Primero pedir disculpas por la tardanza pero he estado de vacaciones y me ha sido imposible actualizar antes. Y después lo de siempre, estos personajes no son mios, pertenecen a J.K. Rowling y la Warner y todo eso, no gano nada con esto y solo lo hago para divertirme.
Marina reía abiertamente ante los comentarios de Madame Rosmerta, que habilidad tenía esta mujer para recordar todas las payasadas que había hecho en sus años más locos. Bill mantenía la vista fija en su jarra de cerveza de mantequilla, sabía que si le daba la oportunidad se convertiría inmediatamente en el objeto de las burlas de la mesonera. Habían reservado un apartado, cenaron plácidamente recordando los buenos momentos pasados en Hogwarts y poco después de los postres Rosmerta se había unido a ellos…Bebían cerveza abundantemente y Marina sabía que aquella noche no volvería a dormir a Hogwarts, estaba demasiado cansada, era demasiado tarde…
La chimenea rugió detrás de ella, las llamas incrementaron su intensidad mostrando en medio la cabeza de un preocupado director.
- Marina ¿estás ahì?- preguntó Albus.
Marina abrió los ojos pesadamente, se había quedado dormida sobre el sillón del reservado a altas horas de la mañana y alguien la había trasladado a una habitación. Tenía una resaca de cuidado, pero necesitaba esa noche. La guerra, Severus y el colegio estaban acabando con ella. Enfocó lentamente su mirada en la chimenea mientras agarraba fuertemente su cabeza que le pesaba espantosamente esa mañana.
- ¿Abuelo¿eres tú?- preguntó extrañada- ¿qué sucede?
- Harry tuvo una pesadilla-le explicó brevemente su abuelo- te necesitamos, no tardes.
Marina tardó unos segundo en reaccionar y en darse de cuenta que la imagen de su abuelo había desparecido de la chimenea. Se levantó a duras penas de la cama y se dirigió a la ducha, de cualquier modo una ducha fría no le haría mal. Salió poco después, más despejada pero con un abrumante dolor de cabeza. Buscó en una de sus bolsas sus famosas cápsulas para la resaca, ingirió dos rápidamente con un vaso de agua y tras escribir una breve nota a Bill para justificar su ausencia abandonó Hogsmeade siendo consciente a cada paso de que algo se estaba fraguando para que su abuelo la interrumpiera así.
Llegó a Hogwarts poco después de las nueve de la mañana, había dormido unas escasas tres horas. Flich le indicó que la esperaban en el despacho del director y apuró sus pasos mientras subía las grandes escaleras. Abrió directamente la puerta y se paró en seco al encontrar sentados sobre una gran mesa a Severus, Minerva, Harry, Ron, Hermione, Ginny y al mismísimo Draco Malfoy. Pestañeó en la puerta pensando que su vista le estaba jugando una mala pasada y se dirigió tan rápido como su cuerpo se lo permitía a una silla.
-Veo que nuestra profesora de pociones no está en su mejor momento- comentó sarcásticamente el profesor Snape.
- Severus, deja tu ironía para otro momento- bufó Marina.
-Bien, no discutamos, creo que todos queremos saber que pasó anoche.
.- Si Harry- intervino Marina- llevabas meses sin soñar con Voldemort¿qué pasó anoche?
- No cerré mi mente-contestó escuetamente Harry.
- Típico de estos Gryffindors- intervino entonces Severus- todos preocupándonos de ellos y ellos olvidando lo básico.
- La culpa fue mía- defendió Ron a Harry.
-Y mía- intervino Draco.
- Y nuestra- contestaron al unísono las chicas.
- Ahora sí que estoy perdida- susurró Marina.
- Anoche no podía dormir, y decidí ir a dar un paseo a la torre de astronomía – comenzó Potter.
- Vaya eso puede suponer puntos menos para Gryffindor- lo interrumpió el profesor Snape.
- Severus dejemos eso por un momento – intervino Albus conciliador- dejemos que Harry nos cuente lo que pasó.
- Cuando volvía a mi sala común, oí a lo lejos a alguien que corría- continuó Harry mientras miraba fijamente a Marina seguro de que esta lo entendería- me oculté tras una de las estatuas del pasillo y observé a Draco corriendo precipitadamente por los pasillos. Pensé que estaba huyendo de alguna de sus trastadas y decidí salirle al paso, solo entonces fui consciente de los golpes que mostraba su rostro y de cómo uno de sus brazos caía inerte hacía abajo.
- Yo venía huyendo de algunos de mis compañeros- continuó Draco- según ellos contesté erróneamente a algunas de sus preguntas y querían hacerme entender que no estaba bien mentirles.
- No sabía que hacer, y no lo pensé así que lo introduje en mi sala común.
- Eso va contra las normas- intervino la profesora McGonagall- nadie puede entrar en la sala común de otra casa.
- Minerva…. – la cortó sútilmente Albus.
- Allí estaban Hermione y Ginny, intenté resumirles básicamente lo que pasaba – explicó nerviosamente Harry- y creímos que lo más conveniente era que Draco durmiera en nuestra sala común.
- Permítame que le corrija Sr. Potter pero lo más conveniente era avisar a un profesor- le atajó bruscamente Severus.
-Pero yo no se lo permití- intervino un silencioso Draco- Marina no estaba en el colegio y no podía hablar con nadie.
Marina estaba escuchando todo hasta ahora sin inmutarse, pero en ese momento notó como algo cambiaba, todos la observaban ahora con creciente interés. Albus fijó en ella sus insondables ojos azules mientras sonreía con su típica perspicacia escondida en ellos y Severus la taladraba con la mirada.
- Pero aún no observo la conexión- intentó continuar Marina.
- Draco se instaló en el sofá de la sala común. Habíamos decidido despertarnos temprano e irnos de allí poco después de romper el día. Buscaríamos un sitio donde estar hasta que tú volvieras- siguió relatando Harry.
- Pero algo falló¿no Potter?-le preguntó Marina con ironía.
- Si, Ron despertó, y bajó a la sala común para ver porque aún no había vuelto a la cama. No le hizo gracia lo que vió, se enfadó especialmente conmigo y se largó enfadado a su dormitorio cuando vio como Hermione y Ginny se ponían de mi parte.
Marina observaba a todos y cada uno de los chicos, los estaba creyendo por ahora, pero quería ver hasta que punto contaban toda la verdad. Hermione estaba muy nerviosa, se notaba que no era castigada con asiduidad, Harry y Draco formaban un bonito dúo se miraban de vez en cuando y cada uno intentaba corroborar la historia del otro con asentimientos de cabeza y miradas cómplices. Ginny no levantaba la cabeza de su regazo temerosa de mostrar públicamente los sentimientos que albergaba por Draco y Ron seguía molesto por la actitud de Harry, y a éste le costaría un poco romper la coraza que había instaurado a su alrededor.
- Mandé a las chicas a su dormitorio, y subí las escaleras que llevan al mío con la intención de hablar con Ron.
- Pero yo lo ignoré- la voz de Ron se hizo un hueco en la sala- no le hice caso cuando intentó explicarme la situación. Es difícil, Draco es una serpiente y desde hace seis años nuestro mayor enemigo… No es fácil asumir que algo ha cambiado, no puedo simplemente no puedo.
- Es normal tu reticencia Ron, yo pienso igual que tú que nadie cambia de la noche a la mañana, pero que tú hayas observado ahora el cambio no significa que ese cambio no haya sido gradual- le explicaba pacientemente Marina- Quizás se haya dado cuenta que estaba en el lado equivocado, quizás haya necesitado cometer errores para entender la magnitud de lo que realmente está sucediendo, y en una situación así ¿ no crees que todo el mundo merece una segunda oportunidad?
- Supongo que sí pero… es difícil – le respondió Ron.
- Claro que es difícil Ron pero es el tiempo el que te dirá si debes confiar en él o no, a veces Ron las máscaras no son más que una forma que tienen de ocultarse las personas más necesitadas para impedir que notes su necesidad- continuó Marina- Te voy a dar el mismo consejo que me dio mi abuela a mi poco antes de morir, me dijo que nunca me fiara de las apariencias que debajo de una gran farsa suele haber una gran persona. Busca en el corazón de cada uno lo que realmente le hace ser especial, y ama eso porque haciéndolo amarás a la persona que lo posea. Pero…. Harry ¿Por qué soñaste con Voldemort?
- Intenté hablar con Ron pero este no me escuchó, sabía que estaba enfadado conmigo y tenía miedo a perderlo- explicaba Harry abiertamente- Draco dormía en la sala común de mi casa, y pensaba ¿y si me he equivocado¿ y si ha hecho esto para colarse dentro? Además estaban Hermione y Ginny, me habían ayudado y si alguien se enteraba todos pagaríamos por ello. Así que me dormí pero no logré cerrar mi mente.
- Vale Harry- intervino entonces Albus- no es necesario que continúes, creo que nos hacemos cargo de la situación. Además todos vosotros os habéis saltado las normas de este colegio, algunos por cienmillonésima vez, pero como en los casos anteriores no estoy dispuesto a permitir tanta insubordinación. Al mediodía pasaréis por el despacho de vuestros respectivos jefes de casa y estos os impondrán el castigo que consideren adecuado. Sr. Malfoy se le han habilitado unas habitaciones en las mazmorras, conectadas con las del profesor Snape si tuviera algún problema sólo tiene que llamar a éste. Ahora todos menos el Sr. Potter pueden retirarse.
Albus esperó pacientemente a que todos los chicos abandonaran el despacho. Se giró lentamente en su silla y miró a Harry a los ojos, intentando averiguar aunque solo fuera por un momento los pensamientos de aquel jovencito.
-Bien Harry- comenzó Albus-¿qué has soñado?
Harry levantó entonces su vista del suelo, miró a Albus fijamente, sus ojos vagaron entonces por la sala observando de manera sutil a la profesora McGonagall y al profesor Snape. Necesitaba valor y este lo encontró en la mirada decidida y abierta de Marina.
- Tiene un gran contingente de hombres, familias enteras que le rinden pleitesía- murmuró Harry lentamente- No están por miedo, no lo adoran porque estén bajo la maldición imperius, están allí porque quieren, dispuestos a morir por su Señor si es necesario. Su entrega es incomiable. He sido capaz de notar su fuerza a través de mi sueño, son una masa unida, uniforme con un ideal común.
- Entiendo – susurró Albus mientras escondía su rostro entre sus manos.
- Lo siento señor, pero su ejército asusta, de verdad- continuó Harry.
- Y el nuestro también- intervino Marina- Mierda! Podemos ganar, nosotros también tenemos un ideal, queremos un mundo mágico libre, un mundo mágico abierto para todos. ¿Qué a lo mejor tenemos mucho que perder? Sí, pero también tenemos mucho que ganar.
- Nosotros también estamos dispuestos a morir Harry por nuestro ideal- la interrumpió Severus- para los que ya vivimos una guerra es mejor morir luchando que vivir sufriendo. Solo tenemos dos opciones Ganar o Ganar.
El silencio se extendió entonces en el despacho del director, Severus se había sincerado, y lo había hecho públicamente. Se había declarado miembro de un bando, y lo había llamado Harry. Si porque eso último era lo que todavía sonaba en la cabeza de aquel jovencito de ojos esmeralda.
- ¿Tenemos posibilidades de ganar?- preguntó tímidamente Harry.
- Tantas como usted Sr. Potter crea que tengamos- le respondió el profesor de DCAO.
Harry miró entonces a Marina, necesitaba una respuesta clara, precisa.
- Es complicado, pero el amor siempre fue más fuerte que el odio.
Harry le sonrió entonces, por primera vez en días su sonrisa fue abierta y cordial, aquella gente le estaba dando una esperanza, el amor, aunque solo fuera por la gente a la que se ama, merece la pena luchar. Se levantó de su asiento y besó tiernamente a Marina en la mejilla mientras le susurraba un sincero gracias. Se despidió del resto del profesorado y abandonó el despacho del director con fuerzas renovadas.
- Bien, yo no tengo nada más que decir, pondré a la orden sobre la pista de las familias por si podemos averiguar algo más, aunque tengo un presentimiento. – comentó Albus- Marina, ponte en contacto con Karl, para saber si ha desaparecido alguna familia en España. Severus interroga a Draco quiero saber que es lo que no le quiso decir a sus compañeros. Y Minerva, usted y yo nos vamos a dedicar a preparar el baile del día de los enamorados. Profesores…
Minerva sonrío tímidamente mientras un leve rubor cubría sus mejillas, Severus y Marina abandonaron entre risas el despacho de Albus.
- Espero profesora que su resaca ya esté mejor- ironizó el profesor Snape.
- Gracias profesor, tanta preocupación por su parte me abruma, creo que no ser merecedora de la misma.- le contestó Marina en el mismo tono frío y sarcástico.- Si me disculpa.
Marina torció bruscamente por el pasillo del segundo piso rumbo a sus habitaciones, tenía ganas de descansar y lo que menos le apetecía ahora era ponerse en contacto con Karl. Se tiró sobre la cama y mientras los ojos se le cerraban pensó que aquella tarde sería un buen momento para llamar a España.
Marina despertó varias horas después todavía acunada por el sopor y cansancio de la noche anterior. Miró a través de la ventana donde ya la luna hacía su aparición majestuosa como gran reina del cielo nocturno. Se había saltado la comida y la cena, pero su estomago no estaba para alegrías después de la resaca de la noche anterior. Se despejó en el baño, el agua fría siempre tenía un efecto maravilloso sobre su cuerpo tenso y cansado. Se vistió casualmente, unos vaqueros, camiseta y jersey, no llevaba capa, al fin y al cabo solo iba a su despacho a hablar con Karl. Por su cabeza pasó la idea de hacerlo directamente desde su dormitorio, pero la desechó al momento. Karl tenía la mala costumbre de tragiversar las cosas, si la ve la víspera de San Valentín, llamándolo desde su habitación podía pensar lo que no era, y ella no tenía ganas de tener que lidiar otro vez con lo mismo.
Vertió un puñado de polvos en la chimenea mientras susurraba, Karl, España. Poco después su cabeza se materializó en la acogedora salita de la casa de Karl. Marina recorrió la sala de un vistazo, recordando,como adoraba ese sofá, la calidez de la alfombra cuando ambos se tumbaban en ella después de un largo día. Recordaba la mano de Karl jugando con su pelo mientras le contaba lo maravilloso que sería todo, lo que harían en su próximo viaje por Europa… Marina recordó entonces el viaje por Escocia, aún tenía eso pendiente.
- Por eso te quiero como te quiero, porqué siempre eres capaz de sorprenderme- la voz de Karl sacó a Marina de su ensoñación.
- Karl¿qué tal?- le preguntó Marina intentando ganar tiempo para poner en orden sus ideas.
- Yo bien, tú por lo que veo con no muy buena cara- dijo Karl mientras se sentaba en un sofá delante de la chimenea- ¿todo bien Marina?
- Todo perfecto Karl, es sólo que la noche anterior fue demasiado larga.
- Veo que te lo pasas bien.
- Un viejo amigo – le respondió Marina restándole importancia.
.- Yo también soy un viejo amigo, así que cuando quieras- mencionó de pasada Karl dejando implícita una invitación.
- Karl estoy cansada y tengo trabajo- le cortó Marina abiertamente- Necesito que investigues en España¿recuerdas todas la familias que miramos cuando estuviste aquí? Necesito que las busques, que me digas si han desaparecido, ellas o alguno de sus miembros, que me digas si se ven entre ellas, si van a los mismos clubes… etc. Necesito información.
- Bueno por lo menos encontraste un modo de que te fuera útil- le espetó Karl- pero no te preocupes, me enteraré. Dame un poco de tiempo, ya te aviso cuando tenga algo.
- Karl esto es más importante que nuestro romance-le dijo Marina- es una guerra.
- Lo sé no te preocupes, hasta ahora siempre he cumplido con mis obligaciones.
- Karl…. El viaje por Escocia… yo…
- Ya mujer, ya sé que no vas a ir conmigo, que apuro ¿no? A ver como se lo explicas a tu viejo amigo celoso – le murmuró entre risas.
- No es lo que tú crees…
- Déjalo no tienes porque excusarte conmigo, te encaprichaste con Snape y por mucho que haya pasado el tiempo sigue siendo un caramelo para ti. El viaje fue un regalo para ti, disfrútalo, aunque sólo sea por la amistad que nos une. Si sirve de algo esa escapadita.
- Karl, yo no me encapriché te Snape, yo me enamoré de él- le espetó Marina airadamente- el hecho de que no haya podido seguir contigo es duro para ti, pero también para mi. Si te sirve de consuelo estoy más sola que la una, es más Severus ni me habla, así que en el fondo no estoy mejor que tú. Ya te pedí perdón en su momento, lo siento.
- Ya lo sé es sólo que hoy es la víspera del día de los enamorados y pensaba pasarlo contigo, de repente apareces en mi chimenea y por un momento pensé …déjalo. Ya te aviso cuando tenga algo, ah! Y un consejo lucha por él te lo mereces.
- Gracias Karl hasta pronto.
- Hasta pronto.
Marina se giró lentamente, tenía los ojos llenos de lágrimas y en su mano arrugaba fuertemente los billetes de su viaje por Escocia. Pensó por un momento que ese 13 de febrero debería ser borrado del calendario. Se iba a ir a la cama, no podía aguantar nada más ese día. Un ruido en la puerta la cabreó fervientemente.
- ¿Y ahora qué¿Es que en este castillo no se puede tener un día en paz?- le espetó Marina a la puerta mientras la abría bruscamente.
Del otro lado el normalmente adusto profesor de DCAO la miraba entre gracioso y asustado.
- Veo profesora que hoy no es un buen día.
- ¿lo ves Severus? Oh! Dios mío la profesora Sinistra te va a tener que contratar para sus clases, tu ojo interior en infalible.-le respondió Marina.- ¿y qué vienes a tomarme el pelo¿a humillarme más?-. le espetó Marina luchando contra sus ganas de llorar.
- ¿Qué te pasa?- la voz de Severus sonó entonces endiabladamente preocupada.
- Nada, venias a….
Marina no tenía ganas de llorar en el hombro de Severus, o sí pero no quería que la viera así. Severus se tensó de nuevo ante las palabras de Marina.
- He hablado con Draco me ha puesto al corriente de vuestra relación- le espetó Severus.
-¿qué relación?-preguntó Marina sorprendida.
- Él te contó sus problemas, el hecho de que alumnos de Hogwarts le pegaban, acudió a ti en más de una ocasión para que le ayudaras con sus heridas.
- Soy la profesora de Pociones eso no es tan raro- intentó defenderse Marina.
- Y yo su padrino. Siempre ha confiado en mí y ahora- la increpó un Severus fuera de sí.
- Tenía sus motivos, él creía que confiándotelo te ponía en una situación complicada, que podías tener problemas y no se lo perdonaría- lo intentó calmar Marina.
- Es mi vida y yo decido cuales son las situaciones complicadas y cuales no.
- Perfecto pero Draco no quería vivir con esa culpa- le espetó Marina ya muy cabreada- tu situación en el círculo de Voldemort no es muy aceptable ya. Hay quien dice que nadie confía ya en ti, espía de la luz, ese es tu nombre.
-¿Cómo sabes eso?- le preguntó Severus agarrándola fuertemente con los brazos.
- Porque lo sé. Como lo saben muchos otros. Draco también lo sabía por eso no quería ponerte más en contra de ellos.
- No tiene porque preocuparse por mí. – le susurró a Marina sin soltarla.
- Él te quiere y por lo tanto se va a preocupar por ti. Es normal. Mi abuelo se preocupa por ti, Minerva enferma cada vez que desapareces en una de tus misiones, incluso juraría que algunos Gryffindors tienen miedo que no vuelvas.
- Y tú ¿te preocupas por mí?-le preguntó Severus mirándola fijamente a los ojos.
Marina se perdió entonces en la intensidad de su mirada, leyó los sentimientos encontrados que ese hombre poseía y supo que la necesitaba como ella lo necesitaba a él, pero también supo que era ella quien debía dar el primer paso, era ella quien debía volver a trazar un camino en su relación.
- ¿Porqué crees que estoy aquí? Porque te amo Severus, te amo más de lo que estoy dispuesta a reconocer y cada segundo que expones tu vida te estás llevando un pedazo de la mía.
- ¿Volviste por mí¿No hay nada entre Karl y tú?- continuó Severus.
- No hay nada ni entre Karl y yo, ni entre yo y nadie. Tú eres el único Severus…- siguió Marina- sé que no debí hacer lo que hice, sé que me equivoqué muchas veces pero… ¿quién no ha hecho locuras por amor alguna vez? Hace siete años me echaste de tu vida, y de la mía. Intenté reconstruirla sin ti, vivir creyendo que tu decisión había sido buena. Te odié por dejarme y sobre todo me odié por amarte como te amaba.
- Marina yo…- intentó interrumpirla Severus.
- No Severus, ahora soy yo la que va hablar. Aquel día me soltaste un discurso formidable, donde el amor se mezclaba con el deber y la vida. Recuerdo cada palabra tuya, cada frase y hay noches que el dolor que me causaste todavía sangra como en aquel momento. – Marina continuaba sincerándose- Intenté entenderte, llegué a pensar incluso que había otra, pero no, tu sentido del deber era tan grande que hacía daño. Y después de la rabia y desesperación, volví a amarte como lo había hecho antes. Siento no haberte podido olvidar, pero te juro que lo he intentado. Pero no te preocupes por mí, tuve que volver a Hogwarts para entender que todo lo que viviera sin ti sería una cruel y triste mentira. Siento si te hice daño durante estos meses, siento haberte herido como lo hice, pero no te preocupes he aprendido de mis errores.
- Lo siento, la vida a mi lado es demasiado peligrosa- se disculpó Severus.
- Lo sé me lo explicaste hace años¿recuerdas? No te voy a pedir nada, sólo déjame vivir con la vida que yo elija. Y por favor deja de ser un héroe, aunque no sea por mí, hazlo por esa gente que te quiere.
Marina se giró entonces lentamente, dejando a Severus de pie en el medio de la sala. Arrojó los billetes arrugados sobre la mesa y posó sus manos a ambos lados de la chimenea, rogando para que Severus se fuera pronto y la dejara llorar en paz.
Severus se acercó a la mesa, y como un autómata desdobló los billetes, no necesitó mucho tiempo para saber quien le había hecho ese regalo, quien pensaba pasar con ella unos inolvidables días en la campiña escocesa. Pero ella había sido sincera, lo sabía, esta vez no mentía, estaba sola porque así lo había decidido. Los colocó ordenadamente sobre la mesa y abandonó la sala sin decir ni una palabra, simplemente porque no sabía que decir. Marina lo oyó salir por la puerta, el leve roce de su túnica contra el suelo, ese ligero siseo que hacía huir a los alumnos y estremecerse a ella. Con las lágrimas bañando su rostro fijó su vista en el enorme reloj de pared que adornaba su despacho, las doce, sonrió para sus adentros mientras se susurraba a sí misma.
- Feliz Día de los Enamorados!.
Gracias de corazón a todas las personas que con sus rewiews están elevando mi baja autoestima para continuar con la historia. Saludos
