En
esta noche eterna busco un resto de mi sol.
El mundo que
recuerdo…
Vida a vida como todo, se apagó.
Pensar que
pude haber salvado,
quise ser Gulliver, y nunca fui Gulliver.
En
esta noche oscura como siempre me perderé,
pisando tierra
yerma y perseguido por la voz de lo que sé.
Y sé que
se me fue la mano;
Pero era ya tarde, muy tarde.
-¿CÓMO ME LLAMASTE?- gritaron ambos chicos al unísono, mientras rápidamente tomaban distancia entre sí.
-¿Me llamaste…?- volvieron a repetir al mismo tiempo.
Se miraban atónitamente; Pansy lo miraba indignada por haberla confundido con Hermione, mientras que Draco intentaba asimilar el nombre con que Pansy lo había confundido.
-Entonces…- comenzó a balbucear el muchacho, haciendo memoria de una de sus noches en Hogwarts. -¿Eras tú la que estaba con Blaise cuando pisé el sujetador?-
Pansy asintió vergonzosamente mientras comenzaba a vestirse; se maldecía mil veces por haber llamado al moreno en vez de haber nombrado al rubicundo que tenía enfrente.
-¿Y por qué ninguno me lo había dicho?- preguntaba indignadamente, mientras terminaba de cerrar el último botón de su camisa. Su había aprendido algo con Hermione, era el cómo abrochar y desabrochar en un dos por tres.
Sin poder responderle, ambos se giraron hacia la puerta al ver como ésta se abría. Sin siquiera dirigirle una palabra, Draco se acercó a Blaise, el cual notaba una leve mejoría de su borrachera, y le asentó un golpe en el centro del estómago.
-¡DRACO!- chilló Pansy, corriendo a socorrer a su amado moreno.
-¡YO TE CONSIDERABA MI AMIGO, ZABINI!- le gritaba al muchacho que se estaba sobando el vientre, intentando detener aquel ardor que sentía, mientras miraba consternado a Pansy.
-¿CON QUÉ DERECHO VIENES A RECLAMARLE, DRACO?- vociferaba Pansy, sin dejar de sostener a Blaise. -¡SI MIENTRAS ERAS MI PROMETIDO TE ACOSTABAS CON GRANGER!-
-¡ESTO ES ASUNTO DE HOMBRES, PARKINSON!- le gritó, para luego empujarla violentamente, haciendo que la chica soltara al moreno, quien aún no entendía nada de lo que estaba sucediendo. Sí, de alguna manera debía liberar la frustración que sentía por ser quien malditamente era. -¿POR QUÉ NO ME LO DIJISTE ANTES?-
-¿Y qué querías, que te dijera: Draco, amigo mío, me acuesto con tu futura esposa?- le preguntó Blaise con sorna, pero manteniendo la calma. Después de todo, la verdad había salido a flote, y un par de griteríos no la escondería otra vez.
-¡No es eso, Blaise!- le reprochó, reprendiéndolo con menos dureza. -¡Esto cambia todo!...-
-¡No!... No cambia nada. Tú te casas con Parkinson y punto. Por otro lado, yo solo vine a decirles que tu padre nos está esperando…-
-¿Estás mejor, Herms?-
La castaña miró los ojos verdes que la observaban con aprensión; aún no había podido detener sus amarga lágrimas… Aún podía sentir la opresión de Ron en sus muñecas, y más aún, ver la diabólica mirada con que la intimidaba.
Estaban en la sala común de Premios Anuales; habían llegado ahí luego de que Harry golpeara unas cuantas veces a Ron, puesto que éste no había tenido intención alguna de soltar a Hermione.
Aún podía oír las últimas palabras de un ensangrentado Ron, que decía con malicia desde el suelo de la sala común de Gryffindor: "¡Tú eres mía, Hermione!... ¡Y esta, me las pagas!"
Harry le secó las lágrimas con un pañuelo, mientras que con la otra mano le acariciaba una de sus muñecas, intentando alivianar el dolor de la muchacha.
-No sé que voy a hacer, Harry… Esto quedará marcado y alguien lo puede notar.- le dijo preocupadamente, mientras señalaba sus amoratadas muñecas.
-¡Maldito Ron!... ¿Cómo fue capaz de hacerte esto?-
-No lo sé… Pero me da miedo.-
-No te preocupes, Herms… Yo estoy aquí para cuidarte.-
La castaña se acostó sobre el regazo de su, ahora, único amigo. Harry, que estaba sentado junto a ella en el sofá, se acomodó en éste preparándose para dormir ahí.
Hermione agradeció el gesto de su amigo; primero salvarla, y luego, disponerse a pasar una incómoda noche sentado en un sillón, sin dejar de recalcar que la habitación parecía un témpano. Poco a poco, se fue quedando dormida, imaginando que descansaba sobre el regazo de un rubicundo que seguramente estaría formalizando su compromiso.
Y
grito herido no; un no que estalla en mil pedazos.
Un no que cae
en el olvido; inútil, pequeño y perdido.
Y grito
herido no, tan fuerte y tan desesperado.
Tan grande, solitario y
vencido.
Inútil, pequeño, perdido...
Y grito no,
no...
-Familia…- comenzaba a recitar Lucius Malfoy a los presentes, mientras que Draco bebía descaradamente vodka, ignorando las miradas acusadoras que lo asediaban. –Si nos hemos reunido aquí hoy, es para….-
El muchacho prefirió no prestar atención al discurso de su padre; estaba ingeniándoselas para romper con aquella falsedad, costase lo que costase.
Aún sentía cierto recelo por Blaise, quien no lo dejaba de mirar; no era porque se hubiese acostado con su prometida, si no que le dolía que no hubiese confiado en él. Después de todo, eran amigos.
¡Cuánto hubiese querido estar esa noche con Granger!... Haber visto su rostro al recibir el regalo y la carta, haberle dicho cuánto la amaba, haber compartido la oscuridad de la noche junto a ella…
-Después de todo; la unión que se celebrará en seis meses más es esperada por todo el mundo mágico: una unión de pureza, de linaje, de sangres limpias…-
-¡YA BASTA!-
Todos los ojos se posaron en Pansy, quien estaba de pie mirando fijamente a Lucius Malfoy, y de paso, interrumpiendo su aburridísimo discurso.
-Hija¿qué sucede?- preguntó su padre, mirando a Lucius como pidiéndole disculpas.
-¡ESTO ES UNA FARSA!- gritó ahora Blaise, llamando la atención de los presentes. –¡ELLOS NO SE PUEDEN CASAR!-
Lucius frunció el seño, adoptando una tétrica expresión, pero aún así, manteniendo la calma.
-¿Por qué no?- preguntó mirando a su hijo, esperando que ahora fuese él el que interrumpiera.
-¡PORQUE YO LA AMO!- gritó Blaise, a lo cual todas las miradas lo observaban acusadoramente. A excepción de Pansy, obviamente, que miraba con ilusión al muchacho. Si bien habían mantenido durante dos años una furtiva relación a espaldas del mundo, nunca pensó que aquel muchacho llegase a sentir lo mismo que ella sentía en ese momento.
-¡NOSOTROS NO AMAMOS, ZABINI!- Lucius lucía aterrador; se encontraba de pie y con los ojos prácticamente desorbitados. Pero aún así, el enamorado moreno no se intimidaba.
-Entonces no sé que será lo que siento por Pansy… Pero de lo que estoy seguro… ¡ES QUE NO PERMITIRÉ QUE SE CASE CON DRACO AUNQUE SEA LO ÚLTIMO QUE HAGA!-
Todos los adultos, exceptuando a Lucius, miraban atónitamente el enfrentamiento verbal que tenía el patriarca Malfoy con el joven Zabini. Draco había pensado en intervenir de todos modos, pero no había esperado tal declaración de su amigo. En parte, sentía un gran alivio gracias a él. Después de todo, su padre no lo reprendería.
Lucius lo miraba con desprecio, mientras que Blaise le dirigía una mirada desafiante, haciéndole entender al rubicundo adulto que no se dejaría vencer.
-Si eso es lo que quieres, Blaise…- comenzó a decir que odio. Los adultos sabían que esas palabras de Lucius significaban algo más, puesto que muy bien lo conocían. La madre del moreno inmediatamente se levantó de su asiento para socorrer a su hijo, pero su esposo la retuvo mirándola con asentimiento (sabía que ponerse en el bando contrario de Lucius traía peores consecuencias). Los Parkinson aún no podían reaccionar; encontraban una tremendísima falta de respeto lo que ambos muchachos habían hecho. –Entonces, será lo último que hagas.-
Draco veía como su padre, sutilmente, deslizaba su varita entre sus manos…
-¡Avada Kedabr…!-
-¡DETENTE!-
El príncipe de Slytherin se encontraba entre la varita de su propio padre y el cuerpo de su amigo.
-¡Quítate, Draco!- le espetaba furiosamente.
-¡NO!- gritó él, mientras que los padres de Pansy, retenían a su hija que chillaba por socorrer a su amado. -¿QUÉ NO ENTIENDES, PADRE?-
-¿Qué debo entender?- preguntó curiosamente Lucius, aún manteniendo la varita en alto.
-¡QUE PORQUE TÚ, PADRE, NO TENGAS SENTIMIENTOS QUIERE DECIR QUE ELLOS TAMPOCO!- le gritaba, olvidándose de las consecuencias que sus palabras le podrían traer. Total, si ya había comenzado… Terminaría a toda costa. -¡Y YO NO ME QUIERO CASAR CON PANSY!-
-¡PERO ES LO QUE YO TE ORDENO!... ¡Y ES LO QUE HARÁS!-
-¡NO!... ¡SI ME CASO, LO HARÉ CON LA MUJER QUE AMO!... ¡SÍ, PADRE!. ¡MIENTRAS TE DEDICABAS A PLANEAR MI FUTURO, ME ENAMORÉ!- le espetó al ver la cara de asombro de su progenitor. -¡Y SI ESO TE SORPRENDE… MÁS AÚN TE SORPRENDERÁ SABER QUE ME ENAMORÉ DE UNA SANGRE SUCIA, LA AMIGA DE HARRY POTTER, DE HERMIONE GRANGER!-
-¡HIJO DE…!- lo garabateó apuntándolo directamente al corazón. -¡CRUCIO!-
En
esta noche oscura ya no cabe posibilidad, de darle vida a nada;
lo
que muere para siempre muerto está.
Y duele tanto echar de
menos;
quise ser Gulliver, y nunca fui Gulliver.
Y
grito herido no, tan fuerte y tan desesperado.
Tan grande,
solitario y vencido.
Inútil, pequeño, perdido...
Y
grito no, no...
Un rayo de sol se escapaba de entre las cortinas; aquel rayo que daba directamente en el rostro de una pequeña que dormía sobre el regazo de un incómodo chico.
Mantuvo los ojos cerrados, a pesar de que el brillo del sol le escocía los párpados; pero prefirió quedarse así y pensar que se encontraba en la cama de un Slytherin, y pensar que todo lo que había sucedido la noche anterior había sido una terrible pesadilla. Más aún, cayó en cuenta de que no olía a menta, si no que la persona que estaba junto a ella dejaba un aroma a melón entremezclado con puré de patatas. Y por si fuera poco para caer en la cruda realidad, miró el torso que tenía en frente: no era musculoso ni tonificado como el del muchacho que deseaba encontrar ahí, era todo lo contrario.
-¿Harry?- susurró.
-Ya era hora que te despertaras, dormilona. ¡Merlín, tú sí que sabes lo que es roncar!-
Aquella última frase quedó retumbando en sus tímpanos; esas mismas palabras se le hacían muy familiares, y sin saber por qué, le comenzó a dar una repentina nostalgia.
Ignorando aquel sentimiento, Hermione sonrió tiernamente y se sentó junto a su amigo.
Harry aprovechó aquella instancia para estirar sus extremidades con placer; después de todo, había pasado una pésima noche entre los ronquidos de su amiga y la incomodidad de su posición, la cual no había querido cambiar, para así no molestar el sueño de la castaña.
-¿Qué haré con lo de Ron, Harry?- el aludido la miró con un dejo de sentirse ofendido.
-¿Disculpa?... Te corrijo: "qué haremos". Ayer te lo dije, Herms, yo estoy contigo. No te dejaré sola.-
La chica agradeció con un estrecho abrazo el gesto de su amigo; estaba dispuesto a todo, inclusive enfrentar a su casi hermano, por ella.
-Pero no lo sé… Quizás es mejor dejar que pase un poco de tiempo; para así alivianar los ánimos¿no crees?- Hermione asintió, puesto que aún sentía un enorme resentimiento con el pelirrojo. Miró sus muñecas; Ron las había marcado. Y no como la había marcado Draco, puesto que el brillo que ambos irradiaban en aquellos momentos, eran totalmente diferentes. El de Draco había sido un centelleo de deseo, mientras que el de Ron era como de venganza, o algo así, pero que resultaba muy maquiavélico.
-Pero creo…- comenzó a decir Hermione, al escuchar como el estómago de su moreno amigo rugía. –Que lo primero que tenemos que hacer, es ir a desayunar.-
Sentía como si un camión lo hubiese arroyado sin siquiera detenerse; su frente ardía con fiereza, mientras que su cuerpo expresaba su dolor sin piedad. Abrió lentamente sus ojos grises, encontrándose sumido en una solitaria oscuridad. Lo último que recordaba era aquella maldición imperdonable que le había conjurado su propio padre; aunque bueno, bien sabía que aquel hombre (no se le podía considerar como ser humano) distaba mucho de caracterizar lo que significaba, según el diccionario, aquella palabra.
Prefirió no intentar levantarse, puesto que sabía las consecuencias que un cruciatus dejaba. ¿Cómo no lo iba a saber?; si aquel hechizo era el favorito de su padre a la hora de castigarlo… Y también, tenía conocimiento dónde se encontraba; más que mal, su padre siempre le hacía el mismo castigo: Un cruciatus para luego dejarlo por días en el calabozo de la mansión.
-Imbécil…-bufó cansinamente hacia su padre.
-¿Draco?- sintió que lo llamaba una apagada voz; la voz de su amigo Blaise Zabini.
Comenzó a examinar la ergástula; y luego se injurió por aquel falso intento, dado que estaba a oscuras en aquel lugar.
-¿Blaise?... ¿Dónde estás?-
Antes de contestar, el chico tosió. El rubicundo se preocupó, puesto que aquel carraspeo sonaba como el de un terminal enfermo al pulmón.
-¿Qué te hizo ese cabrón?-
-Después de golpearme, me lanzó un hechizo para que no pudiera volver a hablarle fuerte nunca más…- escuchó a penas la explicación del moreno, el cual volvía a toser.
Aún sintiendo lástima por su amigo; no dejó de interrogarlo sobre lo sucedido la noche anterior.
-¿Y Pansy?... ¿Hasta cuando se supone que estaremos aquí?- le preguntó.
Blaise no respondió tal como Draco lo esperaba; muy bien podía oír que sus carraspeos se unían y fundían con arcadas del moreno.
-Pansy volvió hoy a Hogwarts… Mientras que nosotros…- volvió a toser escandalosamente, sin poder contenerse. –Nosotros… Volveremos cuando hayamos acabado el entrenamiento, que según tu padre, no durará más que un mes.-
-¡NO!- vociferó, haciendo que sus palabras resonaran durante unos segundos dado al eco que habían producido. -¡YO NO VOY A SER COMO ÉL!... ¡YO NO SERÉ UN ASQUEROSO MORTÍFAGO!-
-¡DRACO!- gritó silenciosamente Blaise; él había intentado que sonara como un grito, pero debido al hechizo de Lucius, Draco lo oyó como un llamado en tono normal. -¿Qué no te diste cuenta de lo que tu padre es capaz de hacer?-
-¡No le temo a ese bastardo!... ¡Prefiero morir antes de ser uno de ellos!- le espetó indignado.
-¿Y también prefieres ver como tu padre cobra venganza con Granger?-
-¿Qué quieres decir?-
-Draco, ayer, con tu declaración, le dejaste saber a tu padre cual es tu talón de Aquiles.-
Y
grito herido no, tan fuerte y tan desesperado.
Tan grande,
solitario y vencido.
Inútil, pequeño, perdido...
Y
grito no, no...
Y
grito no, no...Perdido.
Salvado.
No salvado…
HOla n.n... Me encantaría responder los bellos rvws que me llegaron entre hoy y ayer; pero ¡Merlín!... Son las 2:02 AM y mañana tengo clases a las 8:30 :B. Lo sé, lo sé... ¡Estoy loca! xDDDD... Pero bueno, si estoy despierta a estas horas, es porque he estado estudiando :). Bueno, espero que les guste el chapter... Después de éste, el tiempo avanza más rápido y luego, habrá más acción. (Oh my God! aún no tenrminó el penúltimo capítulo! Me salió más largo de lo que pensaba xD!)
Saludos a todos y gracias por sus bellísimos comentarios.
Atte. Agatha Black Malfoy.
