Gracias a mi estimadísima beta-lectora Francia. Este capítulo tiene varios
de sus aportes. ¡Eres maravillosa!
amhy potter: Gracias por tu review :-) Voldemort no ha olvidado a Harry, pero no tiene solo eso que hacer en su ocupada existencia. Quiere resolver el problema "Draco" más por orgullo que por necesidad. Podría dejar que se le escapara, pero (1º) le da ira haber perdido a un potencial seguidor y quiere castigarlo, y (2º) quiere vengarse de los Malfoy por no traérselo después de que volvió en sí. Quiere demostrarles que no lograron salvarlo traicionándolo (además de dejarles a los otros mortifagos el mensaje: NO acepto traiciones). Las fotos ya vienen... No creo que Draco se consiga una varita muy pronto, y no me imagino a Snape regalando varitas ni prestándole una para darle más herramientas para que se meta en problemas. ¿Tal vez Dumbledore? Lo voy a pensar ^_^, gracias por la sugerencia.
PiRRa :gracias por dejar review ^_^ ¡Espero que te siga gustando este fanfic!
sailorangi : Draco y Harry no se harán grandes amigos. No está muy en su naturaleza. Pero, dado que no hay más gente, serán compañeros en la desgracia =/ Y si, Snape se enterará de todo (capítulo 17 según mis planes) y obviamente no los va a felicitar. Snape va a lamentar la convivencia forzada O_O' , claro. No tiene precisamente alma de niñera, y menos con dos jóvenes que se odian y se meten en problemas _. Lo de Peeves y Dobby lo puse en un lapsus chistoso. ¡Y que pases un feliz año nuevo!
V!rU§ P@()LÅ : gracias por tu review. En el capítulo 16 no pasa mucho, pero espero que igual lo disfrutes ^_^
Capítulo 16 Donde Snape
Snape continuó sin prestarle ninguna atención a las caras de Draco y Harry. La verdad, lo que menos le preocupaba ahora era la opinión de ellos. Solo los estornudos de Harry y Draco interrumpían el silencio.
Pasaron frente a la mazmorra de la clase de pociones y la entrada de la sala común de Slytherin. Pero al cabo de unos minutos de recorrido, llegaron a unos corredores que ni siquiera Draco conocía. Ahora se daba cuenta de que nunca se había enterado de donde vivía Snape. Dobby en cambio no parecía sorprendido. Con el tiempo que llevaba trabajando en Hogwarts conocía bien el castillo.
Se detuvieron frente a la estatua de un enano con una mandolina en la mano. A Draco y Harry casi se les sale el corazón por la boca cuando la estatua cobró vida (todavía parecía de piedra sólida, pero se movía) y los quedó mirando con el ceño fruncido. Luego miró a Snape (sin el ceño fruncido) y le acercó la mandolina. Snape tocó las cuerdas en un orden que para él parecía tener sentido (no lo sabían pues las cuerdas no sonaban) y se la devolvió. En seguida una puerta de piedra que se disimulaba perfectamente con la pared se abrió sin emitir sonido alguno.
Entraron a una mazmorra muy amplia, oscura y fría. Sólo la luz de la luna, que penetraba por una pequeña ventana casi pegada al techo, permitía ver algo en ese lúgubre lugar.
Dobby comenzó a prender algunas antorchas, por lo que Harry y Draco pudieron mirar con mayor detalle los "aposentos" de Snape. La sala en la que se encontraban era enorme, pero escasamente amoblada. Había un sofá con una mesita, una mesa con dos sillas (no debe recibir muchas visitas, pensó Harry) y una alfombra. En los muros de piedra había algunas estanterías con libros, un espejo y tres puertas (el lugar por el que habían entrado solo parecía un muro ahora que se había cerrado). Había también una chimenea, que se prendió con un movimiento de varita de Snape. Luego, con otro movimiento de su varita, levitó las camillas cerca de la chimenea, para luego posarlas en el suelo.
-Quédense cerca del fuego mientras voy a la enfermería a buscarles ropa seca, -dijo escuetamente.
-¿Por qué no nos llevó a la enfermería? -se atrevió a preguntarle Malfoy.
-La señora Pomfrey no ha vuelto. Hablaremos de eso y del resto más tarde -respondió Snape sin dar más detalles, mientras entraba por una de las puertas.
Draco y Harry se miraron, ambos preguntándose que sería "el resto". Pero no tuvieron ocasión de preguntar. En ese momento Snape volvió, con una máscara de esas que usaban en clases cuando las pociones producían vapores que no debían inhalar, y luego desapareció por la entrada del enano, encargándole a Dobby que no los perdiera de vista.
-¿Qué hora es? -preguntó Harry en un susurro. A pesar de que solo estaban con Dobby, el lugar le inspiraba cierta aprensión. A su juicio, el aspecto de aquella sala coincidía a la perfección con el carácter y la apariencia de su dueño: totalmente inhospitalario.
-Casi un cuarto para las once -le respondió Draco mirando la hora. Fue el turno de Harry de poner los ojos redondos. Con razón Snape estaba tan enojado.
-¿Qué crees que le pudo haber pasado a la señora Pomfrey? -preguntó Harry inquieto.
-¡Ni idea! -le respondió Draco-. Pero espero que vuelva pronto -agregó mirando con igual preocupación a su alrededor. Aunque su sala común también se encontraba en las mazmorras, era bastante más acogedora que la inmensa y casi vacía "salita" de Snape. Y aparte del recelo que le producía el lugar, estaba el creciente temor que le producía el profesor de pociones. Le resultaba curioso, nunca antes le había tenido miedo. Pero ahora muchas cosas habían cambiado.
Harry quedó mirando al elfo, que se balanceaba nervioso de un pie a otro, sin pronunciar palabra. Parecía que no quería ni pestañear por miedo a que desaparecieran.
-Dobby, ¿donde está la señora Pomfrey? -preguntó Harry.
-Dobby no lo sabe, señor -respondió el elfo. Harry se volvió hacia Draco, que miraba al elfo con una expresión en la cara que no pudo descifrar.
-Draco -murmuró Harry para que solo él pudiera oír-, ¿qué le diremos a Snape si nos pregunta lo que pasó?
Draco miró preocupado el fuego por unos segundos, estornudando un par de veces. Se sentía un poco incómodo, recordaba solo vagamente lo que había ocurrido en la cava y en el muelle subterráneo. En todo caso, sabía que a Snape la verdad no le haría ninguna gracia. Pero tampoco imaginaba una historia que pudiera justificar como, donde y a que hora Snape los había encontrado.
-No tengo idea -respondió también en un murmuro-. ¿Se te ocurre alguna buena historia?
-No ¿Qué pasaría si le decimos la verdad? -preguntó Harry después de un estornudo.
-¿Y tú que crees? -se burló Draco. Harry frunció el ceño-. Supongo que nos va a castigar -agregó encogiéndose de hombros al ver la cara de Harry.
-Me gustaría que Dumbledore estuviera aquí -pensó Harry en voz alta.
-¡Claro! Llamemos al salvador de los estudiantes en problemas. ¿Tú crees que ÉL que se enojaría menos? -preguntó Draco sarcásticamente.
-¡Estoy seguro! -agregó Harry molesto, subiendo la voz-. Al menos no estaríamos en ESTE lugar, temiendo que SNAPE regrese.
-¡Y seguramente estar en otro lugar, aguantando el sermón de ese viejo chiflado, sería mucho mejor! ¿no? -respondió Malfoy subiendo la voz también- . Además, todo esto es tu culpa. Fue TU idea ir a bañarse al muelle subterráneo.
-¡Pero fuiste tu, GRANDÍSIMO IDIOTA, quien comenzó con lo del vino! -le gritó Harry picado.
-Pero nadie te obligó a beber ¿no? -le contestó Draco en tono desafiante-. Por lo demás, fui YO quien salvó la situación cuando apareció Peeves
-Claro, tú. ¡El mismo IDIOTA que quebró la botella con la que nos rompimos los pies! -se burló Harry.
-¡No me vas a volver a llamar idiota NUNCA MÁS, te lo juro -le gritó Draco tirándose encima de Harry con la intención de molerle la cara a puñetes. Ambas camillas se encontraban juntas, por lo que el dolor en los pies no se lo impidió. Le enseñaría al presumido de Potter a insultarlo, después de haberlo arrastrado con él a ir al muelle subterráneo. No dejaría que le echara toda la culpa a él...
-idiota ¡idiota! ¡IDIOTAAAAAAAAAAAAAA! -gritó Harry tratando de estrangularlo. No pensaba aguantarle una más a Malfoy. Todo lo que había ocurrido era su culpa. Era él quien había empezado con lo de ir a bañarse al lago cuando él estaba tranquilo leyendo...
Dobby no sabía que hacer. No se atrevía a intervenir. Pasaba su mirada de los adolescentes a la entrada, como rogándole que se abriera.
Snape suspiró profundamente frente a la puerta de la enfermería. Estaba cansado, y lo único que quería era terminar con ese día infernal. Se puso la máscara y abrió la puerta.
Adentro, el gas llenaba el lugar. Lo primero que hizo fue abrir la ventana. Luego recolectó las cosas de Harry y el pijama de Draco, y las apiló sobre una cama. Se dirigió enseguida al despacho de la señora Pomfrey, de donde salió al rato con una caja con un montón de frascos con pociones (así no tendría que prepararlas), objetos de primeros auxilios y algunos libros. Estaba preocupado. Él no era medimago. Sabía preparar pociones y antídotos, eso sí. Y tenía alguna experiencia en primeros auxilios muggles (en el pasado había tenido la ocasión de aprender; fueron varias desagradables ocasiones; sacudió su cabeza para no recordar). Había logrado encontrar lo que necesitaba, dentro de una caja que decía "primero auxilios muggles" escondida al fondo de un mueble. Al parecer, la enfermera de Hogwarts no solía usar esas cosas con frecuencia.
Puso las cosas que había dejado sobre la cama dentro de la caja y se sentó un momento con uno de los libros en sus manos. Buscó en el índice los hechizos para curar cortes. Después de leer algunos cerró el libro desesperanzado. No parecía nada simple, y ni pensar en "aprender" usando a los chicos como conejillos de india. Un escalofríos le recorrió la espalda, tendría que arreglárselas a lo muggle. 'Albus, Pomfrey, vuelvan pronto por favor...' pensó con fuerza. Le costaba admitir que, en una situación como esa, era una persona débil.
Tras maldecir su suerte se levantó y se llevó la caja levitando al pasillo. Cerró la puerta y con alivio se sacó la máscara. Respiró profundamente. Tenía que mantener la calma. Caminó todo el camino a las mazmorras repitiéndose que todo saldría bien, que solo serían un par de días, que dos chicos no podían ser peores que Voldemort.
Cuando entró a su estancia quedó perplejo ante el espectáculo. Estaban varios elfos con los ojos grandes abiertos, junto a dos camas y otros muebles que se les había ocurrido traer. Y los dos "heridos" rodaban frente a la chimenea, golpeándose, pateándose, tirándose el pelo, e insultándose.
-Dobby no puede separarlos, señor -se disculpó Dobby temblando.
-¡PAREN! -les gritó Snape. Pero ni Harry ni Draco lo habían visto. Estaban demasiado concentrados en causarle al otro el mayor daño posible.
Al ver que no le hacían caso, Snape dejó la caja en el suelo con un movimiento de su varita, y la apuntó luego hacia los chicos.
-¡Petrificus totalus! ¡Petrificus totalus!
Los dos chicos quedaron inmóviles en el suelo, con los brazos y las piernas pegadas al cuerpo, pero separados. Se acercó y se detuvo junto a sus cabezas.
-Ahora voy a deshacer el hechizo. Pero si se vuelven a pelear... -murmuró con una sonrisa amenazante- no verán la luz del sol en el resto del verano, ¿entendido?.
Snape notó con placer como las pupilas de los dos se dilataban. Había recuperado el control de la situación, y eso lo hizo sentir más seguro. Después de mirarlos amenazadoramente por unos segundos los apuntó con su varita.
-¡Enervate! ¡Enervate!
Draco y Harry se sentaron en el suelo, sobándose. La herida de la mandíbula de Draco se había abierto más que antes y sangraba bastante. Las heridas de las manos de Harry también. Por otra parte, ambos lucían varios hematomas y rasguños extras en la cara y los brazos.
-Ya hablaremos de esto más tarde -los amenazó Snape. Luego se fue hacia los elfos que lo esperaban.
-¿Dónde las ponemos, señor? -preguntó Galdy apuntando las camas, apenas vio que Snape se interesaba en ellos.
-¿Para qué trajeron todo esto? -preguntó Snape frunciendo el ceño, mientras apuntaba a los otros muebles (un par de veladores, escritorios, sillas y armarios, todo por duplicado). Los elfos miraron a Galdy, quien comenzó a balancearse de un lado a otro visiblemente incómodo.
-Galdy pensó que sería útil, señor -respondió Galdy.
-Dejen las camas y los veladores. El resto llévenselo -respondió Snape simplemente.
Algunos elfos (entre los que se encontraba Galdy) se llevaron lo que no se iba a necesitar, mientras los demás permanecían esperando órdenes.
-¿Y donde ponemos las camas y los veladores, señor? -preguntó uno de los elfos que se había quedado. Era uno con una gran frente, que tenía una voz ronca y que se llamaba Jozzy.
Snape pensó unos momentos. No pensaba instalarlos en su sala. Además, había una ventana y tenía que impedir que pudieran recibir cualquier lechuza. De pronto recordó las mazmorras abandonadas que estaban en el nivel inferior. Esas no tenían ventanas (estaban completamente bajo el nivel del suelo).
-¿Qué hay en la mazmorra que esta inmediatamente debajo de esta? -preguntó Snape a los elfos. Estos abrieron grandes los ojos.
-Es... están abandonadas hace años, señor -respondió uno de los elfos.
-¿No pensará el señor profesor Snape instalarlos ahí, señor? -preguntó Dobby con horror.
-Vayan a limpiarla y desocuparla -les respondió haciendo caso omiso de sus expresiones de espanto-. Luego lleven ahí las camas, los veladores y una escalera.
Aunque querían con toda su alma obedecer, los elfos no se movieron, y lo observaban como si le hubieran aparecido tentáculos verdes alrededor de su cara. ¿Realmente quería que llevaran las CAMAS a AQUEL lugar?
-Es para este año... -agregó en un susurro amenazante al ver que no se movían. Consiguió el efecto deseado, todos los elfos salvo Dobby se alejaron llevándose con ellos las camas y los veladores. Dobby tragó saliva y, reuniendo todo su valor intentó nuevamente hacerlo entrar en razón.
-Señor... podríamos habilitar la bodega que se encuentra aquí al lado -le dijo apuntando al muro en el que estaba la chimenea-. Es más... está menos... abandonada, señor.
-Lo sé, -contestó Snape con calma (para gran alivio de Dobby)-. Pero es preferible que se instalen abajo.
-Está bien, señor. Si el señor piensa que es lo mejor...
-Ustedes dos ahí -dijo Snape con brusquedad a Harry y Draco haciendo que saltaran-, quiero que se saquen esa ropa mojada y se pongan pijama. Están en esa caja. ¡No toquen el resto de las cosas! Dobby, mejor pásales la ropa tú y ayúdales. Y vigílalos... -agregó mirándolo a los ojos- ...bien. Yo voy a ver que están haciendo abajo.
Snape salió. Dobby les pasó los pijamas, y los ayudó a cambiarse de ropa. Los levitó para que no tuvieran que apoyarse en los pies. A pesar de eso resultó complicado, debido a que se encontraban bastante adoloridos (la pelea había tenido algo que ver en eso). Pero los esfuerzos valieron la pena. Ambos se sintieron mucho más cómodos sin la ropa mojada, y con calcetines secos en vez de los zapatos mojados. Dobby tomó la ropa y los zapatos mojados y miró a los chicos.
-Dobby irá a dejar esto a la lavandería y volverá en unos segundos. Si prometen no moverse, Dobby les traerá algo rico de la cocina -les dijo guiñándoles el ojo.
Cuando el elfo mencionó la palabra "cocina", ambos jóvenes recordaron lo hambrientos que estaban y aceptaron entusiastas. De pronto, Draco recordó algo.
-¡Espera, Dobby! Pásame mis pantalones.
Dobby se los pasó extrañado, y vio como Malfoy sacaba una foto del bolsillo y se la guardaba en el bolsillo del pijama. Luego tomó nuevamente los pantalones y desapareció sin decir una palabra. Después de todo, no era problema suyo.
-Vas a tener que devolver esa foto, Malfoy -le dijo Harry cuando Dobby hubo desaparecido.
-Mira, Potter. Es mejor que nos demos una tregua. ¿No crees que ya estamos en suficientes problemas? -respondió Draco calmadamente.
-Por una vez que dices algo inteligente... -le respondió Harry encogiéndose de hombros-. Está bien.
Ambos se quedaron unos segundos en silencio, luego Harry continuó:
-¿Cómo crees que será esa mazmorra de abajo? -preguntó Harry preocupado.
-A juzgar por la cara de los elfos... -respondió Draco-. Supongo que ESTE lugar debe parecer un paraíso al lado de ESE.
-Snape debe estar furioso. Apuesto a que es una clase de venganza -agregó Harry con un suspiro.
-Tal vez... -respondió Draco pensativo. En realidad no estaba de acuerdo. Por la forma en que Snape le había respondido a Dobby cuando el elfo había sugerido la bodega de al lado, le parecía que Snape no lo hacía como castigo. Al contrario, parecía que lo hacía por alguna buena razón.
En ese momento apareció Dobby y traía dos grandes tazas de chocolate caliente. Los jóvenes las aceptaron contentos, a pesar de que ambos esperaban algo más. Pero todavía tenían frío (a pesar de que la chimenea casi les quemaba la piel) y el chocolate estaba caliente.
Se lo tomaron en silencio, y cuando terminaron ninguno de los dos sentía frío. Sin embargo, todavía les dolía la cabeza, todavía les dolían las heridas, todavía tenían hambre, y todavía quedaba la conversación con Snape. Y si a eso le agregaban que tendrían que dormir en un lugar que hasta a los elfos les causaba horror, y que claramente estaban resfriados (ambos estornudaban periódicamente), se podía decir que su situación no había mejorado considerablemente. Pero de todos modos apreciaron, al menos, dejar de tener frío.
De pronto, los dos chicos sintieron que se elevaban del suelo donde estaba sentados. Miraron a Dobby que los estaba levitando en dirección al sofá.
-Estarán más cómodos ahí, ahora que ya no tienen tanto frío -les dijo Dobby con una sonrisa, mientras los depositaba suavemente sobre los cojines.
-Gracias Dobby -le dijo Harry.
-Gracias... Dobby -le dijo Draco también, después de haber dudado unos instantes. No recordaba haberle dado las gracias antes al elfo. Pero en ese momento se sentía agradecido de él por primera vez. Comenzaba a mirarlo con otros ojos. Dobby sonrió aún más.
-De nada, de nada... -respondió como si no tuviera importancia lo que había hecho.
Snape entró en ese momento y se quedó mirándolos. ¿Por qué estaban tan felices esos tres? Decidió que prefería no saberlo y en silencio continuó caminando, contando los pasos mentalmente. Pensó un momento y finalmente se paró sobre un punto del suelo donde no había nada (excepto una esquina de la alfombra), ante la mirada atónita del elfo y los chicos. Luego desapareció tras una puerta (la misma puerta de la que había salido antes con la máscara) y volvió con un frasco, un cincel y un martillo. Corrió la alfombra para dejar libre el piso de piedra en el punto sobre el cual se había detenido previamente, y con un movimiento de su varita hizo que el martillo y el cincel dibujaran sobre la piedra un cuadrado de algo más de un metro de lado. Luego derramó el contenido del frasco (un líquido transparente y fumante como un ácido) con cuidado sobre el cuadrado, procurando que la poción cubriera toda su superficie. Al cabo de unos minutos, el líquido había desaparecido. Tanto Harry como Draco creyeron que lo que hubiera hecho Snape, no había dado resultado. Por un instante habían pensado que el líquido abriría un agujero en el piso, pero no había ocurrido nada. El piso de piedra seguía ahí.
Pero Snape no parecía decepcionado. Puso un pié con cuidado sobre el cuadrado de piedra y vio con satisfacción que desaparecía a través de la piedra. Entonces tanto Harry como Draco comprendieron. Era el mismo "truco" que tenía la entrada del laboratorio fotográfico.
-Vuelvo enseguida -dijo Snape mientras volvía a irse.
Draco y Harry se miraron. Fue Draco quien concluyó en voz alta.
-Al parecer ya tenemos puerta... -comentó mirando el cuadrado en el piso de piedra.
-Si, parece -contestó Harry desanimado-. Por lo que le dijo a los elfos cuando se llevaron las camas, tendremos que bajar por una escalera...
Ambos miraron sus pies preocupados. Dobby lo notó.
-Harry y Draco no tienen que preocuparse -los animó-. De seguro el señor profesor Snape ya pensará en algo.
Ambos chicos sonrieron al elfo, tal vez tenía razón y se estaban preocupando demasiado.
-Me gustaría echar una mirada allá abajo -comentó Draco pensativamente-. Dobby, ¿puedes ir y asomar tu cabeza y nos cuentas que es lo que ves?
Perro Dobby no alcanzó a contestar. Apenas Draco acababa de decir eso, los tres saltaron viendo aparecer la cabeza de Snape a través del suelo.
-¡Perfecto! -exclamó para si mismo, dejando que el resto de su cuerpo apareciera a continuación de su cabeza. Luego estiró la alfombra sobre la nueva "puerta". Constató con placer que quedaba perfectamente disimulada.
-Dobby, recuerda bien donde está esa puerta, para que no tengas un accidente. Y te encargo que se lo digas al resto de los elfos -dijo Snape. No parecía tan alterado como antes. Al parecer, toda aquella faena lo había distraído.
-Si señor, Dobby recordará y les dirá a los demás elfos y elfinas. El señor no tiene de que preocuparse -le contestó Dobby rápidamente-. ¿Puede Dobby ayudar en algo más, señor?
-Si -contestó Snape-. Tráenos algo de comer.
-Si señor -contestó Dobby entusiasta, como si preparar comida a altas horas de la noche fuera de lo más excitante y desapareció con un "plop". Luego de eso, Snape se volvió a los chicos. Su cara volvió a tener la expresión habitual de desagrado.
-Ustedes también tienen interés en no olvidar que ahí hay una puerta... -les dijo lentamente, luego sonrió levemente-, ...si no quieren terminar con todo el esqueleto quebrado.
-Lo recordaremos, señor -respondió Draco, tratando de hablar como si nada (aunque un ligero temblor en la voz lo traicionaba). Harry simplemente afirmó con la cabeza. Ahora que no había ningún elfo, ambos se sentían incómodos.
-Nosotros tenemos una conversación pendiente... -comenzó Snape disfrutando el miedo que se dibujaba en las caras de los dos chicos-, ...pero primero tenemos que curar esas heridas. ¿Quién primero?
Ninguno de los chicos contestó. Aunque a ninguno le gustaba estar herido, tampoco querían ser "el primero". Snape acercó una silla al sofá donde se encontraban los chicos, y levitó la caja hacia él. Luego Comenzó a sacar alcohol, yodo, gasa, las pociones y otros, y comenzó a dejar todo sobre la mesa (la gasa y el algodón los dejó levitando para que no se contaminaran). Harry notó que Draco miraba todo salvo las pociones con cierta desconfianza y comprendió. Eran cosas que los muggles usaban para curar heridas, y Draco no debía conocerlas.
-Que son todas esa cosas, -preguntó Draco con cierta preocupación en la voz.
-Algunas cosas que usaremos para curar esas heridas de ustedes, y algunas pociones que necesitarán -respondió Snape sin levantar la vista de lo que estaba haciendo.
-¿Pero por qué no usa magia, como la señora Pomfrey? -insistió Malfoy.
-Porque yo no soy medimago, Malfoy -respondió Snape como si fuera lo más obvio del mundo-. Luego miró la mesa y pareció satisfecho. Se paró y desapareció detrás de una de las puertas. Harry y Draco escucharon agua correr, por lo que supusieron que se estaba lavando las manos y que aquella puerta debía ser la del baño. Ambos consideraron que esa era una valiosa información.
Cuando Snape salió, se sentó y comenzó a pasarse alcohol por las manos.
-Bueno... ¿Y ya decidieron cual de los dos primero? -preguntó Snape mirándolos. Ambos chicos contestaron al mismo tiempo.
-Potter -contestó Draco.
-Malfoy -contestó Harry.
Snape frunció el ceño.
-Ok Malfoy, tú estas más cerca de todos modos -contestó Snape encogiéndose de hombros. Ya era difícil para él reemplazar a la señora Pomfrey, para más encima tener que convencerlos. Agradecidos deberían estar...-. Cierra los ojos y no te muevas.
Snape comenzó a mojar algodón con yodo y a pasarlo por el corte de la cara de Draco, con lo que el joven gritó alejando la cara del algodón.
-No tengo toda la noche, Malfoy... -le dijo Snape perdiendo la paciencia.
-¿No puede tratar de hacerlo como la señora Pomfrey, por favor? -le dijo Draco en tono suplicante.
-No tengo experiencia en esa clase de hechizos -contestó Snape-. Y salvo que quieras ofrecerte para que aprenda contigo...
Draco tragó saliva. Tampoco le parecía una buena idea. Recordó como Lockhart había hecho desaparecer todos los huesos del brazo de Potter en segundo año, cuando había tratado simplemente de "recomponer" un hueso roto. Aunque Snape no era estúpido como Lockhart, más valía no correr riesgos, así que acercó la cara nuevamente.
Snape continuó pasándole desinfectante por las heridas y los rasguños que tenía en la cara y los brazos, y le puso con cuidado un parche de gasa sobre la herida de la cara. Había temido que fuera peor, pero al limpiarla constató que no era profunda. Si había gritado cuando se la limpió, no quería imaginar si hubiera tenido que ponerle puntos.
Luego se interesó en los pies y miró con desagrado los calcetines manchados con sangre. Al sacárselos no pudo ocultar la mueca de desagrado. ESAS si eran profundas. ¿Cómo diablos se las había ingeniado para pisar un vidrio de ese modo? Con razón no habían podido caminar... Pero ahora venía el problema. Unas heridas de ese tipo si necesitaban puntos. El problema era que en la dichosa caja de la señora Pomfrey no había nada para eso. Suspiró. Tendría que usar hilo y aguja, que horror. ¿Y donde estaba Albus en ese momento? seguramente en algún lugar rascándose la barba y comiendo pastillitas de limón... mientras lo había dejado a ÉL con el problema. O más bien el par de problemas...
-No te muevas de ahí, Malfoy -le dijo parándose-. Voy y vuelvo.
Draco miró asustado. No le había gustado nada la cara que había puesto cuando le miró los pies. Miró a Harry buscando apoyo.
-Creo que es mejor que aguantes -le respondió Harry sin esperar la pregunta-. De todos modos no tienes muchas opciones.
En ese momento apareció Dobby con una gran bandeja. Entre otras cosas tenía lo que los chicos menos esperaban ver: un pastel con velitas prendidas (de esas mágicas, que no se consumen como las muggles, sino que desaparecen con un estallido cuando las soplan). Ambos se quedaron mudos mirando a Dobby. ¿Acaso Snape le había encargado ESO? No podían creerlo... Sería como verlo bailando con tutú.
Draco comprendió que Dobby lo hacía por su cumpleaños, y le sonrió agradecido. Harry en cambio no entendía nada (no tenía idea que ese día era el cumpleaños de Malfoy).
-¿Dónde está el señor profesor Snape? -preguntó notando que estaban solos.
-Aquí -contestó Snape que acababa de volver, con una cajita en una mano-. Deja la bandeja sobre la mesa.
Dobby hizo como le pedían y de pronto notó que Snape se quedaba mirando la bandeja. Más específicamente la torta sobre la bandeja.
-Deja todo menos el pastel -le ordenó-. ¿Qué se creía aquel elfo?
-Pero señor, es un regalo para Draco. Hoy... Dobby pensó... -comenzó a explicar Dobby, pero Snape lo interrumpió.
-En primer lugar, te pedí comida, no un pastel. Y en segundo lugar, ya no es el cumpleaños de Malfoy, pues ya son más de la medianoche.
Draco miró la hora y comprobó que era verdad. Ya no estaba de cumpleaños. Recordó de pronto la fiesta que su padre le había prometido para sus quince años. Iba a ser especial, no solo por su cumpleaños, sino porque además celebrarían su incorporación a las filas de su señor... ¡Ahora todo eso le parecía tan lejano!
Snape se acercó a Draco y volvió a mirarle los pies. Miró la cajita que tenía en sus manos, y luego la cara de Draco (que decir "triste" era poco). Se mordió el labio, tal vez la idea de Dobby no era tan mala.
-Está bien, Dobby. Deja el pastel y puedes irte.
-Si señor, claro señor, que pasen buena noche -contestó contento antes de desaparecer.
Snape abrió la caja y sacó hilo y aguja. Notó que Malfoy retrocedía sobre el sofá, tratando de alejar sus pies lo más posible de él, mientras miraba con los ojos redondos la cajita. Notó que Harry, que hasta entonces había permanecido tranquilo, también acercaba sus pies hacia su cuerpo (aunque de un modo menos notorio que el de Draco).
-No tienes de que preocuparte, te daré una poción anestésica -le dijo Snape tratando de calmarlo. Pero Draco seguía mirando la cajita y no le contestó.
-Mira, Malfoy. Tienes dos posibilidades. La primera y la más inteligente, es que cooperes y me dejes terminar esto de una buena vez. La segunda, es que te vayas a dormir como puedas, porque no pienso cargarte, y sigas perdiendo sangre hasta que la señora Pomfrey regrese. Escoge tú.
Draco miró la "puerta", que estaba a varios metros. Luego pensó en la escalera que tendría que bajar. Finalmente acercó sus pies a Snape.
-Me parece bien -continuó Snape. Se paró y fue a buscar un par de vasos a la bandeja que había dejado Dobby. Dejó unos sobre la mesa y vertió poción de una de las botellas en el otro. Enseguida se la pasó a Draco-. Tómate esto.
Draco se la tomó y esperó. Seguía doliéndole el pie, pero Snape no parecía extrañado. Con su varita tocó los pies de Draco y al instante Draco sintió que dejaban de dolerle, y era un alivio. Luego se tomó otra poción (antitetánica por lo que había dicho Snape, aunque ignoraba que significaba eso). Snape limpió con alcohol lo que iba a usar. Luego apuntó su varita hacia los pies, y con un "¡Accio vidrios!" sacó de la herida los pedazos de vidrio que todavía quedaban. Luego untó algodón con desinfectante y empezó a limpiarle el corte, con lo que Draco comenzó a reírse de un modo nervioso (la poción le había quitado la sensación de dolor, pero no toda la sensibilidad del pie).
-¿Y que te pasa ahora? -le preguntó Snape con impaciencia.
-Es que me da cosquillas -respondió Draco riendo. Snape frunció el ceño, y luego se encogió de hombros y continuó. Draco siguió riéndose de un modo incontrolable y a tratar de alejar su pie del algodón.
-¡Ya basta, Malfoy! -le gritó Snape-. Ríete si quieres pero, deja el pie quieto.
-Es que no me aguanto -le contestó Draco-. ¡No puedo controlarlo!
Snape tomó su varita. No pensaba pasarse en esto toda la noche.
-¡Petrificus totalus!
Draco quedó inmóvil sobre el sofá, y Snape lo acomodó de modo que sus pies le quedaran a una buena altura. Harry mientras tanto no se atrevía a decir nada. Deseó con todas sus fuerzas que sus pies no estuvieran tan mal como los de Malfoy.
Con Draco finalmente "cooperando", Snape pudo terminar ambos pies. Luego acercó la silla al lado del sofá donde estaba Harry.
-¿Vas a poner de tu parte o te tengo que inmovilizar también, Potter? -le preguntó con una sonrisa burlona.
-No... no es necesario -le contestó Harry tratando de disimular lo asustado que estaba.
-Ya veo. Siempre haciendo alarde de tu valor, ¿no Potter? -le respondió sarcásticamente. Harry prefirió no contestar, y miró al suelo.
-¿No contestas? -le preguntó Snape levantando una ceja-. Patético... -agregó en un murmuro al ver que el chico seguía sin decir nada.
Snape curó a Harry como lo había hecho con Draco. Aunque le fue difícil, Harry logró mantenerse quieto y finalmente todo terminó más rápido que con Draco (gracias también a que solo tenía problemas en uno de los pies).
Luego de haber vuelto a Draco a la normalidad, Snape les dio pociones para el dolor de cabeza, para desinflamar las heridas, y para el resfriado.
-Al fin -comentó Snape, mientras guardaba todo dentro de la caja. Luego se la llevó, y desapareció tras la puerta de lo que los chicos ya se atrevían a suponer que debía ser un cuarto de trabajo o algo así (era de ahí de donde había sacado la máscara y la poción para abrir la puerta en el suelo). Volvió a los pocos segundos levitando una silla, y la dejó junto a la mesa donde Dobby había dejado la comida. Luego levitó a los dos chicos y la silla que había usado hacia la mesa, y se sentó con ellos.
-Gracias -dijo Harry después de dudar unos segundos.
-Si, gracias -agregó Draco.
Snape no dijo nada. Con un movimiento de su varita apagó las velas del pastel (que desaparecieron sin explotar) y comenzó a comer (la comida, no el pastel). Harry y Draco se quedaron mirándolo unos segundos, pero Snape les dirigió una mirada de "¿qué esperan?" y comenzaron a comer en silencio.
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amhy potter: Gracias por tu review :-) Voldemort no ha olvidado a Harry, pero no tiene solo eso que hacer en su ocupada existencia. Quiere resolver el problema "Draco" más por orgullo que por necesidad. Podría dejar que se le escapara, pero (1º) le da ira haber perdido a un potencial seguidor y quiere castigarlo, y (2º) quiere vengarse de los Malfoy por no traérselo después de que volvió en sí. Quiere demostrarles que no lograron salvarlo traicionándolo (además de dejarles a los otros mortifagos el mensaje: NO acepto traiciones). Las fotos ya vienen... No creo que Draco se consiga una varita muy pronto, y no me imagino a Snape regalando varitas ni prestándole una para darle más herramientas para que se meta en problemas. ¿Tal vez Dumbledore? Lo voy a pensar ^_^, gracias por la sugerencia.
PiRRa :gracias por dejar review ^_^ ¡Espero que te siga gustando este fanfic!
sailorangi : Draco y Harry no se harán grandes amigos. No está muy en su naturaleza. Pero, dado que no hay más gente, serán compañeros en la desgracia =/ Y si, Snape se enterará de todo (capítulo 17 según mis planes) y obviamente no los va a felicitar. Snape va a lamentar la convivencia forzada O_O' , claro. No tiene precisamente alma de niñera, y menos con dos jóvenes que se odian y se meten en problemas _. Lo de Peeves y Dobby lo puse en un lapsus chistoso. ¡Y que pases un feliz año nuevo!
V!rU§ P@()LÅ : gracias por tu review. En el capítulo 16 no pasa mucho, pero espero que igual lo disfrutes ^_^
Capítulo 16 Donde Snape
Snape continuó sin prestarle ninguna atención a las caras de Draco y Harry. La verdad, lo que menos le preocupaba ahora era la opinión de ellos. Solo los estornudos de Harry y Draco interrumpían el silencio.
Pasaron frente a la mazmorra de la clase de pociones y la entrada de la sala común de Slytherin. Pero al cabo de unos minutos de recorrido, llegaron a unos corredores que ni siquiera Draco conocía. Ahora se daba cuenta de que nunca se había enterado de donde vivía Snape. Dobby en cambio no parecía sorprendido. Con el tiempo que llevaba trabajando en Hogwarts conocía bien el castillo.
Se detuvieron frente a la estatua de un enano con una mandolina en la mano. A Draco y Harry casi se les sale el corazón por la boca cuando la estatua cobró vida (todavía parecía de piedra sólida, pero se movía) y los quedó mirando con el ceño fruncido. Luego miró a Snape (sin el ceño fruncido) y le acercó la mandolina. Snape tocó las cuerdas en un orden que para él parecía tener sentido (no lo sabían pues las cuerdas no sonaban) y se la devolvió. En seguida una puerta de piedra que se disimulaba perfectamente con la pared se abrió sin emitir sonido alguno.
Entraron a una mazmorra muy amplia, oscura y fría. Sólo la luz de la luna, que penetraba por una pequeña ventana casi pegada al techo, permitía ver algo en ese lúgubre lugar.
Dobby comenzó a prender algunas antorchas, por lo que Harry y Draco pudieron mirar con mayor detalle los "aposentos" de Snape. La sala en la que se encontraban era enorme, pero escasamente amoblada. Había un sofá con una mesita, una mesa con dos sillas (no debe recibir muchas visitas, pensó Harry) y una alfombra. En los muros de piedra había algunas estanterías con libros, un espejo y tres puertas (el lugar por el que habían entrado solo parecía un muro ahora que se había cerrado). Había también una chimenea, que se prendió con un movimiento de varita de Snape. Luego, con otro movimiento de su varita, levitó las camillas cerca de la chimenea, para luego posarlas en el suelo.
-Quédense cerca del fuego mientras voy a la enfermería a buscarles ropa seca, -dijo escuetamente.
-¿Por qué no nos llevó a la enfermería? -se atrevió a preguntarle Malfoy.
-La señora Pomfrey no ha vuelto. Hablaremos de eso y del resto más tarde -respondió Snape sin dar más detalles, mientras entraba por una de las puertas.
Draco y Harry se miraron, ambos preguntándose que sería "el resto". Pero no tuvieron ocasión de preguntar. En ese momento Snape volvió, con una máscara de esas que usaban en clases cuando las pociones producían vapores que no debían inhalar, y luego desapareció por la entrada del enano, encargándole a Dobby que no los perdiera de vista.
-¿Qué hora es? -preguntó Harry en un susurro. A pesar de que solo estaban con Dobby, el lugar le inspiraba cierta aprensión. A su juicio, el aspecto de aquella sala coincidía a la perfección con el carácter y la apariencia de su dueño: totalmente inhospitalario.
-Casi un cuarto para las once -le respondió Draco mirando la hora. Fue el turno de Harry de poner los ojos redondos. Con razón Snape estaba tan enojado.
-¿Qué crees que le pudo haber pasado a la señora Pomfrey? -preguntó Harry inquieto.
-¡Ni idea! -le respondió Draco-. Pero espero que vuelva pronto -agregó mirando con igual preocupación a su alrededor. Aunque su sala común también se encontraba en las mazmorras, era bastante más acogedora que la inmensa y casi vacía "salita" de Snape. Y aparte del recelo que le producía el lugar, estaba el creciente temor que le producía el profesor de pociones. Le resultaba curioso, nunca antes le había tenido miedo. Pero ahora muchas cosas habían cambiado.
Harry quedó mirando al elfo, que se balanceaba nervioso de un pie a otro, sin pronunciar palabra. Parecía que no quería ni pestañear por miedo a que desaparecieran.
-Dobby, ¿donde está la señora Pomfrey? -preguntó Harry.
-Dobby no lo sabe, señor -respondió el elfo. Harry se volvió hacia Draco, que miraba al elfo con una expresión en la cara que no pudo descifrar.
-Draco -murmuró Harry para que solo él pudiera oír-, ¿qué le diremos a Snape si nos pregunta lo que pasó?
Draco miró preocupado el fuego por unos segundos, estornudando un par de veces. Se sentía un poco incómodo, recordaba solo vagamente lo que había ocurrido en la cava y en el muelle subterráneo. En todo caso, sabía que a Snape la verdad no le haría ninguna gracia. Pero tampoco imaginaba una historia que pudiera justificar como, donde y a que hora Snape los había encontrado.
-No tengo idea -respondió también en un murmuro-. ¿Se te ocurre alguna buena historia?
-No ¿Qué pasaría si le decimos la verdad? -preguntó Harry después de un estornudo.
-¿Y tú que crees? -se burló Draco. Harry frunció el ceño-. Supongo que nos va a castigar -agregó encogiéndose de hombros al ver la cara de Harry.
-Me gustaría que Dumbledore estuviera aquí -pensó Harry en voz alta.
-¡Claro! Llamemos al salvador de los estudiantes en problemas. ¿Tú crees que ÉL que se enojaría menos? -preguntó Draco sarcásticamente.
-¡Estoy seguro! -agregó Harry molesto, subiendo la voz-. Al menos no estaríamos en ESTE lugar, temiendo que SNAPE regrese.
-¡Y seguramente estar en otro lugar, aguantando el sermón de ese viejo chiflado, sería mucho mejor! ¿no? -respondió Malfoy subiendo la voz también- . Además, todo esto es tu culpa. Fue TU idea ir a bañarse al muelle subterráneo.
-¡Pero fuiste tu, GRANDÍSIMO IDIOTA, quien comenzó con lo del vino! -le gritó Harry picado.
-Pero nadie te obligó a beber ¿no? -le contestó Draco en tono desafiante-. Por lo demás, fui YO quien salvó la situación cuando apareció Peeves
-Claro, tú. ¡El mismo IDIOTA que quebró la botella con la que nos rompimos los pies! -se burló Harry.
-¡No me vas a volver a llamar idiota NUNCA MÁS, te lo juro -le gritó Draco tirándose encima de Harry con la intención de molerle la cara a puñetes. Ambas camillas se encontraban juntas, por lo que el dolor en los pies no se lo impidió. Le enseñaría al presumido de Potter a insultarlo, después de haberlo arrastrado con él a ir al muelle subterráneo. No dejaría que le echara toda la culpa a él...
-idiota ¡idiota! ¡IDIOTAAAAAAAAAAAAAA! -gritó Harry tratando de estrangularlo. No pensaba aguantarle una más a Malfoy. Todo lo que había ocurrido era su culpa. Era él quien había empezado con lo de ir a bañarse al lago cuando él estaba tranquilo leyendo...
Dobby no sabía que hacer. No se atrevía a intervenir. Pasaba su mirada de los adolescentes a la entrada, como rogándole que se abriera.
Snape suspiró profundamente frente a la puerta de la enfermería. Estaba cansado, y lo único que quería era terminar con ese día infernal. Se puso la máscara y abrió la puerta.
Adentro, el gas llenaba el lugar. Lo primero que hizo fue abrir la ventana. Luego recolectó las cosas de Harry y el pijama de Draco, y las apiló sobre una cama. Se dirigió enseguida al despacho de la señora Pomfrey, de donde salió al rato con una caja con un montón de frascos con pociones (así no tendría que prepararlas), objetos de primeros auxilios y algunos libros. Estaba preocupado. Él no era medimago. Sabía preparar pociones y antídotos, eso sí. Y tenía alguna experiencia en primeros auxilios muggles (en el pasado había tenido la ocasión de aprender; fueron varias desagradables ocasiones; sacudió su cabeza para no recordar). Había logrado encontrar lo que necesitaba, dentro de una caja que decía "primero auxilios muggles" escondida al fondo de un mueble. Al parecer, la enfermera de Hogwarts no solía usar esas cosas con frecuencia.
Puso las cosas que había dejado sobre la cama dentro de la caja y se sentó un momento con uno de los libros en sus manos. Buscó en el índice los hechizos para curar cortes. Después de leer algunos cerró el libro desesperanzado. No parecía nada simple, y ni pensar en "aprender" usando a los chicos como conejillos de india. Un escalofríos le recorrió la espalda, tendría que arreglárselas a lo muggle. 'Albus, Pomfrey, vuelvan pronto por favor...' pensó con fuerza. Le costaba admitir que, en una situación como esa, era una persona débil.
Tras maldecir su suerte se levantó y se llevó la caja levitando al pasillo. Cerró la puerta y con alivio se sacó la máscara. Respiró profundamente. Tenía que mantener la calma. Caminó todo el camino a las mazmorras repitiéndose que todo saldría bien, que solo serían un par de días, que dos chicos no podían ser peores que Voldemort.
Cuando entró a su estancia quedó perplejo ante el espectáculo. Estaban varios elfos con los ojos grandes abiertos, junto a dos camas y otros muebles que se les había ocurrido traer. Y los dos "heridos" rodaban frente a la chimenea, golpeándose, pateándose, tirándose el pelo, e insultándose.
-Dobby no puede separarlos, señor -se disculpó Dobby temblando.
-¡PAREN! -les gritó Snape. Pero ni Harry ni Draco lo habían visto. Estaban demasiado concentrados en causarle al otro el mayor daño posible.
Al ver que no le hacían caso, Snape dejó la caja en el suelo con un movimiento de su varita, y la apuntó luego hacia los chicos.
-¡Petrificus totalus! ¡Petrificus totalus!
Los dos chicos quedaron inmóviles en el suelo, con los brazos y las piernas pegadas al cuerpo, pero separados. Se acercó y se detuvo junto a sus cabezas.
-Ahora voy a deshacer el hechizo. Pero si se vuelven a pelear... -murmuró con una sonrisa amenazante- no verán la luz del sol en el resto del verano, ¿entendido?.
Snape notó con placer como las pupilas de los dos se dilataban. Había recuperado el control de la situación, y eso lo hizo sentir más seguro. Después de mirarlos amenazadoramente por unos segundos los apuntó con su varita.
-¡Enervate! ¡Enervate!
Draco y Harry se sentaron en el suelo, sobándose. La herida de la mandíbula de Draco se había abierto más que antes y sangraba bastante. Las heridas de las manos de Harry también. Por otra parte, ambos lucían varios hematomas y rasguños extras en la cara y los brazos.
-Ya hablaremos de esto más tarde -los amenazó Snape. Luego se fue hacia los elfos que lo esperaban.
-¿Dónde las ponemos, señor? -preguntó Galdy apuntando las camas, apenas vio que Snape se interesaba en ellos.
-¿Para qué trajeron todo esto? -preguntó Snape frunciendo el ceño, mientras apuntaba a los otros muebles (un par de veladores, escritorios, sillas y armarios, todo por duplicado). Los elfos miraron a Galdy, quien comenzó a balancearse de un lado a otro visiblemente incómodo.
-Galdy pensó que sería útil, señor -respondió Galdy.
-Dejen las camas y los veladores. El resto llévenselo -respondió Snape simplemente.
Algunos elfos (entre los que se encontraba Galdy) se llevaron lo que no se iba a necesitar, mientras los demás permanecían esperando órdenes.
-¿Y donde ponemos las camas y los veladores, señor? -preguntó uno de los elfos que se había quedado. Era uno con una gran frente, que tenía una voz ronca y que se llamaba Jozzy.
Snape pensó unos momentos. No pensaba instalarlos en su sala. Además, había una ventana y tenía que impedir que pudieran recibir cualquier lechuza. De pronto recordó las mazmorras abandonadas que estaban en el nivel inferior. Esas no tenían ventanas (estaban completamente bajo el nivel del suelo).
-¿Qué hay en la mazmorra que esta inmediatamente debajo de esta? -preguntó Snape a los elfos. Estos abrieron grandes los ojos.
-Es... están abandonadas hace años, señor -respondió uno de los elfos.
-¿No pensará el señor profesor Snape instalarlos ahí, señor? -preguntó Dobby con horror.
-Vayan a limpiarla y desocuparla -les respondió haciendo caso omiso de sus expresiones de espanto-. Luego lleven ahí las camas, los veladores y una escalera.
Aunque querían con toda su alma obedecer, los elfos no se movieron, y lo observaban como si le hubieran aparecido tentáculos verdes alrededor de su cara. ¿Realmente quería que llevaran las CAMAS a AQUEL lugar?
-Es para este año... -agregó en un susurro amenazante al ver que no se movían. Consiguió el efecto deseado, todos los elfos salvo Dobby se alejaron llevándose con ellos las camas y los veladores. Dobby tragó saliva y, reuniendo todo su valor intentó nuevamente hacerlo entrar en razón.
-Señor... podríamos habilitar la bodega que se encuentra aquí al lado -le dijo apuntando al muro en el que estaba la chimenea-. Es más... está menos... abandonada, señor.
-Lo sé, -contestó Snape con calma (para gran alivio de Dobby)-. Pero es preferible que se instalen abajo.
-Está bien, señor. Si el señor piensa que es lo mejor...
-Ustedes dos ahí -dijo Snape con brusquedad a Harry y Draco haciendo que saltaran-, quiero que se saquen esa ropa mojada y se pongan pijama. Están en esa caja. ¡No toquen el resto de las cosas! Dobby, mejor pásales la ropa tú y ayúdales. Y vigílalos... -agregó mirándolo a los ojos- ...bien. Yo voy a ver que están haciendo abajo.
Snape salió. Dobby les pasó los pijamas, y los ayudó a cambiarse de ropa. Los levitó para que no tuvieran que apoyarse en los pies. A pesar de eso resultó complicado, debido a que se encontraban bastante adoloridos (la pelea había tenido algo que ver en eso). Pero los esfuerzos valieron la pena. Ambos se sintieron mucho más cómodos sin la ropa mojada, y con calcetines secos en vez de los zapatos mojados. Dobby tomó la ropa y los zapatos mojados y miró a los chicos.
-Dobby irá a dejar esto a la lavandería y volverá en unos segundos. Si prometen no moverse, Dobby les traerá algo rico de la cocina -les dijo guiñándoles el ojo.
Cuando el elfo mencionó la palabra "cocina", ambos jóvenes recordaron lo hambrientos que estaban y aceptaron entusiastas. De pronto, Draco recordó algo.
-¡Espera, Dobby! Pásame mis pantalones.
Dobby se los pasó extrañado, y vio como Malfoy sacaba una foto del bolsillo y se la guardaba en el bolsillo del pijama. Luego tomó nuevamente los pantalones y desapareció sin decir una palabra. Después de todo, no era problema suyo.
-Vas a tener que devolver esa foto, Malfoy -le dijo Harry cuando Dobby hubo desaparecido.
-Mira, Potter. Es mejor que nos demos una tregua. ¿No crees que ya estamos en suficientes problemas? -respondió Draco calmadamente.
-Por una vez que dices algo inteligente... -le respondió Harry encogiéndose de hombros-. Está bien.
Ambos se quedaron unos segundos en silencio, luego Harry continuó:
-¿Cómo crees que será esa mazmorra de abajo? -preguntó Harry preocupado.
-A juzgar por la cara de los elfos... -respondió Draco-. Supongo que ESTE lugar debe parecer un paraíso al lado de ESE.
-Snape debe estar furioso. Apuesto a que es una clase de venganza -agregó Harry con un suspiro.
-Tal vez... -respondió Draco pensativo. En realidad no estaba de acuerdo. Por la forma en que Snape le había respondido a Dobby cuando el elfo había sugerido la bodega de al lado, le parecía que Snape no lo hacía como castigo. Al contrario, parecía que lo hacía por alguna buena razón.
En ese momento apareció Dobby y traía dos grandes tazas de chocolate caliente. Los jóvenes las aceptaron contentos, a pesar de que ambos esperaban algo más. Pero todavía tenían frío (a pesar de que la chimenea casi les quemaba la piel) y el chocolate estaba caliente.
Se lo tomaron en silencio, y cuando terminaron ninguno de los dos sentía frío. Sin embargo, todavía les dolía la cabeza, todavía les dolían las heridas, todavía tenían hambre, y todavía quedaba la conversación con Snape. Y si a eso le agregaban que tendrían que dormir en un lugar que hasta a los elfos les causaba horror, y que claramente estaban resfriados (ambos estornudaban periódicamente), se podía decir que su situación no había mejorado considerablemente. Pero de todos modos apreciaron, al menos, dejar de tener frío.
De pronto, los dos chicos sintieron que se elevaban del suelo donde estaba sentados. Miraron a Dobby que los estaba levitando en dirección al sofá.
-Estarán más cómodos ahí, ahora que ya no tienen tanto frío -les dijo Dobby con una sonrisa, mientras los depositaba suavemente sobre los cojines.
-Gracias Dobby -le dijo Harry.
-Gracias... Dobby -le dijo Draco también, después de haber dudado unos instantes. No recordaba haberle dado las gracias antes al elfo. Pero en ese momento se sentía agradecido de él por primera vez. Comenzaba a mirarlo con otros ojos. Dobby sonrió aún más.
-De nada, de nada... -respondió como si no tuviera importancia lo que había hecho.
Snape entró en ese momento y se quedó mirándolos. ¿Por qué estaban tan felices esos tres? Decidió que prefería no saberlo y en silencio continuó caminando, contando los pasos mentalmente. Pensó un momento y finalmente se paró sobre un punto del suelo donde no había nada (excepto una esquina de la alfombra), ante la mirada atónita del elfo y los chicos. Luego desapareció tras una puerta (la misma puerta de la que había salido antes con la máscara) y volvió con un frasco, un cincel y un martillo. Corrió la alfombra para dejar libre el piso de piedra en el punto sobre el cual se había detenido previamente, y con un movimiento de su varita hizo que el martillo y el cincel dibujaran sobre la piedra un cuadrado de algo más de un metro de lado. Luego derramó el contenido del frasco (un líquido transparente y fumante como un ácido) con cuidado sobre el cuadrado, procurando que la poción cubriera toda su superficie. Al cabo de unos minutos, el líquido había desaparecido. Tanto Harry como Draco creyeron que lo que hubiera hecho Snape, no había dado resultado. Por un instante habían pensado que el líquido abriría un agujero en el piso, pero no había ocurrido nada. El piso de piedra seguía ahí.
Pero Snape no parecía decepcionado. Puso un pié con cuidado sobre el cuadrado de piedra y vio con satisfacción que desaparecía a través de la piedra. Entonces tanto Harry como Draco comprendieron. Era el mismo "truco" que tenía la entrada del laboratorio fotográfico.
-Vuelvo enseguida -dijo Snape mientras volvía a irse.
Draco y Harry se miraron. Fue Draco quien concluyó en voz alta.
-Al parecer ya tenemos puerta... -comentó mirando el cuadrado en el piso de piedra.
-Si, parece -contestó Harry desanimado-. Por lo que le dijo a los elfos cuando se llevaron las camas, tendremos que bajar por una escalera...
Ambos miraron sus pies preocupados. Dobby lo notó.
-Harry y Draco no tienen que preocuparse -los animó-. De seguro el señor profesor Snape ya pensará en algo.
Ambos chicos sonrieron al elfo, tal vez tenía razón y se estaban preocupando demasiado.
-Me gustaría echar una mirada allá abajo -comentó Draco pensativamente-. Dobby, ¿puedes ir y asomar tu cabeza y nos cuentas que es lo que ves?
Perro Dobby no alcanzó a contestar. Apenas Draco acababa de decir eso, los tres saltaron viendo aparecer la cabeza de Snape a través del suelo.
-¡Perfecto! -exclamó para si mismo, dejando que el resto de su cuerpo apareciera a continuación de su cabeza. Luego estiró la alfombra sobre la nueva "puerta". Constató con placer que quedaba perfectamente disimulada.
-Dobby, recuerda bien donde está esa puerta, para que no tengas un accidente. Y te encargo que se lo digas al resto de los elfos -dijo Snape. No parecía tan alterado como antes. Al parecer, toda aquella faena lo había distraído.
-Si señor, Dobby recordará y les dirá a los demás elfos y elfinas. El señor no tiene de que preocuparse -le contestó Dobby rápidamente-. ¿Puede Dobby ayudar en algo más, señor?
-Si -contestó Snape-. Tráenos algo de comer.
-Si señor -contestó Dobby entusiasta, como si preparar comida a altas horas de la noche fuera de lo más excitante y desapareció con un "plop". Luego de eso, Snape se volvió a los chicos. Su cara volvió a tener la expresión habitual de desagrado.
-Ustedes también tienen interés en no olvidar que ahí hay una puerta... -les dijo lentamente, luego sonrió levemente-, ...si no quieren terminar con todo el esqueleto quebrado.
-Lo recordaremos, señor -respondió Draco, tratando de hablar como si nada (aunque un ligero temblor en la voz lo traicionaba). Harry simplemente afirmó con la cabeza. Ahora que no había ningún elfo, ambos se sentían incómodos.
-Nosotros tenemos una conversación pendiente... -comenzó Snape disfrutando el miedo que se dibujaba en las caras de los dos chicos-, ...pero primero tenemos que curar esas heridas. ¿Quién primero?
Ninguno de los chicos contestó. Aunque a ninguno le gustaba estar herido, tampoco querían ser "el primero". Snape acercó una silla al sofá donde se encontraban los chicos, y levitó la caja hacia él. Luego Comenzó a sacar alcohol, yodo, gasa, las pociones y otros, y comenzó a dejar todo sobre la mesa (la gasa y el algodón los dejó levitando para que no se contaminaran). Harry notó que Draco miraba todo salvo las pociones con cierta desconfianza y comprendió. Eran cosas que los muggles usaban para curar heridas, y Draco no debía conocerlas.
-Que son todas esa cosas, -preguntó Draco con cierta preocupación en la voz.
-Algunas cosas que usaremos para curar esas heridas de ustedes, y algunas pociones que necesitarán -respondió Snape sin levantar la vista de lo que estaba haciendo.
-¿Pero por qué no usa magia, como la señora Pomfrey? -insistió Malfoy.
-Porque yo no soy medimago, Malfoy -respondió Snape como si fuera lo más obvio del mundo-. Luego miró la mesa y pareció satisfecho. Se paró y desapareció detrás de una de las puertas. Harry y Draco escucharon agua correr, por lo que supusieron que se estaba lavando las manos y que aquella puerta debía ser la del baño. Ambos consideraron que esa era una valiosa información.
Cuando Snape salió, se sentó y comenzó a pasarse alcohol por las manos.
-Bueno... ¿Y ya decidieron cual de los dos primero? -preguntó Snape mirándolos. Ambos chicos contestaron al mismo tiempo.
-Potter -contestó Draco.
-Malfoy -contestó Harry.
Snape frunció el ceño.
-Ok Malfoy, tú estas más cerca de todos modos -contestó Snape encogiéndose de hombros. Ya era difícil para él reemplazar a la señora Pomfrey, para más encima tener que convencerlos. Agradecidos deberían estar...-. Cierra los ojos y no te muevas.
Snape comenzó a mojar algodón con yodo y a pasarlo por el corte de la cara de Draco, con lo que el joven gritó alejando la cara del algodón.
-No tengo toda la noche, Malfoy... -le dijo Snape perdiendo la paciencia.
-¿No puede tratar de hacerlo como la señora Pomfrey, por favor? -le dijo Draco en tono suplicante.
-No tengo experiencia en esa clase de hechizos -contestó Snape-. Y salvo que quieras ofrecerte para que aprenda contigo...
Draco tragó saliva. Tampoco le parecía una buena idea. Recordó como Lockhart había hecho desaparecer todos los huesos del brazo de Potter en segundo año, cuando había tratado simplemente de "recomponer" un hueso roto. Aunque Snape no era estúpido como Lockhart, más valía no correr riesgos, así que acercó la cara nuevamente.
Snape continuó pasándole desinfectante por las heridas y los rasguños que tenía en la cara y los brazos, y le puso con cuidado un parche de gasa sobre la herida de la cara. Había temido que fuera peor, pero al limpiarla constató que no era profunda. Si había gritado cuando se la limpió, no quería imaginar si hubiera tenido que ponerle puntos.
Luego se interesó en los pies y miró con desagrado los calcetines manchados con sangre. Al sacárselos no pudo ocultar la mueca de desagrado. ESAS si eran profundas. ¿Cómo diablos se las había ingeniado para pisar un vidrio de ese modo? Con razón no habían podido caminar... Pero ahora venía el problema. Unas heridas de ese tipo si necesitaban puntos. El problema era que en la dichosa caja de la señora Pomfrey no había nada para eso. Suspiró. Tendría que usar hilo y aguja, que horror. ¿Y donde estaba Albus en ese momento? seguramente en algún lugar rascándose la barba y comiendo pastillitas de limón... mientras lo había dejado a ÉL con el problema. O más bien el par de problemas...
-No te muevas de ahí, Malfoy -le dijo parándose-. Voy y vuelvo.
Draco miró asustado. No le había gustado nada la cara que había puesto cuando le miró los pies. Miró a Harry buscando apoyo.
-Creo que es mejor que aguantes -le respondió Harry sin esperar la pregunta-. De todos modos no tienes muchas opciones.
En ese momento apareció Dobby con una gran bandeja. Entre otras cosas tenía lo que los chicos menos esperaban ver: un pastel con velitas prendidas (de esas mágicas, que no se consumen como las muggles, sino que desaparecen con un estallido cuando las soplan). Ambos se quedaron mudos mirando a Dobby. ¿Acaso Snape le había encargado ESO? No podían creerlo... Sería como verlo bailando con tutú.
Draco comprendió que Dobby lo hacía por su cumpleaños, y le sonrió agradecido. Harry en cambio no entendía nada (no tenía idea que ese día era el cumpleaños de Malfoy).
-¿Dónde está el señor profesor Snape? -preguntó notando que estaban solos.
-Aquí -contestó Snape que acababa de volver, con una cajita en una mano-. Deja la bandeja sobre la mesa.
Dobby hizo como le pedían y de pronto notó que Snape se quedaba mirando la bandeja. Más específicamente la torta sobre la bandeja.
-Deja todo menos el pastel -le ordenó-. ¿Qué se creía aquel elfo?
-Pero señor, es un regalo para Draco. Hoy... Dobby pensó... -comenzó a explicar Dobby, pero Snape lo interrumpió.
-En primer lugar, te pedí comida, no un pastel. Y en segundo lugar, ya no es el cumpleaños de Malfoy, pues ya son más de la medianoche.
Draco miró la hora y comprobó que era verdad. Ya no estaba de cumpleaños. Recordó de pronto la fiesta que su padre le había prometido para sus quince años. Iba a ser especial, no solo por su cumpleaños, sino porque además celebrarían su incorporación a las filas de su señor... ¡Ahora todo eso le parecía tan lejano!
Snape se acercó a Draco y volvió a mirarle los pies. Miró la cajita que tenía en sus manos, y luego la cara de Draco (que decir "triste" era poco). Se mordió el labio, tal vez la idea de Dobby no era tan mala.
-Está bien, Dobby. Deja el pastel y puedes irte.
-Si señor, claro señor, que pasen buena noche -contestó contento antes de desaparecer.
Snape abrió la caja y sacó hilo y aguja. Notó que Malfoy retrocedía sobre el sofá, tratando de alejar sus pies lo más posible de él, mientras miraba con los ojos redondos la cajita. Notó que Harry, que hasta entonces había permanecido tranquilo, también acercaba sus pies hacia su cuerpo (aunque de un modo menos notorio que el de Draco).
-No tienes de que preocuparte, te daré una poción anestésica -le dijo Snape tratando de calmarlo. Pero Draco seguía mirando la cajita y no le contestó.
-Mira, Malfoy. Tienes dos posibilidades. La primera y la más inteligente, es que cooperes y me dejes terminar esto de una buena vez. La segunda, es que te vayas a dormir como puedas, porque no pienso cargarte, y sigas perdiendo sangre hasta que la señora Pomfrey regrese. Escoge tú.
Draco miró la "puerta", que estaba a varios metros. Luego pensó en la escalera que tendría que bajar. Finalmente acercó sus pies a Snape.
-Me parece bien -continuó Snape. Se paró y fue a buscar un par de vasos a la bandeja que había dejado Dobby. Dejó unos sobre la mesa y vertió poción de una de las botellas en el otro. Enseguida se la pasó a Draco-. Tómate esto.
Draco se la tomó y esperó. Seguía doliéndole el pie, pero Snape no parecía extrañado. Con su varita tocó los pies de Draco y al instante Draco sintió que dejaban de dolerle, y era un alivio. Luego se tomó otra poción (antitetánica por lo que había dicho Snape, aunque ignoraba que significaba eso). Snape limpió con alcohol lo que iba a usar. Luego apuntó su varita hacia los pies, y con un "¡Accio vidrios!" sacó de la herida los pedazos de vidrio que todavía quedaban. Luego untó algodón con desinfectante y empezó a limpiarle el corte, con lo que Draco comenzó a reírse de un modo nervioso (la poción le había quitado la sensación de dolor, pero no toda la sensibilidad del pie).
-¿Y que te pasa ahora? -le preguntó Snape con impaciencia.
-Es que me da cosquillas -respondió Draco riendo. Snape frunció el ceño, y luego se encogió de hombros y continuó. Draco siguió riéndose de un modo incontrolable y a tratar de alejar su pie del algodón.
-¡Ya basta, Malfoy! -le gritó Snape-. Ríete si quieres pero, deja el pie quieto.
-Es que no me aguanto -le contestó Draco-. ¡No puedo controlarlo!
Snape tomó su varita. No pensaba pasarse en esto toda la noche.
-¡Petrificus totalus!
Draco quedó inmóvil sobre el sofá, y Snape lo acomodó de modo que sus pies le quedaran a una buena altura. Harry mientras tanto no se atrevía a decir nada. Deseó con todas sus fuerzas que sus pies no estuvieran tan mal como los de Malfoy.
Con Draco finalmente "cooperando", Snape pudo terminar ambos pies. Luego acercó la silla al lado del sofá donde estaba Harry.
-¿Vas a poner de tu parte o te tengo que inmovilizar también, Potter? -le preguntó con una sonrisa burlona.
-No... no es necesario -le contestó Harry tratando de disimular lo asustado que estaba.
-Ya veo. Siempre haciendo alarde de tu valor, ¿no Potter? -le respondió sarcásticamente. Harry prefirió no contestar, y miró al suelo.
-¿No contestas? -le preguntó Snape levantando una ceja-. Patético... -agregó en un murmuro al ver que el chico seguía sin decir nada.
Snape curó a Harry como lo había hecho con Draco. Aunque le fue difícil, Harry logró mantenerse quieto y finalmente todo terminó más rápido que con Draco (gracias también a que solo tenía problemas en uno de los pies).
Luego de haber vuelto a Draco a la normalidad, Snape les dio pociones para el dolor de cabeza, para desinflamar las heridas, y para el resfriado.
-Al fin -comentó Snape, mientras guardaba todo dentro de la caja. Luego se la llevó, y desapareció tras la puerta de lo que los chicos ya se atrevían a suponer que debía ser un cuarto de trabajo o algo así (era de ahí de donde había sacado la máscara y la poción para abrir la puerta en el suelo). Volvió a los pocos segundos levitando una silla, y la dejó junto a la mesa donde Dobby había dejado la comida. Luego levitó a los dos chicos y la silla que había usado hacia la mesa, y se sentó con ellos.
-Gracias -dijo Harry después de dudar unos segundos.
-Si, gracias -agregó Draco.
Snape no dijo nada. Con un movimiento de su varita apagó las velas del pastel (que desaparecieron sin explotar) y comenzó a comer (la comida, no el pastel). Harry y Draco se quedaron mirándolo unos segundos, pero Snape les dirigió una mirada de "¿qué esperan?" y comenzaron a comer en silencio.
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