Disclaimer y rating, en el capítulo 1.
Ante todo, disculpas por la tardanza, pero por algún extraño motivo este capítulo me ha resultado especialmente difícil de escribir, a pesar de que, en un principio, no es ni mucho menos el más complicado.
Dedicatoria: a Dhany, aunque probablemente no leerá esto nunca; a Sara, que le dio más de un empujoncito a mi musa para que no se quedara callada (ya sabes que Milos es tuyo ); a Lidia, por los ánimos incansables y las horas de divertida conversación. Y esta vez, sobre todo, a Mane. ¡Feliz cumpleaños, mosquetera! No cambies nunca XD
Y por supuesto, a toda la gente del foro de la Pareja del Fénix, por los geniales topics y las fantásticas horas de chat. ¡Sois los mejores!
La vida en negro
Capítulo 3: Encuentros y desencuentros
Harry entra en el salón con aire pensativo y se detiene un momento en la entrada, inconscientemente buscando a Hermione con la mirada. La localiza cómodamente sentada en el sofá más cercano a la chimenea, con un enorme libro en sus manos y jugueteando con un mechón de cabello. Se deja caer a su lado y se inclina para besarla en la mejilla; luego se echa hacia atrás en el sofá y cierra los ojos con un suspiro. Hermione marca cuidadosamente el libro por la página que estaba leyendo y lo deposita encima de la mesa, volviéndose hacia él.
- ¿Ya se fueron? – pregunta, acurrucándose junto a él. Harry asiente con la cabeza y pasa un brazo por sus hombros, estrechándola con fuerza – Estás preocupado, ¿no?
- ¿No crees que deba estarlo? – responde él, con una expresión de seriedad en el rostro.
Hermione le estrecha la mano con fuerza y le dice, en un murmullo soñoliento:
- Claro que debes estar preocupado. Pero no más de lo que lo estás por Lupin o George, por ejemplo. Saben cuidarse, Harry. No les pasará nada.
- Tal vez Malfoy tiene razón y esto no ha sido una buena idea – murmura Harry, enterrando la nariz en su cabello castaño y acariciándole distraídamente la espalda – A lo mejor he metido la pata enviándoles juntos. Quizá había alguna opción mejor.
- No la había, y lo sabes – responde ella, alzando la cabeza y mirándole fijamente con sus ojos marrones – Harry, tranquilo. Como tú mismo has dicho, Malfoy y Ginny son muy buenos. No permitirán que sus problemas personales se entrometan en su trabajo; y menos aún cuando tantas cosas dependen de su forma de comportarse.
- No dudo de la capacidad de Malfoy de adaptarse a la situación – continúa Harry tentativamente – Pero Ginny...
- Lo sé – le interrumpe Hermione, con un tono de cansancio claramente apreciable en la voz – No será nada fácil. Pero lo superará, tiene que hacerlo.
- Si al menos Malfoy se decidiera a contarle la verdad... – replica él, quitándose las gafas y frotándose los ojos con fuerza.
- Tú lo has dicho. La decisión es suya y sólo suya. Hará lo que considere oportuno y necesario; y si para eso necesita callarse la verdad durante otros seis años, que así sea. No depende de nosotros.
- Lo sé – Harry la suelta y se pone en pie, acercándose al fuego y mirando las llamas – Es sólo que me gustaría que las cosas fueran de otra manera.
- A mí también, Harry – dice ella con una sonrisa triste – A mí también.
El vestíbulo al que han ido a parar está demasiado oscuro para que la tenue luz de sus varitas les permita ver con claridad. Ginny se mueve un poco, maldiciendo la negrura que les rodea, y dice en voz baja:
- ¿Es absolutamente necesario que no podamos ver ni a medio metro?
Malfoy se dispone a replicar cuando en ese momento ambos oyen un ruido de pasos viniendo en su dirección. Se abre una puerta y la estancia en la que se encuentran se inunda de una intensa luz que hace que Ginny tenga que parpadear varias veces para acostumbrar sus ojos al cambio de iluminación.
En la puerta que se ha abierto justo frente a ellos ha aparecido una mujer. Va vestida con una túnica de color morado oscuro, con los bordes de las mangas y del cuello ribeteados en color plata. Lleva suelto el abundante cabello negro, entre el que se pueden distinguir algunas hebras grises aquí y allá. El rostro es ovalado, de líneas delicadas; su boca de labios gruesos se abre para sonreír mostrando las dos hileras de dientes más blancos que Ginny ha visto en su vida. Pero lo que le llama la atención por encima de todo son sus ojos. Grandes y de un color azul intenso, e increíblemente expresivos.
Se acerca a ellos con paso ligero y abraza a Malfoy, que la estrecha con fuerza y le dice algo al oído. Ella se ríe y se separa, mirándole con auténtico cariño, lo cual sorprende a Ginny por alguna razón que no acaba de comprender.
- No sabes cuánto me alegro de verte, Draco – dice. En su voz, de timbre musical, se aprecia un ligero acento eslavo, aunque habla de una manera fluida y natural. Luego se vuelve hacia ella y la abraza también, sorprendiéndola – Soy Ivana Blazeck; tú debes de ser Ginny. Harry me ha hablado mucho de ti.
- Siento no poder decir lo mismo – replica Ginny, sin saber muy bien qué decir ante la cálida bienvenida de la mujer.
Su anfitriona vuelve a sonreír y les hace un gesto para que la sigan. Ginny murmura en voz baja "Locomotor baúl" y la sigue por el pasillo, con su baúl flotando obedientemente delante de ella.
- Harry es muy reservado para sus cosas – dice Ivana, haciendo un gesto con su varita con lo que los pesados cortinajes que tapan los ventanales se echan hacia los lados, dejando pasar la luz – Nos conocemos hace cuatro años más o menos, y al parecer no le gusta hablar de mí más de lo estrictamente necesario. Como en esta ocasión.
Atraviesa una puerta que va a dar a una pequeña pero acogedora sala de estar y les hace una seña para que se sienten en el enorme sofá que preside la estancia. Ella se acerca a la chimenea para encenderla; luego se vuelve a mirarles.
- No podréis quedaros aquí. Intenté convencer a Milos, pero al parecer no quiere hacer concesiones. Ni siquiera contigo, Draco – dice mirándole.
Él hace una mueca y pregunta:
- Entonces, ¿dónde nos quedaremos?
Ivana suspira y se deja caer pesadamente en un butacón junto al fuego, masajeándose las sienes. Ahora que la puede ver más claramente, Ginny se da cuenta de que es más mayor de lo que parece; se aprecian unas pequeñas arrugas bajo sus ojos y la piel de sus manos y de su cuello indica que hace tiempo que dejó atrás la juventud. Aún así Ginny no puede evitar pensar que es increíblemente hermosa y se queda mirando fijamente sus hipnóticos ojos azules.
- En la mansión de Zámecké Schody – dice la mujer por fin, quitándose la mano del rostro y mirando a Draco. Él bufa suavemente, algo que su anfitriona parece entender – Lo sé. No es una muestra de confianza precisamente, pero ya conoces a Milos. De un tiempo a esta parte no se fía ni de su sombra. Supongo que ya lo sabes, pero la casa tiene barreras anti-mágicas. No podréis hacer nada más complejo que Lumos, y eso incluye desde no poder usar la chimenea como modo de comunicación hasta la imposibilidad de realizar un hechizo curativo. Para ese tipo de cosas es necesario que vengáis hasta aquí; vuestra red flu particular se limita a esta casa. No podréis ir a ningún otro sitio desde la mansión.
- Milos parece haberse vuelto algo paranoico desde la última vez que estuve en Praga – replica Malfoy con mal talante y una evidente expresión de malhumor en el rostro - ¿Para qué tanta precaución? ¿Teme que le traicionen?
- No sería la primera vez, y lo sabes. Además, debes admitir... – una pequeña sonrisa se dibuja en su pálido rostro –...que en este caso en concreto tiene motivos para ser precavido.
- Sino fuera porque tienes razón, tal vez me sentiría ofendido – murmura él, echándose hacia atrás. Repentinamente se le ilumina el rostro y pregunta -: ¿Sigues teniendo ese Monet?
- Desde luego que sí. Sabes bien que jamás lo vendería; si se me ocurriera hacerlo, probablemente Bedvich volvería de la tumba para castigarme por ello – ríe suavemente – Ve a verlo; te esperaremos aquí.
Sin dudarlo ni un instante más, Malfoy se levanta y sale por una puerta lateral. Ginny se descubre observando con aire pensativo el lugar por donde ha salido cuando siente la mirada de Ivana fija en ella.
- Mi marido compró un Monet unos años antes de morir – le explica – La primera vez que Draco lo vio, se enamoró de él. Si no lo descuelga de la pared y se lo lleva, es porque me tiene suficiente respeto como para no hacerlo – sonríe, nostálgica – Desde que murió Bedvich me he estado deshaciendo de todas sus cosas. Sólo conservo el Monet, un auténtico violín Stradivarius y una primera edición de "La Divina Comedia" que me regaló cuando nos casamos. Me quedaré el violín y el libro; cuando me vaya de aquí, el Monet será para Draco. No creo que haya nada que le guste más que eso.
- Nunca me había imaginado a Malfoy como el tipo de persona a la que le gusta el arte – dice Ginny reflexivamente, enroscando un mechón de pelo en su dedo índice.
- Bueno... eso es porque no le conoces – la mira fijamente y Ginny siente la incómoda sensación de que sabe todo lo que piensa – Mira, a veces Draco puede dar la impresión de ser una persona fría, calculadora e insensible... pero si eso es así, es únicamente porque él quiere que los demás lo piensen. Bajo esa fachada de sarcasmo e ironía hay alguien apasionante que seguramente te encantaría conocer.
- No quiero conocerle – replica, sintiendo que algo se remueve en su interior. Ivana la mira, con sorpresa, y Ginny se da cuenta de que debe haber gritado, pero no le importa – Lo que sé de Draco Malfoy es lo suficientemente malo como para que se me quiten las ganas de saber más de él. Si estamos aquí juntos es por una especie de... desgracia que no ha tenido otra solución. Si mi opinión hubiera contado para algo, esta situación jamás se habría llegado a dar.
Tras su perorata, Ivana no dice nada; se limita a observarla con ese aire tranquilo y escrutador que a Ginny le pone tan nerviosa. Finalmente, después de unos segundos de tenso silencio, le dice amablemente:
- Con el tiempo te darás cuenta de lo equivocada que estás.
Ginny va a abrir la boca con la intención de contradecirla cuando Malfoy entra nuevamente en la habitación.
- Tendrías que dejarme que me casara contigo, Ivana – le dice, con la boca curvada en una sonrisa apenas contenida – Así podría mirar ese cuadro todas las veces que quisiera.
Por el gesto que hace ella, Ginny se supone que no es la primera vez que no es la primera vez que le dice eso.
- Draco, podría ser tu madre – le responde, con un brillo de diversión en los ojos – Mejor dejemos esta conversación para otro momento; creo que ahora tenéis cosas que hacer.
Malfoy suspira y tira de su baúl para dirigirse a la chimenea. Mete la mano en una pequeña caja dorada que hay en la repisa y echa al fuego un puñado de polvos; las llamas chisporrotean alegremente, volviéndose de un intenso color verde. Luego se vuelve hacia ellas con una ceja levantada.
- Bueno, Ivana... Un placer, como siempre. ¿Nos veremos pronto?
- Supongo que para la fiesta de cumpleaños de Milos. Ya sabes lo importante que considera ese día.
- Nunca fue muy humilde – murmura Malfoy, agachándose para meterse por el hueco de la chimenea. Luego dice en voz alta y clara: - ¡Mansión Blazeck!
Se oye un rugido atronador y Malfoy desaparece en medio de una nube de humo. Ginny se agacha para agarrar su baúl; luego se dirige a la chimenea y coge un poco de polvos flu.
- Me alegro de haberte conocido, Ivana – dice sinceramente, dudando de si debe abrazarla o no. La otra mujer soluciona su problema acercándose a ella y estrechándola con fuerza unos instantes.
- Cuídate mucho, Ginny – le dice, mirándola con amabilidad – Y sé precavida. Las cosas no serán fáciles.
Ginny esboza una pequeña sonrisa.
- Estando Malfoy de por medio, nunca hay nada fácil.
Emerge de la chimenea maldiciendo entre dientes al inventor de los polvos flu, tosiendo débilmente y con el cabello y las ropas teñidos de gris ceniza. Malfoy ya está allí; y al verla aparecer esboza una sonrisa divertida y se acerca a ella para ayudarla con el baúl. Tampoco él ha escapado totalmente indemne; hay restos de ceniza en sus mejillas y su cuello, su normalmente brillante pelo rubio está cubierto por una fina capa gris y en su ropa negra se ven varias manchas. Arrastra el baúl de Ginny al centro de la estancia y se vuelve a mirarla.
- Bienvenida a la mansión Blazeck, Ginevra – a Ginny le produce una sensación extraña escuchar su nombre de pila viniendo de sus labios. Haciendo caso omiso de su expresión irónica, se sacude ligeramente el cabello pelirrojo y echa un vistazo a su alrededor.
La voz se le congela en la garganta. Se encuentran en un gran salón de alto techo bañado por la intensa luz del sol de mediodía. Sobre sus cabezas cuelga la lámpara de araña más grande que Ginny ha visto en toda su vida, con cientos de diminutos cristales brillantes. Los muebles son antiguos y sobrios, pero extremadamente elegantes. Las paredes están cubiertas por una gran cantidad de tapices y cuadros, algunos de los cuales Ginny cree reconocer; se acerca lentamente al más grande, que cubre buena parte de la pared en la que está la puerta de entrada, y pasa suavemente los dedos por el lienzo.
- La coronación del emperador Napoleón I – dice, con un asombro evidente colándose entre sus palabras - Pensaba que este cuadro estaba en el Louvre.
- Lo está – la voz de Malfoy suena muy cerca de ella y Ginny pega un respingo involuntario. Él se ha situado a su lado y mira con fijeza el cuadro – Esta mansión pertenecía al padre del marido de Ivana. Al parecer, en un determinado momento sospechó que Atkinson, el británico que le llevaba las cuentas, le estaba robando; para ponerle a prueba, hizo pintar una imitación perfecta de la Gioconda y la colgó en el pasillo. Mediante engaños le hizo creer que ese cuadro era el auténtico, conseguido de manera poco honrada, y que la falsificación estaba en el Louvre. El hombre se tragó el cebo, el anzuelo y hasta el hilo – ríe suavemente entre dientes – El caso es que poco después contrató a un grupo de gente para que robaran la falsificación. Lástima que no supiera que estaba hechizada.
- ¿Qué le hizo al cuadro? – le pregunta Ginny, interesada muy a su pesar.
- En cuanto lo tocó la pintura se volatilizó, literalmente. El aire que respiró Atkinson en ese momento eran los vapores de una poción que hizo que le salieran molestas pústulas por todo el cuerpo. Así que digamos que el pobre hombre no lo pasó muy bien de ahí en adelante; apenas se podía sentar. Luego el suegro de Ivana lo acusó formalmente y acabó en la cárcel. El caso es que, por lo que me han dicho, todos estos cuadros son reproducciones de obras famosas que deben tener una función parecida a la de aquella famosa Gioconda, así que, yo que tú, no intentaría llevármelos. El hechizo sólo lo puede quitar quien lo puso, y como Slava lleva muerto bastantes años, seguirán aquí hasta que alguien se decida a tirar la casa.
Ginny le mira con los brazos cruzados y una ceja levantada.
- Gracias por la advertencia. Aunque supongo que estarás de acuerdo conmigo en que sería una locura intentar salir de esta casa con El baile del molino de la Galette bajo el brazo.
Él se encoge de hombros ligeramente y vuelve al centro del salón a buscar su baúl.
- Por si acaso. Después de todo, la palabra locura tiene muchos significados dependiendo de quien la pronuncie. Vamos, coge tus cosas y acompáñame. Te mostraré dónde vas a dormir.
Ginny obedece y camina tras él por los amplios pasillos hasta que se detienen frente a una puerta de madera oscura con un tirador dorado. Malfoy la abre y le hace una seña para que pase.
- Ésta será tu habitación. La mía es la siguiente puerta, por si necesitas algo. Deshaz el equipaje; nos reuniremos en el salón en media hora para ir a ver a Milos. Ah, y también deberías cambiarte – dice, arrugando el ceño al ver su ropa manchada de ceniza – no estaría de más que estuvieras presentable.
- Aplícate tú el cuento, Malfoy, porque no creo que ahora mismo sirvas precisamente para anunciar un detergente – le replica Ginny de mal humor, haciendo el ademán de ir a cerrar la puerta. Él pone la mano en la madera, impidiéndolo, y la mira fijamente, con una firme determinación claramente reflejada en sus ojos grises.
- Aquí y ahora vamos a dejar las cosas claras, Weasley. Tanto si te gusta como sino, estamos juntos en esto, así que si no quieres que nos maten deberías intentar abandonar esa estúpida actitud de superioridad que has adoptado desde que Potter nos asignó esta misión. No estoy dispuesto a tolerar que te comportes así – hace un gesto para acallar la protesta que está a punto de salir de los labios de Ginny – Deberías ahorrar tus energías para más tarde y pensar en lo que te he dicho. Acabarás dándote cuenta de que tengo razón.
Dicho esto, da media vuelta y se aleja unos metros por el pasillo, entrando en la habitación contigua y cerrándola de un portazo. Ginny se queda ahí de pie, con una réplica en la punta de la lengua, y una sensación de malestar que no sabe muy bien de dónde viene firmemente instalada en su estómago.
Cuando vuelve a bajar al salón, sintiéndose ya ella misma después de una buena ducha y de haberse cambiado de ropa, hay un agradable fuego ardiendo en la chimenea. Malfoy está de pie junto a una de las enormes estanterías, pasando los dedos por los lomos de los libros mientras lee silenciosamente los títulos. Parece encontrar el que busca y lo saca con cuidado, sosteniéndolo casi cariñosamente en sus manos. Entonces se da media vuelta y se encuentra a Ginny parada en la entrada, con una expresión dubitativa en el rostro. El silencio envuelve la estancia durante unos instantes hasta que, finalmente, ella dice en voz baja:
- Lo siento.
Malfoy arquea las cejas, interrogante, y va a sentarse en el sofá.
- ¿Qué es lo que sientes? Tu aparición no ha sido tan repentina como para haberme asustado.
Ginny suspira, y finalmente entra en el salón, cruzando los brazos sobre el pecho en una especie de actitud protectora mientras camina hasta situarse frente a él.
- Estoy intentando disculparme, Malfoy. ¿Es necesario que me lo pongas tan difícil?
Él deposita el libro a su lado con impaciencia contenida y la mira.
- No necesito que te disculpes, Weasley. Sólo que dejes de hacerlo. Esa actitud no nos ayudará a ninguno de los dos.
- Está bien. Haré... lo que pueda.
- Esperemos que eso sea suficiente – murmura él, echándose hacia atrás en el sofá y mirándola fijamente, con aire pensativo – Bien... Ahora que parece que no me vas a agredir inmediatamente, quizá pueda decirte que deberías empezar a llamarme Draco – Ginny alza una ceja – Piénsalo. A Milos le parecerá sumamente extraño que nos llamemos por el apellido, cuando supuestamente llevamos varios años trabajando juntos.
- De acuerdo – admite Ginny con desgana, aunque la idea no le hace mucha gracia – No olvides que eso se aplica a los dos. Llámame Ginny.
- Ginny es un nombre ridículo. ¿No prefieres Ginevra? Es mucho más... interesante.
- Ginny – reitera ella, con firmeza - ¿No se te ha ocurrido pensar que si no utilizo mi nombre de pila es porque no me gusta?
- Ya sé que no te gusta. Sólo quería asegurarme – se levanta y va hacia ella, que da un paso atrás casi involuntariamente. Él se da cuenta, pero se limita a esbozar una sonrisa divertida y no dice nada – Ten cuidado con Milos. Tiene una especial predilección por las pelirrojas.
Ginny cruza los brazos sobre el pecho y le mira con aire desafiante.
- Quizá no te hayas dado cuenta, pero sé cuidarme sola, Malfoy – él la mira con expresión de censura – Draco.
Draco sonríe ampliamente y le palmea la espalda de un modo casi amigable.
- Muy bien, pequeña Ginny. Veo que vas aprendiendo.
Ella frunce el ceño y está a punto de protestar cuando oye un ruido tras ellos y una voz con marcado acento habla a sus espaldas.
- Espero que no le estés hablando mal de mí.
Draco se da media vuelta, con una sonrisa forzada en los labios.
- Me ofende que pienses eso, Milos.
Al oírle decir eso, Ginny se vuelve a toda velocidad y se encuentra con un hombre cómodamente apoyado en la repisa de la chimenea. Es mucho más alto que ella; y probablemente incluso más que Draco. Va vestido con una túnica totalmente negra cuyo tejido brilla levemente con la ya escasa luz del sol que entra por las ventanas. Su pelo es negro como el carbón, salvo por un curioso mechón plateado que le cae graciosamente por encima del rostro. Tiene unas delicadas facciones, adornadas por unos llamativos ojos de color verde aceituna, una nariz perfecta y unos finos labios, que parecen permanentemente curvados en una eterna sonrisa. Su mano izquierda, de dedos largos de aspecto delicado, juguetea con una varita de madera oscura, mientras que con su mano derecha tamborilea pacientemente en la pared de piedra.
Sus ojos se detienen en ella unos instantes, y la mira con curiosidad mal disimulada. Enseguida se separa de la chimenea y se acerca a ellos, caminando pausada y tranquilamente.
- Bienvenido de vuelta, krajan – dice, dando a Draco un breve pero caluroso abrazo. Luego se gira hacia ella - Creo que no tengo el placer de conocer a la slečna.
Ginny parece encontrar la voz y carraspea, sintiéndose extremadamente incómoda con la situación.
- Soy Ginny Weasley. Me alegro de conocerle por fin, señor Yedlicka.
Él sonríe ampliamente y en un rápido movimiento le coge la mano y se la lleva a la boca, rozándola suavemente con los labios.
- Un placer, Ginny. Pero, la verdad, preferiría que me llamases Milos.
Ginny parpadea, y logra esbozar una débil sonrisa, sintiéndose confundida.
- Sí, claro... como quieras.
Milos le guiña un ojo y se vuelve hacia Draco, que tiene un aspecto más tenso del que Ginny le ha visto nunca. Sus labios están curvados en una mueca que pretende ser una media sonrisa, y la expresión oscura de sus ojos habla volúmenes.
- Bueno, Draco… ¿qué tal si me pones al día?
Minutos después Ginny se encuentra cómodamente sentada en el sofá del amplio salón, con una taza de café entre las manos, que agradecen el tibio calor. Mueve el líquido con desgana, escuchando de fondo la conversación, hasta que oye decir a Milos:
- Dime, Ginny… ¿Es la primera vez que vienes a Praga?
Levanta la cabeza apresuradamente y les mira. El rostro de Draco es una perfecta máscara de neutralidad y Ginny piensa que, probablemente, una pared de ladrillos tiene más emociones que él. Milos la observa con una expresión interrogante y curiosidad mal contenida.
Se echa hacia un lado y deposita su taza en una mesita que hay junto al sofá; luego se vuelve hacia ellos.
- La verdad es que sí – dice con cautela – No sé por qué, nunca me ha llamado mucho la atención esta zona de Europa. Tal vez prefiero climas más… cálidos.
Milos suelta una alegre carcajada y se echa hacia atrás en el sofá, sonriendo ampliamente.
- No se puede decir que Inglaterra tenga un clima tropical precisamente, ¿no crees? – replica, con un tono ligeramente sarcástico en la voz.
- Ginny ha estado en Italia hasta hace apenas unas semanas – interviene Draco, mirándola con una expresión de advertencia que ella no acaba de comprender – Supongo que prefiere el clima mediterráneo.
- Aprenderás a querer a esta ciudad y a su frío clima, ya lo verás. Yo estaré encantado de enseñártela; conozco varios restaurantes en los que es un lujo cenar. ¿Te apetece?
Ginny se sobresalta y piensa rápidamente antes de hablar.
- Me siento halagada, Milos – mira a Draco, en busca de una ayuda que no llega, y dice de repente, antes ni tan siquiera de pensarlo -: Pero tal vez a Draco le importe.
Draco la mira con sorpresa, levantando una ceja, y esboza una rápida sonrisa cuando un Milos con aspecto divertido se vuelve hacia él.
- Vaya, Draco… Ya no me cuentas nada.
- Ya ves – dice él, fulminando a Ginny con la mirada – De todos modos, sabes que nunca he sido muy dado a hablar de ciertas cosas.
Milos le palmea alegremente en la espalda y se vuelve hacia Ginny, que en ese preciso momento desearía que le tragase la tierra. Siente que su rostro debe estar tan rojo como su pelo, y ruega porque Milos lo achaque al calor, o al reflejo del fuego.
- Quizá le vengas bien, Ginny. Creo que Draco necesita a alguien que de vez en cuando le baje de su nube y le ponga los pies en el suelo
- Por eso no te tienes que preocupar, Milos - murmura Draco, bebiendo de un trago los restos de whisky que quedan en su copa – Lo hace mucho más a menudo de lo que te puedas imaginar. De todos modos, ¿podríamos cambiar de tema, por favor? Creo que hay cosas mucho más interesantes para discutir que mi vida amorosa.
Milos esboza una sonrisa de lado.
- No creas que mucho más, Draco. Lo verdaderamente importante no comenzará hasta dentro de un par de meses. Mientras tanto, todo serán preparativos y preliminares.
- ¿Lo importante? - pregunta Draco, súbitamente interesado - ¿Qué vas a hacer?
El checo mueve la cabeza negativamente.
- Lo siento, pero aún no puedo hablar de ello. Ni siquiera contigo. Te enterarás a su debido tiempo; y te aseguro que será lo más grande que hayas visto nunca.
- Me dejas en ascuas.
- Lo sé, y no sabes cuánto lo lamento. Pero hay varios asuntos de los que me debo… ocupar antes de contarte nada.
En el rostro de Draco aparece una expresión de entendimiento; y Ginny no puede evitar contener el aliento al escuchar sus siguientes palabras:
- ¿Crees que hay espías?
Milos se reclina en el sofá y se pasa la mano por el pelo con un gesto cansado.
- Es más una sospecha que una certeza. Pero sí, existe la posibilidad.
- ¿No crees que te estás volviendo un poco… paranoico? - pregunta Draco cautelosamente, intentando que nada en su expresión traicione lo que está pensando - Tal vez no sea así.
- Tal vez. Pero mejor asegurarse; ya sabes lo que opino de los espías y traidores - Draco suelta una carcajada amarga y por un momento parece nervioso, algo que preocupa a Ginny infinitamente - Aunque bueno… de vez en cuando tenemos la pequeña fortuna de agregar por un tiempo a nuestras filas a alguien del otro bando.
Ginny se pone tensa inmediatamente.
- ¿A alguien del otro bando? Entonces…
- Hemos tenido varios informantes entre los propios aurores - interrumpe Milos, con un gesto de impaciencia - Lástima que no duren mucho.
Draco aprieta los ojos con fuerza y respira profundamente. Ginny le dedica una mirada inquieta antes de volver su atención al checo.
- ¿Y por qué no duran?
- Jamás me fío de un traidor del otro bando. Si cambiaron de bandera una vez, pueden volver a hacerlo. Normalmente, les sacamos todo lo que podemos, y luego… - hace un gesto bastante gráfico con la mano.
Ginny se fuerza a sonreír, aunque lo que aparece en su rostro es más bien una mueca.
- Eres muy desconfiado, Milos.
Él sonríe alegremente, reclinándose en el sofá.
- Las circunstancias obligan – se queda en silencio unos instantes y luego dice -: ¿Recuerdas a nuestro último informante traidor, Draco?
- No creo que sea necesario hablar de eso ahora mismo – dice él con voz tensa, mirando a Ginny subrepticiamente por el rabillo del ojo.
- Déjame pensar… ¿cómo era el nombre? – Milos se golpea la blanca mejilla levemente con el dedo índice, pensativamente. Ginny se fija en que Draco parece a punto de lanzarse sobre él para que se calle, y se sorprende ante el inesperado gesto – Ah, sí. Creevey. Colin Creevey.
BREVE DICCIONARIO
krajan : hermano
slečna: señorita
Zámecké Schody: es un empinado tramo de escalones que lleva al castillo de Praga.
A partir de ahora, todo lo que diga de la ciudad estará sacado de recuerdos de hace cuatro años y de alguna que otra guía de viaje de la misma época, así que quizá haya algunos detalles que no concuerden con la actualidad.
El próximo capítulo, "De promesas rotas y medias verdades" estará, con un poco de suerte, dentro de 4 ó 7 días (si la vida real no se empeña en entrometerse, claro está)
lucy56: Bwehehehe. ¡Tengo una fan! ::Mileya hace la danza del vientre encima de una mesa:: Ay, en serio, me sacas los colores. ¡¡¡Millones de gracias por tus cumplidos!!!
Favila: ¿Que si será largo? Jes. Ésa es una buena pregunta. En un principio tenía planeados unos nueve capítulos; quizá sean más o quizá menos, no lo sé, depende de cómo avance la historia. Y sí, ¡Praga es preciosa! Y quizá deberías llamar a esa amiga tuya; si por casualidad te dice que ha visto a un inglés rubio platino, me avisas, ¿vale? ::silbido inocente::
Dama-blanca. Ay Lidia. Después de leer tu review no sabía si seguirme riendo hasta el fin de los tiempos o escribir un nuevo capítulo sólo para contestarte; aunque al final me decidí por lo primero. Me encanta que te encante Draco, ¡en serio! Una más para el club de las Dracobabosas, ¿alguien más se apunta? ¡Hay sitio! Jejeje. Bueno, no sabes cuánto me alegro de que hayas sido capaz de captar el verdadero carácter de Ginny; hay que darse cuenta de por lo que ha pasado para entender la manera en la que se comporta en determinadas circunstancias. Y no, no has tomado mucho cola-cao. :-p Y ya lo sabes, pero siento mucho decir que Draco tiene la Marca Tenebrosa por ciertos hechos oscuros que hay en su pasado (que el muchacho no siempre fue un ángel, ¿no?) Y no sabes la alegría que me das diciéndome esas cosas; significan un montón, ¡más viniendo de ti! Así que nada, aquí tienes el capítulo. ¡Espero que te guste al menos tanto como los otros!
S. Lily Potter: Jejeje. ¡Aquí tenemos a la periodista oficial del fic! Veamos...
Ivana es ¿quién?
Bueno, pues aquí tienes tu respuesta :-p
No entiedo como mato Draco a Colin y por que?
El próximo capítulo irá casi exclusivamente de la conversación entre Draco y Ginny respecto a este tema, aunque bueno, ya te haces una pequeña idea con el final de éste ::insertar risa maligna::
Pobre Ginny, la marca Tenebrosa (me da escalofrios pensar que se la tuvo que poner solo para la dichosa mision, y tener que quedar marcada para siempre
::suspira:: Pobre Ginny... ¡los sacrificios que hay que hacer por amor! Digo... por la misión.
Tal vez no sea importante en la historia, pero quien decoró la habitacion que le gusta a Ginny?
No es importante, pero, por si quieres saberlo, te diré que fue la madre de Draco.
Muchas aventuras y emociones estan a punto de ocurrir cierto? Estoy ansiosa de leer!!
¡Muchas cosas ocurrirán! Y espero que te gusten :P
¡Hasta el próximo cuestionario!
aziral: Te mereces una ranita de chocolate de premio. ¡Descubriste el gran secreto de Colin! JesJes. ¿Draco sumiso? 00 Bueno... pues, sinceramente, no quería que diera esa impresión ::corre a revisar los capítulos anteriores::
Anasazi: ¡Hola, mosquetera! Qué gusto leerte por aquí
¿Por que Ginny pensó tan rapido en Colin? - Esto ya se sabrá en el próximo capítulo, pero la verdad es que era la única opción posible.
ese es nombre de villano – Aún no sabes lo villano que puede llegar a ser XD
A proposito... ¿has mencionado que ha pasado con Molly, Arthur, y Ron? – A Ron le mencioné en el primer capítulo; a Molly y Arthur no porque de momento no son importantes para la historia, pero si te quedas más tranquila, están vivitos y coleando
¿Así que Charlie está contigo? ¿Debo enviar una patrulla de búsqueda o lo devolverás pronto?
¿Gin con Nev? En Web quedan fantásticos... pero lo siento, en este fic es para Draco
¿Draco contigo? Je. ¡Otra al club! Pobre chico, mira que le damos trabajo.
¡Muchísimas gracias por leer, Sara! Espero que te haya gustado.
Y a Luciana, KaTy, ivita black, ROHERMIONE, lara-l&m, HermyBlack, andromeda black, Sthefany Weasley, Yose- Malfoy-Felton, Gin. W Black, Luthien, alex malfoy: ¡Millones de gracias por leer y opinar! Espero seguir leyéndoos por aquí, ¡se os quiere!
