Esta no respondió al saludo de Marina simplemente inclinó la cabeza en señal de reconocimiento y abandonó el pasillo seguida del director. Marina los observó alejarse, mientras empujaba la puerta del dormitorio de Karl.
Marina – la saludó Karl estrechándola de nuevo entre sus brazos- no sabes lo mucho que te he extrañado.
¿Qué crees que estás haciendo?- le espetó Marina.
Saludarte, venir a ver a mi prometida- se defendió Kart- Marina hace casi 6 meses que no te veo, me comunico contigo por carta, por la chimenea pero eso no es suficiente. Estamos prometidos.¿O no lo recuerdas? – comentó tristemente mientras observaba el vacío dedo donde debía brillar su anillo de compromiso.
- No, decidimos tomarnos un tiempo en nuestra relación- le increpó Marina- cuando yo me fui decidimos que necesitábamos tiempo, que debíamos pensar en si esto era lo correcto.
- Veo que esto te ha cambiado.
- Maldita sea! Karl apareces sin decir nada, sin avisar y pretendes que me lance a tus brazos.
-Te avisé, te dije que llegaba hoy.
- Avisaste de que llegabas no de si yo quería que vinieras- lo acusaba Marina mientras recorría nerviosamente el dormitorio de Karl.
- Hace 7 meses nuestra relación de pareja comenzaba a resquebrajarse de nuevo, tenías decidido romper definitivamente conmigo¿lo recuerdas, tomé la decisión más trascendental de mi vida, si tenía que perderte lo haría pero no antes de hacer todo lo posible por tenerte conmigo y te pedí que te casaras conmigo.-continuaba un Karl embargado por los recuerdos- Recuerdo tu rostro Marina, surcado por el llanto en ese momento, pero no un llanto de alegría, si no de tristeza, siempre soñaste ese momento, el problema es que yo era el hombre equivocado.
- No, Karl- lo interrumpió Marina- no eras el hombre equivocado.
- Si Marina, lo era yo como lo era cualquier otro, tú amas y amarás siempre a ese tal Snape. Me aceptaste aquella noche, y pensé que ni mis más dulces sueños eran comparables a la sensación de poder tenerte todos los días a mi lado. Siempre supe que nunca me amarías como yo te amaba a ti pero acepté ese cariño que me tenías, esa confianza, esa complicidad.
- Te quiero Karl- comentó una Marina embargada por el llanto- pero no del modo que tú quieres.
- Lo sé, por eso te di el tiempo que me pediste, por eso te dejé volver a Inglaterra para enfrentarte a él, pensé que si venías y lo veías , serías capaz de entender que debes construir un mundo al margen de él, que debes vivir tu vida sin él. Nunca rompimos nuestro compromiso, pospusimos las decisiones importantes que deberíamos haber tomado en ese momento, y nos dimos un tiempo para reflexionar. Pero sigo siendo tu prometido, pero tú ¿has vuelto con él?
- No, pero nos hemos besado- respondió Marina mientras escondía su rostro entre sus manos- nos hemos besado. Pero yo… Karl esto es tan difícil.
Karl se acercó a ella lentamente y la abrazó como tantas veces había hecho en el pasado.
- Lo sé, y quizás hoy no sea el momento adecuado para hablarlo los dos necesitamos tiempo para asumir todo esto, y tiempo es lo que tenemos.
- ¿Tiempo?- interrogó Marina con la mirada.
- Me voy a quedar unas semanas, quizás unos meses, - continuó Karl mientras acunaba dulcemente a Marina en sus brazos- Albus me ha propuesto que debería colaborar contigo, quiere que le demos todas las posibles conexiones que el que no debe ser nombrado tiene en España.
- No puede ser- se extrañó Marina- ahora estoy con otra cosa, yo…
- Eso de todos modos te lo comunicará él mañana a la mañana. Ahora creo que es el momento de descansar, ambos lo necesitamos, ha sido una noche muy intensa.-comentó Karl- Marina mientras seas mi prometida me gustaría que llevaras mi anillo, es lo único que te pido.
Marina se soltó de sus brazos y tras posar en su mejilla un inocente beso de buenas noches salió a la oscuridad del pasillo. Se arrebujó en su capa, y aceleró el paso queriendo llegar cuanto antes a su dormitorio. Unos pasos lejanos y el sonido de una capa que se deslizaba lentamente por el suelo, le interceptaron el paso poco antes de llegar a su dormitorio.
Enhorabuena profesora Müller- una voz fría como un témpano de hielo resonó a sus espaldas- espero que sea muy feliz.
Severus- comenzó Marina ya sin fuerzas- puedo explicarte.
No, no tiene nada que explicarme profesora. Durante años soñé que algo así ocurriera que Albus me confirmara que su nieta iba a contraer matrimonio, porque entonces hubiera dado por bueno todos y cada uno de mis sufrimientos. Hubiera dado por bueno todo con tal de que fuera feliz.
Severus- se intentó explicar Marina.
No, no me interrumpa ahora cuando no lo ha hecho durante estos meses, pero volviste, volviste y me dejaste creer que todavía me amabas. Bonita venganza. Ahora soy el hazmerreír de medio colegio. Así que yo soy el que juego a dos bandos¿no? Astuta profesora, muy astuta. Espero le repito que sea muy feliz. Buenas noches.
Sin mirar atrás, sin una sonrisa, implacable como era él cuando tomaba una decisión Marina lo vio alejarse por el pasillo, mientras intentaba comprender porque tenía la sensación de que algo se había roto en ella. Entró en su dormitorio, y apoyada sobre el marco de la puerta se dejó caer como ya lo había hecho seis meses antes.
Severus…- la única palabra que salía de su boca- Severus.
El 23 de diciembre amaneció frío y soleado, Marina se levantó pesadamente del suelo donde se había quedado dormida aquella noche. Los recuerdos volvían cruelmente a atormentarla aquella mañana, respiró profundamente y tras darse una rápida ducha, decidió ocultar sus visibles ojeras. Ensayó en el espejo su mejor sonrisa y con un valor que no sentía abandonó sus aposentos para dirigirse al despacho del director. Saludó a todos los que se encontró en su camino, e hizo oídos sordos a los comentarios y murmullos que se extendían a su paso. Subió las curvadas escaleras que tan bien conocía, y petó en la puerta.
Adelante- indicó Albus.
Buenos días- saludó Marina.
Marina entró visiblemente nerviosa en el despacho del director, éste no estaba solo tanto la jefa de los leones como el de las serpientes se encontraban dentro.
Profesora Müller¿podría usted tomar asiento?- la frialdad en el trato prodigado por Albus daba a entender que ya había tomado partido por una causa.
Marina se sentó en una de las sillas, y luchando de nuevo por vencer el llanto miró fijamente a su abuelo.
Bien. Estamos aquí para informar sobre las acciones de Lord Voldemort-comenzó Albus- la Orden sigue investigando lo del símbolo de la familia, pero por ahora no hemos obtenido frutos al respecto. Severus sigue al margen de muchas de las acciones que están llevando a cabo los mortifagos, lo que nos indica que ya no confían tanto en él como en otros tiempos.
.- Eso puede ser peligroso- intervino Minerva.
Lo sé- le respondió Severus- pero no me importa.
- Bien en todo caso eso será algo a discutir Severus- prosiguió Albus- además, Karl ha traído información muy sustanciosa sobre los movimientos de Voldemort en España, movimientos que no debemos ignorar. Creo que sería conveniente que trabajara con él profesora Müller, que busquen posibles relaciones entre familias españolas e inglesas, quienes se pueden a ver cambiado de nombre una vez que huyeron de aquí, etc…¿De acuerdo? De todos modos seguirá al tanto de todo lo relacionado con la Orden, yo mismo la informaré.
- No hay ningún problema- respondió secamente Marina- todo sea por la Orden.
- Perfecto, pues eso es todo, podéis retiraros-les indicó Albus- profesora Müller ¿podría quedarse un momento?
El silencio se hizo absoluto mientras Marina inclinaba levemente la cabeza en señal de asentimiento.
¿Tienes algo que decirme?- preguntó directamente Albus- dame alguna explicación coherente que me ayude a saber que es lo que se propone mi nieta.
- No tengo explicación, como me dijo amablemente Severus anoche he jugado a dos bandos, lo que no sé es si me he quedado con el ganador o el perdedor.
- ¿No vas a intentar ni siquiera defenderte?-preguntó un Albus no menos que sorprendido, mientras observaba con detenimiento el anillo que ahora lucía su nieta.
No hay defensa posible, técnicamente Karl y yo estábamos prometidos antes de venir a Hogwarts y seguimos prometidos ahora. Hubo un receso en nuestra relación, necesitaba tiempo, pero no hubo una ruptura. Severus me sorprendió-continuaba Marina- como me sorprendió hace siete años, me sorprendió él y sobre todo me volvió a sorprender la magnitud de nuestros sentimientos. Venía dispuesta a deshacerme de mis sentimientos por Severus, para seguir adelante sin él.
- Si Amas a Severus¿Por qué sigues prometida con Karl?- le dijo Albus- Creo que no estás siendo fiel a ti misma. Que no ves la verdad.
- Te diré abuelo, que aunque no es de tú incumbencia, Amo a Severus y lo amaré siempre, pero no fui yo quien tomó esta decisión fue el destino.- dijo una Marina ya sin disimular su llanto- tenía pensado enfrentar a Karl en Hogsmeade, decirle la verdad y volver al castillo como una mujer libre. El destino quiso que Karl llegara antes y decidiera darme la sorpresa de mi vida. Le he contado todo y como puedes observar por mi anillo nada ha cambiado.
- ¿Y que sentido tiene para él estar con una mujer que no lo ama, con una mujer que ama a otro?- le increpó Albus.
- Me ama, ya estuvimos juntos y funcionamos en su momento, pero el fantasma de Severus rompía siempre nuestra relación, ahora no hay fantasma, Severus es de carne y hueso, y es totalmente inaccesible para mí. Ayer fue claro y conciso, y no lo culpo, yo tampoco sé como voy poder vivir con ello. Puede que nunca deje de amarlo, pero eso yo ya lo he entendido y Karl también. Ahora abuelo Karl es lo único que tengo, es lo único que me da fuerzas para luchar.
- Es tu decisión, eso lo sabes perfectamente- le respondió su abuelo- pero piensa llegado el momento que nunca serás feliz hasta que veas el reflejo de tu corazón, y sigas los pasos que este te dictamina con cada uno de sus latidos. Y como ya sabes también decidas lo que decidas, hagas lo que hagas al respecto, tienes mi más sincero apoyo.
- Gracias, abuelo.
- Una cosa más, Karl me ha dicho que en España haría falta alguien que moviera los hilos, no sé si eres la persona adecuada, pero si ves que quieres ir, si ves que necesitas marcharte dímelo. No importa que sea a mitad de curso, te buscaré un sustituto, y podrás irte.- Albus sonrió entonces por primera vez aquella mañana- Siento haberte traído de vuelta. Y recuerda que el destino lo marca cada uno.
- No te preocupes, era algo que debía hacer.
Un fuerte abrazo de esos que sólo su abuelo sabía darle fue el fin de una conversación que se le había antojado larga pero conciliadora. Marina suspiró fuertemente mientras descendía por las escaleras del despacho de su abuelo, tenía mucho trabajo y sobre todo meditar sobre la propuesta de su abuelo.
Los murmullos se extendieron por Hogwarts rápidamente, sobre todo cuando Marina y Karl no fueron vistos en todo aquel día ni parte del siguiente. Había quien decía que estaban encerrados en su nido de amor, recuperando su tiempo perdido. Los alumnos se cuidaban de pronunciar sus nombres en alto, si el profesor de DCAO estaban cerca eso suponía perdida de puntos inmediata, no importaba que fuera o no una serpiente.
Nochebuena se presentó tan fría y triste como estaba siendo el resto del mes, Marina se preparó en su cuarto tristemente. Sabía que tenía que asistir a esa cena se lo había prometido a su abuelo, y a Harry, a lo demás Remus y los Weasly estarían allí, sin contar que medio colegio esperaba ansioso su presencia del brazo del que ahora era su prometido.
Poco antes de las nueve, un ligero ruido en su puerta la sacó de sus pensamientos, Karl estaba allí tan impresionante como siempre. Había que reconocer que era guapo, muy guapo, además tenía un cuerpo…. Marina sonrió sinceramente por primera vez en dos días y agarró fuertemente el brazo que él le tendía. Bajaron juntos las escaleras que llevaban al gran comedor, sin ser inmunes a los murmullos que se extendían a su paso. Las puertas del Gran salón se abrieron, la decoración había sido exquisitamente realizada, un gran árbol de Navidad adornaba desde un privilegiado sitio el salón. Mesas pequeñas y redondas se repartían de manera aleatoria por la gran superficie de un recién pulido mármol, dejando en el medio un inmenso lugar para el baile.
Las miradas se centraron en ellos tan pronto como cruzaron el umbral de la puerta, sonriendo abiertamente saludaron a todos aquellos que encontraron en su camino mientras buscaban su mesa. Albus tuvo la decencia de no provocar más roces ni tensiones en esa noche, y aunque la mesa de Severus era la contigua a la suya, ellos estaban sentados con los Weasly, Remus, Harry y Hermione.
Una cena para recordar, o quizás para olvidar. Karl se ganó inmediatamente a todos los de la mesa con su carácter afable y divertido, bailó con todas y cada una de las damas que quisieron hacerlo, hasta la mismísima profesora McGonagall cayó bajo el influjo de su sonrisa. No sólo demostró ser un bailarín exquisito, sino que con su prometida había algo especial, sus bailes eran tan sensuales, tan íntimos, su mano descansaba en el final de su espalda recorriendo esa con una extrema sensualidad, mientras el movimiento de sus dedos producía pequeñas descargas en Marina. Se giraron lentamente y en ese momento, la mirada de Marina se clavó en uno tristes ojos negros que la miraban desde su mesa, unos ojos que la condenaban. Marina se sintió desnuda, se sintió perdida. Deseó no estar allí, no estar sintiéndose tan vacía.
Karl- susurró Marina en el oído de su prometido- necesito que me ames.
Karl la miró fijamente en ese momento, vio las lágrimas en sus ojos, y comprendió rápidamente los sentimientos encontrados que esta poseía. Decidió aprovechar la ventaja que se le presentaba, quería ser su héroe. Agarró fuertemente la mano de Marina y sin ni siquiera mirar atrás ni un momento la sacó del gran comedor, y se dirigió corriendo a su dormitorio.
La mañana de Navidad despertó a Marina en una calidez que no recordaba, se giró lentamente en la cama y observó el perfecto cuerpo de Karl al lado del suyo. Sus ojos la miraban fijamente, sonriendo depositó un suave beso en sus labios.
Buenos días- la saludó cálidamente Karl- ¿has dormido bien?
- Perfectamente- respondió Marina sonriendo- los regalos!
Marina se vistió rápidamente y salió corriendo hacía su dormitorio. Esperaba ver que había en el pequeño árbol que había decorado en su habitación. Allí estaban los regalos, había recibido más de los que esperaba, fue abriendo uno por uno, una preciosa pluma de su abuelo, un perfume de Harry, una caja de bombones mágicos de Ron y Hermione, un amuleto de Remus, una bufanda de los Weasly y un magnífico viaje para dos personas por Escocia de su prometido. Se levantó sonriendo ligeramente y entonces comprobó que había un paquete más, se acercó intranquila al árbol y lo cogió. La letra era muy conocida para ella, era de Severus. Lo abrió lentamente, mientras sus manos temblaban de manera ostensible, allí estaba el libro, el libro por el que tantas veces habían discutido, el libro que ella llamaba "el invisible", todo el mundo sabía de él pero nadie lo había visto. Sonriendo para sus adentros pensó en cuan tozudo podía llegar a ser Severus, y en cuanto lo amaba simplemente por ello.
Las Navidades dejaron paso a nerviosismo previo a la vuelta a clase. Marina hacía balance de esos días sentada como tantas otras veces en su ventana. Por lo menos las cosas no habían saltado por los aires, Karl y ella trabajaban fervientemente buscando posibles conexiones entre España e Inglaterra e incluso habían extendido algo más sus hilos a otros países. Harry había disfrutado de estas Navidades, y ni que decir tiene que la presencia de Remus fue un pilar importante. Y el profesorado había aceptado de buen grado a Karl, incluso algunos Slytherins lo saludaban alegremente cuando se lo encontraban por el pasillo.
Marina no podía sacarse de la cabeza a Severus, tenía que hablar con él, tenían que enfrentar lo que había pasado. Su cabeza daba vueltas también al viaje previsto por Escocia con Karl, a la insinuación de su abuelo de que podría irse si quisiera, y a que el veinte de marzo se acercaba peligrosamente, sin que hasta ahora hubieran tenido ninguna noticia sobre la fabulosa mansión misteriosa.
Gracias a todos los que estais leyendo mi historia y repito perdón por le retraso.
