Disclaimer habitual. Y gracias a Francia que me beta-lee esto con santa
paciencia 0:)
Luthien: No es solo por la escoba... Es también el hecho de que su padrino haya sido capaz de "ponerse del lado de Snape" de un modo tan desagradable. Además, para él sería insoportable no poder estar en el equipo. Pero no solo a ti te extrañó, a Dumbledore también :) Snape va a tratar de ser más amable con Harry, pero no sé si llegue a encariñarse.
Ariadna Potter: Ni me lo digas... ¡es loca por el messenger! Y me llamo Verónica :-) Pero vero suena más simpático.
V!rU§ P@()LÅ: gracias por tus reviews. Escribo cuando puedo, pero no puedo casi nunca =(
Naiko: Si pobre Harry... Aunque no lo va a pasar tan mal... TODAVÍA. Voldemort ya está en acción ^_^ muahahahahaaaaaaaa. Snape no se ha dado el trabajo de conocer a Black... pero ya lo hará :D Sobre Draco, supongo que no serán tan amigos, pero ya no enemigos. Hermione y Ron... ya se acostumbrarán. Snape será algo más amable.
Paula: ¡Gracias por tu review! Este fic está pensado solo para el verano. No he pensado si escribiré algo después.
Capítulo 23 Habla la sangre
-Así está bien -comentó Dumbledore sonriendo nuevamente. No le gustaba ver a Harry así, pero ahora se habían asegurado de que el chico pondría de su parte. Le extrañaba un poco la reacción que había tenido, eso si. Nunca imaginó que se pondría a gritar de ese modo, ni menos a llorar. Desvió su atención a Sirius y agregó:- Creo que sería bueno que descansaras. Nos iremos mañana.
-¿Me puedo quedar contigo? -preguntó Harry, esperanzado.
-Bueno... -contestó Sirius dudoso, mirando a los otros adultos.
-Tu padrino necesita descansar, Harry -dijo Dumbledore. Harry lo miró implorante, haciendo que el anciano reconsiderara lo que iba a decir-. Pero supongo que puedes hacerle compañía un rato.
-¿Puedo quedarme con él esta noche? -se animó Harry. Snape y Dumbledore se miran preocupados. Ninguno de los dos estaba seguro de que dejar a Harry solo con un mago herido fuera una buena idea. Sirius pareció entender sus temores.
-No se preocupen -dijo riendo. Deseaba poder pasar esas horas junto a su ahijado-. El brazo que tengo malo es el izquierdo, y yo soy diestro. No tendría problemas para usar mi varita.
Snape miró a Dumbledore, dejando en claro que dejaba la decisión en sus manos. Dumbledore le sonrió.
-Si, supongo que no habrá problemas.
-Pero si ocurre cualquier cosa, me vas a buscar -agregó Snape en tono casi amable (bueno, todo lo amable que podía ser, siendo Severus Snape). Internamente estaba contento con ese arreglo. Se quedaría solo y podría preparar todo para realizar la poción para determinar grados de parentesco. Aunque era de ejecución simple, varios de los ingredientes tenían que ser preparados con algunas horas de anticipación. Según sus cálculos, podía tener todo listo para comenzar la cocción esa misma noche. Estaba seguro de que durante esas horas con su padrino, Harry no iría a buscarlo si podía evitarlo. Así que tendría toda la tranquilidad que necesitaba. Estando solo, todo saldría bien. No había nada como la perspectiva de un experimento con pociones para arreglar el ánimo de Severus Snape.- Lo olvidaba, -agregó sacando una varita del bolsillo-. Aquí tienes tu varita.
-Gracias -contestó Harry guardándose la varita en el bolsillo-. Y si, lo haré -prometió, contento ante la perspectiva de pasar el resto de la tarde con su padrino. Por unos instantes había temido que Snape recordara el 'Hablaremos de esto, Potter...' de la mañana, y que no hubiera aceptado. Pero aparentemente el brujo había decidido olvidar el asunto. ¡Si hasta estaba siendo amable!
-Y no olvides dejar descansar a tu padrino, Harry -le advirtió Dumbledore- . Déjalo dormir.
-Si, no se preocupe -prometió también Harry.
-Me cuidará bien -agregó Sirius sonriendo, mientras le pasaba el brazo bueno sobre los hombros.
Harry pasó el resto de la tarde con su padrino, en la enfermería. Conversaron y jugaron ajedrez mágico con un tablero que Harry descubrió en la oficina de la señora Pomfrey. Comieron pastel y helado que Dobby les trajo, feliz.
Pero apenas las primeras estrellas acababan de aparecer en el firmamento, Sirius sucumbió de cansancio y se durmió. Harry lamentó que aquella tarde no hubiera durado más. ¿Por qué las horas felices siempre tenían que pasar tan rápido? Contempló el rostro de su padrino. Notó las ojeras del hombre, y no pudo evitar suspirar, pensando en todo lo que habría tenido que pasar.
Se tendió un rato en la cama de al lado, y al poco tiempo el sueño se apoderó también de él.
Estaba en unas ruinas. Caminó en silencio por entre los escombros. Eso debía ser una casa, o lo había sido antes de que fuera destruida. De pronto se encontró ante los restos de una escalera. Pudo ver que una silueta se movía en el extremo superior. Trató de avanzar, pero no pudo. Un inmenso cristal se lo impedía. Tenía que romper esa barrera, tenía que entrar en contacto con esa figura. Retrocedió unos pasos, inseguro. Una voz suave y femenina le dijo 'Hazlo, Harry', mientras se reía dulcemente. Avanzó con fuerza e impactó contra el vidrio, quebrándolo.
A kilómetros de distancia, un hombre reía frente a una hoguera, en la que extraños objetos se consumían liberando nauseabundas emanaciones. Tenía los ojos rojos, y no era a causa del humo.
En ese mismo instante, un estruendo despertaba a Harry. Asustado abrió los ojos, y notó que una tormenta de viento se había levantado, y había abierto de golpe una de las ventanas de la enfermería. Un escalofríos le recorrió la espalda. Se levantó, y la volvió a cerrar. Observó a su padrino, a quien la tormenta no había despertado. Dormía profundamente. Deseó poder dormir como él, pero ahora que se había levantado se sentía completamente despierto.
-¿Qué hora será? -se preguntó Harry en voz alta. Se sentía algo incómodo, habiéndose quedado dormido con ropa y zapatos. Trató de recordar lo que había estado soñando, pero el impacto de la ventana abriéndose había borrado todo. Finalmente se encogió de hombros, y decidió que bajaría a la mazmorra de Snape a buscar su pijama. También traería el libro de Quidditch, ya que sospechaba que se tardaría un buen rato en volver a conciliar el sueño.
En algún lugar alto del mismo castillo, un anciano disfrutaba de una taza de chocolate. Contemplaba el fuerte movimiento de los árboles producto de aquella inesperada tormenta de viento.
-¿El señor tomará más chocolate? -preguntó un elfo, respetuosamente a sus espaldas.
-No, gracias Norby. Puedes irte -contestó el anciano, mientras seguía contemplando el paisaje.
El elfo desapareció, y el anciano suspiró. No le gustaba el viento. Nunca se sabía lo que traería, o se llevaría con él. Pero nada sacaba con pasar la noche en vela, contemplándolo.
Suspirando nuevamente, se fue a la cama.
Harry caminaba por los corredores, escuchando el sonido del viento que golpeaba furiosamente los muros de Hogwarts, produciendo tétricos sonidos. Finalmente llegó a su destino, y se enfrentó al enano de piedra que custodiaba la entrada de la mazmorra donde vivía Snape. Se quedó unos instantes parado, mirándolo. El enano lo miró de abajo a arriba, y de arriba abajo. Aparentemente, lo que vio no lo impresionó en lo más mínimo, pues volvió a su posición inicial sin decir ni hacer nada. Harry lo miró incómodo.
-Emh... ¿Me dejaría pasar por favor? -intentó Harry.
-No -respondió el enano simplemente.
-Es que tengo que ir a buscar algunas cosas... -insistió Harry. El enano volvió a barrerlo con la mirada, y luego hizo 'no' con la cabeza.
-¿Me dejas al menos tocar la puerta?
-Al amo no le gusta que lo molesten a estas horas -respondió el enano simplemente, sin mirarlo.
Harry pensó por unos momentos. Tenía tres opciones. La primera, era insistir y tratar de entrar, llamar la atención para que Snape le abriera. La segunda, era simplemente olvidarlo, y volver a la enfermería. La tercera, era tratar de entrar de otro modo. Después de todo, la mazmorra inferior donde dormía tenía una puerta. La primera parecía de lejos la más razonable. Snape le había dicho que lo despertara si ocurría algo. Pero, ¿Qué tal si Snape se enojaba? Después de todo, no había ocurrido nada. ¡Y ni siquiera sabía qué hora era! Probablemente se disgustaría por haber sido despertado, y le diría que por qué no había ido a buscar sus cosas más temprano. No, pensándolo bien, esa no era la mejor opción. Ni por nada tenía que provocar a Snape ahora que su escoba, y la permanencia en el equipo de Gryffindor, estaban en juego.
Buscar otra entrada no hubiera sido tan mala idea, si no fuera porque era de noche, se suponía que no debía andar solo, y tendría que buscar un camino en medio de unas mazmorras que ni siquiera conocía. Aunque tenía su varita...
Volver a la enfermería... esa parecía la más inocua de las opciones, aunque tendría que prescindir de sus cosas.
-¿Te vas a quedar ahí parado toda la noche? -le preguntó el enano de mal modo sacándolo de sus pensamientos.
-No, ya me voy -respondió rápidamente Harry, dándose media vuelta.
Harry se alejó, pensativo. Recordaba que, al avanzar más allá de la entrada de la sala común de Slytherin, había una bifurcación. Con Snape siempre se habían ido por el mismo camino. ¿Tal vez por el otro lado se podía bajar a las mazmorras del nivel inferior? Recordó la tercera prueba del torneo de los tres magos. Si había podido orientarse ahí, podría también hacerlo en un conjunto de corredores.
Estaba pensando en eso, cuando llegó a la mencionada bifurcación. Titubeó por unos instantes.
-Bueno, si algo ocurre, siempre puedo devolverme... -se dijo en voz alta para darse ánimo. Y tras decir eso se internó por ese camino.
Siguió por el corredor, y pronto llegó a lo que esperaba encontrar: una escalera que bajara. Miró hacia abajo, estaba todo oscuro. Respiró hondo y prendió su varita. Pero al llegar abajo, la apagó. Para su asombro, se prendieron unas antorchas apenas puso un pie en el corredor que se ofrecía frente a él. Los muros tenían un color indefinible, con manchas en distintos tonos que claramente eran minerales y no alguna clase de pintura.
Otras antorchas se fueron prendiendo a medida que avanzaba. No era tan sorprendente que tuvieran ese sistema, considerando que a ese nivel no había ventanas...
Según sus cálculos, la mazmorra en la que dormía debía encontrarse hacia el sudoeste, y ese corredor iba hacia el sudeste. Si lo recorría, debía asegurarse de doblar a la izquierda apenas pudiera.
-¡Oriéntame! -le susurró a su varita, poniéndola sobre la palma de su mano, como lo había hecho en el torneo de los tres magos. Para su gran sorpresa, la varita comenzó a dar vueltas, perdida.
-Parece que me tendré que orientar de memoria -se dijo a si mismo decepcionado, mientras volvía a tomar la varita. Por un momento consideró volver, pero después pensó que si ya había llegado hacia ahí... Cada vez que encontraba una bifurcación, hacía una pequeña marca en el muro prendiendo fuego con su varita.
Avanzó así, de memoria, recordando siempre la dirección en la que debía avanzar y la distancia que le quedaba por recorrer. De vez en cuando encontraba alguna puerta, con una pequeña ventana, como la que recordaba que tenía la mazmorra que buscaba. Todas estaban cerradas, y Harry miraba con la luz de su varita a través de la ventanilla. Todas parecían encontrarse vacías. Finalmente llegó a la mazmorra que buscaba. Adentro se veía el par de camas que habían usado él y Draco. 'Draco...', recordó. Se preguntó qué estaría haciendo él en ese momento, y deseó que no se hubiera ido.
Pero Draco ya se había marchado, y por ahora él tenía que buscar sus cosas y volver a la enfermería.
Trató de abrir la puerta. Estaba cerrada como todas las anteriores.
-¡Alohomora!
La puerta se abrió y Harry entró. Apenas había avanzado unos pasos, cuando sintió un ruido seco a su espalda, y quedó a oscuras.
-¡Lumos! -murmuró rápidamente, con el corazón palpitando en su cuello. Detrás de él no había nada. El ruido lo había hecho la puerta al cerrarse. Notó también que, junto con cerrarse la puerta, las antorchas del corredor se habían apagado.
Se quedó unos segundos quieto, reponiéndose del susto. Luego avanzó hacia los escasos muebles, guiado por la única luz que provenía de su varita. Recogió las cosas que venía a buscar, y luego volvió hacia la puerta deseando regresar rápidamente a la enfermería.
Pero al tratar de abrir la puerta se dio cuenta de que no se podía. Intentó varios encantamientos infructuosamente. Finalmente concluyó que aquellas puertas estaban hechas para poder ser abiertas solamente del exterior. Tendría que volver por las habitaciones de Snape.
Un sudor frío le recorrió el cuerpo de pronto. '¿Y qué hubiera pasado si hubiera entrado a algunas de las otras mazmorras?', se preguntó. Tragó saliva. Hubiera quedado encerrado, hasta que lo hubieran extrañado. Hasta que lo hubiesen ENCONTRADO. Y aparte de eso, hubiera tenido que aguantarse la furia de Sirius, Dumbledore y Snape cuando lo hicieran. Eso... si los que lo encontraban primero eran ellos. Tragó saliva nuevamente. Después del duelo con Voldemort en aquel cementerio, no deseaba precisamente volver a encontrárselo a solas.
-Mejor vuelvo a la enfermería, antes de que me echen de menos -murmuró para si mismo.
Hizo un atado con las cosas que llevaba y se lo colgó del hombro. Subió por la escalera, y cuidadosamente levantó la esquina de la alfombra que cubría esa entrada. La sala estaba a oscuras y parecía desierta. La única luz provenía del cuarto de trabajo de Snape, cuya puerta se encontraba ligeramente entreabierta.
Harry salió sin hacer ruido, preguntándose si el enano de la entrada le diría algo al verlo salir por ahí. Tenía la esperanza de que no, ya que hasta ahora nunca se había movido cuando iban de salida.
Avanzó en puntillas hacia la salida. Pero, cuando pasó frente a la puerta iluminada, no pudo evitar sentir curiosidad. ¿Qué problema habría si solamente echaba una mirada? Snape no tendría por qué saberlo... Avanzó sin respirar hacia la puerta, y miró por el angosto espacio.
Snape estaba preparando una poción, no había duda en eso. Que aburrimiento. Harry estaba a punto de devolverse cuando un detalle llamó su atención. Snape tenía un cuchillo en sus manos, y estaba a punto de...
Harry tuvo que contener la respiración para no gritar, pero luego se calmó al ver que Snape solamente se había hecho un corte en un dedo. Estaba vertiendo gota a gota su sangre sobre el caldero. Sintió nauseas, recordando de pronto la vuelta a la vida de Voldemort, hacía tan solo un par de meses. Harry se preguntó qué poción estaría haciendo Snape. De pronto notó que el brujo tomaba un frasco, en el que parecía haber más sangre. Vio como lo vertía, gota a gota también, sobre la poción. Luego la revolvió lentamente, observando concentradamente el contenido del caldero. Vio como sacó un poco, y vertió unas gotas sobre un cristal. Luego agregó sobre la mancha otro líquido incoloro y esperó unos segundos. Súbitamente, algo pareció horrorizar a Snape, ya que asustado tiró el cristal lejos, que se quebró muy cerca de la puerta.
Harry pudo mirar entonces que los trozos de vidrio estaban manchados con una sustancia de un color azul liláceo intenso. ¿Qué significaba aquello, que Snape se había asustado tanto? Observó al mago, que de mano temblorosa volvía a repetir el experimento, en otro cristal limpio. Nuevamente agregó unas gotas del líquido transparente sobre la mancha. Harry pudo ver la ansiedad grabada en el rostro del brujo. Luego de unos segundos, con una mano temblorosa volvió a tomar el cristal y lo contempló nervioso. Luego lo posó sobre la mesa, junto a un libro que tenía abierto, y comenzó a leer. Al cabo de unos segundos se sentó, se llevó las manos a la cara, y sostuvo su cabeza, negando ocasionalmente. Cualquiera que hubiera sido el resultado de ese experimento, había impresionado mucho al profesor de pociones.
De pronto, Snape sacó las manos de su cara. Harry pudo ver una mezcla de ira y pena. Antes de que pudiera preguntarse algo más, Snape lanzó con violencia unos libros que se encontraban apilados. Fueron a chocar contra el muro, muy cerca de donde Harry se encontraba oculto. Una nube de polvo se levantó. De pronto, Harry sintió que le picaba la nariz. Con horror dejó de respirar, temiendo estornudar y delatar su presencia. Estaba seguro de que a Snape no le haría ninguna gracia haber sido observado en esos momentos.
Pero no pudo contenerse más, y tuvo que respirar. Apenas había inhalado, un estornudo se escapó antes de que pudiera contenerlo. No alcanzó a moverse, la puerta se abrió con violencia. Harry levantó al vista. Snape lo miraba entre enojado y... ¿nervioso?
-¿Qué diablos estás haciendo aquí, Potter?
-Vine a buscar mi pijama y un libro -contestó Harry bajando la vista, e indicando el bulto que traía.
-¿Y los encontraste, acaso, en el umbral de esta puerta? -le preguntó Snape mordazmente.
-No. Yo... -respondió Harry. No sabía como continuar-. Lo siento.
-¿Hace cuanto que estas aquí? -preguntó Snape en tono neutro, aunque Harry notó cierto nerviosismo.
-Acababa de llegar -contestó Harry, cruzando los dedos para que le creyera.
-¿Y cómo entraste? -preguntó de pronto Snape. Le causaba curiosidad que el enano hubiera dejado pasar a Harry sin avisarle.
-Por abajo... Quise devolverme por ahí, pero no pude volver a abrir la puerta. Por eso intenté salir por aquí. No era mi intención... -contestó Harry, tratando de parecer lo más humilde y arrepentido posible. La expresión correcta, en el momento correcto. Eso había dado resultados muchas veces en su vida.
-¿Espiarme? -completó burlonamente Snape. Harry miró el piso y no contestó. Había sido sorprendido espiando de un modo demasiado evidente como para negarlo.
-Qué voy a hacer contigo... -murmuró Snape, más para si mismo. Harry levantó la vista, con la intención de pedirle que por favor no le dijera nada a su padrino. Pero al hacerlo, un detalle sobre la mesa del laboratorio captó su atención. Ahí estaba aquella foto, del joven que se parecía a Snape y a ... su padrino. Harry sintió de pronto que un puzzle se armaba en su cabeza. La sangre de Snape... la sangre del frasco... su padrino herido y curado por Snape... Snape... La reacción de Snape ante el resultado... ¿Acaso...?
Snape, al ver que Harry se había quedado petrificado mirando un punto dentro del laboratorio, se volvió a mirar en esa dirección. Sintió como un balde de agua fría se vertía en su espalda, cuando vio que Harry estaba mirando la fotografía. Nervioso, se preguntó cuanto había alcanzado a ver el chico aquella noche. ¿Había entendido? Deseó con todas sus fuerzas que no. Tenía que averiguar cuanto sabía... y asegurarse su silencio. No deseaba que todos se enteraran que Black era... -tragó saliva- su hermano. Para él mismo había resultado un impacto descubrirlo. No entendía como había podido suceder eso.
Harry sintió de pronto que alguien lo empujaba, alejándolo del cuarto de trabajo. Vio como Snape cerraba la puerta, y prendía las luces de la sala con un movimiento de su varita.
Harry intentó poner cara de neutralidad. A pesar de que tenía muchas preguntas, no quería que Snape se diera cuanta de sus sospechas.
Pero ninguno de los dos actuó muy bien.
'Comprendió todo', concluyó Snape.
'Ya se dio cuanta de que entendí', pensó Harry al mismo tiempo.
Ambos se quedaron mirando. Snape rompió finalmente el silencio.
-Potter. Olvida lo que viste esta noche.
Harry lo quedó mirando de un modo significativo. Snape miró para otro lado, incómodo.
-Y yo... olvidaré... que te sorprendí paseando solo por Hogwarts, y espiándome.
-Está bien -dijo Harry. Al menos por ahora se había salvado, cuando parecía imposible que Snape lo dejara ir indemne. No era un mal trato. Aunque sentía una gran curiosidad por saber si había alguna clase de relación familiar entre Snape y su padrino, y ya no podría preguntarle a su padrino... a causa del trato.
-Entonces recoge tus cosas -agregó Snape algo más aliviado-. Te voy a acompañar hasta la enfermería.
Harry caminó en silencio junto a Snape, rumbo a la enfermería. La tormenta de viento continuaba llenando de extraños gemidos los pasillos. Miles de preguntas se agolpaban en la mente de Harry, aunque todas se podían resumir en una: ¿Qué tenían su padrino y Snape en común? Cuando iba a llegar, el muchacho no aguantó más, y se arriesgó a soltar la pregunta.
-Señor...
-¿Qué pasa Potter? -preguntó Snape deteniéndose.
-Mi padrino y usted... están de algún modo... -Harry no sabía muy bien como formular su pregunta- ¿relacionados?
Snape frunció el ceño, y mío por una ventana, incómodo. No pensaba darle a Potter todavía más información.
-No hagas preguntas, y camina -respondió simplemente, mientras volvía a avanzar. Harry se resignó y lo siguió.
Cuando llegaron frente a la puerta de la enfermería, Snape la abrió y, tras ver que Black dormía, agregó en un tono amenazante:
-Recuerda: ni una sola palabra. O te vas olvidando del Quidditch.
-Pero... ¿Están usted y mi padrino emparentados de alguna manera? -se atrevió a preguntar Harry.
Snape resopló, molesto. No quería decirle. Pero, conociendo al chico, no pararía de intrusear hasta descubrirlo. Y tal vez, para ese entonces, lo sabrían también Granger y Weasley. ¿Y si se lo decía el mismo, haciéndole prometer que no diría nada? Podía resultar mejor. Considerando que era un Gryffindor, era posible que mantuviera su palabra, aún tratándose de un perfecto Potter_quebrantador_de_Reglas.
-¿Juras que si te lo digo, no vas a tratar de averiguar nada más? ¿Y no se lo contarás a nadie? -preguntó Snape amenazante.
-Está bien -se animó Harry. Snape se quedó mirándolo a los ojos, de un modo evaluador-. Se lo prometo -agregó Harry, al ver su cara de "no confío en Potter".
Snape volvió a mirar hacia Sirius Black y, al confirmar que dormía, cerró la puerta.
-Acabo de descubrir que tu padrino y yo somos... hermanos.
-¿¿¿Hermanos??? -murmuró Harry sorprendido-. ¿Pero cómo?
-No tengo idea. Bueno, Potter. Ya te lo dije. Ahora cumple con TU parte del trato: no se lo puedes decir A NADIE, ni te puedes poner a averiguar más. ¿ENTENDIDO?
-Si señor -prometió Harry-. Pero... ¿se lo dirá a mi padrino?
-No por ahora. Y te recuerdo tu promesa, Potter. NI. UNA. PALABRA. A nadie... Ni siquiera a tus amigos Granger ni Weasley. Sobre todo a tu padrino. ¿De acuerdo?
-Si señor -prometió nuevamente Harry-. Buenas noches. Y gracias por no decir nada.
-Es un trato. Buenas noches -respondió Snape abriendo nuevamente la puerta..
Harry entró y Snape la cerró, ligeramente aliviado. Se quedó unos instantes escuchando, temiendo que lo primero que Harry hiciera fuera despertar a su padrino y contarle todo. Pero por algunos minutos no escuchó nada.
Más tranquilo, se fue rumbo a las mazmorras. Pensaba que, de todos modos, si Potter quisiera contarle todo a Black, tendría que explicarle como lo descubrió. Eso implicaría decirle que había estado merodeando solo, y sin permiso, por el castillo, mientras él dormía. Y Potter no se arriesgaría a eso, ahora.
Harry se acostó y abrió el libro de Quidditch, pero lo cerró después de unos segundos. Ya no deseaba leer. Tenía mucho en qué pensar. ¿Hermanos? ¿Cómo podían ser Sirius y Snape HERMANOS? Se volvió y miró a su padrino. 'Snape debería decírselo', pensó Harry. Pero claramente no era su intención. 'Y yo le prometí que no diría nada'. Se dio vuelta para el otro lado. No sabía nada del pasado de su padrino. Tendría que preguntarle, disimuladamente, si tenía hermanos. Recordó al joven de la foto. ¿De qué año era esa foto? Cerró los ojos para tratar de recordar. No eran las fotografías antiguas que había estado ordenando solo. Aquella fotografía era más reciente, del mismo siglo, como de la mitad. En ese caso, ese hombre debía tener unos cincuenta años ahora. En ese caso, podía tratarse de un tío, o incluso del padre, de Sirius y Snape. ¿Sabría Snape de quién se trataba?
Harry sintió que la cabeza le daba vueltas. Sería mejor tratar de dormir. Ya mañana conversaría con su padrino, y averiguaría algo sobre su familia. Le había prometido a Snape que no intentaría averiguar más, pero era perfectamente comprensible que un ahijado le preguntara a su padrino por su familia ¿no? No podía criticarlo por eso... Además, no tenía por qué saberlo.
-¡Ahhhhhhh! -gritó Harry al despertarse. Una comezón en la cara lo había despertado y, lo primero que vio cuando abrió los ojos, fue una gran araña peluda sobre su cara. Luego escuchó la risa de su padrino a su lado.
-No te preocupes, no hace nada -le dijo su padrino sacándosela de la cara y transformándola en un florero que puso sobre la mesita de noche. Harry lo miró enojado.
-¿Tú la pusiste en mi cara? -preguntó temiendo la respuesta. Su padrino lo miró algo incómodo.
-Pensé que te haría gracia. Con tu padre siempre nos gastábamos ese tipo de bromas. No pensé que te molestaría.
-No me molesta -contestó Harry, ya repuesto del susto. Sonrió-. Es solo que no me lo esperaba.
Al ver que Harry sonreía, Sirius se relajó y soltó una carcajada.
-Y eso no es nada... Debiste ver la cara de Lily cuando le hice esta misma broma la primera vez.
-¿Y cómo reaccionó ella? -preguntó Harry interesado.
-Me salió persiguiendo por el bosque, y lanzándome toda clase de maldiciones. Si Lunático no hubiera intervenido, creo que habría terminado donde la señora Pomfrey.
-¿Por el bosque? -preguntó Harry extrañado.
-Es que habíamos ido de... excursión podría decirse... al bosque prohibido -respondió su padrino. Luego, al ver la cara de "Y qué hacían en el bosque prohibido, por qué ridícula razón mi madre se encontraba durmiendo ahí", prefirió aclarar-. A la parte no prohibida del bosque prohibido en realidad.
-¿Cómo es eso de "la parte no prohibida del bosque prohibido"?
-Es un lugar que pertenece al bosque prohibido, pero llegamos por Hogsmeade. Lo consideramos en esa época como "el bosque de las afueras de Hogsmeade", por lo que no estaba... en estricto rigor... prohibido.
-¿Y cómo se llega? -preguntó Harry interesado. Sirius lo miró preocupado, visiblemente arrepentido de haber mencionado todo eso. ¿Y ahora cómo lo convencía de no ir a meterse al bosque? Debería cuidar más lo que le contaba a su sobrino. Aunque en su época de colegio se había divertido mucho haciendo cosas "no literalmente prohibidas", no sería bueno darle ideas a Harry. En esa época, a ellos no los perseguía Voldemort todavía. En cambio Harry... debía cuidarse.
-No se llega. O no en tu caso. No te quiero metido en el bosque -contestó Sirius, serio.
-¡Pero tú mismo dijiste que no estaba prohibido!
-En realidad si lo estaba. Probablemente eso nos hubieran dicho, si nos hubieran descubierto.
-¿Y qué hacían ahí? -preguntó Harry interesado en escuchar el resto de la historia.
-Nada, olvídalo. Vamos a tomar desayuno -trató de cambiar de tema Sirius.
-Espera. Dijiste que mi madre se había despertado con una araña en la cara ¿Qué hacía mi madre durmiendo ahí? -insistió Harry antes de que su padrino se le escapara. Sirius suspiró. Harry no se iba a dar por vencido tan fácilmente. Hijo de su padre tenía que ser... El problema era que si no se lo contaba todo él, buscaría averiguarlo por su propia cuenta. Se iría a meter al bosque solo, o con Hermione y Ron, y estaría en peligro. Tal vez era preferible saciar su curiosidad, para que no fuera a saciarla por su cuenta.
-Te lo cuento si me prometes que no te vas a ir a meter al bosque -le propuso Sirius.
-Cuéntamelo y muéstrame el lugar -le propuso Harry, negociando.
-Ya te dije que no te quiero metido en el bosque.
-Pero voy a ir contigo -lo animó Harry. Sirius lo miró preocupado. O lo llevaba él, o el chico iría solo en la primera ocasión. Decididamente, tendría que mirar el mapa a cada instante cuando se fuera. Tendría que asegurarse de que su ahijado no se alejara de Hogwarts.
-Está bien -respondió finalmente. Harry sonrió satisfecho-. Pero no pisas el bosque después. Y lo de confiscar tu escoba, y que dejes de jugar Quidditch, corre también si no me haces caso a mi, o a Dumbledore. ¿Entendido?
-Si, Hocicos, Si -se rió Harry-. ¿Y? ¿Me vas a contar finalmente esa historia?
-Bueno. Estábamos en Hogsmeade, tus padres, Martha -una amiga de tu madre- , Remus, el traidor -agregó con un gruñido casi canino- y yo. Veníamos saliendo de las tres escobas y todavía quedaban un par de horas para tener que volver al castillo. Nos pusimos a caminar sin rumbo fijo, conversando. Hacía frío, y tu madre se puso un pañuelo en la cabeza para que le tapara los oídos. De pronto un fuerte viento se levantó, y su pañuelo salió volando. James se puso a perseguirlo, y todos lo seguimos. Cada vez que alguno lo iba a atrapar, el pañuelo salía volando nuevamente. Llegamos así hasta un extremo del pueblo, bastante abandonado, desde donde empezaba el bosque. El mismo bosque que hacia el lado de Hogwarts se llama el bosque prohibido. El pañuelo salió volando hacia los árboles, y se quedó enganchado en una rama. Fuimos a buscarlo.
-Pero no entiendo -lo interrumpió Harry-. ¿Por qué no lo recuperaron con magia en vez de correr tras él? Un encantamiento convocador hubiera bastado.
-Por supuesto. Pero ese encantamiento no lo vimos sino hasta cuarto, y lo que te cuento ocurrió cuando estábamos en tercero. Además, era divertido correr tras el pañuelo. Hacía frío, y cualquier motivo para entrar en calor era bueno.
-Si, supongo. ¿Y por qué entraron al bosque?
-A buscar el pañuelo.
-¡Pero si me acabas de decir que quedó enganchado en una rama!
-Si, bueno. Pero tuvimos que entrar al bosque para llegar al árbol. ¿Me entiendes? Recuerdo que Martha no quería entrar. Pero Lily quería recuperar su pañuelo. Cuando todos entramos al bosque, y Martha se dio cuenta de que se iba a quedar sola, nos siguió. Cuando estábamos bajo el árbol, viendo como lo bajábamos, concluimos que lo más seguro era simplemente subir al árbol, y bajar el pañuelo. Pero las ramas eran delgadas. Lily y Peter eran los más delgados del grupo. Pero Lily estaba con falda así que Peter subió. Cuando bajaba, se hizo daño en una pierna. Cuando Lily recuperó su pañuelo fue cuando se nos ocurrió explorar un rato. Martha no estaba de acuerdo, y finalmente prefirió devolverse. Peter, que entonces estaba enamorado de ella, la acompañó, argumentando que le dolía la pierna. Nosotros comprendimos, y lo dejamos irse con Martha. Nos prometieron que no dirían nada de donde habíamos ido.
-Pero, ¿qué tiene todo eso que ver con la broma de la araña? -preguntó Harry.
-Si te aburre mi historia paro aquí -dijo Sirius molesto con la impaciencia de su ahijado.
-No, claro que no. Síguela por favor -se disculpó Harry.
-Bueno. Pues entramos al bosque, bromeando. Al cabo de un rato a tu madre se le ocurrió que deberíamos marcar el camino por el que íbamos, para poder volver. Pero ya habíamos caminado bastante rato y, al tratar de devolvernos por donde habíamos venido, para marcar el camino, nos dimos cuenta de que ya no nos acordábamos bien por donde era. Nos pusimos a discutir, o más bien tus padres se pusieron a discutir. James la criticaba por no haber pensado en eso antes, y ella decía que por qué no había pensado el mismo. Remus trató de calmarlos, sin resultados. Pero lo que él no pudo hacer, lo logró el cielo. Escuchamos un relámpago y en cosa de segundos estaba lloviendo. No sabíamos qué hacer. Nos pusimos a correr, en la dirección en la que creíamos que estaba el pueblo. Pero al cabo de un rato nos dimos cuenta de que no era, ya que llegamos a una cueva que no habíamos visto antes. Pero estábamos demasiado mojados como para hacernos preguntas, así que nos metimos. Adentro estaba seco, y con eso nos bastaba en ese momento. Prendimos un fuego mágico y pusimos a secar las capas. No sabíamos muy bien que hacer. Faltaba un cuarto de hora para que tuviéramos que estar en el centro de Hogsmeade, para volver al castillo. Y no teníamos idea del camino. Remus era partidario de lanzar chispas al aire, o llamar la atención de cualquier modo, para que nos encontraran, aunque después de eso tuviéramos que ayudarle a Filch por el resto del año. Lily lo apoyaba. James en cambio, pensaba que era mejor buscar la manera de volver al castillo, sin llamar la atención, y después inventar una historia poco comprometedora.
-¿Y tú qué proponías? -preguntó Harry interesado.
-Debo confesar que, aunque ahora pienso que los más razonables eran tu madre y Remus, en ese momento apoyaba a tu padre. Temía que no nos dejaran volver a Hogsmeade, si decíamos la verdad.
-¿Y qué hicieron finalmente?
-Discutimos hasta que finalmente Lily se quedó dormida. Entonces paramos de discutir, para no despertarla. Ella había pasado todo el sábado en la noche y parte de la madrugada del domingo haciendo un trabajo de astronomía, así que era comprensible que se quedara dormida. Para pasar el rato, nos pusimos a explorar la cueva. Era bastante grande, y tenía varios pasadizos. Pero no los exploramos en ese momento porque no nos queríamos alejar de tu madre. Pero descubrimos un lugar, en el que crecían una gran cantidad de hongos y setas. Algunos los conocíamos, otros no. Algunos eran verdaderamente interesantes -agregó riendo culpablemente para si mismo. Entonces notó que Harry lo miraba con curiosidad, por lo que puso cara de inocencia y continuó-. Lamentamos que Lily no estuviera despierta, ya que a ella se le daba bien herbología. Al cabo de casi dos horas, la lluvia se detuvo y pensamos que era mejor aprovechar ese momento para tratar de salir de ahí. Tratamos de despertar a tu madre, pero era imposible. De pronto encontré una araña que era grande, pero no venenosa, una igual a la de hoy. Se la puse sobre la cara. Ella se despertó y gritó igual que tú. No sé como adivinó que había sido yo. Me salió persiguiendo, mientras me lanzaba maleficios. Remus logró calmarla finalmente, mientras tu padre se burlaba. Fue entonces cuando apareció un centauro. No nos habló, pero tras mirarnos comenzó a caminar decididamente en una dirección. No sé bien por qué lo seguimos. Probablemente fue el hecho de que fueran casi las diez de la noche, y estuviéramos perdidos sin ninguna opción. El asunto es que, tras caminar apenas media hora detrás de la criatura, llegamos al parque de Hogwarts. Entonces desapareció sin decir nada, y nosotros volvimos al castillo.
-¿Y qué explicación dieron? -preguntó Harry con curiosidad.
-Eso fue lo más increíble de la historia. No tuvimos que dar ninguna explicación. Cuando llegamos no había nadie en el hall, ni tampoco camino a la sala común. Una vez allí, Peter nos dijo que cuando no aparecimos a la hora de regreso, y les preguntaron por nosotros, Martha dijo que habíamos vuelto antes, caminando, porque Lily tenía frío. ¡Y les creyeron! Y al parecer, durante la cena, a nadie le llamó la atención que no estuviéramos.
-Que suerte tuvieron.
-¿Verdad que si? -se rió Sirius. Luego se puso serio-. Pero eso no significa que te puedas ir a meter al bosque.
-Si, ya me lo dijiste -se rió Harry. Aunque por dentro, deseaba poder conocer esa cueva-. ¿Y? ¿A qué hora vamos a conocer esa cueva?
-No vas a ir a ninguna cueva -le respondió Sirius, recordando las veces que había estado ahí con sus amigos. El había cometido errores, y no quería que a su ahijado se le ocurriera hacer lo mismo... Algunos de esos hongos y setas eran verdaderamente peligrosos.
-¡Pero me lo prometiste!
-Te prometí que te contaría la historia, y ya lo hice. Ahora vamos a tomar desayuno.
-Te pedí que me mostraras el lugar, y me dijiste "Está bien" -insistió Harry-. Además, he pasado todo el tiempo encerrado en el castillo. Ya que no me puedes llevar a vivir contigo, al menos me puedes llevar de paseo por un par de horas ¿no? Dijiste que esa cueva quedaba apenas a media hora de camino.
-Que manipulador te estás poniendo, Harry -suspiró Sirius-. Ni siquiera consideras que estoy herido.
-Herido, pero no muerto. Tu mismo dijiste ayer que solo tenías problemas en el brazo izquierdo. ¿Qué problema habría?
-¡Egoísta! -se rió el brujo-. ¿Y si me ocurre algo?
-Te arreglo un bonito entierro -se burló Harry.
-Está bien, mi niño. Iremos después del desayuno. Siempre que Dumbledore no decida partir antes, claro.
-¡Bien! -gritó Harry.
Y ambos fueron adonde Dumbledore, a preguntarle por los planes que tenía para ese día.
N/A : ¿Y? ¿Quieren que Harry vaya de paseo? ^_^
Luthien: No es solo por la escoba... Es también el hecho de que su padrino haya sido capaz de "ponerse del lado de Snape" de un modo tan desagradable. Además, para él sería insoportable no poder estar en el equipo. Pero no solo a ti te extrañó, a Dumbledore también :) Snape va a tratar de ser más amable con Harry, pero no sé si llegue a encariñarse.
Ariadna Potter: Ni me lo digas... ¡es loca por el messenger! Y me llamo Verónica :-) Pero vero suena más simpático.
V!rU§ P@()LÅ: gracias por tus reviews. Escribo cuando puedo, pero no puedo casi nunca =(
Naiko: Si pobre Harry... Aunque no lo va a pasar tan mal... TODAVÍA. Voldemort ya está en acción ^_^ muahahahahaaaaaaaa. Snape no se ha dado el trabajo de conocer a Black... pero ya lo hará :D Sobre Draco, supongo que no serán tan amigos, pero ya no enemigos. Hermione y Ron... ya se acostumbrarán. Snape será algo más amable.
Paula: ¡Gracias por tu review! Este fic está pensado solo para el verano. No he pensado si escribiré algo después.
Capítulo 23 Habla la sangre
-Así está bien -comentó Dumbledore sonriendo nuevamente. No le gustaba ver a Harry así, pero ahora se habían asegurado de que el chico pondría de su parte. Le extrañaba un poco la reacción que había tenido, eso si. Nunca imaginó que se pondría a gritar de ese modo, ni menos a llorar. Desvió su atención a Sirius y agregó:- Creo que sería bueno que descansaras. Nos iremos mañana.
-¿Me puedo quedar contigo? -preguntó Harry, esperanzado.
-Bueno... -contestó Sirius dudoso, mirando a los otros adultos.
-Tu padrino necesita descansar, Harry -dijo Dumbledore. Harry lo miró implorante, haciendo que el anciano reconsiderara lo que iba a decir-. Pero supongo que puedes hacerle compañía un rato.
-¿Puedo quedarme con él esta noche? -se animó Harry. Snape y Dumbledore se miran preocupados. Ninguno de los dos estaba seguro de que dejar a Harry solo con un mago herido fuera una buena idea. Sirius pareció entender sus temores.
-No se preocupen -dijo riendo. Deseaba poder pasar esas horas junto a su ahijado-. El brazo que tengo malo es el izquierdo, y yo soy diestro. No tendría problemas para usar mi varita.
Snape miró a Dumbledore, dejando en claro que dejaba la decisión en sus manos. Dumbledore le sonrió.
-Si, supongo que no habrá problemas.
-Pero si ocurre cualquier cosa, me vas a buscar -agregó Snape en tono casi amable (bueno, todo lo amable que podía ser, siendo Severus Snape). Internamente estaba contento con ese arreglo. Se quedaría solo y podría preparar todo para realizar la poción para determinar grados de parentesco. Aunque era de ejecución simple, varios de los ingredientes tenían que ser preparados con algunas horas de anticipación. Según sus cálculos, podía tener todo listo para comenzar la cocción esa misma noche. Estaba seguro de que durante esas horas con su padrino, Harry no iría a buscarlo si podía evitarlo. Así que tendría toda la tranquilidad que necesitaba. Estando solo, todo saldría bien. No había nada como la perspectiva de un experimento con pociones para arreglar el ánimo de Severus Snape.- Lo olvidaba, -agregó sacando una varita del bolsillo-. Aquí tienes tu varita.
-Gracias -contestó Harry guardándose la varita en el bolsillo-. Y si, lo haré -prometió, contento ante la perspectiva de pasar el resto de la tarde con su padrino. Por unos instantes había temido que Snape recordara el 'Hablaremos de esto, Potter...' de la mañana, y que no hubiera aceptado. Pero aparentemente el brujo había decidido olvidar el asunto. ¡Si hasta estaba siendo amable!
-Y no olvides dejar descansar a tu padrino, Harry -le advirtió Dumbledore- . Déjalo dormir.
-Si, no se preocupe -prometió también Harry.
-Me cuidará bien -agregó Sirius sonriendo, mientras le pasaba el brazo bueno sobre los hombros.
Harry pasó el resto de la tarde con su padrino, en la enfermería. Conversaron y jugaron ajedrez mágico con un tablero que Harry descubrió en la oficina de la señora Pomfrey. Comieron pastel y helado que Dobby les trajo, feliz.
Pero apenas las primeras estrellas acababan de aparecer en el firmamento, Sirius sucumbió de cansancio y se durmió. Harry lamentó que aquella tarde no hubiera durado más. ¿Por qué las horas felices siempre tenían que pasar tan rápido? Contempló el rostro de su padrino. Notó las ojeras del hombre, y no pudo evitar suspirar, pensando en todo lo que habría tenido que pasar.
Se tendió un rato en la cama de al lado, y al poco tiempo el sueño se apoderó también de él.
Estaba en unas ruinas. Caminó en silencio por entre los escombros. Eso debía ser una casa, o lo había sido antes de que fuera destruida. De pronto se encontró ante los restos de una escalera. Pudo ver que una silueta se movía en el extremo superior. Trató de avanzar, pero no pudo. Un inmenso cristal se lo impedía. Tenía que romper esa barrera, tenía que entrar en contacto con esa figura. Retrocedió unos pasos, inseguro. Una voz suave y femenina le dijo 'Hazlo, Harry', mientras se reía dulcemente. Avanzó con fuerza e impactó contra el vidrio, quebrándolo.
A kilómetros de distancia, un hombre reía frente a una hoguera, en la que extraños objetos se consumían liberando nauseabundas emanaciones. Tenía los ojos rojos, y no era a causa del humo.
En ese mismo instante, un estruendo despertaba a Harry. Asustado abrió los ojos, y notó que una tormenta de viento se había levantado, y había abierto de golpe una de las ventanas de la enfermería. Un escalofríos le recorrió la espalda. Se levantó, y la volvió a cerrar. Observó a su padrino, a quien la tormenta no había despertado. Dormía profundamente. Deseó poder dormir como él, pero ahora que se había levantado se sentía completamente despierto.
-¿Qué hora será? -se preguntó Harry en voz alta. Se sentía algo incómodo, habiéndose quedado dormido con ropa y zapatos. Trató de recordar lo que había estado soñando, pero el impacto de la ventana abriéndose había borrado todo. Finalmente se encogió de hombros, y decidió que bajaría a la mazmorra de Snape a buscar su pijama. También traería el libro de Quidditch, ya que sospechaba que se tardaría un buen rato en volver a conciliar el sueño.
En algún lugar alto del mismo castillo, un anciano disfrutaba de una taza de chocolate. Contemplaba el fuerte movimiento de los árboles producto de aquella inesperada tormenta de viento.
-¿El señor tomará más chocolate? -preguntó un elfo, respetuosamente a sus espaldas.
-No, gracias Norby. Puedes irte -contestó el anciano, mientras seguía contemplando el paisaje.
El elfo desapareció, y el anciano suspiró. No le gustaba el viento. Nunca se sabía lo que traería, o se llevaría con él. Pero nada sacaba con pasar la noche en vela, contemplándolo.
Suspirando nuevamente, se fue a la cama.
Harry caminaba por los corredores, escuchando el sonido del viento que golpeaba furiosamente los muros de Hogwarts, produciendo tétricos sonidos. Finalmente llegó a su destino, y se enfrentó al enano de piedra que custodiaba la entrada de la mazmorra donde vivía Snape. Se quedó unos instantes parado, mirándolo. El enano lo miró de abajo a arriba, y de arriba abajo. Aparentemente, lo que vio no lo impresionó en lo más mínimo, pues volvió a su posición inicial sin decir ni hacer nada. Harry lo miró incómodo.
-Emh... ¿Me dejaría pasar por favor? -intentó Harry.
-No -respondió el enano simplemente.
-Es que tengo que ir a buscar algunas cosas... -insistió Harry. El enano volvió a barrerlo con la mirada, y luego hizo 'no' con la cabeza.
-¿Me dejas al menos tocar la puerta?
-Al amo no le gusta que lo molesten a estas horas -respondió el enano simplemente, sin mirarlo.
Harry pensó por unos momentos. Tenía tres opciones. La primera, era insistir y tratar de entrar, llamar la atención para que Snape le abriera. La segunda, era simplemente olvidarlo, y volver a la enfermería. La tercera, era tratar de entrar de otro modo. Después de todo, la mazmorra inferior donde dormía tenía una puerta. La primera parecía de lejos la más razonable. Snape le había dicho que lo despertara si ocurría algo. Pero, ¿Qué tal si Snape se enojaba? Después de todo, no había ocurrido nada. ¡Y ni siquiera sabía qué hora era! Probablemente se disgustaría por haber sido despertado, y le diría que por qué no había ido a buscar sus cosas más temprano. No, pensándolo bien, esa no era la mejor opción. Ni por nada tenía que provocar a Snape ahora que su escoba, y la permanencia en el equipo de Gryffindor, estaban en juego.
Buscar otra entrada no hubiera sido tan mala idea, si no fuera porque era de noche, se suponía que no debía andar solo, y tendría que buscar un camino en medio de unas mazmorras que ni siquiera conocía. Aunque tenía su varita...
Volver a la enfermería... esa parecía la más inocua de las opciones, aunque tendría que prescindir de sus cosas.
-¿Te vas a quedar ahí parado toda la noche? -le preguntó el enano de mal modo sacándolo de sus pensamientos.
-No, ya me voy -respondió rápidamente Harry, dándose media vuelta.
Harry se alejó, pensativo. Recordaba que, al avanzar más allá de la entrada de la sala común de Slytherin, había una bifurcación. Con Snape siempre se habían ido por el mismo camino. ¿Tal vez por el otro lado se podía bajar a las mazmorras del nivel inferior? Recordó la tercera prueba del torneo de los tres magos. Si había podido orientarse ahí, podría también hacerlo en un conjunto de corredores.
Estaba pensando en eso, cuando llegó a la mencionada bifurcación. Titubeó por unos instantes.
-Bueno, si algo ocurre, siempre puedo devolverme... -se dijo en voz alta para darse ánimo. Y tras decir eso se internó por ese camino.
Siguió por el corredor, y pronto llegó a lo que esperaba encontrar: una escalera que bajara. Miró hacia abajo, estaba todo oscuro. Respiró hondo y prendió su varita. Pero al llegar abajo, la apagó. Para su asombro, se prendieron unas antorchas apenas puso un pie en el corredor que se ofrecía frente a él. Los muros tenían un color indefinible, con manchas en distintos tonos que claramente eran minerales y no alguna clase de pintura.
Otras antorchas se fueron prendiendo a medida que avanzaba. No era tan sorprendente que tuvieran ese sistema, considerando que a ese nivel no había ventanas...
Según sus cálculos, la mazmorra en la que dormía debía encontrarse hacia el sudoeste, y ese corredor iba hacia el sudeste. Si lo recorría, debía asegurarse de doblar a la izquierda apenas pudiera.
-¡Oriéntame! -le susurró a su varita, poniéndola sobre la palma de su mano, como lo había hecho en el torneo de los tres magos. Para su gran sorpresa, la varita comenzó a dar vueltas, perdida.
-Parece que me tendré que orientar de memoria -se dijo a si mismo decepcionado, mientras volvía a tomar la varita. Por un momento consideró volver, pero después pensó que si ya había llegado hacia ahí... Cada vez que encontraba una bifurcación, hacía una pequeña marca en el muro prendiendo fuego con su varita.
Avanzó así, de memoria, recordando siempre la dirección en la que debía avanzar y la distancia que le quedaba por recorrer. De vez en cuando encontraba alguna puerta, con una pequeña ventana, como la que recordaba que tenía la mazmorra que buscaba. Todas estaban cerradas, y Harry miraba con la luz de su varita a través de la ventanilla. Todas parecían encontrarse vacías. Finalmente llegó a la mazmorra que buscaba. Adentro se veía el par de camas que habían usado él y Draco. 'Draco...', recordó. Se preguntó qué estaría haciendo él en ese momento, y deseó que no se hubiera ido.
Pero Draco ya se había marchado, y por ahora él tenía que buscar sus cosas y volver a la enfermería.
Trató de abrir la puerta. Estaba cerrada como todas las anteriores.
-¡Alohomora!
La puerta se abrió y Harry entró. Apenas había avanzado unos pasos, cuando sintió un ruido seco a su espalda, y quedó a oscuras.
-¡Lumos! -murmuró rápidamente, con el corazón palpitando en su cuello. Detrás de él no había nada. El ruido lo había hecho la puerta al cerrarse. Notó también que, junto con cerrarse la puerta, las antorchas del corredor se habían apagado.
Se quedó unos segundos quieto, reponiéndose del susto. Luego avanzó hacia los escasos muebles, guiado por la única luz que provenía de su varita. Recogió las cosas que venía a buscar, y luego volvió hacia la puerta deseando regresar rápidamente a la enfermería.
Pero al tratar de abrir la puerta se dio cuenta de que no se podía. Intentó varios encantamientos infructuosamente. Finalmente concluyó que aquellas puertas estaban hechas para poder ser abiertas solamente del exterior. Tendría que volver por las habitaciones de Snape.
Un sudor frío le recorrió el cuerpo de pronto. '¿Y qué hubiera pasado si hubiera entrado a algunas de las otras mazmorras?', se preguntó. Tragó saliva. Hubiera quedado encerrado, hasta que lo hubieran extrañado. Hasta que lo hubiesen ENCONTRADO. Y aparte de eso, hubiera tenido que aguantarse la furia de Sirius, Dumbledore y Snape cuando lo hicieran. Eso... si los que lo encontraban primero eran ellos. Tragó saliva nuevamente. Después del duelo con Voldemort en aquel cementerio, no deseaba precisamente volver a encontrárselo a solas.
-Mejor vuelvo a la enfermería, antes de que me echen de menos -murmuró para si mismo.
Hizo un atado con las cosas que llevaba y se lo colgó del hombro. Subió por la escalera, y cuidadosamente levantó la esquina de la alfombra que cubría esa entrada. La sala estaba a oscuras y parecía desierta. La única luz provenía del cuarto de trabajo de Snape, cuya puerta se encontraba ligeramente entreabierta.
Harry salió sin hacer ruido, preguntándose si el enano de la entrada le diría algo al verlo salir por ahí. Tenía la esperanza de que no, ya que hasta ahora nunca se había movido cuando iban de salida.
Avanzó en puntillas hacia la salida. Pero, cuando pasó frente a la puerta iluminada, no pudo evitar sentir curiosidad. ¿Qué problema habría si solamente echaba una mirada? Snape no tendría por qué saberlo... Avanzó sin respirar hacia la puerta, y miró por el angosto espacio.
Snape estaba preparando una poción, no había duda en eso. Que aburrimiento. Harry estaba a punto de devolverse cuando un detalle llamó su atención. Snape tenía un cuchillo en sus manos, y estaba a punto de...
Harry tuvo que contener la respiración para no gritar, pero luego se calmó al ver que Snape solamente se había hecho un corte en un dedo. Estaba vertiendo gota a gota su sangre sobre el caldero. Sintió nauseas, recordando de pronto la vuelta a la vida de Voldemort, hacía tan solo un par de meses. Harry se preguntó qué poción estaría haciendo Snape. De pronto notó que el brujo tomaba un frasco, en el que parecía haber más sangre. Vio como lo vertía, gota a gota también, sobre la poción. Luego la revolvió lentamente, observando concentradamente el contenido del caldero. Vio como sacó un poco, y vertió unas gotas sobre un cristal. Luego agregó sobre la mancha otro líquido incoloro y esperó unos segundos. Súbitamente, algo pareció horrorizar a Snape, ya que asustado tiró el cristal lejos, que se quebró muy cerca de la puerta.
Harry pudo mirar entonces que los trozos de vidrio estaban manchados con una sustancia de un color azul liláceo intenso. ¿Qué significaba aquello, que Snape se había asustado tanto? Observó al mago, que de mano temblorosa volvía a repetir el experimento, en otro cristal limpio. Nuevamente agregó unas gotas del líquido transparente sobre la mancha. Harry pudo ver la ansiedad grabada en el rostro del brujo. Luego de unos segundos, con una mano temblorosa volvió a tomar el cristal y lo contempló nervioso. Luego lo posó sobre la mesa, junto a un libro que tenía abierto, y comenzó a leer. Al cabo de unos segundos se sentó, se llevó las manos a la cara, y sostuvo su cabeza, negando ocasionalmente. Cualquiera que hubiera sido el resultado de ese experimento, había impresionado mucho al profesor de pociones.
De pronto, Snape sacó las manos de su cara. Harry pudo ver una mezcla de ira y pena. Antes de que pudiera preguntarse algo más, Snape lanzó con violencia unos libros que se encontraban apilados. Fueron a chocar contra el muro, muy cerca de donde Harry se encontraba oculto. Una nube de polvo se levantó. De pronto, Harry sintió que le picaba la nariz. Con horror dejó de respirar, temiendo estornudar y delatar su presencia. Estaba seguro de que a Snape no le haría ninguna gracia haber sido observado en esos momentos.
Pero no pudo contenerse más, y tuvo que respirar. Apenas había inhalado, un estornudo se escapó antes de que pudiera contenerlo. No alcanzó a moverse, la puerta se abrió con violencia. Harry levantó al vista. Snape lo miraba entre enojado y... ¿nervioso?
-¿Qué diablos estás haciendo aquí, Potter?
-Vine a buscar mi pijama y un libro -contestó Harry bajando la vista, e indicando el bulto que traía.
-¿Y los encontraste, acaso, en el umbral de esta puerta? -le preguntó Snape mordazmente.
-No. Yo... -respondió Harry. No sabía como continuar-. Lo siento.
-¿Hace cuanto que estas aquí? -preguntó Snape en tono neutro, aunque Harry notó cierto nerviosismo.
-Acababa de llegar -contestó Harry, cruzando los dedos para que le creyera.
-¿Y cómo entraste? -preguntó de pronto Snape. Le causaba curiosidad que el enano hubiera dejado pasar a Harry sin avisarle.
-Por abajo... Quise devolverme por ahí, pero no pude volver a abrir la puerta. Por eso intenté salir por aquí. No era mi intención... -contestó Harry, tratando de parecer lo más humilde y arrepentido posible. La expresión correcta, en el momento correcto. Eso había dado resultados muchas veces en su vida.
-¿Espiarme? -completó burlonamente Snape. Harry miró el piso y no contestó. Había sido sorprendido espiando de un modo demasiado evidente como para negarlo.
-Qué voy a hacer contigo... -murmuró Snape, más para si mismo. Harry levantó la vista, con la intención de pedirle que por favor no le dijera nada a su padrino. Pero al hacerlo, un detalle sobre la mesa del laboratorio captó su atención. Ahí estaba aquella foto, del joven que se parecía a Snape y a ... su padrino. Harry sintió de pronto que un puzzle se armaba en su cabeza. La sangre de Snape... la sangre del frasco... su padrino herido y curado por Snape... Snape... La reacción de Snape ante el resultado... ¿Acaso...?
Snape, al ver que Harry se había quedado petrificado mirando un punto dentro del laboratorio, se volvió a mirar en esa dirección. Sintió como un balde de agua fría se vertía en su espalda, cuando vio que Harry estaba mirando la fotografía. Nervioso, se preguntó cuanto había alcanzado a ver el chico aquella noche. ¿Había entendido? Deseó con todas sus fuerzas que no. Tenía que averiguar cuanto sabía... y asegurarse su silencio. No deseaba que todos se enteraran que Black era... -tragó saliva- su hermano. Para él mismo había resultado un impacto descubrirlo. No entendía como había podido suceder eso.
Harry sintió de pronto que alguien lo empujaba, alejándolo del cuarto de trabajo. Vio como Snape cerraba la puerta, y prendía las luces de la sala con un movimiento de su varita.
Harry intentó poner cara de neutralidad. A pesar de que tenía muchas preguntas, no quería que Snape se diera cuanta de sus sospechas.
Pero ninguno de los dos actuó muy bien.
'Comprendió todo', concluyó Snape.
'Ya se dio cuanta de que entendí', pensó Harry al mismo tiempo.
Ambos se quedaron mirando. Snape rompió finalmente el silencio.
-Potter. Olvida lo que viste esta noche.
Harry lo quedó mirando de un modo significativo. Snape miró para otro lado, incómodo.
-Y yo... olvidaré... que te sorprendí paseando solo por Hogwarts, y espiándome.
-Está bien -dijo Harry. Al menos por ahora se había salvado, cuando parecía imposible que Snape lo dejara ir indemne. No era un mal trato. Aunque sentía una gran curiosidad por saber si había alguna clase de relación familiar entre Snape y su padrino, y ya no podría preguntarle a su padrino... a causa del trato.
-Entonces recoge tus cosas -agregó Snape algo más aliviado-. Te voy a acompañar hasta la enfermería.
Harry caminó en silencio junto a Snape, rumbo a la enfermería. La tormenta de viento continuaba llenando de extraños gemidos los pasillos. Miles de preguntas se agolpaban en la mente de Harry, aunque todas se podían resumir en una: ¿Qué tenían su padrino y Snape en común? Cuando iba a llegar, el muchacho no aguantó más, y se arriesgó a soltar la pregunta.
-Señor...
-¿Qué pasa Potter? -preguntó Snape deteniéndose.
-Mi padrino y usted... están de algún modo... -Harry no sabía muy bien como formular su pregunta- ¿relacionados?
Snape frunció el ceño, y mío por una ventana, incómodo. No pensaba darle a Potter todavía más información.
-No hagas preguntas, y camina -respondió simplemente, mientras volvía a avanzar. Harry se resignó y lo siguió.
Cuando llegaron frente a la puerta de la enfermería, Snape la abrió y, tras ver que Black dormía, agregó en un tono amenazante:
-Recuerda: ni una sola palabra. O te vas olvidando del Quidditch.
-Pero... ¿Están usted y mi padrino emparentados de alguna manera? -se atrevió a preguntar Harry.
Snape resopló, molesto. No quería decirle. Pero, conociendo al chico, no pararía de intrusear hasta descubrirlo. Y tal vez, para ese entonces, lo sabrían también Granger y Weasley. ¿Y si se lo decía el mismo, haciéndole prometer que no diría nada? Podía resultar mejor. Considerando que era un Gryffindor, era posible que mantuviera su palabra, aún tratándose de un perfecto Potter_quebrantador_de_Reglas.
-¿Juras que si te lo digo, no vas a tratar de averiguar nada más? ¿Y no se lo contarás a nadie? -preguntó Snape amenazante.
-Está bien -se animó Harry. Snape se quedó mirándolo a los ojos, de un modo evaluador-. Se lo prometo -agregó Harry, al ver su cara de "no confío en Potter".
Snape volvió a mirar hacia Sirius Black y, al confirmar que dormía, cerró la puerta.
-Acabo de descubrir que tu padrino y yo somos... hermanos.
-¿¿¿Hermanos??? -murmuró Harry sorprendido-. ¿Pero cómo?
-No tengo idea. Bueno, Potter. Ya te lo dije. Ahora cumple con TU parte del trato: no se lo puedes decir A NADIE, ni te puedes poner a averiguar más. ¿ENTENDIDO?
-Si señor -prometió Harry-. Pero... ¿se lo dirá a mi padrino?
-No por ahora. Y te recuerdo tu promesa, Potter. NI. UNA. PALABRA. A nadie... Ni siquiera a tus amigos Granger ni Weasley. Sobre todo a tu padrino. ¿De acuerdo?
-Si señor -prometió nuevamente Harry-. Buenas noches. Y gracias por no decir nada.
-Es un trato. Buenas noches -respondió Snape abriendo nuevamente la puerta..
Harry entró y Snape la cerró, ligeramente aliviado. Se quedó unos instantes escuchando, temiendo que lo primero que Harry hiciera fuera despertar a su padrino y contarle todo. Pero por algunos minutos no escuchó nada.
Más tranquilo, se fue rumbo a las mazmorras. Pensaba que, de todos modos, si Potter quisiera contarle todo a Black, tendría que explicarle como lo descubrió. Eso implicaría decirle que había estado merodeando solo, y sin permiso, por el castillo, mientras él dormía. Y Potter no se arriesgaría a eso, ahora.
Harry se acostó y abrió el libro de Quidditch, pero lo cerró después de unos segundos. Ya no deseaba leer. Tenía mucho en qué pensar. ¿Hermanos? ¿Cómo podían ser Sirius y Snape HERMANOS? Se volvió y miró a su padrino. 'Snape debería decírselo', pensó Harry. Pero claramente no era su intención. 'Y yo le prometí que no diría nada'. Se dio vuelta para el otro lado. No sabía nada del pasado de su padrino. Tendría que preguntarle, disimuladamente, si tenía hermanos. Recordó al joven de la foto. ¿De qué año era esa foto? Cerró los ojos para tratar de recordar. No eran las fotografías antiguas que había estado ordenando solo. Aquella fotografía era más reciente, del mismo siglo, como de la mitad. En ese caso, ese hombre debía tener unos cincuenta años ahora. En ese caso, podía tratarse de un tío, o incluso del padre, de Sirius y Snape. ¿Sabría Snape de quién se trataba?
Harry sintió que la cabeza le daba vueltas. Sería mejor tratar de dormir. Ya mañana conversaría con su padrino, y averiguaría algo sobre su familia. Le había prometido a Snape que no intentaría averiguar más, pero era perfectamente comprensible que un ahijado le preguntara a su padrino por su familia ¿no? No podía criticarlo por eso... Además, no tenía por qué saberlo.
-¡Ahhhhhhh! -gritó Harry al despertarse. Una comezón en la cara lo había despertado y, lo primero que vio cuando abrió los ojos, fue una gran araña peluda sobre su cara. Luego escuchó la risa de su padrino a su lado.
-No te preocupes, no hace nada -le dijo su padrino sacándosela de la cara y transformándola en un florero que puso sobre la mesita de noche. Harry lo miró enojado.
-¿Tú la pusiste en mi cara? -preguntó temiendo la respuesta. Su padrino lo miró algo incómodo.
-Pensé que te haría gracia. Con tu padre siempre nos gastábamos ese tipo de bromas. No pensé que te molestaría.
-No me molesta -contestó Harry, ya repuesto del susto. Sonrió-. Es solo que no me lo esperaba.
Al ver que Harry sonreía, Sirius se relajó y soltó una carcajada.
-Y eso no es nada... Debiste ver la cara de Lily cuando le hice esta misma broma la primera vez.
-¿Y cómo reaccionó ella? -preguntó Harry interesado.
-Me salió persiguiendo por el bosque, y lanzándome toda clase de maldiciones. Si Lunático no hubiera intervenido, creo que habría terminado donde la señora Pomfrey.
-¿Por el bosque? -preguntó Harry extrañado.
-Es que habíamos ido de... excursión podría decirse... al bosque prohibido -respondió su padrino. Luego, al ver la cara de "Y qué hacían en el bosque prohibido, por qué ridícula razón mi madre se encontraba durmiendo ahí", prefirió aclarar-. A la parte no prohibida del bosque prohibido en realidad.
-¿Cómo es eso de "la parte no prohibida del bosque prohibido"?
-Es un lugar que pertenece al bosque prohibido, pero llegamos por Hogsmeade. Lo consideramos en esa época como "el bosque de las afueras de Hogsmeade", por lo que no estaba... en estricto rigor... prohibido.
-¿Y cómo se llega? -preguntó Harry interesado. Sirius lo miró preocupado, visiblemente arrepentido de haber mencionado todo eso. ¿Y ahora cómo lo convencía de no ir a meterse al bosque? Debería cuidar más lo que le contaba a su sobrino. Aunque en su época de colegio se había divertido mucho haciendo cosas "no literalmente prohibidas", no sería bueno darle ideas a Harry. En esa época, a ellos no los perseguía Voldemort todavía. En cambio Harry... debía cuidarse.
-No se llega. O no en tu caso. No te quiero metido en el bosque -contestó Sirius, serio.
-¡Pero tú mismo dijiste que no estaba prohibido!
-En realidad si lo estaba. Probablemente eso nos hubieran dicho, si nos hubieran descubierto.
-¿Y qué hacían ahí? -preguntó Harry interesado en escuchar el resto de la historia.
-Nada, olvídalo. Vamos a tomar desayuno -trató de cambiar de tema Sirius.
-Espera. Dijiste que mi madre se había despertado con una araña en la cara ¿Qué hacía mi madre durmiendo ahí? -insistió Harry antes de que su padrino se le escapara. Sirius suspiró. Harry no se iba a dar por vencido tan fácilmente. Hijo de su padre tenía que ser... El problema era que si no se lo contaba todo él, buscaría averiguarlo por su propia cuenta. Se iría a meter al bosque solo, o con Hermione y Ron, y estaría en peligro. Tal vez era preferible saciar su curiosidad, para que no fuera a saciarla por su cuenta.
-Te lo cuento si me prometes que no te vas a ir a meter al bosque -le propuso Sirius.
-Cuéntamelo y muéstrame el lugar -le propuso Harry, negociando.
-Ya te dije que no te quiero metido en el bosque.
-Pero voy a ir contigo -lo animó Harry. Sirius lo miró preocupado. O lo llevaba él, o el chico iría solo en la primera ocasión. Decididamente, tendría que mirar el mapa a cada instante cuando se fuera. Tendría que asegurarse de que su ahijado no se alejara de Hogwarts.
-Está bien -respondió finalmente. Harry sonrió satisfecho-. Pero no pisas el bosque después. Y lo de confiscar tu escoba, y que dejes de jugar Quidditch, corre también si no me haces caso a mi, o a Dumbledore. ¿Entendido?
-Si, Hocicos, Si -se rió Harry-. ¿Y? ¿Me vas a contar finalmente esa historia?
-Bueno. Estábamos en Hogsmeade, tus padres, Martha -una amiga de tu madre- , Remus, el traidor -agregó con un gruñido casi canino- y yo. Veníamos saliendo de las tres escobas y todavía quedaban un par de horas para tener que volver al castillo. Nos pusimos a caminar sin rumbo fijo, conversando. Hacía frío, y tu madre se puso un pañuelo en la cabeza para que le tapara los oídos. De pronto un fuerte viento se levantó, y su pañuelo salió volando. James se puso a perseguirlo, y todos lo seguimos. Cada vez que alguno lo iba a atrapar, el pañuelo salía volando nuevamente. Llegamos así hasta un extremo del pueblo, bastante abandonado, desde donde empezaba el bosque. El mismo bosque que hacia el lado de Hogwarts se llama el bosque prohibido. El pañuelo salió volando hacia los árboles, y se quedó enganchado en una rama. Fuimos a buscarlo.
-Pero no entiendo -lo interrumpió Harry-. ¿Por qué no lo recuperaron con magia en vez de correr tras él? Un encantamiento convocador hubiera bastado.
-Por supuesto. Pero ese encantamiento no lo vimos sino hasta cuarto, y lo que te cuento ocurrió cuando estábamos en tercero. Además, era divertido correr tras el pañuelo. Hacía frío, y cualquier motivo para entrar en calor era bueno.
-Si, supongo. ¿Y por qué entraron al bosque?
-A buscar el pañuelo.
-¡Pero si me acabas de decir que quedó enganchado en una rama!
-Si, bueno. Pero tuvimos que entrar al bosque para llegar al árbol. ¿Me entiendes? Recuerdo que Martha no quería entrar. Pero Lily quería recuperar su pañuelo. Cuando todos entramos al bosque, y Martha se dio cuenta de que se iba a quedar sola, nos siguió. Cuando estábamos bajo el árbol, viendo como lo bajábamos, concluimos que lo más seguro era simplemente subir al árbol, y bajar el pañuelo. Pero las ramas eran delgadas. Lily y Peter eran los más delgados del grupo. Pero Lily estaba con falda así que Peter subió. Cuando bajaba, se hizo daño en una pierna. Cuando Lily recuperó su pañuelo fue cuando se nos ocurrió explorar un rato. Martha no estaba de acuerdo, y finalmente prefirió devolverse. Peter, que entonces estaba enamorado de ella, la acompañó, argumentando que le dolía la pierna. Nosotros comprendimos, y lo dejamos irse con Martha. Nos prometieron que no dirían nada de donde habíamos ido.
-Pero, ¿qué tiene todo eso que ver con la broma de la araña? -preguntó Harry.
-Si te aburre mi historia paro aquí -dijo Sirius molesto con la impaciencia de su ahijado.
-No, claro que no. Síguela por favor -se disculpó Harry.
-Bueno. Pues entramos al bosque, bromeando. Al cabo de un rato a tu madre se le ocurrió que deberíamos marcar el camino por el que íbamos, para poder volver. Pero ya habíamos caminado bastante rato y, al tratar de devolvernos por donde habíamos venido, para marcar el camino, nos dimos cuenta de que ya no nos acordábamos bien por donde era. Nos pusimos a discutir, o más bien tus padres se pusieron a discutir. James la criticaba por no haber pensado en eso antes, y ella decía que por qué no había pensado el mismo. Remus trató de calmarlos, sin resultados. Pero lo que él no pudo hacer, lo logró el cielo. Escuchamos un relámpago y en cosa de segundos estaba lloviendo. No sabíamos qué hacer. Nos pusimos a correr, en la dirección en la que creíamos que estaba el pueblo. Pero al cabo de un rato nos dimos cuenta de que no era, ya que llegamos a una cueva que no habíamos visto antes. Pero estábamos demasiado mojados como para hacernos preguntas, así que nos metimos. Adentro estaba seco, y con eso nos bastaba en ese momento. Prendimos un fuego mágico y pusimos a secar las capas. No sabíamos muy bien que hacer. Faltaba un cuarto de hora para que tuviéramos que estar en el centro de Hogsmeade, para volver al castillo. Y no teníamos idea del camino. Remus era partidario de lanzar chispas al aire, o llamar la atención de cualquier modo, para que nos encontraran, aunque después de eso tuviéramos que ayudarle a Filch por el resto del año. Lily lo apoyaba. James en cambio, pensaba que era mejor buscar la manera de volver al castillo, sin llamar la atención, y después inventar una historia poco comprometedora.
-¿Y tú qué proponías? -preguntó Harry interesado.
-Debo confesar que, aunque ahora pienso que los más razonables eran tu madre y Remus, en ese momento apoyaba a tu padre. Temía que no nos dejaran volver a Hogsmeade, si decíamos la verdad.
-¿Y qué hicieron finalmente?
-Discutimos hasta que finalmente Lily se quedó dormida. Entonces paramos de discutir, para no despertarla. Ella había pasado todo el sábado en la noche y parte de la madrugada del domingo haciendo un trabajo de astronomía, así que era comprensible que se quedara dormida. Para pasar el rato, nos pusimos a explorar la cueva. Era bastante grande, y tenía varios pasadizos. Pero no los exploramos en ese momento porque no nos queríamos alejar de tu madre. Pero descubrimos un lugar, en el que crecían una gran cantidad de hongos y setas. Algunos los conocíamos, otros no. Algunos eran verdaderamente interesantes -agregó riendo culpablemente para si mismo. Entonces notó que Harry lo miraba con curiosidad, por lo que puso cara de inocencia y continuó-. Lamentamos que Lily no estuviera despierta, ya que a ella se le daba bien herbología. Al cabo de casi dos horas, la lluvia se detuvo y pensamos que era mejor aprovechar ese momento para tratar de salir de ahí. Tratamos de despertar a tu madre, pero era imposible. De pronto encontré una araña que era grande, pero no venenosa, una igual a la de hoy. Se la puse sobre la cara. Ella se despertó y gritó igual que tú. No sé como adivinó que había sido yo. Me salió persiguiendo, mientras me lanzaba maleficios. Remus logró calmarla finalmente, mientras tu padre se burlaba. Fue entonces cuando apareció un centauro. No nos habló, pero tras mirarnos comenzó a caminar decididamente en una dirección. No sé bien por qué lo seguimos. Probablemente fue el hecho de que fueran casi las diez de la noche, y estuviéramos perdidos sin ninguna opción. El asunto es que, tras caminar apenas media hora detrás de la criatura, llegamos al parque de Hogwarts. Entonces desapareció sin decir nada, y nosotros volvimos al castillo.
-¿Y qué explicación dieron? -preguntó Harry con curiosidad.
-Eso fue lo más increíble de la historia. No tuvimos que dar ninguna explicación. Cuando llegamos no había nadie en el hall, ni tampoco camino a la sala común. Una vez allí, Peter nos dijo que cuando no aparecimos a la hora de regreso, y les preguntaron por nosotros, Martha dijo que habíamos vuelto antes, caminando, porque Lily tenía frío. ¡Y les creyeron! Y al parecer, durante la cena, a nadie le llamó la atención que no estuviéramos.
-Que suerte tuvieron.
-¿Verdad que si? -se rió Sirius. Luego se puso serio-. Pero eso no significa que te puedas ir a meter al bosque.
-Si, ya me lo dijiste -se rió Harry. Aunque por dentro, deseaba poder conocer esa cueva-. ¿Y? ¿A qué hora vamos a conocer esa cueva?
-No vas a ir a ninguna cueva -le respondió Sirius, recordando las veces que había estado ahí con sus amigos. El había cometido errores, y no quería que a su ahijado se le ocurriera hacer lo mismo... Algunos de esos hongos y setas eran verdaderamente peligrosos.
-¡Pero me lo prometiste!
-Te prometí que te contaría la historia, y ya lo hice. Ahora vamos a tomar desayuno.
-Te pedí que me mostraras el lugar, y me dijiste "Está bien" -insistió Harry-. Además, he pasado todo el tiempo encerrado en el castillo. Ya que no me puedes llevar a vivir contigo, al menos me puedes llevar de paseo por un par de horas ¿no? Dijiste que esa cueva quedaba apenas a media hora de camino.
-Que manipulador te estás poniendo, Harry -suspiró Sirius-. Ni siquiera consideras que estoy herido.
-Herido, pero no muerto. Tu mismo dijiste ayer que solo tenías problemas en el brazo izquierdo. ¿Qué problema habría?
-¡Egoísta! -se rió el brujo-. ¿Y si me ocurre algo?
-Te arreglo un bonito entierro -se burló Harry.
-Está bien, mi niño. Iremos después del desayuno. Siempre que Dumbledore no decida partir antes, claro.
-¡Bien! -gritó Harry.
Y ambos fueron adonde Dumbledore, a preguntarle por los planes que tenía para ese día.
N/A : ¿Y? ¿Quieren que Harry vaya de paseo? ^_^
