Disclaimer habitual. Gracias a Francia, y a su sentido común.
Hedwig : Me he demorado en subirlo, pero ya está aquí el capítulo 22. Sirius y Harry se ven en este capítulo, espero que lo disfrutes ^_~
Klozz : Gracias por dejarme un review de todos modos :-) Mi fanfiction solo abarcará el verano. ¿La relación de Snape y Sirius? ¿Están relacionados esos dos? Jajaja. Ya verás... muy pronto (no en este capítulo, lo siento). Harry y Draco se hacen esas mismas preguntas. Lo que ocurrirá, solo el futuro puede decirlo. Aunque yo creo, que una vez que se alejen y vuelvan luego a clases, ya no serán tan amigos. Su amistad nació de una necesidad del momento. Fue circunstancial, y no tanto por una real avenencia. Creo que serán civiles el uno con el otro, pero nunca íntimos.
Naiko : ¿La taza de café? Jajaja, ya se sabrá. No es tan complicado. Alguien ya le acertó ^_^ ¿Te gustaría ver más interacción Sirius-Snape? Lo tendré en consideración. Y si, Amandita, para disgusto de su tía, se siente atraída por la adivinación.
Ariadna Potter : Gracias por tu review. Trataré de apurarme más. Pero tengo poco tiempo y ahora tengo que compartir el pc con mi hermana ¬_¬
Moryn : ¡Guau! Gracias... *vero jimenez se sonroja*. Lo que piensen Ron y Hermione, no sé. Creo que ella lo entenderá. No se Ron... No creo que a Draco lo vayan a cambiar de casa por haberse hecho amigo de Harry. A lo más, lo van a mirar raro sus compañeros. No, la prima no se va a llevar a Harry también :-(
Ana Sofía : jajaja ^_^
V!rU§ P@()LÅ : ¡me alegro de que te guste! Y ojalá que tus ganas de escribir aumenten :)
Capítulo 22 Una triste despedida
Draco se miraba nervioso las manos, mientras miraba de reojo a la joven mujer que se encontraba parada, en la oficina de Dumbledore. No sabía qué decir, y temía que su nerviosismo lo traicionara si abría la boca. Ella lo miraba, divertida.
-¿Y? ¿Qué opinas Draco? -le preguntó sonriendo el anciano, con ese brillo que tenían a veces sus ojos.
-Yo... -fue todo lo que salió por la boca del chico.
-Creo que Draco necesita tiempo para pensarlo -respondió Laure por él, mientras caminaba y se paraba a sus espaldas, poniéndole las manos en los hombros-. ¿Qué tal si lo piensas bien, y nos respondes mañana?
El muchacho cerró los ojos confundido. ¿Pensarlo? No tenía nada que pensar. Su prima parecía una persona muy agradable, y parecía deseosa de hacerse cargo de él. Y era tan... linda. Draco tragó saliva. En qué estaba pensando, debía ser mucho mayor que él. Descartó esos pensamientos de su cabeza. Deseaba irse a vivir con Laure. Y, de todos modos, no tenía otro lugar adonde ir. No podía quedarse eternamente en Hogwarts, y de todos modos su padre ya había autorizado legalmente aquel "arreglo", según los papeles que Dumbledore le acababa de mostrar. 'Pero tú tienes la última palabra', le había dicho el anciano, mirándolo seriamente. ¿Para qué le había dicho eso? Si ellos ya tenían todo planeado... No tenía otra opción, ni tampoco deseaba buscarla, fue a la conclusión a la que llegó finalmente.
-No, claro que quiero ir a vivir con usted -dijo Draco finalmente.
De inmediato sintió el peso de su prima en la espalda, que se había inclinado sobre su silla para abrazarlo, mientras Dumbledore sonreía satisfecho.
-Me parece excelente, Draco -afirmó el brujo poniéndose de pie.
-Si, Draco -sintió la voz de su prima en su oído-. Vamos a pasarlo muy bien juntos, ya verás.
-¿Y cuando nos iremos? -preguntó Draco, sin saber qué decir, pero sintiendo que también debía decir algo.
-¡Hoy mismo! -declaró con entusiasmo Laure.
-Está bien -dijo Draco sonriendo, a pesar de que sentía una pena inexplicable en el estómago. Aunque llevaba muy pocos días en Hogwarts, sentía algo extraño, al saber que esa noche dormiría en otra parte, y que ya no estarían ni Harry ni Snape. Se sorprendió a si mismo, sintiendo que los extrañaría. Pero al mirar a Laure, que le sonreía, que lo abrazaba de ese modo tan... maternal..., sentía una alegría frente al futuro.
De pronto, Draco se dio cuenta de que Dumbledore lo observaba de un modo evaluador, con esa chispa de inteligencia del que ve más allá.
-Bueno Draco, supongo que quieres ir a despedirte de Harry y del profesor Snape -le dijo el brujo mientras caminaba hacia la puerta de su despacho.
-Si.
-Entonces vamos todos, que quiero ver como está el encargo que le hice a Severus -dijo Dumbledore abriendo la puerta.
-Si es que Severus no lo ha matado... -murmuró Laure en el oído del brujo que sostenía la puerta (de modo que Draco jamás escuchó eso), riéndose mientras salía.
Draco salió detrás de ella, perdido en sus pensamientos.
Amanda y Harry se sobresaltaron cuando vieron aparecer a Snape por el muro. Con un movimiento de su varita, la invisible barrera había desaparecido (o eso supusieron los muchachos, ya que ¿para qué otra cosa habría hecho aquella floritura?).
-Creo haberte dicho que te quedaras en la bodega, Potter -le dijo el brujo cruzando los brazos.
-Quiero ver a Dumbledore -le respondió Harry de mal modo.
-Buenas tardes profesor Snape -lo saludó Amanda al mismo tiempo, molesta al no ser tomada en cuenta.
-Ya vi que estás también aquí, niña. ¿Dónde está Minerva? -le preguntó Snape levantando una ceja.
-No lo sé -respondió Amanda encogiéndose de hombros-. La última vez que la vi estaba en su despacho.
-YO ME VOY A VER A DUMBLEDORE -dijo Harry molesto, mientras se dirigía hacia la salida.
-NO RECUERDO HABERTE DADO PERMISO PARA SALIR, POTTER -le dio Snape tomándolo de un brazo.
-¿Y yo ya me puedo ir, profesor Snape? -preguntó tímidamente Amanda, mientras miraba un poco asustada al brujo.
-Te acompañaré a buscar a tu tía. De todos modos tengo algunas cosas que decirle... -le respondió Snape, mientras soltaba a Harry.
Harry se quedó parado, frotándose el brazo.
-Acompáñame -le dijo Snape a la niña-. Tu también, Potter.
Los tres se fueron hacia el despacho de McGonagall, en silencio. Pero antes de que llegaran allá, escucharon a la bruja llamando a su sobrina desde un pasillo lateral.
-¡Tía! -gritó Amanda corriendo a sus brazos.
-¡Amanda! ¿Y donde te habías metido? -le preguntó ella molesta.
-Estaba metida en MI laboratorio de fotografías -respondió Snape por ella, en el tono más ácido que reservaba para su colega-. ¿Me puedes explicar que hacía TU sobrina AHÍ, MINERVA?
-Llegué ahí por accidente, tía -se defendió Amanda.
-No tienes por que alterarte, Severus -le respondió McGonagall molesta-. ¿Acaso te hizo algo?
-Ella no hizo nada -intervino Harry.
-¡Tu te callas, Potter! -le ladró Snape. Luego, dirigiéndose a su colega agregó con burla-. No alcancé a verificar... Pero si encuentro que me tomó algo, te vas a enterar.
McGonagall lo miró de mal modo y, tomándole la mano a su sobrina, respondió:
-Estoy segura de que Harry tiene razón, y Amanda no te hizo nada. Así que si nos disculpas, nosotras ya nos vamos. Adiós Severus -se despidió frunciendo el ceño. Luego agregó, en un tono comprensivo:- Adiós Harry.
-Adiós Harry. Adiós señor profesor Snape -se despidió Amanda, mientras seguía a su tía.
Harry las contempló alejarse, esperando poder ver a Amanda nuevamente. ¿Cómo sería tener una hermanita? Ron tenía una y, aunque peleaban mucho, sabía que se querían. Amanda le había comenzado a caer bien, y por unos segundos deseó irse caminando con ella y con McGonagall. Pero una voz que conocía muy bien lo devolvió bruscamente a la realidad.
-¿Se te perdió algo en este pasillo, Potter? -preguntó Snape suavemente.
-No. ¿Puedo ir a ver al profesor Dumbledore ahora? -preguntó Harry, en el mismo tono suave y burlón. La expresión del mago adulto cambió al instante. Sus ojos parecían carbones encendidos.
-No te atrevas a burlarte de mi, muchacho -le murmuró Snape, con su cara a pocos centímetros de la de él- o la pagarás caro.
Harry tragó saliva, y Snape sonrió.
-Así me gusta -continuó Snape, satisfecho por el efecto logrado-. Ahora sígueme.
-¡Pero quiero hablar con Dumbledore! -insistió Harry, a pesar del miedo que sentía.
-¡Sígueme, Potter! Si no quieres que te obligue...
Harry comenzó a caminar. Al cabo de unos minutos, cuando acababan de doblar en una esquina, y viendo que no iban en dirección al despacho de Dumbledore, ni a las mazmorras, Harry se atrevió a insistir.
-¿Señor?
-Y ahora que pasa, Potter -preguntó Snape molesto, sin detenerse.
-¿Adonde vamos?
-A la enfermería.
-¿Por qué no quiere que hable con Dumbledore?
En ese momento Snape se detuvo, y se giró bruscamente, para quedar mirando a Harry a los ojos.
-Yo no he dicho eso, Potter.
-¡Pero no me deja ir a hablar con él!
Snape se rió despectivamente y, dándole la espalda, continuó caminando mientras decía:
-El mundo no gira en torno a ti, Potter. Aunque te cueste aceptarlo, los demás tienen otras cosas que hacer que preocuparse por la tormentosa vida del famoso Harry Potter.
-¡PUES ME DA LO MISMO LO QUE USTED PIENSE DE MI, Y DE MI VIDA! -le gritó Harry-. ¡YO ME VOY A BUSCAR A DUMBLEDORE! -y diciendo eso se volvió y se fue corriendo en dirección opuesta.
Pero acababa de dar vuelta a la esquina donde aquella conversación había comenzado, cuando chocó con un inmenso bulto que antes no estaba ahí. Con el impacto se le cayeron las gafas. Cuando las recogió y se las puso, notó que aquel bulto lo miraba, con una sonrisa divertida en el rostro. Era Dumbledore. Y detrás de él, iban Draco y una mujer que no conocía, conversando.
-¿Qué haces solo, Harry? -le preguntó Dumbledore sonriendo, aunque en el tono en que hizo la pregunta se notaba cierto enfado.
-Yo... lo estaba buscando -contestó Harry, un poco confundido y avergonzado. ¿Lo habría escuchado gritando?
En ese momento sintió una mano en su hombro.
-Estaba conmigo, Albus -dijo Snape-. Ibamos a la enfermería justamente.
-Profesor, mi padrino... -interrumpió Harry antes de que Snape se lo volviera a llevar.
-Si, anda a verlo -le sonrió Dumbledore-. El profesor Snape te va a acompañar.
Harry lo miró confundido, luego miró a Snape, y luego volvió a mirar a Dumbledore.
-¿Mi padrino está en la enfermería?
-Si Potter -le respondió Snape, mientras Dumbledore asentía con la cabeza- . Ahora vamos.
Harry lo siguió, rápidamente esta vez.
Sirius se encontraba parado mirando por la ventana, cuando Harry y Snape entraron.
-¿Qué haces fuera de la cama, Black? -preguntó Snape.
Sirius no le hizo caso, mientras abría con algo de dificultad sus brazos para recibir a su ahijado.
-Hola Sirius -lo saludó Harry mientras lo abrazaba-. ¡Tenía tanto miedo de que hubieras... de que te hubieran...
-Estoy bien, mi niño -lo interrumpió Sirius, mientras lo abrazaba con el brazo que tenía bueno.
-Black, deja de hacerte el payaso y vuelve a la cama, que la herida se te puede volver a abrir -insistió Snape.
Viendo que seguían sin hacerle caso, se acercó a Sirius y le tocó el hombro herido para llamar su atención.
-¡Hay! -gritó Sirius alejándose de él-. No me toques ahí, Snape.
-Entonces vuelve a la cama -dijo Snape sacando su varita.
-Te encanta darte importancia, ¿no? -dijo Sirius irónicamente, mientras caminaba hacia la cama que estaba deshecha-. Disfrutas teniendo poder. Siempre lo quisiste, y cuando no te resultó con Voldemort, te acercaste a Dumbledore...
-No hables de lo que no sabes -murmuró Snape mientras lo seguía apuntando con la varita.
-Supongo que por eso quisiste ser profesor -continuó Sirius sin hacerle caso, mientras se metía a la cama-. Te gusta dar órdenes, y que te obedezcan...
En ese momento entraron Dumbledore y Laure a la enfermería. Harry pensó que era una suerte, ya que por la cara de Snape, parecía dispuesto a lanzarle una cruciatus a su padrino.
-¿Cómo te sientes Sirius? -le preguntó Dumbledore.
-Bien -respondió Sirius, mirando para otro lado.
-Veo que hiciste un buen trabajo, Severus -comentó Dumbledore, sin hacer caso al tono con el que Sirius le había respondido. Luego comentó dirigiéndose a Harry:- Sale un rato al pasillo, que nosotros tenemos algo que conversar. Draco está ahí. No se alejen mucho.
Harry, en vez de responder, se acercó más a su padrino.
-Anda... -lo animó su padrino viendo que Harry no quería dejarlo. Harry lo miró, y luego salió.
En el pasillo se encontró a Draco, tal como Dumbledore le había dicho.
-¿Qué hay ahí adentro, que no me dejaron entrar? -preguntó Draco con curiosidad.
-Nada -respondió Harry encogiéndose de hombros, para luego cambiar rápidamente de tema:- ¿Qué quería hablar Dumbledore contigo?
Draco suspiró, y miró para otro lado. Tenía sentimientos encontrados. Por una parte estaba feliz de que su situación se hubiera arreglado, y de tan buena manera. Laure le había gustado mucho, a pesar de que nunca antes la había visto. Y estaba seguro de que con ella lo pasaría muy bien. Pero, por otra parte, sentía un poco de nostalgia de dejar a su nuevo amigo. Ahora se daba cuenta de que extrañaría a Potter. Tenía deseos de alejarse de Laure, un rato, para atrasar lo más posible la inevitable despedida.
-No tengo muchas ganas de quedarme aquí, en el pasillo. ¿Y si caminamos un rato?
-Dumbledore dijo que no nos alejáramos -respondió Harry dudoso. Draco se rió.
-Bajemos hasta el parque, tengo ganas de tomar aire.
-Pero...
-¿Qué podría pasar? Solo estaremos un rato. ¿De qué tienes miedo?
-¡No tengo miedo! -se defendió Harry-. Es solo que no quiero darle motivos a Snape para que nos deje encerrados. Yo al menos, creo que hoy lo he sacado demasiado de sus casillas...
-No te va a decir nada delante de Dumbledore -se rió Draco-. No te preocupes...
Y diciendo esto, Draco se fue caminando por el pasillo. Harry lo siguió. Por varios minutos caminaron sin hablar, hasta que Harry interrumpió el silencio:
-¿Y quién es esa mujer tan bonita, con la que estaba Dumbledore? -preguntó Harry con curiosidad.
-Una prima -contestó Draco.
-¡No tenía idea que Dumbledore pudiera tener una prima tan joven! -se sorprendió Harry.
Draco se detuvo, riendo. Habían llegado a la entrada del castillo.
-¡Es una prima MIA! No de Dumbledore... -dijo abriendo la pesada puerta.
-Guau, que suerte tienes -se rió Harry saliendo-. ¿Y como se llama?
-Laure Walters.
-¿Y porqué vino? -preguntó Harry, temiendo de pronto la respuesta. Draco no respondió. Miró un árbol que mecía sus ramas al viento, cerca de la cabaña de Hagrid.
-¡Una carrera hasta aquel árbol! ¿qué te parece? -gritó entusiasta. Y sin esperar la respuesta de Harry, echó a correr en esa dirección.
Harry lo siguió, y pronto lo alcanzó. Aunque ambos trataban de ir rápido, las heridas de sus pies no estaban todavía del todo bien.
Cuando llegaron al árbol, ambos al mismo tiempo, Draco comenzó a trepar. Harry lo miró por unos segundos, y comenzó a trepar detrás de el.
Ambos se sentaron, recuperando el aliento.
-¿Y? ¿Me vas a decir a qué vino tu prima? -le preguntó Harry finalmente. Draco miró para otro lado. Ya no podía seguir evitando lo inevitable.
-Vino a buscarme. Me voy a vivir con ella -respondió Draco evitando mirar a Harry.
-Que suerte tienes -lo animó Harry, aunque estaba consciente de un vacío que comenzaba a ocupar su estómago.
-¿Verdad que si? -se rió Draco.
-Claro, es muy bonita. Ojalá yo también tuviera una prima así, que me invitara a vivir con ella... -contestó Harry un poco triste.
-¿No le has preguntado a Dumbledore si tienes algún pariente, aparte de los tíos esos con los que vives? Fue él quien contactó a Laure... ¡Yo ni la conocía! -le dijo Draco, tratando de darle ánimo. Harry suspiró, pensando en su padrino. No podía contarla a Draco...
-No es tan fácil -respondió finalmente. Y no lo era. ¿Qué pensaría Sirius, si le pidiera a Dumbledore que le buscara otros parientes para vivir con ellos? Probablemente no se lo impediría, aunque se pondría triste al ver que su ahijado ya no esperaba irse a vivir con él. Pero, por otra parte, Colagusano no estaba próximo a aparecer. Y sin eso, su padrino seguiría siendo un prófugo de la justicia. Y, viendo la suerte de Draco, Harry no pudo evitar pensar en lo feliz que sería viviendo con algún pariente que lo quisiera. ¿Acaso ninguno de sus padres tenía otros hermanos, primos, tíos, o lo que fuera?
-¿Por qué no se lo pides? -insistió Draco (con la mejor de las intenciones)-. Dumbledore tiene muchos contactos. Seguro que conoce a algún pariente, de alguno de tus padres.
-Tal vez -contestó Harry pensativo. Luego cambió de tema:- ¿Y adonde vivirás con tu prima?
-¿Me vas a creer que no le he preguntado? -se sorprendió Draco-. Por lo que entendí, vive en un departamento, pero no tengo idea donde.
-Donde sea, al menos no tendrás que seguir durmiendo en una mazmorra, ni aguantando a Snape.
-Si. ¡Aunque todavía no sé como será vivir con mi prima! -se rió Draco, tratando de mantener alegre el tono de la conversación.
-No creo que pueda ser peor que Snape...
-No, supongo que no -admitió Draco.
-Ni la señora Pomfrey...
-¡Eso espero!
-¿Qué edad tiene? -preguntó Harry-. Parece joven.
-No se lo pregunté, pero no creo que tenga más de treinta.
-Parece agradable. Creo que serás muy feliz con ella.
-Espero... -contestó Draco dudoso, temiendo de pronto que sus padres, o Voldemort, intentaran algo una vez que estuviera fuera de Hogwarts.
-¿Tienes miedo por tus padres? -preguntó Harry adivinando.
-Un poco.
-Dumbledore no habría contactado tu prima, si no confiara en ella. Solo tienes que tener cuidado.
-Tienes razón. Además, no puedo estarme escondiendo de ellos siempre -respondió Draco, aunque por dentro, temía que Voldemort pudiera intentar cualquier otra cosa en su contra. Se sentía terriblemente vulnerable, ahora que pronto llegaría a un lugar desconocido, donde viviría con alguien que le acababan de presentar. Donde tendría que cuidarse de sus propios padres, y del mago tenebroso más poderoso que conocía. Al que había soñado servir por años. Todo le parecía tan lejano ahora... De pronto se dio cuenta de lo mucho que su vida había cambiado en tan solo unos pocos días. Ahora se encontraba subido en un árbol, hablando con Harry Potter, considerándolo un amigo, tratando de dilatar la despedida.
-Draco... -dijo Harry de pronto, sacando a su amigo de sus pensamientos-. Te voy a extrañar.
-Yo también -afirmó Draco, francamente-. Pero nos veremos en tres semanas más, el 1º de septiembre.
-¿Qué ocurrirá entonces? -preguntó Harry dudoso. Por un lado estaban Hermione y Ron. Temía la reacción de sus amigos cuando les dijera que Draco era su amigo. Y por otro lado estaban los amigos de Draco. ¿Cómo reaccionarían ellos? Estando los dos solos en Hogwarts, había sido fácil entablar una amistad, a pesar de ser un Gryffindor y un Slytherin. Pero con el colegio lleno de gente, se vería extraño.
Draco, quien había estado pensando más o menos lo mismo que Harry, respondió encogiéndose de hombros:
-Ya veremos. Supongo que muchas cosas cambiarán para mi este año, ahora que ya no vivo con mis padres.
Se quedaron un rato en silencio, con la mirada perdida en el paisaje. El bosque prohibido a sus espaldas parecía silencioso y tranquilo. Nadie que lo viera podría adivinar que estaba poblado de pavorosas criaturas. El lago, se veía tranquilo y brillante, con su superficie tranquila como un espejo en ese día sin viento.
Ninguno de los chicos recordó que no habían almorzado. A ninguno se le ocurrió que tal vez llevaban demasiado tiempo fuera, y que podrían estarlos extrañando. De pronto, el anillo de Harry comenzó a calentarse, haciendo que volviera bruscamente a la realidad.
-Creo que tenemos que volver, Draco -le dijo preocupado, mientras intentaba sacarse el anillo. Pero sus intentos eran infructuosos, ya que sentía que le quemaba todavía más al tirarlo.
-¿Qué te pasa en la mano? -preguntó Draco preocupado.
-N...nada. Volvamos ¿Quieres?.
Ambos comenzaron a bajarse del árbol. Apenas habían llegado al suelo, cuando vieron tres personas y un perro negro que corrían hacia ellos. Les bastó mirar sus caras (y escuchar el gruñido del perro en el caso de Harry) para saber que estaban en problemas.
'Que desagradable no poder estar solo ni media hora, que ya arman un escándalo', pensó Harry molesto. Por un momento deseó estar en el lugar de Draco, que se iría ese mismo día con su prima. En cambio él, tendría que aguantarse la bronca de su padrino, de Dumbledore, y de Snape. Este último era el que más le preocupaba. Nada parecía indicar que ya no lo dejarían con él. Y después de las discusiones que habían tenido ese día, esta desaparición no arreglaría nada. Y ya no estaría Draco. 'Tal vez ahora Sirius me lleve con él, o se quede aquí conmigo', pensó Harry esperanzado. Miró al perro negro, y bajó rápidamente la vista lamentando haberlo hecho. Su padrino parecía furioso.
-¿Qué hacen aquí afuera? -preguntó Dumbledore tranquilo, aunque su cara delataba que estaba enojado.
-Yo quería tomar aire, y despedirme de Harry -respondió Draco rápidamente- . No fue su culpa, yo quería salir al parque antes de irme, y le pedí que me acompañara.
Harry lo quedó mirando. Draco de verdad había cambiado.
-Y Potter amablemente accedió -dijo sarcásticamente Snape-. Tratándose de infringir reglas, siempre es el primer voluntario.
-¡Solo salimos un rato! No tienen para qué armar tanto escándalo -se defendió Harry, cada vez más molesto.
-Es por la seguridad de ustedes -intervino Dumbledore. Harry lo miró, y bajó nuevamente la vista. Se sintió de pronto un poco avergonzado. Dumbledore, además de parecer molesto, parecía muy decepcionado.
-Hablaremos de esto, Potter... -le dijo Snape. Harry tragó saliva, y miró a su padrino, quien le gruñó como diciendo "ni esperes que te defienda". Para espanto de Harry, Dumbledore tampoco dijo nada. Al parecer, si se quedaría con Snape, y a nadie le importaba un comino lo que ese brujo le hiciera.
-Nosotros también hablaremos, Draco -intervino por primera vez Laure-. Vamos a dejar las cosas bien claras a partir de hoy. Si a ti no te importa que te ocurra algo, a mi si.
Draco bajó la vista, y por su cara, Harry pudo ver que también estaba preocupado.
-Bueno, creo que es mejor que vayamos a almorzar -dijo Dumbledore, para poner fin a aquella incómoda situación.
Todos comenzaron a caminar en silencio hacia el castillo. Harry, disimuladamente, trató de acariciar a su padrino en la cabeza. Pero apenas apoyó la mano, el perro le lanzó un mordico que, si bien ni lo tocó, hizo que retirara rápidamente la mano. Al parecer, "Hocicos" estaba más molesto de lo que había creído. El perro se alejó de él cojeando (la herida en el hombro le dolía), para ir a caminar al lado de Dumbledore.
Harry suspiró. Que escándalo armaban. ¡Si solo había salido al parque unos minutos! No podía ser tan terrible. Era paradójico que lo cuidaran tanto de Voldemort, siendo justamente él el único al que aquel mago no había conseguido matar. Aunque había estado a punto, al final del torneo de los tres magos... 'Tal vez si debería cuidarme más', pensó Harry.
El almuerzo transcurrió en un ambiente un poco tenso, en el que los chicos prácticamente no hablaron. Les hubiera gustado poder conversar un poco en esa última comida juntos, pero la presencia de los adultos los cohibía. Ni hablar de jugar con la comida...
Laure y Draco partieron poco rato después. Draco se despidió de Harry, y le prometió mandarle una lechuza.
-Ánimo, solo faltan tres semanas para que empiece el colegio. Verás que todo volverá a la normalidad cuando las clases ya hayan comenzado. Ya no tendrán tiempo de vigilarte todo el día -se rió Draco, tratando de alentarlo-. Solo aguanta estos días, y trata de no meterte en problemas.
Harry solo sonrió débilmente, se sentía incapaz de contestar.
La tarde encontró a Harry en la enfermería, haciéndole compañía a su padrino. Habían conversado bastante rato. Sirius estaba enojado, pero por sobre todo, preocupado. Temía perderlo. Después de argumentar un rato, pidiendo un mínimo de libertad, Harry había aceptado "portarse bien", no sin antes reclamar que dejaran de tratarlo como si fuera un niño. También aprovechó para decirle a su padrino como se sentía. Le habló francamente de su soledad, su aburrimiento, su falta absoluta de libertad.
-Este es un mal momento, pero ya va a pasar -lo animó su padrino-. Solo ten paciencia.
-¿Hasta cuando? ¿Hasta que Voldemort muera? -se burló Harry con pesadumbre.
-Sé que es difícil -contestó su padrino abrazándolo como pudo, sentado en la cama y con su hombro herido-. Pero por ahora no estamos seguros de qué es lo que puede intentar. Ni siquiera sabemos cuanto de su antiguo poder a recuperado. Debemos estar preparados ante cualquier cosa, porque sabe que tú eres un peligro para él, y buscará eliminarte. Aunque Hogwarts y sus terrenos están protegidos, ninguna barrera o hechizo es totalmente infalible. Es por eso que no debes salir solo al parque, sobre todo si nadie sabe que estás ahí.
-Si sé...
-Esto es en serio, Harry -continuó su padrino-. Hoy, cuando no los encontramos, todos temimos lo peor. Debiste ver la cara de Snape... Aunque ese tipo me caiga mal, tengo que pedirte que seas considerado con él, y no lo hagas pasar esa clase de sustos.
-¿Hasta cuando me tendré que quedar con él? -preguntó Harry, triste. Sirius suspiró, apretando el abrazo.
-No lo sé, mi niño. No sabes como me gustaría que te pudieras quedar conmigo. Pero todavía tengo que estarme cuidando. De hecho, paso la mayor parte del tiempo en mi forma de animago, trabajando. Por ahora no tengo nada que ofrecerte.
-Pero... ¿Tiene que ser con SNAPE?
-Dumbledore confía en él.
-Pero tú... ¿Tú confías en él? -preguntó Harry. Sirius pensó unos instantes, antes de responder.
-Si. Aunque es una persona desagradable, y no te soporta, es un mago muy capaz. Es muy bueno en defensa, y no dejará que te ocurra nada.
-No lo soporto -se quejó Harry-. Hoy por ejemplo, sabía que estaba preocupado por ti, y no fue capaz de decirme que tú estabas vivo, y en la enfermería. ¿Por qué? ¿No podía decírmelo, para que me quedara más tranquilo?
-No sé que decirte, Harry. Snape es así. Es un espía... Por su trabajo está acostumbrado a dar lo menos de información posible. Esas manías se pegan, ¿sabes?
-Y tiene la manía de burlarse de mi, y de andarme amenazando todo el tiempo -continuó desahogándose Harry.
-Eso tienes que agradecérselo a los merodeadores -se rió Sirius con un poco de culpabilidad-. Te pareces a tu padre, y él no lo soportaba. Siempre fue un maldito reprimido. Y sus amenazas... es su modo de hacer que la gente haga lo que quiere. Supongo que piensa que si no lo hace, tú dejarás de tenerle miedo y harás lo que se te de la gana.
-Si sé que todo lo que me dices es verdad... ¡Pero es que no lo soporto! Es una tortura vivir con él. Y ahora que no está Draco, no sé que voy a hacer para que pase el día.
-Velo así, Harry: ahora que Draco no está, Snape tendrá menos miedo que te arrastre a hacer tonterías que te pongan en peligro. En general un joven solo se mete en menos líos que en grupo. Tal vez ahora se relaje un poco, y se comporte más amable.
-Lo dudo... Ya viste como me amenazó afuera.
-Y tenía razón -le dijo su padrino, soltándolo. Por un instante ambos se quedaron mirando-. Detesto decir esto, mi niño, pero si Snape te castiga, yo no voy a decir nada. Estás bajo su responsabilidad, y si no le haces caso...
Harry miró para otro lado, incómodo.
-Sirius... ¿No hay manera de que tu también te quedes aquí en Hogwarts? Al menos unos días -le pidió Harry esperanzado.
-Creo que a Albus no le molestará que me quede hasta mañana, mientras descanso. Pero me necesitan, Harry. Somos pocos, y el trabajo es mucho. El ministerio se niega a aceptar el retorno de Voldemort, y por lo tanto no contamos con su apoyo para nada. Laure es de los pocos aurores que aceptan trabajar con nosotros, a escondidas del ministerio.
-¿Laure es auror?
-Si, y muy buena. Supongo que por eso Dumbledore la buscó para que cuidara de Draco.
-Pero... ¿Y no puede Snape hacer tu trabajo, y tú quedarte aquí?
Sirius se rió.
-Sé lógico, Harry. Si Voldemort descubriera a Snape espiándolo, y buscando aliados contra él, sería su muerte. Y lo necesitamos, es muy importante. Debe mantener su fachada. Además, me necesitan a mi, porque soy un animago no registrado. Son contados con los dedos de mis manos las personas que saben mi secreto.
-¡Pero Voldemort sabe que yo estoy en Hogwarts, y que Snape también! ¿Por qué no sospecha de él entonces?
-Porque Voldemort piensa que Snape te cuida para mantener su fachada frente a Dumbledore, y ganar así su confianza. Voldemort necesita que su "contacto en Hogwarts" se mantenga cercano a Dumbledore, y no va a impedirle que haga lo que Dumbledore le pida. Aunque supongo que se muere de ganas de pedirle que te lleve para allá... No lo hace para no perder a su contacto. Le costaría mucho meter a otro mortifago a Hogwarts, para que espié para él, en las mismas narices de Dumbledore...
-Supongo que entonces no me queda otro remedio que aguantar a Snape. -suspiró Harry.
-No. Y te aconsejo que trates de no provocarlo.
-Como si fuera yo el que anda provocándolo... -se defendió Harry.
-Solo hazle caso, y no le respondas de mal modo. Finge sumisión, y verás que se tranquiliza un poco.
-Bueno, voy a tratar -prometió Harry, dudoso.
En ese momento entraron a la enfermería Dumbledore y Snape. Ambos venían muy serios. Habían estado conversando, afuera de la enfermería, y no habían podido evitar oír la conversación del chico y su padrino. Mientras Dumbledore había sonreído, ante la explicación de Sirius de "por qué Snape es como es", el profesor de pociones solo había mirado para otro lado, incómodo. Odiaba admitir que Black tenía razón. Le molestaba ver que entendía tan bien lo que le ocurría, a pesar de sus esfuerzos por mantener sus problemas ocultos. Severus Snape estaba también asombrado por todo lo que Harry había dicho. Sabía que el chico no lo apreciaba, y que le tenía un poco de miedo. Pero no imaginaba el horror que le causaba estar cerca de suyo. 'Tal vez he exagerado un poco', pensó. Se prometió tratar de remediarlo, ahora que era un hecho que tendría que aguantarlo por un tiempo. Pero lo más urgente ahora, era hablar con el padrino del chico. Necesitaba su apoyo.
-Harry, acompáñame -le dijo Dumbledore volviendo a salir, y sin esperar la respuesta.
Harry salió detrás, preguntándose preocupado que pasaría ahora. Miró disimuladamente a Snape. Parecía inasequible. Era imposible decir que pasaba por su cabeza en ese momento.
Una vez en el pasillo, Harry miró a Dumbledore. Estaba muy serio, y no sonreía.
-Harry, estuve conversando con el profesor Snape. Voy a ser bien franco. Me pidió que buscara otro lugar para que te quedaras.
Harry lo miró esperanzado, no pudiendo evitar sonreír. Rápidamente descubrió que hacerlo había sido una mala idea.
-No deberías reírte -dijo Dumbledore enojado.
-Lo siento... -dijo rápidamente Harry, poniéndose serio.
-Me costó convencerlo de que cambiara de idea, Harry. Yo le había prometido que tú cooperarías. Pero por lo que me contó, no le haces caso.
-Lo siento.
-Es que no basta con eso, Harry. No basta con que prometas, no cumplas, y luego digas que lo sientes.
Harry se quedó en silencio. No sabía como responder. Deseó que ese día acabara de una vez, ya estaba cansado de que le llamaran la atención. Al ver que no respondía, Dumbledore continuó:
-Finalmente llegamos a un acuerdo. El profesor Snape debe estar hablando con tu padrino en este momento.
Harry lo miró preocupado. ¿Qué se les había ocurrido ahora?
-El profesor Snape aceptó continuar cuidándote. Pero si vuelves a desobedecerle, o a contestarle, tu padrino te quitará tu escoba, y saldrás del equipo de Quidditch.
-¿¿¿QUÉ??? -gritó Harry, sintiendo como si un hipógrifo lo hubiera pateado en el estómago-. ¡NO PUEDEN HACERME ESTO! ¿QUÉ TIENE QUE VER MI ESCOBA, Y EL EQUIPO DE QUIDDITCH DE GRYFFINDOR, CON EL RETORNO DE VOLDEMORT Y MIS PROBLEMAS CON SNAPE?
-El profesor Snape, Harry.
-¡LO QUE SEA! -gritó Harry llorando-. No me pueden hacer esto...
-No va a pasar nada, si te portas bien.
-¡Pero él me odia! SIEMPRE está provocándome. ¡¡¡Estará FELIZ de lograr que salga del equipo de Gryffindor!!!
-Te equivocas, Potter -dijo Snape desde su espalda. Acababa de salir de la enfermería sin que el chico (que le daba la espalda a la puerta) lo notara. Harry se dio vuelta, furioso.
-ESTÁ CONTENTO, ¿VERDAD? ¡POR FIN VA A PODER VENGARSE DE MI! -le gritó, sintiendo que la cabeza le iba a explotar. Deseaba despertarse y encontrarse en Prive Derive, aunque tuviera que aguantar todo un verano a sus tíos.
-Si no paras de gritar, ni siquiera te voy a traer la escoba de vuelta de la casa de tus tíos -le dijo Sirius, que había salido detrás de Snape al escuchar el escándalo.
-Como me puedes hacer esto... -murmuró Harry, llorando.
-Yo no quiero que salgas del equipo, Potter -le dijo Snape en un tono neutro-. Todo depende de ti...
-Ahora que está todo claro, dense la mano -dijo Dumbledore para acabar la discusión, y dar por terminado el asunto.
Snape acercó la mano, y Harry, después de dudar unos segundos, le dio la mano. Si tenía que tratar de llevarse bien con él, más valía empezar de inmediato, para que no lo acusaran luego de mala voluntad.
Hedwig : Me he demorado en subirlo, pero ya está aquí el capítulo 22. Sirius y Harry se ven en este capítulo, espero que lo disfrutes ^_~
Klozz : Gracias por dejarme un review de todos modos :-) Mi fanfiction solo abarcará el verano. ¿La relación de Snape y Sirius? ¿Están relacionados esos dos? Jajaja. Ya verás... muy pronto (no en este capítulo, lo siento). Harry y Draco se hacen esas mismas preguntas. Lo que ocurrirá, solo el futuro puede decirlo. Aunque yo creo, que una vez que se alejen y vuelvan luego a clases, ya no serán tan amigos. Su amistad nació de una necesidad del momento. Fue circunstancial, y no tanto por una real avenencia. Creo que serán civiles el uno con el otro, pero nunca íntimos.
Naiko : ¿La taza de café? Jajaja, ya se sabrá. No es tan complicado. Alguien ya le acertó ^_^ ¿Te gustaría ver más interacción Sirius-Snape? Lo tendré en consideración. Y si, Amandita, para disgusto de su tía, se siente atraída por la adivinación.
Ariadna Potter : Gracias por tu review. Trataré de apurarme más. Pero tengo poco tiempo y ahora tengo que compartir el pc con mi hermana ¬_¬
Moryn : ¡Guau! Gracias... *vero jimenez se sonroja*. Lo que piensen Ron y Hermione, no sé. Creo que ella lo entenderá. No se Ron... No creo que a Draco lo vayan a cambiar de casa por haberse hecho amigo de Harry. A lo más, lo van a mirar raro sus compañeros. No, la prima no se va a llevar a Harry también :-(
Ana Sofía : jajaja ^_^
V!rU§ P@()LÅ : ¡me alegro de que te guste! Y ojalá que tus ganas de escribir aumenten :)
Capítulo 22 Una triste despedida
Draco se miraba nervioso las manos, mientras miraba de reojo a la joven mujer que se encontraba parada, en la oficina de Dumbledore. No sabía qué decir, y temía que su nerviosismo lo traicionara si abría la boca. Ella lo miraba, divertida.
-¿Y? ¿Qué opinas Draco? -le preguntó sonriendo el anciano, con ese brillo que tenían a veces sus ojos.
-Yo... -fue todo lo que salió por la boca del chico.
-Creo que Draco necesita tiempo para pensarlo -respondió Laure por él, mientras caminaba y se paraba a sus espaldas, poniéndole las manos en los hombros-. ¿Qué tal si lo piensas bien, y nos respondes mañana?
El muchacho cerró los ojos confundido. ¿Pensarlo? No tenía nada que pensar. Su prima parecía una persona muy agradable, y parecía deseosa de hacerse cargo de él. Y era tan... linda. Draco tragó saliva. En qué estaba pensando, debía ser mucho mayor que él. Descartó esos pensamientos de su cabeza. Deseaba irse a vivir con Laure. Y, de todos modos, no tenía otro lugar adonde ir. No podía quedarse eternamente en Hogwarts, y de todos modos su padre ya había autorizado legalmente aquel "arreglo", según los papeles que Dumbledore le acababa de mostrar. 'Pero tú tienes la última palabra', le había dicho el anciano, mirándolo seriamente. ¿Para qué le había dicho eso? Si ellos ya tenían todo planeado... No tenía otra opción, ni tampoco deseaba buscarla, fue a la conclusión a la que llegó finalmente.
-No, claro que quiero ir a vivir con usted -dijo Draco finalmente.
De inmediato sintió el peso de su prima en la espalda, que se había inclinado sobre su silla para abrazarlo, mientras Dumbledore sonreía satisfecho.
-Me parece excelente, Draco -afirmó el brujo poniéndose de pie.
-Si, Draco -sintió la voz de su prima en su oído-. Vamos a pasarlo muy bien juntos, ya verás.
-¿Y cuando nos iremos? -preguntó Draco, sin saber qué decir, pero sintiendo que también debía decir algo.
-¡Hoy mismo! -declaró con entusiasmo Laure.
-Está bien -dijo Draco sonriendo, a pesar de que sentía una pena inexplicable en el estómago. Aunque llevaba muy pocos días en Hogwarts, sentía algo extraño, al saber que esa noche dormiría en otra parte, y que ya no estarían ni Harry ni Snape. Se sorprendió a si mismo, sintiendo que los extrañaría. Pero al mirar a Laure, que le sonreía, que lo abrazaba de ese modo tan... maternal..., sentía una alegría frente al futuro.
De pronto, Draco se dio cuenta de que Dumbledore lo observaba de un modo evaluador, con esa chispa de inteligencia del que ve más allá.
-Bueno Draco, supongo que quieres ir a despedirte de Harry y del profesor Snape -le dijo el brujo mientras caminaba hacia la puerta de su despacho.
-Si.
-Entonces vamos todos, que quiero ver como está el encargo que le hice a Severus -dijo Dumbledore abriendo la puerta.
-Si es que Severus no lo ha matado... -murmuró Laure en el oído del brujo que sostenía la puerta (de modo que Draco jamás escuchó eso), riéndose mientras salía.
Draco salió detrás de ella, perdido en sus pensamientos.
Amanda y Harry se sobresaltaron cuando vieron aparecer a Snape por el muro. Con un movimiento de su varita, la invisible barrera había desaparecido (o eso supusieron los muchachos, ya que ¿para qué otra cosa habría hecho aquella floritura?).
-Creo haberte dicho que te quedaras en la bodega, Potter -le dijo el brujo cruzando los brazos.
-Quiero ver a Dumbledore -le respondió Harry de mal modo.
-Buenas tardes profesor Snape -lo saludó Amanda al mismo tiempo, molesta al no ser tomada en cuenta.
-Ya vi que estás también aquí, niña. ¿Dónde está Minerva? -le preguntó Snape levantando una ceja.
-No lo sé -respondió Amanda encogiéndose de hombros-. La última vez que la vi estaba en su despacho.
-YO ME VOY A VER A DUMBLEDORE -dijo Harry molesto, mientras se dirigía hacia la salida.
-NO RECUERDO HABERTE DADO PERMISO PARA SALIR, POTTER -le dio Snape tomándolo de un brazo.
-¿Y yo ya me puedo ir, profesor Snape? -preguntó tímidamente Amanda, mientras miraba un poco asustada al brujo.
-Te acompañaré a buscar a tu tía. De todos modos tengo algunas cosas que decirle... -le respondió Snape, mientras soltaba a Harry.
Harry se quedó parado, frotándose el brazo.
-Acompáñame -le dijo Snape a la niña-. Tu también, Potter.
Los tres se fueron hacia el despacho de McGonagall, en silencio. Pero antes de que llegaran allá, escucharon a la bruja llamando a su sobrina desde un pasillo lateral.
-¡Tía! -gritó Amanda corriendo a sus brazos.
-¡Amanda! ¿Y donde te habías metido? -le preguntó ella molesta.
-Estaba metida en MI laboratorio de fotografías -respondió Snape por ella, en el tono más ácido que reservaba para su colega-. ¿Me puedes explicar que hacía TU sobrina AHÍ, MINERVA?
-Llegué ahí por accidente, tía -se defendió Amanda.
-No tienes por que alterarte, Severus -le respondió McGonagall molesta-. ¿Acaso te hizo algo?
-Ella no hizo nada -intervino Harry.
-¡Tu te callas, Potter! -le ladró Snape. Luego, dirigiéndose a su colega agregó con burla-. No alcancé a verificar... Pero si encuentro que me tomó algo, te vas a enterar.
McGonagall lo miró de mal modo y, tomándole la mano a su sobrina, respondió:
-Estoy segura de que Harry tiene razón, y Amanda no te hizo nada. Así que si nos disculpas, nosotras ya nos vamos. Adiós Severus -se despidió frunciendo el ceño. Luego agregó, en un tono comprensivo:- Adiós Harry.
-Adiós Harry. Adiós señor profesor Snape -se despidió Amanda, mientras seguía a su tía.
Harry las contempló alejarse, esperando poder ver a Amanda nuevamente. ¿Cómo sería tener una hermanita? Ron tenía una y, aunque peleaban mucho, sabía que se querían. Amanda le había comenzado a caer bien, y por unos segundos deseó irse caminando con ella y con McGonagall. Pero una voz que conocía muy bien lo devolvió bruscamente a la realidad.
-¿Se te perdió algo en este pasillo, Potter? -preguntó Snape suavemente.
-No. ¿Puedo ir a ver al profesor Dumbledore ahora? -preguntó Harry, en el mismo tono suave y burlón. La expresión del mago adulto cambió al instante. Sus ojos parecían carbones encendidos.
-No te atrevas a burlarte de mi, muchacho -le murmuró Snape, con su cara a pocos centímetros de la de él- o la pagarás caro.
Harry tragó saliva, y Snape sonrió.
-Así me gusta -continuó Snape, satisfecho por el efecto logrado-. Ahora sígueme.
-¡Pero quiero hablar con Dumbledore! -insistió Harry, a pesar del miedo que sentía.
-¡Sígueme, Potter! Si no quieres que te obligue...
Harry comenzó a caminar. Al cabo de unos minutos, cuando acababan de doblar en una esquina, y viendo que no iban en dirección al despacho de Dumbledore, ni a las mazmorras, Harry se atrevió a insistir.
-¿Señor?
-Y ahora que pasa, Potter -preguntó Snape molesto, sin detenerse.
-¿Adonde vamos?
-A la enfermería.
-¿Por qué no quiere que hable con Dumbledore?
En ese momento Snape se detuvo, y se giró bruscamente, para quedar mirando a Harry a los ojos.
-Yo no he dicho eso, Potter.
-¡Pero no me deja ir a hablar con él!
Snape se rió despectivamente y, dándole la espalda, continuó caminando mientras decía:
-El mundo no gira en torno a ti, Potter. Aunque te cueste aceptarlo, los demás tienen otras cosas que hacer que preocuparse por la tormentosa vida del famoso Harry Potter.
-¡PUES ME DA LO MISMO LO QUE USTED PIENSE DE MI, Y DE MI VIDA! -le gritó Harry-. ¡YO ME VOY A BUSCAR A DUMBLEDORE! -y diciendo eso se volvió y se fue corriendo en dirección opuesta.
Pero acababa de dar vuelta a la esquina donde aquella conversación había comenzado, cuando chocó con un inmenso bulto que antes no estaba ahí. Con el impacto se le cayeron las gafas. Cuando las recogió y se las puso, notó que aquel bulto lo miraba, con una sonrisa divertida en el rostro. Era Dumbledore. Y detrás de él, iban Draco y una mujer que no conocía, conversando.
-¿Qué haces solo, Harry? -le preguntó Dumbledore sonriendo, aunque en el tono en que hizo la pregunta se notaba cierto enfado.
-Yo... lo estaba buscando -contestó Harry, un poco confundido y avergonzado. ¿Lo habría escuchado gritando?
En ese momento sintió una mano en su hombro.
-Estaba conmigo, Albus -dijo Snape-. Ibamos a la enfermería justamente.
-Profesor, mi padrino... -interrumpió Harry antes de que Snape se lo volviera a llevar.
-Si, anda a verlo -le sonrió Dumbledore-. El profesor Snape te va a acompañar.
Harry lo miró confundido, luego miró a Snape, y luego volvió a mirar a Dumbledore.
-¿Mi padrino está en la enfermería?
-Si Potter -le respondió Snape, mientras Dumbledore asentía con la cabeza- . Ahora vamos.
Harry lo siguió, rápidamente esta vez.
Sirius se encontraba parado mirando por la ventana, cuando Harry y Snape entraron.
-¿Qué haces fuera de la cama, Black? -preguntó Snape.
Sirius no le hizo caso, mientras abría con algo de dificultad sus brazos para recibir a su ahijado.
-Hola Sirius -lo saludó Harry mientras lo abrazaba-. ¡Tenía tanto miedo de que hubieras... de que te hubieran...
-Estoy bien, mi niño -lo interrumpió Sirius, mientras lo abrazaba con el brazo que tenía bueno.
-Black, deja de hacerte el payaso y vuelve a la cama, que la herida se te puede volver a abrir -insistió Snape.
Viendo que seguían sin hacerle caso, se acercó a Sirius y le tocó el hombro herido para llamar su atención.
-¡Hay! -gritó Sirius alejándose de él-. No me toques ahí, Snape.
-Entonces vuelve a la cama -dijo Snape sacando su varita.
-Te encanta darte importancia, ¿no? -dijo Sirius irónicamente, mientras caminaba hacia la cama que estaba deshecha-. Disfrutas teniendo poder. Siempre lo quisiste, y cuando no te resultó con Voldemort, te acercaste a Dumbledore...
-No hables de lo que no sabes -murmuró Snape mientras lo seguía apuntando con la varita.
-Supongo que por eso quisiste ser profesor -continuó Sirius sin hacerle caso, mientras se metía a la cama-. Te gusta dar órdenes, y que te obedezcan...
En ese momento entraron Dumbledore y Laure a la enfermería. Harry pensó que era una suerte, ya que por la cara de Snape, parecía dispuesto a lanzarle una cruciatus a su padrino.
-¿Cómo te sientes Sirius? -le preguntó Dumbledore.
-Bien -respondió Sirius, mirando para otro lado.
-Veo que hiciste un buen trabajo, Severus -comentó Dumbledore, sin hacer caso al tono con el que Sirius le había respondido. Luego comentó dirigiéndose a Harry:- Sale un rato al pasillo, que nosotros tenemos algo que conversar. Draco está ahí. No se alejen mucho.
Harry, en vez de responder, se acercó más a su padrino.
-Anda... -lo animó su padrino viendo que Harry no quería dejarlo. Harry lo miró, y luego salió.
En el pasillo se encontró a Draco, tal como Dumbledore le había dicho.
-¿Qué hay ahí adentro, que no me dejaron entrar? -preguntó Draco con curiosidad.
-Nada -respondió Harry encogiéndose de hombros, para luego cambiar rápidamente de tema:- ¿Qué quería hablar Dumbledore contigo?
Draco suspiró, y miró para otro lado. Tenía sentimientos encontrados. Por una parte estaba feliz de que su situación se hubiera arreglado, y de tan buena manera. Laure le había gustado mucho, a pesar de que nunca antes la había visto. Y estaba seguro de que con ella lo pasaría muy bien. Pero, por otra parte, sentía un poco de nostalgia de dejar a su nuevo amigo. Ahora se daba cuenta de que extrañaría a Potter. Tenía deseos de alejarse de Laure, un rato, para atrasar lo más posible la inevitable despedida.
-No tengo muchas ganas de quedarme aquí, en el pasillo. ¿Y si caminamos un rato?
-Dumbledore dijo que no nos alejáramos -respondió Harry dudoso. Draco se rió.
-Bajemos hasta el parque, tengo ganas de tomar aire.
-Pero...
-¿Qué podría pasar? Solo estaremos un rato. ¿De qué tienes miedo?
-¡No tengo miedo! -se defendió Harry-. Es solo que no quiero darle motivos a Snape para que nos deje encerrados. Yo al menos, creo que hoy lo he sacado demasiado de sus casillas...
-No te va a decir nada delante de Dumbledore -se rió Draco-. No te preocupes...
Y diciendo esto, Draco se fue caminando por el pasillo. Harry lo siguió. Por varios minutos caminaron sin hablar, hasta que Harry interrumpió el silencio:
-¿Y quién es esa mujer tan bonita, con la que estaba Dumbledore? -preguntó Harry con curiosidad.
-Una prima -contestó Draco.
-¡No tenía idea que Dumbledore pudiera tener una prima tan joven! -se sorprendió Harry.
Draco se detuvo, riendo. Habían llegado a la entrada del castillo.
-¡Es una prima MIA! No de Dumbledore... -dijo abriendo la pesada puerta.
-Guau, que suerte tienes -se rió Harry saliendo-. ¿Y como se llama?
-Laure Walters.
-¿Y porqué vino? -preguntó Harry, temiendo de pronto la respuesta. Draco no respondió. Miró un árbol que mecía sus ramas al viento, cerca de la cabaña de Hagrid.
-¡Una carrera hasta aquel árbol! ¿qué te parece? -gritó entusiasta. Y sin esperar la respuesta de Harry, echó a correr en esa dirección.
Harry lo siguió, y pronto lo alcanzó. Aunque ambos trataban de ir rápido, las heridas de sus pies no estaban todavía del todo bien.
Cuando llegaron al árbol, ambos al mismo tiempo, Draco comenzó a trepar. Harry lo miró por unos segundos, y comenzó a trepar detrás de el.
Ambos se sentaron, recuperando el aliento.
-¿Y? ¿Me vas a decir a qué vino tu prima? -le preguntó Harry finalmente. Draco miró para otro lado. Ya no podía seguir evitando lo inevitable.
-Vino a buscarme. Me voy a vivir con ella -respondió Draco evitando mirar a Harry.
-Que suerte tienes -lo animó Harry, aunque estaba consciente de un vacío que comenzaba a ocupar su estómago.
-¿Verdad que si? -se rió Draco.
-Claro, es muy bonita. Ojalá yo también tuviera una prima así, que me invitara a vivir con ella... -contestó Harry un poco triste.
-¿No le has preguntado a Dumbledore si tienes algún pariente, aparte de los tíos esos con los que vives? Fue él quien contactó a Laure... ¡Yo ni la conocía! -le dijo Draco, tratando de darle ánimo. Harry suspiró, pensando en su padrino. No podía contarla a Draco...
-No es tan fácil -respondió finalmente. Y no lo era. ¿Qué pensaría Sirius, si le pidiera a Dumbledore que le buscara otros parientes para vivir con ellos? Probablemente no se lo impediría, aunque se pondría triste al ver que su ahijado ya no esperaba irse a vivir con él. Pero, por otra parte, Colagusano no estaba próximo a aparecer. Y sin eso, su padrino seguiría siendo un prófugo de la justicia. Y, viendo la suerte de Draco, Harry no pudo evitar pensar en lo feliz que sería viviendo con algún pariente que lo quisiera. ¿Acaso ninguno de sus padres tenía otros hermanos, primos, tíos, o lo que fuera?
-¿Por qué no se lo pides? -insistió Draco (con la mejor de las intenciones)-. Dumbledore tiene muchos contactos. Seguro que conoce a algún pariente, de alguno de tus padres.
-Tal vez -contestó Harry pensativo. Luego cambió de tema:- ¿Y adonde vivirás con tu prima?
-¿Me vas a creer que no le he preguntado? -se sorprendió Draco-. Por lo que entendí, vive en un departamento, pero no tengo idea donde.
-Donde sea, al menos no tendrás que seguir durmiendo en una mazmorra, ni aguantando a Snape.
-Si. ¡Aunque todavía no sé como será vivir con mi prima! -se rió Draco, tratando de mantener alegre el tono de la conversación.
-No creo que pueda ser peor que Snape...
-No, supongo que no -admitió Draco.
-Ni la señora Pomfrey...
-¡Eso espero!
-¿Qué edad tiene? -preguntó Harry-. Parece joven.
-No se lo pregunté, pero no creo que tenga más de treinta.
-Parece agradable. Creo que serás muy feliz con ella.
-Espero... -contestó Draco dudoso, temiendo de pronto que sus padres, o Voldemort, intentaran algo una vez que estuviera fuera de Hogwarts.
-¿Tienes miedo por tus padres? -preguntó Harry adivinando.
-Un poco.
-Dumbledore no habría contactado tu prima, si no confiara en ella. Solo tienes que tener cuidado.
-Tienes razón. Además, no puedo estarme escondiendo de ellos siempre -respondió Draco, aunque por dentro, temía que Voldemort pudiera intentar cualquier otra cosa en su contra. Se sentía terriblemente vulnerable, ahora que pronto llegaría a un lugar desconocido, donde viviría con alguien que le acababan de presentar. Donde tendría que cuidarse de sus propios padres, y del mago tenebroso más poderoso que conocía. Al que había soñado servir por años. Todo le parecía tan lejano ahora... De pronto se dio cuenta de lo mucho que su vida había cambiado en tan solo unos pocos días. Ahora se encontraba subido en un árbol, hablando con Harry Potter, considerándolo un amigo, tratando de dilatar la despedida.
-Draco... -dijo Harry de pronto, sacando a su amigo de sus pensamientos-. Te voy a extrañar.
-Yo también -afirmó Draco, francamente-. Pero nos veremos en tres semanas más, el 1º de septiembre.
-¿Qué ocurrirá entonces? -preguntó Harry dudoso. Por un lado estaban Hermione y Ron. Temía la reacción de sus amigos cuando les dijera que Draco era su amigo. Y por otro lado estaban los amigos de Draco. ¿Cómo reaccionarían ellos? Estando los dos solos en Hogwarts, había sido fácil entablar una amistad, a pesar de ser un Gryffindor y un Slytherin. Pero con el colegio lleno de gente, se vería extraño.
Draco, quien había estado pensando más o menos lo mismo que Harry, respondió encogiéndose de hombros:
-Ya veremos. Supongo que muchas cosas cambiarán para mi este año, ahora que ya no vivo con mis padres.
Se quedaron un rato en silencio, con la mirada perdida en el paisaje. El bosque prohibido a sus espaldas parecía silencioso y tranquilo. Nadie que lo viera podría adivinar que estaba poblado de pavorosas criaturas. El lago, se veía tranquilo y brillante, con su superficie tranquila como un espejo en ese día sin viento.
Ninguno de los chicos recordó que no habían almorzado. A ninguno se le ocurrió que tal vez llevaban demasiado tiempo fuera, y que podrían estarlos extrañando. De pronto, el anillo de Harry comenzó a calentarse, haciendo que volviera bruscamente a la realidad.
-Creo que tenemos que volver, Draco -le dijo preocupado, mientras intentaba sacarse el anillo. Pero sus intentos eran infructuosos, ya que sentía que le quemaba todavía más al tirarlo.
-¿Qué te pasa en la mano? -preguntó Draco preocupado.
-N...nada. Volvamos ¿Quieres?.
Ambos comenzaron a bajarse del árbol. Apenas habían llegado al suelo, cuando vieron tres personas y un perro negro que corrían hacia ellos. Les bastó mirar sus caras (y escuchar el gruñido del perro en el caso de Harry) para saber que estaban en problemas.
'Que desagradable no poder estar solo ni media hora, que ya arman un escándalo', pensó Harry molesto. Por un momento deseó estar en el lugar de Draco, que se iría ese mismo día con su prima. En cambio él, tendría que aguantarse la bronca de su padrino, de Dumbledore, y de Snape. Este último era el que más le preocupaba. Nada parecía indicar que ya no lo dejarían con él. Y después de las discusiones que habían tenido ese día, esta desaparición no arreglaría nada. Y ya no estaría Draco. 'Tal vez ahora Sirius me lleve con él, o se quede aquí conmigo', pensó Harry esperanzado. Miró al perro negro, y bajó rápidamente la vista lamentando haberlo hecho. Su padrino parecía furioso.
-¿Qué hacen aquí afuera? -preguntó Dumbledore tranquilo, aunque su cara delataba que estaba enojado.
-Yo quería tomar aire, y despedirme de Harry -respondió Draco rápidamente- . No fue su culpa, yo quería salir al parque antes de irme, y le pedí que me acompañara.
Harry lo quedó mirando. Draco de verdad había cambiado.
-Y Potter amablemente accedió -dijo sarcásticamente Snape-. Tratándose de infringir reglas, siempre es el primer voluntario.
-¡Solo salimos un rato! No tienen para qué armar tanto escándalo -se defendió Harry, cada vez más molesto.
-Es por la seguridad de ustedes -intervino Dumbledore. Harry lo miró, y bajó nuevamente la vista. Se sintió de pronto un poco avergonzado. Dumbledore, además de parecer molesto, parecía muy decepcionado.
-Hablaremos de esto, Potter... -le dijo Snape. Harry tragó saliva, y miró a su padrino, quien le gruñó como diciendo "ni esperes que te defienda". Para espanto de Harry, Dumbledore tampoco dijo nada. Al parecer, si se quedaría con Snape, y a nadie le importaba un comino lo que ese brujo le hiciera.
-Nosotros también hablaremos, Draco -intervino por primera vez Laure-. Vamos a dejar las cosas bien claras a partir de hoy. Si a ti no te importa que te ocurra algo, a mi si.
Draco bajó la vista, y por su cara, Harry pudo ver que también estaba preocupado.
-Bueno, creo que es mejor que vayamos a almorzar -dijo Dumbledore, para poner fin a aquella incómoda situación.
Todos comenzaron a caminar en silencio hacia el castillo. Harry, disimuladamente, trató de acariciar a su padrino en la cabeza. Pero apenas apoyó la mano, el perro le lanzó un mordico que, si bien ni lo tocó, hizo que retirara rápidamente la mano. Al parecer, "Hocicos" estaba más molesto de lo que había creído. El perro se alejó de él cojeando (la herida en el hombro le dolía), para ir a caminar al lado de Dumbledore.
Harry suspiró. Que escándalo armaban. ¡Si solo había salido al parque unos minutos! No podía ser tan terrible. Era paradójico que lo cuidaran tanto de Voldemort, siendo justamente él el único al que aquel mago no había conseguido matar. Aunque había estado a punto, al final del torneo de los tres magos... 'Tal vez si debería cuidarme más', pensó Harry.
El almuerzo transcurrió en un ambiente un poco tenso, en el que los chicos prácticamente no hablaron. Les hubiera gustado poder conversar un poco en esa última comida juntos, pero la presencia de los adultos los cohibía. Ni hablar de jugar con la comida...
Laure y Draco partieron poco rato después. Draco se despidió de Harry, y le prometió mandarle una lechuza.
-Ánimo, solo faltan tres semanas para que empiece el colegio. Verás que todo volverá a la normalidad cuando las clases ya hayan comenzado. Ya no tendrán tiempo de vigilarte todo el día -se rió Draco, tratando de alentarlo-. Solo aguanta estos días, y trata de no meterte en problemas.
Harry solo sonrió débilmente, se sentía incapaz de contestar.
La tarde encontró a Harry en la enfermería, haciéndole compañía a su padrino. Habían conversado bastante rato. Sirius estaba enojado, pero por sobre todo, preocupado. Temía perderlo. Después de argumentar un rato, pidiendo un mínimo de libertad, Harry había aceptado "portarse bien", no sin antes reclamar que dejaran de tratarlo como si fuera un niño. También aprovechó para decirle a su padrino como se sentía. Le habló francamente de su soledad, su aburrimiento, su falta absoluta de libertad.
-Este es un mal momento, pero ya va a pasar -lo animó su padrino-. Solo ten paciencia.
-¿Hasta cuando? ¿Hasta que Voldemort muera? -se burló Harry con pesadumbre.
-Sé que es difícil -contestó su padrino abrazándolo como pudo, sentado en la cama y con su hombro herido-. Pero por ahora no estamos seguros de qué es lo que puede intentar. Ni siquiera sabemos cuanto de su antiguo poder a recuperado. Debemos estar preparados ante cualquier cosa, porque sabe que tú eres un peligro para él, y buscará eliminarte. Aunque Hogwarts y sus terrenos están protegidos, ninguna barrera o hechizo es totalmente infalible. Es por eso que no debes salir solo al parque, sobre todo si nadie sabe que estás ahí.
-Si sé...
-Esto es en serio, Harry -continuó su padrino-. Hoy, cuando no los encontramos, todos temimos lo peor. Debiste ver la cara de Snape... Aunque ese tipo me caiga mal, tengo que pedirte que seas considerado con él, y no lo hagas pasar esa clase de sustos.
-¿Hasta cuando me tendré que quedar con él? -preguntó Harry, triste. Sirius suspiró, apretando el abrazo.
-No lo sé, mi niño. No sabes como me gustaría que te pudieras quedar conmigo. Pero todavía tengo que estarme cuidando. De hecho, paso la mayor parte del tiempo en mi forma de animago, trabajando. Por ahora no tengo nada que ofrecerte.
-Pero... ¿Tiene que ser con SNAPE?
-Dumbledore confía en él.
-Pero tú... ¿Tú confías en él? -preguntó Harry. Sirius pensó unos instantes, antes de responder.
-Si. Aunque es una persona desagradable, y no te soporta, es un mago muy capaz. Es muy bueno en defensa, y no dejará que te ocurra nada.
-No lo soporto -se quejó Harry-. Hoy por ejemplo, sabía que estaba preocupado por ti, y no fue capaz de decirme que tú estabas vivo, y en la enfermería. ¿Por qué? ¿No podía decírmelo, para que me quedara más tranquilo?
-No sé que decirte, Harry. Snape es así. Es un espía... Por su trabajo está acostumbrado a dar lo menos de información posible. Esas manías se pegan, ¿sabes?
-Y tiene la manía de burlarse de mi, y de andarme amenazando todo el tiempo -continuó desahogándose Harry.
-Eso tienes que agradecérselo a los merodeadores -se rió Sirius con un poco de culpabilidad-. Te pareces a tu padre, y él no lo soportaba. Siempre fue un maldito reprimido. Y sus amenazas... es su modo de hacer que la gente haga lo que quiere. Supongo que piensa que si no lo hace, tú dejarás de tenerle miedo y harás lo que se te de la gana.
-Si sé que todo lo que me dices es verdad... ¡Pero es que no lo soporto! Es una tortura vivir con él. Y ahora que no está Draco, no sé que voy a hacer para que pase el día.
-Velo así, Harry: ahora que Draco no está, Snape tendrá menos miedo que te arrastre a hacer tonterías que te pongan en peligro. En general un joven solo se mete en menos líos que en grupo. Tal vez ahora se relaje un poco, y se comporte más amable.
-Lo dudo... Ya viste como me amenazó afuera.
-Y tenía razón -le dijo su padrino, soltándolo. Por un instante ambos se quedaron mirando-. Detesto decir esto, mi niño, pero si Snape te castiga, yo no voy a decir nada. Estás bajo su responsabilidad, y si no le haces caso...
Harry miró para otro lado, incómodo.
-Sirius... ¿No hay manera de que tu también te quedes aquí en Hogwarts? Al menos unos días -le pidió Harry esperanzado.
-Creo que a Albus no le molestará que me quede hasta mañana, mientras descanso. Pero me necesitan, Harry. Somos pocos, y el trabajo es mucho. El ministerio se niega a aceptar el retorno de Voldemort, y por lo tanto no contamos con su apoyo para nada. Laure es de los pocos aurores que aceptan trabajar con nosotros, a escondidas del ministerio.
-¿Laure es auror?
-Si, y muy buena. Supongo que por eso Dumbledore la buscó para que cuidara de Draco.
-Pero... ¿Y no puede Snape hacer tu trabajo, y tú quedarte aquí?
Sirius se rió.
-Sé lógico, Harry. Si Voldemort descubriera a Snape espiándolo, y buscando aliados contra él, sería su muerte. Y lo necesitamos, es muy importante. Debe mantener su fachada. Además, me necesitan a mi, porque soy un animago no registrado. Son contados con los dedos de mis manos las personas que saben mi secreto.
-¡Pero Voldemort sabe que yo estoy en Hogwarts, y que Snape también! ¿Por qué no sospecha de él entonces?
-Porque Voldemort piensa que Snape te cuida para mantener su fachada frente a Dumbledore, y ganar así su confianza. Voldemort necesita que su "contacto en Hogwarts" se mantenga cercano a Dumbledore, y no va a impedirle que haga lo que Dumbledore le pida. Aunque supongo que se muere de ganas de pedirle que te lleve para allá... No lo hace para no perder a su contacto. Le costaría mucho meter a otro mortifago a Hogwarts, para que espié para él, en las mismas narices de Dumbledore...
-Supongo que entonces no me queda otro remedio que aguantar a Snape. -suspiró Harry.
-No. Y te aconsejo que trates de no provocarlo.
-Como si fuera yo el que anda provocándolo... -se defendió Harry.
-Solo hazle caso, y no le respondas de mal modo. Finge sumisión, y verás que se tranquiliza un poco.
-Bueno, voy a tratar -prometió Harry, dudoso.
En ese momento entraron a la enfermería Dumbledore y Snape. Ambos venían muy serios. Habían estado conversando, afuera de la enfermería, y no habían podido evitar oír la conversación del chico y su padrino. Mientras Dumbledore había sonreído, ante la explicación de Sirius de "por qué Snape es como es", el profesor de pociones solo había mirado para otro lado, incómodo. Odiaba admitir que Black tenía razón. Le molestaba ver que entendía tan bien lo que le ocurría, a pesar de sus esfuerzos por mantener sus problemas ocultos. Severus Snape estaba también asombrado por todo lo que Harry había dicho. Sabía que el chico no lo apreciaba, y que le tenía un poco de miedo. Pero no imaginaba el horror que le causaba estar cerca de suyo. 'Tal vez he exagerado un poco', pensó. Se prometió tratar de remediarlo, ahora que era un hecho que tendría que aguantarlo por un tiempo. Pero lo más urgente ahora, era hablar con el padrino del chico. Necesitaba su apoyo.
-Harry, acompáñame -le dijo Dumbledore volviendo a salir, y sin esperar la respuesta.
Harry salió detrás, preguntándose preocupado que pasaría ahora. Miró disimuladamente a Snape. Parecía inasequible. Era imposible decir que pasaba por su cabeza en ese momento.
Una vez en el pasillo, Harry miró a Dumbledore. Estaba muy serio, y no sonreía.
-Harry, estuve conversando con el profesor Snape. Voy a ser bien franco. Me pidió que buscara otro lugar para que te quedaras.
Harry lo miró esperanzado, no pudiendo evitar sonreír. Rápidamente descubrió que hacerlo había sido una mala idea.
-No deberías reírte -dijo Dumbledore enojado.
-Lo siento... -dijo rápidamente Harry, poniéndose serio.
-Me costó convencerlo de que cambiara de idea, Harry. Yo le había prometido que tú cooperarías. Pero por lo que me contó, no le haces caso.
-Lo siento.
-Es que no basta con eso, Harry. No basta con que prometas, no cumplas, y luego digas que lo sientes.
Harry se quedó en silencio. No sabía como responder. Deseó que ese día acabara de una vez, ya estaba cansado de que le llamaran la atención. Al ver que no respondía, Dumbledore continuó:
-Finalmente llegamos a un acuerdo. El profesor Snape debe estar hablando con tu padrino en este momento.
Harry lo miró preocupado. ¿Qué se les había ocurrido ahora?
-El profesor Snape aceptó continuar cuidándote. Pero si vuelves a desobedecerle, o a contestarle, tu padrino te quitará tu escoba, y saldrás del equipo de Quidditch.
-¿¿¿QUÉ??? -gritó Harry, sintiendo como si un hipógrifo lo hubiera pateado en el estómago-. ¡NO PUEDEN HACERME ESTO! ¿QUÉ TIENE QUE VER MI ESCOBA, Y EL EQUIPO DE QUIDDITCH DE GRYFFINDOR, CON EL RETORNO DE VOLDEMORT Y MIS PROBLEMAS CON SNAPE?
-El profesor Snape, Harry.
-¡LO QUE SEA! -gritó Harry llorando-. No me pueden hacer esto...
-No va a pasar nada, si te portas bien.
-¡Pero él me odia! SIEMPRE está provocándome. ¡¡¡Estará FELIZ de lograr que salga del equipo de Gryffindor!!!
-Te equivocas, Potter -dijo Snape desde su espalda. Acababa de salir de la enfermería sin que el chico (que le daba la espalda a la puerta) lo notara. Harry se dio vuelta, furioso.
-ESTÁ CONTENTO, ¿VERDAD? ¡POR FIN VA A PODER VENGARSE DE MI! -le gritó, sintiendo que la cabeza le iba a explotar. Deseaba despertarse y encontrarse en Prive Derive, aunque tuviera que aguantar todo un verano a sus tíos.
-Si no paras de gritar, ni siquiera te voy a traer la escoba de vuelta de la casa de tus tíos -le dijo Sirius, que había salido detrás de Snape al escuchar el escándalo.
-Como me puedes hacer esto... -murmuró Harry, llorando.
-Yo no quiero que salgas del equipo, Potter -le dijo Snape en un tono neutro-. Todo depende de ti...
-Ahora que está todo claro, dense la mano -dijo Dumbledore para acabar la discusión, y dar por terminado el asunto.
Snape acercó la mano, y Harry, después de dudar unos segundos, le dio la mano. Si tenía que tratar de llevarse bien con él, más valía empezar de inmediato, para que no lo acusaran luego de mala voluntad.
