Marina se sentó aquella tarde al borde del lago, oía a lo lejos el ruidoso bullicio de los escolares volviendo de nuevo a Hogwarts. En estos momentos la mitad de ellos estaban poniendo al corriente a la otra mitad de los sucesos ocurridos en Navidad, Severus se pasearía quitando puntos a todo aquel, del que tuviera una más leve sospecha, y Karl observaría todo con su sonrisa más afable ganándose al resto del personal. Pero Marina, ella necesitaba estar sola.

- Veo que los humanos somos animales de costumbres, la misma piedra que utilizabas hace años.

- Hola Hagrid- le respondió Marina- sigo intentando arreglar mis ideas.

- ¿Las mismas?

- No te he visto mucho por aquí últimamente- le respondió Marina ignorando claramente su pregunta.

- La Orden y demás, todos tenemos nuestra misión en esta guerra. Marina ¿Por qué no me dices lo que te está atormentando? Hace años confiabas en mí, por lo menos para que encubriera tus trastadas.

- ¿Cuántos años llevas en Hogwarts?- le preguntó Marina directamente.

- Menos que Minerva y más que Severus, ¿y?

- Severus tuvo alguien especial y me preguntaba…

- No sé mucho de la vida de Severus era un niño que le gustaba pasar desapercibido. Sé que los merodeadores no fueron muy legales con él pero no sé mucho de eso, yo era entonces y en cierto modo lo sigo siendo ahora un simple guardabosques.

- No Hagrid eres alguien importante, para Albus y para el colegio. Pero…no recuerdas a nadie especial, una mujer, una amiga-insinuó Marina sutilmente.

- Severus sí tenía a alguien- la voz de Minerva los sobresaltó a ambos- siempre me gustó Severus, era un alumno maravilloso, y a veces creo que si hubiera estado más atento a él nada de lo que pasó después hubiera pasado.

- No fue su culpa profesora-le respondió Marina.

- No, pero tampoco ayudé. Severus hizo buenas migas con dos chicas Lily Evans y Ena Willians, una Gryffindor y una Rawenclaw, la verdad es que eran un trío curioso, muy parecido al que hoy forman Hermione, Ron y Harry. Aunque eso si de casas distintas. Los merodeadores se encargaron de alejar a Lily de Severus y de rebote también de Ena. Así que el trío se convirtió en pareja.

- ¿Fueron novios?-preguntó muy insegura Marina.

- No tengo constancia de ello, si supe que eran íntimos amigos pero si la relación era más, no lo sé. Severus se unió entonces a Lucius y compañía, sus ansias de venganza contra los merodeadores era el motor de su vida, Ena nunca compartió sus ideas. Al acabar Hogwarts lejos de abandonar su relación me consta que Ena y Severus siguieron viéndose. Ena murió pocos meses después de que un Severus arrepentido llegase a Hogwarts pidiendo perdón. Sólo se encontró una carta sobre su cuerpo torturado y mutilado, con una frase: "Se pertenece a un bando u a otro, deberías haber elegido bien a tus amigos". Severus lo vio como un mensaje personal, un aviso y se ha culpado de su muerte todos estos años

-¿Por qué me cuenta esto profesora?- peguntó una sorprendida Marina.

- Por que creo que te estas equivocando, y porque os quiero a los dos lo suficiente para no permitir que toméis una decisión equivocada, él tuvo sus motivos para pedirte que te fueras, él te ama tanto que es capaz de renunciar a ti. El tiempo que se pierde nunca se recupera y en el amor, en el verdadero amor todo tiempo es necesario.

Minerva miró una vez más a Marina y la abrazó, demostrándole que siempre la apoyaría, que la quería como a una hija. Marina respondió a su abrazo, preguntándose porque no acudía a ella cuando tenía problemas.

-No tardes, la cena se sirve en media hora y tu prometido te está buscando.

- Gracias Minerva.

Marina miró entonces a Hagrid que se había mantenido todo el rato al margen de la conversación. Este se divertía lanzando pequeñas piedras al gran lago que tenía delante.

- ¿Qué piensas Hagrid?

- Ella tiene razón Marina, el amor es así, cuando temes perder a alguien, intentas apartarlo de los problemas, y cuando el problema eres tú…

- Severus no quiere saber nada más de mí. Lo he perdido. Ahora Karl es lo único que tengo. Aunque quisiera volver con Severus este no me escucharía.

- ¿Ves el lago?- le preguntó sorprendentemente Hagrid.-¿Y cómo lo ves?

- Normal, en calma.

- ¿Y ahora?- preguntó Hagrid tras lanzar una piedra.

- Ahora está agitado, no hay calma en la superficie.

- Pero cuando pase el tiempo volverá a estar en calma, y entonces volverás a tener una oportunidad. Arregla tu vida Marina, busca tu camino y recuerda que tras la tempestad siempre llega la calma. Ahora vamonos a cenar antes de que enfríe, hoy creo que hay estofado….

Ninguno de los dos dijo nada en su camino de regreso, simplemente caminaron uno al lado del otro, perdidos ambos en sus pensamientos. Llegaron al gran comedor y se desplazaron a la gran mesa. Marina se giró entonces, y poniéndose de puntillas le besó cariñosamente en la cara.

-Gracias grandullón, pero creo que pasas demasiado tiempo con Albus.

Hagrid no pudo evitar una sonora carcajada que se extendió por todo el comedor, a la que se unieron la de la propia Marina y la del la profesora McGonagall ante la sorpresa del resto de los presentes.

Las aguas volvieron a su cauce como Hagrid había predicho, pero no por ello Marina estaba más tranquila. Karl y ella seguían trabajando incansablemente, y si a eso se le sumaban las clases y las reuniones con Albus para estar al tanto de los sucesos de la Orden no tenía tiempo para enfocar su vida.

Las clases la tenían demasiado absorbida, además tenía las horas extras de los viernes. Y por si fuera poco el Sr. Malfoy llevaba toda le semana insoportable, Marina deseaba fervientemente que la campana anunciara el final de las clases el viernes. Draco seguía haciendo sus comentarios sarcásticos, mientras ridiculizaba y humillaba públicamente a sus compañeros, y no sólo a los de otras casas.

De repente un silencio envolvió el aula, devolviendo a Marina un poco de la tranquilidad que deseaba, sus pensamientos volvieron al punto de partida. El tiempo corría ahora en su contra, su trabajo con Karl estaba próximo a acabar y entonces tendría que tomar decisiones, volver a España, quedarse, casarse o no casarse con Karl. Hasta ahora los dos habían evitado hablar de todo ello, de sus planes de su futuro, además estaba Harry. Marina había adquirido una responsabilidad ese verano y no estaba dispuesta a renegar de ella.

- Profesora, profesora-la voz de Hermione la devolvió a la realidad.

- ¿Si? ¿Srt. Granger?- preguntó Marina.

- La clase ha terminado ¿podemos irnos?

- Si perdonen- les sonrió Marina- recojan sus cosas, pueden ir a cenar. Sr. Malfoy ¿podría quedarse un momento?

Los alumnos salieron lentamente del aula, mientras los Slytherins se preguntaban entre sí que habría hecho esta vez Draco. Este por el contrario se mantenía altivo y orgulloso apoyado en un pupitre de primera fila.

- ¿Se puede saber que le sucede?

-Nada de su incumbencia profesora.

- Sí es de mi incumbencia si afecta al desarrollo correcto de mi clase. ¿Lo entiende? Lleva una semana pidiendo a gritos con sus acciones que alguien lo escuche, si quiere hablar ahora hágalo, dígame que le pasa, sino busque a alguien en quien confiar, no puedo saber que le pasa Sr. Malfoy pero si me necesita sabe donde está mi despacho.

- No se meta profesora-respondió altivamente Draco mientas se dirigía hacia la puerta.

- ¿Por qué él es distinto?- la pregunta de Marina llegó clara y contundente, pero Draco recordó su conversación el día antes de nochebuena.

Miró a ambos lados de la sala.

- Hay un hechizo insonorizador nada saldrá de esta aula.

- No es un mortifago común, pero eso usted ya lo sabe. Es mi padrino y …- Draco se cortó en ese mismo momento, no sabía si continuar o no.

- Y le ayuda a no seguir el camino de su padre.

- Sí, no quiero ser como él profesora, peor he nacido en la familia que he nacido y no puedo menos que intentar hacer las cosas lo mejor posible. Piense por un momento que hubiera ocurrido si yo hubiera desvelado que Severus quería ayudarme, que no quería que me convirtiera en mortifago, está jugándosela por mí.

- Lo sé, por usted y por los de más- le respondió Marina.

- Ya ve, pero el idiota de Potter y sus amiguitos no es capaz de verlo, son tan…

- Sr.Malfoy- le reprendió Marina- ¿Por qué odia al Sr. Potter?

- Por que el primer día de clase rechazó mi amistad y aceptó la de ese pobretón de Weasly.

- Interesante, pero por otra parte usted envidia esa amistad, ¿verdad? sus amigos son sus matones pero no sus amigos, y se pregunta que sería de Draco sin dinero ¿tendría los mismos amigos?- le preguntó Marina- ¿Por qué informó de mi relación a Harry en el baile de Hallowen?

- Quizás me equivoque, me molestaba ver que Snape estaba perdiendo el rumbo, que no me hacía tanto caso como antes. Pensé que poner a Harry en contra suya sería un triunfo. Creo que en el fondo sentía celos de usted profesora….

- Bueno Sr. Malfoy, está usted lleno de sorpresas últimamente, como será que me recuerda usted a alguien,… en el fondo siempre pensé que usted era mucho más de lo que parecía ser…- sonrió Marina- puede retirarse, ah! Y quedan anulados los puntos negativos que le había puesto hoy en mi clase para Slytherin.

- ¿Por?- preguntó un sorprendido Malfoy.

- Porque todos tenemos derecho a equivocarnos. Que tenga un buen día señor Malfoy. Ahh! Y para lo que le urja, ya sabe donde encontrarme.

Draco salió del despacho preguntándose que había pasado ahí dentro, empezaba a vislumbrar a la mujer de la que se debió enamorar Severus. Ella luchaba por encontrar su camino, por construir su propia existencia al margen de lo que pensaran o quisieran los demás. No insultó al trío de oro cuando pasó a su lado, iba demasiado enfrascado en sus pensamientos, Severus y ella necesitaban otra oportunidad y él lo sabía, era la guerra del odio y debía vencerse con amor. Pero eso no estaba en la mano de Draco, el destino jugaba con ellos, y debía ser el destino el que se la diera. La cabeza de Draco daba mil vueltas en ese momento, no se paró en su sala común ni hizo caso a las llamadas de sus amigos, simplemente se dirigió a sus dormitorios y se tiró sobre su cama a pensar.

Enero estaba dando sus últimos coletazos, Karl y ella ya habían acabado hacía una semana todo lo que se podía hacer desde Hogwarts, ahora los dos o por lo menos uno de ellos debía volver a España, debía obtener más información, confrontar los resultados y observar posibles movimientos. Llevaban una semana casi evitándose, Karl por miedo a obtener la respuesta que no quería de Marina, y Marina porque aún sabía que hacer. Las palabras de Minerva y Hagrid sonaban repetidamente en su cabeza, repitiéndole que estaba cometiendo un error. Pero no había error posible, Marina estaba tomando su única salida, o por lo menos la única salida fácil. Lleva más de tres días intentando hablar con Severus, pero éste siempre la rehuía, quería hablar con él antes de irse, quería explicarle y sobre todo quería cerciorarse de que la decisión que tomara era la correcta.

Las clases habían terminado hacía una hora pero Marina seguía sentada en el primer pupitre de su aula, mirando fijamente la nada. De repente la puerta del aula se abrió dejando paso a un serio y taciturno profesor de DCAO. Marina parpadeó un par de veces pensando que el destino le estaba jugando una mala pasada.

- Buenas tardes profesora Müller- la saludó fríamente el profesor Snape.

- Buenas tardes profesor- le respondió una sorprendida Marina.

- El profesor Dumbledore me envía para entregarle este informe sobre los últimos movimientos de la Orden- continuaba un impertérrito Severus- y de paso que me ponga al corriente sobre las averiguaciones en España.

Fueron tres cuartos de hora muy tensos, ambos sentados en sillas opuestas en el despacho de Marina ,querían olvidar lo que había pasado la última vez que habían estado juntos en aquella misma habitación. Severus contestó pacientemente a las preguntas sobre la mansión encantada, y las posibilidades de encontrarla que Marina le formuló, y Marina a su vez explicó la necesidad de observar in situ los movimientos que se estaban realizando en España. Severus intuyó entre palabras que Marina aún no estaba decidida, pero que de algún modo se estaba despidiendo de él y de Hogwarts, sabía que parte de la culpa de que se fuera era suya, pero no podía olvidar que el sabor de sus besos ahora era para otro, que era Karl el que recibía el calor de su cuerpo, y la primera sonrisa que reflejaba su rostro cada mañana. Severus se alegraba de que por fin ella podría ser feliz, pero le dolía, le dolía el modo en que ella lo había utilizado, le dolía por que no sentiría nunca más el roce de sus labios, le dolía por que aunque realmente no se sentía traicionado, sentía que se traicionaba a si mismo, le dolía el pensar que jamás sería suya de nuevo. Si al menos no hubiera vuelto, si no le hubiera dado una mínima esperanza.

Marina fue consciente de la cantidad de emociones que embargaban a Severus, sabía que no podía dilatar más el tiempo con Karl y necesitaba respuestas. Respiró profundamente, mirándolo fijamente a los ojos, como si quisiera recordad cada arruga de su rostro, cada gesto. Severus la observaba fijamente, ambos lo suficientemente cerca como para volver a construirlo todo, pero también lo suficientemente lejos.

-Necesito respuestas Severus – empezó una titubeante Marina- necesito saber si tomo la decisión adecuada.

- Siempre tomas la decisión adecuada.- respondió burlonamente Severus.

- Severus hace siete años me echaste de tu vida, y aún hoy no lo he entendido, acepté tus absurdos argumentos, pero es difícil construir tu vida cuando crees que las decisiones son las equivocadas. Ella, si, esa mujer, Ena Willians, – Severus levantó en ese momento la vista- marcó nuestra vida, tengo derecho a saber.

- Ena Willians era una de mis mejores amigas- respondió Severus mientras se levantaba y miraba tristemente por la ventana, como si el horizonte le pudiera devolver los recuerdos que había querido olvidar- nuestro amor se basó en un profunda amistad. La verdad es que estaba muy solo y ella también, pero la amé, sí, y si el mundo no hubiera sido tan cruel todo hubiera sido distinto. Tuvo la paciencia necesaria para buscar algo bueno en aquel chico tímido y retraído que entró en Hogwarts, esperó a que mi enamoramiento de Lily Evans desapareciera, y siguió creyendo en mí aún cuando sabía en lo que me había convertido.

- Severus- lo interrumpió Marina- Severus yo…

- No, tienes razón, mereces saber. Nunca debí seguir con ella cuando me uní a quiennodebesernombrado, nunca, sobre todo si ella era una sangre sucia, pero era joven e inconsciente y mi sed de venganza era demasiado grande. Apareció asesinada brutalmente, había sido torturada, y el único culpable fui yo. Había dejado el servicio de quiennodebesernombrado un mes antes y tenía previsto pedirle matrimonio.

- Severus- murmuró Marina mientras lo abrazaba.

- No Marina, no hagas eso- la rechazó Severus- no quiero tu compasión. He aprendido a vivir con lo que hice. Debo reconocer que fuiste buena en romper mis defensas hace años, pensé que no podría volver a amar, y tú me demostraste lo equivocado que estaba. Y lo has vuelto a hacer ahora, verte fue como reconocer que el tiempo no había pasado y que mis sentimientos seguían como el primer día, fui un idiota, pensé que los tuyos también.

- Severus eso tiene una explicación. – intentó defenderse Marina.

- ¿Eras su prometida cuando volviste a Hogwarts este verano?- le preguntó escuetamente Severus.

- Técnicamente….

- No, no quiero explicaciones largas y rebuscadas, quiero una respuesta corta y precisa­ le dijo Severus mientras la acorralaba contra la pared- ¿Eras su prometida cuando volviste a Hogwarts este verano?.

- Si- respondió Marina mientras agachaba tristemente la cabeza luchando por no llorar.

- Eso tenía entendido­ respondió fríamente Severus- ¿tanto daño te hice que tuviste que devolvérmela así? Que bonito debió ser ver al tonto y cretino profesor Snape volverse a poner a tus pies, que bonito pensar en como sería la venganza cuando Karl llegara. Supongo que te habrás reído mucho recordando mi cara ese día ¿verdad?- Severus estaba perdiendo los nervios, un mortifago como él estaba descontrolándose- dime os reíais antes de hacer el amor, o después, ¿no le molesta que mi recuerdo vague por vuestra cama?

Marina intentó escabullirse pero Severus era más fuerte y estaba furioso, la agarraba fuertemente por las muñecas mientras la aplastaba con su cuerpo contra la pared.

- ¿Te hace estremecer como lo hago yo?- preguntó Snape mientras recorría con su lengua el cuello de Marina que luchaba por mantener a raya sus sentidos.

La mano de Snape descendió entonces por su espalda, Marina era capaz de notar el calor que su cuerpo irradiaba al solo roce de los dedos de Severus, y se preguntó si él era consciente de lo que estaba provocando.

- ¿Te besa él como te beso yo?- continuaba implacable Severus- ¿recoge cada gemido tuyo en sus labios y te los devuelve?

Ahora su boca mordisqueaba sutilmente el lóbulo de su oreja, para después perderse en esa boca que tanto le gustaba, mordía débilmente su labio inferior mientras la taladraba con su mirada, buscando algo que le ayudara a vencer la sensación de rabia, celos y deseo que ahora lo quemaban por dentro.

-¿Cierras los ojos cada vez que él se acerca a ti?¿o gimes desesperada su nombre cuando ya no puedes más?-Severus estaba siendo implacable pero no le importaba, necesitaba echar de sí mismo todo lo que tenía dentro. Zarandeó bruscamente a Marina- dímelo, contéstame.

- No, no- le respondió Marina llorando.

- Más fuerte, más claro ¿lo amas?

- No, ni lo amo ni lo amaré pero por lo menos él no me humilla como tú lo haces, él no me pide explicaciones, él no me juzga. – Marina lloraba entonces entrecortadamente- Me apartaste de tu lado, tenía que seguir adelante.

- Hazlo, si es lo que quieres, pero me das pena, yo no espero sobrevivir a esta guerra pero tú si lo haces, recuerda que en cada beso que recibas, cada caricia estará mi recuerdo.

- Basta- le chilló Marina mientras lo alejaba de ella- eres cruel e insensible, no sé como pude ser tan tonta como para enamorarme de ti. Te odio. Fuera de aquí.

- ¿Sólo de aquí?

- ¡Fuera, ¡ Vete, déjame en paz de una vez. Para siempre.

Severus la levantó entonces del suelo y sin darle tiempo a ni siquiera pestañear la besó, sus labios se volvieron a juntar transmitiendo un amor y una pasión difícil de ignorar si Marina estuviera bien. Pero Marina estaba cegada por la ira, lo empujó de nuevo, y se encerró en su despacho. Severus salió atropelladamente al pasillo y respiró profundamente, Albus observó el nerviosismo en el rostro de su pupilo.

- Severus ¿sucede algo?-preguntó preocupadamente Albus.

Severus levantó la vista tristemente, miró fijamente a ese hombre de ojos azules y bondadosos, por una vez toda la máscara de frialdad se vino abajo y Albus pudo ver al verdadero hombre que era Severus.

- Ahora me odia- dijo Severus mientras Albus cerraba los ojos pesadamente- pero así será más fácil. Lo siento.

- La has vuelto a alejar de ti.

- Karl es un buen hombre y cuidara de ella. Albus si me disculpas.

- Severus!.- dijo Albus mientras posaba su brazo en el de Snape- Karl es un buen hombre, la tratará bien, pero no es a quien ella ama.

Severus miró una vez más a Albus a los ojos pidiéndole perdón con la mirada y se alejó hacía sus mazmorras. Tenía que volver a construir su máscara, su mundo pero en este momento eso se le antojaba difícilmente posible.

Draco quería hablar con Severus aquella noche, había oído cosas y aunque no estaba muy seguro de que se trataba estaba claro que se tramaba algo. Avanzó lentamente por los oscuros pasillos de las mazmorras, echando alternativamente miradas a un lado y a otro, pendiente de cualquier movimiento que pudiera delatarlo. Llegó a los aposentos del jefe de las serpientes, y tras susurrar unas sencillas palabras las puertas se abrieron mostrando una sala acogedora y bastante espaciosa, la antesala del dormitorio del temido profesor, la única parcela de su vida a la que tenían acceso los más privilegiados como Draco, o el mismísimo director.

Draco buscó a Severus con la mirada, el profesor ya debía haber advertido su presencia, al fin y al cabo era un mortifago acostumbrado a vivir siempre alerta. Lo encontró recostado sobre el sofá, con un vaso en su mano y la botella vacía a sus pies. Draco se acercó lentamente a su padrino, observando el demacrado rostro del mismo, su expresión triste, y por primera vez empezó a vislumbrar un hombre distinto, un hombre de carne y hueso. Pero lejos de desmoronar eso la imagen de héroe que tenía de él, contribuía a aumentar su admiración. Severus no estaba para charlas aquella noche, y Draco lo supo tan pronto como lo vio, ni una manada de elefantes lo despertaría. Intentó desplazarlo a su dormitorio pero este estaba protegido, sí aquel si que era un círculo privado, así se conformó con colocarlo lo mejor que pudo en el gran sofá.

-Qué estás intentando olvidar Severus – murmuró Draco mientras retiraba el vaso de de sus manos.

Se giró lentamente observando el desorden que reinaba al alrededor, algo extraño en Severus que disfrutaba del orden y la pulcritud. Se preguntó cuanto tiempo llevaría así. Entre las reuniones con quien no debe ser nombrado, mantener su fachada de mortifago y cretino profesor en el colegio, y si Draco estaba en lo cierto las reuniones con esa misteriosa orden de la que había oído murmurar de la propia boca de su padrino a Albus, Severus estaba abandonando todo aquello que lo hacía ser él mismo. De repente lo vio, estaba encima de la mesa, el famoso pensadero, su padre le había hablado de ellos, pero nunca pensó que Severus poseyera uno propio.

- Será del viejo- pensó Draco.

Se acercó a la mesa, mirándolo fijamente, no quería inmiscuirse en la vida de su padrino pero la curiosidad por observar aquel objeto, el adiamantino color del líquido que se movía dentro de él, todo eso era más fuerte que la propia ética personal. Observó el líquido moverse en su interior, pequeñas ondas se formaban en su superficie, su mano deseó tocar ese líquido, sentir su textura deslizarse por sus dedos, su mano se alzó lentamente y cuando quiso ser consciente de lo que sucedía, Draco era arrastrado a una vorágine de imágenes sin sentido.

Vio a una mujer joven, que reconoció como Marina, limpiando las mazmorras, fue consciente de la mirada de Snape sobre ella. Marina ahora era más mayor y discutía acaloradamente una poción con Severus, mientras este levantaba una ceja en señal de burla hacía sus palabras. Ahora Marina se daba la vuelta y le lanzaba un beso, su melena al aire y sonreía abiertamente como si en ese momento fuese la mujer más feliz de la tierra. Vio la escena de su despedida, observó escondido en el andén de una estación como Severus esperaba que Marina se fuera, mientras esta buscaba con la mirada a Severus en cada hombre que entraba.

El movimiento se hizo más brusco y Draco se vio arrastrado a una época más reciente, ahora Marina volvía a Hogwarts, Severus la observaba oculto en algún lugar del castillo. Fue consciente de los sentimientos desbordados de Severus cada vez que la besaba, y de repente los sucesos de aquella tarde se hicieron patentes. Draco vio a una Marina asustada, a un Snape furioso y finalmente la triste conversación de Severus y Albus. No necesitó más, aquel último recuerdo había sido suficiente, Draco salió despedido del pensadero. Severus seguía durmiendo en el sofá.

- No sé como, pero vosotros debéis estar juntos- le susurró a un Severus totalmente ajeno a la intrusión que su intimidad sufría en esos momentos- pero te ayudaré padrino como tú me has ayudado.

Draco abandonó los aposentos de su padrino, en su mente una única meta, buscar ayuda, ahora le quedaba lo más difícil debía encontrar a alguien en quien confiar y alguien que confiara en él. Acunado por estos pensamientos se durmió tranquilamente sin pararse a pensar si quiera que el tiempo jugaba en su contra.