Perdona si te estoy llamando en este momento,
pero me hacia falta escuchar de nuevo,
aunque sea un instante tu respiración.

Haciendo caso omiso a las miradas que lo acosaban; golpeó suavemente el hombro de su amigo, y ambos se dirigieron rumbo a sus lugares, como de costumbre, como si nunca hubiesen estado ausentes.

Olvidándose de que unas cuantas miradas se dirigían ahora a ella, Hermione se levantó de su asiento para poder observar al príncipe de plata, que al parecer, se había olvidado que había dejado en la penumbra a una princesa de oro esperando ser rescatada.

Ni Harry, Parvati o Lavender, intentaron detenerla. Sabían lo mucho que lo amaba, y lo mucho que le había dolido el que él no estuviera en Hogwarts. Por otro lado, el moreno de ojos verdes creía que quizás el rubicundo si sentía algo por su amiga; después de todo, no encontraba otra explicación a las cartas que Luna le había enseñado. Aquellas cartas en que profesaba su amor a Hermione encima de cualquier cosa.

La castaña sintió curiosidad al ver como los alumnos de Slytherin se alejaban de los dos muchachos; como si de verdad hubiesen creído que padecían de alguna enfermedad contagiosa. "O, a lo mejor saben el motivo real por el cual se ausentaron…" Sí. Esa era una razón más objetiva; después de todo, ni siquiera Pansy se les había acercado.

Ninguno levantaba la vista; ni siquiera para atemorizar a los que los hacían sentir como la mayor atracción de un circo. Ambos habían quedado de acuerdo con intentar pasar desapercibidos, lo cual resultaba muy difícil, dado que hasta los profesores no dejaban de examinarlos con una curiosa mirada.

-¡Merlín!. No creí que nos extrañaran tanto…- susurró bufonamente Blaise, puesto que su voz no daba para más.

Pero Draco no respondió; estaba en una agotadora batalla intentando no desviar su vista del platillo que tenía en frente. Sabía, lo sabía muy bien. Podía sentir ese cosquilleo acalorado recorriéndole desde la médula, pasando agarrotadamente por cada vértebra. Si bien, sabía que varias fisgonas miradas estaban en él; el calor que despendían los ojos marrones que tanto quería encontrar, era único.

Disculpa se que estoy violando nuestro juramento.
Sé que estás con alguien, que no es el momento.
Pero hay algo urgente que decirte este hoy…

-Herms, creo que es mejor que te sientes.- le aconsejaba Harry, al mismo tiempo en que jalaba la túnica de la muchacha, puesto que sabía que un par de palabras no causarían efecto.

Sin dejar de mirarlo, sintió como una fuerza la devolvía a su asiento, perdiendo aquella majestuosa visión del rubicundo que no le devolvía la mirada, y que se perdía entre las cabezas que los separaban.

-Ron, Ron… Sea lo que sea que te traes, puedo apostar mi alma al diablo que no es nada bueno.- comentaba para sí misma Luna, quien no miraba a los muchachos recién llegados, si no que mantenía su vista fija en aquel muchacho pelirrojo que sonreía extasiado.

-¿QUIÉN ANDA AHÍ?-

-Soy yo, Parv.- respondía Hermione, quien no había podido conciliar el sueño en toda la noche.

-¡Merlín, Herms, que susto me diste!- respondía entre bostezos. -¿Qué hora es?-

-Son las cinco…-

-¿QUÉ?-

-Shhht… Despertarás a Lavender.- la callaba, mientras tomaba su uniforme para dirigirse al baño.

-¿Y qué diablos haces levantada a estas horas?-

-No sé, no tengo sueño. Pero, vuelve a dormir… Mira que la falta de sueño afecta al cutis; lo envejece.- dijo, esperando que su amiga tomara en serio la advertencia.

Después de escuchar unos rezongos como respuesta, salió de la habitación. Bajó cautelosamente, puesto que desde que había conocido a Harry Potter, sabía que andar en la noche y a solas no era nada seguro. Iba bajando las escaleras que la llevarían a la sala común; cuando algo llamó su atención.

Un pelirrojo muchacho se encontraba sentado en uno de los sillones; mientras leía un largo pergamino, y tanteaba un paquete que tenía a su lado. Y sí, esa misma lechuza que había visto entrar y salir del gran comedor estaba a su lado; mientras picoteaba unas galletas de avena. Se quedó un momento observándolo, esperando a que abriera ese extraño paquete que tenía a su lado. Pero un temor la rodeó en cuanto vio que el muchacho tomaba aquel bulto y se levantaba.

No. No había escapatoria; si se devolvía, su silueta sería descubierta, y si no sucedía eso, el crujido de los escalones la delataría. Sin pensarlo más, salió de la oscuridad y enfrentó al muchacho. Aunque claro, pareciendo casual, como si no hubiese estado espiándolo.

Al sentir la compañía de alguien más, inmediatamente Ron miró a la persona que se le acercaba.

-Vaya, vaya…- le espetó despreocupadamente, mientras se acercaba a ella. – ¿Me vienes a hacer compañía, Granger? O… ¿Me estabas espiando?-

La castaña lo ignoró; asunto que al muchacho no le agradó para nada. Inmediatamente la jaló de un brazo, atrayéndola hacia sí. Un temor escalofriante recorrió el cuerpo de Hermione; estaban solos, y aunque gritara, quizás nadie llegaría a tiempo para socorrerla. Después de todo, de Ron se podía esperar cualquier cosa.

-¡RESPÓNDEME!- le gritó a la cara, haciendo que los vellos de la chica se erizaran aún más. Como no tuvo respuesta alguna, ni siquiera una mirada de odio; agarró su otra mano, y comenzó a ejercer presión en sus muñecas, esperando algún indicio de súplica por parte de ella. Más fuerza ejecutó, para que sintiera el dolor que él mismo tenía en su pecho. Pero nada. Lo que recibió como respuesta fue un rodillazo de lleno en su entrepierna. Contuvo el desgarrador alarido que quería emitir, pero sí flaqueó la opresión que tenía en las muñecas de la castaña.

Atemorizada, pero sin que Ron lo notara, se zafó de éste y se alejó viendo como se arrodillaba intentando detener el malestar que lo asediaba en su parte baja. A paso raudo y veloz se dirigió hacia el retrato de la Sra. Gorda conteniendo el dolor de sus muñecas, quien le dejaba libre el paso para perderse en la oscuridad.

-Prepárate, Hermione… Pronto serás mía para siempre.- siseaba Ron, mientras seguía arrodillado.

La semana había pasado casi sin ningún acontecimiento revelante; aunque para Hermione habían sido los días más exasperantes que había vivido en su vida. No sabía por qué ni cómo, pero cierto rubicundo siempre se las arreglaba para no toparse con ella. ¡Y pensar que tiempo atrás había sido ella misma quien había optado por evitarlo!... ¿Es que acaso el amor que le había confirmado por escrito se había esfumado tal cual las letras de la carta?. ¿Es que acaso Draco Malfoy no tenía ni un mínimo de piedad para dirigirle una fugaz mirada en el Gran Comedor o en las clases que tenían en común; para así saciar el hambre que su alma sentía?.

Estoy muriendo, muriendo por verte.
Agonizando muy lento y muy fuerte.

No. Draco Malfoy, el príncipe de Slytherin, parecía no tener ni un mínimo de misericordia con aquella muchacha que deambulaba por los pasillos como alma en pena, esperando aunque fuese rozar su piel por equivocación.

En Hogwarts, no se hablaba nada más que no concerniera al Baile de San Valentín; que efectuaría en siete días más. Así lo habían decidido los directores; ignorando las quejas de las muchachas de la escuela, quienes estaban indignadas de que el baile se realizara el día 11 de Febrero. Después de todo, las chicas creían ciegamente en ciertos rituales que se solían hacer para el día de los enamorados. Y no. No les importaba que los chicos las llamases supersticiosas; ellas sabían muy bien que cientos de ritos se habían cumplido a lo largo de la historia. Y por si fuera poco, el enojo de las muchachas aumentó al enterarse que la fiesta, para la cual ya la mayoría tenía su vestido, ahora sería de disfraces.

"¡Pero si no es Halloween!", "¡Mi vestido era perfecto!", "¡No alcanzaré a encargarle a la modista un disfraz!", y frases como aquellas se escuchaban por doquier. Pero habían otras, quienes estaban fascinadas con el nuevo cambio de reglas: puesto que esperaban que sus parejas llegaran vestidas como príncipes, a rescatarlas de un fiero dragón que las tenía prisioneras. Para todos significaba algo especial, menos para dos muchachos que estaban en sus respectivos cuartos; meditando sobre sus futuros, pensando en el otro, recordando las caricias prohibidas que algún día se dedicaron. Y es que parecía como que todo lo que habían vivido había sido un cuento de hadas, que tempranamente se había transformado en la más cruel película de terror.

Vida, devuélveme mis fantasías,
mis ganas de vivir la vida.
Devuélveme el aire...

Draco Malfoy se encontraba tendido en su cama; mientras miraba el techo del dosel esperando que la imagen de cierta castaña apareciera aunque fuese ahí. Ya se había dado por vencido encontrarla en su cama, durmiendo y roncando como siempre lo hacía; para luego abrir sus ojos marrones y pestañear exageradamente, mientras arrugaba su pecosa nariz pequeña. Y es que aún recordaba lo monótona que era Hermione al despertar; pero aún así adoraba esa redundancia. Estaba dispuesto a dar lo que fuese por volver el tiempo atrás; y haber logrado que esa monotonía tuviera lugar ese día y todos los que le quedaban por vivir. ¡Dios!... Hubiese hasta ofrecido su muerte a cambio de ello; cualquiera cosa… Menos una, ya que todo tenía su excepción. Y sí, no arriesgaría la vida de la persona que tantas cosas bellas le había enseñado. Aquella divinidad de mujer que poco a poco se esfumaba de la vida de él; ya no quedaba el sabor de sus besos, ya se había desvanecido por completo el aroma a vainilla de sus sábanas… Pero si hasta la cicatriz que había dejado en sus labios se perdía poco a poco. Aunque claro, muy bien sabía que la llevaba dentro; en su propia sangre. Y la sentía… Antes de besarle aquella magulladura que le había hecho, siempre había sentido la sangre helada, un verdadero témpano. Pero desde el momento en que unió sus ensangrentados labios a la herida de Hermione, su sangre era cálida, era apaciguante, era la castaña misma que corría por sus venas.

Cariño mío, sin ti yo me siento vacío.
Las tardes son un laberinto,
y las noches me saben
A puro dolor...

Hermione Granger estaba recostada boca abajo en su litera, con los ojos cerrados; imaginando que los abriría y lo encontraría a él... Pero no, sabía que la cruda realidad era otra: abriría sus ojos, y se encontraría ahí. Sola, tan sola como se había sentido desde la última vez que había besado esos labios pálidos y mentolados. Ya ni siquiera lágrimas le quedaban para dedicarle al muchacho de cabellos platinados; ni siquiera suspiros podía exhalar. Ya nada quedaba dentro de ella; ni siquiera el alma. ¡Y es que, hasta su espíritu se había ido con el último beso!. ¿Es que acaso así sería la vida de la muchacha más inteligente de Hogwarts?. Si bien había salido airosa de asuntos de extrema peligrosidad, aquel pasaje de su vida no tenía solución alguna. No, si tenía… Solo una; una que tenía por nombre Draco Malfoy.

Un ensordecedor ruido la sacó de sus nostálgicos pensamientos. Miró hacia donde provenían los golpeteos; y se encontró con una de las lechuzas de Mcgonagall que aleteaba desesperada por entrar, puesto que la tormenta que había fuera la estaba empapando.

Antes de desenganchar el mensaje de los pies del pajarraco, sacudió con su mano las plumas de éste, intentando que las gotas de agua se desprendieran de él.

Señorita Granger, solicito su presencia inmediatamente en mi oficina.

Atte. Minerva Mcgonagall, Profesora de Transformaciones.

Después de leer la carta de Mcgonagall, rápidamente se encaminó hacia el despacho de la jefa de la casa Gryffindor.

-¿Qué diablos querrá ahora?- refunfuñó el rubicundo, mientras veía como los alumnos con los que se topaba, lo esquivaban.

Sí, seguramente ya se habían enterado que él era un mortífago. Sí, quizás era por eso que ahora ni siquiera las muchachas se le acercaban; todos los miraban con terror. ¿Pero es que acaso no se daban cuenta de que él nunca en su vida había querido ser uno de ellos?.

No, era imposible que lo supieran. Después de todo, siempre se preocupó de mantener aquella falsa imagen de maquiavélico hijo de mortífago. Y más aún, era imposible que lo percataran, puesto que, aunque su alma lo gritara a voz viva, su rostro era inexpresivo. ¿Hacía cuánto que no sonreía siquiera?...

Tres suaves golpes a la puerta fueron suficientes para escuchar como un Adelante se oía desde adentro. Entró mirando al suelo, ya que no tenía la valentía para afrontar aquellos felinos ojos que tenía Mcgonagall: puesto que, como hijo de mortífago que era él y como miembro de la Orden que era ella, seguramente descubriría que algo extraño había en él.

-Sr. Malfoy, lo estábamos esperando.- dijo la mujer.

Solo esa frase fue necesaria para que sus ojos lo traicionaran; con tan solo esas palabras levantó la mirada, posando sus grisáceas pupilas en un cuerpo femenino que conocía perfectamente.

Sí, después de tanto luchar contra sí mismo para no mirarla, ahí estaba. Ahí se encontraba de pie, con la mirada perdida en aquellos cabellos enmarañados, en aquellos rojos labios, en aquellos ojos marrones que le devolvían la mirada.

Quisiera decirte que hoy estoy de maravilla,
que no me ha afectado lo de tu partida.
Pero con un dedo no se tapa el sol.

Podía haberse quedado así de por vida; pero fue la profesora la que rompió aquella conexión tan ansiada por ambos muchachos.

-Asiento, por favor.- le dijo, mientras indagaba en ambos estudiantes y sus extrañas miradas. –Bien, si los he citado tan repentinamente, es para felicitarlos por el tan excelente trabajo que han realizado por el baile. Sí, estoy realmente sorprendida; no me esperaba que todo estuviese listo con una semana de anticipación.- dijo esbozando una verdadera sonrisa, algo muy poco usual en ella.

Temblaba. Sí, eso era. Temblaba a causa de la lucha interna que tenía; no, esta vez no lloraría. Y menos enfrente de aquel muchacho que era el causante de todos sus malestares.

Violento. Sí, así estaba. Violento era el palpitar de su corazón, a causa de la cercanía de aquella muchacha por la que había enfrentado a su padre. Sí, ese había sido su peor error.

-Y bueno, por tan excelente trabajo; el profesor Dumbledore ha decidido librarlos de los quehaceres estudiantiles por una semana, hasta que concluya el baile. En realidad, es algo con que no concuerdo propiamente tal…- se sinceró la mujer. –Pero creo que será un beneficio, ya que así podrán afinar los últimos detalles del evento. Señorita Granger¿me puede decir la hora por favor?- pidió la profesora. -¿Señorita Granger?.-

Pero Hermione no se encontraba ahí; por lo menos no en alma. Estaba absorta en su batalla por no encarar al muchacho que tenía a su lado; aquel rubicundo que parecía tan tranquilo y paciente. ¿Pero es que acaso ya no sentía siquiera algún deseo oculto por ella?. ¿Qué de malo había hecho para merecer tal cambio repentino de parte de él?.

-¡Granger!…¿Me puede decir la hora o no?.- volvió a repetir, pero esta vez elevando un poco la voz, para así llamar la atención de la ida castaña.

-¿Qué?... ¡Ah, sí!... Discúlpeme...- dijo mientras elevaba sus muñecas para destapar su reloj, pero luego las bajó violentamente al ver la expresión que tomaba el rostro de Mcgonagall.

-¿QUÉ LE PASO?- gritaba horrorizada la profesora al ver los moretones que tenía su alumna predilecta en las muñecas.

Inmediatamente, Draco clavó su mirada hacia el lugar que apuntaba la anciana mujer.

Pero no vio nada; solo una muchacha enrojecida que ocultaba sus manos detrás de su espalda.

La castaña se maldijo tantas veces como pudo, mientras sus mejillas tomaban el máximo de color posible. ¿Cómo había sido tan estúpida como para dejar en evidencia las marcas que le había dejado Ron hacía una semana atrás?. Aunque ya no estaban tan marcadas, bien se podían notar vagamente unos dedos morados en sus muñecas.

-¡Muéstreme sus manos inmediatamente!- ordenaba la mujer, mientras se acercaba a ella. Tal como lo pensó, la chica no le haría caso. Fue por eso que a la fuerza, tuvo que tomarle las manos a Hermione y descubrir aquel secreto que ella había tratado de ocultar.

Desconcierto, en conjunto con angustia y preocupación, fue el de Draco al notar aquellas inusuales contusiones que tenía su adorada princesilla. Pero mayor fue la sorpresa de las féminas al ver como el muchacho se levantaba furiosamente, y empujaba a la profesora, para así, quedar frente a la chica que estaba sentada, sin poder emitir ningún sonido.

-¿QUIÉN TE HIZO ESTO, GRANGER?- le vociferó, al mismo tiempo en que la tomaba por sus muñecas.

Quemaba. Sí, su contacto quemaba. A lo mejor era porque, después de tanto tiempo sin tener contacto físico alguno con él, su cuerpo se había acostumbrado al frío de la estación. Pero, aún cuando sentía esa quemazón; no le hubiese importado morir calcinada.

-¿FUE MI PADRE, CIERTO?- seguía gritando. -¡DIME QUIEN FUE!-

"¿Su padre?... Pero¿qué diablos tiene que ver el en esto?"

-¿Y AHORA ES CUANDO TE IMPORTA LO QUE ME PASA, MALFOY?... ¿DESPUÉS DE HABERME ABANDONADO POR UN MES?... ¿SIN SIQUIERA EXPLICARME ESTO?- le dijo, zafándose del muchacho, y arrancándose la cadenilla que él le había regalado, para lanzársela a la cara.

El muchacho ni siquiera pudo dar una explicación o pedir una; puesto que Hermione salía corriendo del despacho, mientras Mcgonagall, quien todavía estaba en el piso producto del empujón que le había propiciado Draco, miraba atónita la situación.

Estoy muriendo, muriendo por verte.
Agonizando muy lento y muy fuerte.
Vida, devuélveme mis fantasías.
Mis ganas de vivir la vida, devuélveme el aire.
Perdona si te estoy llamando en este momento…


LaBelle Evans: Te comprendo eso de que la maldad es bella de repente (es por eso que me encanta Draco! xDDD) Pero bueno, intentaré no menospreciar tanto a Ronnie. Eso de Harry? Es que mira, uno de mis personajes más detestados es Harry Potter (Seeh, no sé por qué pero no soporto a Potter xD), pero cuando me imagino a Luna junto a él (o cuando en el 5to compartían momentos juntos)¡Hasta me caía bien!. Lo sé, es absurdo y complicado… Pero digamos que esas descripciones calzan a la perfección conmigo xD.

Wei-lo: Seeeh, Draquis's back n.n… Y bueno, Ron se pondrá aún peor xD… Te gusta esa canción? Me alegro; porque a mi me encanta (has visto el video clip¡Dios que es triste!). Saludos n.n

Bichito91: Epa! Ronnie no violó a Herms… quizás eso fue lo que intentó; pero San Potty llegó al ataque! xD. Noooo! No le tengo manía a Herms… Todo lo contrario! Aunque bueno, no es mi personaje favorito (de las féminas es la tercera; primero Lunita, Tonks y después ella xD). Pero es que hay que hacerla sufrir harto para que aprenda a porrazos pues… Si una vida Hello Kitty (todo feliz) no deja enseñanzas para poder afrontar los problemas que nos tiene deparada la vida pues. Hmmm no sé si mejore aún todo; porque no he podido avanzar mucho en la historia (seeeh! Malditos estudios! Maldita Histología y Anatomía! X.x)… Pero hoy trataré de terminarlo… :) Saludos.

Lara: Uy sería genial que me dijeras dónde encontrar ese fic (puesto que adoro los fic así!)… Saludos y agradecimientos por tus palabras n.n.

Lady Lathenia: Hmmm no quise cambiar mucho a Draquito con Hermione, después de todo… si se aleja de ella es por su seguridad, tampoco la quiere hacer sufrir. Si lo está haciendo, es por ella… Solo eso. Él no quiere tratarla mal ni nada de eso, además ¿Quién puede ser tan cruel como para tratar mal a la persona que ama?... Ni siquiera Draquito! Puesto que gracias a ella, conoció el amor :B. Jujuju xD Justo leo tu comentario y hoy LLOVIÓ! Jajajaja xD Y justo que hoy (seeh sábado) tuve que ir a dar prueba a la U X.x Y bueno, estudio Medicina Veterinaria en la UNAB. Saludos y besos.

PD.: MAÑANA CHILE vs BRASIL (no son muchas las posibilidades, pero donde hay corazón hay triunfo!).

PD2.: Seeh, me encanta el fútbol (sobre todo Michael Owen; ¡Oh My God!)

Margara: Espero que acá se hayan resuelto parte de tus dudas (claro, el desenlace final aún no xD)… Pero no queda mucho. Pretendo la próxima semana terminar de subir todos los chapters (seeeh, me queda el final del penúltimo y el último y se acaba historia), para así poder arreglar mi otro Fic y continuarlo (Seeeh, desde el 17 tengo vacaciones por una semana! YUJU!) ..

Arhes Sly: O.o Qué es weba? …. Sorry pero es que en mi país eso no suena bonito xDD Tonces cuando lo leí quedé PLOP! Jajajaja… pero después entendí que no era nada malito… :P … Gracias por tus comentarios, son de lo mejor n.n.

Libe-Patil: Ehhh Ron no la odia… Si no que está dolido y está cobrando su venganza… Más que nada, creo que es una obsesión la que está agarrando. Espero que te uste este chapter n.n.

Becky: Eso es lo que pretendía; que no fuera tan predecible el fic (ya que las sorpresas me encantan! N.n)…Y seeeh, yo tb creo que la gente debería actualizar más rápido; aunque de repente es mejor esperar con tal de que sea un buen capítulo ¿no?... Besos y Saludos.

Crysania Malfoy: Jijiji me usta mucho que te agraden tanto el Ron agressive y la cute Pansy xDDD… A mi tb la verdad; me gusta esa nueva faceta n.n… Saludos :)

DOM: Te entiendo; a mi tb la flojera me gana! (si no, hay que esperar mis calificaciones de la última prueba que di para comprobarlo! xDDD Naaah, joke joke…)… Saludos y gracias por tus palabras :).

Pajaro-de-fuego: Hey en serio adoras a Sirius? WOW! Yo tb T.T… aún no perdono a la maldeeeta de Rowling por su traición y haberlo olvidado tan fácilmente…. Me alegro que te guste, ya que eso es lo que me motiva a seguir escribiendo… ahora que tengo un poco de tiempo, leeré tu fic de HP y el ángel negro… Saludos :).