LA VIDA EN NEGRO
Capítulo 6: Killing me softly
La segunda quincena de noviembre llega a Praga en medio de vientos gélidos más propios de pleno invierno y de temperaturas tan bajas que le quitan las ganas de salir a la calle a los congelados habitantes de la ciudad. Ginny está en pie junto a la gran fuente que preside el jardín de la parte trasera de la casa, con el rostro alzado hacia el cielo y agradeciendo internamente los débiles rayos de sol que se logran colar entre los jirones de nube. Mete las manos en los bolsillos de su abrigo cuando un escalofrío la recorre de la cabeza a los pies y maldice por lo bajo, sin acabar de creer que esté llegando a echar de menos el tiempo de la lluviosa Inglaterra.
Después de unos instantes el sol se oculta más allá de la línea del horizonte y, con un suspiro, da media vuelta y vuelve a entrar en la casa, que cuando no está inundada por la luz del día le parece sombría y extremadamente tétrica. Sin molestarse siquiera en quitarse el abrigo, se deja caer en el cómodo sofá situado frente a la chimenea de la enorme biblioteca y se frota los ojos enérgicamente.
¿En esta maldita ciudad no ven nunca el Sol? – se pregunta a sí misma en voz alta.
- Prácticamente sólo entre mayo y agosto.
La respuesta, que no esperaba, le hace dar un brinco y se vuelve, mirando a Draco con expresión acusadora.
¿Siempre tienes que hacer eso? – pregunta, con tono de fastidio – No creo que sea absolutamente necesario que me mates de un susto, no sé si lo sabes.
- Lo sé – sus ojos grises centellean con un brillo alegre cuando se va a sentar junto a ella en el sofày se estira perezosamente antes de seguir hablando – Pero es divertido.
- Está claro que no todos tenemos el mismo concepto de la diversión – finaliza Ginny con un suspiro, echándose hacia atrás y cerrando los ojos – Y cuéntame¿qué tal te ha ido todo, hay algo nuevo?
- No – enseguida percibe el malhumor en su voz, y abre un ojo para mirarle con curiosidad – Es como si le hubieran puesto una maldición de silencio o algo así. Es increíblemente frustrante.
Ginny abre completamente los ojos y se vuelve para mirarle.
- O sea, que has estado tres días enteros con Milos para no haber descubierto nada. Pensaba que eras el rey del poder de convicción.
- Lo soy – se frota los ojos con aire cansado y apoya los pies en la mesita que hay frente al sofá. Ginny le mira con gesto de censura, pero no dice nada – Pero con Milos esas cosas no valen. Aunque quizá contigo haría una excepción.
Ginny enarca una ceja.
- Ni lo pienses.
- Yo sólo lo sugiero. Tal vez llegue un momento en que tengamos que tomar medidas desesperadas.
- No me tomes el pelo¿quieres? – pide ella, con cierto enfado – No es el mejor momento de intentarlo, después de dejarme tres días sola en esta casa con un elfo doméstico que todo el mundo sabe que existe pero al que nadie ve y con unos cuadros que se empeñan en hablarme en checo. Y casi prefiero no saber lo que dicen.
- Al hombre de barba blanca que está tocando el piano en el pasillo del primer piso le gustan tus piernas – dice Draco, mirándola divertido – Y el que hay en tu habitación decía algo del buen aspecto que tienes cuando sales de la ducha. Creo que tienes un club de fans, Ginny.
- Por favor – bufa ella, levantándose del sofá dignamente y mirándole airada ¿Eres siempre así de pesado?
- Sólo cuando estoy inactivo. Odio no hacer nada.
- Pues búscate algo para hacer. Lee, toca el piano. O nada en la fuente. Creo que ahora mismo tiene una temperatura muy agradable.
Draco alza una ceja, imitando inconscientemente el gesto de Ginny de momentos antes.
- Eres cruel.
- Viniendo de ti, eso es un cumplido – suspira y mira de reojo el enorme reloj que preside la estancia – Bien, voy a cenar algo y me iré a acostar. Estoy muerta de sueño.
¿Has ido ya al Barrio Judío? – le pregunta él, levantándose también y alisando una invisible arruga de su impecable pantalón negro.
- No¿por qué?
- Conozco allí un lugar en el que tienen los mejores licores de toda la República Checa. ¿Te apetece? – viendo la expresión de su rostro, añade: No te preocupes, también sirven cenas. No voy a dejar que te mueras de hambre.
- Está bien – acepta, volviéndose a abrochar el abrigo, que estaba a punto de quitarse – Pero tú invitas.
Se da la vuelta y se dirige a la salida de la estancia, perdiéndose la sonrisa irónica de Draco.
- Por supuesto, slečna.
Ginny deja los cubiertos en el plato y se echa hacia atrás en su silla, sintiéndose increíblemente llena e incapaz de llevarse al estómago algo de mayor tamaño que una miga de pan. Ignora conscientemente la sonrisa juguetona que Draco le dirige mientras se lleva la copa a los labios y la vacía en un solo trago.
- Supongo que no querrás nada más¿no?
- No – replica ella, felizmente – Esto estaba buenísimo, pero creo que ya tengo reservas de energías para los dos próximos meses.
Draco deposita la copa en la mesa, sin dejar de sonreír del todo, y se inclina hacia delante.
- El vino está bueno... aunque no es el mejor que he tomado. Aunque, desde luego – su sonrisa se ensancha – los licores son infinitamente mejores, como ya te dije antes. ¿Te apetece probarlos?
¿Son muy fuertes? – pregunta ella, desconfiada.
- Bueno, claramente depende del que pidas – hace una seña a la camarera y le entrega unos billetes, guiñándole un ojo. La mujer sonríe, complacida, y recoge en unos segundos todo lo que hay en su mesa – Está el borovicka; es bastante fuerte, más o menos como el grappa italiano. Luego el slivovice, que es de manzanas y está delicioso. Pero mi favorito es sin duda el becherovka, de hierbas aromáticas.
Se levanta y le hace un gesto con la cabeza para que la siga. Pasan a una estancia adyacente, un poco más pequeña que en la que han cenado. Uno de los laterales está reservado exclusivamente para una enorme barra de madera de estilo antiguo, tras la cual varios camareros se afanan en atender las peticiones del gran número de clientes que les hablan a gritos. Draco se abre camino poco ceremoniosamente y le dice algo a uno de los camareros, que asiente y se da media vuelta para coger unas botellas de un estante, para luego depositarlas junto con unos vasos en la barra, frente a ellos. Draco se vuelve y la mira.
¿Qué tal toleras las bebidas fuertes?
Ginny capta al vuelo la ironía en su voz y la interpreta como un desafío. Alza la cabeza con orgullo y replica, en tono mordaz:
- La cuestión no es si yo las tolero... sino cómo le sientan a ese cuerpecito aristocrático tuyo.
Él alza una ceja y llena los dos vasos con el contenido de la primera botella, luego le tiende uno.
- Bien... supongo que eso podría ser considerado como un flagrante atentado contra mi ego, así que me daré dignamente por insultado – sonríe levemente al ver la expresión de disgusto de su rostro ante el intenso olor de la bebida – Espero que tu estómago esté realmente acostumbrado al grappa italiano, Ginny Weasley... Te va a hacer falta.
Nunca debía haber accedido a esto.
Lo sabe cuando, tras el tercer trago de borovicka y bajo la irónica mirada de Draco, no le queda más remedio que sentarse en un taburete y esconder el rostro entre las manos, respirando profundamente mientras espera que la tierra bajo sus pies se estabilice. Permanece quieta unos instantes, decidiendo que jamás volverá a permitir que la hieran en su estúpido orgullo cuando le digan que no será capaz de soportar un licor que parece quemar la garganta del que lo traga, y prometiéndose a sí misma que le dará la razón a quien sea que le diga eso y después se irá a llenar el estómago de agua mineral.
Que es algo que también debería haber hecho esta noche.
Cuando sus piernas parecen recuperar la fuerza suficiente para sostenerla, se vuelve a poner en pie y se apoya en la pared, agradeciendo la oscuridad del rincón y el hecho de que no hay ningún altavoz cerca de ellos.
Un bar muggle. ¿Por qué diablos la ha llevado Draco a un bar muggle?
La idea de preguntarle parece perderse cuando levanta la mirada y le ve, apoyado en la barra y contemplándola con una ceja alzada y expresión divertida mientras se lleva un vaso a los labios.
- Te dije que el truco era beberlo despacio.
- Ni tomándolo con cuentagotas habría evitado que me afectara – murmura ella, decidiendo odiarle por el aspecto tan absolutamente compuesto y perfecto que presenta – Esto es como beber sosa.
El arqueamiento de la ceja de Draco se hace más pronunciado mientras vacía el contenido de su vaso de un trago, depositándolo luego en la barra.
¿Sosa¿Cómo lo sabes, acaso la has probado?
- No seas idiota – bufa ella – Lo leí en un periódico muggle. Una niña se intoxicó con sosa y se destrozó el esófago.
El gesto de Draco es de perplejidad cuando abandona su sitio en la barra tras decirle algo al camarero y se acerca a ella.
¿Y se puede saber por qué creyó que beber sosa era una buena idea?
- No lo hizo adrede – entorna los ojos y le mira, con aire de reproche ¿Me estás tomando el pelo o no soy la única a la que le afecta el borovicka?
La brillante sonrisa de Draco no deja lugar a dudas de cuál será su respuesta.
- Te tomo el pelo – ante su gesto de enfado, dice : No me culpes. Tengo que aprovechar que no estás en plenas facultades. Aunque si te ayuda a sentirte mejor – añade, condescendiente – no soy totalmente inmune al borovicka. Simplemente no lo demuestro.
- Eso es un alivio – replica Ginny, con ironía palpable, abandonando por fin el punto de apoyo que le ofrece la pared y moviéndose unos pasos para echar una ojeada al atestado local ¿Por qué un bar muggle?
Draco se encoge de hombros, con gesto despreocupado.
- Me gusta el ambiente. Además...
Se fija en algo al otro lado la estancia y se queda repentinamente callado, frunciendo el ceño en un evidente gesto de desagrado. Ginny vuelve el rostro, con la intención de saber qué es lo que ha llamado su atención, pero Draco atrapa su barbilla con la mano derecha y la obliga a mirarle, diciendo:
- No te vuelvas.
Da un paso más hacia ella y le rodea la cintura con los brazos. Al sentir la obvia rigidez de su cuerpo, le aparta un mechón de cabello de la oreja y se inclina sobre ella para hablar : No te preocupes, no hago esto porque súbitamente haya decidido que es una buena idea. Acabo de ver a Marco Constanza, uno de los hombres de Milos. Y recuerda que tú misma le dijiste que entre nosotros había algo más que horas de trabajo.
¿Piensas que nos está vigilando? – murmura Ginny, sin poder evitar sentir cierto temor ante lo que implicaría ese hecho e intentando apartar de su mente la manera en la que Draco la estrecha contra su cuerpo.
- Creo que no – replica él, haciéndole cosquillas en la oreja con el aliento. Las manos que hay posadas sobre su cintura se mueven de manera casi inconsciente – Si Milos hubiera hecho que nos siguieran, se lo habría encargado a alguien mucho más cuidadoso que Marco – bufa suavemente – Cuando bebe demasiado borovicka olvida a demasiada velocidad lo que se trae entre manos. No creo que confiara en él para eso.
- No parece que te caiga muy bien – el humo del ambiente, unido al fuerte licor checo que ha tomado y al calor que emana del cuerpo de Draco le hace sentirse ligeramente mareada, así que sin detenerse a pensarlo alza los brazos, apoyándolos ligeramente en su pecho. Respira profundamente y cierra los ojos, intentando aliviar el incipiente dolor de cabeza que está sintiendo.
- No es cuestión de si me cae bien o mal – sus dedos siguen moviéndose sobre su cintura y Ginny no puede evitar distraerse al pensar en las yemas de esos dedos acariciando su piel – Marco es una alimaña. Y yo odio a las alimañas.
Ginny se aparta levemente y le mira, interrogante. Los ojos de Draco tienen un brillo peligroso y su rostro una expresión dura y decidida que, por algún extraño motivo, le hace comprender repentinamente por qué Harry piensa que él es uno de los mejores Aurores que ha conocido nunca.
¿Alimaña? – pregunta, en voz baja ¿Qué quieres decir?
Draco baja la mirada lentamente, como si despertara de un trance. Se fija por lo que parece ser la primera vez en los brazos que descansan en su pecho y clava sus ojos grises en los marrones de ella.
- Es un nigromante – al escucharle, Ginny siente que algo se revuelve en su estómago, y Draco interrumpe la exclamación ahogada que está a punto de salir de su garganta poniendo dos dedos sobre su boca y hablando en un tono de voz bajo y urgente – No llames su atención. Tanto si está aquí por casualidad o por orden de Milos, supongo que no es necesario que te diga que no debemos darle motivos para que piense que ocurre algo raro.
- Ya lo sé. Lo siento – la recorre un escalofrío involuntario y aprieta los ojos con fuerza – Es sólo que... un nigromante... por Merlín, ni siquiera sabía que quedara alguno.
- Probablemente ahora mismo sea el único en el mundo con ese poder – murmura Draco – La última persona de su familia que lo tuvo fue su tatarabuelo y ahora ha pasado a él. No puedo soportarlo; es absolutamente repugnante. Incluso yo siento un poco de respeto por los muertos.
La sensación que le produce el notar sus labios moviéndose tan cerca de su piel es tan intensa que apenas es capaz de entender lo que él ha dicho. Sacude ligeramente la cabeza, intentando despejar su enturbiado cerebro, y vuelve a hablar.
- Tal vez... deberías ir a hablar con él.
- Eso no sería típico de mí – replica Draco, en un tono de voz desdeñoso – Yo le odio y él me odia. Tal vez le diga algo cuando nos vayamos, pero sería una solemne estupidez ir a saludarle ahora.
- Como quieras – murmura ella. Se siente repentinamente cansada, todos sus músculos parecen estar tensos y está segura de que si no hubiera tanto ruido en el ambiente probablemente se quedaría dormida allí mismo, de pie. Alza una mano y se frota los párpados enérgicamente, intentando sacudirse el sopor. Cuando vuelve a abrir los ojos Draco la observa con una sonrisa entre divertida y maliciosa.
¿Qué?
- No pareces encontrarte muy bien – comenta en tono totalmente casual.
- Estoy un poco mareada.
- Ya te advertí que lo que hemos tomado no era apto para estómagos débiles – dice, como si estuviera regañando a un niño pequeño – Lástima que te empeñes en no hacerme caso nunca.
- No he dicho en ningún momento que fuera culpa de tus maravillosos licores – alza la cabeza con una sonrisa perezosa muy similar a la que él ha esbozado segundos antes.
- Lo siento. Olvidaba que el estar tan cerca de mí tiene efectos devastadores sobre las mujeres.
Ginny alza una ceja.
- No recuerdo ser yo quien pidiera que me abrazaras.
- Tampoco recuerdo haber sido yo quien tuvo la brillante idea de decirle a Milos...
- Está bien, ahórratelo – replica ella, malhumorada – Fue lo único que se me ocurrió para salir del paso.
- Aunque bueno, no puedo decir que no lo entienda. Soy irresistible.
- Y también poco modesto – le dice Ginny, en tono de censura – Te tienes en muy alta estima a ti mismo.
- Soy un Malfoy – dice Draco, como si esas simples tres palabras lo explicaran todo – No se supone que debamos ser modestos.
- Sabía que había una explicación lógica – murmura Ginny. Los brazos de Draco la estrechan con firmeza y se siente extrañamente protegida y mucho más a gusto de lo que lo ha estado en mucho tiempo.
Se quedan en silencio unos instantes, con una vieja canción muggle cuya letra no logra recordar como único sonido de fondo, y sintiendo el agradable roce de sus manos en su cintura a través de la fina tela de su blusa. Casi sin darse cuenta enreda entre los dedos mechones de cabello rubio platino y juguetea con ellos, distrayéndose cuando él se mueve ligeramente y sus mejillas se rozan. Puede sentir la tensión que siempre parece rodearles elevándose entre ellos como un muro invisible, pero por una vez no le preocupa, y la aleja de ella con un simple pensamiento.
- Dime algo, Ginny – cuando habla, sus labios le rozan suavemente la mejilla y como en un sueño recuerda todas las sensaciones que la embargaron aquella noche que él tuvo la pesadilla ¿Por qué estás haciendo esto?
Tarda unos instantes en entender lo que le está preguntando. Y cuando lo hace no contesta enseguida.
¿Por qué acepté esta misión con lo que pensaba de ti? – pregunta finalmente, tras unos segundos de duda. Su silencio es toda la respuesta que necesita – Me lo he preguntado a mí misma muchas veces. No sé... tal vez fue la necesidad de probarme a mí misma que era capaz de hacerlo. Quizá no tiene mucho sentido.
- Lo tiene y no lo tiene – la voz de Draco es profunda y dolorosamente hipnótica – Entiendo lo de probarte a ti misma... pero también creo que a la vez se lo intentas probar a los demás porque, en el fondo, piensas que te siguen viendo como la niña de once años que abrió la Cámara de los Secretos.
¿Algún análisis más, doctor Freud? – su voz suena más sarcástica de lo que es acostumbrado en ella, pero no puede evitarlo. Siempre es así. Siempre que alguien le menciona lo que ocurrió en su segundo año de Hogwarts siente la imperiosa necesidad de ponerse a la defensiva. De que nadie sepa lo mucho que le afectó todo aquello.
- La verdad es que sí – la expresión de Draco es pensativa y Ginny no puede evitar el fijarse en que ello le da un aire mucho más atractivo de lo habitual – Eres inteligente, pero estás gastando tu inteligencia en demostrarle a los demás lo lista que eres. Tal vez deberías dejar de hacer eso.
- Tal vez tú deberías parar de analizar a la gente como si fueran bichos de laboratorio – sisea ella, sintiéndose repentinamente enfadada – No me conoces, así que no creo que tengas derecho de decirme lo que debo o no debo hacer o qué es lo que está mal en mí.
- No te pongas a la defensiva porque ni te estaba insultando ni pretendo decirte qué hacer ni cómo comportarte – Draco parece totalmente impasible y ni siquiera parpadea ante su súbito estallido – Bien sé que probablemente yo sea la última persona en el mundo que debería hablar de ese tema.
- No estaba a la defensiva – replica Ginny entre dientes, sintiéndose increíblemente molesta consigo misma.
Se pregunta por qué siempre parece ser capaz de saber exactamente lo que pasa por su cabeza. A veces se siente como si fuera imposible ocultarle nada, como si fuera tan fácil de leer como un libro abierto. A menudo se encuentra envidiándole, envidiando esa capacidad que tiene de no transmitir absolutamente nada. De no dejar que los demás sepan lo que piensa o siente en realidad.
Aunque claro, eso jamás se lo diría a él.
- Sí que lo estás – su voz interrumpe sus pensamientos y le cuesta un poco volver a situarse en lo que estaban hablando – Continuamente. Al menos cuando estás conmigo. Y que conste que no te estoy diciendo que no tengas motivos.
Se queda en silencio unos instantes. Desde luego, sabe que tiene razón. Que su actitud con él probablemente no sea la más idónea. Pero no puede evitarlo.
- Un odio de seis años no es fácil de olvidar en apenas un mes, Draco – toma aire profundamente y aprieta los ojos con fuerza, como si así pudiera pensar mejor – También es difícil olvidar que durante este tiempo he sido… tremendamente injusta contigo, cuando lo único que estabas haciendo era ser leal a tu palabra. Lo… lo siento. No sabes cuánto.
Ya lo ha dicho. Jamás se habría imaginado que le costaría tanto, aunque ahora se siente inmensamente aliviada, como nunca se ha sentido en toda su vida. Expulsa el aire que había estado conteniendo y agacha ligeramente la cabeza, apoyando la frente en su pecho casi sin pensarlo. Aprieta los ojos y trata de concentrarse en algo, cualquier cosa, que no sea el silencio con el que él ha saludado sus palabras.
El sonido de un vaso rompiéndose muy cerca de ellos. Un grito. Carcajadas. La fantástica voz de Roberta Flack de fondo.
And so I came to see him, to listen for a while.
And there he was, this young boy, a stranger to my eyes.
Y luego sus manos. En su pelo, en sus mejillas, en su cuello. Alza la mirada y sus ojos marrones se clavan en los de él, que la observan con una tumultuosa mezcla de emociones en su profundidad gris.
¿Sabes? – aunque aparentemente su voz tiene el mismo tono neutral de siempre, hay algo diferente en ella que hace que el aliento se le congele en la garganta – Creo que ésta es la primera vez que alguien me dice "lo siento".
No sabe por qué algo se remueve en su interior al escucharle decir eso. Ni por qué los ojos le pican y se le nublan repentinamente. Ni por qué la necesidad de abrazarle es súbitamente tan acuciante que los brazos que tiene apoyados sobre su pecho parecen tener voluntad propia cuando se mueven para rodearle el cuello.
Esconde la cara en su pecho mientras las manos de Draco viajan por su espalda y la estrechan con una fuerza que en otras circunstancias le habría quitado el aire, pero que en este momento apenas siente. Vuelve a alzar la mirada y se encuentra con que su rostro está muy cerca. El corazón le late de manera casi dolorosa dentro del pecho y abre la boca para decir algo, pero él se le adelanta.
- No te disculpes conmigo. Yo no te conté la verdad, luego era totalmente lógico que tú me odiaras. No habría esperado otra cosa – le pone dos dedos bajo la barbilla y la mira fijamente – Él no te merecía.
Ha podido aguantar hasta ese momento, pero esas tres últimas palabras minan los últimos reductos de su resistencia. Una solitaria lágrima resbala por su mejilla izquierda y está apunto de secársela con la mano cuando Draco se inclina sobre ella y la besa suavemente en la línea de la mandíbula, justo donde la pequeña gota ha ido a parar. Y antes de que pueda reaccionar, antes siquiera de que su cerebro procese lo que él ha hecho, Draco cubre sus labios con los suyos. Apenas le ha dado tiempo de sentir la suavidad rugosa de su boca cuando él se aparta y la mira.
- Perdona – dice suavemente.
Ginny niega con la cabeza, demasiado aturdida para decir nada. La cabeza parece darle vueltas y siente como si sus labios ardieran con un fuego invisible. Las manos temblorosas, la respiración errática, un torbellino de pensamientos incoherentes en su mente. Se endereza y resistiendo con toda su fuerza de voluntad el impulso de llevarse las manos a la boca como para comprobar que eso ha sido real, se pregunta cómo lo hace Draco. Cómo consigue hacerla sentir así. Desiste de intentar analizar por qué ha hecho eso y las consecuencias que trae en ella y, finalmente, después de lo que parecen ser unos instantes eternos, esboza una débil sonrisa y se siente capaz de hablar.
- Sólo no más mentiras¿de acuerdo?
- No más mentiras – promete él.
Ginny respira profundamente y se aparta de Draco. Ante la repentina ausencia de su cuerpo siente un ramalazo de frío y se abraza a sí misma.
¿Nos vamos? – su voz suena débil y cansada y no puede evitar preguntarse qué es lo que tiene él para hacerla sentirse así constantemente.
La forma en la que la mira le hace sentirse como si estuviera totalmente desnuda y todos sus secretos estuvieran al descubierto ante él, así que se muerde un labio y agacha la cabeza, esperando.
- Claro.
Draco coge los abrigos del perchero donde los habían dejado y le tiende el suyo; luego le pone la mano en la parte baja de la espalda y la guía entre la multitud. Están a punto de salir del local cuando una voz con acento italiano habla tras ellos.
- No me puedo creer que te vayas sin saludar.
Draco aprieta los labios en una fina línea y respira profundamente; luego se pinta una falsa sonrisa en el rostro y se vuelve hacia el que ha hablado.
- Me duele profundamente que pienses eso, Marco.
Marco Constanza esboza una sonrisa de dientes blanquísimos y da unos pasos hacia ellos. Tiene el largo cabello castaño oscuro atado en una coleta y sus ojos color verde oliva centellean en la débil luz de la estancia. Su piel, extremadamente pálida, le da un aspecto fantasmal que a Ginny le produce escalofríos, y la forma en la que se curvan sus labios para sonreír es más amenazadora que amistosa.
- No creí que estarías en Praga – el comentario de Draco parece totalmente casual, pero por algún extraño motivo Ginny está segura de que está hecho con la pretensión de que resulte una ofensa.
Algo en el rostro de Marco se contrae, pero nada en su expresión deja translucir sus pensamientos.
¿Cómo no iba a estar aquí? La ciudad es perfecta en esta época del año. Además – su sonrisa se ensancha aún más – no me perdería lo que está ocurriendo por nada del mundo.
La alarma de Draco es totalmente palpable, pero hace un esfuerzo casi visible por recomponerse.
- Me encantaría quedarme hablando de las encantadoras perspectivas de futuro que tenemos, Marco, pero estoy cansado y, para qué engañarnos, no es una conversación contigo lo que más me apetece en este momento.
- Me has roto el corazón con esa frase – replica Marco, que no tiene aspecto de haberse sentido muy afectado por lo que Draco ha dicho – Aunque lo entiendo, seguramente tienes mejores planes con esta ragazza bella. ¿No me la quieres presentar?
- Desde luego que no – la disimulada cortesía ha abandonado a Draco, y ahora está mirando a Marco con una expresión que a Ginny, personalmente no le gustaría estar recibiendo – Haznos un favor a todos, Marco, y déjanos en paz.
Le hace un gesto con la cabeza a Ginny para que vaya saliendo, pero apenas han dado un par de pasos cuando el italiano vuelve a hablar.
- Ryba también está aquí.
Draco se para en seco. Aprieta los puños con tanta fuerza que los nudillos se le ponen blancos y finalmente, sin dignarse a responder, se dirige en dos zancadas a la puerta de salida y la abre, permitiéndole el paso a Ginny. Luego sale tras ella, dirigiendo a Marco una mirada de advertencia.
Recorren el corto trecho de vuelta en medio de un silencio pesado e incómodo. Draco camina con las manos metidas en los bolsillos y sumido en sus pensamientos, mientras que Ginny lleva la cabeza gacha y envía de vez en cuando miradas preocupadas en su dirección.
Le gustaría preguntarle. Enterarse de en qué ha consistido exactamente el pequeño intercambio que tuvo con Marco, del por qué de su gesto serio y preocupado. Pero sería inútil, ha aprendido a leer su actitud como un libro abierto y sabe que hablando con él ahora no obtendría respuestas.
Suspira e, inevitablemente, sus pensamientos giran en torno a lo sucedido minutos antes. Al segundo momento de debilidad que ha tenido delante de él. Y se pregunta qué es lo que Draco tiene para derribar sus defensas con esa facilidad aparente.
Se envuelve mejor en su grueso abrigo de paño, intentando combatir el frío, mientras su mente se puebla de traicioneras imágenes. Esas manos de pianista en su cintura. La manera en que se rozaban sus mejillas. El indescriptible escalofrío que recorrió su cuerpo al sentir sus labios.
Maldición. Es lo único que parece repetirse en su mente una y otra vez. Maldición, maldición, maldición. No necesita esto. No necesita sentirse tan irremediablemente atraída por Draco Malfoy. Por nadie en realidad, pero por él mucho menos. Hay demasiada oscuridad rodeándole. Demasiados secretos, demasiadas cosas por decir. Demasiado que no entiende.
Por un momento la invade una cólera irracional hacia Harry. Por no haberle contado desde el principio lo que le ocurrió a Colin, por haber permitido que aquello se alargara tanto tiempo. Pero, sobre todo, por haberla puesto en esta situación. Si no hubiera ido a Praga con Draco, jamás se habría visto obligada a plantearse todas esas cosas.
Aunque sabe que no tiene sentido culpar a Harry por algo de lo que no tiene la culpa, no puede evitar sentirse ligeramente mejor al hacerlo, aunque sabe que cargarle a otro lo sucedido no cambiará nada. Siente que el buen humor que la ha acompañado toda la noche se evapora, y da una patada a una piedra que encuentra en su camino para descargar la tensión que parece acumularse en todo su cuerpo.
Al oír el ruido de la piedra en la solitaria calle, Draco se vuelve y la mira, con una expresión interrogante que ella decide ignorar, porque por algún motivo está totalmente segura de que sabe lo que está pasando por su cabeza. Y odia ese hecho.
¿Qué ocurre?
Aprieta los labios y camina más rápido. No debería haber tomado esos malditos licores. La experiencia le dice que cuando tiene más alcohol del acostumbrado en la sangre sus emociones son como una montaña rusa y tiene unos cambios de humor extremadamente bruscos que pueden asustar a cualquiera que no la conozca bien. Por eso prefiere no responderle. Porque tal vez diga algo de lo que se arrepienta.
- Ginny...
Se da media vuelta rápidamente y se le enfrenta, tiritando por culpa del intenso frío.
- Olvídalo¿quieres? No pasa nada – vuelve a ponerse en marcha y murmura, casi sólo para sí misma- Nunca pasa nada.
Cuando entra en la casa se queda unos instantes parada en el vestíbulo, con las llaves apretadas fuertemente en una mano y la otra asida al picaporte. Finalmente, respira profundo y entra en la biblioteca, dejándose caer en el enorme sofá con los ojos cerrados, sin molestarse siquiera en quitarse el abrigo.
Se queda dormida media hora más tarde, sin haberle oído entrar.
Se despierta bruscamente lo que le parece apenas unos minutos después de haberse dormido, cuando alguien la sacude por los hombros sin muchas ceremonias. Se incorpora torpemente, sintiendo un punzante dolor en las sienes y la boca y la garganta totalmente secas, y cuando sus ojos se acostumbran a la oscuridad reinante en la estancia ve a Draco, sentado en el borde del sofá en el que ella se ha tumbado y mirándola con una expresión turbulenta en sus ojos grises.
¿Qué hora es? – pregunta, un poco estúpidamente, intentando sacudirse el sopor ¿Ocurre algo?
- Son las cuatro y media – replica Draco, con un timbre extraño en la voz – Y a pesar de lo que tú pienses, siempre ocurre algo.
Ginny, debido a su brusco despertar, tarda unos segundos en entender a qué se refiere con esa frase; cuando lo hace, se incorpora totalmente y cruza los brazos sobre el pecho en actitud protectora.
¿Y bien? – pregunta, lamentando enormemente el hecho de que su voz suene tan cansada a causa de la falta de sueño, lo que en cierto sentido la hace parecer más débil.
Durante unos instantes, Draco no dice nada. Se limita a mirarla con ojos escrutadores y sin ningún gesto visible que le haga saber lo que puede estar pensando, lo cual le pone infinitamente nerviosa porque le da la impresión de estar frente a una pared de ladrillos.
Por fin, después de unos instantes, él le aparta las piernas a un lado haciendo que apoye los pies en el suelo y se sienta de lado, apoyando el brazo derecho en el respaldo del sofá y cruzando las piernas.
- Hablemos – dice finalmente – Está claro que, a pesar de todo lo que yo pueda hacer, seguirás sintiendo un rencor y una desconfianza hacia mí que yo no puedo hacer nada por eliminar, así que si tienes algo que decirme o alguna pregunta que hacerme para lograr que esto funcione, porque tiene que funcionar, será mejor que empieces ahora y dejes de ir rumiando tu infelicidad por las esquinas – detiene con un gesto la exclamación airada que está a punto de surgir de los labios de Ginny - Porque aunque no te lo quieras creer, yo tengo cosas mejores que hacer que intentar comprender el por qué de tu estúpida actitud conmigo.
- Bonito discurso – replica ella ácidamente, un poco tomada por sorpresa por sus palabras ¿Lo tenías preparado o te ha salido así?
- Ésta es la versión suave – tiene el entrecejo fruncido y la expresión de sus ojos nunca ha sido tan amenazante – Tenía otra, con muchas más palabrotas y cosas desagradables, pero creí que sería demasiado para tus delicados oídos.
Ante esto Ginny siente que algo se remueve en su interior y se pone en pie. El abrigo con el que se estaba tapando cae a sus pies, pero ella ni siquiera se da cuenta de eso.
¿Se puede saber por qué me atacas? – sisea, apretando fuertemente los puños – Te pasas el tiempo haciéndolo. ¿Es algún pasatiempo para ti o algo así?
- Estás muy equivocada – se levanta también y se sitúa frente a ella. Ginny nunca se había fijado en lo alto que es; le saca al menos media cabeza y en ese momento su pose es intimidatoria – Yo me limito a defenderme. Eres tú la que está constantemente en pie de guerra.
- Y me pregunto por qué será eso – replica Ginny entre dientes – Bien¿quieres que hablemos? Pues adelante. ¿Quieres saber por qué me comporto así contigo? Porque no me gusta que jueguen conmigo ni que me intenten manipular. Por que no me gusta que actúes como si me estuvieras desafiando constantemente. Pero, sobre todo – recalca estas últimas palabras – porque no confío en ti. Porque espero que en cualquier momento decidas que no merece la pena estar del lado de los buenos. Porque ya cambiaste de bando una vez y puedes volver a hacerlo. Así que perdona por desconfiar de un maldito mortífago, Malfoy.
- Bien, Weasley – su voz destila acidez al decir su apellido – Déjame que te diga algo. Si eso es lo que piensas de mí, haces bien en desconfiar. Que te quede muy clara una cosa: yo no estoy de parte de nadie. Nunca lo he estado y nunca lo estaré. Simplemente cada momento estoy con quien me ofrezca más seguridad, si lo quieres llamar así. Si resulta que un día dentro de unos años estar de parte de gente como Milos y Marco va a salvar mi vida, no dudes que lo estaré. Se llama instinto de supervivencia, Weasley, y conlleva un egoísmo que vosotros, estúpidos Gryffindors, no comprendéis ahora ni comprenderéis nunca.
- No me lo puedo creer – por unos instantes Ginny permite que su ira se diluya en la incredulidad que está sintiendo – No puedo creer que digas eso. Ni que lo pienses. ¿Nos venderías a todos por salvar tu pellejo¿Ésa es la moral que tienes?
La carcajada de Draco es fría y desagradable y la toma totalmente por sorpresa.
- Yo no tengo moral, Weasley. Ni la necesito.
Ginny da un paso hacia atrás y se tropieza con la mesita que hay junto al sofá. Apoya la mano en ella para evitar la caída, sin reparar en el vaso que hay en un la superficie, que se hace añicos bajo sus dedos cuando el peso de su cuerpo recae en ese punto. Contiene una exclamación y sostiene la mano herida con la otra, con los ojos lagrimeándole a causa del punzante dolor, pero negándose a que Draco vea su debilidad.
- Eres un bastardo – consigue decir, tras unos instantes de pausa para recuperar el aliento – Puedes estar contento. Acabas de alcanzar el objetivo de tu vida.
- Por supuesto que me alegro– replica él, en un tono de voz duro y desagradable. Luego añade, maliciosamente: – De todos modos¿quién eres tú para criticar mis objetivos, cuando lo único que has buscado durante años ha sido que Potter metiera la mano por debajo de tu falda?
Ginny no recuerda haber sentido nunca una rabia así. Da un paso adelante y, sin pensar apenas, levanta la mano herida con la intención de borrarle la estúpida mueca del rostro, pero él se le adelanta y la sujeta con una fuerza suficiente para hacerla doblarse en dos a causa del dolor.
La sangre gotea entre sus dedos y durante unos instantes agonizantes se le nubla la visión. Cuando el mundo vuelve a aclararse a su alrededor se encuentra sentada en el sofàrespirando agitadamente. Draco está a su lado y en ese momento le está envolviendo la mano en un pañuelo que le parece haberle visto sacar del bolsillo interior de la túnica. La fina tela se tiñe enseguida de rojo, pero a él no parece preocuparle ese hecho, y la obliga a cerrar el puño, sin apartar sus manos en ningún momento.
Ginny apoya la cabeza en el respaldo y cierra los ojos, sin decir nada, intentando que el corazón recupere su ritmo habitual. Siente la mano de Draco apartándole un húmedo mechón de la frente y luego le oye moverse, hasta situarse junto a ella.
- Dime, Ginny... ¿cómo hemos llegado a esto? – también suena cansado, desaparecido todo rastro de ira de su voz.
Ella abre los ojos. Sus miradas se cruzan durante unos segundos, pero finalmente Ginny baja la vista y la clava en el pañuelo manchado de sangre que le cubre la mano.
Draco le pone dos dedos bajo la barbilla y la obliga a mirarle.
¿Sabes? – dice en voz baja – Creo que ahora entiendo. Verdaderamente me odias – alza la mano izquierda y le acaricia la mejilla y el cuello, haciéndole contener la respiración casi inconscientemente – Me odias por lo que te hago sentir.
Ginny siente que no puede decir nada a eso, así que prefiere no contestar. Se limita a contemplarle silenciosamente, a grabar en su mente los ojos grises, la nariz perfecta, los pómulos marcados, la barbilla orgullosa. Las sensaciones que le provoca el roce de su piel.
Finalmente, tras unos momentos eternos, Draco se levanta. Recoge el abrigo del suelo y lo deposita en su regazo, luego sale de la biblioteca sin mirar atrás ni una sola vez.
NOTAS
Uf
: Elena se para a recuperar el aliento :
Y yo que pensaba que el capítulo anterior había sido difícil de escribir. Pues éste traumático. Mala fase estoy pasando, con un poco de suerte espero que esto cambie para el próximo capítulo, que ya os prometo anticipadamente que no tardará tanto en publicarse.
Antes que nada, tengo que agradeceros infinitamente a todos los que habéis dejado review en el capítulo cinco y en los anteriores, por vuestra enorme paciencia y vuestras fantásticas palabras. Muchas gracias, vosotros sois los que me dais los ánimos para seguir.
Y ahora, curiosidades varias:
slečna: señorita
ragazza bella: hermosa joven/señorita/chica, no lo tengo muy claro (pero os hacéis a la idea¿no?)
- Para quien no lo sepa, la sosa es un compuesto químico (si no recuerdo mal, el óxido de sodio). No conozco sus propiedades, pero si sé que una ingestión accidental provoca lo que Ginny describe.
- A pesar de lo que alguien pueda pensar (ehem... Flor... ehem) mi conocimiento de los licores checos se limita a lo que viene en las guías de viajes, así que no he tenido el gusto (o el disgusto) de probarlos. Esto quiere decir que tal vez he metido la pata y puede que no sean tan fuertes como yo los pinto; si no es así, tomadlo como una licencia artística.
- No hablo italiano y por supuesto tampoco checo, así que quizá os encontréis más de un error en este sentido.
- Killing me softly es una bellísima canción de Roberta Flack (es la que está sonando de fondo cuando Ginny y Draco están en el bar muggle). He titulado así el capítulo porque me parece una manera fantástica y casi poética de describir lo que Draco provoca en Ginny (stumming my pain with his fingers, singing my life with his words... :se aleja cantando:)
Este capítulo va dedicado, como siempre, a Lidia, Sara, Flor y a nuestra medio-desaparecida Mane, por aguantar mis paranoias, por darme siempre una opinión sincera, y por animarme cuando estaba desesperada por la falta de inspiración. Muchísimas gracias, niñas. Sois las mejores.
Flor: ¡Hola, mosquetera! Todo un gusto tenerte por aquí. Ains, no sabes cómo me alegro que te gustara, ya sabes el enorme problema que me dio cierta escenita de capi 5 (a ti te tengo que agradecer, por cierto, conseguir la inspiración para escribirla). La carne es débil, yo tampoco habría tenido la suficiente fuerza de voluntad para apartarme de Draco como hizo Ginny. Pero es que Draco... :babas: Mm, vale. Que me desvío. Jeje. Qué gracia me hace leerte. Pos nada, no creo que haya mejor cumplido que me puedas dar que decirme que tuviste que ponerte en plan servicio de limpieza de babas. Sí, Danubio Azul es la mítica. De hecho es muy probable que yo, avergonzada inculta de la música clásica, sólo conozca ese vals. En fin, habrá que investigar. Mi musa y yo te agradecemos todo lo que haces por nosotras, en serio. ¡Que sería de nuestras tardes sin ciertas conversaciones delirantes de MSN! Muchísimas gracias por lo que dices, guapa.
Deiv: ‚?Hola:Elena da saltitos: Siempre es un placer que alguien que escribe tan, pero tan fantásticamente bien como tú me diga que le gusta lo que hago. Infinitas gracias, en serio. Si he conseguido convertirte al D/G, me doy por satisfecha. Si encima consigo que te apuntes a clases de vals, te dedicaré un capítulo todo para ti XD. Y que tú también me pones una sonrisa en la boca con estas palabras tan alegres, en serio. ¡Millones de gracias!
Mayra Potter: Me despisté un poco al ver tu nick, pero ahora ya te conozco, jeje. ¿Te alegré la tarde? Jope, no sabes cuánto me alegro de leer esto. Éste es el tipo de cosas que me encanta leer porque me dejan toda feliz. ¿Así que tu parte favorita fue la del baile? Bueno, también fue mi favorita para escribir. Sólo que en mi cabeza no estaba Ginny, sino yo. Pero bueno... no se puede tener todo. ¿Que si Draco abrazó a Ginny mientras dormía? Oh, bueno... eso se lo tendrás que preguntar a él :risita:
Potty: ¿Celos? Jajaja. Eso me ha gustado. Oye, me tienes que dejar que me quede con lo de bomboncito de chocolate blanco ¡es fantástico¿La autora cruel? Bueno... hay que tener en cuenta que, como ya he dicho alguna vez, Draco es propiedad exclusiva de Mileya... que se lo presta a Ginny a veces (de ilusiones también se vive¿no?) Jeje. ¿Un triángulo entre Ginny, Draco y Milos¡Jamás se me habría ocurrido! (mira que sois retorcidos :P) Pero no, de momento no. Bastante tiene Ginny con manejarle a él como para agregar otro mortífago al pack. ¡Y claro que se resiste! Aún estamos en el capítulo 5 ¡tienen mucho tiempo ¿Lesbianismo¿Bisexualidad:Elena cae desmayada:
Hecate-san: ¡Me alegro que te guste mi Ginny! Es uno de los problemas que tengo con la manera en que JKR trata a estos personajes, se empeña en dejarlos en un nivel muy superficial. ¿Tierno de archivos X? Jajaja. Ay madre. Me encanta cuando me decís estas cosas. ¡Muchas gracias por opinar!
Anasazi: ¡Mi Sara! XD ¿Así que la descripción de lo del mausoleo te recuerda a Drácula por lo tenebroso? Caramba, vaya cumplido más grande. :achuNchones: La inscripción me dio trabajo encontrarla, créeme. Debí leerme unas trescientas frases célebres en latín hasta que di con ésta, que me pareció simplemente perfecta. ¡Hombres de pelo largo! Mm... no lo había pensado nunca, pero es muuuuy probable que tenga una debilidad por ellos :la mente de Elena viaja a las nubes: Y sí, exactamente, lo de Colin es igual que lo de Regulus. Qué mente tienes para recordar los detalles. Jaja. ¿Espiar los sueños de Draco? Seguro que te ofrecerías voluntaria si en vez de Draco ponemos : tos, tos : Nevile : tos, tos : otro nombre. Lo siento, Sara. El puesto de despertadora (¿) oficial de Draco ya está ocupado. Por mí, claramente. Si me prometen que cuando tenga frio, alguien me va a calentar asi, me mudo para el Artico! Bwahahah. Esto me ha encantado. Me mudo contigo y nos llevamos a Nev y a Draco. ¿hace? Jes. Todo el mundo sospecha de Milos. Mi pobre chiquitín está incomprendido :llora: Muchas gracias, Sara, en serio. Por los ánimos.
Dama-Blanca: Jeje. No te preocupes, wapa, ya sabes que te agradezco el review lo dejes al principio o al final. Siempre queda guardadito como oro en paño . Pobre Colin, sí. No eligió un buen camino, y lo acabó pagando. :suspira¿Draco sin camiseta sobre ti? Lidia, niña, no proyectes tus deseos. Sabes que no será posible realizarlos y entonces la caída será dura :P ¿Tu cuello? Alguien tiene un problema con los posesivos, bweheheh. Y sí, una bata de raso. Para comérselo enterito. Sí, con patatas. Y no, no durmieron dos veces juntos XD. ¿Así que pesimista, eh? Jes. Bueno, siempre se necesita alguien así. Y sí, agradécele a Milos la fiesta de cumpleaños. A partir de ahí empezarán a pasar cosas :risilla: Jajaja. ¿Imprimir y empapelar? Ay Lidia. ¿Qué te tomaste en el Cola-Cao de esta mañana? No sabes cómo me haces sonreír leyéndote, niña. :abrazotes:
Hikari Takaishi Y: ¡Reviewera 100¡Reviewera 100! Jejeej. Jope, que ilusión más grande me hace leerte por aquí. ¿Te abrí los ojos ante una nueva visión D/G:Elena se mete en el rincón más oscuro que pueda encontrar: No me digas esas cosas, que me sacas los colores. Y tengo un aspecto muy raro cuando estoy colorada, te lo advierto. Estamos de acuerdo entonces en donar gustosamente al Draco del canon para alimentar al calamar. Lo mismo se indigestaría, pobre bicho. Por eso escribo D/G, es una manera de corregir las injusticias que JKR comete con él. Jaja. "Entonces Draco se acerca a Hikari y censurado, luego censurado y al final triplemente censurado" Gracias por opinar aquí, en serio. Es un enooooooorme honor
Y también millones de gracias a ivita black, Hermi de Harry, Deby, ROHERMIONE, eire, pupi-chan, Narwen Weasley, zoe simitis, Luthien, Gin W. Black, S. Lily Potter, K will be mine 4ever, anzu, Little Potter y abin. Es un gusto teneros por aquí.
