Primero lo de siempre estos personajes no son mios, no hago esto con animo de lucro si no que es solo por diversión
Marina no tardó en tomar la decisión, la rabia y la ira que Severus había despertado en ella, la estaban cegando. Corrió por los pasillos del castillo hasta el primer piso, abriendo de golpe la puerta de los aposentos de Karl.
- Marina ¿sucede algo?- se sorprendió este.
- Hemos terminado todo el trabajo ¿no?- le preguntó Marina bruscamente.
- Si hemos terminado, hay que volver a España, avisar a aurores, hacer controles ¿Por qué?
- He estado pensando- continuó Marina con un discurso que parecía preparado- que el tiempo corre en contra nuestra, no podemos permitir que Voldemort se haga con el control de grupos importantes en España. Tenemos que volver a España y organizar una resistencia la victoria puede depender de ello.
- Marina ¿está bien?- volvió a preguntar Karl- tenemos que hablar con Albus, con la Orden y tomar decisiones.
Marina lo miró entonces a los ojos, a pesar de todo lo que había pasado aún le costaba tomar esa decisión pero supo que tenía que ser la adecuada.
- Nos vamos el domingo a la tarde- le comunicó a un sorprendido Karl- prepara tus cosas, yo me encargo de hablar con Albus.
- ¿No será precipitado?- le preguntó Karl.
- No, volvemos a España, creamos la resistencia y en una o dos semanas volvemos a Inglaterra para explicarle a Albus la situación, al acabar nos tomamos esas merecidas vacaciones y nos perdemos en los terrenos escoceses, tú y yo solos. – le susurró Marina mientras lo besaba dulcemente en los labios.
Karl claudicó en ese mismo momento, se había acostumbrado a que Marina tomara muchas de las decisiones de su relación, y si ella quería volver no iba a ser él, el que se lo prohibiese.
Marina sonrió a Karl mientras le mandaba un beso desde el umbral de la puerta, y con una decisión que solo el lacerante dolor que sentía le daba se dirigió al despacho de su abuelo. Subió las escaleras pensativa, Albus no era Karl, y eso ella lo sabía. Se disponía a petar a la puerta cuando una voz desde el interior la sobresaltó.
- Pasa Marina- le indicó su abuelo.
-Abuelo.
- Se te ve preocupada ¿sucede algo?- le preguntó inocentemente Albus.
- Karl y yo hemos finalizado todo el trabajo que teníamos pendiente- empezó Marina- hemos encontrado relaciones entre familias españolas e inglesas. Ingleses que en su momento huyeron a España y están esperando su momento, o bien familias españolas que acogieron a niños ingleses huérfanos de guerra y han hecho de esa guerra su cruzada personal.
- Ya veo-comentó un preocupado Albus.
- Karl y yo volvemos el domingo a España, hay que organizar grupos de resistencia, averiguar hasta que punto son capaces de sacrificarse por quiennodebesernombrado, si los va a traer a Inglaterra. Allí tenemos gente de confianza pero creo que deberíamos supervisar todo.
-¿De qué huyes?- la interrumpió bruscamente su abuelo.
- De nada- Marina lo miraba ahora fijamente, sabiendo que ese hombre sabía leer en sus ojos- Me dijiste que si consideraba necesario partir, no te opondrías.
- Y no me opongo, sólo te hago reflexionar. Es tu decisión- le respondió serenamente su abuelo- y la acato. Pero creo, como ya te dije previamente que te estás equivocando.
- Gracias. Yo misma hablaré con Harry. En cuanto al resto, no quiero que se enteren.
- ¿Por qué? – le preguntó su abuelo extrañado.
- Por que sé cual es su opinión y no quiero ver la desilusión en su rostro como lo he visto en el tuyo.
-Te entiendo.
- Hasta mañana.
- Hasta mañana.
Marina salió del despacho con sentimientos encontrados, había tomado la decisión que consideraba adecuada, pero había algo en el fondo que se le escapaba, una sensación de tristeza. Tenía la impresión de ser alguien que se rendía, volvía a pensar que tomaba el camino más fácil. Se apoyó firmemente a la entrada de la torre de Gryffindor, respiró fuertemente y entró. Tenía que tener valor.
Draco seguía maquinando un plan, Severus necesitaba a Marina, y tenía que haber una forma de que ambos lo entendieran. Aquel domingo llegó temprano a comer al Gran Comedor, se había saltado el desayuno, y sus tripas hacía horas que clamaban un poco de atención. Se sentó en su mesa, y comió en silencio. Llevaba más de dos horas allí sentado, observaba a todos y cada uno de los estudiantes entrar y salir, a todos y cada uno de los profesores. Necesitaba solucionar su problema pero no encontraba nadie en quien confiar, y lo más probable es que no encontrara nadie que confiara en él. Sus ojos se pararon entonces en la mesa de los leones, allí estaba el magnífico San Potter, comiendo cabizbajo mientras lanzaba tristes miradas al asiento que debería ocupar Marina. Draco miró la mesa de los profesores, todos estaban comiendo, hasta Severus ocupaba su sitio en el gran comedor. Su vista se dirigió entonces al asiento de Karl, y vio que estaba vacío. No se paró a pensar en una escapada romántica de la pareja, no porque sabía más de la cuenta. Marina se había ido, o quizás… Miró a Harry de nuevo, observó la tristeza en sus ojos verdes y supo que delante suya se hallaba su aliado, por primera vez observó a Harry con unos ojos distintos. Se levantó rápidamente de la mesa, rezando para que Potter tardara poco en terminar, ahora estaba seguro que el tiempo corría en su contra.
Marina se sentó de nuevo en el andén de aquella estación, mientras Karl compraba los billetes. La gente iba y venía, se despedían, se abrazaban, lloraban. Quizás sin ser consciente de ello, Marina era la espectadora de millones de películas distintas, cuyos guiones resumían sus vivencias, sus alegrías y sus penas. Por un momento su mente rebobinó, su vida parecía también el guión de una película, pero un guión que ella no había escrito.
Levantó sus pies del suelo y se abrazó a sus piernas, como si fuera una niña pequeña que quiere olvidar una pesadilla. Observó de nuevo la gente que iba y venía, tan distintos entre sí pero a la vez tan parecidos. Observó a lo lejos un joven de cabello negro que se resistía a subir al tren, mientras su madre luchaba con él y el padre sonreía abiertamente ante la escena. Marina no pudo evitar pensar en Harry, eso había sido lo más difícil de esta decisión, comunicarle a Harry que se iba. Recordaba la tristeza que cruzó en ese momento sus ojos, la luchaba que mantuvo para no llorar. Marina odiaba hacerle daño, pero había tomado una decisión, la decisión fácil, le recordó su conciencia. Le prometió escribirle, irlo a visitar, ambos intentaron sonreír en ese momento, pero ambos sabían que eran promesas, simples promesas. Podían contarse de mil modos distintos lo que ocurría en sus vidas pero seguramente no lograrían transmitir de ninguno de estos modos, esos sentimientos que hacían de determinados momentos, momentos para recordar.
- Nuestro tren sale en media hora – la voz de Karl la sacó de su ensimismamiento- Marina!
- ¿Nunca te preguntaste si la decisión que tomas es la correcta?- le preguntó Marina- ¿y si el camino fácil no es el mejor? ¿Y si tienes que sacrificarte por los demás?
- Marina- la enfrentó un preocupado Karl- ¿estás bien? Has tomado la decisión correcta, Hogwarts no es para ti.
Karl se agachó lentamente delante de ella, y acercándose besó dulcemente a su prometida. Marina se aferró a él como si fuera su única salvación, y respondió a ese beso, se intentó perder en esas sensaciones que un beso producen. Buscó los sentimientos, las descargas pero no las encontró. De repente Severus se hizo un camino en su mente, recordó la calidez de sus labios, pero sobre todo lo que transmitían sus besos. Recordó sus miradas de complicidad, sus juegos, pero sobre todo recordó el último beso, la desesperación que transmitía, el amor. Marina meneó la cabeza nerviosamente, Severus le había regalado su último beso, le había entregado lo último que quedaba de él en aquel beso, y ella no la había entendido. Estaba furiosa con él, estaba airada y él aprovechó eso, la había vuelto a alejar de él.
Se separó de Karl y levantó la vista, enfrentando la mirada de su prometido, fue como si de repente la luz del mundo hubiera cambiado y ella empezara a verlo con otros ojos. Se levantó del mismo banco donde siete años antes había dejado su última esperanza. Besó dulcemente a Karl en los labios, mientras depositaba en sus manos el anillo de compromiso.
- No vas a irte conmigo- afirmó Karl intentando mantener la compostura.
- Karl es lo mejor, ahora lo he entendido- le respondió Marina mientras lo abrazaba- no podemos conformarnos con vivir una falsedad. Quizás mi abuelo tenga razón, y tanto tú como yo necesitamos algo más que las migajas de un amor.
- Marina yo te amo- la interrumpió Karl- Marina podemos ser felices.
- Claro que podemos ser felices, pero en un mundo que nosotros construyamos. En un mundo donde tú luches cada día para ignorar que amo a otro, y donde yo no cierre los ojos cada noche para evitar pensar que es Severus el que me hace el amor esa noche de nuevo. ¿Qué vida llevaríamos? Karl.
- Marina podemos intentarlo, ya lo intentamos una vez y funcionó. Me aceptaste, ¿lo recuerdas?
- Y ahora te rechazo- le dijo Marina anegada ya en llanto-Karl casarme contigo sería un error para ti, para mí y para todos. Sería intentar construir una mentira tras otra, ¿lo entiendes? Mereces algo más Karl, mereces a alguien que te ame por ti mismo, no por ser el fantasma de otro. Mereces más de lo que yo podría darte nunca.
- ¿Vas a volver con Severus?- le preguntó mientras la besaba en la frente.
- Voy a construir mi camino, con Severus o sin él, volveré a Hogwarts, asumiré mis responsabilidades con Harry y dejaré que el tiempo algún día me de otra oportunidad. Voy a ganarme a pulso mi destino y lucharé por lo que quiero. Y si en algún momento fracaso me quedará siempre el sentimiento de haber vivido un amor como el que tuve Karl, porque por mucho que me duela – Marina temblaba mientras hablaba- prefiero haber amado y haber sufrido que no haber amado nunca.
Karl vio la clara determinación en los ojos de Marina y supo que ahora sí que la había perdido.
- Te quiero Marina – le dijo Karl.
- Cuídate Karl- Marina lo volvió a abrazar-seguimos siendo amigos, ¿verdad?.
- Siempre, pase lo que pase.
Se abrazaron fuertemente en el medio del andén como queriendo retener para ambos ese momento. Karl guardó el anillo en el bolsillo y sonrió tristemente observando ahora el dedo vacío en la mano de Marina. El sonido del silbato del revisor los sobresaltó a ambos.
- Es nuestro tren –Karl sonrió-perdón, mi tren debo irme.
Marina sonrió entre lágrimas. Se abrazaron de nuevo. Karl subió lentamente al tren y buscó cabizbajo su vagón. Entre todos los finales posibles nunca imaginó abandonar Hogwarts solo y sin prometida. Se asomó a la ventanilla tristemente y sacando fuerzas de flaqueza la envió un último beso a Marina. Ella lo recogió como tantas veces había echo en sus años de relación. Sólo que ahora ambos sabían que ahora todo era distinto. El tren comenzó a alejarse y la figura de Karl se fue difuminando lentamente.
Draco y Harry corrían desesperados, llegaron al andén y vieron como el tren se deslizaba por sus raíles camino de Londres.
- Mierda!- dijo Draco en alto.
- Perdón- Harry preguntó al revisor- ¿el tren para Londres?
- Es ese que acaba de salir jovencito, hasta dentro de dos días no habrá otro.- el revisor los miró entonces a ambos- ¿Sois alumnos de Hogwarts? ¿Qué hacéis aquí? Hay que avisar al director.
- No se preocupe señor- respondió una voz que ambos conocían bien- ellos están conmigo, soy profesora en Hogwarts, yo misma me encargo de llevarlos de vuelta.
Los dos se revolvieron sonriendo abiertamente.
- ¿Qué hacéis vosotros aquí? Creo que merezco una explicación.
- ¡No te has ido!- le dijo Harry- no te has ido.!
- Eso es evidente, Potter.- respondió sarcásticamente Draco.
- Dejadlo, creo que en el castillo deben estar preocupados. Es hora de volver.
Los tres juntos abandonaron la estación, pidieron un carruaje en las afueras, y se encaminaron rumbo a Hogwarts. Marina sonreía en el carruaje, estaba segura de haber tomado la decisión correcta, estaba segura que tendría una oportunidad.
El carruaje se paró delante del castillo, mientras Draco y Harry miraban con aprensión las puertas que se alzaban delante de ellos. Esta se abrió bruscamente dejando paso a un cabreado director y a una indignada subdirectora. Detrás de ellos Severus mostraba una terca obstinación.
Los tres alzaron la vista sorprendidos ante el carruaje aparcado delante, y su cara mostró la más clara perplejidad cuando Marina descendió los dos escalones que la separaban del suelo.
-Buenas tardes, profesores.
- ¡Por Merlín! No sé como te has enterado tan pronto- comenzó un sorprendido Albus- aún no hemos dado parte.
- Enterarme ¿de que?- le preguntó Marina.
- De la desaparición de Harry y Draco- le respondió su abuelo.
- Si parece ser que el señor Malfoy ha secuestrado al señor Potter- indicó la jefa de los leones.
-Eso es absurdo- respondió un airado Severus.
-¡Profesores,- Intervino Marina evitando una discusión entre los jefes de las dos casas- todo tiene una explicación. ¿Pueden descender?- indicó mientras sonreía cínicamente hacía la puerta del carruaje.
Primero fue Harry demostrando así la valentía de los Gryffindors, Draco emergió poco después con sus brillantes ojos grises mirando fijamente el suelo.
- ¿Se puede saber que significa esto?- intervino airadamente el jefe de las serpientes.
- No Severus, aquí no- lo interrumpió quedamente el director-vayamos a mi despacho.
El trayecto hasta el despacho del director se hizo largo, muy largo sobre todo para Draco y Harry que buscaban desesperadamente algo que les ayudara a salir de esto.
Se sentaron alrededor de la imponente mesa del despacho, Albus alzó la vista buscando con su mirada la de esos jovencitos que habían incumplido las normas una vez más.
-Bien estamos esperando- comentó Albus.
Draco y Harry alzaron en ese momento sus miradas, anteriormente fijas en sus pies, ambos sabían que parte de la verdad sería necesaria. Pero también sabían que debían callar algunas cosas.
- No queríamos que Marina se fuera así que fuimos a buscarla- comentó escuetamente Harry.
- Así, sin más, es decir dos alumnos enemistados desde el primer día que pisaron Hogwarts deciden ir juntos a buscar a una profesora simplemente porque no querían que se fuera. – la voz de Albus sonaba entre chistosa y divertida- ¿no se os ocurre nada mejor?
- Es la verdad- se defendió Draco-o parte de la verdad, la otra es personal.
- Bien, sabéis que no está permitido salir del colegio, ¿verdad?- empezó un director muy cabreado- ¿Qué no está permitido usar capas de invisibilidad? ¿Qué os habéis saltado miles de normas? Y tú Harry – sus ojos azules normalmente bondadosos ardían de ira- ¿no te das de cuenta de lo que estás haciendo? Todo el mundo cuidando de ti, y tú, tú haciendo lo que te da la gana. En condiciones normales seríais expulsados inmediatamente del colegio, pero en este momento fuera corréis mucho peligro, así que esto merece un castigo ejemplar y juro que lo tendréis.
- Abuelo, yo los encontré, permite castigarlos a mí. – intervino Marina.
- ¿Te quedarás el tiempo suficiente?
- No pienso irme- dijo mansamente mientras observaba el rostro de su abuelo- He decidido quedarme.
- No sabía yo que uno simples jóvenes tendrían tanta influencia en usted- repuso fríamente el profesor Snape.
- No fuimos nosotros- intervino Harry.
- No, ella no había subido al tren antes de que nosotros llegáramos.- añadió Draco.
Marina maldijo en voz baja la bocaza de esos dos adolescentes y se apuntó mentalmente el darles un castigo ejemplar.
- ¿Y ese cambio Marina?
- Eso es personal.
Albus sonrió entonces abiertamente mientras un brillo malicioso se instalaba de nuevo en sus ojos.
- Me alegro que te quedes, y vosotros seréis castigados por Marina, que confío sepa cual es la magnitud de vuestra falta. Podéis iros.
Abandonaron el despacho del director con una sensación extraña. Marina los condujo a su despacho.
- Bien, igual que al director a mi no me cuadra vuestro interés repentino por mí. ¿os queda claro?- empezó Marina- Mañana tras las clases tendremos una pequeña charla, después os impondré el castigo correspondiente. Buenas noches.
- Buenas noches- contestaron ambos a la vez.
Sin mirarse si quiera, sin decirse nada, abandonaron juntos el pasillo del tercer piso, las escaleras los separaron. Draco bajó lentamente negándose a aceptar el hecho de tener que volver a las mazmorras y Harry buscaba mentalmente la forma de explicarles a Ron y a Hermione su desaparición.
La mañana siguiente pasó demasiado rápido para Harry y Draco, cualquiera que supiera que ambos enemigos tenían esta mañana algo más en común que las clases de 6º se hubiera reído. Pero ambos sabían que habían hecho mal y que iban a pagar por ello. Las clases de Marina finalizaron con un estruendo de calderos, sillas arrastradas y demás.
- Esto es todo por hoy- la voz de Marina resonó en todo el aula- Para pasado mañana quiero las redacciones sobre el uso del ajenjo en todo tipo de pociones, cincuenta cm de pergamino como mínimo y cien como máximo.- dijo mientras miraba suspicazmente a la señorita Granger- Sr. Potter y Sr.Malfoy quédense un momento.
Los alumnos abandonaron el aula lentamente, comentando el próximo partido de la temporada, la cantidad ingente de deberes que tenían y la cercanía del baile de los enamorados.
Marina esperó pacientemente a que todos los alumnos abandonaran el aula.
-Acompañadme a mi despacho- les indicó Marina.
Entraron lentamente y tomaron asiento, ambos miraban alternativamente al suelo y a Marina.
- Bien, ¿queréis algo? ¿un zumo, un sándwich?
- No- respondieron los dos a la vez.
-Perfecto, pues cuando queráis podéis empezar.
Ambos se miraron fijamente mientras una paciente Marina esperaba a que comenzaran. Draco se movió inquieto en su asiento, miró a Marina y tras comprobar que Potter seguía a su lado, que aquello era real pasó a relatarle lo que sabía de Severus.
- Vaya Sr. Malfoy, supongo que sabe que mirar en el pensadero de alguien va contra las normas, es una clara trasgresión de la moral de un mago- le reprendió Marina.
- No pude evitarlo, el pensadero me atraía- se defendió Draco.
- Esa no es disculpa Sr. Malfoy- continuo Marina- y por ahora tampoco veo el motivo por el cual usted y el Sr. Potter estaban en Hogsmeade.
- Nosotros no queríamos que se fuera, Draco por Severus y yo porque te iba a echar de menos- comentó ahora Harry.
- A ver si me entero, Draco cree necesario que me quede en Hogwarts, según él Severus me necesita, cosa que yo dudo Sr. Malfoy puesto que es Severus el que me aleja de él.-empezó Marina- entonces se le ocurre la idea de pedirte ayuda, y tú gustosamente se la das. Al Sr. Malfoy, hasta ayer tu peor enemigo. Bien, ¿alguna vez te paras a pensar en lo que haces?- preguntó una furiosa Marina-¿y si el señor Malfoy hubiera sido un mortifago? ¿Dónde estarías ahora Potter?
- Me convenció, no lleva la marca y…- se defendió Harry.
- No, Potter eso no …- lo interrumpió Draco.
Marina levantó entonces la vista, estaba muy cabreada con Potter.
- NO vais a iros hasta que me lo contéis todo- les dijo fríamente Marina- y si no, soy profesora de pociones. ¿Lo recordáis?
- Es mi vida- le respondió ácidamente Draco.
- Si, pero en tu vida has arrastrado a más gente contigo, en este caso al Sr. Potter, de quien casualmente soy tutora legal así que si vas a poner en peligro una vez más la vida de Harry yo voy a estar al tanto.- Marina miraba a Draco taladrándolo con la mirada.
-Él no tiene la marca- respondió apuradamente Harry.
-¿Y? ¿es ese suficiente motivo para creer en él?- Marina volvía a estar fuera de sí- ¿No ves que puede ser un espía Harry? ¿un infiltrado?
- Pero…-Harry comenzó de nuevo, pero la mirada de Draco lo había echo enmudecer.
-Pero ¿qué? –preguntó Marina cada vez más cabreada.
- Ni se te ocurra Potter.
- Draco es la única solución y a lo mejor ella puede ayudarnos- le dijo Harry.
Draco bajó entonces la mirada, y se levantó la manga izquierda, allí donde debía estar la famoso marca de Lord Voldemort estaba una piel tersa y suave, pálida pero sin marcas sin cicatrices. Cuando Marina levantó la vista de esa zona, pudo ver como a lo largo del brazo se extendían alguna que otra marca de magulladuras, hematomas, y algún que otra herida fruto de algún corte.
- ¿Qué es eso Sr. Malfoy?
- Son los restos de las palizas que recibí por no querer formar parte de los mortifagos. Mis padres, y algunos de sus leales servidores tuvieron a bien quererme indicar cual era el camino correcto.
- Sr. Malfoy algunos corte son recientes, y usted hace más de un mes que no va a casa.- le comentó Marina.
- Tienen seguidores aquí dentro, alumnos de otros cursos que no entienden mi reticencia a no marcarme.- le respondió Draco.
- Supongo que no será el único lugar donde las tiene.
- No profesora, tengo marcado parte del resto del cuerpo, he llegado a tener costillas rotas y alguna cosa más.
- ¿Por qué no pediste ayuda? ¿Porqué no hablaste con alguien?-le preguntó Marina.
- Porque eso podría haber empeorado las cosas
- ¿Y el profesor Snape?¿porqué no hablaste con él de esto?.
- Por que tomaría partido y sería demasiado peligroso para él.-respondió Draco.
Marina miró a ambos muchachos, a Harry cuyo peso en esta guerra era crucial y a Draco, a quien todo el mundo consideraba perdido en una causa adyacente a las suyas.
-Bien pues ahora Sr. Malfoy yo lo sé así que si a partir de ahora tiene algún problema acuda a mi. – Empezó Marina- Con respecto a vuestro castigo, pasaréis aquí entre una hora y dos diarias limpiando los calderos de vuestros compañeros, el aula y el almacén. A la vieja usanza señores, métodos muggles. No sabéis lo que necesitaba que alguien limpiara todos los botes que tengo ahí dentro.
- Eso no es justo- bufó Harry.
- Perfecto, has esperado bastante para devolverla- le dijo Draco.
- Perdonad pero no es todo, os habéis saltado normas primordiales de este colegio, y hay que hacéroslo saber. Ninguno de los dos jugará el siguiente partido de su equipo, me da lo mismo que sea ahora que dentro de un mes. ¿Os ha quedado claro?-preguntó seriamente Marina.
- Perfectamente- respondió irónicamente Draco.
- Bien pues podéis retiraros, mañana empezará el castigo. Buenas noches.
- Buenas noches- respondieron ambos.
Ambos se retiraron a sus respectivas salas comunes sin cenar, la habían ayudado y ahora esto. Harry maldijo mentalmente a Draco por meterlo en esto y Draco por dejarse impresionar por un simple pensadero. Si Severus tenía problemas que los arreglara él. Draco cerró las cortinas de su cama no quería ver a nadie. Harry abandonó la sala común tan pronto como sus compañeros volvían de la cena, no sabía que era peor si Marina castigándolo o Hermione recordándole que Marina tenía razón.
Gracias a todas la personas que se molestan en leer esta historia espero que les siga gustando… besotes
