Francia: ¡¡¡Gracias!!! ¿Tienes alguna idea de lo útil que me resultan tus comentarios? ^_^

Amhy potter: gracias por tu review. Me alegro de que la historia te guste tanto. Puede que tengas razón, y le esté agarrando cariño a Snape. Espero no volverlo demasiado sentimental :-|

Capítulo 13 Malfoy

Harry hizo como la señora Pomfrey le había dicho. Estaba agotado y no tenía ganas de discutir, ni tampoco de hacer nada que no fuera dormir esa noche. De modo que cuando ella bajó, lo encontró durmiendo plácidamente. Puso un hechizo en torno a su cama y se fue satisfecha.

Algunas horas más tarde, unos gemidos despertaron a Harry. Se puso sus gafas y, aunque la luz que entraba por la ventana era escasa, alcanzó a ver que Malfoy se movía. Pero no alcanzaba a ver bien que le pasaba.

-¡Malfoy! -susurró. Como no obtenía respuesta, pero veía que se seguía moviendo, decidió levantarse a mirar. Cuando se había alejado un metro de su cama, sintió que atravesaba una cortina helada. Entonces recordó lo que la señora Pomfrey había dicho sobre el hechizo en torno a su cama. Pero ya no podía hacer nada para evitarlo, así que continuó acercándose a Malfoy.

-Malfoy... -susurró nuevamente. Como seguía sin obtener una respuesta, insistió moviéndole el hombro. Pero el chico seguía gimiendo y no respondía.

-¡Draco! -insistió algo más fuerte. Pero sin resultado. Entonces tocó su cara y se dio cuenta de que estaba hirviendo. 'Tengo que llamar a la señora Pomfrey', pensó. Pero no necesitó hacerlo, porque en ese momento llegó ella, muy enojada, poniéndose una bata de levantarse.

-¡Que estas haciendo Harry! -le dijo, viendo que se encontraba tratando de despertar a Draco Malfoy.

-Estaba gimiendo y me despertó. Me acerqué a ver que le pasaba, pero no me responde. Creo que tiene fiebre -respondió Harry a modo de defensa.

-A ver... -dijo ella acercándose. Le tocó la cara y vio que, efectivamente, tenía fiebre. Luego se dio vuelta hacia Harry y le dijo de mal modo- tú, vuelve a tu cama.

Harry se encogió de hombros y volvió enojado a su cama. No tenía porqué tratarlo así, él solo había querido ayudar. Volvió a atravesar la invisible cortina helada y vio que, en ese instante, la señora Pomfrey se daba vuelta a mirarlo. Pero luego volvía a concentrarse en Malfoy.

Harry miró por unos minutos como la señora Pomfrey lo cuidaba. Vio como iba a su despacho y volvía con una poción. Pero tenía mucho sueño y pronto se quedó dormido.

A la mañana siguiente, Harry se despertó con el ruido de alguien moviéndose en la enfermería. Al ponerse las gafas vio a la señora Pomfrey cuidando a Malfoy. Se levantó y comprobó que la enfermera había sacado el hechizo en torno a su cama. Se acercó a ella y vio que Malfoy ya no parecía tener fiebre, de hecho, dormía tranquilamente.

-¿Cómo está? -le preguntó a la enfermera.

-Mejor, pero necesitará algunos días de reposo -le respondió ella sin mirarlo. Luego le dirigió la mirada y continuó- lamento haber sido brusca contigo anoche. Si esta noche o las siguientes ves que Malfoy necesita ayuda, no dudes en llamarme. ¡Pero no salgas de la enfermería!

-No se preocupe, no volveré a salir de noche -le dijo Harry en un tono tranquilizador-. ¿Qué hora es?

-Las nueve y cuarto -respondió ella mirando su reloj-. Llamaré a un elfo. Vístete mientras vuelvo, y no le hagas nada -dijo apuntando a Malfoy y frunciendo el ceño.

-¡No le haré nada! -le dijo Harry enojado.

Luego pensó, cuando vio alejarse a la enfermera, que le gustaría poder molestar un poco a Malfoy. Pero recordó sus pesadillas y decidió dejarlo en paz, al menos por ahora. Aunque si tenía que pasar el resto del verano con él, no creía poder aguantar las ganas de jugarle alguna broma.

Miró al chico por unos segundos. Así, dormido, no parecía tan malo. Se encogió de hombros y se alejó.

Snape llegó a las diez en punto, cuando Harry acababa de terminar el desayuno.

-¿Cómo sigue? -le preguntó a la señora Pomfrey.

-Se recuperará -le respondió ella- tuvo suerte de que lo sacaran rápido del agua.

-Si, es una suerte -respondió Snape-. ¿Ya se ha despertado?

-No, todavía no. Anoche tuvo un poco de fiebre, pero ahora está durmiendo bien -le respondió la enfermera. Luego sonrió y agregó- con un poco de suerte, en unos días estará restablecido.

-Esperemos -murmuró Snape pensativo, como para si mismo-. Avíseme si se despierta.

Luego se dio media vuelta y se dirigió a la puerta.

-Vamos Potter.

Harry lo siguió en silencio, y Snape no le dijo nada tampoco mientras caminaban. Sin una palabra lo dejó en la bodega de las fotografías y se fue. Harry suspiró mirando el panorama, y se puso a trabajar.

Al cabo de lo que le pareció ser como una hora, llevaba tan solo unas pocas fotografías datadas y guardadas. Observó los montones que le quedaban y pensó que tenía trabajo para muchos días. Snape no podía esperar que hiciera todo eso. ¡Si por lo menos alguien le ayudara! Pensó en Malfoy, que dormía en la enfermería, y sintió rabia. Pero luego recordó sus pesadillas y se dio cuenta de que no lo envidiaba en absoluto. Se preguntó que sería de él ahora que no tenía el apoyo de sus padres. Ahora estaba en una situación parecía a la de él, ambos estaban solos y en la lista negra de Voldemort.

Harry se preguntó si Voldemort ya se habría enterado de que el suicidio de Draco Malfoy no había dado resultado. Según la pesadilla, Voldemort lo creía muerto. Pero alguien le podría haber contado que había sido rescatado de las aguas. En todo caso, no valía la pena darse vuelta la cabeza pensando en eso, pensó. ¿Qué le importaba a él si Voldemort sabía o no que ese apestoso de Malfoy seguía vivo? Era mejor preocuparse de lo que tenía que hacer, y encontrar un modo más eficiente de llevarlo a cabo, si no quería pasar el resto de las vacaciones encerrado ahí. Pensó unos minutos y de pronto tuvo una idea. Tomó su varita y, tras unos segundos de indecisión (sabía que no debía hacer magia, pero no veía como hacer ese trabajo -en un tiempo razonable- sin ella), apuntó los montones de fotografías.

-¡Accio fotografías de 1332!

No tuvo tiempo de reaccionar, porque un montón de fotos vinieron a bombardearlo desde diferentes puntos. Se protegió la cara con las manos y las fotografías cayeron en el suelo, a sus pies. Suspiró y miró al suelo. ¡No tenía ganas de recibir una lluvia como esa por cada año! De pronto tuvo otra idea: afinaría el rango.

-¡Accio fotografías de enero de 1332!

Un montón más pequeño vino volando desde sus pies, de modo que alcanzó a atraparlas. Contento las apiló en la mesa y siguió separando por meses las fotografías que estaban a sus pies. Con la ayuda del fotodatador, les puso sus fechas rápidamente, como trabajando en serie. Así, mecánicamente, resultaba mucho más rápido. Contento fue a tomar al álbum de ese año y guardó todas las fotografías en orden (y sin hacer un viaje a buscar el álbum para cada fotografía). Sonrió: si trabajaba así, solo se tardaría unos pocos días.

Trabajó rápida y metódicamente el resto de la mañana. Comprobó contento que las pilas de fotos se hacían un poco más pequeñas. Cuando llevaba más de treinta años de fotos guardadas, se sentó a descansar. Estaba sudando, había trabajado rápidamente. Comenzó a sacar sus cálculos. El más antiguo de los álbumes era del año 1012 y el más nuevo era de 1975. Si en un día podía guardar las fotos de 60 años, terminaría los 963 años en ... 16 días ¡Más de dos semanas! Era demasiado tiempo, no sabía si soportaría dos semanas enteras trabajando ahí encerrado, y a ese ritmo. Estaba maldiciendo hasta la tercera generación de Snape cuando el susodicho apareció para llevarlo a la enfermería. Frunció el ceño cuando lo vio sentado, y le dedicó su sonrisa burlona habitual.

-¿Cansado ya, Potter? -le dijo cruzándose de brazos, mientras sonreía despectivamente.

Harry no le respondió. Se paró, y sin una palabra, desapareció a través del muro. Cuando hubo desaparecido, Snape miró la bodega y levantó una ceja atónito. ¿Era idea suya o habían muchas menos fotografías en el suelo?

Snape no esperaba que Harry pudiera terminar con todas las fotografías. Sabía que ese era trabajo para muchas más horas-hombre que las que podía entregar Harry solo, durante algunos días. Antes de saber que Potter estaría en Hogwarts durante el verano, había pensado en pedirle a algunos elfos que hicieran el trabajo. Pero se alegraba de no habérselos pedido, ya que ese trabajo le parecía muy bueno para mantener a ese molesto chico ocupado en algo y sin causar problemas.

Cuando llegaron a la enfermería, encontraron a la señora Pomfrey tejiendo. Estaba sentada en una silla junto a la cama de Malfoy, quien seguía durmiendo.

-¿Cómo sigue? -preguntó Snape casi mecánicamente.

-Igual -respondió la señora Pomfrey levantando los ojos de su labor. Se paró y dejó la bolsa de género con su tejido sobre la silla.

-Está bien. Nos vemos más tarde -respondió Snape. Se dio media vuelta y se fue.

-Ve a lavarte, Harry. Pediré a los elfos que nos traigan el almuerzo aquí -le dijo la señora Pomfrey, antes de desaparecer rumbo a su despacho.

Almorzaron en silencio, en una de las mesas con ruedas. A veces alguno de ellos levantaba la vista y miraba a Malfoy, quien seguía durmiendo sin darse cuenta de nada.

La tarde transcurrió tranquila, y Harry avanzó casi 40 años en fotografías. Estaba empezando a tener práctica. Cuando Snape lo fue a buscar para llevarlo a la enfermería, Harry sonrió ante la cara atónita con que el profesor de pociones miró los disminuidos montones de fotografías. Pasó su mirada de las fotografías en el piso a Harry, visiblemente sorprendido. De pronto frunció el ceño.

-¿Has estado utilizando magia, ¿verdad Potter? -preguntó en un susurro, de un modo inquisitivo. Lo miraba fijo a los ojos y sin pestañear. Harry se sintió atravesado por esa mirada y, aunque le costó, la mantuvo.

-Si. Es lo más lógico ¿no le parece? -respondió Harry. Sabía que al responder de ese modo se estaba arriesgando, que resultaba un poco impertinente. Pero si mentía, Snape no le creería de todos modos. Por lo rápido que estaba trabajando era obvio que no lo estaba haciendo "a lo muggle" (si es que se le podía llamar así a utilizar el fotodatador). Y tampoco pensaba que Snape le pudiera hacer la vida mucho más difícil de todos modos. Snape pareció llegar a la misma conclusión pues, después de pensar unos segundos, solamente respondió:

-Ya veo. Bueno, vamos.

Cuando llegaron a la enfermería, se encontraron con que Malfoy ya se había despertado. Se encontraba con los ojos abiertos, y la mirada perdida. Ni pestañeó cuando Snape y Harry entraron y se acercaron. La señora Pomfrey se encontraba junto a él, con rostro preocupado.

-Harry, ve a lavarte -dijo amablemente. Pero Harry comprendió que el mensaje escondido era 'vete, que tengo que hablar con Snape'. Intrigado se fue al baño y se quedó detrás de la puerta, que dejó entreabierta para poder mirar y escuchar que es lo que ocurría en la enfermería.

-¿Qué sucede con Malfoy? -preguntó Snape preocupado, acercándose a mirar al chico.

-No lo sé -respondió ella angustiada. Lo revisé y se encuentra en buenas condiciones. Sin embargo no parece reaccionar. He estado tratando de hablar con él desde que se despertó, hace un cuarto de hora. No responde, ni se mueve. Escasamente pestañea. Creo que está bloqueado por todo lo que le ocurrió.

-Ya veo -respondió Snape con un suspiro. Luego acercó su cabeza a la del joven y le susurró al oído-: ¡Draco!

Pero no obtuvo respuesta. Malfoy seguía con la mirada perdida, como si no supiera donde se encontraba, como si nadie estuviera a su alrededor. Snape le movió el hombro e insistió llamándolo, pero sin resultado. La señora Pomfrey parecía a punto de echarse a llorar. Finalmente, Snape se dio por vencido y se paró.

-Avíseme si hay cualquier cambio -le dijo. Y luego se fue sin decir una palabra más.

Harry se lavó rápidamente. Estaba empezando a preocuparse también por Malfoy. ¿Qué le ocurría? La señora Pomfrey había dicho que no estaba ni enfermo ni herido. Pero algo en su mente debía estar mal. Aunque después de un suicidio, era normal no estar tan bien pensó Harry.

Cuando volvió a la enfermería, la señora Pomfrey no se encontraba en ella. Harry supuso que estaría pidiendo la cena. Se acercó a Malfoy y se quedó mirándolo. Algo dentro de él hizo que sintiera algo de pena. Al mirar la cara de su enemigo, no vio la expresión de altivez y suficiencia que le eran habituales. A pesar de tener una expresión neutra en la cara, los ojos tenían tristeza. Le hicieron sentir a Harry que no podía volver a estar feliz nunca más. Le recordó a lo que había sentido en presencia de los dementores. Se preguntó si Voldemort tendría algo que ver en el estado de Malfoy.

Estuvo indeciso unos segundos y luego, mirando alrededor para verificar que se encontraba solo, acercó su mano a Malfoy y tocó su cara. Estaba tibia, parecía normal. Pero el chico ni siquiera pestañeó con ese contacto, parecía que su mente estaba a kilómetros de la enfermería. Lo llamó despacio al principio, luego más fuerte, sin obtener respuesta alguna. Estaba a punto de darse por vencido cuando vio que una de sus manos se encontraba fuera de la cama. Le tomó la mano y observó que el chico pestañeó. Apretó su mano un poco más y lo llamó de nuevo, pero esta vez no obtuvo respuesta. Se alejó pensando que tal vez el hecho de que hubiera pestañeado en ese momento era solamente coincidencia. Después de todo, en algún momento debía pestañear.

Se sentó en su cama y observó a Malfoy unos momentos. Parecía mirar hacia la ventana, al cielo. Al poco rato apareció la señora Pomfrey con una gran bandeja y cenaron en la misma mesa con ruedas en la que habían almorzado. Harry le preguntó por Malfoy, a pesar de que había escuchado lo que le decía a Snape. Ella repitió más o menos lo mismo. Parecía preocupada.

-¿Por qué no le envía una lechuza a Dumbledore? -le sugirió Harry.

-No podemos estar haciendo venir al director a cada instante, Harry -le respondió ella-. Ya bastante tienen con organizar la resistencia, buscar aliados, y tratar de que el ministerio de magia se tome el retorno de quien- tu-sabes en serio. Además, creo que nadie salvo su familia lo puede ayudar en este momento. Y está claro que no lo van a hacer -agregó mirando a Malfoy con un suspiro.

Ambos se quedaron en silencio, pues sabían que por ahora llamar a su familia estaba fuera de cuestión. Además, probablemente lo creían muerto. Ambos terminaron de cenar en silencio, y Harry se acostó sin discutir. La señora Pomfrey no puso esta vez un hechizo en torno a su cama, pero le recordó su promesa de no salir y le encargó que si veía cualquier cambio en el joven, no dudara en llamarla.

La noche transcurrió sin sobresaltos. Sin embargo, Harry se despertó al alba y no pudo volver a conciliar el sueño. Al cabo de rato se sentó en la cama preguntándose que haría para pasar el tiempo. Miró a Malfoy y lo vio en la misma posición, con la mirada perdida. Pensó en lo incómodo que debía ser estar tantas horas en la misma posición. Lo llamó despacio, para ver si reaccionaba. Pero Malfoy seguía sin responder.

Aburrido sacó la caja de ranas de chocolate. Todavía le quedaban y empezó a comer para pasar el tiempo. De pronto recordó sus encuentros con los dementores y tuvo una idea. Se levantó y le llevó una rana de chocolate a Malfoy.

-¡Hey! ¡Malfoy! -Le susurró moviéndole el hombro, sin obtener respuesta-. ¿Quieres chocolate?

Pero Malfoy seguía sin reaccionar. Harry le puso la rana de chocolate en la mano que sobresalía de la cama. Vio que Malfoy parpadeó, y notó que sus dedos se cerraban débilmente en torno a la rana de chocolate. Y luego de eso, nada. 'Bueno, eso ya es un avance', pensó. Aunque su idea inicial era que se comiera el chocolate, el hecho de que se hubiera dado cuenta de que tenía algo en sus manos parecía acercarlo a la realidad. Volvió a su cama y continuó comiendo. Se preguntó donde estaría Hedwig. Por lo que se tardaba pensó que debía haber ido a buscar a Hermione a Bulgaria.

De pronto, notó que la mano de Malfoy se movía. No sabía muy bien qué hacer. La señora Pomfrey le había dicho que le avisara si observaba algún cambio, pero no tenía deseos de ir a despertarla tan temprano. De todos modos, ella se despertaría en una hora o dos.

Finalmente se decidió y se acercó a Malfoy. Vio que movía sus dedos en torno a la rana de chocolate. Entonces comprendió.

-Espera, te la voy a desenvolver -le dijo, tomando la rana. Luego se la puso, desenvuelta, en la mano. Notó que estaba un poco derretida. Pero Malfoy parecía incapaz de hacer nada con la rana de chocolate, aparte de apretarla con la mano.

Harry comprendió lo que tenía que hacer. Pero no tenía ninguna gana de darle de comer en la boca a Malfoy. Aunque no veía la necesidad de defenderse de él, tampoco le tenía mucho aprecio. Pero Harry veía como la rana comenzaba a derretirse en los dedos de Malfoy, y estaba comenzando a manchar las sábanas alrededor de su mano. Finalmente se decidió, le tomó la mano y se la acercó a la boca. Y observó aliviado que Malfoy se comía la rana de chocolate.

-¿Quieres otra? -le preguntó. Pero no obtuvo respuesta. Pero si se había comido una, podía comerse otras...

Harry fue a buscar las ranas que le quedaban y comenzó a desenvolverlas y ponérselas en la mano. A la tercera rana notó que Malfoy comenzaba a parecer 'más presente'. Parpadeaba más, e incluso Harry creyó ver que sus ojos ya no parecían tan estáticos. Además, parecía tener mayor movilidad con sus manos.

Harry continuó llamándolo, de vez en cuando. Hasta que finalmente, cuando estaba en la última rana de chocolate, consiguió que Malfoy diera vuelta la cara y lo mirara.

-Eh... ¡hola! -le respondió Harry indeciso. Ahora que por fin le hacía caso, no sabía muy bien que decirle.

-Estás en Hogwarts, a salvo -continuó-. ¿Quieres que llame a la señora Pomfrey? Ella puede traer más chocolate si quieres...

-Potter... -fue lo único que dijo Malfoy. Pero su voz no expresaba odio ni burla. Expresaba más bien confusión, como si viniera saliendo de un trance.

-Si, soy yo -le respondió Harry, no muy seguro de cómo continuar la conversación. Algo dentro de él le decía que era mejor tratar de mantenerla, y tratar de que 'volviera'. Pensó que era preferible tratar de ser amistoso-. Pero no te preocupes -agregó riendo-, no te pienso molestar, al menos por ahora...

-¿Por qué... estoy... Hogwarts? -le preguntó. Parecía confundido y le costaba concentrarse.

Harry se quedó mudo unos segundos. No tenía idea como continuar. Parecía ser que Malfoy no recordaba lo que había sucedido, y no tenía muchos deseos de contárselo.

-Te... caíste al agua -le respondió-. Los que te sacaron te trajeron acá. ¿Recuerdas?

Malfoy frunció el ceño. Pareció concentrarse por unos segundos, y finalmente respondió:

-Recuerdo un perro... un perro negro.

-¡Si!, él te sacó del agua -respondió Harry un poco más animado-, con la ayuda de Dumbledore y de otras personas más, según creo.

Malfoy se quedó unos segundos procesando esa información. Luego pareció recordar algo más:

-¿Saben mis padres que estoy aquí?

Harry se mordió el labio, no tenía idea de eso.

-No lo sé -respondió francamente.

-¿Quién ... quienes más saben que estoy aquí? -preguntó Malfoy algo preocupado. Harry pensó por unos segundos. No podía hablar de su padrino a Malfoy.

-Bueno, lo saben Dumbledore y otras personas con las que él estaba. Lo saben también la señora Pomfrey y Snape.

-¿Snape? -preguntó Malfoy, visiblemente alarmado-. Entonces también lo sabe... -miró a Harry por unos segundos, sin decidirse a continuar. Harry notó que tenía miedo.

-No sé quien más lo sabe -contestó Harry sin mentir. Suponía que Malfoy se preguntaba si Voldemort se habría enterado. Pero él no podía responderle a eso, pues él tampoco tenía idea. Por la pregunta de Malfoy se daba cuenta de que tenía miedo de que Snape le hubiera dicho a Voldemort que se encontraba en Hogwarts. Con sus padres mortifagos, él no podía adivinar que Snape era en realidad un espía de Dumbledore. Y tampoco sabía que Harry conocía la verdad de lo que había pasado. No le diría lo que temía, porque eso era confesar de que sus padres eran mortifagos, y que él también había intentado serlo. Harry se daba cuenta de que Malfoy no le diría nada a él.

-¿Cómo lo supo Snape? -le preguntó Malfoy como sin darle mucha importancia.

-Está aquí, en Hogwarts -le respondió Harry. Draco no pudo disimular su terror. Harry vio como miraba la puerta de la enfermería, como si en cualquier momento fuera a entrar Voldemort.

-No te preocupes, voy a llamar a la señora Pomfrey -le dijo tratando de calmarlo.

-Espera Potter... ¿sabes dónde está mi varita? -preguntó Draco. Harry miró en la mesa junto a su cama, pero no estaba.

-No lo sé, Malfoy -le respondió-. Pero no tienes de que preocuparte, no te pasará nada mientras estés aquí.

Harry no estaba tan seguro como trató de parecer. Si no lo dejaban ni salir al parque solo, era porque Hogwarts no era tan seguro como decían. Pero no iba a decirle eso a Malfoy, para que se pusiera aún más nervioso, pensó mientras subía a buscar a la señora Pomfrey.

Cuando bajaron, la señora Pomfrey estuvo muy contenta de que Malfoy estuviera mejor. Trató de calmarlo lo mejor que pudo, asegurándole que estaba a salvo. Aunque Malfoy no estaba manifestando su temor de manera muy visible, a la señora Pomfrey no se le había escapado lo nervioso que estaba. Ella sabía todo lo que le había ocurrido, aunque Malfoy no supiera que ella lo sabía. Cuando le preguntó por su varita, la señora Pomfrey le respondió que cuando lo habían sacado del agua, no la tenía. Eso puso a Malfoy aún más nervioso. Harry lo entendía. También se sentía un poco desnudo cuando no tenía su varita.

-Pero no te preocupes de eso ahora -le respondió amablemente la señora Pomfrey-. De todos modos no necesitas tu varita todavía, no puedes hacer magia durante tus vacaciones, recuerda.

-Si, claro -respondió Malfoy. Aunque visiblemente no estaba de acuerdo con eso.

Tomaron desayuno los tres en la enfermería. Malfoy no hizo ninguna alusión a lo que le había pasado, y los otros no tocaron el tema. Hablaron de distintas cosas sobre el colegio, y tanto Draco como Harry mantuvieron una actitud neutral el uno hacia el otro. Ambos parecían darse cuenta de que, dadas las extrañas circunstancias (a ambos se les hacía raro estar tomando desayuno juntos, en la enfermería, durante las vacaciones), era preferible una tregua. La señora Pomfrey le había pedido a los elfos que le trajeran más chocolate a Malfoy, entusiasmada por lo bien que le había hecho. Parecía muy sorprendida por el resultado.

Para cuando terminaron el desayuno, el ambiente estaba más distendido, y Malfoy se encontraba mucho más repuesto y relajado. Incluso le preguntó a la señora Pomfrey si podía levantarse. Pero la enfermera se mantuvo inflexible en ese punto, diciendo que debía descansar. Harry pensó interiormente que, aunque Malfoy parecía encontrarse bien, la señora Pomfrey prefería tenerlo bien guardado en la cama, para no tener que preocuparse por dos jóvenes en vez de uno.

Cuando Snape llegó, Malfoy se puso pálido. Aunque ya sabía que se encontraba en Hogwarts, claramente no esperaba que apareciera de repente en la enfermería, si no era para buscarlo a él y llevárselo a ... Malfoy tragó saliva. Ni siquiera tenía su varita para defenderse.

Snape pareció darse cuenta de lo que pasaba por la mente del chico. Pero ya sabía lo que tenía que hacer. Había hablado de eso con Dumbledore. Se acercó a la señora Pomfrey y le dijo algo despacio. La enfermera asintió y se dirigió a Harry:

-Harry, acompáñame arriba -le dijo caminando hacia el despacho.

Harry miró a Malfoy, que tenía cara de auténtico terror en la cara, aunque trataba de disimularlo. Malfoy miró a Harry y a la señora Pomfrey. No quería que lo dejaran solo con Snape, pero tampoco podía explicarles la razón. No podía decirles 'no se vayan' sin poner en evidencia lo que no quería y no podía contarles. No podía gritarles que Snape era un mortifago, que lo entregaría a Voldemort, sin admitir que lo sabía porque sus padres también eran mortifagos, y porque él mismo había intentado ser uno de ellos.

Harry siguió a la señora Pomfrey. Cuando se cerró la puerta del despacho, Snape ce acercó a la cama de Malfoy y se sentó.

-No tienes de que preocuparte -le dijo Snape sabiendo lo que pasaba por su cabeza en esos momentos-. Nadie te va a llevar donde Voldemort. Malfoy no respondió, pero parecía más tranquilo.

-Estas consciente de que ya no puedes ser un mortifago. ¿Verdad? -le preguntó Snape. Malfoy bajó la vista.

-Si, lo lamento -le respondió, como disculpándose.

-No lo lamentes -le respondió Snape simplemente. Malfoy levantó la vista extrañado. Algo en ese cuento no le calzaba.

-¿Estas consciente de que no puedes volver a tu casa? -le preguntó, mirándolo fijamente a los ojos.

-Si, lo sé -respondió Malfoy preocupado, pues no entendía muy bien lo que estaba pasando. Pero algo le hacía sentir que Snape no pretendía entregarlo.

-Si tuvieras la posibilidad de intentarlo nuevamente, ¿tratarías de hacerte mortifago? -le preguntó Snape.

Malfoy no sabía muy bien como interpretar eso. ¿Acaso Snape podía conseguir que Voldemort le diera otra oportunidad? Sería maravilloso, si Voldemort lo aceptaba, podría volver a su casa y ya no temería que lo atrapara. Pero Snape acababa de admitir que ya no podía ser mortifago. Entonces ¿qué significaba esa pregunta? ¿Qué quería Snape que le respondiera?

-¿Qué quiere decir? -preguntó Malfoy.

-Exactamente lo que oíste -respondió Snape-. ¿Deseas ser mortifago?

Malfoy pensó unos momentos. ¿Para qué le preguntaba eso, si sabía la respuesta? Toda su vida había esperado serlo. Creció sabiendo que lo sería. Snape conocía a sus padres, lo conocía a él. ¿Qué pretendía con esa pregunta tan obvia? Aunque pensándolo bien no era tan obvia, algo había cambiado. Aunque Voldemort le diera otra oportunidad, no se sentía más capaz que esa noche para hacer lo que le pedía. De hecho, la sola idea de enfrentarse de nuevo a eso le hacía tener escalofríos en la espalda. Pero no podía decirle a Snape que ya no quería volver a intentar ser mortifago. Si se daba cuenta lo entregaría a Voldemort. Claro que si le decía que si quería, también lo llevaría ante Voldemort... En realidad no importaba mucho que le respondiera, de todos modos lo llevaría ante él. ¿O no lo haría? Empezaba a estar confundido.

-No... no le sé -respondió dándose por vencido y cerrando los ojos, sin ver el atisbo de sonrisa que aparecía en la cara del profesor de pociones. Dumbledore tenía razón, como la había tenido con él mismo hace tantos años. Era cosa de darle la oportunidad. Al menos ya había confesado que no estaba seguro, a pesar de que creía estar frente a un mortifago. Solo faltaba que se admitiera a si mismo que ya no deseaba serlo.

-Yo sé que siempre habías querido ser un mortifago -le dijo-, lo que te estoy preguntando es si 'todavía' deseas serlo. Sería normal que cambiaras de idea después de lo ocurrido la otra noche. Y te repito lo que te dije al principio: nadie aquí te llevará donde Voldemort. Puedes hablar tranquilo.

Malfoy abrió los ojos y lo miró extrañado. Si, ahí había gato encerrado. ¿Acaso a Snape no le importaba que le dijera que ya no quisiera servir a Voldemort? Si así era, no le molestaría admitirlo: ya no quería intentarlo. De hecho, deseaba poder hablar con alguien, decirle que el solo acordarse de la maldición cruciatus le causaba horror. No deseaba volver a hacer algo así, menos aún intentar la maldición asesina. De pronto, se daba cuenta de que ya no tenía ninguna posibilidad de ser mortifago. Y Snape había prometido que no lo llevaría donde Voldemort. ¿Podía confiar en él? En ese momento creyó ver una leve sonrisa en esa cara, y se decidió.

-No -le respondió simplemente.

-¿No qué? -le respondió Snape.

-Que ya no... ya no quiero ser mortifago -le respondió Malfoy.

-¿Estas seguro de eso? -le preguntó seriamente, aunque Malfoy notó que parecía sonreír.

-Si -le respondió. Estaba seguro.

Ante el asombro de Malfoy, lo abrazó.

-Está bien -le dijo sonriendo-. No tienes por qué preocuparte.

-Pero usted, ¿no está enojado? -le preguntó Malfoy extrañado.

-No -le respondió Snape después de soltarlo-. Es tu decisión.

-¿Y no le se lo dirá a él? -le preguntó Malfoy inseguro.

-No.

-¿Sabe él que estoy aquí? ¿Saben mis padres que estoy aquí?

-Sabe que estás vivo (pues tiene espías en todas partes). Pero no sabe donde te encuentras. Aunque no creo que se demore mucho en darse cuenta -le respondió-. Ignoro lo que saben tus padres. En todo caso, no tienes de qué preocuparte por ahora. Aquí estás seguro. Pero te tengo que advertir que trates de no pasearte solo. Aunque el castillo está protegido, es preferible que te quedes cerca de la señora Pomfrey.

-¿Qué hace Potter aquí? -preguntó Malfoy, recordando de pronto que le había llamado la atención. Snape suspiró con un desagrado que no pudo disimular.

-Lo mismo que tú. Dumbledore decidió que, no teniendo donde ir, debía quedarse aquí.

-Ah, -respondió Malfoy un poco incómodo. Snape se dio cuenta, y agregó sonriendo:

-Está bien, solo procura no causar tantos problemas como Potter.

Malfoy lo miró intrigado.

-Solo manténte donde te puedan ayudar si te pasa algo. De hecho, probablemente la señora Pomfrey te va a pedir que no salgas de la enfermería.

-¿Me voy a tener que quedar aquí todo el tiempo? -preguntó Malfoy, visiblemente horrorizado ante los días que le esperaban. Snape suspiró.

-Si, no hay muchas personas en Hogwarts. ¿Salvo que prefieras quedarte en la cocina con los elfos?

-¡No! -respondió Malfoy, visiblemente ofendido.

-Entonces no te quejes -le respondió Snape encogiéndose de hombros.

En ese momento la señora Pomfrey asomó la cabeza por la puerta de la oficina. Snape le hizo un gesto para que entrara. Ella se acercó. Harry venía detrás.

-Creo que es mejor que descanses, Malfoy -le dijo la enfermera en un tono que no admitía réplica.

Malfoy hizo lo que le decía y suspiró pensando en lo que podía esperar del resto del verano. Se sentía "a salvo", pero de todos modos ya no podía contar con sus padres. Estaba de vacaciones en el colegio, condenado a estar encerrado en la enfermería, y en compañía de Potter más encima. Se preguntó si Snape estaría todo el tiempo en Hogwarts también, y si mantendría su promesa de no llevárselo a Voldemort. Aunque confiaba en él. De hecho, el profesor de pociones siempre le había caído bien.

Harry por su parte no sabía que pensar. Al volver a la enfermería había notado que Malfoy parecía mucho más tranquilo. De hecho, parecía normal.

-Bien, que descanses -le dijo Snape a Malfoy. Luego se dirigió a la puerta y sin mirar a Harry agregó-: Vamos, Potter.

Harry lo siguió en silencio. Malfoy se quedó extrañado mirando la escena. ¿Adonde podían ir juntos? De pronto le dieron muchos deseos de seguirlos, pero la señora Pomfrey se encontraba ahí. Se tuvo que conformar con verlos desaparecer tras la puerta.

N/A: ¿Y? ¿Qué creen que pasará con Draco y Harry pasando el verano juntos en la enfermería? ¡¡¡Muahahaha!!!