¡Guau! No puedo creer que mi fanfiction ya tiene 10 capítulos :´-)

Gracias a Ghi y Francia por su paciente ayuda. ¡¡¡No se qué haría sin ustedes!!!

Ammy: gracias por tu review. Sips, era Poppy. A mi también me dio pena como lo está tratando Poppy jajaja. Espero que hayas conseguido un helado, que te haya ido bien en tu examen y que disfrutes este capítulo.

Capítulo 10 Un perdonazo y otro gran día con Poppy

A Harry se le cayó el alma al piso cuando vio que Snape estaba parado frente a él. No parecía contento.

-¿Qué crees que estás haciendo, Potter? -preguntó Snape en un susurro amenazante. Harry tragó saliva-. ¿Y quien te dio permiso para pasear de noche? ¿La señora Pomfrey?

Harry podía darse cuenta de que un asomo de sonrisa aparecía en la cara del profesor de pociones. Pero no era una sonrisa agradable, era la alegría de la victoria. 'Seguramente está feliz' pensó Harry, 'Me tiene en sus manos y quien sabe que hará conmigo ahora que no están ni Dumbledore, ni Lupin ni Sirius'.

-¿No piensas contestarme, Potter? -preguntó Snape ya sin tratar de ocultar su sonrisa. Tenía a Potter en sus manos y lo sabía. Cuantas veces había deseado eso. Como Harry no contestaba continuó, jugando distraídamente con la varita que le acababa de quitar:

-Deberías cuidarte, Potter. Pasear solo de noche no me parece una buena idea, alguien podría hacerte daño. Alguien podría matarte... -agregó esto último con una sonrisa amenazante, mirándolo a los ojos.

Harry no supo que decir. ¿Acaso iba a matarlo? ¡Podría haberlo hecho! ¿Quién iba a sospechar de él? Harry no podía dejar de encontrarle razón en lo que le había dicho. Snape no había tenido ningún problema quitándole su varita. ¿Y si en vez de Snape hubiera sido un mortifago? ¿Y si en vez de Snape hubiera sido Voldemort? Claro que ellos no podrían haber entrado en Hogwarts, o eso suponía Harry. Aunque ahora que Dumbledore no estaba... ¿cómo podía estar seguro? Se sentía realmente estúpido. Snape tenía razón, al salir a escondidas de noche se estaba exponiendo. Entonces recordó que Snape le había salvado la vida hace solo algunos días, cuando Voldemort le había lanzado una vez más la maldición asesina. Snape había estado dispuesto a morir por él, era poco probable que fuera a matarlo después de haber hecho eso. Pero esa vez estaba Dumbledore, en cambio ahora estaban solos y no era un misterio que aquel profesor lo odiaba. Al pensar eso Harry sintió miedo de verdad.

Snape vio preocupado como las pupilas de Harry se dilataban y se dio cuenta de la mirada de terror que comenzaba a aparecer en su cara. Se sintió incómodo y dejó de sonreír. Tal vez se le había pasado la mano, el chico parecía realmente asustado ahora. Guardó la varita de Harry en su bolsillo y bajó su propia varita. Observó aliviado que la expresión de pánico desaparecía de la cara del niño, y era reemplazada por una de culpa y un poco de miedo. 'Eso está mejor', pensó.

-¿Por qué estabas tratando de entrar a la biblioteca en medio de la noche? -le preguntó Snape. Ya no estaba usando un tono de amenaza, lo dijo como si hubiera sido lógico preguntarle eso (y en realidad lo era ¿no?). 'Vamos Potter, ¿Cómo pudiste pensar que de verdad iba a matarte?' pensó un poco arrepentido.

-Yo... solo... -Harry no conseguía responder, se le había secado la boca y la garganta. Ya no creía que Snape lo fuera a matar, pero hubiera deseado despertarse y encontrarse en cualquier otra parte. Se preguntaba que haría Snape con él. No podía quitarle puntos a Gryffindor durante el verano, pero tampoco parecía posible que simplemente lo dejara ir. En el mejor de los casos solo lo acusaría con la señora Pomfrey, después de todo estaba bajo la responsabilidad de ella. Seguramente Dumbledore se lo habría hecho saber, ya que cuando le quitó la varita le había preguntado si la señora Pomfrey le había dado permiso para pasear de noche.

-¿Tú solo qué? -le preguntó Snape con impaciencia. Harry respiró profundo, si no le respondía terminaría enojándose de verdad. Miró el piso y respondió:

-Todas mis cosas del colegio quedaron en casa de mis tíos. Quería comenzar a hacer los deberes y vine a la biblioteca a buscar algunos libros.

-¿Y tenías que venir DE NOCHE? -le preguntó Snape secamente.

-La señora Pomfrey no me dio permiso para venir de día -respondió Harry casi en un susurro. Luego volvió a mirar a Snape a los ojos y explicó:

-No tengo nada que hacer y la señora Pomfrey ni siquiera me deja salir de la enfermería. Me estoy aburriendo mucho y quiero aprovechar el tiempo haciendo algo útil. Pero no tengo ningún libro y como ella no me dio permiso para venir, decidí hacerlo de noche. Sé que es una irresponsabilidad de mi parte. Lo siento...

Al decir esto Harry pensó que existía alguna posibilidad de que Snape lo entendiera. Y tenía razón, ya no parecía tan enojado.

-Que bueno que por lo menos estés consciente de eso, Potter -le respondió. Luego, para gran asombro de Harry, sacó de su bolsillo una llave extraña que emitía un suave zumbido (a Harry le recordó la llave que tuvo que atrapar en primer año, cuando estaban buscando la piedra filosofal, aunque esta no tenía alas). Sin decir una palabra abrió la puerta de la biblioteca y con un movimiento de su varita se encendieron todas las luces.

-Entra, busca lo que necesites y apúrate -dijo Snape dejándolo entrar.

Harry no podía creer su suerte. Buscó algunos libros sin pensar mucho en qué necesitaría y qué no. Miraba de reojo a Snape que esperaba cerca de la entrada de la biblioteca. Finalmente se decidió por un par de libros que parecían útiles para su ensayo sobre Historia de la Magia, más uno de encantamientos y otro de transformaciones. Trató de recordar cuales eran sus deberes de esas dos últimas materias, pero en ese momento no recordaba nada con claridad. Después se preocuparía de eso...

Se acercó a la puerta con los libros y vio como Snape se quedaba mirando lo que llevaba.

-¿Sólo cuatro libros? -preguntó con una sonrisa burlona-. Y veo que ninguno es de pociones. Bueno, no sé de qué me extraño...

Harry prefirió no contestar. No sabía que decir para defenderse. En vez de eso salió de la biblioteca en silencio. Snape lo siguió después de apagar las luces con otro movimiento de su varita. Después de volver a cerrar la puerta se alejó en silencio por el pasillo. Harry se quedó parado fuera de la biblioteca, con los libros en las manos. No se esperaba eso. ¿Qué debía hacer ahora? No tuvo mucho tiempo para preguntárselo porque al notar que Harry se había quedado parado, Snape se había detenido y se había vuelto hacia él con cara de impaciencia.

-¿Qué estás esperando ahí parado, Potter? -le preguntó.

Harry lo siguió en silencio. Al cabo de unos minutos se dio cuenta de que lo estaba llevando a la enfermería. Entraron, y Snape prendió la luz con un movimiento de su varita. Harry comprobó aliviado que no estaba la señora Pomfrey. Había temido que ella hubiera bajado, y se hubiera dado cuenta de que había salido. Miró a Snape que parecía pensar. ¿Iría a llamar a la señora Pomfrey? Harry deseaba que no lo hiciera, pero, si no lo hacía, tal vez lo castigaría él... No sabía que decir, ya que ninguna de las dos soluciones le gustaba mucho, así que esperó en silencio que Snape terminara de pensar y tomara una decisión.

Snape, por su parte, no conseguía tomar una decisión. Por una parte no soportaba la idea de dejar a Harry Potter salirse, una vez más, con la suya. Y tampoco era bueno hacerle creer que podía estarse exponiendo, cuando los demás estaban haciendo lo posible para defenderlo. Pero todavía se sentía incómodo por el exceso de agresividad que le había mostrado hace un rato. ¿Habría algún problema si por esta vez lo dejaba pasar? Después de todo, nadie más sabía lo que había ocurrido esa noche. No estaría arriesgando su reputación. Y despertar a la señora Pomfrey a esa hora tampoco le parecía prudente. De pronto se dio cuenta de que esa era la excusa perfecta para no tener que castigarlo, y tampoco dejarle entender que se había salido con la suya.

-No vale la pena que despertemos a la señora Pomfrey a esta hora -le dijo Snape-. Pero mañana hablaré seriamente con ella.

Se dirigió a la puerta y la abrió. Se detuvo por unos segundos antes de salir y luego se devolvió. Sacó la varita de Harry de su bolsillo.

-Después de lo de esta noche no debería devolvértela -le dijo-. Pero dadas las circunstancias tampoco es bueno que estés sin varita. No la uses a menos qué estés en peligro.

Snape pensó unos segundos más, y agregó en un susurro:

-Pero me aseguraré de que te arrepientas si la usas en cualquier otra situación. ¿Está claro, Potter?

Harry tragó saliva y movió la cabeza para decir que sí. Snape le pasó la varita y lo miró fijamente a los ojos.

-Y más te vale que no te vuelva a sorprender haciendo estupideces, Potter -agregó de mal modo.

-¡Está bien! -agregó Harry un poco enojado. Sabía que no estaba en posición de responder de ese modo a Snape, sobre todo después de haber salido tan bien parado esa noche. Pero que todos le estuvieran diciendo 'no hagas esto, no hagas esto otro' comenzaba a sacarle de sus casillas.

-Cuidado con ese tono, Potter... -le respondió Snape amenazadoramente-. ¡Será mejor que le escriba a tu padrino mañana!

Y tras decir eso se fue. Harry se quedó mirando la puerta cerrada. Ahora si que la había embarrado. Si Snape le contaba a Sirius éste se enojaría mucho cuando volviera. Recordó como se había puesto la noche anterior, cuando se había demorado mucho en volver del campo de Quidditch. Y más encima Snape había dicho que hablaría mañana con la señora Pomfrey, ella tampoco estaría contenta. Con un suspiro Harry dejó los libros, y la varita en la mesita de noche. Antes de salir había pensado que si conseguía los libros de la biblioteca los escondería para que la señora Pomfrey no le preguntara de donde los había sacado. Pero ahora que Snape lo había descubierto y le había dicho que hablaría con ella ¿para que esconderlos? ¡Ella se enteraría de todos modos que había ido a la biblioteca en la noche! Aunque existía una mínima probabilidad de que Snape olvidara hablar con ella mañana. En ese caso más le valía esconder los libros. Se decidió y los escondió en el baño. Era un lugar seguro, ya que la señora Pomfrey no tenía ninguna razón para ir a ese baño. Apagó sin magia las antorchas que Snape había prendido (aunque no había nadie ya no se atrevía a usar la varita). Luego se sacó las gafas y se acostó bostezando. No tenía idea que hora era, pero empezaba a sentirse cansado.

Pensó un rato en la mala suerte que había tenido. ¿Por qué Snape tenía que haber pasado por ahí justo en ESE momento? ¿Qué hacía Snape en Hogwarts? ¿Cuándo habría vuelto? Se preguntó enojado. Aunque lo que había pasado esa noche tampoco había sido tan terrible. Sin él no hubiera podido abrir la biblioteca, y de todos modos no le había hecho nada malo. Incluso le había dejado sacar libros y le había devuelto la varita. Había amenazado con hablar con la señora Pomfrey y escribirle a su padrino, pero comparado con el modo en que Snape lo trataba generalmente, hacer solo eso era una actitud más bien amable. Y si tenía suerte Snape lo olvidaría al otro día, debía tener otras cosas de las que preocuparse después de todo. Pensando en eso Harry se quedó finalmente dormido.



-Harry, despierta -le decía la señora Pomfrey mientras le sacudía el hombro.

-¿Mhhhhhh? -Harry no entendía lo qué estaba pasando. Solo tenía claro que tenía mucho sueño, y que no se quería despertar.

-¡Harry, ya son las once de la mañana! ¡Despierta! -insistió la señora Pomfrey más fuere. Harry finalmente abrió un ojo, luego el otro. Vio que había mucha luz. Estiró las manos hacia la mesita de noche, se puso las gafas y vio a la señora Pomfrey que lo miraba. Ella dejó de sacudirle el hombro y le dijo:

-Ya has dormido demasiado, tienes que levantarte y tomar desayuno.

-Todavía tengo sueño -reclamó Harry rascándose los ojos.

-¿Todavía tienes sueño? ¿Acaso estás enfermo? -le preguntó preocupada la señora Pomfrey tocándole la frente para ver si tenía fiebre.

-¡¡¡Estoy bien!!! -le dijo Harry alejando la cabeza de la mano de la enfermera. Lo único que le faltaba era que ella creyera que estaba enfermo. No solo no podría salir de la enfermería, ella lo obligaría a quedarse en la cama.

-¡Prefiero asegurarme si no te importa! - le insistió ella enojada, volviendo a ponerle la mano en la frente. Harry se resignó a dejar que ella lo revisara. Total no estaba enfermo, ella se daría cuanta de eso y lo dejaría en paz.

Al cabo de un rato la señora Pomfrey pareció convencida de que Harry estaba bien. Le dijo que se vistiera y se fue. Volvió al rato con una bandeja que dejó en la mesita de noche.

-Toma, come -le dijo-. Te acompañaría pero yo ya tomé desayuno y tengo cosas que hacer ahora.

-No se preocupe, gracias -le respondió Harry tomando la bandeja.

La señora Pomfrey se fue a su despacho y cerró la puerta. Harry tomó desayuno preguntándose que haría ese día. Al parecer Snape no había hablado con ella, y aunque eso era bueno significaba que no podía usar los libros que había sacado de la biblioteca delante de ella. Pero podía ir a hacer los deberes al baño. Si escuchaba venir a la señora Pomfrey volvería a la enfermería. No podía impedirle ir al baño, y ella no tenía como saber que había pasado mucho tiempo ahí. Decidió que ese era un buen plan. Y si Snape hablaba con ella, entonces ya no tendría para qué esconderse.

Terminó de tomar desayuno, sacó los pergaminos, la pluma y la tinta de la mesita de noche y se dirigió al baño. Recordó las cartas que le había escrito a sus amigos y se preguntó cuándo le contestarían. Deseó que fuera luego, extrañaba a Hedwig.

Hacer los deberes en el baño resultó bastante incómodo. El suelo era duro y después de un rato Harry ya no sabía como sentarse. De pronto escuchó ruido en la enfermería y salió rápidamente del baño.

-¡Ah! Me preguntaba donde te habías metido -le dijo la señora Pomfrey. Como Harry no le respondía y parecía mareado (se había parado muy rápido del suelo en el baño) agregó preocupada:

-¿Estás seguro de que te sientes bien?

-Si, perfectamente -le respondió Harry.

-Está bien -le respondió ella-. Escucha Harry: tengo que salir un momento. Voy a ir a Hogsmeade. Te llevaría pero no me atrevo a sacarte de Hogwarts. Prefiero que te quedes aquí. Pero no te preocupes, dejaré las puertas y las ventanas protegidas con unos hechizos. De todos modos tardaré poco.

-Está bien -le dijo Harry. Hubiera querido ir a Hogsmeade también, pero la señora Pomfrey ya había dicho que no lo llevaría. Se consoló un poco pensando que aunque lo hubiera llevado, no tenía dinero para comprar nada.

La señora Pomfrey puso los hechizos que había dicho y salió. Harry sintió curiosidad y tocó la puerta. Sintió que vibraba y segundos después apareció la señora Pomfrey agitada. Había vuelto corriendo por el pasillo, alertada.

-¿¿¿Qué ocurre??? -dijo mientras entraba, varita en mano.

-N...nada, solo estaba verificando que la puerta estuviera bien cerrada -mintió Harry.

La señora Pomfrey lo miró con el ceño fruncido.

-Está bien, manténte alejado de las puertas y las ventanas mientras yo esté fuera. -Y tras decir esto salió y Harry escuchó que volvía a poner el hechizo en la puerta. Luego escuchó como sus pasos se alejaban.

Harry fue a buscar sus cosas al baño (a esa puerta no le habían puesto hechizo). Al menos ahora podía trabajar cómodo en la enfermería, usando una de las mesas con ruedas. Se sentó en la cama y se concentró en el ensayo para Historia de la Magia. Era el único deber que recordaba de todos modos (cuatro pergaminos sobre la guerra de los gnomos antes del siglo XIII y sus consecuencias en las legislaciones posteriores).

A los pocos minutos que se había puesto a trabajar vio algo que se movía en la ventana. La diminuta lechuza de Ron volaba fuera de la ventana, esperando que le abriera. Al parecer notaba que tenía un hechizo porque no se atrevía a tocar el vidrio.

-Lo siento -le dijo Harry-. No te puedo abrir la ventana. Tendrás que esperar a que llegue la señora Pomfrey.

La lechuza pareció entender que no podía abrir la ventana. Harry vio como se alejaba en dirección a la pajarera de las lechuzas. 'Tendré que ir a la pajarera en algún momento', pensó. Luego se resignó a volver a trabajar en su ensayo.

Cuando llevaba dos pergaminos y medio (había trabajado unas tres horas por lo que calculaba) escuchó pasos en el pasillo. Se asustó un poco, no parecían los de la señora Pomfrey. De todos modos cerró el tintero y guardó todo debajo de la almohada. Escuchó que tocaban la puerta y que exclamaban algo al sentirla vibrar. Reconoció la voz de Snape. Escuchó como hacía un conjuro y vio que luego de eso la puerta se abría y aparecía, efectivamente, Snape.

-¿Qué pasa? -le preguntó Snape indicando la puerta.

-La señora Pomfrey tuvo que ir a Hogsmeade y dejó las puertas y ventanas protegidas. Ahora que usted ha entrado, probablemente debe venir de vuelta rápidamente.-le respondió Harry. Luego recordó la amenaza de la noche anterior y se le alargó la cara-. Viene por lo de anoche, ¿verdad?

Snape lo miró unos segundos sin responder, con una expresión que Harry no supo descifrar muy bien. Acaso era... ¿pena? Tal vez todavía podía convencerlo de que no dijera nada.

-Profesor... sé que no debería haberme arriesgado anoche. Sé que solo están tratando de protegerme. No lo voy a volver a hacer, de verdad -le dijo Harry con cara de arrepentimiento-. ¿Podría quedar lo de anoche entre nosotros? ¿Podría por favor no decirle nada a la señora Pomfrey ni a mi padrino?

Snape pareció evaluar la propuesta unos segundos.

-Eso dependerá de ti, Potter -le respondió finalmente.

En ese momento entró corriendo la señora Pomfrey. Tenía la cara muy colorada (al parecer había corrido todo el camino hacia la enfermería) y la varita en la mano. Se detuvo y bajó la varita cuando vio a Snape y a Harry.

-¿Qué ... a ... pasado? -preguntó casi sin aliento.

-Lo siento -le respondió Snape-. No sabía que no estabas.

-Está ... bien -dijo la enfermera sentándose en una cama-. Venía ... llegando ... a la ... reja ... cuando ... sentí ... la ... alarma.

Descansó unos instantes recobrando el aliento. Ya más tranquila, agregó:

-¿En que te puedo ayudar, Severus? ¿Cuándo llegaste?

-Llegué anoche -le respondió. Miró a Harry de reojo-. Me preguntaba si no tienes poción para el dolor de cabeza, a mi no me queda y no tengo tiempo de preparar más.

Harry sonrió, Snape no lo había delatado.

-Si, claro -le respondió la señora Pomfrey-. Voy a buscarla.

Fue al despacho y Harry escuchó como buscaba en un armario. En menos de un minuto estaba de vuelta con un frasco.

-Toma Severus -le dijo pasándole la poción-. ¿Deseas algo más?

-No, con esto está bien -le respondió Snape guardando el frasco en el bolsillo de la túnica-. Gracias.

-De nada, -le respondió ella-. Bueno, yo voy y vuelvo, Harry.

La señora Pomfrey se marchó nuevamente hacia su despacho y Harry escuchó cómo le daba la contraseña al tapiz del muro.

-Gracias -le dijo Harry a Snape.

-Está bien, pero recuerda lo que te dije: ahora depende de ti -le respondió Snape-. Si vuelves a hacer otra tontera te vas a arrepentir.

Y luego de decir eso se fue. Harry se quedó unos momentos pensando. No podría salir sin permiso mientras Snape estuviera en el castillo. Todavía estaba sorprendido de que Snape no hubiera hecho nada. El problema ahora es que tenía muchos deseos de ir a la pajarera a buscar a Pig, y tenía serias dudas de que la señora Pomfrey le diera permiso. Además pronto sería la hora del almuerzo, ya debían ser como las dos de la tarde.

Efectivamente, la señora Pomfrey apareció en ese momento y lo llamó para que fuera a almorzar. Harry subió detrás de ella.

El almuerzo estuvo tranquilo. La señora Pomfrey le preguntó lo qué había estado haciendo durante su ausencia y pareció satisfecha cuando Harry le respondió que había estado leyendo. Cuando terminaron, Harry decidió aprovechar que estaba contenta con él para preguntar:

-Señora Pomfrey, ¿puedo ir a la pajarera un rato?

-No -le respondió ella sin mirarle a los ojos. Se paró y fue a buscar su tejido.

-¡Solo voy a ir y volver! -insistió Harry.

-¡Ya te dije que no! -le respondió ella.

-Es que mientras usted estaba en Hogsmeade llegó la lechuza de Ron Weasley -le explicó Harry-. Pero como no podía abrir la ventana ella se fue a la pajarera.

-Entonces espera que ella vuelva -le respondió la señora Pomfrey como si fuera lo más obvio del mundo-. Ahora podrás abrirle la ventana porque ya quité los hechizos.

-Está bien -dijo Harry dándose por vencido-. Voy a estar abajo.

Harry pasó un par de horas más terminando su ensayo sobre Historia de la Magia. Le costaba concentrarse, por una parte estaba preocupado de guardar todo rápido si escuchaba venir a la señora Pomfrey, y por otra parte no podía evitar levantar la vista a la ventana a cada instante. Cuando terminó su ensayo comenzó a mirar los otros dos libros que había traído de la biblioteca. Pero no estaba concentrado en lo que leía, su cabeza estaba en la pajarera o en La Madriguera. Fue a guardar los libros al baño y volvió. Comenzó a comer ranas de chocolate para pasar el rato. ¿Dónde estarían su padrino y los demás en ese momento? Sentía como si se hubieran ido hace siglos. Vio como todo comenzaba a volverse oscuro afuera. De pronto la señora Pomfrey bajó y prendió las luces con un movimiento de su varita. Vio la caja de ranas de chocolate y los envases vacíos en la cama de Harry y frunció el ceño.

-No es bueno que estés comiendo chocolate entre las comidas -le dijo-. Es hora de cenar, vamos.

-Harry suspiró, guardó la caja de ranas de chocolate y subió detrás de la señora Pomfrey. No tenía hambre pero después de lo del almuerzo del día anterior prefirió no decir nada y comer callado. La señora Pomfrey rompió el silencio después de un rato:

-¿Volvió la lechuza de tu amigo? -preguntó con una sonrisa.

-No -le respondió Harry de mal modo, sin levantar la vista del plato.

La señora Pomfrey prefirió no insistir sobre ese tema, pero después de algunos minutos volvió a romper el silencio:

-¿Y que hiciste durante la tarde? ¡Supongo que no te pasaste la tarde entera comiendo chocolate! -preguntó temiendo que eso fuera exactamente lo que Harry había hecho.

-¡ESTUVE LEYENDO! ¿QUÉ OTRA COSA PIENSA USTED QUE PUDE HABER ESTADO HACIÉNDO ENCERRADO EN LA ENFERMERIA? -le respondió Harry gritando. Tiró los cubiertos sobre el plato y se fue corriendo escalera abajo.

La señora Pomfrey suspiró. Sabía que no serviría de nada tratar de hablar con él mientras estuviera con ese ánimo. Tampoco podía culparlo de sentirse así. Después de todo lo que el chico había tenido que pasar durante los últimos años, lo mínimo que se merecía era divertirse un poco durante las vacaciones de verano. Y en cambio tenía que permanecer encerrado en el colegio. Tendría que mandarle una lechuza al director y su padrino. Ellos no habían dado noticias y ella no se sentía capaz de mantener a Harry "guardado" por muchos días más.

Cuando bajó a apagar la luz y a verificar que Harry estuviera acostado lo encontró ya dormido. Se sentó unos minutos junto a él en la cama mirándolo. Sabía que ya tenía quince años, pero todavía parecía un niño. ¡Se veía tan indefenso!

Se volvió a parar, apagó las luces y se fue. Apenas hubo cerrado la puerta del despacho Harry abrió los ojos. Ya había tomado una decisión. Lamentaba no tener ni la capa invisible ni el mapa del merodeador, pero se las arreglaría sin ellos. ¡Iría a buscar a Pig y leería esa carta aunque el mundo se desarmara después de eso!