Gracias a Ghi y Francia como siempre. Admiro su paciencia jajaja.

sailorangi: Gracias por tu review! El perro no es tan "pobrecito" ;-) . Tal vez Dudley no sea el mejor de los primos, pero recuerda que Harry es Gryffindor ^_^ . En todo caso, al menos en mi fanfic, Dudley tiene su lado bueno (¡¡¡aunque casi no lo muestra!!!).

lunático: gracias por dejarme un review y me alegro de que te haya gustado mi fanfic. Me gustaría escribir más seguido, pero tengo cada día más problemas para prender el pc (a mi mamá se le ha puesto en la cabeza que es el principio de todos los males o algo así ¬_¬). ¡Espero que disfrutes el capítulo 11!

Capítulo 11 Un descubrimiento y problemas

Harry esperó unos minutos, quería estar seguro de que la señora Pomfrey no volvería. Luego se levantó, tomó sus gafas y su varita, y salió silenciosamente de la enfermería. Los pasillos estaban fríos, oscuros y silenciosos. Harry avanzó sin otra luz que la de la luna que entraba por las ventanas. Pero eso no le preocupaba, cuatro años en el castillo le bastaban para conocer el camino a la enfermería y a la pajarera.

Mientras avanzaba en silencio, no pudo evitar pensar en lo fría, silenciosa y oscura que resultaría una tumba. Sintió escalofríos en la espalda. Sólo escuchaba el latido de su propio corazón. 'Al menos eso es diferente, en una tumba no se oiría nada', pensó.

De pronto, cuando estaba en medio de un largo pasillo sin ventanas, escuchó un ruido que venía de la dirección en la cual caminaba. Casi se le sale el corazón por la boca cuando reconoció la voz de Peeves. Había olvidado completamente que en el castillo vivían aquel trasgo y algunos fantasmas. Se preguntó donde estarían los fantasmas durante el verano, ya que en los días que llevaba en Hogwarts no había visto a ninguno. ¡Pero ahora no tenía tiempo de preocuparse de eso! Si Peeves se daba cuenta que estaba ahí se pondría a gritar, y Harry sabía por experiencia que sería imposible convencerlo de que no lo hiciera. 'Tengo que hacer algo rápido', pensó Harry.

Peeves venía en dirección a Harry, cantando alegremente una variante bastante obscena de la canción de los elefantes.

'Al parecer no se ha dado cuenta de que estoy aquí', pensó Harry aliviado. Buscó un lugar donde esconderse, pero estaba tan oscuro que no se veía nada. Solo escuchaba la voz de Peeves acercándose. No podía seguir avanzando porque podía chocar con él. Tampoco podía devolverse, porque aquel corredor era muy largo y Peeves podría oírlo.

Como la voz de Peeves sonaba cada vez más cercana, Harry se apoyó contra la pared tratando de ocupar el menor espacio posible, conteniendo la respiración. Esperaba que así, Peeves tendría menos probabilidades de chocar con él, o de oírlo.

Pero Harry no tuvo tiempo para saber si su plan resultaría, porque cuando pegó su espalda a la pared sintió que esta desaparecía. Cayó de espaldas en una habitación que no reconoció.

No había nadie en aquella habitación, pero unas antorchas estaban encendidas. No se escuchaba ningún ruido aparte del canto de Peeves que se alejaba por el corredor, opacado por la gruesa pared de piedra que lo separaba de la habitación. Harry tocó el muro que acababa de atravesar, estaba frío y se sobresaltó cuando vio que su mano podía atravesarlo. 'Justo como el andén 9 y ¾', recordó. Volvió a retirar su mano del muro. Se preguntó excitado cuantos muros como estos habría en Hogwarts. Quien sabe cuantos lugares le quedaba por conocer todavía. Lamentó no tener el mapa del merodeador: le sería útil para poder explorar el castillo, sobre todo ahora que no había casi nadie en él. 'Espero que Sirius me traiga pronto mis cosas', deseó con todas sus fuerzas.

Miró la habitación que lo rodeaba. Estaba llena de fotografías y extraños aparatos. Le recordó a los laboratorios fotográficos muggles que había visto en una que otra película. 'No tenía idea que pudiera haber algo así en Hogwarts', pensó sorprendido.

Sin darse cuenta, la curiosidad lo había empujado a recorrer el lugar. Había fotografías de toda clase de cosas, y todas se movían. O casi todas, se sorprendió con una foto de una taza vacía. Cuando la observó con atención se dio cuenta de que no estaba vacía como pensó al principio. Tenía en el fondo lo que parecía ser un poco de tierra mojada. Harry pensó que podían ser hojas de té. Tomó la fotografía y se acercó a una de las antorchas. No, eso que había en el fondo no eran hojas de té. Parecía ser más bien tierra, o arena.

-Yo diría que es café -dijo una voz que provenía de una cabeza que se había asomado, sin que Harry se diera cuenta, por sobre su hombro.

Harry se dio vuelta sobresaltado. En un gesto un poco infantil escondió la fotografía que había estado observando detrás de su espalda. Miró a Snape sin atinar a articular una palabra.

-¿Acaso conoces a alguien que beba agua con tierra? -le preguntó Snape en un tono burlón-. Y es inútil que escondas esa fotografía. ¿Acaso crees que no te vi?

Harry le entregó la foto en silencio. Ahora estaba metido en un buen lío. ¿Porqué no había ido a la pajarera apenas pudo? ¿Porqué había tenido que quedarse mirando? ¡Era obvio que en ese lugar había alguien! ¡Las antorchas estaban encendidas! Que estúpido había sido.

-Potter, Potter... -se rió Snape dejando la fotografía de la taza donde estaba originalmente-. Eres incapaz de no meterte en líos, ¿verdad? No hay reglas para el famoso Harry Potter, ni siquiera si son por su propia seguridad. Harry Potter hace lo que quiere, y cuando quiere.

Como Harry no respondía, continuó en un tono todavía burlón.

-¿Te has quedado sin habla? ¿El FAMOSO Harry Potter no tiene nada que decir? Pues bien, escribiré a Dumbledore y a tu padrino. Y ahora mismo iremos a hablar con la señora Pomfrey. Todos ellos sabrán lo de hoy, y también lo de ayer.

Harry, que hasta entonces había mantenido una expresión neutra (simplemente no sabía qué cosa decir ni que cara poner que pudiera ayudarlo en ese momento), no pudo evitar mirar alarmado a Snape (quien correspondió con una mirada de triunfo). No quería que Snape abriera la boca, pero sabía que ya no podía pedirle que no lo delatara. 'Si solo pudiera distraerlo', pensó, 'Anoche fue amable, quizá...'. en ese momento tuvo una idea.

-Profesor, ¿por qué me dijo que en esa taza había café? -preguntó Harry simplemente. En realidad se preguntaba como diablos se había dado cuenta Snape de la pregunta que se estaba haciendo a si mismo antes de que lo sorprendiera. ¿Había sido coincidencia? Harry recordaba haber estado preguntándose si eso que había al fondo de la taza de la fotografía era tierra o arena. Y justo en ese momento Snape le había dicho que era café, como si supiera lo que Harry estaba pensando.

-No cambies el tema y acompáñame -le respondió Snape indicando el muro que Harry había atravesado al entrar.

Harry caminó en silencio hacia la enfermería. Tenía muchas preguntas en su cabeza, pero por lo que entendió, Snape no tenía ganas de responder. Por otra parte estaba preocupado, muy preocupado. Lo que más le preocupaba en ese momento sin embargo, no era lo que pudiera pasarle, o la reacción de su padrino, de Dumbledore o de la señora Pomfrey. Lo que a Harry le angustiaba y causaba pánico en ese momento era si acaso Snape era capaz de leerle los pensamientos. Un escalofrío le recorrió la espalda cuando pensó 'a lo mejor en este momento sabe todo lo que estoy pensando'. Harry tenía todavía poca experiencia en el mundo de los magos, y suponía que había muchas cosas que no conocía. Nunca se le había pasado por la mente que un mago pudiera leer los pensamientos de otro. Aunque ahora que lo pensaba, Dumbledore muchas veces le había hablado como si supiera en qué estaba pensando. Decidió hacer un experimento: si pensaba en algo que pudiera llamar la atención de Snape, vería si este reaccionaba o no. Tuvo una idea.

Harry se concentró por unos segundos, diciéndose: 'voy a tomar mi varita y le borraré la memoria'. Se concentró y repitió eso varias veces en su mente sin conseguir ni un pestañeo fuera de lo normal por parte de Snape. Como seguía sin obtener una reacción, acercó la mano a su varita.

-¡Expelliarmus!

Apenas había alcanzado a tocar su varita que Harry sintió como esta volaba de su bolsillo a las manos de Snape.

-¿Qué diablos pensabas hacer, Potter? -le preguntó Snape en un susurro casi inaudible. Su voz era amenazante y claramente quería una respuesta. Harry sintió escalofríos nuevamente.

-Nada, de verdad -le respondió Harry. Se preguntaba todavía si Snape le había leído el pensamiento. No sabía si había reaccionado al verlo acercar su mano a la varita, o si sabía lo que había pensado y había esperado un signo visible de sus pensamientos para reaccionar. En resumen, no había sacado nada con su experimento. (Salvo meterse más en problemas, claro).

Snape se rió despectivamente.

-¿Y pretendes que te crea eso? ¿Quién te crees que soy, Potter?

Harry no sabía qué contestar. ¿En qué había estado que había tratado de tomar su varita? No había tenido intenciones de atacar a Snape de verdad, solo lo había hecho para ver si Snape le leía los pensamientos. Pero eso no se lo podía explicar. Y de todos modos, ahora se daba cuenta de que tomar la varita no le hubiera servido para saber si él le podía leer los pensamientos o no. Ahora que lo pensaba, era obvio que al verlo tomar su varita Snape iba a reaccionar, le leyera los pensamientos o no. Así que decir la verdad tampoco le serviría, porque no tenía mucha lógica lo que acababa de hacer.

-¿Qué? ¿Te has quedado mudo de nuevo? -le preguntó Snape irónicamente.

-De verdad no sé por qué lo hice -respondió Harry, consciente de lo extraña que sonaría esa explicación. Pero en ese momento no se le ocurría nada qué decir. Estaba bloqueado.

Snape lo miró unos segundos. Aunque mantenía su expresión irónica en la cara, se comenzaba a preguntar si el muchacho no estaría un poco trastornado. No entendía por qué había tratado de tomar su varita. ¿Acaso había pensado en atacarlo? Snape no recordaba que uno de sus alumnos hubiera tratado de atacarlo con anterioridad. Suponía que la mayoría había deseado hacerlo, al menos en alguna ocasión (probablemente en muchas, conocía su reputación). Pero esa era la primera vez que uno de ellos hacía un intento concreto para atacarlo. Le costaba creerlo. Y sin embargo... ¿para qué quería la varita en ese momento? Si la pretendía usar para otra cosa, ¿por qué no daba una explicación razonable en vez de responder esa tontería? Snape decidió que tenía que hablar con Albus, y con urgencia. Él tenía que saber lo que había ocurrido. Si tenían que contar con el chico para acabar con Voldemort, necesitaban que estuviera en su sano juicio...

Snape se sorprendió a si mismo preocupado por la salud mental de Harry.

-Vamos, -le dijo simplemente poniéndose en camino. Por ahora debía dejarlo en la enfermería, y hablar con la señora Pomfrey para que Harry dejara de andarse paseando de noche, solo. De ahí podría pensar, y escribirle a Albus por supuesto.

Cuando llegaron a la enfermería, Snape fue a llamar a la señora Pomfrey. Harry suspiró y se sentó en su cama. Sentía que ya no podía estar más aproblemado. Deseó que su padrino volviera pronto, aunque se enojara con él. Ya no soportaba estar solo en Hogwarts, con la señora Pomfrey y los elfos. Y Snape y Peeves para amargarle más la vida. En ese momento recordó el motivo por el cual había salido en su incursión nocturna. ¡Había olvidado a Pig! Seguía sin poder leer la carta de su amigo. Esperaba que Pig se diera cuenta de que no podía ir a buscarlo y se le ocurriera volver a tratar de entrar por la ventana.

Estaba pensando en eso cuando volvió Snape, con una señora Pomfrey roja de ira. Harry no recordaba haberla visto así de enojada antes.

-¡QUE ESTABAS HACIENDO FUERA DE TU CAMA! -le gritó la señora Pomfrey.

Harry no soportó su mirada, y no pudo evitar bajar la vista. Ya estaba harto, diría la verdad. Las cosas ya estaban mal de todos modos, y sentía la cabeza muy cansada como para tratar de inventar algo para salvarse. De todos modos no se le ocurría nada.

-Quería ir a la pajarera a buscar a Pig, la lechuza de mi amigo Ron. La que llegó mientras usted estaba en Hogsmeade, ¿recuerda?. Solo pensaba ir a buscarla y volver. Pero en el camino apareció Peeves. Cuando me apoyé en un muro para tratar de ocultarme, lo atravesé sin querer y me encontré ahí donde el profesor Snape me encontró.

-¿Y NO TE DIJE QUE NO PODÍAS IR? ¿QUE ESPERARAS A QUE ELLA VOLVIERA? -le respondió la señora Pomfrey, a la que la explicación de Harry no había calmado en lo más mínimo.

-Tenía muchos deseos de leer la carta de Ron, y temía que la lechuza se devolviera donde él si no me la podía entregar -le respondió Harry encogiéndose de hombros.

-¿Y como es eso de que trataste de atacar a Severus? -le preguntó de un modo algo menos agresivo.

Harry miró de reojo a Snape, que había permanecido en silencio. Notó que lo miraba con el ceño fruncido, aparentemente quería saber lo mismo. Harry suspiró y tomó una decisión: diría la verdad, aunque quedara como un idiota después de eso.

-Verá... Cuando el profesor Snape me encontró, yo estaba mirando una foto. Me estaba haciendo una pregunta sobre esa foto. Él me respondió a esa pregunta, como si supiera lo que yo estaba pensando. Cuando veníamos hacia acá, quería saber si él era capaz de leer mis pensamientos (en ese momento Harry notó que Snape levantaba una ceja, incrédulo. Al parecer, Snape estaba sorprendido con la explicación. Harry se dio cuenta de que se había equivocado al creer que el profesor de pociones podía leerle los pensamientos). Entonces -continuó Harry poniéndose un poco colorado a pesar suyo- me concentré pensando que le haría un hechizo para borrar su memoria.

En ese momento, tanto la señora Pomfrey como Snape levantaron las cejas.

-¡No pensaba hacerlo en realidad! -aclaró Harry rápidamente-. Solo quería ver si reaccionaba. Pensé que si era capaz de leer mis pensamientos, trataría de evitarlo. Pero como no reaccionaba acerqué mi mano a la varita. Sé que no tiene mucho sentido, de verdad no sé por qué hice eso.

Snape seguía con el ceño fruncido, pero interiormente estaba más tranquilo. Incluso le divertía pensar en lo que Harry había dicho. ¿Él? ¿Leerle la mente? ¡Que estupidez! Cuando había visto el ceño fruncido del chico viendo el fondo de la taza de la fotografía le había parecido lógico lo que pasaba por su mente. Después de todo, en Hogwarts no veían adivinación por la lectura de la taza de café. Sólo utilizaban las hojas de té. Recordaba que cuando había visto esa fotografía por primera vez, había pensado que aquellas manchas oscuras parecían tierra. Todo parecía indicar que a Harry Potter se le había ocurrido lo mismo. ¡Vaya coincidencia! Pero al menos su explicación parecía sincera y lógica esta vez. Le tranquilizaba pensar que no estaba loco, sino solamente un poco paranoico. En ese momento vio que la señora Pomfrey lo miraba. Su cara expresaba que no sabía que hacer. Parecía gritarle 'Severus, no se como manejar esto, haz algo tú'.

-Esta bien -le respondió Snape a Harry. Luego le hizo una seña a la señora Pomfrey en dirección a su despacho. Ella entendió y se dirigió hacia allá.

-Quédate aquí -agregó Snape mirando a Harry, antes de seguirla.

Harry vio como ambos desaparecían en el despacho y cerraban la puerta. Suspiró y se metió a la cama. Tenía frío, y a pesar de lo nervioso que estaba, tenía sueño. Esperaba que fuera lo que fuera que decidieran hacer con él, no se demoraran mucho. A este paso le daba lo mismo. De hecho: comenzaba a desear que le escribieran a su padrino. Fuera cual fuera su reacción, quería que volviera, deseaba estar con él.



Mientras tanto, en su despacho, la señora Pomfrey se dejaba caer en una silla.

-Ya no sé que hacer con él, Severus -dijo con aire de impotencia-. Simplemente no puedo mantenerlo encerrado aquí todo el tiempo. Y el director que no vuelve... ¡Ni siquiera ha mandado una lechuza!

-Creo que no puedes esperar a que él lo haga -le respondió-. Si quieres yo le escribo.

-No, después de todo me lo dejaron a mi. Le escribiré en un rato más. Tiene que saber lo que ha pasado ésta noche.

-No solo esta noche -le respondió-. Anoche, cuando acababa de llegar, también lo sorprendí afuera de la enfermería. Estaba tratando de entrar a la biblioteca.

-¿Porqué no me lo habías dicho? -preguntó la enfermera frunciendo el ceño- . Hubiera podido evitar que volviera a salir esta noche.

-Lo olvidé -mintió Snape a la perfección.

La señora Pomfrey suspiró.

-Esta bien, no es tu culpa. De todos modos este no es tu problema.

Snape se encogió de hombros.

-Que Voldemort no lo atrape también es problema mío.

-¡No digas ese nombre! -respondió ella horrorizada.

Snape volvió a encogerse de hombros.

-Quedamos entonces en que tú le escribirás mañana a Albus.

-Si -le respondió ella llevándose la mano derecha a la cara y masajeando los ojos-. Y tendré que vigilarlo todo el tiempo mientras tanto.

-Yo te puedo ayudar en eso, tengo una idea.

-¿Cuál idea? -le respondió preocupada. Tratándose de Severus, se preguntaba que clase de cosa se le acababa de pasar por la mente.

-El problema es mantenerlo ocupado en algo. Y se me ocurre exactamente qué puede hacer. Y de paso se le quitarán las ganas de que lo vuelva a sorprender vagando por el castillo -respondió él frunciendo el ceño.

La señora Pomfrey lo miró, cada vez más alarmada. Snape la miró y se puso un poco menos serio.

-No tienes de qué preocuparte, solo me encargaré de que tenga algo que hacer.

-Está bien, -le respondió la señora Pomfrey todavía no muy segura de que pasarle el chico a Severus Snape fuera una buena idea. Pero estaba cansada, y un poco de ayuda no le vendría mal. ¡Como desearía estar ahora con su hermana, durmiendo plácidamente!

-Será mejor que volvamos -dijo Snape dirigiéndose a la puerta, y sacando a la señora Pomfrey de su ensueño.

-Si, vamos.

Ambos volvieron a la enfermería, para encontrarse con que Harry ya se había quedado dormido.

-Parece que tendremos que esperar hasta mañana -dijo Snape burlonamente.

La señora Pomfrey se encogió de hombros.

-Tal vez es mejor así. De todos modos estoy cansada y todavía tengo que escribirle al director. Creo que será necesario que le escriba a su padrino también.

-Yo también estoy cansado -respondió Snape-. Llevaba varias horas trabajando cuando lo encontré.

-¿Qué estabas haciendo? -le preguntó la señora Pomfrey con curiosidad-. ¿Y dónde fue que encontraste a Harry?

-¡Secreto! -le respondió en un susurro. Luego, disfrutando la frustración en la cara de la señora Pomfrey, agregó:- Buenas noches.

Y tras decir esto se acercó a la puerta. Antes de salir se dio vuelta, y agrego apuntando hacia Harry:

-Lo pasaré a buscar a las diez.

Y luego de esto se fue. La señora Pomfrey miró a Harry y suspiró al ver que se había quedado dormido con las gafas puestas. Se las sacó y las dejó en la mesa de noche. Apagó las luces con un movimiento de la varita y se fue a su despacho pensando en la carta que tenía que escribir.