LA VIDA EN NEGRO. Capítulo 1: Imposibilidades

AUTORA: Mileya

DISCLAIMER: ¿Alguien cree que si yo ganara dinero con esto estaría escribiendo fics ahora mismo?

RATING: Este capítulo, G, pero subirá más adelante

TIPO: Angst, Romance, WIP

PAREJAS: Draco/Ginny, con un poquito de Harry/Hermione y menciones de otros ships.

DEDICATORIA: Con todo el cariño del mundo para la gente del Foro de la Pareja del Fénix pero, muy especialmente, a mis 2M y A. Os quiero mucho, mis babosillas.


Después de tanto tiempo, sigue odiando la casa con la misma intensidad que el primer día.

Odia los altos pasillos, las oscuras habitaciones. Odia los tétricos retratos de magos y brujas cuyo tiempo pasó hace mucho. Odia el frío casi constante, los jardines sin flores, los altos muros grises. Pero, sobre todo, odia los escasos momentos en que se ve obligada a vivir tras esas paredes.

Y también odia no poder decidir en esa cuestión. Nunca ha podido. Si de ella dependiera, hace tiempo que habría abandonado y se habría marchado, porque tener que estar allí es, a la vez, una humillación y una afrenta. Y si no lo ha dejado todo y se ha ido es porque cree que aún es necesaria. Que aún puede hacer algo.

Cuando camina silenciosamente por los desiertos pasillos, va con la cabeza gacha. Ignorando los gritos de los ocupantes de los cuadros. Contando hasta diez mientras respira profundamente y juguetea con la varita en el bolsillo de su túnica. Intentando no pensar.

Hay un ligero murmullo en la sala que está al final del pasillo, lo que le hace pensar que ya están todos allí. Aun así, no se apresura. Anda con paso tranquilo, aunque en su interior bulle un torbellino de emociones. Porque sabe lo que implica una reunión.

Verle nuevamente. Enfrentarle.

En ocasiones cree que no podrá soportarlo. Más de una vez ha tenido que vencer la tentación de apuntarle con su varita y gritar las dos palabras que significarían que ya no tendría que seguir soportando su presencia. Los otros saben lo que pasa por su cabeza, así que la mantienen alejada casi constantemente. En misiones rutinarias, muchas veces inútiles. Le dicen que para que no haga algo de lo que se arrepentiría después. Ante el pensamiento, está a punto de soltar una carcajada amarga, pero se contiene. ¿Arrepentirse? Imposible. A veces cree que acabar con él puede ser la única manera de seguir adelante con su vida. De poder mirar atrás sin sentir que le queda algo por hacer.

Ya está tan cerca de la puerta que puede sentir el calor del fuego que arde en la chimenea. Se para un instante. Respira profundamente un par de veces, intentando relajarse. Finalmente, alza la cabeza y cubre su rostro con una invisible máscara de neutralidad. Da unos cuantos pasos y se encuentra dentro.

Harry alza la cabeza al oírla entrar.

- Llegas tarde, Ginny.


Está sentada en un rincón junto a uno de los enormes ventanales, que permiten ver el jardín, ahora cubierto de nieve. Mira a su alrededor y les observa.

"Somos tan pocos…" El pensamiento se cuela en su cabeza de forma traicionera y por un momento se queda totalmente rígida, pero finalmente expulsa el aire que estaba conteniendo y se relaja. Está Harry, que les explica la situación de forma rápida y concisa. El auténtico líder. Está Hermione, sentada a su lado, que le observa en silencio mientras tamborilea suavemente sobre la mesa con los dedos de su mano derecha. Están sus hermanos: Bill, Charlie, Ron, Fred. Todos con idénticas expresiones oscuras en el rostro. Ginny se pregunta cuánto tiempo hace que no ve a uno de ellos sonreír, y prefiere no pensar en la respuesta. Es demasiado triste. Está Lupin. No ha cumplido aún los cuarenta y cinco años, pero el cansancio evidente de su rostro, las prematuras arrugas y las finas hebras blancas repartidas por todo su cabello le hacen parecer mucho mayor. También están Tonks y Moody.

Y él.

Justo en el otro extremo de la estancia, sentado en una oscura butaca que seguramente ha conocido tiempos mejores. Va vestido completamente de negro, lo que contrasta enormemente con su piel pálida y su cabello, tan rubio que a veces parece blanco. En su siempre imperturbable rostro, sus ojos grises son lo único que parece tener algo de vida.

En ese momento vuelve la cabeza. Cuando sus miradas se cruzan una expresión de sorpresa aparece en su rostro por un brevísimo instante para ser casi inmediatamente reemplazada con una mueca burlona. Ginny respira profundamente y aparta la vista, apretando con fuerza los puños hasta que los nudillos se le ponen blancos.

Intenta prestar atención a lo que Harry dice, pero su pequeño intercambio con Malfoy la ha distraído y ya no sabe exactamente de qué estaba hablando. Sólo cuando oye su nombre pega un respingo y le mira atentamente.

- Lo siento, Harry – le dice, quitando un imaginario hilo de la manga de su túnica negra – No he oído la pregunta.

Los ojos verdes de su amigo se clavan en ella y la estudian durante un momento.

- Te preguntaba qué tal te fue en Roma.

Ella arquea una ceja y no puede por menos que hablar en tono sarcástico.

- El Coliseo muy bonito, gracias. Y la Fontana di Trevi también me gustó bastante. Incluso eché una moneda – ante la mirada de advertencia de Harry, se pone rígida y aprieta los labios antes de volver a hablar - ¿Qué quieres que te diga? Todos aquí sabemos que me enviaste a Roma simplemente para tenerme entretenida. Tiene más peligro un partido de Quidditch que la gente de aquella ciudad.

- Ginny, por favor. Era importante…

- Nada, Harry – le corta ella, enfadándose – No había nada que hacer allí así que no pretendas lo contrario. La única razón para mi estancia en Roma era que estuviera lo más lejos posible de Malfoy, y lo sabes, porque al parecer crees que no trabajo muy bien cuando estoy a menos de doscientos kilómetros de él.

Un silencio aplastante cae sobre la habitación. Durante unos instantes, lo único que Ginny oye es el chisporroteo de las llamas en la chimenea y el sonido del fuerte viento al mover las ramas de los árboles del jardín.

- Potter, parece que a la fierecilla le han salido los dientes – dice Malfoy en un tono en el que se mezclan la sorpresa y el regocijo. Ginny le mira, furiosa, y él se encoge de hombros levemente antes de continuar – Como acaba de decir, todos sabemos para qué la mandaste a Roma así que, si te parece, tal vez deberíamos continuar con lo verdaderamente importante.

Si las miradas matasen, Draco Malfoy habría caído dolorosamente fulminado en este mismo momento, pero Harry se tiene que contentar con hacerle una silenciosa advertencia antes de continuar.

- Bien… como todos sabéis ya, últimamente ha habido mucho movimiento de mortífagos en Europa del Este y Central. Nos han informado de actividades anormales en Hungría, Bélgica y Alemania pero, sobre todo, en Austria y en la República Checa. Ya tenemos agentes repartidos en esos territorios… pero, aún así, no son suficientes – la voz de Harry baja de volumen hasta casi convertirse en un murmullo – Ayer por la noche, Kingley, Frances y Stuart cayeron en una trampa. No sobrevivieron.

Ginny esconde la cara entre las manos y se aprieta los ojos con los dedos para evitar las lágrimas. Puede oír a su lado el sollozo ahogado de Hermione y extiende la mano para apretar con fuerza la de su amiga, que parece incapaz de devolverle el apretón. Cuando se siente lo suficientemente fuerte para no echarse a llorar histéricamente, alza la cabeza y mira a los demás. Sus hermanos están blancos como el papel. Lupin le dice algo al oído a Tonks y, afectuosamente, le pone una mano en el hombro. Ella hace un gesto de negación con la cabeza y baja la mirada. Hermione también está pálida y tiene los ojos enrojecidos, aunque su rostro está contraído en una expresión de firmeza y alza la barbilla con decisión. Hasta Malfoy parece abatido. Está más hundido que antes en su sillón y la expresión de su rostro es lúgubre.

Ginny carraspea levemente, llamando la atención, y dice con voz suave:

- ¿Qué quieres que hagamos, Harry?

Él la mira con agradecimiento. Ginny sabe que nunca le ha resultado fácil dar ese tipo de noticias, así que le dedica una pequeña sonrisa de ánimo.

- Lupin y Moody estarán a caballo entre Francia e Inglaterra para realizar labores de apoyo. Bill y Tonks irán a Budapest. Hay mucho, mucho que hacer allí. Ron, Hermione y yo viajaremos a Viena y a la zona de la Bohemia; luego veremos cómo nos repartimos. Charlie, tú estarás en Munich; Fred, tú en Bratislava. Nuestros contactos allí ya os están esperando.

Hizo una pequeña pausa, que Malfoy no tardó en interrumpir.

- ¿Qué hay de mí, Potter? – su tono de voz era totalmente neutro – Supongo que no pensarás dejarme aquí.

- Desde luego que no, Malfoy. Pero pensé que era lógico – Harry alzó una ceja y le miró – A ti te toca Praga.

- El barco dorado del Vlatva - dice Malfoy con una pequeña sonrisa que no llega a alcanzar sus ojos - Bien. ¿Quién vendrá conmigo?

Harry y Hermione se miran en silencio, y ante aquello Ginny no puede evitar tener un mal presentimiento, que se confirma inmediatamente.

- Ginny irá contigo - la voz de Harry es firme y no vacila al decir las palabras.

Durante unos instantes Ginny no se puede mover. Continúa con los ojos clavados en Harry, como esperando que él de repente se ría y le diga que ha sido una broma. Cruel, sí, pero broma. Sin embargo, la expresión de su amigo es grave.

- Supongo que eso será una tomadura de pelo - oye decir a Malfoy en voz baja, al otro lado de la habitación. Y, sólo por una vez, le gustaría que él tuviera la razón.

Harry mueve la cabeza lentamente en un gesto de negación.

- No lo es. Es necesario que vayas; hemos recibido noticias que quien está a cargo es Milos Yedlicka.

- Eso explica el motivo de mi presencia allí - Ginny por fin vuelve la cabeza y le mira. La expresión en el rostro de Draco Malfoy no es, ni mucho menos, amable, y Ginny no puede evitar pensar que no le gustaría estar en el lugar de Harry en ese preciso momento - Pero no por qué me tiene que acompañar ella.

- Simplemente, porque no debes ir solo - Harry parece a punto de perder la paciencia - Y porque no hay nadie más.

- No pienso hacerlo - se oye decir Ginny en ese preciso momento. Apenas se da cuenta de que se ha puesto en pie y que los rostros de todos los presentes en la estancia se han vuelto a mirarla - Sabes que haría cualquier cosa. Pero no me puedes pedir eso. Es imposible.

- Ginny... - esta vez es Hermione la que ha hablado. Tira suavemente de la manga de su túnica y la obliga a volver a sentarse; luego se gira ligeramente y la mira - Esto es importante. Praga está ahora mismo bullendo de actividad de mortífagos y estamos bastante seguros de que su centro de operaciones se encuentra allí. Debido a su importancia, necesitamos a dos de los mejores. Y esos sois vosotros.

- Vete tú con él, Hermione - replica Ginny, con un leve deje de desesperación en la voz - Yo me marcharé a Bohemia con Harry y Ron.

Hermione niega con la cabeza.

- Eso no es posible. Nuestras tapaderas ya están puestas, y tu aparición estropearía todo. Siento decirlo así, Ginny, pero no podemos cambiar los planes de todos sólo porque tú y Malfoy parezcáis incapaces de pisar a la vez el suelo del mismo continente. Tendréis que intentar solventar vuestras diferencias.

- ¿Nuestras... diferencias? - exclama Ginny, totalmente incrédula y sintiéndose demasiado cerca de echarse a llorar - ¿Ahora a un asesinato se le llama "diferencias"? ¡Mató a mi prometido, maldita sea! ¿Crees que puedo olvidarlo así como así?

La sala se vuelve a quedar en silencio. Finalmente, después de un instante que parece eterno, Ron da un par de pasos al frente y se para junto a ella.

- Hermione tiene razón, Ginny - dice con tono de cansancio, mirándola fijamente a los ojos - Si no vas con Malfoy, si no le das el apoyo que necesita, le acabarán matando. Praga es ahora mismo un nido de serpientes; no puede ir solo. Y eres la única disponible para ayudar.

- ¿Tú también, Ron? - se siente furiosa consigo misma cuando las primeras lágrimas asoman a sus ojos, aunque esta vez no hace ningún esfuerzo por detenerlas. Su hermano no dice nada, sólo la observa en silencio. Ginny se vuelve para enfrentarse a Harry. Después de tragar saliva dolorosamente, consigue hablar - Si me obligas a hacer esto... si me haces trabajar con Malfoy... ésta será mi última misión.

Harry la mira, visiblemente sobresaltado, y da un paso hacia ella.

- Ginny...

- No, Harry - le interrumpe con un gesto, sintiéndose de repente increíblemente cansada. Le tiembla la mano cuando la alza para colocarse tras la oreja un mechón de pelo – Ya que todos vuestros planes están tan cuidadosamente dispuestos, lo haré. Pero después, no seguiré. No con lo que me estás obligando a hacer.

Da media vuelta y sale de la estancia a paso vivo, conteniendo las ganas de echarse a correr. Oye tras de sí la voz de alguien llamándola, pero la ignora, y tras recorrer el primer pasillo que aparece a la izquierda se deja caer en el suelo, en un rincón oscuro, y esconde la cara entre los brazos.

Los sollozos la sacuden violentamente por unos segundos, y aunque hace grandes esfuerzos para no llorar, no puede evitar que alguna lágrima traidora resbale por sus mejillas. Permanece así, en esa posición, durante muchos minutos. Oye pasar a Hermione y a su hermano, que van discutiendo algo en voz baja. Después van Bill, Tonks, Lupin, Moody, Fred y Charlie. Oye su nombre saliendo de sus bocas, pero no le importa. Espera a que todos se hayan ido y, finalmente, se levanta. Estira un poco las arrugas de su túnica y mete la mano en bolsillo para buscar su varita, con la intención de iluminar el camino hasta su habitación por los oscuros pasillos.

Y se da cuenta que no la tiene. Después de un breve momento de pánico, recuerda que cuando estuvo en la reunión la dejó en una mesita que había justo a ella. Maldice por lo bajo y, con un suspiro, deshace el camino.

Está a punto de entrar cuando escucha una voz y se para bruscamente, junto a la puerta.

- Te estás cubriendo de gloria, Potter – dice Malfoy ásperamente. Desde su posición Ginny le puede ver de espaldas a ella, apoyado en una mesa y con los brazos cruzados – Ésta es la peor idea que has tenido en mucho tiempo. Y creo que eso ya habla por sí solo.

- No te creas que eres el único a quien no le hace gracia – replica Harry, cerrando de golpe uno de los cajones del escritorio.

- Si te refieres a Weasley, creo que ha quedado bastante claro que preferiría caminar sobre brasas ardiendo antes que venir a Praga conmigo.

- No seas idiota, Malfoy – espeta Harry, volviéndose bruscamente. Ginny se aparta con rapidez para que no la vea – Me refiero a mí. No me gusta nada esta situación. Es más, la odio. Preferiría que hubiera otra salida... pero si la hay, hemos sido incapaces de encontrarla.

Finalmente, Malfoy se incorpora y camina hasta la ventana.

- Quizá sería mejor que fuese solo – murmura mirando hacia fuera – Es imposible que consigamos otra cosa que no sea estropearlo todo o acabarnos matando el uno al otro. Y no sé qué sería peor.

Harry suspira. Se levanta las gafas con una mano y con la otra se frota los ojos, luego bosteza abiertamente.

- Tal vez deberías... – comienza en tono dubitativo.

Malfoy se vuelve como un rayo y le dirige una mirada de advertencia.

- Olvídalo, Potter. Eso no sucederá. Ambos sabemos que hay ciertas promesas que no se pueden romper.

- También sabemos que hay ciertas promesas que deberían romperse.

Cuando Draco vuelve a abrir la boca para decir algo más, Ginny decide que ya es momento de dejar de espiar y entra en la sala. Harry alza la vista y Malfoy se da la vuelta velozmente; ambos parecen sorprendidos de verla allí.

- Lo siento – murmura ella, encaminándose con rapidez hacia el lugar donde estuvo sentada anteriormente y recogiendo la varita de la mesilla – Olvidé esto.

- Ginny – la llama Harry cuando está a punto de salir. La joven se da la vuelta, expectante, esperando a que él continúe – Deberías ir preparando tus cosas; tenéis que marcharos cuanto antes. Luego subiré a tu habitación; me gustaría hablar contigo, ¿de acuerdo?

Ella se encoge de hombros y le mira fríamente.

- ¿Para qué preguntas? Aunque yo no quiera hablar contigo, se acabará haciendo lo que tú quieras. Como siempre.

Dicho esto y sin dirigirle ni una sola mirada a Malfoy, sale de la estancia.

"Al menos no tengo que deshacer el equipaje", piensa para sí misma mientras revisa su habitación. Había llegado esa misma mañana de su viaje a Italia y estaba tan agotada que no se había molestado en colocar las cosas de su baúl, así que lo único que tiene que guardar es la ropa que había utilizado ese mismo día. Recoge un par de prendas que ha dejado descuidadamente colgadas del respaldo de una silla y se dirige hacia su baúl.

En ese momento oye unos pasos que se paran justo ante la puerta.

- Aún no he terminado, Harry – dice sin volverse - ¿Te importa esperar un momento?

No obtiene una respuesta. Extrañada por el hecho, se da media vuelta con un jersey en la mano y se queda totalmente rígida. Apoyado en el marco, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón negro y observándola fijamente, está Draco Malfoy. Durante unos instantes ninguno de los dos dice nada, finalmente Ginny, respirando profundamente, decide romper el silencio.

- Nadie te ha dicho que tengas permiso para entrar aquí - su voz es tan fría como el hielo, tanto que incluso le suena extraña a sus propios oídos.

Draco ladea la cabeza y la mira fijamente, antes de contestar.

- Nadie me ha dicho que no lo tenga.

Habla de forma suave y modulada y de alguna manera se las arregla para no dejar traslucir sus pensamientos en su tono de voz. Eso es algo que pone nerviosa a Ginny. Le gustaría que él transmitiera algo, cualquier cosa. Así, tal vez, sabría cómo tratarle. Pero no sabe.

- Además, no sé si te das cuenta, pero aún seguimos en mi casa.

- Eso es algo que, por desgracia, no puedo olvidar - espeta ella, con una frustración evidente en cada una de sus palabras. Decidida a acabar la conversación cuanto antes, deja el jersey encima de la cama con la intención de guardarlo luego, y se dirige con decisión a la puerta, esperando que él la deje pasar.

En un principio se echa a un lado para permitirle el paso, pero cuando Ginny ya tiene medio cuerpo fuera de la puerta, alza la mano y la agarra con fuerza por el brazo. Ella se detiene de golpe. No recuerda que en los seis años que llevan compartiendo cuartel y misiones la haya tocado alguna vez. Y no le gusta la sensación.

- Suéltame, Malfoy - Ni siquiera le mira. No es una petición, y ambos lo saben. Pero él elige ignorar lo que ha dicho y aprieta aún más fuertemente, mirándola con una extraña expresión en sus ojos grises - Te he dicho…

Draco la interrumpe, impidiendo que acabe la frase.

- ¿Cuánto tiempo vas a seguir actuando así conmigo, Weasley?

Esas palabras despiertan una rabia enorme en su interior. Se da media vuelta bruscamente, ignorando el dolor en su brazo, y le enfrenta.

- No vuelvas a hacerme esa pregunta. No vuelvas a fingir que no sabes lo que has hecho - siente que se está poniendo cada vez más furiosa y lamenta enormemente haber dejado la varita en el cuarto en su apresuramiento por salir de allí.

- Sé lo que he hecho. Y no recuerdo haberlo negado nunca - replica él, ignorando sus desesperados intentos por desasirse - Pero no es eso lo que te he preguntado.

- ¿Así que quieres saber cuánto tiempo voy a seguir odiándote? - sisea ella - La respuesta es fácil: hasta que pagues.

La carcajada de Malfoy, carente de alegría, la toma por sorpresa. Él la suelta y da un par de pasos hacia atrás, sin dejar de mirarla, y con la boca torcida en una especie de mueca.

- Ambos sabemos que no pagaré, Weasley - dice, con la firmeza de quien constata un hecho tan seguro como la noche y el día - El momento para ello ya pasó.

- Entonces - replica Ginny, sintiendo que debe alejarse de allí antes de hacer algo que acabe con ella en Azkaban, - ahí tienes tu respuesta.


NOTAS:

La frase que dice Draco de "el barco dorado del Vlatva" es de Guillaume Apollinaire, que se refirió a Praga concretamente como "el barco dorado que navega majestuosamente por el Vlatva" (el Vlatva es, por cierto, el río que pasa por Praga, como supongo que ya habréis deducido )

Bueno, éste es mi primer fic D/G, así que estoy extra nerviosa y me vendrían muy bien unos reviews ¿Alguien colabora?