He tardado mucho en escribir este capítulo, lo lamento, sólo espero que mereciése la pena la espera y disfruteis de la lectura; pero antes las contestaciones a los reviews.
Kei-Kugodgy: veo que conseguí lo que quería con el final del capítulo dos, dejar a los lectures completamente sorprendidos Como siempre, los deseos de los lectores son escuchados, y en este capítulo hay una pequeña escena de algo muy deseado por ti, y no digo más que al final lo acabaré contando todo, mejor que lo leas tu, si?
Shakka DV: otra lectora traumada, digo satisfecha, jejeje Veo que a ti también te ha sorprendido el final, verdad? Es que cuando escribo un drama, lo escribo de verdad, asi que preparate porque aún queda mucho fic jojojo
Riosaku: muchas gracias por tu review, la verdad es que anima mucho saber que alguien como tú, que no lees fanfics que no son de ranma y akane, tengas buenas palabras para mi fic; pero te diré un secreto, aunque no lo parezca, este es un fic Ranma-Akane, pero no se lo cuentes a nadie¿si? Y los demás que estais leyendo esto, olvidad todo lo que habeis leido en estas últimas líneas.
Ayame: hola amiga¿cómo te va la vida? Yo estoy bastante atareada y a duras penas consigo escribir mis fics. Pues como me has pedido que diga, si, Ranma y Akane son la pareja protagonista de este fic, repito para el resto de lectores: olvidad estas últimas líneas. Siento la tardanza con el fic, espero que disfrutes de su lectura
laidy ann: espero que el fic te siga encantando, intentaré todo lo que esté en mi mano para ello.
Muchas gracias a todos por vuestros reviews, son muy alentadores y eso siempre es recibido muy bien. Sólo os pido que tengais paciencia conmigo, porque tengo muchos fics en marcha a la vez y muuuucho que estudiar.Espero que este nuevo capitulo os guste. Y sobretodo, gracias por leer esta historia.
Aviso: Ranma ½ es obra de su correspondiente autora; esta historia no persigue fines lucrativos, tan sólo pretende entretener a los fans de Ranma.
Pasitos de bebé
Había resultado fácil encontrar el enorme edificio, pero aquellos pasillos parecían eternos, entrelazados complejamente en un laberinto, que daba la impresión de haber sido diseñados con el único objetivo de ser una trampa mortal para los estudiantes novatos. Pero, después de varios intentos fallidos, al fin parecía ir por buen camino.
A medida que avanzaba a través del ancho pasillo, leía cuidadosamente los letreros de las puertas. Aula B-1-01, B-1-02,...B-L-05; esa era, esa era su aula.
Apenas había estudiantes y los anteriores fracasos por encontrar su aula la hicieron dudar del éxito de su búsqueda. Sólo por si acaso, preguntaría a alguien.
Junto a la puerta, vio a una chica sola, vestida con unos vaqueros y una blusa azul, que observaba el suelo detenidamente, como si fuese la cosa más interesante del mundo. Por unos segundos le dio miedo su serio semblante, enmarcado por negros cabellos con azulados reflejos. Optó por buscar a otra persona. Miró a su al rededor, tan sólo había cuatro chicos, que parecían los típicos empollones, con sus camisas a cuadros y protectores en los bolsillos contra la tinta de los bolígrafos, el bajo de los pantalones antiestéticamente cortos e infinidad de detalles que gritaban la palabra sabiondo. Le resultaban repulsivas las personas como ellos, siempre dándose aires de superioridad y peleándose entre ellos por ser el preferido del profesor. Así que optó por su primera opción.
-disculpa-la aludida sólo la miró fijamente-¿esta es el aula de matemáticas I ?-preguntó con su más hermosa sonrisa.
-si-respondió con voz monótona la otra chica.
-menos mal! Creí que nunca la encontraría-comentó aliviada-Debería dar un mapa junto con la matrícula. Este lugar es enorme, resulta realmente fácil perderse en él; créeme, lo he comprobado. Por cierto, me llamo Shampoo-
-Akane-dijo estrechando la mano de la parlanchina chica.
-¿también eres nueva¿Estudias magisterio, no?-
-si-
-¿si a qué¿A qué eres nueva o qué estudias magisterio?-inquirió comenzando a perder los nervios.
-disculpa, estoy siendo muy grosera. Este es mi primer año de magisterio-
-no te preocupes. Supongo que es la falta de costumbre de no madrugar-sonrió comprensiva-Es fácil acostumbrarse a la buena vida del verano-
-en realidad, estoy acostumbrada a madrugar, es sólo que estoy algo nerviosa-
-yo también lo estoy; si me ves tan animada es por la emoción. Ya que ambas somos nerviosas novatas y que parece que tú tampoco conoces a nadie¿qué te parece si afrontamos juntas nuestra primera clase?-
-la compañía siempre es buena-sonrió por primera vez Akane. No sabía porque, pero aquella chica tan risueña le contagiaba su buen humor-Shampoo es un nombre muy bonito, pero poco común¿de dónde es?-
-Chino. En realidad llegué de China hace dos años, es un país muy hermoso, pero Japón supó encandilarme desde el día que posé un en él por primera vez. Tokyo es una ciudad vibrante, tan llena de vida que hace que te olvides de la nostalgia rápidamente-
-entonces¿te gusta vivir aquí?-
-me encanta! Yo provengo de una pequeña aldea, supongo que por eso me fascina tanto la gran ciudad; aunque a veces la añoro-
-¿vives sola?-
-si, no tengo familia. Vivo en un piso alquilado, no muy lejos de campus. ¿Y tú?-
-vivo en el distrito de Nerima-
-eso está bastante lejos de aqui, debe resultar un inconveniente tener que viajar tanto, por no hablar de los madrugones para llegar a tiempo. ¿Tus padres no te dejan mudarte?-
-no-murmuró alicaída-tampoco tengo familia-
-lo lamento. No quise...-
-no! No importa. No lo sabías. Además, tu estás en la misma situación que yo-
-parece que tenemos varias cosas en común-sonrió aliviada al no haber molestado a su nueva amiga.
En breves minutos, las chicas parloteaban tan animadamente que parecían viejas amigas. Y durante el resto de la mañana, entre clase y clase, fueron conociéndose, dando comienzo a una bonita amistad.
-buenas días, Ranma. ¿De regreso a casa después de una dura mañana de trabajo en el campo?-saludó jovial un viejecito.
-buenas días, señor Hanataba. Si, de vuelta a casa, a comer-
-entonces no te entretengo más, tu joven esposa debe estar esperándote con la comida en la mesa. Resulta agradable volver cansado del trabajo, a una casa donde te espera una hermosa mujer¿verdad?-sonrió
-por supuesto-
-pasa un buen día, chico-
-usted también, señor Hanataba-
Pobre hombre, hacía un año que había perdido a su esposa y era evidente que la echaba de menos. Aún así, procuraba no perder nunca la sonrisa, en un admirable acopio de coraje. Él le comprendía, sabía lo duro que era perder a un ser querido. Hacía cuatro meses de la muerte de su padre y aún no se había hecho a la idea. Sin embargo, él tenía a Ukyo, que le hacía olvidar todas sus penas apoyándole y amándole con devoción. No sabía que sería de él sin ella. Pero el señor Hanataba, no tenía a nadie, y aunque era muy querido en el pueblo, debía sentirse muy solo cuando regresaba a su casa. Le propondría a Ukyo que lo invitasen a cenar esa misma noche, era lo menos que podían hacer por él, se dijo mientras entraba en su humilde casa.
-Ukyo Saotome¿qué crees que estás haciendo?-regañó a su mujer al descubrirla cargando con una pesada caja.
-¿a ti qué te parece? Llevo esta caja al piso superior-
-eso ya lo veo, también que es muy pesada para ti-contestó quitándole la caja de entre la manos.
-se acerca el invierno y pensé en recoger la ropa de verano y sacar la de abrigo-
-deberías haber esperado a que llegase a casa para que te ayudase-
-no estoy inútil Ranma, después de todo no eres el único artista marcial en esta casa-
-ya lo sé, pero soy el único que puede cargar con cosas pesadas-dijo señalando la caja que ella acababa de posar en el suelo-no deberías hacer esfuerzos en tu estado-le recordó acariciando suavemente el vientre de su joven esposa
-estoy embarazada, no impedida-protestó
-lo sé. Pero ya oíste al médico, eres madre primeriza y muy joven, tienes que cuidarte con una buena dieta y evitar los esfuerzos-
-cierto, pero tan sólo llevo dos semanas de embarazo y la caja no es tan pesada. Aún puedo hacer estas cosas-
-me sentiría más tranquilo si te tomases la cosas con más calma. Tienes que pensar en el niño y en ti. Sólo procura ser más paciente-
-¿y a ti quien te ha dicho que el bebé será un niño?-inquirió con picardía
-debes saber que en mi familia, el primogénito ha sido siempre un varón. Esta no será una excepción, te lo aseguro-
-¿ah,si¿Ahora eres adivino?-
-no, es sólo que yo siempre tengo razón-aseguró con seriedad, pero siguiendo la broma de su esposa-dentro de seis meses lo comprobarás-
-espero que sea una niña, aunque sólo sea por llevarte la contraria-
-la querré de todas formas. Además, sería la excusa perfecta para ir en busca de un segundo hijo que sea varón-guiño un ojo con picardía-pero te aseguro que éste bebé será un niño-
-eres imposible¿lo sabías?-
-esa clase de comentarios son los que tengo que oír continuamente tan sólo por tener siempre la razón-dramatizó
-pues, por tener siempre la razón, vas a coger esa caja y la subirás al piso de arriba, y después harás lo mismo con esas tres-
-me estás castigando por tener la razón una vez más¿verdad?-
-no cielo, tu castigo lo tendrás a lo largo de la tarde, yo me encargaré de ello-
-me encanta cuando te pones mandona-
-mandona¿eh? Pues no comerás hasta que hayas subido esas cajas. Y si no te das prisa, se te enfriará la comida-dijo girando bruscamente para dirigirse a la cocina.
Antes de que pudiese dar un solo paso, Ranma la tomó cariñosamente por la cintura y depositó un tierno beso en la mejilla de su esposa-como ordene la señora-tras soltarla, tomó una de las pesadas cajas para comenzar con su tarea. Cuando comenzó a subir las escaleras, ella se giró con un rápido movimiento, y posando ambas manos en las caderas, le dirigió una mirada transigente-deja eso, ya lo harás después de comer. La comida ya está en la mesa, pero antes lávate las manos-
-esta táctica siempre funciona contigo-comentó triunfante, refiriéndose al beso
-embaucador-
-¿qué puedo decir? Es el encanto Saotome-comentó antes de depositar un beso en los labios de su esposa, para después ir a lavarse las manos.
Ella sonrió viéndolo ir al baño, observándole con ojos de enamorada.
Como era costumbre, después de la cena, Akane recogía la cocina de la casa Tendo mientras Ryouga se relajaba con un baño caliente tras un largo día de trabajo. Una vez todo recogido, la chica se tumbaba en el nuevo sofá del salón dedicándose a la lectura, siempre de un grueso libro. Y tras su baño, Ryouga se sentaba junto a ella para ver la televisión, acomodando ella la cabeza sobre su pecho, mientras él la abrazaba amorosamente durante su lectura.
Llevaba media hora sin pasar página, releyendo una y otra vez los mismos párrafos, intentando alejar de su mente la idea que llevaba todo el día persiguiéndola. Hasta que al fin se dio por vencida. Descansando el libro, aún abierto, sobre su regazo; tomó aire y se decidió finalmente.
-¿Ryouga?-
-¿mmm?-contestó sin apartar la vista de la película que retransmitían esa noche
-he estado pensando una cosa, pero quisiera pedirte tu opinión-
-dime-la animó prestándole ahora toda su atención
-bueno…verás….ya te he hablado de Shampoo. Ella es la única amiga que tengo en la facultad y vive sola, igual que nosotros no tiene familia, asi que había pensado en invitarla a cenar, para que no pase una noche sola, tu y yo, al menos nos tenemos el uno al otro, pero ella …. Es sólo que me gustaría hacer algo por ella. ¿Te molestaría que la invite a cenar?-
Ryouga tomó el control remoto de la televisión y la apagó-¿me estás diciendo que quieres invitar a tu amiga a casa?-
-si no te importa-
-por supuesto que no, en realidad me encantaría conocerla. Por lo que cuentas, parece una chica muy simpática-
-¿de verás no te molesta?-
-por supuesto que no, tonta. Estoy deseando conocerla-
Embargada por la alegría, se giró rápidamente, tirando el libro al suelo, para ponerse de rodillas sobre le sofá y abrazar efusivamente a su novio- ya verás, la vas a adorar-le aseguró antes de besarlo-gracias-un suave beso en los labios-gracias-otro más-gracias-y un tercero.
- si voy a recibir esto a cambio, creo que deberías traerla a cenar todos los días -
-tonto-murmuró antes de besarlo nuevamente, esta vez ahondando el beso
-lo dicho, vendrá todas las noches- Akane rió, llenando la silenciosa estancia con su alegre risa-casi la había olvidado-murmuró el chico
-¿el qué?-preguntó extrañada ella
-tu risa-respondió apartando con una caricia varios mechones de la cara de la chica-me alegra que estés volviendo a ser la Akane de siempre-
-yo también-
Alguien dijo una vez, que el tiempo pasa volando cuando se es feliz; y no se equivocaba. Cuando una persona tiene lo que necesita para levantarse cada mañana con una sonrisa en los labios, pierde la percepción del tiempo. Ni tan siquiera le importa ver pasar los días, tan sólo desea uno, y otro, y otro más. Porque cuando el tiempo se gasta con felicidad no hay sitio en le corazón para reproches ni miedos.
Ya sea en la gran ciudad o en un pequeño pueblo, con buenos amigos en la facultad o queridos vecinos en la aldea, en una enorme casa en el asfalto o una modesta casa sobre el pasto, bajo el sol radiante o la luz de las farolas, cuando se tiene cerca gente que hace surgir calidez en tu corazón, todo parece siempre perfecto. Y es que, no hay mejor regalo que el amor de unos amigos, un vecino, un novio, una esposa,…; sentirse amado no tiene precio.
Pero otro alguien dijo una vez, que cuando se tiene algo bueno más hay que perder y menos que prevenir. El que recibe la felicidad, no quiere saber lo frágil que es, prefiere olvidar lo complejo que es conseguirla y lo sencillo que es perderla; porque cuando has visto impotente tu felicidad escurriendo lentamente entre tus dedos, te niegas, te obligas a ignorar que el recuperarla es signo evidente de la posibilidad de perderla de nuevo. Porque nada dura eternamente, y mucho menos, la felicidad.
No le gustaba como olían los hospitales, sentía que estaban llenos de gérmenes a pesar de su característico olor antiséptico. Y sus continuas nauseas matutinas no ayudaban en lo más mínimo.
-¿estás bien Ukyo?-
-si, sólo son estas horribles nauseas matutinas-
-ya estamos llegando a la consulta, sólo tenemos que girar en el segundo pasillo a la izquierda y habremos llegado-
-eso espero porque necesito sentarme o vomitaré en medio del pasillo. Es un incordio tener que venir a la ciudad para mis revisiones ginecológicas. Todo sea por el niño-
-ya sé que odias los hospitales, como recompensa te invitaré a un gran trozo de esa tarta de chocolate de la confitería Futaba que tanto te gusta-
-hablar de comida en estos instantes, no me ayuda nada con mi estómago-respondió anteponiendo una mano sobre su boca, intentando reprimir sus nauseas.
Al girar la esquina del pasillo al que se refería el joven marido, la distraída pareja, chocó inesperadamente contra una joven que los igualaba en distracción.
-oh! Lo lamento mucho! Ha sido culpa mía, no prestaba atención y …-una serie de disculpas brotaron, una tras otra, de labios de la desconocida.
-no tiene importancia-respondió amablemente Ranma-nosotros también caminábamos distraídos; tenemos nuestra parte de culpa-
-mi marido tiene razón, señorita. No es necesario que…Oh, Dios mío!-exclamó Ukyo antes de salir corriendo en dirección a los aseos más cercanos, alarmando a la desconocida con la inesperada reacción de la mujer.
-no se preocupe-Ranma trató de tranquilizar a la extraña al ver un gesto de culpabilidad en su rostro-no ha sido culpa suya, son nauseas matutinas debidas a su embarazo-
-pobrecilla-comentó con sinceridad-seguramente el golpe habrá agravado las nauseas. Iré a ver como está, es lo mínimo que puedo hacer-
-no es necesario que se moleste-agradeció antes de tomarla con suavidad por el brazo para interrumpir su camino. Cuando la mano del hombre entró en contacto con el brazo de la mujer, una pequeña descarga eléctrica viajó desde la punta de sus dedos, a través de su mano, recorriendo después su brazo; y habría continuado su avance si él no hubiese retirado rápidamente su mano.
Observó la misma reacción en ella, quien se apartó de él de un pequeño salto, imitando la agilidad y precisión de sus propios movimientos, las de una artista marcial. La expresión de sorpresa que se reflejó en el rostro de la extraña, reveló que ella también había experimentado la misma sensación al entrar en contacto sus cuerpos.
Él abrió la boca para tratar de expresar una explicación a lo ocurrido, unió de nuevo sus labios al desechar la primera idea; volvió a intentar dar vida a su voz, pero abandonó la intención al volver a desechar su nueva idea. Ella lo observaba, expresando su mirada que conocía su intención y también que nunca lo conseguiría. Antes de que pudiera detenerla, la desconocida había entrado en lo aseos de señoras. Al menos sabía que su esposa estaría bien en manos de aquella chica, aunque no pudo evitar preguntarse de donde provenía la seguridad de aquella sensación.
Inclinada sobre el inodoro, sufría el producto final de sus nauseas. Por mucho que tuviese que pasar por aquello cada mañana, no conseguía acostumbrarse a vivirlo una y otra vez.
Mientras maldecía interiormente la cantidad de comida que había ingerido durante la cena de la pasada noche, un par de manos recogieron cuidadosamente sus largos cabellos castaños, apartándolos de su cara. No reconoció las manos, pero no le importaba; sólo agradecía en su mente los cuidados recibidos. Entonces sintió como la buena samaritana, además acariciada su espalda con suaves circunferencias, lo que, dentro de las circunstancias, la hacía sentir mejor.
Cuando su cuerpo le dijo que todo había acabado, se giró para ver a la persona que estaba a su lado, reconociendo la figura de la mujer con la que había chocado momentos antes, ofreciéndole un gran trozo de papel higiénico para asearse.
-¿cómo se encuentra?-
-hecha un asco. Seguro que al menos lo parezco-bromeó con voz cansada
-vamos-la guió hasta el lavabo-después de asearse con agua fresca se sentirá mejor. Se lo garantizo-
Mientras la mujer se lavaba la cara con agua fría, mostrando un gesto de agradecimiento en su rostro, Akane rebuscó en su bolso, sacando de él una pequeña botella de agua y unos chicles.
-¿mejor?-preguntó cuando la mujer terminó la higiénica tarea
-si, gracias-
-tome, beba un poco de agua. Y este chicle le refrescará la boca-
-muchas gracias. No soportaría tener este horrible sabor de boca durante toda la mañana-tomó un largo trago de agua-nunca pensé que el agua fueses tan rica- sentenció devolviéndole la botella a su dueña
-puede quedársela. Yo no la necesito y seguro que usted lo hará-
-¿de verás¿no le importa?-
-claro, no se preocupe-
-es usted muy amable-
-cualquiera habría hecho lo mismo, sólo he hecho lo mínimo que podría hacer-explicó esbozando una amable sonrisa
-de todos modos, muchas gracias por todo-
De repente Akane recordó el motivo que había ocasionado aquel incidente, la causa que la había obligado a correr por los pasillos del hospital-oh dios mío! Llego tardísimo!-se alarmó observando la pequeña esfera de su reloj de pulsera.
-entonce no la retendré por más tiempo-
-¿está segura de que no necesita nada más?-
-no, de verás. Además, mi marido está fuera, si necesito algo, se lo pediré. Que colabore un poco más en este embarazo-bromeó
-entonces me iré. Espero que tenga un hermoso y sano bebé. Y que sea el primero de muchos más-
-ahora que estoy experimentando las "maravillas" del embarazo, en lo que menos pienso es en volver a pasar por ello, créame-ambas rieron con suavidad ante la sincera confesión.
-espero que todo le vaya bien-se despidió Akane
-muchas gracias. Lo mismo le deseo-correspondió la otra mujer con una leve reverencia-que chica tan amable- se dijo a si mismo con una ligera sonrisa una vez que se encontró sola en los aseos de señoras-oh! Mi pelo!-exclamó al ver su reflejo en el espejo, antes de intentar acomodar su alborotado cabellera.
La chica de cabellos azulados volvió a comprobar la hora marcada por las doradas manecillas. Ahora si que llegaba realmente tarde. Apresuró sus pasos por los pasillo del hospital y al girar la esquina, de nuevo un encontronazo. Varios papeles colaron por los aires, esparciéndose desordenadamente por el suelo.
-Doctor Tofu! Oh, dios mío! Lo lamento muchísimo. Déjeme ayudarle, por favor-se disculpó mientras recogía apresuradamente los papeles.
-no te preocupes Akane. Un accidente lo puede tener cualquiera-
-aunque le parezca mentira, esta es la segunda vez en la mañana que me pasa esto. Es increíble lo patosa que puedo llegar a ser-bromeó con dulce sonrisa
-pero¿qué haces en el hospital? Hoy no tenemos ninguna cita-
-he venido a acompañar a Shampoo-
-entiendo. Nada grave espero-
-sólo un pequeño chequeo. Ha sido un placer verle doctor, pero debo irme ya- dijo tendiéndole los papeles al aludido.
-Akane, espera. Pensaba decirte esto mañana, en nuestra próxima sesión, pero aprovecharé para informarte ahora-
-¿sucede algo doctor?-
-nada de lo que debas preocuparte, todo lo contrario. Dado tu creciente evolución, creo que podríamos modificar nuestro período de sesiones a mensual en lugar de semanal-
-¿de verás?-el rostro de la chica se iluminó-¿no cree que es demasiado pronto para un cambio tan grande en la psicoterapia?-
-en los últimos meses has mejorado mucho, creo que la terapia está funcionando bien, así que es hora de que empieces a valerte por ti misma y dejes de apoyarte tanto en la terapia-
-lo cierto es que me encuentro mucho mejor-
-es evidente. Al fin estás volviendo a ser la pequeña Akane de siempre. La muerte repentina de un familiar es siempre difícil de sobrellevar, más aún de toda la familia cercana. Y admito que dudé seriamente que llegases a reponerte algún día; pero el apoyo de Ryouga y Shampoo te han hecho mucho bien. Has recobrado la sonrisa y tu carácter alegre, incluso has vuelto a practicar el arte; estás dando pasos gigantescos hacía la recuperación-
-conocer a Shampoo ha sido una bendición y Ryouga siempre ha estado junto a mi. Les debo mucho a los dos. Y tenerle a usted ha mi lado ha sido un consuelo-
.bien, continuaremos hablando en nuestra sesión de mañana-posó cariñosamente una mano sobre la cabeza de la chica, revolviendo ligeramente sus cabellos, tal y como solía hacer cuando acudía a él con sus lesiones debidas a las práctica de artes marciales desde que era una niña-ahora he de continuar con mi ronda y creo que tú ya llegabas tarde-
-cielo! Es cierto!-se alarmó por enésima vez en la mañana, retomando su camino rápidamente, pero algo le hizo detenerse bruscamente-doctor!-
-¿si, Akane?-
-esta mañana he ido al cementerio y he visto flores frescas en las tumbas. Sólo quería agradecerle-
-no ha sido molestia. Hacía mucho que no los visitaba-
Pero Akane sabía la verdad escondida tras aquellas palabras. El doctor Tolú, médico de la familia desde que ella tenía cinco años, acudía a menudo al cementerio. Lo había visto salir del lugar cada vez que ella iba a visitar a su familia, encontrando una hermosa flor sobre la lápida de su dulce hermana mayor, Kasumi. Ambos se habían amado tanto… Y cada vez que veía brillar en el dedo del doctor el anillo de compromiso que su hermana le había regalado meses antes del accidente, dudaba que lo hubiese quitado desde el momento en que Kasumi se lo puso el día que se comprometieron oficialmente. Cuando miraba la plateada alianza, rodeando el dedo del doctor, Akane se preguntaba si algún día podría amar a otra mujer.
-a Kasumi le habrían encantado las flores-sonrió melancólica
-gracias, Akane- susurró él
-siento llegar tarde, había mucho tráfico y el autobús estuvo metido en un atasco veinte minutos-hizo una obligada pausa para recuperar el aliento-¿cuándo es tu turno para entrar en la consulta?-
-ya pasó, acabo de salir de la consulta-contestó la chica de cabellos morados
-¿qué? Oooh… De verdad que lo siento. Soy una tonta. Parece mentira que no conozca como es el tráfico en esta ciudad; debería haber tomado un autobús anterior…-
-tranquilízate Akane, no tiene importancia-
-¿de verás?-
-claro, tonta-sonrió con dulzura
-de todas formas, yo…-
-no vuelvas a empezar con tus disculpas, por favor-replicó con sinceridad-no tiene importancia-
-¿y qué te ha dicho el médico?-
-que no es nada grave, solamente agotamiento físico. Ha dicho que probablemente se deba al estrés de los exámenes, falta de sueño por el estudio y comidas a deshora-
-¿entonces no es nada?-preguntó preocupada-cuando te desmayaste el otro día me diste un buen susto-
Shampoo sonrió ligeramente, enternecida ante la preocupación de su amiga-no, sólo he de descansar estos días y alimentarme bien. Así que-dijo tomando a su amiga del brazo-ya que has llegado tarde¿dónde vas a invitarme a comer?-
-¿bromeas! Es fin de mes, estoy prácticamente en bancarrota-
-ya has oído, tengo que comer bien; órdenes del médico-
-supongo que te lo debo por llegar tan tarde…pero iremos a un sitio barato-
-eso lo discutiremos por el camino-aseguró emprendiendo la marcha, aún cogida del brazo de su amiga.
-no estés tan segura de ello-
-por la forma en que discutís, yo diría que el médico ha dicho que todo está bien-
-Ryouga!-corearon ambas sorprendidas chicas. Debido a su pequeño intercambio de opiniones, ninguna se había percatado de la presencia del chico, cuya figura estaba justo frente a ellas.
-¿qué haces aquí?-preguntó Akane
-he salido pronto de trabajar, así que decidí pasarme por el hospital, creí que podríamos comer los tres juntos-
Ambas chicas se miraron con complicidad una a la otra y, esbozando pícaras sonrisas-de acuerdo-pronunciaron al unísono-tú invitas!-y ambas comenzaron a correr
-¿qué?-murmuró perplejo-de eso ni hablar¿Por qué me hacéis siempre lo mismo!-
Continuará...
