Primero perdón por el retraso, pero entre el trabajo y demás una no tiene tiempo ni para escribir ni para conectarse.
Después lo de siempre estos personajes no me pertenecen, no son mios, pertenecen a J.K. Rowling y a la Warner. No gano nada haciendo esto y simplemente me divierto.
Y por último muchísimas gracias a todas las personas que están mandando reviews, espero que les guste la historia.
El humor de Harry cambió drásticamente, arrastrando con él un halo de tristeza y misticismo que impresionaban hasta a la propia Marina. Sabía que Hermione le había reñido, que le había cantado las cuarenta, pero Ron, Ron había sido distinto. Ron no había podido aguantar que Harry se hubiera aliado con Draco, y sobre todo que no les hubiera dicho nada. A lo demás el castigo que esperaba a Harry no ayudaba, Ron era el guardián del equipo y por primera vez en la vida empezaba a tomarse en serio algo, su puesto en el equipo era para él tan importante como para la Srta. Granger una biblioteca. Estaba cabreado con Harry, con Hermione y consigo mismo por no saber arreglar sus problemas.
Son tontos-le explicaba Hermione a Marina una tarde- ambos quieren arreglar sus problemas pero no saben como hacerlo. O mejor dicho son los dos tan orgullosos que no quieren dar su brazo a torcer.
- Y esto es porque Harry huyó con Draco a buscarme- sonrió Marina.
Realmente no, esto viene de atrás- le comenzó a explicar Hermione-la noche que le contaste a Harry tu relación con el profesor Snape, él nos puso al corriente de la misma y Ron dudó de sus palabras.
- Pero Harry no tenía motivos para mentir.
- No, dudó de que el profesor Snape pudiese amar a alguien-continuó Hermione- y Harry lo defendió¿entiendes? Defendió al profesor Snape, y eso a Ron lo picó. Que ahora se aliara con Malfoy, sólo es la gota que colma el vaso.
- Veo que hay cosas que nunca cambian- comentó Marina- el odio entre casas sigue estando ahí.
- Marina, tanto Malfoy como el profesor Snape no han sido legales con nosotros- comentó sutilmente Hermione recordando mentalmente algunos de sus anteriores enfrentamientos-incluso crueles. No sé, a veces creo que Harry está equivocado y que Ron tiene razón, pero otras…El profesor Dumbledore no tendría al profesor Snape aquí si fuera un mortifago.
- Eso es algo que yo no debo ni puedo contestar.
- Pero estoy en medio- suspiró Hermione- cada día se turnan para contarme sus problemas, para criticar uno al otro y esto no está bien.
- No te puedo decir para que lado debes inclinar la balanza- le sonrió Marina- deben tomar sus propias decisiones. Ellos y tú. Hermione a veces tomar las decisiones es difícil, pero eso es lo que nos hace ser lo que somos, el camino que marcamos y recorremos es el que dice como somos.
-Gracias.- le dijo Hermione mientras se acercaba a la puerta.
- ¿Por?- preguntó sorprendida Marina
-Por sacar tiempo para nosotros. Hasta mañana.
- Hasta mañana.
Marina se quedó un momento mirando la puerta, esa chica tenía algo especial, que importaba que fuese hija de muggles. Meneó tristemente la cabeza pensando en cuantos daños colaterales estaba causando esta guerra. Pero Ron y Harry tenían que aclarar sus asuntos solos.
Se puso a corregir los ensayos que aún le quedaban, estaba con quinto de Gryffindor y sonrió al descubrir la elegante letra de la pequeña de los Weasly. Esa chica pelirroja de mirada penetrante. Recordó el primer día que la vio, sentada en la primera fila, y por un momento creyó estar viendo una de las fotos que Sirius y Remus solían enseñarle de Lily Evans, sintió celos, y se preguntó si Severus fue consciente del parecido entre ambas. Incluso se durmió muchas noches pensando en si Severus sería capaz de saltarse las normas de nuevo por ella. Al fin y al cabo no era un secreto el hecho de que Severus había amado a Lily y odiado a Potter por tenerla.
Sonrió de nuevo al pensar en lo poco infundados de sus celos, Ginny tenía su caballero, o mejor dicho su serpiente. Marina lo descubrió el primer mes de su estancia en Hogwarts, a alguien que como ella había amado en secreto no se le escapaban los detalles. Draco y Ginny, el príncipe de las serpientes y la pobretona mantenían un idilio. Parecía que ella había olvidado su fijación con el niño que vivió y buscó consuelo en el bando rival. Marina se estremeció internamente cuando comprendió el porque del silencio de Draco en tantas ocasiones, el porque quería que su vida se mantuviera en secreto. La estaba protegiendo. No pudo evitar preguntarse como podría cambiar la vida de ese chico criado en la opulencia, pero sin amor. Se imaginó a los Malfoy sentados en la inmensa mesa de los Weasly, rodeados de pelirrojos. Y recordó a Ron, vaya eso si que sería un problema.
La semana transcurría tranquila, los alumnos estaban ocupados preparando el inolvidable baile de San Valentín. En eso había que darle la razón a Albus, los estaba manteniendo entretenidos todo el año. A lo demás tres días antes sería el partido Slytherin- Huffelpuf, partido muy interesante si tenemos en cuenta que las serpientes habían perdido el anterior partido y jugaban sin su buscador habitual. Estaba sentada en su ventana como tantas otras veces, dándole vueltas a muchas cosas mientras jugaba en su mano con una recordadora que le había regalado Karl.
Flash back
-Es para que no te olvides de mi- le dijo el día que se la dio besándola suavemente en los labios.
-Nunca me olvidaré de ti- le contestó Marina sonriendo mientras se alejaba sonriendo de él.
Fin Flash back
Con él todo hubiera sido más fácil, ahora estaría en España, cómodamente sentada en su casa, al lado de la chimenea, abrazada a Karl, esperando recibir noticias de Inglaterra. Pero no, ella había elegido otro camino, y ahora mientras miraba como la noche oscurecía el inmenso castillo se preguntaba si encontraría la mansión misteriosa antes del equinoccio de primavera, si Harry tendría que enfrentarse ya a Lord Voldemort y si volvería a tener su oportunidad con Severus.
Había pasado una semana desde su vuelta, desde el día en que en el despacho de Albus este les había reñido a Draco y a Harry, y desde entonces no habían vuelto a hablar. A Marina no le hacía falta mucho para saber que estaba enfadado con ella, pero… necesitaba hablar con él. Lo necesitaba. Se preguntaba muchas veces si él todavía se sentaba por las noches delante del piano y tocaba como lo hacía entonces, si todavía recordaría como ella adoraba esa música. Un golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos. Abrió la puerta sorprendida, era más de medianoche.
- No es justo- irrumpió Harry en su habitación- es tan tozudo. Ahora cree que me he aliado con las serpientes o que Snape me ha dado una poción o algo así, es tan tonto.
- Buenas noches Sr. Potter- le saludó Marina-son más de medianoche y acaba usted de entrar en la habitación de un profesor.
- Ya pero también eres mi tutora.
- Eso no te exime de saltarte las normas. ¿O es que no te llegan los castigos que tienes?-le preguntó Marina- digamos que usted y el Sr. Malfoy aún tienen unas duras semanas por delante.
- He vuelto a discutir con Ron- dijo Harry mientras se dejaba caer en el gran sofá – le he contado todo, que confié en Malfoy y eso. Después le dije que creía que tú habías vuelto por Severus, y me dijo que no debíamos fiarnos de ti, que Snape es un mortifago y …
- Vaya ahora soy el centro de vuestra discusión-terció Marina- Ron no se ha criado en tu mundo, se ha criado en un mundo post Voldemort donde le enseñaron a desconfiar de todo y de todos. Es normal que piense así.
- Pero tú- se sonrojó Harry- tú eres de fiar y…
- Eso Sr. Potter tiene que averiguarlo por si mismo. Y ahora lo voy a acompañar a su sala común, y no quiero más paseos nocturno¿me ha entendido? Y un consejo arregle sus problemas con Ron, se hacen falta y es mejor que se den de cuenta ahora que no más adelante.
Marina abrió la puerta de su habitación indicando que la conversación había finalizado. Harry y ella llegaron juntos a la puerta de la torre de Gryffindor. Habían subido en silencio.
- Una cosa más Sr. Potter, la capa de invisibilidad le queda confiscada hasta nuevo aviso- dijo mientras con un movimiento de su varita aquella aparecía en su mano- y 25 puntos menos para Gryffindor. Buenas noches.
Buenas noches- respondió por lo bajo un triste Harry.
El baile del día de los enamorados se acercaba y eso podía notarse en el ambiente. Marina cerró la puerta de la clase, respirando por primera vez en todo el día un poco de tranquilidad. Se dirigía a su despacho cuando oyó como la puerta se abría lentamente, se giró maldiciendo por lo bajo.
-Bill- sonrió Marina mientras se arrojaba a sus brazos-Bill, mi domador de dragones preferido.
- Marina- susurraba un pelirrojo mientras le devolvía el abrazo.
¡Por Merlín! Hacía siglos que no te veía ¿cómo te va?
- Bien, todo lo bien que puede ir algo en este momento- le sonrió tristemente-pero no me puedo quejar. De ti ya lo sé todo.
-¿Todo?
- Si mi hermano Ron me ha tenido informado. Me dijo que volvías a Hogwarts, y como no que volviste a poner a Severus contra las cuerdas. – le comentaba Bill mientras se dirigían al despacho de Marina-Cuando me contó que eras la nueva profesora de pociones, pensé que estaba equivocado, la alumna más odiada de Snape se convierte en su sucesora.
- No todo es lo que parece.
- Vamos Marina¿lo dices por vuestra relación del último año?- le pegunto Bill mientras se quitaba su capa- No me digas que iba en serio, estuvisteis juntos 10 meses, había apuestas en el colegio, decían que cuanto aguantaríais y creo que hasta ganó un alumno de Rawenclaw se llevó un buen número de galeones.
- Ya sé que os divertías a mi cuenta- le respondió fríamente Marina.
No es eso, pero la gente decía que Snape había ganado. Marina, Snape era un cretino que te había humillado públicamente durante 6 largos años – le recordó Bill- y de repente te besa públicamente. Todos creían que era su última venganza, el jefe de las serpientes se beneficiaba a la prefecta de Gryffindor, nieta del león más poderoso del mundo mágico. Dime que no parecía un golpe de efecto. A lo demás las serpientes contaban como sus padres se reían de lo vuestro, se reían de ti. Y después desapareciste y …
- Era mi vida, Bill y no tenía derecho a meteros así en ella-le respondió una Marina llorosa.
Lo siento no quería que nos volviéramos a encontrar así, pero…
- Déjalo no pasa nada. Pero háblame de ti, de tu vida.
Se sentaron cómodamente en el sofá al lado de la chimenea, Bill empezó a relatarle su vida desde que salió de Hogwarts, sus experiencias con dragones en Rumanía, y lo mucho que le gustaba su trabajo. Marina también le contó parte de su vida, sus largas estancias en España, y sus largos viajes por Europa.
- Así que nunca has estado en Rumanía.
- No, no me ha coincidido ningún viaje hasta allí, aunque ahora parece que todo nos mueve hacía ese país.-le respondió Marina.
Si a eso quería llegar, pertenezco a la Orden como tú- le explicó Bill- Albus me ha mantenido al corriente de parte de tus investigaciones y … me ha hablado de Harry y ese símbolo.
- Estamos en ello, pero parece complicado- le interrumpió Marina- es como si todo se lo hubiera tragado la tierra. ¿Podrías ayudarnos? Tú en Rumanía puedes enterarte de cosas.
- No, Rumanía no funciona así. Si preguntas no recibes nada, si escuchas te puedes enterar de muchas cosas. Rumanía es una tierra preciosa y misteriosa. Siempre puedes encontrar un borracho con ganas de hablar o una anciana, pero ¿Dónde acaba la realidad y empieza el mito? – le comentaba un serio Bill.
No puedes saber lo que es verdad.
- No, trasgiversan las cosas, y eres consciente de que parte de la realidad se ha perdido en una historia y se ha convertido en leyenda, en mito, pero hay algo- se interrumpió Bill mientras pensaba-hay algo que quería contarte.
- Tú me dirás.- le incitó a hablar Marina.
- Hace dos años, aproximadamente un compañero mío y yo nos desplazábamos por tierras rumana al sur del Danubio, íbamos hacía Valaquia. Teníamos que revisar las crías de un Longhorn rumano que iban a nacer en cautividad por primera vez. – comentaba tranquilamente Bill- De repente vimos a lo lejos una hembra embarazada de Vipertooth peruano, nos sorprendió mucho encontrarla en esta zona de Rumanía, y decidimos seguirla para ver si era un caso aislado o había una manada o algo. Abandonamos el camino principal y subimos una pequeña montaña que se oponía entre nosotros y nuestro objetivo. Al llegar a la cima, nos encontramos con un pueblo, un pequeño pueblo entre montañas.
-Pero eso no tiene nada de novedad-interrumpió Marina.
- Si, porque ese pueblo no aparecía en los mapas, en ninguno de los que teníamos de la zona, es más la cordillera sí aparecía pero como zona inhabitable. – continuó Bill interesando ávidamente a Marina-es pueblo no estaba. Era pequeño, una gran mansión en la cima, y unas pequeñas casas alrededor. Observamos como la hembra se deslizaba en el patio interior de la gran mansión, y nos dirigimos hacía ella. El ambiente en el pueblo era raro, era como si la muerte se hubiera instalado entre sus piedras. Había algo oscuro y misterioso en todo lo que nos rodeaba. Tanto mi compañero como yo fuimos conscientes de todo esto y decidimos acabar cuando antes. Avanzamos rápidamente hacía la gran mansión, sin reparar en nada. La puerta estaba cerrada-se interrumpió Bill para beber un sorbo de agua-pero dos serpientes nos observaban desde la misma, nunca olvidaré la fijeza y vivacidad de aquellos ojos, fue como sumergirse en el mar. Mi compañero se disponía a abrir la puerta cuando una voz nos sobresaltó.
- Vaya así que el pueblo no estaba deshabitado- comentó Marina.
No, era un hombre de mediana edad pero con un aspecto tan misterioso como el de la atmósfera que nos rodeaba. Nos preguntó que hacíamos allí, y como habíamos encontrado el pueblo. Le contamos nuestra historia de la hembra de dragón, y tras mirarnos fijamente durante un rato nos dijo que era mejor que no intentáramos entrar en esa casa. Nos instó a acompañarlo a su casa, la noche estaba cayendo y aún teníamos que buscar un sitio donde pasar la noche. Nos llevó a su casa donde su mujer y su hijo preparaban la cena. Nos dijo que en el pueblo no había mucha más gente, solo dos familias más y que vivían de lo que les daba la tierra. Que no estaban acostumbrados ni a viajar ni a recibir visitantes. Tras la cena nos sentamos cerca del fuego dispuestos a pasar allí la noche, Greorg, que así se llamaba nuestro anfitrión, se sentó con nosotros y empezó a hablar.
- Menos mal, pensé que nunca llegarías a esa parte.
- Nos habló del pueblo, de lo solos que estaban y sobre todo de la maldición que pesaba sobre ellos. La familia que poseía el pueblo, fue sanguinaría y cruel, hizo cosas horribles, y… los habitantes de otros pueblos decidieron maldecidlos, abandonaron Rumanía, huyendo de la maldición, pero hay quien dice que esta les siguió hasta la tumba. Doy fe tras haber estado en el pueblo que allí hay algo maldito.
-¿Recuerdas el nombre de la familia?-le preguntó Marina-¿crees que podía ser la familia Ravonakov?
- No recuerdo el nombre, ni me suena. He pasado tanto tiempo en Rumanía que todo lo que suena a rumano para mí es familiar.-le respondió tristemente Bill.
-Entonces no hay forma de saber si es la familia que buscamos.
- Hay una cosa, cuando el señor nos arrastró a su casa, volví la vista atrás por un momento-le explicó Bill-volví a mirar la verja de la gran mansión, las serpientes ya no estaban vigilantes, sino que se habían enroscado entre ellas formando la bola del mundo.
- Eso es interesante, muy interesante- le dijo Marina- ¿viste algo escrito?
- No de eso estoy seguro, no había nada escrito.
-Ya, nuestra familia tiene ese símbolo pero con una inscripción: "Tempus fugit est".-le explicó Marina.
- Si Albus lo mencionó.
- Es curioso que coincida el símbolo y parte de la historia.-pensaba en alto Marina-y si es nuestra familia porque añadió ese lema al escudo y porqué en latín si eran rumanos.
- Que lo hayan puesto en latín no es raro- le explicaba Bill-el rumano es una lengua románica con fuertes raíces latinas, y son muchos los que conocen el latín en Rumanía y en sus tiempos era un signo de cultura.
- ¿Pero porque la añadieron? El tiempo se acaba o pasa, pero el tiempo de que, o para que- seguía preguntándose Marina.
- Eso no te lo puedo contestar.
-De todos modos gracias- le dijo Marina- ¿te quedarás por aquí?
- Un par de días después vuelvo a Rumanía.
- Me parece bien pero antes tenemos que hacer una escapada a Hogsmeade, Mdm. Rosmerta se alegrará de vernos.
-Eso está hecho-le respondió un sonriente Bill.
- Buenas noches
-Buenas noches.
Marina se sentó en su ventana de nuevo, siempre estuviera donde estuviera, siempre tenía una ventana donde sentarse y pensar. Había algo en la historia de Bill que le hacía creer que eran la misma familia, algo le decía que estaban en la pista correcta, pero entonces ¿qué significaba la frase¿porqué la añadieron al emigrar de Rumanía?. Todavía quedaban muchas preguntas por resolver y Marina sabía que aquella noche no era buen momento. Se fijó casi mecánicamente en una sombra oscura que se deslizaba hacía el bosque oscuro, y sonrió tristemente observando de nuevo como sólo Severus era capaz de hacer la ronda nocturna en esa zona, o vivía sin miedo o lo disimulaba muy bien. Se desnudó lentamente y se deslizó bajo las mantas.
La mañana la despertó cálidamente en su lecho, hacía noches que no dormía así, tenía que reconocerlo, los nervios por Harry, y la preocupación por arreglar algunos de sus problemas la mantenían desvelada demasiado tiempo. Se vistió cómodamente, al fin y al cabo hoy era sábado y no tenía que trabajar, aunque tenía que asistir al crucial partido de Quiddicht. Desayunó en el gran comedor y se desplazó hasta los aledaños del campo donde ya se arremolinaban los seguidores de las distintas casas. Sonrió abiertamente al ver los colores de Rawenclaw llenar tres cuartas partes del campo, siempre se preguntó como hacían los Slytherins para ganarse el odio de todo el mundo.
Subió las gradas buscando con la vista un sitio lo suficientemente discreto para pasar una mañana desapercibida. De repente una mano la agarró por detrás.
Buenos días Marina!- la saludó su abuelo besándola tiernamente en la mejilla- veo que buscas sitio.
- Buenos días abuelo- le sonrió forzadamente Marina mientras intentaba zafarse de su abrazo.
Pero esto fue imposible, y se vio irremediablemente arrastrada hacía la parte delantera de las gradas donde los jefes de las cuatro casa sonreían abiertamente unos con otros haciendo sus pronósticos. Albus y Marina se sentaron en medio de ellos, saludando cordialmente al profesorado presente.
Tengo entendido que el joven Malfoy no jugará este partido- preguntó sutilmente Albus a Snape.
Severus giró entonces su vista hacía Albus.
No sé nada de ello- bufó por lo bajo.
Es asunto mío abuelo- intervino Marina.
Al momento todos los rostros se giraron hacía ella interrogantes. Severus no intentaba ocultar su ira en ese momento y Marina se preguntaba si Malfoy sería la única causa de su desdén.
- El Sr. Malfoy está castigado en este partido, como también lo estará el Sr. Potter en el próximo que juegue su casa- aclaró tranquilamente Marina.
Ah! Entiendo- murmuró Albus- que comienza el partido.
Marina sopló por lo bajo, esperaba que su abuelo y Severus entendieran, pero no estaba tan segura. Centró su vista en el terreno de juego pero sin ser consciente de lo que sucedía en este realmente. Era consciente que era observada por su abuelo, y Severus clavaba de vez en cuando sus insondables ojos negros en ella. Deseaba fervientemente que este paripé acabara pronto y pudiera relajarse. Observó a lo lejos, perdido entre la muchedumbre de Gryffindor a Hagrid que animaba fervientemente a Rawenclaw, al lado Bill la miraba fijamente mientras le sonreía, haciéndole gestos con la mano para que no olvidará que esa noche se iban a hartar de beber cerveza en Hogsmeade. Severus llevaba un rato mirando a Marina, observando todos y cada uno de sus movimientos, todos y cada uno de los sentimientos que traslucían sus rostro. Observó como perdía su mirada en las gradas de Gryffindor, y como una sonrisa asomaba a su rostro. Como adoraba verla sonreír, como deseaba ser el receptor de sus sonrisas. Airado por un ataque de celos, buscó el objeto de su sonrisa, y se encontró a un jovial pelirrojo que la saludaba alegremente desde las gradas. Maldijo por lo bajo su incapacidad para controlar sus sentimientos con esa mujer, alegrándose internamente de que Bill se fuera en dos días.
Vaya habéis ganado, enhorabuena Severus- le sonrió cínicamente Albus mientras lo devolvía la mundo real con sus palabras.
Ah! Si gracias- le respondió abruptamente Severus.
Veo que estabas un poco abstraído- le indicó sutilmente Albus- no deberías buscar fantasmas donde no los hay.
Se levantaron de las gradas y se dirigieron al colegio. Severus giró hacía los vestuarios, como jefe de la casa Slytherin tenía la obligación de felicitar expresamente a sus jugadores por el buen partido realizado, aunque él se hubiera enterado de poco. Saludó fríamente a cada uno de ellos, y les recordó sutilmente que el puesto de cazador correspondía a Draco. No creía que fueran a cambiarlo, pero insinuarles que el Sr. Malfoy poseía su apoyo era una buena forma de evitar que lo hicieran.
Salió poco después de los vestuarios, todavía cabreado consigo mismo y con sus propios sentimientos, y con Albus, si con Albus también por saber leer en él de la manera en que lo hacía. Se dirigía rápidamente a sus aposentos, pensando mentalmente alguna disculpa para saltarse la cena de hoy, no tenía ganas de verla en el Gran Comedor. Se acercaba al castillo cuando lo vio, un carruaje en la puerta. En ese momento las grandes puertas del castillo se abrieron dando paso a una bellísima Marina que salía acompañada de Bill. Ambos subieron al carruaje riendo abiertamente. Severus esperó pacientemente a que este se perdiera poco a poco por el camino que llevaba a Hogsmeade, preguntándose como a pesar de todo todavía amara de esa manera a esa mujer.
