CAPITULO 6: EL MENSAJERO DE OPHANIMON

Ya era de noche. Takuya y los otros decidieron poner en práctica el plan de Kouji. Los chicos se quitaron cuanta ropa pudieron, y la ataron a manera de cuerda. La chamarra azul y la camisa amarilla de Kouji, el chaleco y la camisa roja de Takuya, la camisa de Tomoki y el chaleco de Izumi.

Espero que esto funcione, Kouji- dijo Tomoki, un tanto nervioso.

No te preocupes- le dijo Kouji, temblando ligeramente por el frío de la noche- si no quieres, o está muy alto, pensaremos en otra cosa...-

Sí quiero- dijo Tomoki- no tengo miedo...-

Bien, es hora de probar que tan resistentes son nuestras prendas de vestir...- dijo Takuya.

Entre Takuya y Kouji subieron a Tomoki a la ventana. Como Kouji lo había sospechado, los barrotes estaban lo suficientemente separados para que Tomoki cupiera entre ellos. Tomoki ató la cuerda hecha de sus prendas de vestir a uno de los barrotes hacia fuera.

No está muy alto- dijo Tomoki- bajaré...-

Ten mucho cuidado- le dijo Kouji.

Y busca ayuda pronto- dijo Takuya.

Lo haré- dijo Tomoki, y descendió. Kouji ayudó a Takuya a alcanzar la ventana, para que recogiera las prendas y de paso se asegurara de que Tomoki pudiera escapar.

¡Oh, no!- exclamó Takuya, dejando caer las prendas al suelo, justo encima de Kouji- ¡lo están siguiendo!-

¿Qué dices?- exclamó Izumi, cubriéndose la boca.

¡Takuya, me estás pisando la cara!- exclamó Kouji de mal humor.

¡Se escapó!¡Se escapó, Kouji!- exclamó Takuya. Izumi y Jumpei casi gritaron de alegría.

¿Quién se escapó?- dijo una voz enfurecida.

Por la sorpresa, Kouji se resbaló y cayó al suelo, y por desgracia Takuya le cayó encima también. Hiroto, que era quien había gritado, los miró con en entrecejo fruncido, sobre todo al percatarse de que tanto Kouji como Takuya tenían el pecho desnudo, y luego pasó su vista hacia la cuerda que habían hecho con las prendas de vestir.

¿Qué rayos hicieron?- dijo Hiroto de mal humor. Ignorándolo, Kouji desató su camisa y su chamarra del resto de las prendas y se las puso- ¡te estoy hablando, bitonto!-

Nosotros nada- dijo Kouji con su falsa sonrisa inocente.

Hiroto pasó su vista a los ocupantes de la celda, y no tardó en darse cuenta de que faltaba uno.

¿El enano?¿Lo ayudaron a escapar?- bramó Hiroto- ¡son unos...!-

Lenguaje, Hiroto- lo interrumpió Izumi con una enorme sonrisa.

¡Se arrepentirán, lo juro!- exclamó Hiroto, y salió de la habitación.

Kouji estuvo a punto de echarse a reír, cuando escuchó un golpe. El y Takuya se acercaron a los barrotes, pero no vieron más que un par de sombras entremezcladas.

¡Todo esto fue por tu culpa, tonta!- se escuchó la voz de Hiroto, y un sollozo reprimido- ¡te dije que no los perdieras de vista!-

El ruido se apagó casi de inmediato, y Kouji se preguntó quien podría haber sufrido las consecuencias de la huída de Tomoki.

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Kouichi se vio rodeado de muchos Veggiemon, de Mummymon y de la chica encapuchada.

¿Y bien?- dijo Mummymon- ¿qué sucedió aquí?-

Señor Mummymon, este chico ayudó a una niña a escapar- dijo el Veggiemon.

Eso es imposible, señor Mummymon- intervino la chica, sacando una computadora de mano y mostrándosela al Digimon- los censores de su brazalete indican que él se dirigía hacia el dormitorio cuando los Veggiemon comenzaron a perseguirlo...-

Kouichi la miró, extrañado. ¿La chica lo estaba defendiendo?

Mmm...- fue el único comentario de Mummymon.

¡No es verdad, señor!- exclamaron varios Veggiemon.

¿Y que hacía tan tarde fuera del dormitorio?- dijo uno de ellos.

Deberían castigarlo...- dijo otro.

¡Basta!- dijo Mummymon- Nara es la encargada de la construcción y de los niños humanos, así que ella decidirá el castigo que se le impondrá por encontrarse fuera tan tarde...-

Nara se cruzó de brazos.

Suéltalo, Veggiemon- ordenó Nara en tono autoritario. El Veggiemon no tuvo más remedio que obedecer, aflojando sus ataduras y dejando caer a Kouichi al suelo.

¿Cuál será su castigo?- preguntó un Veggiemon.

Kouichi se sintió evaluado por la mirada de Nara, aunque no pudo ver su rostro debido a la oscuridad producida por la sombra de la pirámide.

Dormirá esta noche fuera, en el frío del desierto- dijo Nara por fin. Algunos de los Veggiemon murmuraron entre ellos decepcionados, pues esperaban poder poner a funcionar sus lianas.

Excelente decisión, mi querida Nara- dijo Mummymon- Veggiemon, llévenlo arriba y atenlo por ahí...-

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Kouji estaba intranquilo esa noche, y no podía entender porqué. Su plan había funcionado a la perfección, no tenía de que quejarse. Tomoki ya debería haber encontrado a alguien que los ayudara a escapar.

No, era por demás. No podía dormir. Se iba a levantar, cuando escuchó un leve chasquido metálico. No se movió. Abrió los ojos disimuladamente, y vio que era la misma silueta que había visto la noche anterior.

La oscura figura pertenecía sin duda alguna a una mujer... a una chica más o menos de su edad. Caminaba descalza dentro de la celda, con los zapatos en la mano, sin duda para no hacer ruido. La chica dejó un par de manzanas en el fondo de la celda, donde no se podía ver desde los barrotes, y se dirigió a la salida.

Ahora o nunca- dijo Kouji para sí mismo.

De un salto se levantó y corrió hacia los barrotes a toda prisa, justo cuando la chica había ya cerrado el candado por fuera. Kouji no perdió el tiempo y atrapó la mano de la chica entre los barrotes. La chica evidentemente se asustó, bajó la mirada y dejó caer sus zapatos al suelo.

Suéltame...- murmuró ella, tratando de quitar las manos de Kouji con su mano libre.

¿Quién eres?- le preguntó Kouji en voz baja- ¿qué hacías aquí dentro?-

Suéltame, por favor- dijo la chica en un susurro- no debiste haberme visto...-

Kouji sintió el temblor fino en la mano que sostenían entre las suyas. La luz de las tres lunas iluminaba el rostro de la chica. La observó con cuidado. Tendría que ser muy tonto para no admitir que era bonita. ¿Bonita? No, muy hermosa. Era casi de su misma estatura, de piel muy blanca y cabellos cortos, de color negro azulado.

No tengas miedo, Ai- le dijo Kouji para tranquilizarla- no te voy a hacer daño...-

Esto no tranquilizó para nada a la chica, sino que hizo que un visible escalofrío la recorriera y dirigiera sus enormes ojos color violeta llenos de miedo hacia su rostro.

¿Cómo supiste mi nombre?- dijo la chica nerviosamente- ay, no, me viste... ahora Hiroto y LordKnightmon me van a matar... suéltame, por favor...-

No le diré a nadie que te vi, no tengas miedo- le dijo Kouji en voz baja- solo quiero saber que es lo que haces aquí, y porqué ayudas a...- se interrumpió. Apartó una de sus manos de las de Ai, para tomar el mentón de la chica, haciéndola volver suavemente la cara. Pudo ver que una de sus mejillas estaba más roja que la otra. Kouji frunció el entrecejo- ¿quién rayos te hizo esto?-

Fue mi culpa...- dijo Ai, bajando su mirada de nuevo y apartando suavemente su rostro de la mano de Kouji- no tienes que saber esto...-

Kouji acentuó más su expresión molesta.

¿Quién te hizo eso, Ai?- insistió el chico. Ella parecía a punto de llorar, así que Kouji dejó de presionar- tranquila... solo dime quien eres, y porqué ayudas a LordKnightmon-

Ai evaluó a Kouji con su mirada triste.

Si respondes mi pregunta, prometo soltarte y no decir nada de que te vi- dijo Kouji- me llamo Kouji Minamoto-

Yo me llamo Ai Fujiwara y...- dijo Ai en voz baja, como si no quisiera que la escuchara- y tengo que obedecerlo, él es mi amo...-

Kouji alzó ambas cejas.

Pero...- comenzó Kouji.

Ahora déjame ir- le dijo Ai- y no le digas a nadie que me viste, por favor...-

Un tanto decepcionado, Kouji asintió y soltó las manos de Ai. La observó mientras se alejaba . Dejó escapar un suspiro. Ahí iba su nueva probabilidad de escapar.

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Kouichi no estaba mejor que Kouji. Estaba temblando de pies a cabeza, tirado en el suelo sobre su lado derecho, con los brazos atados a la espalda. Ya no podía aguantar el frío viento del desierto.

No puedo rendirme ahora...- dijo Kouichi para sí mismo- Kouji y los otros necesitan mi ayuda... tengo que aguantar...-

Cerró los ojos. El frío le calaba hasta los huesos. Se mordió el labio inferior, tratando de no pensar más en eso. Y fue cuando lo sintió. Un objeto sobre él y un poco de calor. Alguien le había colocado una gruesa manta encima.

¿Quién...?- comenzó Kouichi

Shhhh... calla- dijo una voz femenina- he venido a ayudarte...-

Kouichi sintió sus manos libres de nuevo. Se incorporó, cubriéndose con la manta que le habían dado, y se vio cara a cara con una chica que estaba de rodillas junto a él. No podía ver bien su rostro, pero por su vestimenta ya sabía de quien se trataba.

¿Nara?- dijo Kouichi- ¿porqué me estás ayudando?-

Shhh...- dijo Nara, poniéndose de pie y ofreciéndole la mano para ayudarlo a levantarse- no hagas preguntas. Una vez que te quite ese brazalete vete de aquí...- sacó un extraño artefacto, como si se tratara de un perforador de papel y con él abrió el brazalete de Kouichi- vamos, vete, un Pegasusmon te acompañará...Ophanimon te está esperando...-

¿Ophanimon?- dijo Kouichi, levantándose también aceptando la mano de Nara- ¿cómo...?-

Pero no alcanzó a terminar la frase, porque de pronto ambos se vieron rodeados de al menos una docena de Veggiemon.

Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí?- dijo uno- le he estado diciendo al amo Mummymon que eras una traidora... y aquí está la prueba-

Nara dio un paso atrás. Kouichi vio a todos los digimon blandiendo sus lianas amenazadoramente. Lo primero que se le ocurrió fue tomar la mano de Nara y hacerla bajar con él la pirámide.

¿Qué haces?- dijo Nara, corriendo tras él.

¿Tú qué crees?- dijo Kouichi- trato de sacarnos de aquí...-

No podremos llegar muy lejos- dijo Nara- nos rastrearán con mi...¡aaah!-

Dos lazos se ataron a un tobillo de cada uno de ellos, haciéndolos tropezar. No eran lianas de los Veggiemon, sino vendas.

¡Rayos!- exclamó Kouichi- es Mummymon...-

Kouichi alcanzó a escuchar un grito ahogado proveniente de la chica, cuando el malvado digimon comenzó a jalar de la venda atada a su tobillo para atraerla a él. Una vez que estuvo a menos de medio metro de ella, la apuntó con su arma.

Bien, bien- dijo Mummymon- no sabía que eras una traidora, Nara. Me decepcionas, porque habías hecho un buen trabajo...- rió por lo bajo- hasta nunca...-

¡No!- gritó Kouichi. Corriendo hacia Mummymon, apartó el arma justo antes de que la disparara.

¡Veggiemon! ¡Atrápenlo!- dijo Mummymon. Kouichi no perdió el tiempo. Se levantó y de un tirón levantó a Nara también.

Vámonos de aquí, que creo que ya no somos bienvenidos...- dijo Kouichi.

No irán muy lejos- dijo Mummymon, disparándoles varias veces con su arma de fuego- ¡NECROFOBIA!-

Kouichi y Nara esquivaron los múltiples ataques de Mummymon mientras bajaban de la pirámide lo más rápido que podían. Cuando estuvieron a punto de entrar al desierto, uno de los disparos de Mummymon alcanzó a la chica, quien cayó al suelo desmayada.

¡Nara!- exclamó Kouichi, moviéndola levemente- vamos, despierta...-

A ver que no despertaba, Kouichi la cargó sobre su espalda. Pronto el chico fue alcanzado también por un disparo del digimon, y cayó con todo y la chica.

¡Rayos!- exclamó Kouichi enfadado- ¿porqué no me sale nada bien últimamente?-

¡Los tenemos!- exclamaron los Veggiemon.

El chico comenzó a desesperarse. No podía ponerse de pie. Y fue entonces cuando Kouichi lo vio. Una grieta en el suelo. No parecía muy profunda, y sería perfecta para alojarse ahí. Sin perder el tiempo, el chico se abrazó de Nara y comenzó a rodar con ella hasta que los dos cayeron en la zanja.

Kouichi pudo escuchar los pasos cerca de él. Buscó entre las ropas de Nara y encontró el extraño artefacto. Abrió el brazalete de Nara y lo lanzó lejos, para evitar que los encuentren.

Señor, no podemos encontrarlos- dijo uno de los Veggiemon.

¡No pudieron haberse evaporado nada más!- gruñó Mummymon- ¡así que búsquenlos bien!-

Después de varios minutos, los digimon se rindieron y dejaron de buscar. Kouichi respiró aliviado. Tembló de frío de nuevo. Si tan solo hubiera conservado la manta que Nara le había dado...

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Kouji seguía sin poder dormir. Había un par de ojos violetas que no podían salir de su cabeza. ¿Qué le había dicho Ai? Qué tenía que obedecer a LordKnightmon. El chico dejó escapar un suspiro.

¿Kouji?¿Sucede algo malo?- preguntó Takuya, abriendo los ojos y encontrando a su amigo despierto.

No- dijo Kouji- solo que creo alguien más fue culpado por el escape de Tomoki...-

Sí, y Tomoki ya tardó mucho- dijo Takuya con un bostezo- espero que esté bien, y que haya encontrado ayuda...-

Sí, yo también- dijo Kouji, mirando hacia la puerta.

¿Qué tanto ves?- dijo Takuya. Kouji sacudió la cabeza.

Nada- dijo el chico.

Si tu lo dices- dijo Takuya, sin creer mucho en la palabra de Kouji- bueno, será mejor que duermas un rato... dudo mucho que Tomoki vuelva con ayuda esta noche...-

Kouji se encogió de hombros mientras Takuya volvía a acostarse y a cerrar los ojos. Con una última mirada hacia la puerta, Kouji se acostó y pronto se durmió.

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Una vez que Kouichi estuvo seguro de que ya no eran buscados, dejó a Nara aún inconsciente donde estaba y salió de la grieta, mirando a su alrededor. Se había acercado a los lindes de un pequeño bosque.

Necesitaba encontrar ayuda, y pronto, pues la chica aún no despertaba y él se había comenzado a preocupar. Miró alrededor de nuevo. Nada. Kouichi pensó en cargar a Nara hasta la próxima ciudad, pero pronto desechó esa idea: los atraparían primero.

De pronto, vio un resplandor dorado en el cielo.

¿Qué es eso...?- se preguntó Kouichi. Al acercarse, se dio cuenta de que era un digimon, con forma de un caballo alado de color de oro. Era un Pegasusmon.

Kouichi Kimura- dijo el Pegasusmon tras aterrizar junto a él- la señora Ophanimon te está esperando...-

¿Ophanimon?- dijo Kouichi.

Así es- dijo el Pegasusmon, inclinándose- sube a mi lomo y yo te llevaré...-

Kouichi no sabía si confiar en él, pero al recordar el estado en el que se encontraba la chica que lo había ayudado a escapar decidió que no tenía otra opción.

Está bien- dijo Kouichi- pero ayúdame a transportar también a Nara...-

¿A Nara?- dijo el Pegasusmon- ¿acaso la descubrieron?-

Kouichi asintió. No sabía cómo el Pegasusmon conocía a Nara, pero decidió confiar en él. Bajó a la zanja y sacó a Nara de ahí, subiéndola al lomo de Pegasusmon y subiendo él mismo detrás de ella. No pasó mucho tiempo para que el digimon alado emprendiera el vuelo.

Fatigado por el arduo trabajo del día, el frío y las dos persecuciones que había pasado, Kouichi se inclinó hacia delante y se quedó dormido mientras volaban.

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CONTINUARÁ...