Todos los personajes de esta historia pertenecen a J.K. Rowling. No gano dinero con esto! La escribo mientras sigo esperando el libro 5...

Capítulo 2 Un nuevo ataque

Harry no alcanzó a dormir mucho. A las cuatro y media de la mañana unos gemidos lo despertaron. Recordó que el perro de Dudley se encontraba en su cuarto y se levantó a ver como estaba. Lo encontró vivo pero nuevamente frío y al tocar la botella comprobó que ésta había perdido la mayor parte de su calor.

Como no podía bajar a la cocina a llenarla de nuevo sin correr el riesgo de despertar a un muy nervioso tío Vernon, decidió mejor dejarlo dormir en su cama esa noche. Ya mañana vería que haría con él. Con cuidado levantó al animal y lo arropó a los pies e su cama. Éste se quejó un poco cuando Harry lo levantó, por lo que supuso que sus heridas debían dolerle. Con mucha tristeza se acordó de una poción para quitar dolores que sabía que estaba en uno de sus libros del colegio, guardados con llave en la alacena desde el principio de las vacaciones. Se volvió a acostar y se durmió pensando que, aunque consiguiera sacar su libro de pociones, de todos modos no tenía ingredientes para prepararla en casa de sus tíos. Y aunque los tuviera, tampoco estaba seguro si la limitación del uso de la magia para los magos menores de edad incluía o no la preparación de pociones.

La luz del amanecer recién comenzaba a entrar por las ventanas de su cuarto cuando Harry se levantó sobresaltado. Le dolía la cicatriz y había tenido una pesadilla. No podía recordar los detalles, solo recordaba una construcción con muchas ventanas, la risa de Voldemort retumbando en un pasillo y dos siluetas enmascaradas que cargaban un gran bulto con dificultad.

Como sintió que no podría volver a dormirse, se inclinó sobre el tibio montón que formaba Devorador a los pies de su cama. Al acariciarlo, comprobó que parecía dormir con un sueño tranquilo. Él no tenía una cicatriz que lo despertara, a él sus tíos no lo odiaban, él era normal y su único problema en la vida parecía ser el idiota de su primo Dudley. Harry casi deseó ser el perro, y que alguien lo acariciara como él lo estaba haciendo.

Sintiendo que la tristeza lo invadía se volvió a recostar y comenzó a pensar en su sueño. ¿qué sería lo que Voldemort había hecho? ¿Cuál sería ese lugar? ¿Qué sería lo que esos mortifagos cargaban? Las preguntas se agolpaban en la cabeza de Harry y deseó tener un pensadero como el de Dumbledore. Deseó poder vaciar su cabeza de pensamientos y volver a dormirse.

Estaba pensando en todas estas cosas cuando Hedwig entró por la ventana después de su cacería nocturna. Al ver que su amo estaba despierto se le acercó y se posó en la cama, sobre lo que debía ser su estómago. Harry se rió y la acarició. Era agradable tener a Hedwig. Ella si parecía entenderlo. A su lechuza él le importaba y a diferencia de sus amigos ella siempre podía estar ahí con él. Pensó por un momento que tal vez si Dudley no quería a Devorador, sus tíos le permitirían quedarse con el. Aunque pensándolo bien, si sus tíos veían que le gustaba el perro eran capaces de devolverlo a tía Marge. ¿Cómo les explicaría a sus tíos la presencia del perro en su cuarto? Aunque a lo mejor no tendría nada que explicar. Era probable que los Dursley hubieran notado la ausencia del cuerpo del perro y sabrían que no había muerto. Pensarían que había huido. Eso le dio una idea a Harry: esperaría que el perro se pusiera bien, escondido en su cuarto, y cuando estuviera en buenas condiciones se las arreglaría para sacarlo de la casa sin que los Dursley lo notaran. El plan parecía bueno aunque tenía un problema. ¿Qué pasaría si los Dursley se dieran cuenta que Devorador estaba oculto en el cuarto de Harry antes que se pusiera bien? Harry pensó que lo mejor que podía hacer en ese caso era decir la verdad. Total, no sería la primera vez que sus tíos se enojarían con él. Con ese plan en mente Harry se quedó dormido nuevamente y ni siquiera se dio cuanta que Hedwig había abandonado su posición sobre su estómago y se encontraba durmiendo en su jaula.

Cuando Harry se despertó, no tuvo tiempo de recordar nada de lo que había estado pensando sólo unas horas antes. Había escuchado el teléfono y un grito de tía Petunia que nada tenía que ver con sus gritos de enojo habituales. Se levantó rápidamente y apoyó la oreja en la puerta de su cuarto para escuchar lo que ocurría. Escuchó unos gemidos de su tía, que interrumpía ocasionalmente por un "Dudley, mi niño". La voz de su tía parecía venir del cuarto de sus tíos. Preocupado, Harry abrió ligeramente la puerta y como no vio nada salió muy despacio y se acercó a la puerta del cuarto de sus tíos que se encontraba entreabierta. Vio a su tía llorando, abrazada por su tío que también lloraba.

-¿Que haremos, dime que haremos? -le decía tía Petunia entre llantos.

- Supongo que ya deben haber llamado a la policía. - Le respondió él, con una voz que parecía tener dificultades en salir. -Creo que debemos esperar. - Agregó en una voz aún más apagada.

Harry se preguntaba si sus tíos hablaban de Dudley. Recordó que cuando sus tíos llegaron nunca sintió la voz de su primo. En ese momento no le había prestado atención a ese detalle, pero ahora ese hecho parecía cobrar un nuevo sentido. Se preguntó donde estaría su primo, por que no había vuelto con sus padres en la noche y sobre todo, que es lo que le había ocurrido. No se dio cuenta de que continuaba parado frente a la puerta de sus tíos sino cuando la puerta se abrió y se encontró con su tío que lo miraba. En ese momento pensó que ahora si que se enojarían con él, por estar escuchando detrás de la puerta de su dormitorio.

Pero tío Vernon no prestó más atención a la presencia de Harry. Bajó la escalera sin volver a mirarlo. Detrás de él salió tía Petunia que tampoco le prestó atención y bajó también la escalera. Harry se encontró solo y sin darse mucha cuenta de lo que hacía llegó al cuarto de su primo y se atrevió a hechar una mirada. En el interior reinaba el habitual desorden de su primo, pero él no estaba. De hecho, su cama estaba hecha lo que confirmaba que no había dormido en la casa. Harry se fue a su cuarto con la intención de vestirse rápidamente y bajar a preguntarle a sus tíos por lo que ocurría, Al entrar, notó que Devorador parecía repuesto. De hecho, parecía tener apetito porque había descubierto la secreta despensa de Harry debajo de la cama y olía la tabla suelta con interés. Harry sacó la tabla suelta y le dio de comer a Devorador, y se aseguró de dejar bien puesta la tabla. No podía arriesgarse a que se comiera todo lo que guardaba ahí. Olvidando vestirse y tras decirle a Devorador que no metiera ruido bajó las escaleras decidido a preguntarle a sus tíos por lo que ocurría.

No necesitó llegar abajo para comenzar a enterarse. Sus tíos habían prendido la televisión y escuchó como un noticiero hablaba de un extraño ataque a un hospital y la desaparición de un adolescente que se encontraba internado. Cuando llegó a la sala, Harry vio a su tía sentada llorando, y a su tío marcando frenéticamente un número de teléfono. No se atrevió a acercarse a su tía, por lo que permaneció en un rincón mirando la televisión.

Un sudor frío recorrió a Harry cuando aparecieron las imágenes del hospital en el que había ocurrido la explosión y la desaparición del niño. Solo entonces recordó su pesadilla, solo entonces la imagen del bulto que cargaban los mortifagos pareció adquirir el peso dentro de su cabeza. No podía ser. Simplemente no podía ser... Dudley!

Volvió la vista hacia su tía. Se preguntaba si tendría que contarles. Debería contarles pero, ¿le creerían? No era simplemente decirles "Voldemort se lo llevó". Los Dursley no sabían de su existencia, no sabían que era responsable de muchas muertes de muggles, no sabían que era él quien había matado a James y Lily, ni que Harry estaba conectado con él a través de su cicatriz. No, pensándolo mejor, no sacaba nada contárselo a ellos ya que seguro no le creería. El sonido de la televisión lo sacó de sus pensamientos. Un periodista entrevistaba al que parecía ser un funcionario de turno del hospital. Éste decía que la policía ya se encontraba investigando pero que no se descartaba que la explosión hubiera sido provocada. Cuando el periodista le preguntó por el niño que había desaparecido, el funcionario contestó que era posible que él mismo hubiera provocado la explosión ya que, cuando sus padres lo trajeron justo la noche anterior, estaba en un estado muy alterado y mostraba una actitud violenta oponiéndose a que sus padres lo dejaran ahí. Comentó que era posible que los calmantes hubieran dejado de hacer efecto en la madrugada y que el niño hubiera tratado de escapar para volver a su casa.

-¿Pero y la explosión? -Preguntó el periodista. -¿Por qué piensa usted que el niño podría haber provocado la explosión? Si quisiera escapar no lo más lógico hubiera sido que no tratara de llamar la atención del personal del hospital.

- Si, reconozco que no resultaría lógico y le repito que lo que le cuento es sólo una de las hipótesis que se manejan. Lo que hace presumible que la explosión hubiera sido provocada por el niño es el estado violento en el que llegó.

Harry miró a su tía que lloraba desconsoladamente al escuchar las declaraciones del funcionario del hospital. En ese momento su tío Vernon colgó con violencia el teléfono y se dirigió a su esposa.

- Tendremos que ir al hospital y a la policía ahora mismo. Sube a vestirte, yo subo enseguida y nos vamos.

Tía Petunia se paró y subió pesadamente las escaleras. Parecía que cada movimiento le costara un gran esfuerzo. Aunque Harry no sentía un gran afecto por su familia, le era difícil no sentir pena por sus tíos en ese momento. Más difícil le era no sentir una gran preocupación por su primo. Si no supiera que Voldemort se lo llevó, sólo estaría pensando que Dudley llegaría en cualquier momento a la casa después de haber escapado del hospital. Probablemente sus tíos esperaban eso. Ellos no sabían lo que Harry sabía. Y él sabía que era su deber decirles, aunque no le creyeran. Era muy probable que ni siquiera lo escucharan hasta el final. Pero al menos intentarlo.

Harry no alcanzó a tomar una decisión, ya que en ese momento su tío le dirigió la palabra por primera vez en la mañana.

- Ve a vestirte. Tu tía y yo tenemos que salir y te quedarás en casa de la Sra. Figg.

- Tío -Le dijo Harry. - Tengo algo que decirte, yo...

-¡Ahora no! Te dije que subieras a vestirte. Lo que tengas que decirme puede esperar.

- Pero tío, es sobre...

-¡SUBE TE DIGO! -lo interrumpió su tío y Harry prefirió no insistir y subió con un nudo en la garganta hacia su cuarto.

Tras haber cerrado la puerta se vistió pensando en lo triste que era saber lo que ocurría, saber que la situación no podía dejar de ser más peligrosa para su primo, y no poder hablar. Que no lo DEJARAN hablar. Pensó en lo que le gustaría poder recibir en casa de sus tíos el diario de los magos, El Profeta. Al menos podría enterarse de una versión más realista de lo sucedido. Aunque pensándolo bien, no necesitaba ningún diario ni noticiero para enterarse. Sin quererlo había sido testigo.

Acarició a Devorador que se encontraba durmiendo satisfecho sobre la cama. Con tristeza le dijo que por ahora no tenía que preocuparse. Miró a Hedwig que continuaba durmiendo en su jaula. Fue entonces que pensó que lo mejor que podía hacer es escribirle a Dumbledore y contarle lo que había ocurrido. Le costaba imaginar que Voldemort hubiera escogido una víctima muggle al azar y que justo ésta hubiera sido Duldley. Además, lo hubiera matado. ¡No se lo habría llevado! Pensó que también debería responder a su tío y contarle. Pero en ese momento no podía. Debía bajar para que sus tíos lo dejaran en casa de la vieja vecina quien sabe por cuanto tiempo. Aunque si sus tíos pensaban que Dudley podía llegar, entonces no podrían tardarse mucho. Esto consoló un poco a Harry que bajó las escaleras pensando que a su regreso podría escribirles.

Al llegar a la sala, vio que sus tíos ya estaban listos y los tres se subieron al auto. Armándose de valor y consciente de que si querían volver a ver a Dudley debían saber lo que realmente había ocurrido, Harry intentó nuevamente decirle a sus tíos lo que sabía. Pero su tío lo hizo callar y antes de que Harry pudiera intentar nada más llegaron ante la casa de la Sra. Figg y Harry se bajó del auto que partió apenas Harry cerró la puerta.

Con el corazón oprimido, Harry tocó el timbre y la vecina le abrió la puerta.

- Pasa querido. -Le dijo la señora Figg con aire de comprensión en su rostro. Probablemente ella ya se había enterado.

-Gracias. -Le respondió Harry, y entró a la casa esperando que sus tíos pasaran pronto a buscarlo.