Disclaimer... estos personajes no son míos (ya quisiera yo) pertenecen a J. K. Rowling y a la Warner, no gano nada con esto y simplemente lo hago para divertirme.
Gracias, gracias a todos los que estais mandando rewiews: supermama , Miss-Andreina-Snape, amsp14, siento haberos asustado con lo de separarlos otra vez... pero no fui capaz ya los hice sufrir demasiado. Repito Gracias.
Severus entró corriendo en la enfermería, el cuerpo de Marina reposaba sobre sus brazos.
- Sra. Pomfrey, ayuda- la voz de Severus taladró el frío silencio de la enfermería.
Poppy salió corriendo de su despacho.
- Oh! Dios Mío! Mira que se lo dije. Ponla aquí en esta camilla- le indicó a Severus- Era demasiado para ella.
La puerta se abrió dejando paso a un director preocupado, miraba a ambos lados, buscando a su nieta.
- Oh! Albus, se lo dije, mira que se lo dije, su fuerza mágica sufrió mucho cuando despertó y liberó al VÂRCOLAC, ya había sufrido varios cruciatus, y su estado no ayuda. – madame Pomfrey seguía hablando mientras sus manos administraban las pociones necesarias para recuperar la fuerza mágica.
- ¿Su estado?- preguntó Severus mirando alternativamente a la enfermera y al director.
- Si, su estado Severus- continuó la enfermera – por Dios! Es una mujer embarazada, es momentos así su cuerpo canaliza su fuerza mágica hacia su hijo. Albus, debería haber descansado, se lo dije, pero no me hizo caso, como siempre…Albus, el niño…
- ¿Qué sucede con el niño?- Preguntó el director asustado.
- Nada serio, es solo que tiene mucha fuerza, su marca mágica es muy potente y eso que no tiene más que un mes de embarazo. – Explicó la enfermera - Sus padres le han trasmitido una gran cantidad de su magia…
- Poppy.- la interrumpió Albus posando una mano sobre el brazo de la enfermera- creo que ya es suficiente, si está estable me gustaría que la trasladases a su habitación.
- No, no, no eso si que no- le enfermera repuso rápidamente a Albus.- ella se queda aquí, necesita cuidados, y se le deben administrar pociones de manera continua a lo largo de la noche. No, Albus ella se queda aquí.
- Ella se va ahora para su dormitorio- dijo Albus en un tono de voz que no daba lugar a dudas- Severus cuidará de ella.
Severus había estado callado toda la conversación, el hecho de que Marina estuviera embarazada cayó como un jarro de agua fría. No lo sabía, no tenía ni idea. Estuvo a punto de dejarla, estuvo a punto de abandonar a Marina embarazada de un hijo suyo. Un odio por si mismo llenó a Severus, que miserable podía llegar a ser.
Acompañó silencioso a Albus hasta la habitación de Marina, Poppy iba tras ellos, murmurando por lo bajo todo el camino. Tras dejar a Marina en su cama, y las pociones en la mesilla de noche, abandonó la habitación sin dejar de aclarar su clara oposición a este cambio de planes.
- Severus, no te culpes- le dijo Albus rompiendo el silencio que se había impuesto entre ellos- ella no quería decírtelo, quería que te quedaras con ella por ti mismo no por el hecho de que estuviera embarazada. Yo me enteré por pura casualidad, creo que quería tenerlo en secreto.
- Ella está esperando un hijo mío Albus y yo estuve a punto de dejarla.- comentó Severus.
- Escucha Severus, la vida te ha dado otra oportunidad, tú mismo lo mencionaste en el funeral- le dijo Albus sonriendo abiertamente al profesor de Defensa- tómala, ella te ama y tú la amas a ella. No te culpes por lo que pudiste haber hecho y no hiciste, intenta vivir ahora el tiempo que te han dado. Disfruta de tu mujer y de tu hijo. Ah! Y enhorabuena papá.
Severus sonrió por primera vez desde hacía días, miró a Albus y a la mujer que reposaba en la cama, a la mujer que en estos momentos le estaba ofreciendo una nueva oportunidad, y pensar que estuvo tentado de volver a perderlo todo. Albus posó su mano sobre el brazo de Severus, apretándolo ligeramente, en señal de reconocimiento. Severus se giró hacia la cama.
- Albus, una última cosa- dijo antes de que el director abandonara la habitación- Enhorabuena bisabuelo.
Albus miró una vez más a Marina y Severus, y sonrió felizmente, siempre espero que la vida le diera una nueva oportunidad a ambos, ahora sabía que el tiempo había estado esperando a que ambos se juntaran de nuevo.
Marina abrió los ojos pesadamente, tenía la sensación de que llevaba toda la vida haciendo lo mismo. Sus ojos se acostumbraron poco a poco a la luz de alrededor, esperaba ver el rostro de la enfermera sobre ella tan pronto como diera señales de vida para reñirle de nuevo, pero no. Su mente reconoció inmediatamente su habitación, miró a la derecha y finalmente a la izquierda, allí sentado sobre un cómodo sillón y mirándola fijamente estaba Severus Snape.
- Buenos días o mejor dicho debería decir buenas tardes- la saludó Severus inclinándose hacia ella y depositando un suave beso en su frente.
- Severus…- susurró Marina – Severus…
- Descansa, ahora llamaré a un elfo doméstico y te traerá algo de comer- le explicó Severus mientras se sentaba en el borde de la cama y acariciaba suavemente su mano- después tomarás las pociones que te ha recetado Poppy, y dormirás hasta mañana.
- Severus… yo… tengo que hablar contigo- le interrumpió Marina.
- Ahora no Marina, estás cansada y tú y el bebe necesitan descanso, mañana será otro día.- Severus se inclinó lentamente sobre Marina y acalló sus posibles protestas con un dulce beso en sus labios- Mañana.
Marina no protestó más, conocía lo suficiente a Severus como para saber que nada ni nadie lo cambiaría de opinión. Marina se obligó a cenar, no tenía hambre, pero sabía que debía cenar, que debía comer por el ser que dormitaba en sus entrañas. Había notado lo suficiente para saber que ese niño era fuerte, fuerte y poderoso. Después tomo las pociones indicadas y tras recibir un tierno beso de buenas noches de Severus, cerró los ojos para dormir nuevamente. No oyó llegar a Albus para preguntar como se encontraba, ni a Minerva que pasó simplemente para saber si hacía falta algo. Incluso Hermione y Harry se aventuraron a enfrentarse al profesor de Defensa para saber algo de Marina.
En su lecho, ajena a todo lo que estaba sucediendo dormía Marina, su cuerpo y su mente descansaban recuperaban la fuerza mágica y se equilibraban. Su pequeño hasta ahora un pequeño ser, se nutría de esta fuerza y crecía, crecía en tamaño y poder.
Marina despertó feliz aquella mañana, no sabía porque pero se sentía bien, el sol calentaba la cama donde ella descansaba, y su luz iluminaba el cuarto dotándolo de una belleza inusual. Se giró en la cama buscando a Severus y se asustó al comprobar que no se encontraba en su sillón como la noche anterior. Oyó ruidos procedentes del recibidor, se levantó lentamente, sin hacer ruido y tras recorrer el pequeño pasillo que la separaban de la entrada se paró apoyada sobre el marco de la puerta, allí de pie mirando por la ventana se encontraba el padre de su pequeño. Severus la intuyó más que la sintió y volteando para verla abrió sus brazos, Marina no lo dudó un momento y andando todo lo rápido que sus fuerzas se lo permitían se refugió en ellos, ninguno dijo nada, aunque ambos sabían lo que el otro pensaba… lo que el otro sentía.
- Buenos días - le susurró Severus al oído.
- Te amo- le contestó Marina.
- Lo sé, lo sé- le dijo Severus ahora mirándola fijamente a la cara- creo que deberías desayunar.
Marina dirigió su mirada suplicante al plato de comida que había en la mesa de la entrada. Esperaba que Severus no creyera que se iba a comer todo eso, pero sí Severus lo esperaba. Esperó pacientemente a que Marina acabara todo. Y tomándola tiernamente de las manos la miró a los ojos.
- Tenías que habérmelo dicho.- empezó Severus a modo de introducción- No te puedes ni imaginar lo tonto que me sentí cuando Poppy empezó a hablar de ti, del niño y… estaba perdido. Solo unas horas antes pensaba en dejarte, y después me entero que estás esperando un hijo mío. Me sentí tan miserable.
- No te lo podía decir, no me hubieras dejado ir- se intentó defender Marina- y después… quería que me amaras por mí misma, no por la absurda necesidad de mantener las apariencias.
- Dios mío Marina¿Pero que he hecho, todos estos años te he amado por ti misma, y sobre todo por lo que soy cuando estoy contigo. Pero era ese amor el que me hacía desearte una vida mejor, una vida alejada de mi- le explicó Severus tiernamente.
- Lo sé, pero tenía tanto miedo, miedo a perderte de nuevo, miedo a perderlo a él- dijo mientras sus manos se posaban sobre su vientre acariciándolo.
- No pasa nada, ahora estamos juntos, ahora…- Marina titubeó no sabía exactamente que debía contestar, solo sabía que pasara lo que pasara quería estar con Severus, quería que su hijo tuviera un padre.
Severus percibió la indecisión de Marina, y vio el miedo en sus ojos. La acercó a él, y mirándola fijamente a los ojos la besó, la besó intentando transmitir en esos besos todo el amor que recorría su ser.
- Te amo, y ahora no voy a echarme atrás. Me has demostrado que a pesar de todo y de todos quieres estar conmigo… y esta vez no te voy a llevar la contraria. Te has ganado a pulso el pasar tu vida con este viejo y cretino profesor.- Severus la miraba tiernamente.
- Severus… te quiero- respondió Marina besando ahora tiernamente los labios de su amado.
- Creo que aún no estás completamente recuperada… para eso. – intentó persuadirla Severus- ahh! Marina para- dijo el estoico profesor de pociones mientras los labios de Marina recorrían una y otra vez su cuello.
Unos ruidos en la puerta los sacaron de su ensimismamiento. La cara de Marina era todo un poema, Severus abrió la puerta con una sonrisa de oreja a oreja. Allí en el umbral se encontraba el director y la jefa de los leones, que lo miraban divertidos, la cara de Hermione, Harry y Draco al observar al profesor Snape sonriendo abiertamente era de clara sorpresa.
- Buenos días, Albus, Minerva- saludó Severus con una ligera inclinación de cabeza- Buenos días, Srta. Granger, Sr. Potter, Sr. Malfoy- continuó Snape mostrando una gran sonrisa.
Los tres dieron un paso atrás ante semejante muestra de amabilidad, hasta el mismísimo Draco no estaba acostumbrado a esta efusividad por parte de su padrino. Sus caras y el titubeo de los tres para traspasar el umbral de la puerta fueron recibidos con risas desde el interior de la habitación.
- Creo Severus, que tu actitud de ogro les gusta más- dijo el director riendo abiertamente ante su propia afirmación.
- Si, creo que voy a volver a mi antigua actitud- le respondió Snape guiñándole un ojo.
- No se apure profesor. –intervino rápidamente la Srta. Granger- creo que nos acostumbraremos pronto a su nueva actitud.
Los tres entraron en la habitación, riendo quedamente. En menos de diez minutos, una cálida conversación se extendía entre todos los presentes. Todos fueron puestos al día de las novedades, según Albus no tendrían a Voldemort durante un tiempo, tras la detección de Lucius Malfoy, sus esfuerzos se mantuvieron en mantener a su lado a los dos mortifagos que consideraba de máxima importancia Severus Snape y Beatrix Lestrange. Y ambos le habían abandonado, Severus había demostrado su fidelidad al lado de la luz de una manera inconmensurable y Beatrix asustada y abandonada en el último momento por el Lord, estaba ahora encerrada en Azkaban.
Todos abandonaron la habitación poco antes de la hora de comer, y se dirigieron al gran comedor.
- He estado pensando…- empezó Severus mostrándose inseguro por primera vez en lo que iba de día.
- ¿Si?- preguntó Marina sonriendo ante la timidez del temido profesor.
-¿Quierescasarteconmigo?- preguntó rápidamente Severus.
- ¿Qué? – preguntó Marina intentando controlar su desbocado corazón.
Severus se giró entonces mirando a Marina.
- ¿Quieres casarte conmigo?- le preguntó ahora mostrando un aplomo que interiormente no sentía.
Marina lo miró fijamente, sintiéndose la mujer más feliz del mundo por una vez, su corazón ahora si latía desbocadamente. Se acercó a él lentamente y tras susurrarle un si en la misma comisura de sus labios ambos se fundieron en un profundo beso.
La noticia cayó fenomenal entre el profesorado y el alumnado, todos habían sido conscientes del cambio experimentado por Severus en estos meses, y todos concluían que el nuevo Severus les gustaba más. Además como había predicho Albus, Voldemort estaba ahora tranquilo, el golpe había surgido su efecto y necesitaba reorganizar sus hordas de mortifagos y buscar nuevos hombres de confianza. Así que en los meses siguientes, mientras los alumnos de quinto y séptimo se mostraban nerviosos por sus exámenes, el profesorado montaba una boda por todo lo alto: banquete, ceremonia, trajes, padrinos, testigos… Una auténtico follón.
El gran día había llegado, dos días antes habían finalizado las clases en el gran colegio de magia y hechicería, y ahora solo los más allegados a la pareja quedaban allí para celebrar la gran boda. Severus se paseaba nervioso por sus aposentos, había elegido una túnica negra, tan típica en él, pero aconsejado por Albus, esta iba adornada por un ribete en plata y verde, y en las mangas llevaba bordados los escudos de ambas casas entrelazados. Un león rampante rodeado de una serpiente con los colores plata y verde entremezclados con los rojo y oro. Su pelo normalmente de aspecto grasiento caía sedoso sobre sus hombros y ligeramente apartado de su rostro, que hoy a pesar de poseer su habitual palidez estaba especialmente expresivo. Remus lo observaba moverse a lo largo de sus estancias y se reía abiertamente de la situación, mientras Draco aconsejaba a su padrino que se tomara alguna poción calmante que la iba a fastidiar. Poco antes de la hora indicada, Remus lo tomó de los hombros y lo guió al gran comedor donde esperaban los invitados y un nervioso Arthur Weasly encargado de oficiar la ceremonia. Remus entró con Draco, no sin antes dejar a Severus con Minerva, la flamante madrina de la ceremonia. Ambos se miraron sonriendo, y tras recibir un beso en la mejilla de la jefa de los leones, entraron en el gran comedor. El silencio se hizo aplastante, ambos caminaban solemnemente por el centro del pasillo. Se pararon en el centro, dispuestos a esperar por la novia.
- Severus, para quieto- le reprendió Minerva como si fuera un niño pequeño haciendo una travesura.
- ¿Y si no viene¿y si al final decide no casarse conmigo?- preguntó un inseguro Severus.
Minerva y Arthur se miraron sonriendo y meneando la cabeza alegremente a cada lado ignoraron la absurda pregunta del profesor de Defensa.
Mientras tanto, en las habitaciones del segundo piso, Marina intentaba acabar de arreglarse, Hermione y Ginny estaban haciendo un buen trabajo con ella, pero estaba tan nerviosa que se veía horrorosa. Se veía excesivamente gorda, y se lamentaba en alto por haber esperado tanto para casarse. Estaba de cuatro meses pero parecía una foca aunque todos le dijeran que estaba guapísima. Su capa y su traje eran de color champán. Su traje era un sencillo vestido en tiras, la parte superior era un apretado corpiño, que resaltaba la exquisitez de las curvas de la futura Sr. Snape, la parte inferior caía floja desde la cintura para intentar disimular un embarazo medianamente avanzado. Minerva y el propio Albus le habían ofrecido técnicas para ocultar su estado aunque fuera por unas horas pero ella se había negado, estaba embarazada, esperaba un hijo del hombre con el que iba a casarse, y a ella le llenaba de orgullo y satisfacción aunque se viera como una pequeña foca. La capa también de color champán complementaba el atuendo, ligera y con pequeñas incrustaciones de color jade resaltaba así mismo la tonalidad miel de los ojos de Marina. En sus mangas el mismo escudo que en las de su futuro marido, un escudo que representa la aceptación mutua, el amor imperecedero.
Severus observaba la puerta, Marina llevaba más de 10 minutos de retraso y ella siempre solía ser puntual. El estoico y frío profesor, se veía nervioso. Ginny y Hermione entraron poco después, Severus las miró fijamente intentando ver en sus rostros alguna muestra del arrepentimiento de Marina a última hora, de que algo iba mal. No le dio tiempo, un cuarto de hora más tarde de la hora estipulada, las puertas del comedor se abrieron, dejando ver a una magnífica Marina agarrada del brazo de su flamante abuelo, que hoy parecía mucho más joven. Los invitados se giraron hacía la novia, estaba preciosa, un murmullo se extendió entonces por el gran comedor, pero Marina no lo oía, Marina tenía puesto sus cinco sentidos en el hombre que ahora la esperaba en el centro… el hombre con el que iba a casarse.
Avanzó lentamente a lo largo del pasillo, su mirada siempre fija en Severus. Llegó a su altura y tras soltarse de su abuelo, besó a Severus tiernamente en la mejilla, se giró para enfrentar al Sr. Weasly, el hombre encargado de convertirlos en marido y mujer.
Ni Marina ni Severus recuerdan demasiado de la ceremonia, quizás porque todo fue para ellos mágico, aunque suena extraño, más mágico de lo que normalmente suele ser su vida. El intercambio de anillos, los votos matrimoniales… todo sucedió para ellos como un sueño. Cuando quisieron ser conscientes de lo que sucedía, todo el comedor les miraba esperando que se dieran su primer beso como marido y mujer. Ambos se miraron un par de segundos, Severus parecía molesto, las expresiones públicas de cariño no lo convencían, pero Marina se acercó valientemente hacia él, y cuando no los separaba más que el propio calor que salía de sus respiraciones lo besó, tiernamente al principio y más apasionadamente al final. Los brazos de ambos se enredaron en el otro, buscando la seguridad de sus sentimientos, por un momento ninguno de ellos fue consciente de la cantidad de ojos que los miraban y de las risas tontas que se oían en todo el comedor.
La comida fue tan agradable como el resto de la ceremonia, y aunque Marina intentaba ser consciente de lo que sucedía a su alrededor, eran muchas las veces en que se quedaba absorta o perdida.
- Creo que vamos a tener que usar cierto pensadero del viejete- le susurró su ya marido al oído- creo que no nos estamos enterando de mucho.
- Me entero de lo necesario.-mintió descaradamente Marina- Y ahora que ya somos marido y mujer ¿Dónde vamos de luna de miel?
- Eso Sra. Snape es una sorpresa- le respondió Severus besándola dulcemente en los labios y girándose nuevamente a charlar con la profesora McGonagall.
La noche pasó rápidamente para todos y cuando la madrugada hacía su entrada en el colegio, los felices y nuevos esposos se retiraron a sus aposentos, no exentos de las risas de los que todavía aguantaban la juerga a aquella hora.
Marina llegó agotada a su nuevo dormitorio en la segunda planta del colegio, Albus se había encargado personalmente de arreglar la habitación de Marina y dos aulas en desuso para que los nuevos esposos y futuros papás tuvieran todo lo necesario para comenzar su vida. Marina se apoyó en el marco de la puerta, estaba agotada, el ajetreo del día, los nervios y su estado la estaban matando. Severus abrió la puerta y antes de que Marina pudiera empezar a andar, notó como era izada en brazos de su flamante esposo.
- Las cosas hay que hacerlas como Dios manda!- le susurró Severus en su oído.
Marina no dijo nada, se limitó a mirarlo fijamente a los ojos y dejarse hacer. Severus la llevó hacia el dormitorio, a pesar de su avanzado estado, parecía que Snape no notara el exceso de peso. La depositó tiernamente en su cama y sin darle tiempo ni siquiera a pensar comenzó la ardua tarea de elevarla al paraíso. La desvistió lentamente, parando en cada botón, en cada cremallera de sus vestidos. Marina no podía o no quería parar, su cuerpo hasta hace un momento cansado estaba respondiendo a cada caricia de Severus, a cada beso.
Severus estaba sobre Marina, procuraba no cargar su peso sobre su esposa, pero necesitaba tenerla, tocarla, sentirla, hacerle sentir el amor que le llenaba. Respiraba el olor de Marina, un olor que había cambiado en los últimos meses desde que esta estaba embarazada, un olor que lo excitaba hasta límites inconcebibles. Severus prosiguió su avance por el cuerpo de Marina. Se recreó en sus pechos, ahora hinchados y redondos, preparándose para amamantar a su próximo hijo. Recorrió con su lengua los pezones, intentando no lastimarla, pero sí obteniendo de ella dulces suspiros de satisfacción. Su boca siguió delineando su cuerpo, bajó lentamente por la barriga de su esposa, y se paró en su ombligo saboreando su nuevo sabor, oliendo su nuevo olor, apreciando la nueva suavidad de ese trozo de piel. Su mano empezó a jugar sutilmente con la entrepierna de Marina que se arqueó ante el contacto, ahora necesitaba más. Su cuerpo había olvidado todo el cansancio del día y ahora deseaba alcanzar cimas indescriptibles. Intentó recompensar a Severus, pero éste no la dejó. Severus quería disfrutar de Marina y sobre todo quería que Marina disfrutara.
Tras una sonrisa traviesa, Severus se deslizó más abajo, su lengua se dirigió al clítoris de Marina, y se alejó, escuchando en ese momento un bufido por parte de su chica. Severus sonrió de nuevo por lo bajo, y se enfrascó en sus deseos, lamió a Marina de arriba abajo y de abajo a arriba, arrancando a su paso pequeños gemidos de satisfacción. Marina arqueaba cada vez más sus caderas, y Severus sabía que la estaba llevando al límite, no pensaba parar ahora, no, quería que ella lo disfrutara.
Marina se incorporó lentamente, su embarazo y las maravillosas sensaciones que la embargaban hacían que pareciera un video a cámara lenta. Sus manos separaron a Severus de entre sus piernas, sabía lo que ese hombre se proponía. Lo miró fijamente a los ojos.
- Hoy no Severus- le dijo con una voz ronca por el deseo- hoy te necesito dentro, hoy quiero sentirte en mí.
Severus no se hizo de rogar, quería poseerla, quería penetrarla, quería volver a sentirse dentro de ella. Un leve susurro le despojó de sus ropas, colocó a Marina de espaldas, tal como le había dicho el doctor, y colocándose detrás de ella la penetró. Marina jadeó al notar la intrusión en su cuerpo, una intrusión que deseaba. Severus comenzó a moverse tras ella, sus manos se pararon entonces en los pechos de Marina, y tras jugar durante un momento con sus pezones se deslizaron a la entrepierna de Marina. Ante su contacto Marina comenzó a moverse más fuertemente, y Severus sintió como los músculos de la vagina de su esposa empezaba a contraerse, sabía que no tardaría mucho en acabar y él tampoco. Un jadeo se escapó de Marina cuando el orgasmo la invadió por completo, sus últimos movimientos destinados a alcanzar el máximo placer, llevaron a Severus al final. Sudorosos pero satisfechos se miraron una vez más, un leve hechizo los limpió a ambos. Seveus abrazó a Marina y ambos se quedaron dormidos, el día había sido demasiado agotador.
na última frase, ya le queda poco, un epílogo y la historia de Marina y Severus habrá finalizado, tengo algo en mente para otro fic, pero quería preguntar algo, no sé si hacer un Hermione- Severus o un Personaje femenino-Severus, las historias serían distintas evidentemente. Me gustaría que me dijerais que os gustaría leer. Gracias por llegar hasta aquí.
