¡Saludos a todos los valientes, que han perseverado hasta el capítulo 20!
Siempre se me olvida: todos los personajes y el mundo de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling.
Gracias a Francia, por encontrar, y gentilmente indicarme, las patinadas que me mando al escribir.
Hedwig : gracias por tu review. Como vez, sigo así jajaja ^_^. En este capítulo, no pude evitar que lo peor saliera de mi, forzando a estos pobres personajes a pasar malos ratos.
Klozz : gracias por tu review. Veo que votaste por la paz. Muahahaha, lo siento... Tu nombre me recuerda a un personaje de un juego que se llama "The Neverhood". Klog se llamaba, si mi memoria no me falla. Aunque no tiene nada que ver: recomiendo ese juego.
Naiko : ¡gracias! Lo de las fotos ya se sabrá jejeje... paciencia. Si, irán de nuevo al laboratorio de fotografía. Voldemort está esperando que le traigan a Draco en una bandeja; y de Harry, ya se encargará, no lo ha olvidado. Tampoco es tan fácil como ir a Hogwarts, y sacarlo de la mano ¿no? /*vero jimenez sonríe maquiavélicamente */ En este capítulo, tendremos noticias de Hermione. Veo que también quieres paz y armonía en el mundo ;D bueno, en este capítulo hay avenencias, y desavenencias, como siempre en la vida. Aunque, según Francia, deberían canonizar a Snape después de este capítulo.
amhy potter : Tienes una risa muy contagiosa .....JAJAJAJAJA..... /*vero jimenez no puede parar de reírse */. Gracias por tu review. Espero que esté capítulo te guste.
Luthien : gracias por tu review. Lo siento, no creo que Snape se "encariñe" con Harry, ni menos que lo adopte. Pero aprenderá a apreciarlo, a pesar de ser el hijo de James Potter.
Enya : ¡Guau! Aprecio que te haya gustado tanto. Si, SS, DM y HP mejorarán el trato entre ellos, aunque sin llegar a amarse como una familia. Es una cuestión de naturaleza, aunque los tres tienen algo en común: falta de afecto. Espero que te guste este capítulo.
V!rU§ P@()LÅ : ¡Que gusto que estés de vuelta! Yo lo estoy pasando bien, aunque durante enero he estado trabajando. Por eso he escrito mucho menos seguido. ¿Se nota no? Bueno, no siempre se tiene en la vida todo lo que se quiere. Pero no me quejo, porque el trabajo me gusta. Lástima que solo sea durante enero /*vero jimenez suspira */ Espero que te guste este capítulo.
Capítulo 20 ¿Y qué hacemos hoy?
Draco y Harry quedaron deslumbrados con la luz de la mañana cuando salieron. El día estaba hermoso. Se sentían algo extraños mientras avanzaban, levitados por Snape, quién cargaba un libro que Harry reconoció como el de adivinación, que había visto sobre su velador.
Cuando llegaron al campo de quidditch, fue el mismo Snape quien fue a buscar un par de escobas, y las pelotas para el juego.
-Bueno, no vuelen muy alto, no se agiten mucho, y eviten apoyar los pies -les dijo el hombre mientras se sentaba en una grada desde la que tenía una buena visibilidad de todo el campo. Luego abrió el libro que traía y se puso a leer.
Los chicos tomaron, de común acuerdo, la Snitch.
-A ver quien la atrapa más veces -comentó Draco, sintiendo volver algo de su antigua rivalidad.
-O más rápido -comentó Harry sintiendo los mismo.
-Voy a soltarla -dijo Draco, quien tenía la Snitch en la mano-. A la cuenta de 20, ambos salimos a buscarla.
-De acuerdo.
Draco la soltó, y ambos comenzaron a contar mirándose a los ojos para controlar que ni el uno ni el otro miraban por donde iba la pequeña pelota. Pero a la cuenta de 17, Draco salió volando sin esperar el plazo convenido.
-Idiota, ya verás... -gruñó Harry volando tras él.
El juego continuó por un par de horas. Minuto a minuto, la competencia entre ambos se estaba volviendo más violenta y más sucia. A pesar de que las escobas de ambos eran iguales, Harry había logrado atrapar la Snitch más veces que Draco, y en general más rápido también, aunque por poco. Esto había provocado que Draco intentara cada vez trucos más sucios, y que Harry, molesto, comenzara a burlarse de él cada vez que la atrapaba.
Snape, mientras tanto, continuaba leyendo. De vez en cuando levantaba la vista, y no viendo más que un juego, volvía a la lectura.
De pronto, Draco, quien acababa de atrapar la Snitch en esa ocasión, voló con ella hacia el borde del campo y la lanzó de modo que se fuera a volar fuera de él.
-A ver si ahora la atrapas -le gritó desafiante a Harry.
-Eres un imbécil, Draco. No podemos ir a buscarla allá afuera. ¿Qué le diremos a Snape ahora?
-No tenemos que decirle nada, no está mirando hacia acá. Solo ve, búscala, y encuéntrala de ese modo tan rápido como siempre te jactas -lo desafió nuevamente-. ¿Acaso no te crees capaz?
-Tú la soltaste fuera del campo, así que ve a buscarla tú -le dijo Harry cada vez más molesto. Tenía deseos de ir a buscarla y callar a Draco, pero sabía que el otro solo quería causarle problemas con Snape, como venganza por haberle ganado.
Viendo que Harry no picaba, Draco se dio por vencido.
-Entonces, usa tu varita y recupérala -lo desafió.
-¿Y cómo? -le preguntó Harry.
-Como me asombras, Harry -lo miró Draco con fingida incredulidad-. Tú, el gran Harry Potter, el que pudo quitarle el huevo a aquella dragona en el Torneo de los Tres Magos, no sabe como atraer hacia si mismo una pequeña pelotita...
-¿Y tú crees que se pueda convocar la Snitch como si fuera un objeto cualquiera? -le preguntó Harry dudoso.
-Creo que no nos queda otra solución, más que intentarlo -le contestó Draco, mirando por encima del borde de las gradas hacia el parque.
-Si no te hubieras comportado como un imbécil, ahora no tendríamos este problema... -le contestó Harry con rencor.
-Era una broma -le contestó Draco. Ya no estaba molesto como hace un rato por ir perdiendo. Ahora solo quería recuperar la Snitch y no tener problemas. Se sentía un poco molesto consigo mismo, por haberse dejado llevar, y estar perdiendo esa pseudo amistad que había logrado con Harry.
-Está bien -le contestó Harry, suavizado al ver que el otro ya no lo estaba provocando-. Pero, ¿y ahora qué hacemos?
-No lo sé, Harry -le contestó Draco-. Intenta el encantamiento convocador, no pierdes nada.
-No lo sé -le respondió Harry mientras miraba preocupado a Snape-. No sé si le parezca buena idea que haga magia. Se supone que no podemos.
-Pero no te ha quitado la varita, ¿no? Tú mismo me dijiste que él te había dejado usar magia con lo de las fotos.
-Si, pero aquí... cualquiera podría vernos -le contestó Harry preocupado mirando alrededor.
-Entonces préstame tu varita y yo lo hago -se ofreció Draco, dispuesto a asumir él mismo el riesgo.
-¡No te dije que tuviera miedo! -le contestó Harry molesto.
-Por supuesto que no. Yo no dije que tuvieras miedo -contestó el otro en modo conciliador-. Pero como yo la había lanzado, estaba dispuesto a asumir la culpa yo.
-Ah, bueno -contestó Harry mirando para otro lado.
En ese momento, una lechuza blanca se acercó volando hacia ellos. Harry la reconoció de inmediato.
-¡Hedwig! -le gritó alegremente, mientras estiraba uno de sus brazos para que se posara en él.
Pero la lechuza no alcanzó a hacerlo, porque inmediatamente un rayo de luz tocó a la lechuza, quien pareció cambiar su plan inicial de ir hacia su amo y cambió la trayectoria. Draco y Harry vieron consternados como la lechuza dócilmente se paraba junto a Snape (que tenía su varita en la mano, y se la guardaba en el bolsillo), y le estiraba la pata en la que tenía un pergamino.
Harry sintió que la sangre comenzaba a hervirle dentro de las venas y, enceguecido de odio, se fue volando velozmente hacia Snape, con la firme intención de maldecirlo con lo primero que se le cruzara por la mente si se le ocurría leer la carta (que suponía era de Hermione). Draco se fue volando detrás de él, preocupado por su reacción.
Cuando llegó junto a Snape, éste último terminaba de desatarle con cuidado el pergamino de la pata de la lechuza. Indignado, Harry sacó su varita y apuntó a Snape.
-No se atreva a leer mi carta -lo amenazó Harry temblando de furia.
-Baja eso, Potter -le dijo Snape con calma, mirándolo a los ojos.
-Cálmate Harry -le dijo Draco, que estaba detrás de él-. Solo va a verificar que es segura.
-Baja tu varita ahora -insistió Snape con algo de amenaza en su voz esta vez, y sin soltar el pergamino.
-Estoy seguro de que no la va a leer, Harry -insistió también Draco, tratando de calmarlo-. Solo la va a revisar. Recuerda lo que casi me pasó a mi...
Harry finalmente cedió, y bajó su varita. Snape se acercó, la tomó, y se la guardó en el bolsillo. Luego sacó nuevamente la de él, y comenzó a lanzar algunos encantamientos sobre el pergamino. Finalmente, pareció satisfecho y lo abrió. Una rápida mirada le permitió reconocer la esmerada letra de Granger. Ya tranquilo, se la entregó a Harry.
-Toma -le dijo simplemente.
Harry tomó el pergamino y se lo guardó en el bolsillo. No quería leerla en ese momento. A pesar de que entendía por qué Snape lo había hecho, estaba tratando de contener lágrimas de rabia. Deseaba poder desaparecer, y aparecer junto a su padrino.
-Bueno, ya es tarde. Pásenme las escobas y las pelotas.
Fue entonces cuando recordaron que no habían recuperado la Snitch. Harry sintió como su rabia daba paso a la inquietud.
-Cuando llegó la lechuza, estábamos buscándola -mintió Draco rápidamente.
-Está bien -respondió Snape sin notarlo. Luego apuntó su varita al cielo- ¡Accio Snitch!
La pequeña pelota dorada se asomó desde el borde superior de las gradas y voló hacia ellos. Snape miró extrañado, preguntándose que diablos hacía la Snitch fuera del campo. Miró a los chicos que miraban para otro lado.
-¿Porqué estaba la Snitch fuera del campo? -preguntó-. ¿Volaron afuera?
-No, no salimos del campo -respondió Draco-. Accidentalmente la lancé fuera.
-¿Accidentalmente? -preguntó burlonamente Snape-. ¿Debo recordarte, Malfoy, que la Snitch no se lanza?
Draco se quedó callado. Intuía que era preferible no responder.
-Fue un accidente -intervino Harry. Draco lo miró extrañado. ¿Acaso estaba defendiéndolo?
-¿Y como pensaban ir a buscarla?
-Nos estábamos preguntando eso cuando llegó Hedwig -contestó Harry apuntando a la lechuza, que ululó feliz al ver que la miraba-. Pero no íbamos a salir volando sin preguntarle, no se preocupe. De hecho, Draco me había sugerido que usara el encantamiento convocador, pero no sabíamos si funcionaría.
-No funcionaría durante un partido de quidditch, -contestó Snape-, ya que normalmente, en un partido, las pelotas están protegidas para que nadie haga trampa.
-Ah -contestó Draco decepcionado, que ya veía las inmensas posibilidades que el hechizo convocador tendría en un partido de quidditch.
-Lo siento, Draco... -contestó Harry riendo, al ver su cara de decepción.
Snape guardó todo y los levitó de vuelta, repitiendo mentalmente durante el camino, la promesa que le había hecho a Dumbledore. 'Lo que ocurrió fue solo un accidente, no tenían intenciones de salir', se obligó a pensar.
-Creo que debe aceptar -le murmuró al oído su abogado.
Lucius Malfoy apretó la mandíbula, reteniendo su mano para no coger su varita. No podía hacer eso frente a dos personas del ministerio. Aunque la idea de robar esa maldita carta que le había enviado a su hijo y la caja eran tentadoras. Podría luego usar el encantamiento obliviate... Pero era muy arriesgado, sobre todo con Dumbledore frente a él. ¡Como odiaba a ese vejete! Tomó la pluma, y firmó los papeles que le presentaban. Tendría que entregarle a Draco a esa prima de Narcisa ¿cómo era que se llamaba? Y darle muchos galeones para los gastos del chico. Cuando su señor se enterara... No quería ni pensarlo. Tal vez hubiera preferido ir a Azkaban, pero corría el riesgo de que lo condenaran al beso, y eso ¡jamás!. Al menos, donde esa mujer, su hijo estaría más asequible. Al menos no estaría en Hogwarts...
-Esto no se quedará así -lanzó Lucius Malfoy, mirando con odio y altanería a Dumbledore. Luego se fue, con su túnica ondeando detrás de él, y su abogado pisándole los talones.
Dumbledore suspiró. Aunque el problema parecía resuelto, sabía que Lucius Malfoy, y Voldemort, no se quedarían tan tranquilos después de esto. Al menos Laure había aceptado de inmediato hacerse cargo de Draco, a pesar de ser el hijo de Lucius Malfoy, y a pesar de saber los grandes riesgos que eso implicaba.
-Gracias -les dijo el anciano a sus amigos del ministerio-. Guarden muy bien esos papeles.
-No se preocupe, -contestó uno de ellos-. Están protegidos y de todos modos guardaremos varias copias en distintos lugares. Aquí tiene una para que la guarde usted.
-Gracias -respondió Dumbledore guardando el papel un bolsillo de su túnica (que quedaba perfectamente disimulado con un pliegue de la tela)-. Bueno, ahora debo irme a buscar a Laure. Muchas gracias nuevamente.
-Buenos días Severus -saludó una voz que hizo saltar a los dos chicos, desde un corredor lateral.
-Buenos días, Minerva -contestó Snape de mala gana-. ¿Por aquí tan pronto?
-Buenos días señor Severus -saludó una niñita que se encontraba junto a McGonagall, haciendo saltar a Snape y a los chicos. Por alguna razón, ninguno de los tres se había dado cuenta de su presencia antes.
-Mi sobrina, Amanda -la presentó McGonagall (sin responder a la pregunta insidiosa de su colega). Luego presentó al extraño trío-. Ellos son Harry Potter, Draco Malfoy, y el profesor Snape.
-¡Buenos días! -saludó entusiasta Amanda, moviendo la mano aceleradamente de lado a lado para saludar a los tres.
El hombre y los dos chicos la saludaron, aunque no con tanto entusiasmo. La chica parecía tener alrededor de siete, u ocho años.
-Me gustaría conversar contigo -dijo la bruja a Snape, mientras miraba con curiosidad a Harry y a Draco. Claramente no se esperaba encontrar a ese par en Hogwarts, durante las vacaciones de verano.
-Entonces nos vemos más tarde, Minerva.
El trío almorzó como en el desayuno, casi en completo silencio. A pesar de la sed que tenían, ni Harry ni Draco se atrevían a probar el jugo de calabaza. No tenían nada que ocultar, o nada que se acordaran, pero ninguno de los dos quería correr riesgos.
-No lo he envenenado -comentó Snape, quien había notado que los chicos no habían probado el jugo.
-No se arriesgaría a matarnos -se burló Harry, antes de pensar en lo que estaba diciendo. Inmediatamente se arrepintió por haberse dejado llevar. Snape, comparado a como era normalmente con él, había sido muy amable. Se mordió la lengua, mientras Draco lo miró sorprendido, por lo osada de su respuesta.
-Lo siento -dijo rápidamente Harry, antes de que Snape alcanzara a contestar. Al ver los ojos llenos de odio del hombre, corrió la vista y de un trago se tomó la mitad del vaso de jugo de calabaza.
-No quiero volver a escucharte por el resto de la tarde, Potter -dijo simplemente Snape.
Pero cuando las cosas están mal, a veces mejoran. Esta era una de esas ocasiones. Para el postre, Galdy había traído sandía. Mientras los tres comían, en silencio y sin que Snape les prestara la menor atención, Harry se había divertido cavando túneles en su trozo de sandía. Draco, mirando lo que estaba haciendo Harry, comenzó a hacer lo mismo. Disimuladamente, lanzó una pepa de sandía hacia una de las cavernas recién talladas en la sandía de Harry, quién de inmediato hizo lo mismo. Draco comenzó a alinear las semillas en su trozo de sandía, como si fueran soldados dispuestos a defender su fortaleza. Harry se rió disimuladamente, y comenzó a hacer lo mismo. Al poco rato comenzó una batalla. Las pepas iban y venían entre plato y plato, en una silenciosa batalla.
Snape lo había notado, pero no había dicho nada. Aunque no lo demostraba, se sintió de pronto sumamente cansado. 'Supongo que Albus no haría nada en este caso', pensó, y siguió comiendo en silencio sin intervenir. Aunque le resultaba desagradable comer frente a dos personas lanzándose semillas, al menos se estaban distrayendo de un modo que no ponía en peligro sus vidas.
Motivada por la falta de reacción por parte de Snape, la batalla comenzó a tomar mayores proporciones. Harry y Draco se reían, cada vez que uno de sus soldados lograba entrar en una de las cavernas del enemigo. De pronto, una de las semillas cayó en el plato de Snape (ninguno de los chicos sabía de quien era, ya que en ese momento ambos habían lanzado).
-Basta -interrumpió molesto el mago, dejando de comer-. Bajen a dormir un rato.
Ambos jóvenes se pararon y esperaron. Snape llamó a un elfo, y cuando éste hubo desaparecido con los restos del almuerzo, se quedó mirando a los chicos que permanecían ahí, parados.
-¿Qué no me escucharon? -les dijo con brusquedad.
-¿No nos va a levitar? -se atrevió a preguntar Draco.
Snape suspiró, pasándose la mano por la cara. Contó hasta diez y, finalmente, tomó su varita y los levitó.
Snape acababa de volver a la sala, después de haber dejado a Potter y Malfoy abajo (y de haberles advertido que no salieran). Esperaba tener ahora un poco de tranquilidad. Aunque quería aprovechar esos momentos de paz para hacer algo, la idea de dormir también le atraía. Se sentía muy cansado. Esos dos lo agotaban... iba entrando a su dormitorio cuando escuchó al enano de piedra que cuidaba la entrada discutir con alguien. Reconoció la voz de Minerva McGonagall. Maldiciendo su suerte fue a abrir la puerta.
-Siempre tan oportuna -comentó sin ocultar la ironía de sus palabras.
-Yo también me alegro de verte, Severus -comentó la bruja con igual ironía, molesta por el recibimiento-. ¿Me vas a invitar a pasar, o vamos a conversar aquí en el pasillo?
Snape suspiró, resignándose a perder ese anhelado momento de paz, conversando con McGonagall. Con un gesto brusco le indicó que entrara, y luego cerró la puerta. McGonagall se sentó sin esperar a que la invitaran.
-¿Y de que querías hablar? -preguntó Severus, a pesar de que ya se imaginaba por lo que venía. ¿Por qué tenía que ser tan entrometida esa bruja?
-Voy a ir directo al grano. ¿Qué hacías tú con Harry Potter y Draco Malfoy? ¿Por qué están aquí en Hogwarts?
-Porque Dumbledore me encargó que los cuidara, porque Dumbledore los trajo -respondió mordazmente-. ¿Algo más?
-Sé más específico, Severus -contestó ella molesta.
-Están aquí por la propia seguridad de ellos. ¿Y tú Minerva? ¿Por qué deleitas a Hogwarts, tan pronto, con tu presencia? -agregó sarcásticamente para cambiar de tema.
-Tengo que preparar todo para lo del taller de teatro. Y, de todos modos, solo voy a estar viniendo por el día. No pienso quedarme.
-¿Y esa sobrina tuya vino para ayudarte? -preguntó Snape burlonamente-. ¿Adonde está?
-Esa sobrina mía tiene nombre, Severus. Se llama Amanda.
-Ok ¿Y donde dijiste que estaba esa... Amanda?
-Descansando, Severus -contestó ella molesta-. Pero eso me desvía del tema. Todavía no me has explicado lo de Potter y Malfoy.
-¿Y porqué se supone que tendría que explicártelo a ti? -se burló Snape.
-Porque me preocupa. Por eso.
-Si Dumbledore no te lo dijo, no voy a ser yo el que reparta el chisme.
-¿QUÉ INSINÚAS SEVERUS SNAPE? -dijo la bruja parándose.
-Que deberías vivir tu vida, y dejar que el resto viva la suya, MINERVA -le contestó Snape, con la voz más cáustica que tenía.
-No entiendo a qué vine -murmuró McGonagall dirigiéndose a la puerta.
-A saciar tu maldita curiosidad -murmuró Snape para si mismo. Pero McGonagall lo escuchó.
-Eres insoportable, con razón estás solo... -dijo ella saliendo.
Snape se quedó mirando la puerta cerrada por unos segundos. Aunque nunca lo admitiría, ese comentario le había causado la misma sensación que un cruciatus apuntado al estómago.
-Severus Snape, -se dijo a si mismo-, no permitas que esa bruja vieja y chismosa te amargue la tarde.
Y tras esto se fue a su dormitorio, decidido a dormir un rato.
Harry abrió los ojos, y disimuladamente constató que Draco se había quedado dormido. Satisfecho, sacó la carta de Hermione de su bolsillo.
Querido Harry,
Espero que estés pasando unas buenas vacaciones en Hogwarts. Supongo que has aprovechado el tener la biblioteca a tu disposición, con tanto tiempo libre para leer.
Yo estoy en Bulgaria, en casa de Viktor. Al principio mis padres no me querían dejar venir, pero los padres de Viktor vinieron a mi casa, y terminaron convenciéndolos de que me cuidarían bien.
Bulgaria es muy interesante. La familia de Viktor vive cerca te la frontera con Grecia, y ya hemos ido en dos ocasiones a visitar lugares muy interesantes en ese país. Viktor me ha enseñado a tomar fotografías mágicas, y he tomado muchas (en Bulgaria y Grecia). Estoy ansiosa por verlos, a ti y a Ron, y mostrárselas. ¡Los extraño tanto! Espero poder ir a La Madriguera, aunque Ron me ha escrito que no se encuentran allá. Como sea, espero verte pronto.
Besos de
Hermione
Harry leyó la carta tres veces, antes de cerrar los ojos, con nostalgia. Como extrañaba a sus amigos. Aunque sus vacaciones habían sido mejores que en años anteriores, sin tener que vivir con los Dursley, tampoco podía decir que era feliz. Draco Malfoy y Snape no eran, precisamente, una grata compañía. Deseó por un momento ser otra persona, y pasar unas vacaciones anónimas, con una familia propia, o con amigos.
Deseaba contestarle a Hermione, pero para eso necesitaba a Hedwig. Y quien sabe cuando podría ir a la pajarera. Además, no quería que su lechuza volviera a marcharse por tantos días. Tenerla cerca, aunque no pudiera verla, le hacía sentirse mucho mejor.
Como no tenía sueño, se dedicó a pensar. Muchas cosas daban vuelta por su cabeza. Recordó el encuentro con McGonagall, y se preguntó qué hacía en Hogwarts, si las cartas a los alumnos ya habían sido enviadas, y faltaba tres semanas para que comenzaran las clases. ¿Tal vez Dumbledore la había enviado? Se rió pensando si los dejaría con ella. No sería peor que con Snape, aunque tampoco mucho mejor. Probablemente sería como la señora Pomfrey.
Se dio vuelta en la cama. Que aburrimiento. ¿Qué estaría haciendo su padrino?
Se dio vuelta nuevamente, mirando al techo. Era alto y viejo. Sin pintura ni un color definido. Simplemente piedra envejecida. ¿Por qué tenía que permanecer ahí encerrado? Si al menos tuviera su capa invisible, podría escabullirse y quedarse en la cabaña de Hagrid. Podría pedirle a Dobby que le llevara comida. Como nadie sabría que estaba ahí, no correría peligro. Además, todavía estaría en los terrenos protegidos de Hogwarts. Pero estaría solo. ¿Qué haría todo el día, encerrado? Podría salir con la capa, seguro. Volar en escoba con la capa. ¿Se podría nadar cubierto por una capa de invisibilidad? Lo dudaba... Y de todos modos, el plan de ir a quedarse en casa de Hagrid no resultaría. Dumbledore de seguro sabría encontrarlo. Y no estaría contento. Y Sirius tampoco.
Que aburrimiento. Ni siquiera sabía qué hora era. Se levantó, en silencio se acercó a Draco, y miró la hora en su reloj. Eran más de las tres de la tarde. ¿Se había olvidado Snape de ellos? Ojalá viniera luego, ese lugar estaba empezando a enfermarlo.
Que aburrimiento.
Snape finalmente fue a despertarlos, a eso de las cuatro y media. Se los llevó a la biblioteca, y ninguno de los chicos discutió, ya que el hombre parecía estar de un humor masacrante. Harry aprovechó para llevar de vuelta los libros que tenía; ya terminaría sus tareas cuando su padrino le llevara sus cosas. Los tres pasaron el resto de la tarde leyendo. Snape seguía con su libro de adivinación, y Harry notó que de vez en cuando fruncía el ceño. Se sentía cada vez más curioso. Pero de ahí donde estaba, no alcanzaba a ver de que se trataba lo que estaba leyendo. Buscó en su cabeza una excusa para acercarse, y mirar por encima del hombro. Snape... Adivinación... Ambas cosas no le encajaban. Simplemente no podía imaginar a Snape mirando una bola de cristal. Se rió pensando en Trelawney, mirando fijamente a Snape, con esos ojos inmensos detrás de sus gafas, para descubrir si tenía "la Vista". Probablemente su ojo interior, si lo tenía, también sería negro... No pudo disimular su risa, y una pequeña carcajada llamó la atención de los otros dos.
Snape no le prestó mayor atención, bajando la vista nuevamente a su libro. Draco en cambio lo miró divertido, esperando que compartiera el chiste. Tomó la pluma con la que había estado tomando unas notas y escribió en una esquina del pergamino:
"¿¿¿Qué te pasa???"
Acercó la hoja a Harry, de modo que mirara la esquina del pergamino. Harry leyó, y cogiendo la pluma escribió:
"Nada. Solo recordaba a mis amigos."
Draco leyó, con cierta decepción, lo que Harry había escrito, y enseguida escribió:
"Escríbelo, yo también quiero reírme. Estoy un poco aburrido."
En ese momento Snape, que había notado el intercambio de mensajes los interrumpió.
-No necesitan pasarse papeles. Pueden conversar si quieren, mientras no hagan mucho ruido porque yo SI quiero leer.
Y tras decir esto, volvió a leer. Parecía haber olvidado que, según sus propias palabras, no quería volver a oír a Potter en el resto de la tarde.
-Cuéntame de qué te reías -insistió Draco en un murmuro.
-Nada que te importe -dijo Harry, haciendo con la cabeza una seña hacia Snape para indicarle a Draco porqué no podía contarle. Draco entendió el mensaje, y asintió con la cabeza.
-Y qué estabas leyendo, Harry -preguntó para cambiar de tema.
-'Técnicas del Quidditch' -le respondió Harry acercándole el libro.
-Parece interesante.
-Si, claro -dijo Harry, aunque hacía rato que estaba leyendo sin concentrarse, y no recordaba nada de lo que había leído-. ¿Y tú?
Draco no le respondió, sino que le acercó el libro y le hizo señas de que no dijera nada. '1001 cócteles y bebidas para grandes ocasiones', leyó mentalmente Harry. Miró a Draco con curiosidad, y luego a las notas que había tomado. Luego tomó la pluma y escribió:
"¿Por qué te interesa eso?"
Draco leyó, y escribió:
"Me gusta preparar bebistrajos"
Harry miró intrigado la lista de tragos que Draco había escrito, y las notas al margen junto a cada uno de ellos. Viéndolo, Draco escribió:
"Anoto aquellos que me interesan, y las variantes que se me ocurren de cada uno. Me gusta inventar los míos propios"
Harry leyó lo que el otro había escrito, y sonrió. Tomó la pluma y escribió:
"Que ganas de ir a las tres escobas y tomar cerveza de mantequilla"
Draco leyó, y asintió. También tenía ganas, a pesar del calor que hacía. Escribió:
"¿Tu crees que Snape nos invite una cerveza en las tres escobas si se lo pedimos?"
Harry leyó, y no pudo disimular una carcajada. Tomó la pluma y escribió:
"Yo creo que antes preferiría vestirse de rosa, y bailar tango con McGonagall"
Draco leyó, y explotó de risa. Snape los quedó mirando, luego suspiró y volvió a la lectura. Draco aprovechó de tomar la pluma y escribir:
"O contarnos un cuento antes de ir a dormir... ¿Qué es tango?"
Harry leyó, y escribió divertido:
"Un baile muggle muy... cómico"
Draco leyó y escribió:
"Me gustaría ver eso. Pero en serio, ¿y si le preguntamos?"
Harry, que había estado leyendo mientras escribía, le quitó la pluma y escribió:
"No creo. Además, está de pésimo humor. Tal vez si se lo hubiéramos propuesto en la mañana..."
Draco iba a contestar, cuando en ese momento entró McGonagall a la biblioteca. Saludó a los chicos y se dirigió a una sección de la biblioteca donde ni Harry ni Draco recordaban haber tomado un libro nunca. Con curiosidad, y mucho cuidado (ya podían apoyar los pies, pero con cuidado), se acercaron. La bruja los recibió con una sonrisa, y les preguntó como estaban, aprovechando que Snape estaba lejos.
-Bien -contestó Draco.
-Un poco aburridos, pero bien -agregó Harry. Luego apuntó a las repisas-. ¿De qué son estos libros?
-Teatro -contestó McGonagall, mostrándoles uno de los libros ('Introducción al Arte Dramático')-. Para un taller que se abrirá este año en Hogwarts.
-¿Un taller? -preguntó Draco extrañado-. ¿Cómo aquel club de duelo que se abrió hace dos años?
-No -contestó McGonagall, recordando con desagrado a Lockhart-. Este taller durará todo el año, y los que se inscriban deberán participar durante todo el período, preparando una o dos obras de teatro que serán representadas a final de año, frente a sus compañeros.
-Ah -dijo Harry nervioso, buscando en su mente una buena disculpa para desaparecer, antes de que a McGonagall se le ocurriera que se inscribieran. No tenía ganas de hacer el loco frente a todo Hogwarts, y a juzgar por la cara de Draco, él tampoco.
-¡Suelta eso! -gritó Draco de pronto, corriendo como podía hacia la mesa en la que Harry y Draco habían estado sentados. Harry pudo ver a Amanda con el pergamino de los mensajes en sus manos, leyendo. Se fue corriendo lo más rápido que pudo, y la alcanzaron al tiempo que la niña estallaba en una carcajada.
-Dame eso -le dijo Draco quitándole el pergamino de las manos.
-Bueno, Harry -se rió Amanda-. Pero no te pongas rojo.
-¡No soy Harry, Soy DRACO! ¡Y NO ESTOY ROJO!
-Yo soy Harry, y él es Draco -explicó Harry apuntando a su compañero (que si estaba rojo, a pesar de que lo negara). Luego vio que Snape se acercaba, alertado por el escándalo que estaban armando. Rápidamente tomó el pergamino de las manos de Draco. Luego tomó el tintero y lo dio vuelta sobre el pergamino, dejándolo completamente negro.
-¿Qué pasa aquí? -los interrumpió Snape.
-Nada, señor profesor Snake -contestó Amanda con cara de inocencia. Justo en ese momento llegó McGonagall, levitando una pila de libros.
-¿Qué ocurre? -preguntó preocupada, al ver que Snape estaba rojo, en vez de pálido como era su costumbre.
-Mi apellido es Snape, pequeña -le dijo el brujo, ignorando la pregunta de su colega. En ese momento McGonagall se puso nerviosa.
-Vamos Amanda, despídete de ellos, que ya nos tenemos que ir, -le dijo mientras transformaba la pila de libros, en la misma pila de libros, pero del tamaño de un azucarero.
-Adiós Harry. Adiós Draco -les dijo riendo-. Adiós profesor Sna... pe.
McGonagall se despidió también, y ambas se fueron. Los tres se quedaron unos segundos en silencio, reponiéndose.
-¿Y ahora me pueden decir que diablos pasó con esa niña?
-Se puso a leer mis cosas, y a molestarnos -se defendió Draco.
-Está bien. Aunque lo que hayas escrito, se arruinó por culpa de Potter -dijo indicando el pergamino cubierto de tinta negra-. Pero conozco una poción que puede remover tinta, diferenciando el tiempo que lleva en contacto con el papel. Si quieres puedo...
-No, no era nada importante -dijo rápidamente Draco, rompiendo el pergamino y tirándolo a la basura-. No se preocupe.
-Como quieras -le respondió Snape encogiéndose de hombros-. Ordenen los libros que sacaron, y si quieren pueden llevar uno para leer abajo. Pero cuídenlo porque no quiero tener problemas con la señora Pince cuando regrese -agregó mirando el tintero.
Harry tomó el libro sobre Quidditch, y Draco el de cócteles. No habían sacado más libros, así que no había nada que ordenar.
-Bien, vamos -dijo Snape caminando hacia la puerta-. Creo que pueden usar bien los pies, así que no los voy a levitar más.
Ambos chicos lo siguieron en silencio, rumbo a las mazmorras, adaptando su andar como pudieron a sus rápidos pasos.
N/A: Espero que los que querían que botara a Snape de la escoba no estén muy decepcionados. Es que al Snape de esta fanfiction ni se le pasaba por la mente jugar con ellos. Solo los llevó para cuidarlos, y para que se divirtieran sin meterse en problemas haciendo cosas a escondidas de él.
Siempre se me olvida: todos los personajes y el mundo de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling.
Gracias a Francia, por encontrar, y gentilmente indicarme, las patinadas que me mando al escribir.
Hedwig : gracias por tu review. Como vez, sigo así jajaja ^_^. En este capítulo, no pude evitar que lo peor saliera de mi, forzando a estos pobres personajes a pasar malos ratos.
Klozz : gracias por tu review. Veo que votaste por la paz. Muahahaha, lo siento... Tu nombre me recuerda a un personaje de un juego que se llama "The Neverhood". Klog se llamaba, si mi memoria no me falla. Aunque no tiene nada que ver: recomiendo ese juego.
Naiko : ¡gracias! Lo de las fotos ya se sabrá jejeje... paciencia. Si, irán de nuevo al laboratorio de fotografía. Voldemort está esperando que le traigan a Draco en una bandeja; y de Harry, ya se encargará, no lo ha olvidado. Tampoco es tan fácil como ir a Hogwarts, y sacarlo de la mano ¿no? /*vero jimenez sonríe maquiavélicamente */ En este capítulo, tendremos noticias de Hermione. Veo que también quieres paz y armonía en el mundo ;D bueno, en este capítulo hay avenencias, y desavenencias, como siempre en la vida. Aunque, según Francia, deberían canonizar a Snape después de este capítulo.
amhy potter : Tienes una risa muy contagiosa .....JAJAJAJAJA..... /*vero jimenez no puede parar de reírse */. Gracias por tu review. Espero que esté capítulo te guste.
Luthien : gracias por tu review. Lo siento, no creo que Snape se "encariñe" con Harry, ni menos que lo adopte. Pero aprenderá a apreciarlo, a pesar de ser el hijo de James Potter.
Enya : ¡Guau! Aprecio que te haya gustado tanto. Si, SS, DM y HP mejorarán el trato entre ellos, aunque sin llegar a amarse como una familia. Es una cuestión de naturaleza, aunque los tres tienen algo en común: falta de afecto. Espero que te guste este capítulo.
V!rU§ P@()LÅ : ¡Que gusto que estés de vuelta! Yo lo estoy pasando bien, aunque durante enero he estado trabajando. Por eso he escrito mucho menos seguido. ¿Se nota no? Bueno, no siempre se tiene en la vida todo lo que se quiere. Pero no me quejo, porque el trabajo me gusta. Lástima que solo sea durante enero /*vero jimenez suspira */ Espero que te guste este capítulo.
Capítulo 20 ¿Y qué hacemos hoy?
Draco y Harry quedaron deslumbrados con la luz de la mañana cuando salieron. El día estaba hermoso. Se sentían algo extraños mientras avanzaban, levitados por Snape, quién cargaba un libro que Harry reconoció como el de adivinación, que había visto sobre su velador.
Cuando llegaron al campo de quidditch, fue el mismo Snape quien fue a buscar un par de escobas, y las pelotas para el juego.
-Bueno, no vuelen muy alto, no se agiten mucho, y eviten apoyar los pies -les dijo el hombre mientras se sentaba en una grada desde la que tenía una buena visibilidad de todo el campo. Luego abrió el libro que traía y se puso a leer.
Los chicos tomaron, de común acuerdo, la Snitch.
-A ver quien la atrapa más veces -comentó Draco, sintiendo volver algo de su antigua rivalidad.
-O más rápido -comentó Harry sintiendo los mismo.
-Voy a soltarla -dijo Draco, quien tenía la Snitch en la mano-. A la cuenta de 20, ambos salimos a buscarla.
-De acuerdo.
Draco la soltó, y ambos comenzaron a contar mirándose a los ojos para controlar que ni el uno ni el otro miraban por donde iba la pequeña pelota. Pero a la cuenta de 17, Draco salió volando sin esperar el plazo convenido.
-Idiota, ya verás... -gruñó Harry volando tras él.
El juego continuó por un par de horas. Minuto a minuto, la competencia entre ambos se estaba volviendo más violenta y más sucia. A pesar de que las escobas de ambos eran iguales, Harry había logrado atrapar la Snitch más veces que Draco, y en general más rápido también, aunque por poco. Esto había provocado que Draco intentara cada vez trucos más sucios, y que Harry, molesto, comenzara a burlarse de él cada vez que la atrapaba.
Snape, mientras tanto, continuaba leyendo. De vez en cuando levantaba la vista, y no viendo más que un juego, volvía a la lectura.
De pronto, Draco, quien acababa de atrapar la Snitch en esa ocasión, voló con ella hacia el borde del campo y la lanzó de modo que se fuera a volar fuera de él.
-A ver si ahora la atrapas -le gritó desafiante a Harry.
-Eres un imbécil, Draco. No podemos ir a buscarla allá afuera. ¿Qué le diremos a Snape ahora?
-No tenemos que decirle nada, no está mirando hacia acá. Solo ve, búscala, y encuéntrala de ese modo tan rápido como siempre te jactas -lo desafió nuevamente-. ¿Acaso no te crees capaz?
-Tú la soltaste fuera del campo, así que ve a buscarla tú -le dijo Harry cada vez más molesto. Tenía deseos de ir a buscarla y callar a Draco, pero sabía que el otro solo quería causarle problemas con Snape, como venganza por haberle ganado.
Viendo que Harry no picaba, Draco se dio por vencido.
-Entonces, usa tu varita y recupérala -lo desafió.
-¿Y cómo? -le preguntó Harry.
-Como me asombras, Harry -lo miró Draco con fingida incredulidad-. Tú, el gran Harry Potter, el que pudo quitarle el huevo a aquella dragona en el Torneo de los Tres Magos, no sabe como atraer hacia si mismo una pequeña pelotita...
-¿Y tú crees que se pueda convocar la Snitch como si fuera un objeto cualquiera? -le preguntó Harry dudoso.
-Creo que no nos queda otra solución, más que intentarlo -le contestó Draco, mirando por encima del borde de las gradas hacia el parque.
-Si no te hubieras comportado como un imbécil, ahora no tendríamos este problema... -le contestó Harry con rencor.
-Era una broma -le contestó Draco. Ya no estaba molesto como hace un rato por ir perdiendo. Ahora solo quería recuperar la Snitch y no tener problemas. Se sentía un poco molesto consigo mismo, por haberse dejado llevar, y estar perdiendo esa pseudo amistad que había logrado con Harry.
-Está bien -le contestó Harry, suavizado al ver que el otro ya no lo estaba provocando-. Pero, ¿y ahora qué hacemos?
-No lo sé, Harry -le contestó Draco-. Intenta el encantamiento convocador, no pierdes nada.
-No lo sé -le respondió Harry mientras miraba preocupado a Snape-. No sé si le parezca buena idea que haga magia. Se supone que no podemos.
-Pero no te ha quitado la varita, ¿no? Tú mismo me dijiste que él te había dejado usar magia con lo de las fotos.
-Si, pero aquí... cualquiera podría vernos -le contestó Harry preocupado mirando alrededor.
-Entonces préstame tu varita y yo lo hago -se ofreció Draco, dispuesto a asumir él mismo el riesgo.
-¡No te dije que tuviera miedo! -le contestó Harry molesto.
-Por supuesto que no. Yo no dije que tuvieras miedo -contestó el otro en modo conciliador-. Pero como yo la había lanzado, estaba dispuesto a asumir la culpa yo.
-Ah, bueno -contestó Harry mirando para otro lado.
En ese momento, una lechuza blanca se acercó volando hacia ellos. Harry la reconoció de inmediato.
-¡Hedwig! -le gritó alegremente, mientras estiraba uno de sus brazos para que se posara en él.
Pero la lechuza no alcanzó a hacerlo, porque inmediatamente un rayo de luz tocó a la lechuza, quien pareció cambiar su plan inicial de ir hacia su amo y cambió la trayectoria. Draco y Harry vieron consternados como la lechuza dócilmente se paraba junto a Snape (que tenía su varita en la mano, y se la guardaba en el bolsillo), y le estiraba la pata en la que tenía un pergamino.
Harry sintió que la sangre comenzaba a hervirle dentro de las venas y, enceguecido de odio, se fue volando velozmente hacia Snape, con la firme intención de maldecirlo con lo primero que se le cruzara por la mente si se le ocurría leer la carta (que suponía era de Hermione). Draco se fue volando detrás de él, preocupado por su reacción.
Cuando llegó junto a Snape, éste último terminaba de desatarle con cuidado el pergamino de la pata de la lechuza. Indignado, Harry sacó su varita y apuntó a Snape.
-No se atreva a leer mi carta -lo amenazó Harry temblando de furia.
-Baja eso, Potter -le dijo Snape con calma, mirándolo a los ojos.
-Cálmate Harry -le dijo Draco, que estaba detrás de él-. Solo va a verificar que es segura.
-Baja tu varita ahora -insistió Snape con algo de amenaza en su voz esta vez, y sin soltar el pergamino.
-Estoy seguro de que no la va a leer, Harry -insistió también Draco, tratando de calmarlo-. Solo la va a revisar. Recuerda lo que casi me pasó a mi...
Harry finalmente cedió, y bajó su varita. Snape se acercó, la tomó, y se la guardó en el bolsillo. Luego sacó nuevamente la de él, y comenzó a lanzar algunos encantamientos sobre el pergamino. Finalmente, pareció satisfecho y lo abrió. Una rápida mirada le permitió reconocer la esmerada letra de Granger. Ya tranquilo, se la entregó a Harry.
-Toma -le dijo simplemente.
Harry tomó el pergamino y se lo guardó en el bolsillo. No quería leerla en ese momento. A pesar de que entendía por qué Snape lo había hecho, estaba tratando de contener lágrimas de rabia. Deseaba poder desaparecer, y aparecer junto a su padrino.
-Bueno, ya es tarde. Pásenme las escobas y las pelotas.
Fue entonces cuando recordaron que no habían recuperado la Snitch. Harry sintió como su rabia daba paso a la inquietud.
-Cuando llegó la lechuza, estábamos buscándola -mintió Draco rápidamente.
-Está bien -respondió Snape sin notarlo. Luego apuntó su varita al cielo- ¡Accio Snitch!
La pequeña pelota dorada se asomó desde el borde superior de las gradas y voló hacia ellos. Snape miró extrañado, preguntándose que diablos hacía la Snitch fuera del campo. Miró a los chicos que miraban para otro lado.
-¿Porqué estaba la Snitch fuera del campo? -preguntó-. ¿Volaron afuera?
-No, no salimos del campo -respondió Draco-. Accidentalmente la lancé fuera.
-¿Accidentalmente? -preguntó burlonamente Snape-. ¿Debo recordarte, Malfoy, que la Snitch no se lanza?
Draco se quedó callado. Intuía que era preferible no responder.
-Fue un accidente -intervino Harry. Draco lo miró extrañado. ¿Acaso estaba defendiéndolo?
-¿Y como pensaban ir a buscarla?
-Nos estábamos preguntando eso cuando llegó Hedwig -contestó Harry apuntando a la lechuza, que ululó feliz al ver que la miraba-. Pero no íbamos a salir volando sin preguntarle, no se preocupe. De hecho, Draco me había sugerido que usara el encantamiento convocador, pero no sabíamos si funcionaría.
-No funcionaría durante un partido de quidditch, -contestó Snape-, ya que normalmente, en un partido, las pelotas están protegidas para que nadie haga trampa.
-Ah -contestó Draco decepcionado, que ya veía las inmensas posibilidades que el hechizo convocador tendría en un partido de quidditch.
-Lo siento, Draco... -contestó Harry riendo, al ver su cara de decepción.
Snape guardó todo y los levitó de vuelta, repitiendo mentalmente durante el camino, la promesa que le había hecho a Dumbledore. 'Lo que ocurrió fue solo un accidente, no tenían intenciones de salir', se obligó a pensar.
-Creo que debe aceptar -le murmuró al oído su abogado.
Lucius Malfoy apretó la mandíbula, reteniendo su mano para no coger su varita. No podía hacer eso frente a dos personas del ministerio. Aunque la idea de robar esa maldita carta que le había enviado a su hijo y la caja eran tentadoras. Podría luego usar el encantamiento obliviate... Pero era muy arriesgado, sobre todo con Dumbledore frente a él. ¡Como odiaba a ese vejete! Tomó la pluma, y firmó los papeles que le presentaban. Tendría que entregarle a Draco a esa prima de Narcisa ¿cómo era que se llamaba? Y darle muchos galeones para los gastos del chico. Cuando su señor se enterara... No quería ni pensarlo. Tal vez hubiera preferido ir a Azkaban, pero corría el riesgo de que lo condenaran al beso, y eso ¡jamás!. Al menos, donde esa mujer, su hijo estaría más asequible. Al menos no estaría en Hogwarts...
-Esto no se quedará así -lanzó Lucius Malfoy, mirando con odio y altanería a Dumbledore. Luego se fue, con su túnica ondeando detrás de él, y su abogado pisándole los talones.
Dumbledore suspiró. Aunque el problema parecía resuelto, sabía que Lucius Malfoy, y Voldemort, no se quedarían tan tranquilos después de esto. Al menos Laure había aceptado de inmediato hacerse cargo de Draco, a pesar de ser el hijo de Lucius Malfoy, y a pesar de saber los grandes riesgos que eso implicaba.
-Gracias -les dijo el anciano a sus amigos del ministerio-. Guarden muy bien esos papeles.
-No se preocupe, -contestó uno de ellos-. Están protegidos y de todos modos guardaremos varias copias en distintos lugares. Aquí tiene una para que la guarde usted.
-Gracias -respondió Dumbledore guardando el papel un bolsillo de su túnica (que quedaba perfectamente disimulado con un pliegue de la tela)-. Bueno, ahora debo irme a buscar a Laure. Muchas gracias nuevamente.
-Buenos días Severus -saludó una voz que hizo saltar a los dos chicos, desde un corredor lateral.
-Buenos días, Minerva -contestó Snape de mala gana-. ¿Por aquí tan pronto?
-Buenos días señor Severus -saludó una niñita que se encontraba junto a McGonagall, haciendo saltar a Snape y a los chicos. Por alguna razón, ninguno de los tres se había dado cuenta de su presencia antes.
-Mi sobrina, Amanda -la presentó McGonagall (sin responder a la pregunta insidiosa de su colega). Luego presentó al extraño trío-. Ellos son Harry Potter, Draco Malfoy, y el profesor Snape.
-¡Buenos días! -saludó entusiasta Amanda, moviendo la mano aceleradamente de lado a lado para saludar a los tres.
El hombre y los dos chicos la saludaron, aunque no con tanto entusiasmo. La chica parecía tener alrededor de siete, u ocho años.
-Me gustaría conversar contigo -dijo la bruja a Snape, mientras miraba con curiosidad a Harry y a Draco. Claramente no se esperaba encontrar a ese par en Hogwarts, durante las vacaciones de verano.
-Entonces nos vemos más tarde, Minerva.
El trío almorzó como en el desayuno, casi en completo silencio. A pesar de la sed que tenían, ni Harry ni Draco se atrevían a probar el jugo de calabaza. No tenían nada que ocultar, o nada que se acordaran, pero ninguno de los dos quería correr riesgos.
-No lo he envenenado -comentó Snape, quien había notado que los chicos no habían probado el jugo.
-No se arriesgaría a matarnos -se burló Harry, antes de pensar en lo que estaba diciendo. Inmediatamente se arrepintió por haberse dejado llevar. Snape, comparado a como era normalmente con él, había sido muy amable. Se mordió la lengua, mientras Draco lo miró sorprendido, por lo osada de su respuesta.
-Lo siento -dijo rápidamente Harry, antes de que Snape alcanzara a contestar. Al ver los ojos llenos de odio del hombre, corrió la vista y de un trago se tomó la mitad del vaso de jugo de calabaza.
-No quiero volver a escucharte por el resto de la tarde, Potter -dijo simplemente Snape.
Pero cuando las cosas están mal, a veces mejoran. Esta era una de esas ocasiones. Para el postre, Galdy había traído sandía. Mientras los tres comían, en silencio y sin que Snape les prestara la menor atención, Harry se había divertido cavando túneles en su trozo de sandía. Draco, mirando lo que estaba haciendo Harry, comenzó a hacer lo mismo. Disimuladamente, lanzó una pepa de sandía hacia una de las cavernas recién talladas en la sandía de Harry, quién de inmediato hizo lo mismo. Draco comenzó a alinear las semillas en su trozo de sandía, como si fueran soldados dispuestos a defender su fortaleza. Harry se rió disimuladamente, y comenzó a hacer lo mismo. Al poco rato comenzó una batalla. Las pepas iban y venían entre plato y plato, en una silenciosa batalla.
Snape lo había notado, pero no había dicho nada. Aunque no lo demostraba, se sintió de pronto sumamente cansado. 'Supongo que Albus no haría nada en este caso', pensó, y siguió comiendo en silencio sin intervenir. Aunque le resultaba desagradable comer frente a dos personas lanzándose semillas, al menos se estaban distrayendo de un modo que no ponía en peligro sus vidas.
Motivada por la falta de reacción por parte de Snape, la batalla comenzó a tomar mayores proporciones. Harry y Draco se reían, cada vez que uno de sus soldados lograba entrar en una de las cavernas del enemigo. De pronto, una de las semillas cayó en el plato de Snape (ninguno de los chicos sabía de quien era, ya que en ese momento ambos habían lanzado).
-Basta -interrumpió molesto el mago, dejando de comer-. Bajen a dormir un rato.
Ambos jóvenes se pararon y esperaron. Snape llamó a un elfo, y cuando éste hubo desaparecido con los restos del almuerzo, se quedó mirando a los chicos que permanecían ahí, parados.
-¿Qué no me escucharon? -les dijo con brusquedad.
-¿No nos va a levitar? -se atrevió a preguntar Draco.
Snape suspiró, pasándose la mano por la cara. Contó hasta diez y, finalmente, tomó su varita y los levitó.
Snape acababa de volver a la sala, después de haber dejado a Potter y Malfoy abajo (y de haberles advertido que no salieran). Esperaba tener ahora un poco de tranquilidad. Aunque quería aprovechar esos momentos de paz para hacer algo, la idea de dormir también le atraía. Se sentía muy cansado. Esos dos lo agotaban... iba entrando a su dormitorio cuando escuchó al enano de piedra que cuidaba la entrada discutir con alguien. Reconoció la voz de Minerva McGonagall. Maldiciendo su suerte fue a abrir la puerta.
-Siempre tan oportuna -comentó sin ocultar la ironía de sus palabras.
-Yo también me alegro de verte, Severus -comentó la bruja con igual ironía, molesta por el recibimiento-. ¿Me vas a invitar a pasar, o vamos a conversar aquí en el pasillo?
Snape suspiró, resignándose a perder ese anhelado momento de paz, conversando con McGonagall. Con un gesto brusco le indicó que entrara, y luego cerró la puerta. McGonagall se sentó sin esperar a que la invitaran.
-¿Y de que querías hablar? -preguntó Severus, a pesar de que ya se imaginaba por lo que venía. ¿Por qué tenía que ser tan entrometida esa bruja?
-Voy a ir directo al grano. ¿Qué hacías tú con Harry Potter y Draco Malfoy? ¿Por qué están aquí en Hogwarts?
-Porque Dumbledore me encargó que los cuidara, porque Dumbledore los trajo -respondió mordazmente-. ¿Algo más?
-Sé más específico, Severus -contestó ella molesta.
-Están aquí por la propia seguridad de ellos. ¿Y tú Minerva? ¿Por qué deleitas a Hogwarts, tan pronto, con tu presencia? -agregó sarcásticamente para cambiar de tema.
-Tengo que preparar todo para lo del taller de teatro. Y, de todos modos, solo voy a estar viniendo por el día. No pienso quedarme.
-¿Y esa sobrina tuya vino para ayudarte? -preguntó Snape burlonamente-. ¿Adonde está?
-Esa sobrina mía tiene nombre, Severus. Se llama Amanda.
-Ok ¿Y donde dijiste que estaba esa... Amanda?
-Descansando, Severus -contestó ella molesta-. Pero eso me desvía del tema. Todavía no me has explicado lo de Potter y Malfoy.
-¿Y porqué se supone que tendría que explicártelo a ti? -se burló Snape.
-Porque me preocupa. Por eso.
-Si Dumbledore no te lo dijo, no voy a ser yo el que reparta el chisme.
-¿QUÉ INSINÚAS SEVERUS SNAPE? -dijo la bruja parándose.
-Que deberías vivir tu vida, y dejar que el resto viva la suya, MINERVA -le contestó Snape, con la voz más cáustica que tenía.
-No entiendo a qué vine -murmuró McGonagall dirigiéndose a la puerta.
-A saciar tu maldita curiosidad -murmuró Snape para si mismo. Pero McGonagall lo escuchó.
-Eres insoportable, con razón estás solo... -dijo ella saliendo.
Snape se quedó mirando la puerta cerrada por unos segundos. Aunque nunca lo admitiría, ese comentario le había causado la misma sensación que un cruciatus apuntado al estómago.
-Severus Snape, -se dijo a si mismo-, no permitas que esa bruja vieja y chismosa te amargue la tarde.
Y tras esto se fue a su dormitorio, decidido a dormir un rato.
Harry abrió los ojos, y disimuladamente constató que Draco se había quedado dormido. Satisfecho, sacó la carta de Hermione de su bolsillo.
Querido Harry,
Espero que estés pasando unas buenas vacaciones en Hogwarts. Supongo que has aprovechado el tener la biblioteca a tu disposición, con tanto tiempo libre para leer.
Yo estoy en Bulgaria, en casa de Viktor. Al principio mis padres no me querían dejar venir, pero los padres de Viktor vinieron a mi casa, y terminaron convenciéndolos de que me cuidarían bien.
Bulgaria es muy interesante. La familia de Viktor vive cerca te la frontera con Grecia, y ya hemos ido en dos ocasiones a visitar lugares muy interesantes en ese país. Viktor me ha enseñado a tomar fotografías mágicas, y he tomado muchas (en Bulgaria y Grecia). Estoy ansiosa por verlos, a ti y a Ron, y mostrárselas. ¡Los extraño tanto! Espero poder ir a La Madriguera, aunque Ron me ha escrito que no se encuentran allá. Como sea, espero verte pronto.
Besos de
Hermione
Harry leyó la carta tres veces, antes de cerrar los ojos, con nostalgia. Como extrañaba a sus amigos. Aunque sus vacaciones habían sido mejores que en años anteriores, sin tener que vivir con los Dursley, tampoco podía decir que era feliz. Draco Malfoy y Snape no eran, precisamente, una grata compañía. Deseó por un momento ser otra persona, y pasar unas vacaciones anónimas, con una familia propia, o con amigos.
Deseaba contestarle a Hermione, pero para eso necesitaba a Hedwig. Y quien sabe cuando podría ir a la pajarera. Además, no quería que su lechuza volviera a marcharse por tantos días. Tenerla cerca, aunque no pudiera verla, le hacía sentirse mucho mejor.
Como no tenía sueño, se dedicó a pensar. Muchas cosas daban vuelta por su cabeza. Recordó el encuentro con McGonagall, y se preguntó qué hacía en Hogwarts, si las cartas a los alumnos ya habían sido enviadas, y faltaba tres semanas para que comenzaran las clases. ¿Tal vez Dumbledore la había enviado? Se rió pensando si los dejaría con ella. No sería peor que con Snape, aunque tampoco mucho mejor. Probablemente sería como la señora Pomfrey.
Se dio vuelta en la cama. Que aburrimiento. ¿Qué estaría haciendo su padrino?
Se dio vuelta nuevamente, mirando al techo. Era alto y viejo. Sin pintura ni un color definido. Simplemente piedra envejecida. ¿Por qué tenía que permanecer ahí encerrado? Si al menos tuviera su capa invisible, podría escabullirse y quedarse en la cabaña de Hagrid. Podría pedirle a Dobby que le llevara comida. Como nadie sabría que estaba ahí, no correría peligro. Además, todavía estaría en los terrenos protegidos de Hogwarts. Pero estaría solo. ¿Qué haría todo el día, encerrado? Podría salir con la capa, seguro. Volar en escoba con la capa. ¿Se podría nadar cubierto por una capa de invisibilidad? Lo dudaba... Y de todos modos, el plan de ir a quedarse en casa de Hagrid no resultaría. Dumbledore de seguro sabría encontrarlo. Y no estaría contento. Y Sirius tampoco.
Que aburrimiento. Ni siquiera sabía qué hora era. Se levantó, en silencio se acercó a Draco, y miró la hora en su reloj. Eran más de las tres de la tarde. ¿Se había olvidado Snape de ellos? Ojalá viniera luego, ese lugar estaba empezando a enfermarlo.
Que aburrimiento.
Snape finalmente fue a despertarlos, a eso de las cuatro y media. Se los llevó a la biblioteca, y ninguno de los chicos discutió, ya que el hombre parecía estar de un humor masacrante. Harry aprovechó para llevar de vuelta los libros que tenía; ya terminaría sus tareas cuando su padrino le llevara sus cosas. Los tres pasaron el resto de la tarde leyendo. Snape seguía con su libro de adivinación, y Harry notó que de vez en cuando fruncía el ceño. Se sentía cada vez más curioso. Pero de ahí donde estaba, no alcanzaba a ver de que se trataba lo que estaba leyendo. Buscó en su cabeza una excusa para acercarse, y mirar por encima del hombro. Snape... Adivinación... Ambas cosas no le encajaban. Simplemente no podía imaginar a Snape mirando una bola de cristal. Se rió pensando en Trelawney, mirando fijamente a Snape, con esos ojos inmensos detrás de sus gafas, para descubrir si tenía "la Vista". Probablemente su ojo interior, si lo tenía, también sería negro... No pudo disimular su risa, y una pequeña carcajada llamó la atención de los otros dos.
Snape no le prestó mayor atención, bajando la vista nuevamente a su libro. Draco en cambio lo miró divertido, esperando que compartiera el chiste. Tomó la pluma con la que había estado tomando unas notas y escribió en una esquina del pergamino:
"¿¿¿Qué te pasa???"
Acercó la hoja a Harry, de modo que mirara la esquina del pergamino. Harry leyó, y cogiendo la pluma escribió:
"Nada. Solo recordaba a mis amigos."
Draco leyó, con cierta decepción, lo que Harry había escrito, y enseguida escribió:
"Escríbelo, yo también quiero reírme. Estoy un poco aburrido."
En ese momento Snape, que había notado el intercambio de mensajes los interrumpió.
-No necesitan pasarse papeles. Pueden conversar si quieren, mientras no hagan mucho ruido porque yo SI quiero leer.
Y tras decir esto, volvió a leer. Parecía haber olvidado que, según sus propias palabras, no quería volver a oír a Potter en el resto de la tarde.
-Cuéntame de qué te reías -insistió Draco en un murmuro.
-Nada que te importe -dijo Harry, haciendo con la cabeza una seña hacia Snape para indicarle a Draco porqué no podía contarle. Draco entendió el mensaje, y asintió con la cabeza.
-Y qué estabas leyendo, Harry -preguntó para cambiar de tema.
-'Técnicas del Quidditch' -le respondió Harry acercándole el libro.
-Parece interesante.
-Si, claro -dijo Harry, aunque hacía rato que estaba leyendo sin concentrarse, y no recordaba nada de lo que había leído-. ¿Y tú?
Draco no le respondió, sino que le acercó el libro y le hizo señas de que no dijera nada. '1001 cócteles y bebidas para grandes ocasiones', leyó mentalmente Harry. Miró a Draco con curiosidad, y luego a las notas que había tomado. Luego tomó la pluma y escribió:
"¿Por qué te interesa eso?"
Draco leyó, y escribió:
"Me gusta preparar bebistrajos"
Harry miró intrigado la lista de tragos que Draco había escrito, y las notas al margen junto a cada uno de ellos. Viéndolo, Draco escribió:
"Anoto aquellos que me interesan, y las variantes que se me ocurren de cada uno. Me gusta inventar los míos propios"
Harry leyó lo que el otro había escrito, y sonrió. Tomó la pluma y escribió:
"Que ganas de ir a las tres escobas y tomar cerveza de mantequilla"
Draco leyó, y asintió. También tenía ganas, a pesar del calor que hacía. Escribió:
"¿Tu crees que Snape nos invite una cerveza en las tres escobas si se lo pedimos?"
Harry leyó, y no pudo disimular una carcajada. Tomó la pluma y escribió:
"Yo creo que antes preferiría vestirse de rosa, y bailar tango con McGonagall"
Draco leyó, y explotó de risa. Snape los quedó mirando, luego suspiró y volvió a la lectura. Draco aprovechó de tomar la pluma y escribir:
"O contarnos un cuento antes de ir a dormir... ¿Qué es tango?"
Harry leyó, y escribió divertido:
"Un baile muggle muy... cómico"
Draco leyó y escribió:
"Me gustaría ver eso. Pero en serio, ¿y si le preguntamos?"
Harry, que había estado leyendo mientras escribía, le quitó la pluma y escribió:
"No creo. Además, está de pésimo humor. Tal vez si se lo hubiéramos propuesto en la mañana..."
Draco iba a contestar, cuando en ese momento entró McGonagall a la biblioteca. Saludó a los chicos y se dirigió a una sección de la biblioteca donde ni Harry ni Draco recordaban haber tomado un libro nunca. Con curiosidad, y mucho cuidado (ya podían apoyar los pies, pero con cuidado), se acercaron. La bruja los recibió con una sonrisa, y les preguntó como estaban, aprovechando que Snape estaba lejos.
-Bien -contestó Draco.
-Un poco aburridos, pero bien -agregó Harry. Luego apuntó a las repisas-. ¿De qué son estos libros?
-Teatro -contestó McGonagall, mostrándoles uno de los libros ('Introducción al Arte Dramático')-. Para un taller que se abrirá este año en Hogwarts.
-¿Un taller? -preguntó Draco extrañado-. ¿Cómo aquel club de duelo que se abrió hace dos años?
-No -contestó McGonagall, recordando con desagrado a Lockhart-. Este taller durará todo el año, y los que se inscriban deberán participar durante todo el período, preparando una o dos obras de teatro que serán representadas a final de año, frente a sus compañeros.
-Ah -dijo Harry nervioso, buscando en su mente una buena disculpa para desaparecer, antes de que a McGonagall se le ocurriera que se inscribieran. No tenía ganas de hacer el loco frente a todo Hogwarts, y a juzgar por la cara de Draco, él tampoco.
-¡Suelta eso! -gritó Draco de pronto, corriendo como podía hacia la mesa en la que Harry y Draco habían estado sentados. Harry pudo ver a Amanda con el pergamino de los mensajes en sus manos, leyendo. Se fue corriendo lo más rápido que pudo, y la alcanzaron al tiempo que la niña estallaba en una carcajada.
-Dame eso -le dijo Draco quitándole el pergamino de las manos.
-Bueno, Harry -se rió Amanda-. Pero no te pongas rojo.
-¡No soy Harry, Soy DRACO! ¡Y NO ESTOY ROJO!
-Yo soy Harry, y él es Draco -explicó Harry apuntando a su compañero (que si estaba rojo, a pesar de que lo negara). Luego vio que Snape se acercaba, alertado por el escándalo que estaban armando. Rápidamente tomó el pergamino de las manos de Draco. Luego tomó el tintero y lo dio vuelta sobre el pergamino, dejándolo completamente negro.
-¿Qué pasa aquí? -los interrumpió Snape.
-Nada, señor profesor Snake -contestó Amanda con cara de inocencia. Justo en ese momento llegó McGonagall, levitando una pila de libros.
-¿Qué ocurre? -preguntó preocupada, al ver que Snape estaba rojo, en vez de pálido como era su costumbre.
-Mi apellido es Snape, pequeña -le dijo el brujo, ignorando la pregunta de su colega. En ese momento McGonagall se puso nerviosa.
-Vamos Amanda, despídete de ellos, que ya nos tenemos que ir, -le dijo mientras transformaba la pila de libros, en la misma pila de libros, pero del tamaño de un azucarero.
-Adiós Harry. Adiós Draco -les dijo riendo-. Adiós profesor Sna... pe.
McGonagall se despidió también, y ambas se fueron. Los tres se quedaron unos segundos en silencio, reponiéndose.
-¿Y ahora me pueden decir que diablos pasó con esa niña?
-Se puso a leer mis cosas, y a molestarnos -se defendió Draco.
-Está bien. Aunque lo que hayas escrito, se arruinó por culpa de Potter -dijo indicando el pergamino cubierto de tinta negra-. Pero conozco una poción que puede remover tinta, diferenciando el tiempo que lleva en contacto con el papel. Si quieres puedo...
-No, no era nada importante -dijo rápidamente Draco, rompiendo el pergamino y tirándolo a la basura-. No se preocupe.
-Como quieras -le respondió Snape encogiéndose de hombros-. Ordenen los libros que sacaron, y si quieren pueden llevar uno para leer abajo. Pero cuídenlo porque no quiero tener problemas con la señora Pince cuando regrese -agregó mirando el tintero.
Harry tomó el libro sobre Quidditch, y Draco el de cócteles. No habían sacado más libros, así que no había nada que ordenar.
-Bien, vamos -dijo Snape caminando hacia la puerta-. Creo que pueden usar bien los pies, así que no los voy a levitar más.
Ambos chicos lo siguieron en silencio, rumbo a las mazmorras, adaptando su andar como pudieron a sus rápidos pasos.
N/A: Espero que los que querían que botara a Snape de la escoba no estén muy decepcionados. Es que al Snape de esta fanfiction ni se le pasaba por la mente jugar con ellos. Solo los llevó para cuidarlos, y para que se divirtieran sin meterse en problemas haciendo cosas a escondidas de él.
