N/A Lo mismo de siempre... los personajes pertenecen a J.K.R. ¡Ah! Y gracias PiRRa por tus comentarios :-) Espero que te guste como sigue la historia.

Capítulo 4 Sorpresas y más sorpresas.

El tiempo transcurría lento mientras Harry esperaba. Hedwig lo miraba y Harry hubiera jurado que tenía una expresión reprobatoria. 'Sabe que planeo algo', pensó Harry. En ese momento Hedwig salió de su jaula y voló a la ventana con intenciones de salir. De inmediato Harry se paró y se acercó a la ventana. No podía dejarla salir, no podía esperar que volviera para marcharse.

-Ven acá Hedwig, espera -le dijo tomándola y volviendo a ponerla en la jaula ante la mirada consternada de la lechuza. Cerró la puerta de la jaula y si las miradas mataran, Harry habría muerto. Ahora estaba seguro que su lechuza lo miraba reprobatoriamente.

-Sé que no entiendes lo que ocurre, pero confía en mi. -Le dijo tranquilizándola. Hedwig continuaba mirándolo.

Harry se acercó a la puerta y la entreabrió para ver si todavía había luz en el dormitorio de sus tíos. 'Perfecto', dijo cuando vio que todo estaba oscuro y tranquilo. Al abrir la puerta para salir, sintió que se colaba el perro.

-Está bien, Devorador -le susurró-. Puedes quedarte aquí. Pero no hagas ruido.

Diciendo esto salió de su cuarto y bajó la escalera silenciosamente. Aunque tenía un plan en mente se sentía intranquilo. Sabía donde encontrar un desatornillador y fue a buscarlo. Aprovechó de sacar un trozo de alambre para abrir la alacena y otras cosas que podía necesitar. La aspiradora estaba donde siempre y en diez minutos ya había conseguido abrirla. Se sacó el anillo, lo miró y sintió una puntada debajo del ombligo. Sentía que no debía hacer eso, algo le decía que no lo hiciera. Sentía que le estaba fallando a los que lo querían. Veía a Sirius, a Dumbledore. Incluso pensó en Hermione y Ron. Sabía que Hermione nunca estaría de acuerdo con su plan, y sentía que de un modo u otro Ron también le recomendaría que hiciera caso a Dumbledore.

-¡Hazlo ya! -se dijo a si mismo-. Ellos no se encuentran aquí ahora, ellos no escuchan a mis tíos. Ellos no saben...

Metió el anillo en una zona alejada del motor y lo pegó con cinta aisladora para evitar que con el movimiento de la aspiradora se soltara y dañara el motor. Si la aspiradora se descomponía, su plan fallaría. Satisfecho con el resultado volvió a cerrarla y a ponerla en su lugar. 'Lo siento padrino', pensó al guardarla. Luego fue a la alacena y se puso manos a la obra para abrirla. Eso fue más complicado de lo que parecía, pero después de manipular una media hora logró abrirla. Con el corazón latiéndole con violencia en el cuello sacó su varita y miró su escoba. No estaba seguro de si le convenía salir con la escoba y la capa invisible, o solo con la capa invisible, o sin ninguna de ellas. Decidió no perder tiempo en ese momento pensando en eso y sacó tanto la escoba como la capa. Volvió a cerrar la alacena y fue a guardar todo lo que había sacado en su lugar. Al pasar por la sala sintió que había alguien que lo miraba por la ventana que estaba a su espalda y se dio vuelta rápidamente. No se veía a nadie, solo un coche que acababa de pasar frente a la ventana. El corazón le latía furiosamente.

-¡No seas paranoico! -se dijo a si mismo. Y subió a su cuarto con la varita, la escoba y la capa. Cuando entró se encontró con una lechuza y un perro mirándolo a los ojos. Se sentía observado, pero sabía que eran sólo sus nervios... y el cargo de conciencia. Recordó su plan para ver que le faltaba y decidió escribir la nota para sus tíos. Se sentó en su escritorio, cogió un bolígrafo y una hoja y después de pensar unos segundos comenzó a escribir.

Querido tío Vernon y tía Petunia,

Me han escrito del colegio autorizándome a pasar el resto del verano allá. Vendrán por mi tarde esta noche así que no se preocupen, ningún vecino verá cuando me vaya. Espero que Dudley vuelva pronto. Pasaré a buscar mis cosas del colegio unos días antes del 1º de septiembre.

Harry

Leyó la carta que acababa de escribir y sintiéndose conforme la puso sobre su cama donde sus tíos pudieran verla. Devorador se acercó y la olió con interés.

-Déjala ahí, Devorador -le dijo-. Yo me tengo que ir ahora y confío en ti que no la tocarás.

En ese momento el perro dejó de mirarlo a él y miró hacia la ventana que estaba detrás de Harry y emitió un suspiro de perro. Harry se dio vuelta y el corazón casi se le sale por la boca cuando vio una figura que lo observaba desde la ventana. No podía creerlo, no podía ser...la señora Figg.

No alcanzó a recuperarse del susto cuando ella le hizo señas para que no hiciera ruido.

-Rápido, hijo -le susurró-. No hay tiempo para que te explique, tienes que salir de aquí. Este lugar dejó de ser seguro hace un rato.

-...S.. ¡Señora Figg! -fue lo único que salió por la boca de Harry-. U... U... Usted...

-Si querido, -lo interrumpió la señora Figg-. Sube rápido, tú también Charly. Harry se preguntó a quien llamaba Charly cuando vio que el perro se acercaba a la vecina.

-¿Usted conocía al perro, entonces? -le preguntó Harry sorprendido.

-Si querido, te lo explico en el camino. Ahora súbete a la escoba y toma a Charly para que salgamos rápido. No hay tiempo que perder.

Con el susto y la impresión de todo lo que acababa de ocurrir, Harry solo atinó a hacer lo que su vecina le decía. Salieron ambos y el perro volando sobre la escoba de la señora por la ventana.

Cuando pasaron cerca de la casa de la Sra. Figg, Harry notó que había luz dentro de la casa.

-Olvidó apagar la luz de su casa -le dijo a la señora.

-¡Ah! Si... no importa -le respondió ella sin darle importancia.

Harry comenzó a pensar donde lo llevaría la Sra. Figg. Esperaba ver a Dumbledore. 'Dumbledore', pensó... y recordó la carta que le había enviado. '...Bajo ninguna circunstancia...', recordó. Sintió un nudo en el estómago. Recordó el plan que tenía hasta hace sólo unos minutos y que no había traído a Hedwig. Recordó que le había dejado la jaula cerrada.

-¡Señora Figg, debemos volver! Olvidé la jau...-le dijo-. Pero la señora Figg no le respondió y el recordó que la Señora Figg no sabía de Hedwig. Aunque tal vez supiera, ya que era bruja. La debía haber visto en su cuarto cuando lo fue a buscar.

-¡Tengo que volver por mi lechuza, está encerrada y no va a poder salir! -insistió Harry lo más alto que podía.

-No hay tiempo -le dijo en un tono que dejaba entender que no le preocupaba lo que le pudiera ocurrir a la lechuza.

Harry empezó a angustiarse de verdad. Deseó volver a casa de sus tíos. Pero estaba sobre la escoba de su vecina y no había traído la suya. Tampoco había traído la capa. Su varita si la tenía. 'Por suerte', pensó. Por un momento tubo la ocurrencia de usarla para detener a la Sra. Figg, pero miró hacia abajo y se dio cuanta de que si ella perdía el control de su escoba, los dos y el perro caerían. No podía hacer eso. Además estaba la prohibición del uso de la magia para menores de edad... Sintió miedo. Se sintió pequeño e impotente. Recordó a su padrino y el anillo que había dejado en la aspiradora. El miedo se transformó en pánico.

-¿Adonde vamos? -le preguntó a la Sra. Figg en un tono que intentó ser tranquilo.

-A un lugar seguro, no te preocupes -le respondió ella sin mirarlo, en un tono que daba por terminada la conversación.

-¿Porqué ... -intentó preguntar Harry-.

-Harry, no me desconcentres -le respondió en un tono que sonaba tranquilo pero ligeramente amenazador.

Harry sintió miedo de veras. Ahora se daba cuenta de que había sido ingenuo al subirse a la escoba de la señora Figg sin preguntar nada. Miró hacia abajo y se dio cuenta de que no le quedaba más alternativa que confiar en su vecina. Tragó saliva y pensó en Dumbledore, él debía saber que la señora Figg era bruja. Debía ser una buena persona, sino le habría dicho que no confiara en ella. Recordó la cantidad de veces que había estado en su casa. Ella nunca le había hecho nada. Si estuviera del lado de Voldemort lo habría entregado hace tiempo. Había tenido muchas oportunidades de hacerle daños si esa hubiera sido su intención. Eso lo tranquilizó un poco, pero muy poco.

Ya habían dejado atrás la ciudad y volaban sobre un terreno boscoso. No se veían luces abajo por lo que Harry supuso que no era una zona con muchos habitantes. Comenzó a sentirse cansado. El perro parecía pesar cada vez más y sentía el brazo con el que lo sostenía acalambrado.

-Sra. Figg, ¿cuánto falta para que... -comenzó a preguntar Harry. Pero se detuvo en seco al ver que la mujer que estaba frente a él en la escoba no era la Sra. Figg. Sintió pánico recordando la poción multijugos. Recordó al hijo del señor Crouch, que era un fiel servidor de Voldemort y que se había hecho pasar por el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras el año anterior en el colegio. La mujer frente a él no dijo nada, y antes de que Harry alcanzara a hacer nada comenzaron a descender en dirección a un claro. Harry formó un plan en su mente, apenas la altura no fuera muy grande se soltaría y se ocultaría en el bosque. Pero el perro pareció leerle los pensamientos porque antes de que Harry atinara a saltar, sintió que el perro crecía y vio con horror que al transformarse en hombre se sentaba en la escoba, entre Harry y la mujer. Harry pensó en su varita pero el hombre fue más rápido y lo inmovilizó con unos brazos de gorila. Solo entonces Harry se dio cuenta de que el rostro de ese hombre le era familiar. Se parecía a... Goyle! Debía ser su padre. A Harry le costaba creer que fuera un animago. Pensó en que había tenido al padre de Goyle viviendo en su cuarto, durmiendo en su cama y sintió asco. Luego recordó que Dudley lo había pateado y eso lo consoló un poco. 'Al menos no se la llevó gratis', se dijo a si mismo.

La escoba se movió peligrosamente bajo el nuevo peso al cual estaba sometida. Por suerte en ese momento tocaron tierra. A Harry le resultaba imposible moverse. Comparado con el padre de Goyle él era como un oso de peluche. Intentó gritar pero la voz no le salía de la garganta. De todos modos no hubiera sacado nada con gritar, pues el lugar parecía solitario. En silencio lo condujeron a través del bosque por unos minutos hasta que llegaron a una casa grande. Harry no pudo ver mucho más porque en ese momento la mujer le tapó la vista, sintió como le ponían un montón de trapo frente a los ojos y sintió como le sujetaban todo con lo que parecía ser cinta adhesiva ancha, que le daba la vuelta de la cabeza. Le molestaba la cinta pegada a las orejas, pero no pudo hacer nada pues en ese momento escuchó que decían un conjuro y de inmediato sintió que cuerdas lo inmovilizaban firmemente. Manos fuertes lo cargaron por uno minutos. Harry trató de recordar el camino, pero con la vista vendada y sin caminar perdió rápidamente el sentido de la orientación. De lo único que estaba seguro es que debían encontrarse bajo el nivel del suelo ya que había sentido como bajaban una escala. Escuchó que habrían una puerta metálica y sintió el suelo frío de piedra cuando lo sentaron en el suelo. Escuchó como volvían a cerrar la puerta y luego, nada más que silencio. Al cabo de unos minutos sintió unos gemidos como si alguien tratara de hablar pero no pudiera.

-¿Quién está ahí? -preguntó en un susurro. Pero nadie le respondió, solo siguió escuchando unos gemidos.

-Yo no me puedo mover, si tu puedes trata de acercarte hacia mi voz -dijo Harry.

Sintió como algo trataba de moverse, pero como al cabo de unos minutos el sonido parecía venir del mismo punto decidió moverse él. Se arrastró como pudo por el piso frío de piedra. Se sentía como un gusano, ciego.

-Sigue metiendo ruido, para que sepa hacia donde tengo que moverme -dijo Harry mientras trataba de orientarse.

Los gemidos continuaron y al cabo de unos minutos Harry llegó a la fuente. Chocó con el cuerpo de otra persona. Harry tuvo la idea bastante lógica de que podía ser su primo.

-¿Eres tú, Dudley? -preguntó Harry.

Los gemidos se intensificaron y Harry supuso que si. Necesitaba hablar con su primo si querían poder escapar. Tuvo una idea bastante desagradable, pero no veía otra alternativa.

-Tengo las manos atadas, pero a mi no me taparon la boca. Voy a intentar quitarte lo que te hallan puesto en la boca para que puedas hablar. En ese instante los gemidos cesaron.

-Se lo que estás pensando, Dudley. A mi tampoco me gusta la idea de acercar mi cara a la tuya, pero no se me ocurre otro modo. Por favor sigue haciendo ruido para que localice tu cara.

Escuchó que los gemidos se reanudaban y como pudo se arrastró hasta que sintió los gemidos frente a su cara. Con la nariz sintió la textura de la cinta adhesiva sobre lo que debía ser la cara de su primo y dándose valor buscó a tientas el borde del pedazo de cinta adhesiva. Lo encontró y con los dientes intentó despegarlo. 'Cualquiera que nos viera...' pensó Harry, pero se obligó a no pensar en eso. La situación era grave.

Después de intentarlo un rato y de morder un par de veces a Dudley sin querer, logró despegar una esquina del trozo de cinta adhesiva. Lo mordió firmemente y tiró como pudo alejando su cara de la de su primo. Sintió que los gemidos se intensificaron por lo que supuso que debía dolerle.

-Lo siento Dudley -dijo Harry-. Aguántate que voy a acabar luego.

Siguió tirando la cinta adhesiva hasta que el gemido se transformó en un grito de dolor. Si era Dudley: reconoció su voz.

-Debemos salir de aquí. No tienes idea del peligro que corremos- dijo Harry volviendo a sentarse. Se sentía agotado después de tanta gimnasia y del viajecito cargando a Devorador... Charly. No tenía idea que el padre de Goyle se llamaba Charly. Aunque tal vez no se llamaba así. En realidad no tenía importancia. Dudley lo sacó de su reflexión.

-¿Tienes algo de comer, Harry? -preguntó su primo en una voz que sonaba débil.

-No, nada. ¿Hace cuanto que no comes? -preguntó Harry en tono preocupado.

-No lo sé, como dos días creo. Me siento mal -respondió Dudley. Harry recordó que en realidad no lo habían raptado hace tanto tiempo, pero comprendió que debía sentirse muy débil, sobre todo considerando que se trataba de alguien al que le gusta comer y que antes de ser raptado ya había estado pasando hambre.

-Vas a tener que pensar en otra cosa, porque debemos salir de aquí. Yo estoy con los ojos vendados. ¿Y tú? Puedes ver? ¿Sabes si por aquí hay algo que pueda servir para cortar cuerdas? -preguntó Harry.

-No. Me trajeron aquí con los ojos vendados y no tengo idea que hay alrededor mío. ¿Cómo llegaste tú aquí? ¿sabe la policía donde estamos?

-No, a mi ... también me trajeron -respondió Harry. Se sintió muy estúpido. A Dudley por lo menos lo habían traído por la fuerza. En cambio él, había venido como un corderito, engañado por la vecina. Aunque no estaba todo tan mal. Había encontrado a Dudley así que parte del objetivo estaba alcanzado. Además no le habían quitado la varita. Tal vez la Sra. Figg no se había dado cuenta de que la tenía dentro de la manga.

-Echaré un vistazo a ver si encuentro algo que pueda servir para cortar las cuerdas -dijo Harry.

-Harry... espera -Dijo Dudley en un tono vacilante-. ¿Porqué mejor no me sacas lo que me tapa la vista para que te ayude? También está pegado con cinta adhesiva.

Harry se sorprendió. Siempre había pensado que su primo era un imbécil, y resulta que ahora acababa de tener una buena idea. Se dio cuenta también que no se había comportado como un bruto con él como siempre lo hacía. Claro que es difícil ser un matón estando amarrado y sin comer ni beber por tantas horas.

-El mío también -respondió Harry-. Deja que te saque el tuyo y de ahí me sacas el mío.

Comenzó de nuevo las maniobras y consiguió despegar rápidamente la cinta del pelo de Dudley que era corto, aunque había emitido un grito sofocado cuando la cinta se había despegado de su sien.

-Está oscuro -constató Dudley en voz alta-. Pero entra algo de luz por una ventana. Es pequeña y está en lo alto del muro, pegada al techo. Tiene barrotes, lamentablemente -agregó con algo de desaliento en la voz. En seguida Dudley comenzó a tratar de liberar la vista de Harry. Era un poco torpe pero como podía ver lo que hacía tampoco se tardó mucho.

Comenzaron a buscar con la vista. Había poca luz pero vieron que en una esquina habían unos objetos. A lo lejos parecían cajas de madera. Como pudieron se arrastraron hacia allá y vieron que eran unas viejas cajas de madera. Dudley notó que una tenía un clavo salido que podría servir y comenzó a tratar de liberar sus puños con él. Harry no encontró nada más que pudiera servir así que se limitó a esperar su turno.

-¡Apúrate! Tenemos que salir de aquí -le dijo Harry.

-Si sé, no es tan fácil -Le respondió Dudley. Harry no insistió pues se notaba que su primo estaba haciendo lo que podía y probablemente a él también le costaría.

Después de lo que les pareció una eternidad Dudley quedó libre y comenzó a desatarse los pies.

-Desata mis manos primero -le dijo Harry-. Así vamos más rápido.

-Si -le dijo su primo y comenzó a desatar sus manos.

Al cabo de unos minutos ambos estuvieron libres y Dudley vio que la puerta estaba cerrada.

-Apártate -le dijo Harry sacando su varita. Dudley comenzó a temblar con una hoja.

-No tengas miedo Dudley -le dijo Harry en un tono tranquilizador. Recordaba las experiencias de su primo con la magia. -sólo voy a abrir la puerta.

Harry ejecutó el conjuro "Alohomora" delante de Dudley y la puerta se abrió. Por suerte no había nadie y ambos salieron. Se encontraban en un pasillo oscuro. La única luz provenía de la celda en la que se encontraban. Parecía que no había otras puertas, la única vía de escape era el fondo del pasillo. Caminaron hacia allá. Llegaron a una escala de piedra que subía en espiral. Estaba completamente oscura. Harry notó a su primo que temblaba detrás de él.

-¿Y si mejor intentaras quitar los barrotes de la ventana? -dijo Dudley en una voz que denotaba su gran nerviosismo.

Harry se sorprendió con la idea de su primo. No era mala idea pero no recordaba un solo conjuro que pudiera servirles para sacar lo barrotes de la ventana. Y si lograran sacar los barrotes, él podría levitar a su primo hacia la ventana, pero no tenía idea como levitarse él mismo.

-No se como hacer eso -le respondió-. Y de todos modos no podríamos alcanzar la ventana para salir por ahí, está muy alta.

No les quedó más remedio que subir por la escala. Harry deseaba prender luz con la varita pero tuvo miedo a que los descubrieran. Era preferible avanzar sin llamar la atención. Llegaron al piso superior y se acabó la escala. Estaban en un extremo de un largo corredor, con puertas a los costados. La única luz provenía de una puerta entreabierta. Harry analizó sus posibilidades. O bien intentaban encontrar una salida detrás de una de esas puertas, o bien continuaban hacia el final del pasillo intentando no ser vistos desde la puerta abierta. Lo segundo parecía ser la alternativa menos ruidosa, y de todos modos no quería imaginar lo que podría encontrar detrás de esas puertas. Dudley debió llegar a la misma conclusión que su primo, porque empujó ligeramente a Harry y le indicó con el dedo el final del pasillo. Caminaron en silencio y Harry comenzó a oír voces que provenían del interior del cuarto iluminado, pero no distinguía lo que decían. Al llegar a la puerta entreabierta Harry estaba seguro que quien fuera que estuviera en el interior podría escuchar los latidos de su corazón. Vio a dos mortifagos y reconoció por las formas que se trataba de la mujer que se había hecho pasar por la señora Figg y el padre de Goyle. Había una chimenea encendida, pero ellos conversaban mirando por la ventana, por lo que Harry solo distinguía sus siluetas, de espalda.

-¡Ya basta! -le decía la mujer-. Debe estar por llegar. No entiendo por qué te quejas tanto.

-Me hubiera gustado verte a ti, teniendo que aguantar...-se quejó el hombre. Pero nunca pudieron escuchar lo que había tenido que aguantar porque en ese momento apareció una figura por la chimenea. Harry y Dudley casi gritaron de la impresión.

N/A: Jajaja, ni se IMAGINAN lo que salió por la chimenea!!!