A fin a mi signo del zodiaco,
y con tu futuro ya resuelto,
nunca bebes y odias el tabaco,
tú debes de ser un gran prospecto

El otoño se llevó tu pelo
y escondes la panza bajo el saco
es cierto que no eres un modelo
pero me derrites con tu trato
Dudo como un pez frente al anzuelo
de una vez te tomo o te dejo.

Tenía que verlo, necesitaba saber cómo se encontraba. Más aún, tenía que decirle que sí, que se quedaría con él para siempre. Estaba decidida.

Si bien iba a esperar hasta la noche, no podía aguantar decirle todo lo que sentía. Además, quizás esta noche no quisiera estar con ella, más que mal, estaba enfermo.

Tras dejar a Harry, se había dirigido camino al lago. Pero algo le decía que tenía que volver; y así fue como se volteó y volvió a la enfermería.

-Hermione, ¡volviste! Me alegro, me sentía bastante sol…-

La chica solo le mandó un beso con la mano, mientras seguía caminando raudamente hacia el final.

No debía faltar mucho, había visto como Pansy doblaba a la derecha en la esquina, por lo que ella hizo lo mismo. Y ahí estaba, recostado y tapado solo hasta las caderas. "Demonios, ahí está Parkinson. ¿Qué no lo puede dejar solo un momento?" La maldijo, aunque la comprendía. Si por ella fuera, también estaría siempre a su lado. Vio como Draco abría lentamente los ojos, al momento en que la Slytherin se levantaba.

-Y bien, ¿me explicarás que fue toda esa escenita?- decía de brazos cruzados y con el labio torcido.

-¿De qué hablas, Pansy?- preguntaba.

-¿Qué de qué hablo? ¡Por favor, Draco! Mientras estábamos juntos la llamabas a… ¡¡ella!- gritó furiosa.

¿Ella? ¿Quién demonios era ella? Lo último que recordaba era cuando Pansy entró a su habitación. Hermione estaba mirando desde la esquina; sentía un profundo dolor. Aunque era de esperar que Draco se hiciera el desentendido, después de todo, su relación era un secreto.

-Podrías ser un poco más hombre, Draco. Bien sabes que la llamabas… Llamabas a esa sangre sucia asquerosa.- Pansy estaba furiosa, su rostro ya no podía estar más rojo.

-No… la… llames… así.- dijo con los dientes apretados, sin importarle la expresión de sorpresa de su futura novia.

Eres casi el hombre perfecto,
el que busqué por tanto tiempo,
el que me hace vibrar la piel y el esqueleto
Eres casi el hombre perfecto
el que yo imaginé en mi sueños,
de los que rara vez se pueden ver,
debiste nacer en año bisiesto.
No me deslumbró tu convertible,

como tu porte de caballero.
Si bien el dinero a veces sirve,
es tu amor lo único que quiero.

Poco a poco Hermione sintió un cosquilleo en su estómago. "¿Me está defendiendo?" Se sentía muy halagada. No podía creer que él hubiese dicho eso. Sabía que aún no debía interrumpir, necesitaba oír más, asegurarse.

-¡Tú no tienes derecho a llamarla así, Parkinson! ¡No la conoces!- vociferaba espeluznantemente el rubicundo.

-¿Y acaso tú si? ¿Me he perdido de algo?- preguntó con sorna, levantando una ceja.

Draco cayó en cuenta del error que había cometido. "¿Por qué la defiendo?", ni él lo sabía. Mentira, sí lo sabía. "Yo soy el único que puede llamarla así" se dijo con firmeza.

-Sí, Pansy, al parecer perdiste algo… Las últimas neuronas que te quedaban.- dijo molesto. Odiaba tener que dar explicaciones. –Además, si te dije que no llamaras así, es porque… hmm…-dudó un momento. ¿Qué podía inventar?

–Ah, sí. Yo le inventé ese apodo, y yo no más puedo llamarla así.-

Hermione rió por lo bajo; ni siquiera él mismo se había creído tal mentira. A diferencia de ellos, Pansy lo miró curiosa.

-Te lo dejaré pasar por esta vez, Draco. Solo porque tenías fiebre y según la sra. Pomfrey, estabas delirando. ¡Ya lo creo! Me da náuseas solo el pensar en Granger.-

Draco la miró ceñudo, y Hermione agradeció para así aquel gesto. Además, la Gryffindor pudo notar como el Slytherin apretaba las manos, haciendo que la manta se recogiera. "¿Cómo no amarlo?", se preguntó.

Era imposible; si bien su genio no era el ideal, su perfección contrarrestaba aquel pequeño defecto. Tenía el porte de un caballero típico de la realeza; su físico era mejor aún que de un deportista elite; su nariz era pequeña y respingada, dándole aire de superioridad; sus labios eran pequeños y delgados, siendo provocativos para cualquiera que los mirase; el cabello de él era dorado y caía raudamente por sus mejillas, haciendo que la sensualidad innata de Draco se acentuara aún más; y sus ojos… Sin duda alguna era lo que Hermione más adoraba. Eran grandes y grisáceos, aunque cambiaban de color según el clima (manteniendo el color gris, pero variando en el tono). Irradiaban un brillo único, que el que lo mirara se perdía en ellos por horas, eran como un imán, como la miel que atrae a las abejas, eran… perfectos.

Todo un cuarentón con privilegios
me presumes frente a tus amigos
te gustan los niños y los juegos
eres el ejemplo de marido
Tu serías un hombre perfecto,
si no fuera que tienes un secreto
Eres casi el hombre perfecto,
el que busqué por tanto tiempo,
el que me hace vibrar la piel y el esqueleto.

-¿No me piensas dejar un momento solo?- le preguntó Draco a Pansy, después de un largo lapso de silencio.

Lo miró sonriente, pero el rubio pudo notar bien que tenía un dejo de malicia y suspicacia.

-¿Para qué irme? Si puedo terminar lo que comenzamos en tu recámara…- respondió mientras se acercaba peligrosamente al enfermo.

"Un momento, ¿qué comenzaron?" se preocupó Hermione.

-¡Quítate, mujer! ¡Dios mío! Sé que soy irresistible, pero…- meditó unos segundos. –Tú no provocas nada en mí.-

Ahora, eran Draco y Hermione los que sonreían maliciosamente.

-No parecía eso en la mañana…-

La disputa se hacía cada vez más tensa. Era primera vez que Pansy se tomaba la atribución de debatir algo con Draco, ya que él siempre se quedaba con la razón.

"¿En la mañana? ¡Pero si estaba conmigo, imbécil!"

Las ansias de intervenir en el dimes y diretes se acentuaban cada vez más, pero las ganas de saber qué sentía o haría Draco por ella eran mayores. Debía estar segura antes de arriesgarse a decirle todo lo que él provocaba en ella.

-Bien lo sabes, Pansy. Fuiste tú misma la que me dijo que yo llamaba a… ¿Hermione?-

"¡Merlín!". Hermione no aguantaba más las ganas de besarlo, sobre todo cuando ponía esa sonrisa tan provocadora.

Eres casi el hombre perfecto
el que yo imaginé en mi sueños
de los que rara vez se pueden ver
debiste nacer en año bisiesto.

-Me tientas, Draco…-

-Sé que soy irresistible, Pansy…-

-No, no te equivoques.- sonrió aún más astuta. –Me tientas a contarle todo a tu padre.

Hermione esperaba una cruda respuesta por parte de Draco; pero no sucedió. Al parecer había tocado su talón de Aquiles. La castaña vio como la sonrisa y el brillo en los ojos del chico desaparecían inmediatamente.

-Ya lo sabes, Draco. Estás advertido… No, no es una advertencia. Es una amenaza…- dijo mientras se ponía de pie. –Sabes bien que a tu padre no le gustaría saber que tienes algo o que piensas en una sangre sucia. Y menos aún cuando sabes que yo soy tu futura…-

Tú serías el hombre perfecto,
pero solo tienes un defecto:

-Esposa…-

Que no eres soltero…