Nuevamente le doy las gracias a Francia y Ghi, mis beta-lectoras :-* :-*

Ammy: gracias por tu review. Espero que dos días lo consideres "rápido" :))) La sombra no es Sirius, es simplemente la señora Pomfrey que volvió a asegurarse que Harry estubiera dormido. A ella le preocupa estar sola a cargo de un Harry Potter sano y con ganas de salir, sobre todo ahora que tu- sabes-quien ha vuelto...

Como siempre: Harry Potter & compañía pertenecen a JKR.

Capítulo 9 Una visita a los elfos y primeros auxilios.

Harry se despertó un poco confundido a la mañana siguiente, se tardó unos minutos en recordar por qué se encontraba en la enfermería del colegio. Se levantó, tomó ropa de la que su padrino le había dejado y fue al baño.

Al salir vio a la señora Pomfrey que salía del despacho.

-Hola Harry -lo saludo alegremente-. ¿Cómo dormiste?

-Bien, gracias -le respondió.

-Ven a tomar desayuno -lo invitó la señora Pomfrey dirigiéndose al despacho.

Harry dejó el pijama sobre la cama, la siguió y entró detrás de ella por el tapiz del muro. Subieron una escalera y se encontraron en una habitación agradablemente iluminada. Parecía una sala de estar, con unos sillones con cojines tejidos a ganchillo, otros bordados. A Harry le recordó un poco la sala de su vecina, la señora Figg. Al centro había una mesa baja sobre la que estaba la misma bolsa de género que traía la tarde anterior la señora Pomfrey. Sobresalía de ella una madeja de lana y unos palillos. Junto a una de las ventanas (había tres en total, todas sobre el muro a la derecha) había una pequeña mesa con dos sillas. En otro muro (el que estaba justo enfrente de ellos) había un estante con libros y un par de fotos enmarcadas. Junto a la estantería se veía otra puerta y en el muro de la izquierda había otra puerta más. Ambas estaban cerradas.

La señora Pomfrey se dirigió a la mesa junto a la ventana y tocó con la varita un objeto redondo, parecido a una bola de cristal, que estaba sobre la mesa. Cuando lo hizo, la imagen de la cara de un elfo apareció dentro de la bola.

-Buenos días señora Pomfrey -saludó el elfo-. ¿Qué va a querer para el desayuno?

-Para mi un té y unas galletas -le respondió la señora Pomfrey-. Para Harry traiga leche y unas tostadas.

Harry vio que el elfo lo miró a él sonriendo, saludándolo con la mano. Sólo entonces reconoció a Dobby.

-¡Hola Dobby! -saludó Harry. Le avergonzaba un poco no haberlo reconocido inmediatamente-. ¿Cómo estás? ¿Cómo está Winky?

-¡Señor Harry Potter! -le respondió el elfo-. ¡Que alegría verlo! Estoy bien. Winky está todavía triste por lo de... usted sabe, pero se está recuperando. Bueno, voy a llevarles el desayuno. -Y tras esto desapareció.

-Voy y vuelvo -dijo la señora Pomfrey dirigiéndose a la puerta que estaba junto a la estantería. Antes de desaparecer por ella, Harry alcanzó a ver que aquella habitación parecía ser el dormitorio de la señora.

Como no tenía nada que hacer se acercó a la estantería. Los libros eran todos sobre enfermedades, pociones curativas, primeros auxilios, hechizos para sanarlo todo. No tenía mucho interés en los libros, así que se fijó en las fotos. En una se veían dos mujeres sonriendo, paradas sobre la arena de una playa, con el mar como fondo. Otra mostraba un grupo de personas de diversas edades (algunos niños), sentado en torno a una mesa de madera en medio del campo, en lo que parecía un picnic familiar. De pronto, Harry escuchó un sonido similar a un "plop" a su derecha y al darse vuelta vio a Dobby con una gran bandeja que dejó sobre la mesa. Justo en ese momento entró la señora Pomfrey y se dirigió a la mesa.

-Gracias Dobby -le dijo la señora Pomfrey sentándose-. Siéntate Harry.

Dobby le dirigió una sonrisa emocionada a Harry y luego desapareció con otro "plop". Harry se sentó con la señora Pomfrey y comenzó a tomar desayuno. Se sentía un poco cohibido, el silencio le incomodaba y no se le ocurría como iniciar una conversación. Tal vez la señora Pomfrey se dio cuenta, porque comenzó a conversar al cabo de unos minutos.

-¿Así que conoces a Dobby? -le preguntó.

-Si... -le respondió Harry-. Lo conocí cuando estaba en segundo.

Harry no sabía si contarle como había conocido a Dobby, pensó unos segundos y decidió que mejor no entraba en detalles.

-¿Y a Winky? -le dijo más como afirmación que preguntando.

-Si, a ella la conocí el año pasado.

Se quedaron en silencio un rato, y luego la señora Pomfrey reanudó la conversación.

-¿Te gustaron mis libros? -le preguntó-. Te vi mirándolos cuando entré.

-En realidad estaba mirando... -le respondió Harry. Luego se interrumpió. Iba a decir "estaba mirando sus fotos" pero le pareció preferible no hacerlo- ...si eso. Parecen muy interesantes.

La señora Pomfrey lo miró de reojo, parecía haber entendido que Harry no estaba mirando los libros, sino las fotos.

-Esas fotos son de mi familia -le dijo la señora Pomfrey sin darle mucha importancia al hecho-. La que está junto a mi en la playa es mi hermana, y en la otra está su familia con algunos amigos.

Harry pensó que aquellas fotos debían ser antiguas ya que las mujeres en la playa parecían no mayores de treinta años.

-Ahhhh -respondió Harry. Luego la curiosidad lo venció-. Señora Pomfrey... ¿por qué pasa usted sus vacaciones en el colegio?

-Solo las estoy pasando acá este año, Harry -le respondió ella-. Normalmente voy a pasar el verano a Francia, a casa de mi hermana. Pero este año, el señor director me pidió que me quedara. Dijo que podrían necesitarme durante el verano, ahora que ha vuelto el-que-no-debe-ser- nombrado.

-Entiendo -le respondió Harry-. ¿Extraña mucho a su hermana?

-Si, mucho -le respondió ella triste. Luego se rió y agregó- Pero el deber es el deber. ¿No crees?

-Mhhhh... -respondió Harry distraídamente. Acababa de acordarse de su padrino-. Señora Pomfrey... ¿qué fueron a hacer a Londres mi padrino, el director y el profesos Lupin?

-No estoy muy segura, Harry -le respondió la señora Pomfrey pensativa-. Lo único que sé es que están tratando de buscar aliados, de coordinar la resistencia, de hacer que el ministerio se tome en serio el regreso del-que- no-debe-ser-nombrado. Pero qué es lo que específicamente fueron a hacer esta vez, eso no te lo podría decir...

-¿O sea que no es la primera vez que van? -le preguntó Harry interesado.

-Han estado yendo y viniendo desde que comenzaron las vacaciones, pero tu padrino solo llegó algunos días antes que tú -le respondió ella.

-¿Y Hagrid? -le preguntó Harry.

-No lo sé, Harry -le respondió ella.

Ya habían terminado de comer y Harry se estaba preguntando que haría el resto del día. Pensó que la señora Pomfrey no lo dejaría salir nuevamente, pero tampoco tenía ganas de quedarse todo el día ahí. Sólo necesitaba una excusa para salir, y de ahí podría pasear por el castillo. De pronto recordó a Dobby.

-Señora Pomfrey, ¿puedo ir a ver a Dobby y a Winky a la cocina? -le preguntó con su mejor cara de inocencia-. Quiero ver como esta ella y hace mucho que no hablo con Dobby. Le prometo que no saldré del castillo.

La señora Pomfrey visiblemente no tenía ganas de perderlo de vista, parecía recordar la tarde anterior. Pero tampoco quería tener encerrado a Harry todo el día, el pobre era adolescente, necesitaba aire... De pronto recordó una cosa:

-¿Cómo sabes donde queda la cocina? -le preguntó inquisitivamente. Harry comprendió que había hablado demasiado. Prefirió mentir antes que delatar a los gemelos Weasley (que eran los que de verdad le habían dicho cómo entrar).

-Dobby... -respondió tratando de no darle importancia-. Nos hicimos amigos cuando yo estaba en segundo. Cuando él se vino a trabajar a Hogwarts me dijo que podía ir a visitarlo. El me dijo cómo entrar.

-Bueno, ve -le respondió, aparentemente satisfecha con la explicación. Harry pareció correr hacia la escalera, pero ella lo retuvo-. Pero regresa pronto. Son las diez de la mañana, espero que estés de vuelta antes del mediodía. Y no quiero que pasees por ahí solo, ve a la cocina y de ahí vuelves.

La señora Pomfrey se quedó pensando unos segundos, sin soltar a Harry, y luego pareció cambiar de idea.

-Te acompaño hasta allá -agregó.

Bajaron juntos a la enfermería. Antes de salir, Harry notó que alguien había hecho su cama y ordenado las cosas que había dejado tiradas sobre la cama antes de subir a tomar desayuno. 'Debe haber sido Dobby', pensó.

Al llegar al retrato del frutero, la señora Pomfrey le hizo cosquillas a la pera y cuando se abrió el retrato lo dejó no sin antes recordarle que lo quería de vuelta antes del mediodía. Harry le dijo que no se preocupara y entró.

En la cocina no parecía haber mucha actividad. Algunos elfos estaban conversando, pero la mayoría se encontraba limpiando cosas que a ojos de Harry estaban perfectamente limpias. Cuando lo vieron entrar, varios se le acercaron muy contentos ofreciéndole toda clase de comida. Al principio Harry dijo que no, que acababa de tomar desayuno. Pero los elfos parecían tan felices de tener algo que hacer que finalmente aceptó y pronto se encontró sentado frente a un gran helado, unos pasteles y un vaso de jugo de calabaza. Buscó a Dobby y le hizo señas para que viniera a sentarse con él.

-¿Dónde está Winky? -preguntó Harry cuando el elfo se sentaba.

-Está haciendo aseo en alguna parte del castillo -le respondió Dobby-. Pero debe estar por regresar.

-Tenía ganas de verla -le respondió Harry-. ¿Qué hacen acá ustedes todo el verano?

-Lo mismo que el resto del año -respondió Dobby encogiéndose de hombros-. Pero en verano hay mucho menos que cocinar y se limpia menos seguido. Aunque este verano ha habido más personas en el castillo.

Harry sintió mucha curiosidad. Siempre había deseado quedarse en Hogwarts durante el verano, pero nunca lo habían dejado.

-¿Cómo han sido los otros verano acá en Hogwarts, Dobby? -preguntó Harry interesado mientras comía helado de vainilla.

-Hasta antes de este año el colegio permanecía cerrado. Nosotros los elfos nos quedábamos para mantenerlo, y el señor director venía un par de veces a ver si estaba todo en orden. A veces también venía el profesor Snape. Hagrid también se queda en Hogwarts, pero rara vez entraba en el castillo.

-¿Snape? -preguntó Harry con curiosidad.

-Si -le respondió Dobby extrañado por el interés de Harry sobre ese punto- . El viene de vez en cuando durante los veranos, pero no se ve mucho porque se lo pasa encerrado la mayor parte del tiempo.

Harry pensó en lo raro que resultaría Hogwarts con solo los elfos y Snape. De pronto se dio cuenta de lo espantoso que habría sido quedarse en el colegio durante el verano, y casi estuvo agradecido de que Dumbledore hubiera insistido en que se quedara con sus tíos. Bueno, en realidad hubiera preferido que lo mandaran a La Madriguera durante los veranos, pero entre Snape y los Dursley, se quedaba con los Dursley.

-¿Y este año? -preguntó Harry.

-Este año el señor Director se ha quedado aquí, pero ha estado yendo y viviendo. El profesor Lupin también ha venido a pasar el verano aquí, y luego ha traído hasta su perro -agregó con evidente desagrado.

Harry sonrió disimuladamente. Dobby no sabía que se trataba de un animago.

-¿Ese perro negro que he visto con ellos¿ -preguntó Harry con inocencia.

-Ese -respondió Dobby secamente.

-¿Porqué no te gusta ese perro, Dobby? -le preguntó Harry inquietándose un poco por la cara de enojo del elfo.

-Porque lo encontré una noche metido acá en la cocina -le respondió Dobby poniéndose furioso con el recuerdo-. El profesor Lupin no debería traer su perro a la cocina y dejarlo sin supervisión.

-¿Lupin estaba con él? -preguntó Harry.

-No, cuando llegué yo al menos no -respondió Dobby-. Pero el perro no pudo haber entrado solo...

Harry pensó que Lupin probablemente ni siquiera sabía de las incursiones de su padrino a la cocina. Pero no podía explicárselo a Dobby sin contarle que era un animago. Y no podía contarle eso a Dobby sin traicionar a Sirius. Lamentó no poder aclarar las cosas y que Dobby siguiera pensando mal de Lupin.

-Bueno, Dobby ¿no es tan grave, no? -le dijo Harry alegremente, para que no le diera tanta importancia.

-Si usted lo dice... -le respondió Dobby en un tono que daba a entender que no estaba en absoluto de acuerdo.

Fue una suerte que Winky llegara en ese momento, ya que la conversación quedó olvidada cuando se acercó a saludar a Harry. Parecía mucho mejor que como estaba el año anterior, estaba limpia, con el mismo uniforme que los demás elfos, sobria y de buen ánimo. Parecía totalmente integrada al grupo de elfos.

-¿Cómo esta el señor Harry Potter? ¿Qué lo trae por acá durante sus vacaciones? -le preguntó Winky animadamente.

Harry les contó que sus tíos se habían ido de vacaciones sin él y que como no tenía donde quedarse, Dumbledore lo había dejado con la señora Pomfrey. Conversaron animadamente hasta que por el rabillo del ojo Harry notó que en uno de los mesones había una esfera como la que la señora Pomfrey había tocado con su varita para el desayuno. Espantado vio que en ella estaba la cara de la señora Pomfrey y que conversaba con uno de los elfos.

-¿Qué hora es? -preguntó Harry preocupado.

-Creo que van a ser las una -respondió un elfo que secaba unos platos cerca de ellos.

-Debo irme -respondió Harry parándose rápidamente.

En ese momento el elfo que estaba conversando con la señora Pomfrey se acercó a él.

-La señora Pomfrey quiere que regrese -le dijo-. Yo lo voy a acompañar.

Harry se despidió de los elfos, les dio las gracias y siguió al elfo que lo iba a acompañar. Le parecía estúpido que un elfo lo tuviera que acompañar de vuelta. ¿Acaso al señora Pomfrey esperaba que el elfo lo defendiera si Voldemort o sus mortifagos lo atacaban en el camino? ¿Acaso un ELFO DOMESTICO podría impedir que Voldemort lo matara? Se rió amargamente, preguntándose cuantos días tendría que permanecer así, encerrado y escoltado adonde quiera que fuera.

Cuando llegó la señora Pomfrey lo estaba esperando. El elfo se despidió y desapareció con un "plop". 'Ahora va a empezar a sermonearme' se dijo Harry resignado, 'Como pude olvidar la hora'. Luego recordó el reloj que se le había descompuesto durante la segunda prueba del torneo de los tres magos. Lo había dejado en casa de sus tíos. Esa era una buena excusa.

Pero la señora Pomfrey solo suspiró y le dijo que ya había pedido el almuerzo. Harry la siguió hacia la habitación donde habían tomado desayuno en silencio. Cuando vio la bandeja sobre la mesa, se dio cuenta de que no tenía nada de hambre. Después de todo el helado, los pasteles y el jugo de calabaza sentía que no podría tragarse ni una de las chuletas que humeaban sobre el plato. Se sentó en silencio frente a ella.

-Señora Pomfrey... la verdad es que no tengo hambre. ¿puedo ir a dormir un rato? -le preguntó. La señora Pomfrey lo miró a los ojos. Ahora si parecía enojada.

-¿Comiste algo en la cocina? -preguntó.

-Bueno, si -le respondió Harry-. Los elfos me dieron algunas cosas mientras conversaba con Dobby y Winky.

-Pues no deberías - le respondió la señora Pomfrey-. Ahora quiero que te comas todo, no te paras hasta que hayas terminado. A ver si así recuerdas no comer dulces entre las comidas...

Harry comió en silencio. Cuando la señora Pomfrey había terminado él todavía no se acababa la mitad. Sentía que cada vez que tragaba le dolía el estómago. La señora Pomfrey se puso tejer en silencio, aparentemente no pensaba pararse hasta que el plato de Harry estuviera vacío. Cuando Harry acababa de terminar la comida y miraba el postre como si fuera un escreguto de cola explosiva, un elfo se apareció frente a ellos con un "plop".

-Vengo a ver si quieren algo más -le dijo a la señora Pomfrey mirando de reojo a Harry. Era el elfo que estaba secando platos cerca de Harry mientras conversaba con Dobby y Winky. Seguramente se había dado cuenta de los helados, pasteles y jugo de calabaza que Harry había comido, y entendía en el aprieto en el que se encontraba. Harry le dirigió una mirada suplicante, que la señora Pomfrey no pudo ver porque no había levantado los ojos de su labor desde la llegada del elfo.

-No, gracias -le respondió ella sin mirarle.

El elfo comenzó a levantar las cosas para llevárselas, para gran alivio de Harry. Pero se le vino el alma al piso cuando la señora Pomfrey lo interrumpió.

-No levantes todavía, Harry no ha terminado.

El elfo miró a Harry con cara de impotencia y desapareció con un "plop".

Harry, que hasta la llegada del elfo había creído que no podría tragar nada más, se sorprendió a si mismo cuando una hora más tarde se comía el último pedazo de tarta de calabaza. Cerró los ojos y tragó. En ese momento lo único que quería era vomitar y dormir un rato. Nunca pensó que podría estar más de tres horas almorzando. La señora Pomfrey lo miró, y al constatar que había terminado le sonrió y le dijo que podía ir a descansar ahora, si quería. Harry no se hizo de rogar, bajó tambaleándose las escaleras y se fue directo al baño. Para su desgracia no fue capaz de vomitar, así que se resignó y se acostó a dormir un rato.

Durmió con un sueño intranquilo. Soñó que se estaba ahogando, que trataba de no ahogarse. Tragaba y tragaba agua , luego estaba en la orilla de lo que parecía el lago en el que se estaba ahogando, pero no podía ver nada alrededor porque estaba lleno de vapor. Solo veía las nubes alrededor de él, calurosas, húmedas, sofocantes. Trataba en vano de respirar, pero el calor era sofocante, la ropa se le pegaba al cuerpo y le faltaba el aire. Cuando creyó que se iba a desmayar se despertó. Estaba sudando, sobre la cama. No tenía idea cuanto rato había dormido, pero por la luz que entraba por la ventana calculaba que unas dos horas. Se levantó y fue al baño, lo único que quería era una ducha y cambiarse de ropa. Todavía sentía molestias en el estómago, pero ya no tenía náuseas.

Después de ducharse y vestirse se sentó en la cama. ¿Qué podía hacer ahora? No tenía absolutamente nada con que entretenerse, no tenía ni siquiera un libro. Dudaba que la señora Pomfrey lo fuera a dejar salir ahora. ¿Cómo había sido tan estúpido de no mirar la hora? En ese momento hubiera deseado poder siquiera hacer los deberes, incluso el ensayo que tenía que hacer para Historia de La Magia parecía más emocionante que pasar el resto de la tarde mirando el techo de la enfermería. 'Es curioso', pensó 'la de veces que he pasado días enteros en la enfermería'. Pero cuando estaba enfermo era diferente, no le quedaba otra opción y de todos modos Ron y Hermione venían a verlo y lo distraían. Pero ahora era verano, estaba solo, y hacía un calor espantoso. Pensó en el lago y lo agradable que resultaría y a bañarse un rato. Acababa de ducharse y ya comenzaba a sentir calor nuevamente. Miró la puerta, tuvo la idea de simplemente salir un rato al pasillo, donde seguramente haría menos calor. Pero agradeció no haberse dejado llevar por el impulso porque unos segundos después apareció la señora Pomfrey por el despacho.

-Veo que ya te despertaste -le dijo sonriendo. Aparentemente ya se le había pasado el enojo.

-Si -respondió Harry. Se preguntó si lo dejaría ir a dar una vuelta. Dudaba que lo hiciera, pero no perdía mucho preguntando.

-¿Puedo ir a la biblioteca? -le preguntó Harry-. Me gustaría aprovechar el tiempo buscando información para un ensayo de Historia de La Magia.

-No -le dijo la señora Pomfrey. Y aunque te dejara, la biblioteca está cerrada.

Harry suspiró y se tiró en la cama, resignándose a pasar el resto de la tarde mirando el techo. La señora Pomfrey lo miró y con un suspiro volvió a desaparecer hacia el despacho. Volvió a los pocos minutos con uno de los libros que Harry había visto en la estantería. Se acercó a la cama y se lo pasó.

-Toma -le dijo-. En este libro hay muchos hechizos simples de primeros auxilios. Aunque no puedas usar la varita durante las vacaciones, te puede servir aprender la teoría. Al menos te ayudará a pasar el rato.

Tras esto le dirigió una sonrisa y volvió a desaparecer por el despacho. Harry miró el libro, era uno llamado "manual de primeros auxilios". 'Que original' pensó Harry de mal humor abriéndolo.

A pesar de su inicial falta de interés, el libro resultó ser bastante interesante. Tenía además muchas figuras. Harry recorrió sus páginas y reconoció el hechizo para entablillar que Lupin había usado para inmovilizar la pierna de Ron, cuando estaban en tercero. Leyó las instrucciones, no parecía muy complicado. Miró de reojo la puerta del despacho, estaba cerrada. La señora Pomfrey le había dicho que no podía usar magia durante el verano, pero él sabía que si podía, o que al menos el ministerio no se enteraría si hacía magia estando dentro de Hogwarts. Pensó que la señora Pomfrey probablemente volvería a verlo con cualquier excusa, varias veces durante la tarde, con tal de verificar que no había salido. Pero ella se había ido hace solo una media hora, así que no debería bajar tan pronto. Se sentó en la cama, sacó su varita. Tocó su pierna derecha y murmuró:

-¡Férula!

Al principio creyó que había resultado, pero pronto comprobó que el entablillado estaba muy suelto. Se paró y simplemente todo cayó al suelo.

-¡Finite Incantatem! -murmuró y el atado de cuerdas y madera desapareció.

Volvió a leer las instrucciones. Lo intentó algunas veces más, hasta que finalmente consiguió un perfecto entablillado. Divertido lo repitió un par de veces más, en la otra pierna, en un brazo. Luego guardó la varita, no quería que la señora Pomfrey lo sorprendiera haciendo magia.

Pasó el resto de la tarde leyendo el libro. La señora Pomfrey, como él había previsto, bajó varias veces a verificar que todavía se encontraba ahí. Cuando bajó a llamarlo para cenar, Harry le dijo que no tenía hambre, y esta vez ella no insistió. Aparentemente no quería hacerle repetir el mal rato del almuerzo. Y era muy posible que el hecho de que Harry se hubiera quedado toda la tarde tranquilo leyendo también la había tranquilizado un poco.

Cuando llegó la noche, Harry ya estaba aburrido del libro. No protestó cuando la señora Pomfrey le dijo que se acostara, pero como no tenía sueño decidió salir a caminar un rato en la noche, mientras ella dormía. Cuando ella bajó a verificar que estuviera dormido, el simuló con éxito. La señora Pomfrey subió convencida de que podía acostare a dormir tranquila.

Apenas Harry sintió que ya había subido a su habitación, se levantó. Se puso sus gafas, tomó su varita, y salió silenciosamente de la enfermería.

El castillo estaba silencioso y oscuro, pero Harry conocía el camino. Aunque sabía que no había nadie con quien encontrarse, lamentó no tener con él la capa invisible de su padre. El estar debajo de la capa le daba seguridad, y en cierto modo intimidad. Caminando sin ella por esos pasillos le hacía sentirse vulnerable.

Cuando llegó a la biblioteca comprobó que estaba cerrada, como la señora Pomfrey le había dicho. Sacó su varita.

-¡Alohomora! -murmuró, pero nada ocurrió.

Pensó un rato y volvió a intentar algunos otros hechizos. Pero la puerta permanecía cerrada. Era una verdadera caja fuerte. Estaba intentando los mismos otra vez cuando una voz gritó a sus espaldas:

-¡Accio varita!

Harry sintió como su varita saltaba de sus manos y volaba hacia su espalda. Se dio vuelta conteniendo la respiración.

N/A: jajaja, adivinen quien le quitó la varita. No es tan dificil, una de mis dos beta-lectoras adivinó! ^_^