Aquella noche sentí en silencio como un crujido en el alma,
que me hizo pensar que este amor llegó al final.
Y desde entonces vivo en recuerdos,
y no puedo salir de esta nostalgia.
Te fuiste con mi vida sin pensar.

No había podido conciliar el sueño durante toda la noche. Si bien sus amigos estuvieron hasta altas horas de la madrugada consolándola, aún la tristeza que sentía parecía no querer abandonarla.

Aún podía recordar cada sensual caricia, cada fogoso beso, cada ardiente mirada. Aún podía sentir su respiración agitada encima de ella, aún podía sentirse desnudada ante aquellos ojos en los que sus fantasías se volvían realidad… Aún lo podía sentir.

Era domingo, y recordarlo la apenó aún más. Los domingos solía despertarse junto al hombre que le estaba provocando aquel martirio que sentía; junto al hombre que despertaba en ella los deseos más impensables y ocultos que alguien pudiese tener.

Se quitó las ropas que sus dos amigas le habían proporcionado la noche anterior, y decidió ir a darse un buen baño. Se debía preparar. Preparar para fingir una felicidad que distaba de sentirla. Preparar para hacerle creer a Draco Malfoy, el príncipe de Slytherin, que su vida seguía tal cual como si él nunca hubiese pasado por sus noches lujuriosas.

Abrió la perilla de la ducha y dejó caer la fría y congeladora agua sobre su cándido cuerpo moreno. Quería borrar toda huella que aquel hombre había dejado en ella, pero aún así sabía que la huella que había dejado en su corazón no se borraría jamás.

Después de unos minutos salió de la bañera y comenzó a secarse. En cuanto estuvo lista, se miró al espejo. El cuerpo de niña, que meses atrás la acompañaba por doquier, ya no se encontraba. Había dado paso al cuerpo de una mujer; una mujer hecha, y deshecha por él… Por Draco Malfoy.

Subió su vista aún más, contemplando sus hombros. Aquellos hombros que la traicionaban cada vez que él los acariciaba; aquellos hombros que la hacían estremecerse cuando él los agasajaba con sus labios.

Luego, miró su rostro. Sus ojos eran asediados por enormes ojeras, producto del insomnio que había sufrido. Miró su nariz, y recordó las tantas veces que él le había dicho que le encantaba. Bajó más su mirada y vio su labio inferior: aún seguía la carne viva por el mordisco que le había dado él.

Lo tocó con su índice, y se lo rasguñó. Nuevamente la sangre comenzaba a salir, pero con más contundencia. No podía creer que aquel hombre le hubiese hecho aquello… Más aún, no entendía por qué. Si después de todo, ella había sido un juego.

Y aquí sigo intentando borrar todo el pasado
de un amor que fue todo lo que ves,
no sé cómo caminar.
Y aquí sigo escapando, de ti quiero encontrar
otra vez mi verdad, la que un día más
me dará fuerzas para continuar.

Tomó un pequeño extremo de la blanca toalla que tenía cerca e intentó contener la hemorragia, apretando fuertemente su labio inferior.

Después de unos minutos, su herida dejó de sangrar. Luego, se envolvió en su bata y se dirigió a la recámara. Sin ánimos, sacó un par de prendas de su ropero, sin siquiera fijarse si combinaban o si estaba de acuerdo al frío día que hacía. Pero de repente se acordó… "Debes fingir, Hermione.", se recordó a sí misma.

Devolvió las horripilantes pilchas a su lugar, y en cambio, comenzó a ponerse unos pantalones negros que se ajustaban perfectamente a sus caderas. Aunque le quedaba un tanto estrecho, recordó que Ginny siempre le había dicho que le quedaba a la perfección. Luego, tomó una camiseta negra, que en sus mangas tenía rayas horizontales color fucsia. No sin antes ponerse el sujetador, se la colocó y la acomodó de acuerdo a su contextura. Inspeccionó momentáneamente sus zapatos, y optó por unas zapatillas fucsias que combinaban con su camiseta.

Iba decidida a abandonar su habitación, cuando recordó lo que había visto en el espejo. Sus ojeras, sus ojos rojizos, su herida… Rápidamente se dirigió al tocador de Parvati y tomó sin pedir permiso sus maquillajes. "No creo que le moleste. Siempre me dijo que los usara…", recordó.

No tenía ni la más mínima idea de cómo pintarse, nunca en su vida se había puesto algo de aquello a excepción de un labial transparente brillante. Sin siquiera saber para qué servía cada producto, comenzó a untarse cada crema, rimel, sombra o labial que encontraba.

Cuando finalizó, se miró al espejo y le agradó lo que vio. "Por lo menos me quita la cara de espanto con la que me levanté"

Raudamente bajó a la sala común, esperando encontrarse con algún conocido; le daba pavor ir sola a la sala común. Para su pesar, la sala estaba completamente vacía. Se armó de coraje y sola se dirigió a su destino. Sola, tan sola como su corazón se sentía a pesar de que contaba con el amor de sus padres y sus amigos.

En la rutina que estoy viviendo,
no hallo un solo momento de poder disfrutar
de esperanzas para amar.
Ya soy amiga de mi tormento.
Ayúdame a olvidarte sin despecho,
Ayúdame a volver a respirar.

Estaba paralizada frente a la puerta del gran salón. Temía entrar. Tenía miedo de entrar y toparse con aquellos grisáceos ojos que la asediaban siempre que se dirigía a la mesa Gryffindor; aquellos ojos que la miraban con deseo y pasión, y que seguramente ahora la mirarían con odio y rencor.

Suspiró. Un suspiró que hubiese deseado que perdurara por la eternidad… Más aún, se armó de fuerzas y abrió las puertas.

El gran comedor estaba habitado por escasos estudiantes; puesto que como día domingo, la mayoría se levantaba más allá del mediodía. Por un momento pensó en mirar hacia la mesa de las serpientes, aunque fuera de reojo, pero no se atrevió. El temor y la angustia aún la atormentaban, aún calaban profundamente en su alma…

Rígidamente se dirigió a su habitual asiento, y agradeció a todos los santos al ver a sus dos amigos esperándola.

Harry la miraba con dulzura, esbozando una sonrisa apenas visible. Mientras que Ron, con la cabeza en alto, sin importarle su amoratado ojo y su ceja malherida, sonreía alegremente.

Al sentarse, sus fieles amigos la besaron con ternura. Ternura… Les agradecía, pero ¡cómo extrañaba los besos apasionados de Malfoy!

-¿Todo bien, Herms?- preguntó repentinamente el chico de la cicatriz.

Mintiendo, Hermione asintió. ¿Cómo iba a estar todo bien¿Cómo? Si cada hora que pasaba su respiración pausaba mortalmente. ¿Cómo? Si cada minuto se sentía con menos fuerzas para seguir con su lucha interior. ¿Cómo? Si a cada segundo sentía que moriría de un instante a otro por tan solo carecer de las miradas y caricias de él. ¿Cómo?

-Recuerda, Herms, que de hoy en adelante serás la novia oficial de Ron.- prosiguió el moreno.

Ella solamente volvió a asentir. No le importaba ser la novia de Ron, de Harry, de Seamus… hasta del pobre Neville. Nada le importaba, solo quería desfallecer en aquel instante.

Cada vez que las puertas del salón se abrían, ella miraba esperanzada por encontrarse con aquel muchacho que con tal solo mirarla hacía que su cuerpo se estremeciera bruscamente y que su corazón palpitara al borde de la taquicardia.

Las puertas volvieron a abrirse, pero no se volteó. Era inútil, sabía que probablemente él no vendría.

-Hermione¿qué le pasó a tu labio?- inquirió Ron, rompiendo el tenso silencio que se había prolongado por demasiado tiempo.

Instintivamente, mientras las puertas volvían a abrirse, llevó su índice a donde Ron había apuntado. Asumió que la noche anterior, producto de la oscuridad, ni Ron ni Harry se habían percatado de la magulladura. La tocó, la rozó… Lo recordó.

"Y esto, Granger… Es para que mientras estés haciendo el amor con otro, recuerdes que siempre que ¡yo fui el primero¡Para que cuando estés haciendo el amor con otro clames por mis caricias, mis besos, mi calor!"

Recordaba las palabras de Draco como si hubiesen sido grabadas a fuego en su mente. Aún podía sentir las caricias y besos de él tatuados para siempre en su cuerpo. Oía claramente los susurros que él siempre le decía cuando la estaba haciendo suya.

Las puertas, una vez más, volvieron a abrirse.

Hermione sintió como Ron pasaba ambas manos sobre su cintura, rodeándola y haciéndola sentir sumamente incómoda.

Sintió como un calor repentino se apoderaba de su cuerpo, aquel calor que sentía cuando era observada por él

Se volteó exasperada y lo vio. Draco Malfoy entraba al Gran Comedor acompañado por la soledad, dirigiendo una cruda y fría mirada hacia la mesa de los leones. En cuanto vio que Hermione lo miraba directamente a sus pupilas, mientras era abrazada por el pelirrojo, sonrió notoriamente.

Aquella sonrisa por la cual Hermione se derretía, por la cual era capaz de morir en aquel instante por tan solo verla una vez más. Aquella sonrisa de la cual se había enamorado ciegamente…

El pelirrojo, al ver la reacción tanto de Hermione como de Draco, no dudó un minuto más.

Delicadamente, volteó la cabeza de la chica por la barbilla y le depositó un suave beso, apenas rozándole los labios.

Y quiero pensar que quizás
Mañana vuelva a ver amanecer.
Hoy quisiera pensar que voy a escapar
de esta inmensa soledad.
Quizás muy pronto,
no sé cuándo ni con quién,
tendré el coraje de mirar atrás
para enfrentarme con mi realidad.

Cuando Ron la dejó respirar otra vez, Hermione no se creyó capaz de mirar al rubicundo. No, no podía hacerlo. Si lo hubiese hecho, se habría zafado de cualquier manera del chico que le había dado un beso y hubiese ido corriendo a los brazos de aquel chico de ojos grisáceos gritándole a los cuatro vientos cuánto lo amaba, cuánto necesitaba sus besos, sus caricias, su piel… Cuánto lo necesitaba a él.


Lo sé, lo sé... Nada de acción, pero no podía dejar pasar lo que Herms sentía... Necesitaba expresarlo xDD Seeh, sho tb tengo penita UU Todo por un maldito vicio: Fumar. Correcto¿estúpido no? Pero bueno, mañana dejo de fumar y eso para mí, es .. casi tan triste como lo que Hermione está sintiendo xDDD Bueno, mañana si que respondo los reviews ... ya que me tengo que ir a dormir porque mañana tengo clases desde las 8:30 hasta las 20:15 (Para qeu vean, acá en Chile son unos explotadores)

Gracias por los reviews (en realidad, MUCHAS GRACIAS. Es muy reconfortante cuando se recibe uno)

Besos y saludos a todos :)