Primero lo de siempre, los personajes no son mios no gano nada con ellos... Esta historia es anterior a Harry Potter y el principe mestizo.
Marina esperó pacientemente en los alrededores de la casa durante todo el día, quería saber todo lo que estaba pasando, y por algún motivo que no entendía no se fiaba de los informadores que había puesto su abuelo. Se ocultó en los bastos terrenos que rodeaban la casa, tan llenos de vegetación que era imposible creer lo inhóspito que era el lugar en el interior de la propia casa. Marina se asombró ante la visión de la casa, era un austero caserón, triste y sucio… pero había algo allí, algo que se escapaba a la compresión. De la casa emanaba un frío intenso, una sensación de dolor, como si al entrar allí pudieras perder los buenos recuerdos de tu vida. Marina tenía la impresión de estar rodeada de Dementores.

Se hundió un poco más en su capa, y se ocultó sin perder de vista la entrada principal de la mansión, donde dos serpientes descansaban tranquilamente. Su día pasó rápido, demasiado rápido para su gusto… se había perdido en sus propios pensamientos y había vuelto en sí con los pequeños ruidos de la naturaleza. Amaba a Severus, estaba segura, pero también sabía cual era el papel de ambos en la guerra… y además… sabía que tenía que decirselo pero aún no estaba preparada, aún no lo había asumido ella. Sus oscuros pensamiento hacían juego con la oscuridad que se cernía ahora sobre la casa… Por su cabeza volvió a pasar la idea de que se había equivocado, de que esa no era la casa, de que se habían dejado engañar por un crío como Malfoy. Intentó eliminar todos esos pensamientos de su mente, y de repente escuchó un ruido como de aparición… miró a ambos lados, pero no captó nada, otro ruido más, pero no fue capaz de ver nada… los ruidos se sucedían y Marina sabía que algo estaba pasando. Su mente trabajó rápido y sacando su varita susurró… "revelatus", y ante ella, se mostró una pequeña cúpula de protección… por eso los informadores no veían nada… Voldemort mandaba a sus hordas de mortifagos perfectamente camufladas.

Un ruido fuera de la cúpula le hizo girarse repentinamente, la Orden también había llegado. Marina intentó llegar hasta ellos, decirles que había mortifagos en los alrededores, pero ellos fueron más rápidos. Cuando Marina se quiso dar de cuenta la guerra ya había empezado. Los Hechizos salieron disparados de la cúpula, rompiendo la protección que esta le aseguraba a los mortifagos, pero el daño ya estaba hecho y algunos miembros de la Orden ya habían caído. Marina se acercó a su abuelo, le agarró suavemente el brazo, este bajó su vista hacía ella y le susurró "Suerte". Marina vio el miedo en los ojos de su abuelo, pero se dispuso a cumplir su misión.

Marina observó una vez más los rostros de sus compañeros, la lucha estaba siendo titánica… Los mortifagos bien preparados repelían uno a uno los hechizos de los miembros de la Orden y no dudaban en contraatacar con maldiciones prohibidas.

Marina repelió varios ataques antes de encontrar lo que buscaba, la puerta de la mansión. Su corazón se negaba a abandonar a sus compañeros, pero su mente, entrenada para ser inflexible en momentos como este la ayudó a seguir adelante, el frío la volvió a invadir de nuevo, y el miedo penetró en su corazón atrapándolo y ahogándolo. Marina miró fijamente la puerta y mostrando una decisión que no tenía empujó la puerta, esta cedió fácilmente, la sorpresa se reflejó entonces en el rostro de Marina, y como si de un rayo se tratara recordó: "Esta es la noche adecuada". Este pensamiento, la frenó durante un momento, sabía que todo podía ir mal sabía que podía morir aquella noche, pero era su destino.

Avanzó a través del patio sin mirar ni una sola vez atrás, y entró en la casa, buscó por todas las esquinas, salón, hall…. La casa tenía mucho polvo, pero todo estaba como si los que vivían allí acabaran de salir a comprar al pueblo. Marina miró las grandes y sobrias escaleras que llevaban a la planta superior, pero sabía que allí no estaba lo que buscaba. Una gran sala la recibió en su búsqueda en la planta baja, la sala de baile, tres grandes lámparas colgaban del techo, y Marina por un momento fue capaz de imaginarse la ostentación de los bailes que se celebrarían allí.

Su búsqueda la llevó a la cocina donde encontró la puerta, la abrió sin saber realmente lo que la esperaba al otro lado, a lo lejos aún podía escuchar el sonido de la batalla. Marina respiró fuertemente una vez más y se insufló un valor que no tenía, su determinación la guió en su descenso precipitado a través de unas oscuras escaleras de caracol. La humedad y el frío se iban intensificando según descendía hacía una creciente oscuridad.

"Lumus" susurró caminando cada vez más despacio, no quería llamar la atención pero si se rompía la crisma por esas escaleras su búsqueda habría sido en vano. Un olor a cerrado, podredumbre y moho se metía dentro de su nariz, a la vez que el ruido de la lucha en las plantas superiores se iba amortiguando con cada paso que ella descendía.

Las escaleras se interrumpieron bruscamente frente a una pequeña puerta de roble, ajada, y envejecida por el tiempo su única protección era un simple "alohomora". Marina pensó que todo estaba siendo demasiado fácil, o por lo menos para ella, no quería volver a recordar la lucha que se cernía en la parte superior. Entró en la habitación, rezando mentalmente para que no hubiera más hechizos de protección, sabía que no tenía tiempo. Iluminó la sala con su varita alzada sobre su cabeza, la sala estaba repleta de objetos extraños, viejos, antiguas camas de metal retorcidas y oxidadas, baúles abiertos y desvencijados, mobiliario roto y enmohecido. Marina reprimió una mueca de asco, y fijó su vista en cada uno de los objetos que había, tenía que estar allí, se animó mentalmente. Sus pasos inseguros la llevaron a la mitad de la sala, giraba en un sentido en otro, de repente sus ojos se fijaron en un gran baúl que descansaba en la esquina más apartada de la sala. Se dirigió hasta él, casi corriendo, conteniendo la respiración….

Limpió la gruesa mata de polvo que lo cubría y descubrió un ataúd, tan marchito como todo lo que rodeaba a esa casa… lo abrió lentamente, y estuvo a punto de vomitar cuando observó el rostro del ser que descansaba en su interior. Tenía que buscar el hechizo del despertar y después el de liberación, se repitió mentalmente mientras intentaba aguantar las nauseas. Sus manos temblaban mientras rebuscaba en el interior del ataúd, había medallones, mechones de pelo… todo los que sus antepasados entregaron para controlarlo, para condenarlo a un sueño largo, para liberar al mundo de esa maldición. Entonces los vio, en el fondo el ataúd había dos pergaminos, perfectamente enrollados, Marina los cogió, deseando que el paso del tiempo no hubiera sido con ellos tan destructor como con el resto de lo que allí había. Desdobló cuidadosamente ambos y su mente se fijó en el primero… era el de liberación, buscó el segundo, si allí estaba el pergamino que lo despertaría. Se maldijo mentalmente por no prestar más atención en las clases de latín en sus años de estudios superiores, pero nunca pensó que se volvería a encontrar este idioma. Por lo menos no lo hicieron en rumano pensó mientras una débil sonrisa asomaba a su rostro.

Marina empezó a leer lentamente las frases, su mano temblaba, y su voz normalmente firme estaba quebrada… estaba en la mitad, ya quedaba menos cuando una siseante voz sonó a sus espaldas.

-Gracias por haberme ahorrado el trabajo de comprobar si había hechizos protectores- dijo ahogando una risa mal disimulada- veo que es tan eficiente como dicen.

Marina no necesitaba girarse para saber que el mismísimo Lord Voldemort estaba detrás de ella, ahogó un sollozo, había estado tan cerca. Depositó lentamente los pergaminos sobre el ataúd y se giró lentamente. Miró directamente al Lord, sabía que no tenía nada más que perder, su vida había sido corta pero intensa, sus ojos miraron ahora a la mortifaga situada a la izquierda de Voldemort, Beatrix, la mujer que había sido capaz de matar a su propio primo, que había matado a Sirius.

-Vaya veo que mi querida Marina tiene algo pendiente con Beatrix.- dijo el Lord observando la mirada de odio que salió de Marina- Creo que Sirius y ella tenían una bonita relación, a lo mejor tu primo Beatrix rompió más corazones de los que suponemos.

Marina no se inmutó ante estas palabras, sabía que Severus estaba a la derecha del Lord, había reconocido su olor cuando entró en la sala, notaba sus insondables ojos negros puestos sobre ella. Que más da lo que el Lord pensara, Sirius estaba muerto y eso no lo iba a cambiar nadie.

-Expelliarmus- murmuró el Lord arrancando la varita de manos de Marina.- puedes divertirte con ella Beatrix.

Marina sintió el primer cruciatus atravesarla de arriba abajo, sintió como miles de agujas invisibles se le clavaban en cada trozo de su cuerpo y se mordió los labios para no chillar mientras grandes lágrimas surcaban sus mejillas. Sabía que la mortifaga disfrutaba viendo sufrir a cada uno de sus presas pero no quería darle ese placer, ese no…

-Severus, tráeme los pergaminos tenemos que acabar con esto antes de que el viejo se de de cuenta y baje- le indicó el Lord a Severus que permanecía impasible a su lado viendo como Marina era torturada.

Marina se giró en medio de sus cruciatus y con un dolor que parecía partirla en dos estiró su mano para coger los pergaminos de encima del ataúd, moriría o enloquecería pero dando guerra. Severus observó la reacción de Marina y maldijo en voz baja la testarudez de esta mujer. No quería enfrentarse a ella, no podía enfrentarse a ella, estaba llorando por dentro, y ni toda su capacidad en Oclumancia era capaz de controlar el dolor que sentía en este momento. Marina le mantenía la mirada… estaba encontrando fuerzas en esos ojos negros. Severus estaba demasiado cerca, su mano se dirigía a su varita, su dolor en sus ojos, Beatrix había parado por un momento, disfrutaba observando la reacción de Severus al enfrentar a una compañera.

De repente, un sonido se escuchó en las escaleras, el ruido de pasos apresurados que descendían, Marina perdió la vista en la puerta para observar con horror como Harry, Ron y Hermione se precipitaban dentro de la sala.

- Vaya, vaya, veo que el joven Potter ha decidido acompañarnos- dijo el Lord sonriendo complacido- me vas a ahorrar un trabajo, hoy me hago más poderoso y acabo contigo.

El Lord rompió en una risa estridente, fría y sarcástica…. Parecía como si la temperatura de la habitación hubiera descendido más grados en solo un momento. Marina perdió entonces la atención de los dos mortifagos que se situaron inmediatamente al lado de su señor, Marina dudó por un momento de la lealtad de Severus, pero no tenía tiempo si quería acabar con esto, no tenía varita y su cuerpo estaba entumecido por lo cruciatus, solo podía evitar que Voldemort se hiciera con más poder, solo podía rezar para que los chicos aguantaran hasta la llegada de la Orden o para que Severus…

La sangre manaba de sus heridas, fijó su vista en el pergamino y siguió su lectura lenta pero inquebrantable, su capa se seguía llenando de sangre… y su voz perdía fuerza a cada línea que leía. Su mente luchaba por no ceder a la lucha que tenía lugar detrás de ella.

- Bien Potter, bien… hoy se va a acabar todo- le sonrió el Lord acercándose lentamente al joven que luchaba por no demostrar el dolor que atravesaba su cicatriz en ese momento.

- Acabemos con esto de una vez Tom- le respondió Harry mostrando más valor del que realmente tenía.

- Es valiente el chico…- rió Voldemort- espero que tu nuevo profesor de Defensa te haya enseñado algo más que los anteriores- dijo mientras miraba disimuladamente a Snape- pero pensé que antes querías cobrarte una cuenta pendiente.

Harry miró entonces a Beatrix, que lo miraba con un creciente odio, luchó contra la necesidad de matarla allí mismo y se dijo que el tiempo la pondría en su sitio, ahora no podía fallar, tenía a Voldemort delante suya y no podía fallar. Hermione y Ron sacaron las varitas…. Harry no se amendentró, tenía que luchar, tenía que hacerlo. Repelió el primer ataque del Lord, y se dispuso a luchar como pocas veces lo había hecho. El Lord jugaba con él, le enviaba hechizos una y otra vez, solo para desestabilizarlo, solo para distraerlo.

Oyó a Hermione gritar ante un hechizo que venía del profesor Snape, Harry no era tan tonto como para no ver que intentaba desarmarla y atontarla pero no herirla. No se podía decir lo mismo de Beatrix que reía estrepitosamente ante la falta de habilidad del joven Weasly. Harry se obligó a no pensar en nada más que lo que tenía delante…pero eran sus amigos, ese era el pensamiento que corría por su mente, tenía que evitar caer en una trampa como la que el Lord le tendió la noche que Sirius murió.

Marina seguía incansable intentando liberar al VÂRCOLAC, lo había despertado y este aún aturdido por la multitud de años de sueño, permanecía tumbado en su ataúd, contemplando todo lo que le rodeaba con ferviente interés. Marina rezó para que no se moviera, para que permaneciera allí hasta que ella terminar el hechizo de liberación, no quería que el Lord fuera consciente de lo que estaba haciendo.

- Veo que has mejorado desde nuestro último encuentro Potter- la voz del Lord sonaba extrañamente serena.

- Igual también eres tú el que pierde facultades Riddle- le espetó Harry intentando imitar la voz fría y calmada del Lord.

- Tus amigos son tu punto débil¿verdad Harry?

Harry entendió las palabras del Lord, y sin saber porqué sus ojos se posaron en la esquina donde Ron luchaba con Beatrix, su amigo yacía en el suelo, con los ojos abiertos, y una expresión de terror en el rostro. El odio inundó a Harry, el grito ahogado de Hermione detrás de él le confirmaron la peor de las sospechas.

- Expelliarmus- oyó decir al Lord y sintió como su varita abandonaba su mano para ir a parar a las del Lord-. Vaya nuestro pequeños salvador ha cometido un error. Bien Potter pronto volverás a unirte a tu amigo, dale recuerdos de mi parte, ah! Y a tu padrino también.

Harry observó al Lord más que lo oyó murmurar la maldición, sabía cual sería su destino y se preparó para recibirlo, Marina oyó las últimas palabras del Lord, observó el cuerpo de Ron tendido en el suelo y la determinación en la cara de Harry, su trabajo había sido en vano. Se giró para ver una luz verde salir de la varita del Lord, unos pasos apuraban los últimos escalones, pero llegarían tarde, demasiado tarde…. Marina vio a Severus lanzarse hacia delante, intentando cubrir el cuerpo de Harry con el suyo propio, se giró de nuevo lentamente y conteniendo la lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos pronunció las últimas palabras: "Tempus fugit est", el engendro la miró una vez más y con algo parecido a una sonrisa despareció para siempre, su misión había sido cumplida, solo que demasiado tarde. Marina oyó un sonido amortiguado a sus espaldas y observó como el Lord desapareció dejando tras de sí a una asustada Beatrix, Albus apareció en el umbral de la puerta, con más miembros de la Orden, Marina clavó sus ojos en los de su abuelo y cerró los ojos, había llegado al límite de sus fuerzas, no podía más.


Gracias a todos los que seguis confiando en mi y mostrandome esta confianza a través de vuestros rewiews.

Gracias