Primero, lo de siempre, y creo que ya lo he escrito 20 veces, estos personajes no son míos pertenecen a Rowling, a la Warner y supongo que más gente. No gano nada con ellos y simplemente lo hago para divertirme.

Hoy quiero dedicarle este capítulo a dos personas con mucho cariño: Miss-Adreina-Snape y a amsp 14 que tengo que decir que me sorprende gratamente no solo que me lean capítulo a capítulo sino que en todos ellos encuentren un momento para mandarme un pequeño rewiew. GRACIAS!

Y como no extender mis agradecimientos a todas las personas que mandais rewiews también, es al apoyo de todos el que ayuda a seguir adelante. Muchas Gracias!


Marina abrió los ojos pesadamente, le costaba pensar con claridad, no sabía donde estaba. Le dolía la cabeza y sentía como si todo su cuerpo estuviera entumecido. Intentó moverse débilmente sobre la cama y se dio de cuenta de que estaba en la enfermería del colegio, como tantas otras veces cuando era niña. De repente y como si en su mente se hubiera abierto una ventana, los recuerdos volvieron, no sabía cuanto tiempo llevaba durmiendo pero lo que sí recordaba era aquella noche. Recordaba la voz de Voldemort y su risa cruel e insensible, el repugnante color del engendro que habían creado, la lucha y notando un dolor más allá de lo humanamente posible recordó el cuerpo de Severus rodeando el cuerpo de Harry cuando la maldición imperdonable salió de la varita de Voldemort.

Un grito desgarrador cortó entonces el silencio de la enfermería, Madame Pomfrey que estaba atendiendo a otro enfermo corrió a su lado mientras pedía a la profesora McGonagall que fuera a buscar al director. Marina había despertado.

Albus se sentaba al otro lado del su mesa en el despacho, delante de él tenía a tres jovencitos asustados y llorosos. Harry intentaba mantener la mirada del director de la escuela, Draco hundido en su sillón mantenía su vista fija en el suelo y Hermione ahogaba pequeños sollozos mientras arrugaba un trozo de la falda de su uniforme entre sus manos. Albus sabía que de algún modo era correcto que ellos hubieran ido a la mansión hace dos noches, pero todavía necesitaba respuestas.

- Esto no es una riña, sé y siento al igual que ustedes la pérdida que hemos tenido- el sollozo de Hermione se hizo más fuerte ahogando las palabras de Dumbeldore- Ron no hubiera querido verte así Hermione-dijo Albus evitando el trato formal en estos momentos.

- Lo sé Señor, pero no puedo evitarlo.- Hermione sollozaba quedamente ahora.

- Pero necesito saber que estabais haciendo en esa casa- les dijo el director mientras acercaba una taza de té a una temblorosa Hermione.

Los tres se miraron un momento, sabiendo que una vez más no podrían mentir al director, que debían contarle la verdad.

- Me acosté como todas las noches, pero mi mente no estaba cerrada.- empezó Harry- habíamos visto como se levantaban de la mesa del Gran Comedor, y pensamos que era el momento. – Harry estaba cada vez más nervioso.- No necesité demasiado tiempo para entrar en la mente del Lord, y lo ví, o mejor dicho fui capaz de ver lo que sus ojos veían, vi como observaba a Marina desde lejos, como se reía ante la visión de Marina descendiendo las escaleras. Sentí su ira y sobre todo su alegría. Supe que iría por ella y creí que era necesario salvarla.

- Harry, no….- empezó Albus.

- Ya sé que no debía, pero no quería que otra muerte pesara en mi cabeza, que ironía ahora pesa la muerte de mi mejor amigo. – siguió Harry sin poder contener una profunda mirada de dolor.- Ron me oyó levantarme y me siguió, Hermione estaba aún en la sala común. Los tres nos escondimos tras la capa de invisibilidad y patrullamos los pasillos hasta que logramos colarnos en la sala común de Slytherin. Allí solo tuvimos que buscar a Draco.

- Así que el Sr. Malfoy fue de ayuda supongo.- añadió Albus mirando ahora a Draco de manera inquisitva.

- Ellos llegaron a junto mía, Sr. Estaban nerviosos, y desesperados. Yo no me acordaba de mucho, pero sabía que en la casa en que nosotros pasábamos las vacaciones había una chimenea y que podíamos contactar con ella.- explicó Draco Malfoy en un susurro.

-El resto fue obra mía- interrumpió Hermione- logramos entrar en el despacho de la profesora McGonagall y usar su chimenea para llegar al pueblo, de allí hasta la casa solo tuvimos que correr y filtrarnos en medio de la lucha. El resto ya lo saben.

- Bien, bien- añadió Albus sin saber muy bien que más añadir- Pero por algún motivo que desconozco creo que hicieron lo correcto anoche y que debían estar allí. Sé que la pérdida del Sr. Weasly es irreparable pero …

La puerta se abrió en ese momento dejando entrar a una acalorada jefa de los leones.

- Albus ha despertado

Los cuatro se levantaron de golpe de sus asiento y corriendo se dirigieron a la enfermería.

Albus llegó corriendo a la enfermería, su nieta llevaba dos días enteros durmiendo, Poppy dijo que estaba agotada que necesitaba descansar pero en su mirada había algo más. Albus sabía que la enfermera le ocultaba algo, porque sino esa preocupación por alguien que según ella solo debía descansar. Albus llegó junto al lecho de su nieta, esta estaba enrollada sobre si misma, llorando desconsoladamente sobre la cama. Miró a todos los que estaban alrededor y estos desaparecieron de su vista, un biombo y un hechizo silenciador fue todo lo que necesitó para quedar a solas con su nieta.

- Marina- susurró Albus tan suavemente como pudo.

- Abuelo- contestó Marina girándose lentamente para pederse en su abrazo.- Abuelo, no puedo seguir adelante, no puedo no sin él. –comenzó Marina descargando todo el dolor que ahora le atenazaba en el pecho.- Lo siento, pero no puedo, lo vi morir abuelo, a él a Severus, mi Severus el padre de mi hijo.

Albus abrió los ojos sorprendido ante esta revelación, así que era eso lo que escondía la enfermera, se preguntó mentalmente si Severus lo sabría.

- Mi niña, mi dulce niña, la vista a veces nos juega malas pasadas.- le dijo su abuelo tiernamente mientras acariciaba su cabeza y depositaba suaves besos en su pelo. Severus siempre fue un hombre valiente y honesto, estaba dispuesto a morir y lo hubiera hecho si no fuera porque alguien se le adelantó.

Marina levantó su vista hacia su abuelo, no entendía lo que le estaba contando, ella había visto a Severus cubrir a Harry con su cuerpo, vio la luz verde salir de la varita de Voldemort, oyó el grito de Hermione… lo recordaba todo perfectamente.

- No, te falta algo en tu memoria. – le respondió Albus - En el último minuto Karl salió de su escondite, te había seguido pero estaba demasiado asustado para intervenir, solo al final fue consciente de lo que pasaba y fue su cuerpo el que atravesó la maldición no el de Severus.

Marina cerró los ojos de nuevo, alegrándose internamente de lo sucedido, pero odiándose por hacerlo porque a la vez se alegraba de la muerte de Karl.

- Marina­ – la llamó tiernamente su abuelo- hoy será el entierro de Karl y del joven Weasly y creo que tienes una conversación pendiente con alguien porque creo saber que él no sabe nada.

- No, todavía no se lo he dicho, no me hubiera dejado marchar. – le confirmó Marina- pero ¿Por qué no está aquí conmigo?

- Eso debes preguntárselo a él.- le contestó tristemente Albus mientras bajaba la vista.

Marina abrazó de nuevo a su abuelo, sabía que algo con Severus no iba bien y volvió a llorar de nuevo, ahora por muy mal que le fueran las cosas nunca tendría a Karl para ayudarla.

- Bajaré ahora.- le dijo a su abuelo mientras se separaba de él.

- Descansa si quieres, no creo que debas….- le contestó su abuelo.

- Quiero ir, quiero estar allí. -Le dijo ella interrumpiéndolo.

Marina salió de le enfermería llena de valor, pasara lo que pasara tenía que enfrentarlo. Tres personajes la esperaban a la salida de la misma. Draco se sentía inseguro como si no supiera la actitud de Marina ante él, Harry apesadumbrado, tenia la misma cara que tras la muerte de Sirius y todos sabían porque. Hermione lloraba quedamente y tan pronto como vio el rostro de Marina se refugió en los brazos de la misma, llorando desconsoladamente una muerte que aún no había llorado. Marina aguantó estoicamente sus ganas de llorar, ante ellos tenía que ser fuerte. Con una gran sonrisa fingida los consoló y se dejó acompañar hasta el Gran Comedor.

Cuando las puertas se abrieron Marina asimiló la magnitud de lo que había pasado, necesitaba ver los dos ataúdes para creer que todo lo que pasó aquella noche no era una pesadilla de la cual despertar unas horas después. Un sobrio ataúd blanco estaba situado en el lado izquierdo del comedor, donde los Weasly velaban el cadáver de su hijo. Marina se dirigió hacia allí, eran muchos los que se acercaban a dar sus condolencias. Molly lloraba desconsoladamente, ni la presencia de sus otros hijos, ni los intentos de su marido por calmarla daban resultados. Tan pronto como vio a Marina se dirigió hacia ella y abrazándola volvió a romper a llorar.

Marina se quedó fría, por un momento no sabía que decir, que consuelo podía haber para una madre que había perdido a su hijo.

- Molly, yo….- empezó Marina insegura- lo siento, no pude hacer nada, nada- continuó Marina llorando desconsoladamente ahora.

- Lo sé, no tienes la culpa, fue así porque debía serlo pero es tan doloroso… - le respondió Molly, conformándola con sus palabras.

El Sr. Weasly se acercó ahora a ambas mujeres, y tras recibir el pésame de Marina se llevó a su mujer para que pudiera descansar. Marina se acercó al ataúd, Ron parecía estar durmiendo. Recordaba a ese joven jovial y alegre, su rostro enfadado cuando Draco estaba cerca o la forma en que se le iluminaban los ojos cuando Hermione se cruzaba en su camino. Marina no podía creer que estuviera muerto, depositó una bella rosa blanca a sus pies y se giró lentamente para enfrentar lo peor.

El cadáver de Karl estaba solo, nadie lo velaba, no tenia a nadie, había vivido solo y ahora había muerto solo. Se imaginó a Karl buscándola en la lucha aquella noche, y siguiéndola para saber que estaba bien, por un momento Marina pensó en porque no le había dicho que estaba allí, podían haber hecho todo juntos, pero entonces el subconsciente de Marina le envió la respuesta, Harry estaría muerto y toda la esperanza del mundo mágico con él.

Marina miró una vez más el rostro de Karl, era tan bello como siempre, tan sereno, un bálsamo donde Marina encontraba la paz cuando la necesitaba. Marina besó con un profundo amor la rosa roja que llevaba en sus manos, una rosa como la que Karl le enviaba todos los 14 de febrero. Marina la depositó lentamente entre sus manos e inclinándose besó su rostro, sus ojos y sus labios, reprimiendo un escalofrío ante el frío que emanaba de ese cuerpo. Que contraste con el cuerpo cálido de Karl después de hacer el amor. Sabía que era observada, sentía muchos ojos puestos en ella, pero necesitaba despedirse de Karl, decirle que aunque no lo amara como él deseaba era amado, lo amaba de otro modo pero lo amaba.

Las manos de Minerva la agarraron firmemente y sin darle posibilidad de protestar siquiera la sacaron del gran comedor. Al llegar al hall Minerva la empujó hacia las grandes escaleras que la llevaban a las plantas superiores del castillo, pero Marina la frenó en seco… quería ir fuera, necesitaba respirar aire fresco, se sentía como si se estuviera ahogando.

Deshaciéndose del abrazo de la jefa de los leones, se dirigió al lago, a la gran piedra donde se sentaba cuando tenía problemas, a la gran piedra que la había visto llorar tantas veces. El llanto ahora menos desgarrador que en el comedor continuaba azotándola, era mucho el dolor al que Marina intentaba hacer frente en este momento. Todavía recordaba a Severus cubriendo el cuerpo de Harry, el dolor al despertar y pensar que el padre de su hijo estaba muerto, la charla con su abuelo y la alegría de saber que Severus continuaba vivo, el dolor al descubrir que era Karl quien había muerto, y sobre todo la sensación de verlo allí, en el gran ataúd, vestido con su túnica de gala. No había visto a Severus en las escasas dos horas que llevaba despierta y sabía que eso no era bueno, por algún motivo, todo esto estaba despertando sentimientos en Severus que se había permitido ocultar, los mismos sentimientos que lo llevaron a alejarla de él hacía 8 años.

- Tenía que haber sido yo…- la voz de Severus le llegó calmada y resuelta.

- Siempre tiene que ser alguien, más tarde o más temprano nos toca- le respondió Marina sin dejar de mirar la calma superficie del lago.

- Ahora empiezas a entenderlo¿verdad?. No eras consciente de lo que podía pasar, pero yo si lo sabía- Severus continuó de manera imperturbable- había visto lo suficiente como para saber lo que podía saber, Marina he vivido como tres vidas más que tú, he odiado, he amado…

- Déjalo Severus- lo interrumpió Marina.- Fuiste muy claro cuando me echaste de tu vida hace 8 años, te lo he dicho muchas veces, pero después del odio que sentí por ti en ese momento, te volví a amar con la misma intensidad que lo había hecho antes.

­- Marina te quería demasiado como para permitir que te pasara algo, no podría perdonármelo.- Le dijo Severus mientras la abrazaba tiernamente por detrás.- Dios Mío! Marina te amé tanto que te dejé marchar para que tuvieras otra oportunidad, no podía condenarte a una vida conmigo. Me convencí de que me olvidarías, siempre pensé que para ti no era nada más que un caramelo del que te aburrirías. Me convencí de que conocerías a alguien mejor, alguien que realmente te mereciera.

- Severus, tú me merecías entonces igual que me mereces ahora…- le interrumpió Marina mientras acariciaba tiernamente la mejilla de Severus.

- No, Marina, tú eres demasiado para mí, lo eras entonces y lo sigues siendo ahora. No mereces unir tu vida a la de un mortifago. –Severus se estaba sincerando de manera sorprendente para Marina- Pasé muchas noches pensando en ti, pensando en donde estarías con quien estarías y si todavía me recordaría, y cada día era un nuevo sufrimiento, un nuevo recordatorio de lo que mi anterior vida me había obligado a perder. Pero daba todo mi sufrimiento como bueno si conseguía que fueras feliz.

- Severus nunca fuiste un caramelo, fuiste algo real y tangible. Siempre lo fuiste desde que asumí que sentía por ti algo más que el odio que fingíamos.- Marina lloraba ahora quedamente- Me costó asumir que estaba enamorada del bastardo y cretino profesor de pociones, medio colegio de odiaba, y los leones te veíamos como el peor de los enemigos. Y allí estaba yo, la mujer humillada y maltratada por el profesor de pociones enamorada de este último. Sabes lo que me costó, sabes lo que sentía cuando me tratabas mal en clase, era doloroso, es doloroso pensar que el hombre al que amas te odia con todo tu corazón.

- Yo no te odiaba- le dijo Severus ahora visiblemente afectado- Yo te amaba, pero eras mi alumna y la nieta del director. Era complicado. Pensaba mantenerte tan lejos de mi como pudiera, pero te amaba demasiado, y claudiqué, verte allí en mi despacho, cumpliendo tus castigos, o descubrirte intentando saber que pasaba por mi mente, te vi preocupada por mi cuando no me encontraba bien. Te estabas metiendo en mi corazón a pasos agigantados, y tenías pensado luchar contra la enorme muralla que yo había creado a mi alrededor. Si hasta aprendiste oclumancia, que sorpresa el día que quise entrar en tu mente y la encontré perfectamente cerrada.

- Tenía que aprender, no podía permitir que mi profesor supiera el enorme amor que le tenía- le contestó Marina- y mi abuelo que supongo estaba al tanto de nuestros sentimientos me dio las clases básicas.

- Marina! Todo esto es una locura, yo debía haber muerto el otro día, no Karl. Y si no lo hice entonces, lo haré tarde o temprano, mi vida fue condenada a ello en el momento en que dejé que me pusieran la marca en mi brazo.- Severus continuaba tan imperturbable como al principio.

- Pero el muerto es Karl, y aunque lo lamento también doy gracias a Dios de que tú hayas sobrevivido. Y eso me hace sentir muy mal Severus. Necesito apoyo y lo único que encuentro es que el hombre al que creía mi pareja ha venido unas horas antes del entierro de uno de mis mejores amigos para dejarme de nuevo, como hizo 8 años antes.- le dijo Marina enfrentando la realidad por primera vez.

Severus no soportó entonces la mirada de Marina sobre sus ojos, esa mujer sabía leer en él de manera impresionante. Todos sus sentimientos quedaban expuestos ante ella.

- Fue tu pareja, te vi mirar el ataúd hace un momento- le respondió Severus ahora más agitado que el principio- Lo amabas, amabas a ese hombre, por eso yo debía estar muerto.

- Severus, claro que amaba a Karl, fue mi pareja durante 2 años, te lo conté en su momento- se defendió Marina- fue mi mejor apoyo, y me ayudó pero… siempre fue una relación a tres. Karl, yo y tú Severus, allí estabas tú siempre, en cada gesto de Karl, en cada beso, y mis recuerdos como mis sentimientos era algo que no podía cambiar. Aceptó vivir así conmigo, a pesar de todo. Y fue él quien me animó a volver a Hogwarts, Severus, amé a ese hombre pero nunca tanto como te amé y te amo a ti. Eres mi vida, te lo he intentado demostrar de mil modos distintos, pero no me crees o no quieres creerme.

- Marina yo…- intentó hablar Severus.

- No, Severus has venido aquí para dejarme, para decirme que me vaya, que no me mereces, que mi vida a tu lado va a ser una pesadilla¿verdad?- le espetó Marina cabreada- y a lo mejor tienes razón, no mereces que te volviera a buscar, no mereces que te diera otra oportunidad. Excusas soltarme el mismo sermón que hace ocho años, ya me lo sé, pero ten en cuenta una cosa, no pienso volver por ti una vez más.

- Marina es lo mejor…- la intentaba convencer Severus.

- No, no es lo mejor, pero no lo entenderías, volví, aguanté tus desplantes, tu odio, tus dudas… por favor, creía haber hecho méritos para que me amaras pero a lo mejor tiene razón quien dice que a los mortifagos os arrancan el corazón. –Marina estaba ahora dolida, airada-. Lo siento Severus, pero ahora soy yo quien se va, vive tu vida como quieras y con quien quieras

Marina comenzó a andar hacia el colegio, en pocas horas empezaría el funeral por Ron y Karl. No importaba que la vieran llorar todos pensarían que lo hacía por Karl, se enjuagó las lágrimas, un pensamiento pasó por su cabeza, decirle que estaba embarazada, pero conocía lo suficiente a Severus como para saber que se quedaría a su lado por ese niño, y eso no era lo que quería Marina. Necesitaba que la amara pero por lo que ella era… solo eso.

Marina regresó a las habitaciones y se preparó para el funeral, ahora si que parecería un alma en pena, pero que iba a hacer, la pérdida de Karl y la de Severus. Sonrío tristemente al pensar que Karl se estaría revolviendo ahora en su tumba, perder su vida para que Marina tuviera una oportunidad con Severus y este la rechazaba de buenas a primeras. El reloj de la gran torre sonó, quedaba solo un cuarto de hora para el funeral, quedaba solo un cuarto de hora para ver por última vez Karl.

Marina llegó al Gran Comedor como una autómata, y se sentó en las proximidades del ataúd de Karl. Miró una vez más el bello rostro de su amigo, y lo acarició como si con ese pequeño gesto pudiese devolverlo a la vida. A veces en momentos así se preguntaba de que servía la magia, que les diferenciaba de los muggles. Oyó llegar a las autoridades, rendir sus respetos ante la familia Weasly y el director. Y cuando quiso ser consciente de lo que estaba sucediendo el funeral ya había empezado.

Albus se levantó lentamente de su asiento, se dirigió al atril que lo esperaba delante de los dos ataúdes, miró el ataúd blanco donde reposaba el joven Weasly. Su voz se elevó triste en medio de los sollozos de familiares y amigos.

- El motivo de que hoy nos reunamos aquí, es triste amigos míos, tan triste como lo es la muerte. Dos personas insustituibles para nosotros, yacen aquí a nuestros pies, y el llanto y la desesperación nos vencen, la pena y la desesperanza. Conocí a Ron Weasly como director de esta escuela, y siempre destacaré de él su alegría, su buen humor. Hacía la vida más sencilla para todos aquellos que lo rodeaban y sus amigos encontraran en su ausencia un desconsuelo insuperable. Pero esa misma alegría, esa misma vitalidad es la que me lleva a deciros que a Ron no les gustaría veros así, que haría todo lo posible para que sonrierais y volvierais a ser felices, y sabeis, en el fondo de vuestros corazones que es así. No me voy a alargar más porque seguramente no conozco a Ron ni la mitad de lo que vosotros lo haceis, y simplemente porque él odiaba mis discursos.

Marina se sorprendió de no oir de la boca de su abuelo ninguna palabra para Karl, levantó la vista buscando una explicación a este mutismo y la encontró en Severus que con paso firme y seguro se dirigía al atril que breves momentos antes había abandonado Albus.

- No he preparado ningún discurso, y aunque no hubiera hecho no creo que pudiera decirlo. Conocí a Karl hace tres meses y mi relación con él fue fría y distante, y sin embargo creo que lo conocí más de lo que pudiera hacerlo con otra persona, simplemente porque ambos compartíamos las mismas pasiones. Quizás ambos cometimos errores en el pasado, y ambos queríamos solucionarlos a costa de lo que fuera, pero me cabe decir que este hombre que hoy yace ante nosotros es más valiente que yo, mil veces más valiente que yo. Y lo digo porque yo hubiera deseado morir en vez de él, no le temo tanto a la muerte como al dolor de dañar a la persona que se ama.

Marina levantó la vista, llevaba todo el discurso de Severus llorando en silencio, mientras arrugaba fuertemente con las manos el borde de su túnica.

- Él supo ver más allá de si mismo, y supo amar, no se perdió en si lo merecía o no, simplemente amó, y con ello hizo feliz a la persona que amaba. Sentí muchas veces haber sido una carga para ellos, y lloro internamente porque no fui yo el que murió aquella noche, porque entonces ella hoy sería feliz. Sé que Karl me está guiando hoy desde donde se encuentre, y sé que me llama cobarde por no aprovechar el regalo divino que Dios me dio con el amor de esa mujer. Hoy me he hecho fuerte, y en su funeral, delante del hombre que un día me odió por no amar a Marina como la amaba él, quiero decirle con el corazón en la mano, que si la amo, y que si renuncié a ella fue para que encontrara un hombre como tú que la hiciera feliz, y que la haré feliz durante el tiempo que me ha sido concedido. Gracias por abrirme los ojos una vez más y gracias por darme otra oportunidad.

Todos estaban ahora en silencio, quizás nadie esperaba esa sinceridad por parte de Severus, y eran muchos los que ahora lloraban no se sabía si de pena o de emoción. Marina aguantó hasta el final del funeral, se notaba cansada y era normal, no solo había tenido que poner su magia en peligro, había recibido varios cruciatus y estaba embarazada. Pero necesitaba estar allí, lo necesitaba. Los ataúdes fueron izados de sus pedestales, ambos serían trasladados para su posterior sepultura. Marina se agarró a uno de los bancos, se sentía mal, de repente unas manos fuertes la sujetaron desde atrás. Se dejó sujetar por Severus.

- Perdoname, he sido un idiota­ – le susurró al oído mientras la recostaba contra él.

- Ahora no¿podías llevarme a la enfermería?- la voz de Marina sonó agotada, falta de fuerzas.

Severus la miró preocupado y tomándola en brazos corrió con ella hacia la enfermería.