Lo mismo de siempre... toooodo el mundo HP es de J.K.R. ¡Y muchas gracias a Francia, por ser mi fiel betalectora ^_^! Y un saludo para cierto Willi, tan simpático él...

Klozz : bueno si, están bastante amigos :DDD. Espero que este capítulo te guste, aunque me haya tardado más de lo habitual en ponerlo.

Naiko :la guerra contra Voldemort continúa... Voldemort no se dará por vencido tan fácil, aunque sus planes no siempre resultan bien APARENTEMENTE jejeje. El cara de serpiente tiene su plan (muahahaHAHAHA).

Snape no va a regresar a buscar los trozos de pergamino. Aparte de estar a pedazos, y totalmente negros (le daría trabajo armarlo y volverlos legibles), para él son solo tonterías que escribió un chico. Lo único que le interesa con respecto a Malfoy y Potter, es mantenerlos vivos, sanos y seguros. Minerva no es tan mala, creo. Trata de que el hombre salga de su caparazón, sin éxito. Se preocupa de mantener una buena relación con sus colegas. Preguntó lo de los chicos porque le causó curiosidad, y pensó que algo grave debía pasar. En este capítulo se descubrirá algo más del interés de Snape por la adivinación. Le transmitiré a Francia tus saludos :)

V!rU§ P@()LÅ : jajaja, Snape nunca tuvo intención de jugar con ellos. Imagínate... Eso, además de parecerle aburrido e inútil, podría arruinar la reputación que le ha costado años de trabajo. ¡Ni siquiera se le pasó por la mente! Espero que disfrutes este capítulo.

Melisa : ¡HOLA! Que bueno que te guste ^_^ En este fic no hay mucho romance. Pero habrá algo de "enamoramiento" en el capítulo 22 jejeje, aunque será algo unilateral.



Capítulo 21 Sorpresas





Cuando se despertó aquella mañana, Snape había tomado una decisión. No buscaría más entretener a esos dos chicos. Se los llevaría al laboratorio de fotografía, y punto. Parecían encontrarse bien. Y confiaba en que, ocupados, no se meterían en problemas. Solo tenía que asegurarse de que no le volvieran a sacar fotos. Supuso que, con unas cuantas amenazas en su modo habitual, bastaría como advertencia.

Confiado, se fue a despertarlos.



Nada lo alteraría ese día, tal era la decisión de Severus Snape.

Ni siquiera Potter, diciéndole que había tenido una pesadilla.

Ni siquiera Malfoy, tratando de llamar la atención durante el desayuno, en sus infructuosos intentos por hacer que Potter se riera. Se limitó a enviarle una de sus amenazadoras miradas al chico rubio. Eso bastó para que detuviera sus intentos por construir una torre apilando cornflakes, en medio del mar de leche.

Pero ni siquiera aquel "faro", como lo llamó Draco, hizo reír a Harry, que sentía que nada podría sacarle del corazón el pesar que sentía.

Había visto a Voldemort. Había visto a Sirius caer en una trampa. Había sentido el peso de la mirada de Voldemort, deteniéndose en su dirección. Estaba casi seguro de que aquel demoníaco ser sabía que Harry Potter había podido ver todo. Por unos segundos sus miradas se habían cruzado. Mientras una sonrisa cruel se dibujaba en la cara de serpiente, él sentía que su cerebro explotaría bajo el efecto de una altísima corriente eléctrica.

Harry no podía comer. Necesitaba hablar con Dumbledore. Necesitaba que hicieran algo por su padrino. Necesitaba hablar con Snape. Pero el hombre parecía inasequible esa mañana. Le había dicho, disimuladamente, que había tenido otra pesadilla. Pero el hombre no había respondido. Y más encima estaba Draco, haciéndose el payaso, frente al cual no podía hablar de su padrino.

Pero Snape no había olvidado lo de la pesadilla del chico. Tras anunciarles que ese día trabajarían en el laboratorio de fotos, y advertirles que no hicieran nada malo, los tres se fueron para allá.

-Draco, comienza a trabajar. Potter, acompáñame -dijo Snape saliendo de la bodega de fotografías hacia el laboratorio.

Harry siguió en silencio al mago adulto. Esta era su oportunidad para hablar con él, y que alguien hiciera algo por su padrino.

Una vez fuera de la bodega, Snape se sentó y le hizo señas al chico para que hiciera lo mismo.

-Anoche tuve otra pesadilla, -comenzó Harry, sin esperar que el otro hablara. Sintió que toda la angustia de aquel sueño se le agolpaba en su cara, empujando para salir. Tuvo conciencia de que sus ojos debían estar rojos, a pesar de que trataba de impedirlo-. Mi padrino fue capturado por Voldemort. Por favor, llame a Dumbledore...

Harry no se pudo contener más. Se puso a llorar, pensando que, a estas alturas, el único pariente que lo quería podía estar muerto. Se sintió incapaz de seguir hablando.

-Cuando te decidas a parar de llorar, tal vez me puedas contar más detalles -le dijo Snape impaciente. Le desagradaba tener frente a él un chico llorando, lo hacía sentirse incómodo.

Harry miró para otro lado, tratando de controlarse. Respiró profundamente unos segundos, para poder hablar.

-¿Dónde ocurrió? ¿Recuerdas algo del lugar que viste? -preguntó Snape, cuando Harry pareció capaz de hablar.

-Una caverna, o algo así. Estaba oscuro. Mi padrino estaba caminando, y de pronto... -Harry comenzó a llorar de nuevo. Snape soltó el aire de sus pulmones de una vez, en un suspiro impaciente. Era como estar hablando con un niño de 5, y no con un joven de 15.

-Contrólate un poco, y termina de contar tu sueño. Siempre que te interese salvar a Black a tiempo, claro... -le dijo Snape molesto. Produjo el efecto deseado en el joven, quién tomo aire y continuó:

-Un charco de agua, se cerró sobre mi padrino como si fuera una red, y él quedó colgando atrapado en ella. Aparecieron Voldemort y unos mortifagos -Harry respiró profundamente, sentía que le iba a faltar el aire. Inconscientemente se llevó la mano a su cicatriz-. Entonces Voldemort se quedó mirándome, -Snape lo miró intrigado-, creo que sabía que yo podía verlo. Se rió, mientras le hacía señas a uno de sus mortifagos, quien comenzó a lanzarle maldiciones a mi padrino, a través de esa película transparente en la que estaba atrapado. Vi como mi padrino se retorcía de dolor, y parecía gritar, pero ningún sonido salía de la bolsa en la que estaba. -Harry se puso a llorar nuevamente en este punto, mientras el recuerdo de la visión le hacía doler la cabeza. Snape suspiró, se imaginaba perfectamente a lo que Potter se refería. Se sorprendió a si mismo sintiendo pena por Black.

-¿Lograste ver dónde se lo llevaban, o escuchar alguno de sus planes? -preguntó Snape en una voz más neutra, sin la burla habitual.

Harry negó con la cabeza, mirando el suelo.

-Me desperté del dolor de la cicatriz, aunque... -Harry no continuó. No deseaba hablar de más. Había estado a punto de decir "creo que Voldemort quería que yo buscara a mi padrino". Pero se dio cuenta a tiempo de que, si decía eso, tal vez lo encerrarían. No lo dejarían tratar de ayudar a Sirius, después de lo de Dudley. Estaba consciente de que lo que Voldemort buscaba, era justamente atraerlo, y que si iba a buscar a su padrino, estaría haciendo justo lo que su enemigo quería. Pero, por otra parte, sentía que no podía quedarse oculto en Hogwarts, protegido, mientras su padrino sufría por su culpa. Una parte de él sabía que Voldemort lo mantendría con vida, pero otra parte le decía que tal vez su padrino, en este mismo momento, estaba muriendo.

-¿Aunque qué, Potter? -preguntó Snape, captando que había información tratando de ser ocultada.

-No vi nada más -se defendió Harry-. No dijeron nada. Y me desperté.

-Por una vez en tu vida di la verdad, Potter -insistió Snape.

-LE DIJE QUE NO SÉ NADA MAS -gritó Harry parándose.

-Siéntate, que no hemos terminado de hablar.

-¡Llame a Dumbledore!

-Lo haré, pero cuando me hayas dicho toda la verdad.

-¡Estamos perdiendo tiempo! Llame a Dumbledore.

-SIÉNTATE POTTER.

-NO ME GRITE -le gritó Harry, mientras se dirigía hacia el muro que debía atravesar para ir al corredor-. Y SI NO LO LLAMA USTED, LO HARÉ YO.

-YA BASTA, HARRY -le dijo Snape, tomándolo de un brazo y sentándolo en la silla-. Este escándalo acaba aquí. Tú no te mandas solo, y no vas a ninguna parte.

El chico se quedó perplejo, mirándolo. Por unos segundos se olvidó incluso de Sirius. ¿Harry? ¿SNAPE lo acababa de llamar HARRY?

-¿En qué estabas pensando, irresponsable? -le dijo Snape con rabia, sacándolo de su ensimismamiento.

-N...nada -respondió Harry inseguro. Era una respuesta estúpida, lo sabía, pero se sentía incapaz de pensar con claridad.

-No sé para que lo pregunto -se burló Snape-. Claramente no pensabas. Desde cuando un Potter PIENSA...

Harry quiso contestarle, pero recordó de pronto lo de su padrino. Sintió que su corazón se le apretaba y que se quedaba sin aire. Inconscientemente se llevó la mano al anillo que le había regalado. En vez de gritarle a Snape, como había pensado, prefirió tratar de volver al tema inicial.

-Llame a Dumbledore, por favor...

Snape había visto como Harry se llevaba una mano hacia el anillo en su mano. Se preguntó desde cuando que ese chico usaba anillos. Hasta ahora, no se había percatado del hecho. Sin preguntar, tomó (algo bruscamente) la mano de Potter para mirar el anillo más de cerca. Harry tuvo el reflejo de quitarle la mano, pero Snape fue más rápido y la retuvo.

-¿Y este anillo? -preguntó.

-No es asunto suyo -le respondió Harry, molesto, tratando infructuosamente de recuperar su mano. Snape no le prestó atención a la respuesta, tocó el anillo con su varita, y Harry sintió que la piedra comenzaba a calentarse. Recordó cuando su padrino había encantado el anillo para que no se lo pudiera sacar. Trató con más fuerza de retirar su mano.

-Te lo dio Black, ¿verdad? -le dijo Snape en un modo algo más amable, soltándolo. Había comprendido la utilidad del anillo, y se imaginaba que el hombre se lo había dado a su ahijado, para poder localizarlo.

-No es problema suyo -le respondió Harry de mal modo.

-Siempre tan desagradable... igual a tu padre -le dijo Snape, volviendo nuevamente al modo habitual en que se dirigía a Potter-. Vuelve a la bodega a ayudarle a Malfoy. Y no se te ocurra salir de ahí, si no quieres que te encierre por el resto de las vacaciones.

-¿Va a llamar a Dumbledore? -le contestó Harry sin moverse.

-Voy a tratar de localizarlo. Ahora entra a la bodega, y quédate ahí.



Snape terminaba de atar una nota a la pata de una lechuza, cuando un movimiento en el parque llamó su atención. Acercándose a una de las ventanas sin vidrios de la pajarera para mirar, notó que dos figuras se acercaban, con otra flotando detrás. Reconoció a Dumbledore, en una de las que caminaban.

Rápidamente, bajó las escaleras de la pajarera, y se dirigió a la entrada del castillo, encontrándose justo en la entrada con el grupo. Estaban Dumbledore, una joven mujer, y Sirius, que yacía inconsciente sobre una camilla, con el hombro derecho cubierto en sangre. Esa imagen recordó de pronto a Snape, sobre cierta fotografía que guardaba, y juró aprovechar esta inesperada oportunidad.

-¿Qué le ocurrió? -preguntó Snape sin siquiera saludar, a pesar de que ya conocía la parte de la historia que Harry había visto en su sueño.

-Fue capturado -le respondió Dumbledore apuntando al hombre en la camilla- , por suerte logramos rescatarlo. No está en peligro de muerte, pero necesita ayuda. Lo trajimos inconsciente para evitar que perdiera más sangre. Por cierto, como Poppy no ha regresado, pensé que podrías...

-Si Albus, yo me encargo de él -respondió rápidamente Snape (demasiado rápido tal vez...), no creyendo en su buena suerte. Dumbledore lo notó, y lo miró con curiosidad. Iba a contestar algo, pero lo reconsideró a última hora, y en vez de eso dijo:

-No esperaba menos de ti, Severus. Por cierto, creo que ustedes no se conocen todavía -dijo haciéndole señas a la mujer para que se acercara-. Este es Severus Snape, Laure, uno de mis mejores colaboradores -dijo presentando a Snape. Y ella es Laure Walters, Severus, joven auror que se integró a nuestro grupo recientemente. Además, ella es la prima de Draco Malfoy, que se hará cargo de él de ahora en adelante, hasta que cumpla la mayoría de edad.

-Mucho gusto -la mujer le acercó la mano-. He escuchado mucho sobre usted -agregó sonriendo, mientras miraba de reojo al hombre que yacía sobre la camilla. Snape lo notó, y se molestó pensando lo que Black pudiera haber dicho sobre él. Pero no dejó que ninguna clase de emoción pasara sobre su rostro (como era su costumbre, sobre todo ante personas desconocidas), y le dio la mano sin comentar nada.

-El gusto es mío -respondió simplemente.

-Bueno, ahora que ya están hechas las presentaciones, me gustaría, Severus, que te encargaras de Sirius, y que llamaras a Draco a mi despacho, que necesitamos hablar con él.

-Está bien, lo enviaré de inmediato.

Y tras esto se dirigió a las mazmorras, con la camilla de Black levitando frente a él.



Mientras tanto, Draco y Harry se encontraban trabajando en silencio. El primero ya había perdido toda esperanza de hacer hablar a su compañero, quien permanecía en un obstinado silencio. Draco se preguntaba qué había pasado. Solo el día anterior habían estado riendo hasta tarde juntos, antes de dormir. Habían planeado distintas estrategias, cada cual más irrisoria que la otra, para conseguir que Snape los llevara a las tres escobas. Y en la mañana, todo había cambiado. Harry tenía ojeras, los ojos rojos, y se rehusaba a decir una palabra. Y luego estaba Snape, quien parecía saber lo que ocurría... '¿Qué me perdí?', se preguntaba una y otra vez el joven, sin encontrar una respuesta convincente.

De pronto la figura silenciosa de Snape entró en la bodega. Ambos chicos se quedaron mirándolo. Draco con curiosidad. Harry, con ansiedad.

-Malfoy, acompáñame a la oficina del director -dijo escuetamente el adulto. Luego, agregó en un tono mucho más amenazante:- Potter, quédate aquí si sabes lo que te conviene.

-Pero... -dijo Harry, quién lo único que quería era hablar con Dumbledore.

-PERO NADA -le ladró Snape-. ¿Qué es lo que no te queda claro en QUE-DA-TE A-QUÍ?

Snape se dio la vuelta sin esperar la respuesta, y Draco lo siguió en silencio. Harry los vio desaparecer a través del muro, con una mezcla entre ira e impotencia haciéndole hervir la sangre. Dumbledore estaba en Hogwarts, y Snape no lo dejaba ir a hablar con él, mientras su padrino estaba prisionero de Voldemort, tal vez muerto... Se quedó unos minutos en silencio, incapaz de reaccionar. Luego, sin siquiera pensar en lo que estaba haciendo, salió también de la bodega. Pero, una vez en el laboratorio, cuando trató de acercarse al muro para salir al pasillo, no logró llegar a él. Una barrera invisible le impedía acercarse a aquel muro. Sospechó que Snape, sabiendo que trataría de salir, la había puesto. Lamentó no tener su varita... Snape no se la había devuelto, luego de lo que ocurrió en el campo de quidditch.

Resignado, se sentó junto a la gran mesa que ocupaba la parte central de la sala. De pronto, un libro captó su atención. Era el libro de adivinación que Snape había estado leyendo. Tras unos segundos de duda, se acercó al libro y lo tomó. Snape había usado una fotografía para marcar donde iba, así que lo abrió en esa misma página. Reconoció la foto de inmediato: era aquella de la taza que había visto en ese mismo laboratorio la primera vez que había llegado ahí, por casualidad. Intrigado, comenzó a leer el libro en aquella página.

Aquel capítulo describía la técnica de adivinación por la taza de café. Después de un rato de lectura, Harry llegó a la conclusión de que la adivinación de la taza de café, era muy similar a la de la taza de té. La persona también debía tomar el café, que tenía que ser en grano y molido, e interpretar las figuras que se formaran en el fondo, con el residuo de la bebida.

Harry miró la taza de la fotografía. El residuo de café en el fondo no le decía nada. Miró la taza y los diagramas del libro una y otra vez, sin ver nada, como cuando lo intentaba en clases de adivinación con la taza del té. Decididamente, adivinación no era lo suyo... Se preguntó de quién sería la taza de la fotografía, para que Snape se interesara en ella. ¿Sería del propio profesor de Pociones? Harry miró con interés la fotografía, cada vez con más curiosidad. ¡Si solo hubiera puesto más atención en clases de adivinación!

Estaba en eso cuando percibió un movimiento, cerca de su espalda. Asustado se dio vuelta. Ahí estaba Amanda, mirándolo.

-¿Cómo entraste? -le preguntó el chico.

-Hola Draco -lo saludó ella sin responder a su pregunta.

-No soy Draco, soy Harry, ya te lo expliqué -le dijo Harry molesto-. ¿Cómo entraste?

-Por ahí -dijo la niña indicando el muro que daba al corredor-. Estaba jugando con mi pelota saltarina, cuando de pronto, en vez de dar bote contra el muro, lo atravesó... Entonces yo la seguí.

-Ah -dijo Harry sin encontrar nada más interesante que responder.

-¿Qué estabas leyendo? Le dijo ella acercándose a la mesa.

Harry no le respondió, recordando de pronto la barrera que le había impedido salir. Se acercó adonde recordaba había sentido la barrera, y constató que seguía ahí.

-¿Y como pudiste atravesar esta barrera? -le preguntó con curiosidad.

-¿Qué barrera?

-¡Esta! -le dijo Harry apuntando a al lugar donde se encontraba.

-No veo nada -le respondió la niña, dudando de la cordura del muchacho.

-es que no se ve... -le explicó Harry-. A ver, acércate.

Amanda se acercó, y al tocar el aire donde Harry le indicaba, sintió también el invisible muro.

-Parece que estamos encerrados aquí -se rió la niña.

-Si, parece... -agregó Harry de mal humor, pensando en lo irresponsable que había sido Snape en colocar una barrera que dejaba entrar a las personas, pero no salir. ¿Qué tal si alguien venía a atacarlo? ¡No tenía varita! ¡No podía escapar! ¡Y el atacante SI podía entrar!

-¿Y? ¿Me vas a contar qué estabas leyendo? -insistió la niña, que no parecía molesta en lo más mínimo.

Harry le acercó la foto y el libro, con desinterés. Para su gran asombro, la niña miró la fotografía, y los diagramas del libro, asintiendo de vez en cuando como si todo tuviera mucho sentido. Extrañado, comenzó a mirar en qué esquemas del libro se detenía la niña.

-¿Tu entiendes algo de esto? -le preguntó con interés.

-¿Ah? -le contestó la niña sin prestarle atención.

-Te pregunto que si logras ver algo en esa taza -insistió Harry un poco molesto de que no le hiciera caso.

-Claro -respondió la niña como si le hubiera preguntado algo obvio.

-¿Y qué vez? -preguntó Harry con curiosidad.

-Muchas cosas -dijo la niña, dándose importancia al ver su interés -¿Acaso tú no?

-Yo no veo nada. ¿Cómo haces para ver algo?

-Pues miras, pero de otro modo.

-¿O sea...? -insistió Harry tratando de ver si la niña le estaba tomando el pelo o si de verdad veía algo.

-Es como cuando miras un árbol, y ves que el árbol tiene la forma de una persona. O cuando la sombra de un montón de objetos, toma la forma de algo conocido.

Harry comenzó a comprender a qué se refería la niña.

-Pero ¿Y como logras ver eso?

-Trata de mirar la taza, pero no pensando 'Estoy mirando manchas'. Trata de ver más allá...

-Claro -le respondió Harry, mientras no podía evitar pensar que se trataba de una lunática igual que Trelawney.

-Fíjate... aquí cerca del borde.

-¿Qué se supone que debo ver?

-Trata de verlo tú -insistió ella.

-Solo veo una manchita deforme, al lado de otra mancha más grande...

-Está bien, pero ¿a qué se parecen ambas manchas? -lo animó ella.

Harry se concentró, sin lograr nada.

-A ver... no lo mires fijo -insistió ella sin desanimarse-. Concentra tu vista en otro punto, y mira las manchas con el rabillo del ojo, como si estuvieran al lado de lo que estás mirando...

Harry hizo lo que le pedía, sin resultado. Miró a Amanda con impotencia.

-No te desanimes, intentaremos otra cosa -dijo ella alegremente. Pensó unos instantes, mirando la foto. Luego pareció tener una idea y se paró a un par de metros de Harry, poniendo la fotografía entre ella y el chico, con la imagen mirando hacia él.

-Ahora, mira en dirección a la fotografía, pero no te concentres en ella. Más bien, mira un punto detrás de la fotografía. Mírame a mi por ejemplo.

Harry lo intentó unos minutos. Le resultaba difícil.

-Relájate, y mira la fotografía, tratando de desenfocar un poco la imagen.

Harry hizo como Amanda le decía, y de pronto se sorprendió al ver que ciertas manchas parecían sobresalir, con formas bien definidas. Producto del nerviosismo, miró la imagen fijamente, y de inmediato las figuras volvieron a desaparecer, volviendo a verse como manchas.

-Es como esas imágenes en tres dimensiones -comentó animadamente Harry, recordando un libro que había visto en casa de tía Marge, en una insoportable visita a su casa cuando tenía 8 años. En ese libro había fotografías en las que se podía ver imágenes en tres dimensiones, si uno las miraba de un modo en particular.

Amanda, que no sabía nada de esa técnica muggle, lo miró con curiosidad.

-No sé de qué me estás hablando -comentó ella. Luego continuó sin darle importancia:- Pero parece que pudiste ver algo. ¿Qué figuras viste?

-Solo logré ver algo durante unos segundos -contestó Harry, lamentando no haber conseguido ver las imágenes durante más tiempo.

-¿Y? ¿Qué te pareció ver? -lo animó ella.

-Creo que esa manchita pequeña se parecía a una hormiga...

-¡BIEN! -le gritó ella-. Lo lograste, Harry.

Animado por el éxito, Harry continuó mirando desenfocadamente la taza de la fotografía. Al principió, le costó volver a lograrlo, pero al cabo de varios intentos, logró volver a ver la hormiga. Luego distinguió que la figura que se formaba junto a la hormiga era un rayo.

A medida que iba viendo cosas, Amanda las iba anotando con su infantil escritura en un pergamino que encontró sobre la mesa.

-Aquí... aquí hay una serpiente... pero tiene unos hilos verticales que se juntan en esa línea horizontal...

-A ver -se acercó Amanda, y comenzó a mirar las manchas que Harry le indicaba, consultando el libro de tanto en tanto-. Si, es una serpiente. Y los hilos unidos en una línea superior indican que se trata de una marioneta, probablemente un servidor. La serpiente simboliza alguien, o algo, en lo que no se puede confiar. Y la marioneta se relaciona con un servidor, alguien que obedece órdenes. Probablemente significa que, quien bebió la taza de café, tiene un servidor en el que debe desconfiar.

Harry la miraba anonadado, por la forma en que lograba ver dos figuras en la misma mancha, y unir sus significados. 'Amanda será la delicia de Trelawney, si viene a Hogwarts y toma Adivinación...' pensó divertido.

-¿Y la hormiga?

-La hormiga simboliza el trabajo -leyó la niña en el libro-. Y el rayo tiene relación con el destino y las oportunidades.

-¿Tal vez la persona va a tener una nueva oportunidad de trabajo? -interpretó Harry.

-O bien, significa que la persona deberá trabajar para crear, o aprovechar, las oportunidades -agregó la niña pensativa-. Quién sabe...

-Qué complicado... -comentó Harry desanimado.

-Fíjate en esa mancha de ahí -dijo la niña indicando otra zona de la taza- . Creo que es un casco...

-Si... dijo Harry mirando del modo que acaba de aprender-. Y eso que parece enterrarse en él es una espada ¿verdad?

-Si, tienes razón -confirmó la niña. Luego consultó el libro-. El casco simboliza la guerra y la protección, según indica este libro. Y la espada... -recorrió las páginas siguientes, hasta encontrar lo que buscaba- la justicia.

Harry cerró los ojos, mareado. Aunque lograba poner ambas palabras juntas, no lograba entender a qué se podía referir la taza.

-Creo que quien haya bebido esta taza de café, tiene peleas en el futuro. Un conflicto entre dos partes, quién sabe... Tal vez vaya a tener un pleito legal. O bien en su guerra hay un lado que es justo, y el otro no... Por la forma en que la espada parece enterrarse en el casco, creo que esa persona debería cuidarse de la justicia.

-Probablemente -dijo Harry sin saber qué agregar. Si al menos supieran de quien era esa taza, esos símbolos serían más fáciles de interpretar...

-Mira, aquí hay una manzana -continuó la niña-. Busca en el libro lo que significa.

Harry comenzó a buscar de mala gana, ya que a pesar de lo interesante que resultaba todo eso, le dolía la cabeza.

-Significa pecado, conocimiento o vanidad. Dice que hay que interpretar según el contexto -explicó Harry después de leer-. Mejor paremos aquí, ¿si? Estoy cansado.

-Está bien -dijo la niña entregándole la fotografía. Harry la tomó, y volvió a ponerla en la página que estaba cuando encontró el libro. Luego lo dejó sobre la mesa.

-¿Me ayudas a encontrar mi pelota saltarina? -le dijo la niña cambiando de tema.

-Está bien -dijo Harry sin gran entusiasmo-. ¿Cómo es?

-Roja, con manchas verdes y amarillas, y así de pequeña -agregó ella haciendo un gesto con la mano que indicaba que la pelota debía de medir unos tres centímetros de diámetro.

Ambos se pusieron a buscar en el suelo, y finalmente la encontraron debajo de un armario (también había podido atravesar la barrera).

-¿Y ahora que hacemos? -preguntó ella.

-Esperar que Snape venga a buscarme -contestó Harry encogiéndose de hombros-. No tenemos como salir de aquí.

-Ah -contestó desanimada la niña-. ¿Y en cuanto tiempo vendrá?

-No lo sé -contestó Harry, temiendo que a Snape se le olvidara por completo, pero sin atreverse a decírselo a la niñita frente a él.

-Tal vez tía Minerva venga -lo animó ella.

-Tal vez... -contestó Harry, aunque dudaba que McGonnagal supiera siquiera donde se encontraba el laboratorio de fotografías. Y aunque lo supiera, ¿cómo podía adivinar que su sobrina se encontraba ahí? De pronto recordó el encuentro del día anterior-. Amanda... ¿Por qué llamaste a Snape "Snake" ayer?

La niña se rió maliciosamente.

-¿Si te lo cuento, no se lo dices a nadie?

-Prometido -la animó él.

-Es que escuché a mi tía comentar que ese profesor Snape, por la forma que tiene de hablarle a los demás, parece tener colmillos en vez de dientes, y que podría llamarse Snake, en vez de Snape. Cuando le comentó eso a mi mamá, yo estaba escondida escuchando. Creo que se sorprendió mucho ayer en la biblioteca... debe haber entendido que escuché su conversación, aunque no me comentó nada cuando volvimos a casa, como yo temía.

Como no tenían nada que hacer (Harry no quería volver a trabajar en la bodega de fotos, ya que ahora que no tenía su varita el trabajo era lento y tedioso), Amanda se dedicó a preguntarle sobre Hogwarts. El joven le contó como era todo, respondiendo a todas sus preguntas, salvo la del modo en que los alumnos eran seleccionados en las casas. Aunque la chica insistió, se rehusó a revelarle ese secreto, insistiendo que cuando entrara lo descubriría.



Snape contemplaba satisfecho el contenido de una pequeña botella de vidrio, antes de guardarla en un cajón secreto del escritorio de su laboratorio personal. Luego levitó la camilla con el todavía inconsciente cuerpo de Black hacia la enfermería, al igual que la caja que contenía todo su "arsenal" para primeros auxilios muggles y algunas pociones.

Ya en la enfermería, levitó al hombre hacia una cama, y lo dejó caer con muy poca suavidad. Luego apuntó con su varita al cuerpo.

-¡Enervate!

Black volvió lentamente en si, y una mueca de dolor atravesó su rostro. Luego abrió los ojos y contempló el lugar en el que se encontraba, hasta detenerse finalmente sobre el mago que se encontraba parado a su lado. Una mueca de desagrado vino a agregarse a la de dolor.

-Contento de verme -se burló Snape con aire de superioridad.

-Oh, Cállate -respondió el otro, fastidiado-, y llama a una persona responsable.

Snape miró para un lado, luego para el otro, de un modo histriónico.

-¿A quién quieres que llame, Black? A aquella cama, a aquel velador, o tal vez a esa mesita con ruedas? -preguntó con inocencia.

-Estúpido... -murmuró Black, quién tenía dificultades para respirar producto del dolor-. Llama a Dumbledore. ¿Llegó de Francia la señora Pomfrey?

-No ha regresado todavía, y Albus está ocupado. De hecho, fue él mismo quien me pidió que me hiciera cargo de tus restos... -se rió Snape.

-¿Qué él QUEEE? -gritó Sirius mientras trataba de pararse.

-Quédate quieto, pedazo de imbécil. ¿No te das cuenta que estás herido?

-TÚ, no vas a venir a decirme imbécil A MI, ni menos a darme órdenes -le respondió Sirius tratando infructuosamente de levantarse.

-¡Petrificus totalus! -lanzó Snape antes de que el otro pudiera levantarse- . Eres igual de porfiado que tu ahijado. A ver si ahora que estás quieto, puedo hacer algo por esa herida que tienes.

N/A: la simbología de la taza de café y su interpretación está inspirada en la del alethiometer, de "His Dark Materials" (de Philip Pullman). Un libro (trilogía) muy entretenido.