Disclaimer habitual: el mundo y los personajes de Harry Potter pertenecen a
JKR.
Gracias a Francia, por lo medios ni que ERRORES que me encuentra. ¡Gracias!
Disculpen la enorme demora, y gracias a todos los que me dejaron reviews.
Lya: No te preocupes, Draco no se ha ido del todo :-)
Eyes: ¡Vaya! Entonces mi idea no era tan retorcida como yo pensaba jajaja. ¡Suerte en la universidad! No se donde vives tú, pero yo vivo en Chile y es como el fin del mundo también ^_^
vicu_malfoy: Draco no desapareció del fic. Consideraré tus ideas. No sé si la siga después de las vacaciones. (No sé si el seso me daría para inventar algo para todo el año escolar).
Paula: Yo tampoco sé de donde me salen mis retorcidas ideas jajaja. Aquí va más Harry & Sirius. Espero que te guste.
V!rU§ P@()LÅ: Jajaja. Para que veas lo diferentes que salen los hermanos a veces ^_^ Draco va a volver a aparecer.
Israelito: Gracias :-*** Aunque le borraron la memoria a Dudley, Dumbledore se apiadó de los primitos y permitió que Dudley conservara un poquito de la sensación de "quiero a mi primo Harry", aunque sin un solo recuerdo concreto. ¡Pero los chicos no lo saben! Es como si el abrazo que se dieron hubiera mezclado algo de ellos.
sailorangi: Me alegro de que tantas partes te hayan gustado ^_^ Si, Winky superó su problema. Ahora lleva una vida normal, como los demás elfos de Hogwarts. Aunque todavía recuerda con nostalgia a la familia Crouch. Snape los llevó a volar, porque pensó que ya que ellos estaban planificando ir (a escondidas seguramente), era mejor llevarlos él, de frentón.
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Capítulo 24 Un paseo y una carta
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Dumbledore se había despertado mucho más animado de lo que se había acostado. El día estaba hermoso, atrás había quedado la tormenta de viento.
Cuando bajaba a la enfermería a ver como seguía Sirius, se encontró con el susodicho y su ahijado de salida.
-Buenos días a ambos -saludó alegremente el anciano-. ¿Adonde van?
-A verlo a usted, o Director Albus Dumbledore, Orden de Merlin Primera clase etcétera -lo saludó Sirius con grandes y burlescos ademanes. Harry no supo como reaccionar, pero al ver que Dumbledore sonreía, se rió también.
-Veo que mucho mejor -contestó Dumbledore a su propia pregunta-. ¿Y tú cómo dormiste Harry?
-Bien, gracias -respondió Harry poniéndose algo más serio.
-Me preguntaba Albus a qué hora nos iríamos.
-Lo antes posible, ya que te sientes bien.
Harry miró decepcionado a Sirius. Pero este no iba a darse por vencido tan fácil.
-Me preguntaba si podríamos partir un poco más tarde. Me gustaría dar un paseo con mi ahijado aquí presente.
-¿Un paseo? Si supongo que podemos demorarnos un poco más si es por una tan noble causa -respondió Dumbledore con el habitual brillo en sus ojos. De pronto se puso serio-. ¿Adonde van a ir?
-Por ahí, a caminar -respondió Sirius con su mejor cara de inocencia, mientras le advertía a su ahijado con la mirada que no abriera la boca. Dumbledore lo miró unos segundos a los ojos, evaluador.
-Si tú crees que es seguro, está bien. Pero tal vez sería una buena idea que no fueran solos. Le podemos pedir a Severus que los...
-¡No! -respondió Harry antes de que Dumbledore pudiera terminar la frase. Si Snape los acompañaba no podría preguntarle a su padrino sobre su familia sin que Snape creyera que había roto el trato.
-No te preocupes, Albus -agregó Sirius-. Solo caminaremos un rato, cerca.
-Como quieran.
-¿Y? ¿Por donde es? -preguntó animadamente Harry mientras se alejaban del castillo.
-Por ahí, cerca de la cabaña de Hagrid.
-¿Recordarás bien el camino?
-Si... cuantas veces no lo hice -respondió Sirius melancólicamente. ¡Había recorrido ese camino decenas de veces desde aquella primera vez!
-¿Cuántas veces fueron? -preguntó Harry curioso. Sirius lo miró preocupado. Si le decía la verdad, ¿con qué moral le podía exigir que no volviera a ir?
-No te preocupes, recuerdo el camino -respondió tratando de evadir la pregunta.
-Eso no es lo que te pregunté.
-Fuimos un par de veces más. Pero ya te dije que te quiero lejos, menos en el bosque.
-Solo te hice una pregunta. Ya me has dicho un montón de veces que no me puedo ir a meter al bosque -le contestó Harry, molesto. Sirius no contestó, y al cabo de un rato de incómodo silencio Harry prefirió cambiar de tema.
-Sirius... nunca me has contado sobre tu familia. ¿Cómo eran tus padres y tus hermanos?
-No tengo hermanos, y mis padres murieron mientras yo estaba en Azkaban. Eran muy buenas personas. Creo que nunca se repusieron después de que me encerraron. Mi madre se enfermó y murió. Y en menos de un año mi padre también había muerto.
-Lo siento...
-Yo lo lamenté mucho también. No me dejaron ir al entierro de ninguno de los dos.
-¿Cómo eran?
-Eran personas alegres, felices de vivir.
-¿Y no tuvieron más hijos?
-No. Ya te dije que no tenía hermanos.
-¿Tíos? ¿Primos?
-Tenía una tía, la hermana menor de mi padre. Tenía dos hijas. Pero fueron atacadas por quien-tú-sabes. Mi tía y mi prima menor murieron. La mayor no se encontraba ese día, y sobrevivió. Pero perdió la cordura después de eso y se encuentra en San Mungo.
-¿Y? ¿No la has vuelto a ver?
-No. Recuerda que soy un prófugo Harry.
-¿Y por qué tus padres no tuvieron más hijos?
-Mi madre no pudo tener más hijos después de que yo nací. ¿Y a qué vienen tantas preguntas? -preguntó Sirius extrañado.
-Es que sé tan poco sobre ti... Me gustaría conocerte más, y no digamos que tenemos muchas ocasiones de hablar.
-Tienes razón. No se de que me extraño -agregó Sirius sonriendo mientras le pasaba un brazo sobre el hombro a su ahijado.
-¿Y no te hubiese gustado tener más hermanos? -preguntó Harry.
-Si, claro. Cuando era pequeño soñaba con eso. Y supongo que mi madre hubiera soportado mejor la pena si hubiese tenido más hijos. Debió ser duro para ella que su único hijo estuviera en Azkaban.
-¿Y cómo era tu padre?
-¿Mi padre? Era alegre, siempre bromeando. Era difícil que se enojara. Siempre le veía el lado bueno a las cosas. Amaba a mi madre, y supongo que su muerte debió afectarlo demasiado.
Harry se quedó en silencio unos momentos. El joven de la foto que tenía Snape parecía hosco y serio. Probablemente no se trataba del padre del que Sirius hablaba. Y al parecer tampoco de un tío, ya que solamente había mencionado una tía.
-¿Por qué te quedaste tan callado? -preguntó Sirius, extrañado ante el repentino silencio de su ahijado. Harry buscó rápidamente una razón.
-Es que me hubiera gustado conocer a tu familia.
Fue el turno de Sirius de quedarse callado. Era lógico que Harry quisiera tener una familia, y al no tenerla quisiera saber de la de su padrino.
-¿A quién te pareces más? ¿A tu padre o a tu madre? -preguntó Harry. Por un lado quería cambiar un poco el tema, y de paso saber si su padrino no sería por casualidad adoptado.
-A mi madre, creo -se rió su padrino-. Aunque el carácter dicen que se lo debo a mi padre. Mi madre era más bien... reflexiva.
-Ah... ¿Y por qué tu madre no pudo tener más hijos?
-Supongo que tuvo un parto difícil, o algo así, y quedó con alguna clase de secuela. No sé mucho, porque a ella no le gustaba hablar de eso.
-¿Y no te causa curiosidad? ¿Nunca se lo preguntaste?
-Si, un poco. Pero no me quitaba el sueño. Y si ella no quería hablar, yo tampoco la iba a presionar.
-Si, te entiendo.
-Mira -dijo de pronto su padrino indicando una pendiente que comenzaba a subir unos metros frente a ellos-. Es por ahí. Ya casi llegamos.
-Es raro que no nos hayamos encontrado con nada extraño, no te parece -comentó Harry. Recordaba las veces que había estado en el bosque prohibido. Siempre habían sido ocasiones muy desagradables, y de noche.
-Es que es de día. La mayoría de las criaturas peligrosas de este bosque tienen hábitos nocturnos.
-No sabía.
-Es lógico. Si en el colegio se los dijeran, ¿cómo iban a evitar que los alumnos se vinieran a meter de día? Por eso es mejor que no lo publiques. No quiero que seas tú el causante de que otros alumnos se vengan a meter al bosque.
-Está bien. Pero ustedes cuando venían, ¿lo sabían?
-No al principio.
-¿Y cómo lo supieron entonces?
-Bueno... lo constatamos.
-Para eso debieron venir varias veces -preguntó Harry inquisitivamente. Sirius miró para otro lado, y Harry se rió-. Ya, confiesa: viniste mucha veces. Tu mismo dijiste "Si, cuantas veces no lo hice" cuando te pregunté si recordarías el camino.
-Está bien. Si: vinimos muchas veces. Pero te repito que...
-...que no te quiero metido en el bosque -le remedó Harry, riendo-. Creo que ya me lo has dicho unas cien veces.
-Que bueno que lo tengas tan claro.
Ambos se rieron y continuaron el ascenso en silencio. Les resultaba difícil hablar y subir esa pendiente al mismo tiempo. Finalmente llegaron a un pequeño llano. Algunos metros más adelante se encontraba un macizo de roca de algunos metros de diámetro, en el que se veía una entrada semi oculta por unos matorrales.
-La cueva no debe ser muy grande, notó Harry.
-No te creas... Comunica por dentro con otras cuevas. Ten cuidado con estos matorrales, que tienen espinas -agregó corriendo unas ramas con un palo que encontró-. Deja que yo entre primero.
Entraron. Harry prendió su varita. Adentro parecía más espacioso de lo que se veía por fuera, y la pendiente descendía ligeramente a medida que se alejaban de la entrada. Se veían los restos de lo que pudieron haber sido rudimentarios muebles de madera. Sirius notó que su ahijado los miraba, y comentó:
-Nosotros mismos los hicimos.
-¿Y por qué no trajeron algo más elaborado? ¿O los transfiguraron?
-Al principio no hubiéramos sabido como transfigurarlos, y supongo que después estábamos acostumbrados a ellos. Además, nos gustaba el aspecto... natural... de la caverna. Para ver sillones y tapices mejor nos quedábamos en la sala común, ¿no te parece?
-¿Utilizaste éste lugar para ocultarte cuando andabas buscando a Colagusano?
-Si, varias veces. Quedaba más cerca que la casa de los gritos. El gato de Hermione venía a verme aquí, a veces.
-Pero... ¿Cómo es que ningún dementor te encontró? Andaban patrullando todo el tiempo.
-Usé la mayor parte del tiempo mi forma de animago, que ellos no podían distinguir. Además, no me andaba exponiendo.
-¿Y Remus no adivinó que podías encontrarte aquí?
-Si. De hecho, sentí su olor aquí una vez, al volver. Por lo que pude percibir, había estado revisando la cueva. Supongo que al no encontrarme pensó que no habría venido a un lugar tan obvio, con él metido en Hogwarts.
-Claro.
-Bueno, ya viste la cueva. Ahora regresemos.
-¡Pero si acabamos de llegar! Vayamos a explorar un poco.
-No quiero que estés lejos del castillo mucho tiempo.
-Pero se supone que los alrededores del castillo también tienen protecciones.
-No estoy seguro si estamos o no en el radio protegido. Volvamos.
-¡Sólo diez minutos más! No hicimos todo el camino para entrar, mirar la cueva, e irnos ¿no?
-Te dije que te traería, y vinimos. Ahora regresemos.
-Vamos, déjame ver que hay por esa especie de túnel... -insistió Harry caminando hacia allá.
-Harry, solo hay más cuevas, y está oscuro. No hay nada que ver. Ven, salgamos -insistió Sirius caminando detrás de Harry y tratando de atraparlo.
-No hay problema si está oscuro -dijo Harry apurando el paso-, tengo mi varita. Y tú mismo me contaste que se podía encontrar hongos muy interesantes.
Al escuchar lo de los hongos Sirius apuró el paso. Con James habían descubierto algunos usos de esos hongos. Algunos eran alucinógenos, y otros... Aunque confiaba en el buen criterio de Harry, era preferible mantenerlo alejado de aquel lugar. James también lo hubiera preferido. Y Lily también, si hubiera sabido... Se maldijo a si mismo por haber traído a Harry a la cueva, por haber cedido ante su insistencia.
-Harry, vuelve aquí -insistió Sirius tratando de atraparlo. Pero solo consiguió que Harry se riera.
-Que divertido eres. No me dejas ni estar cinco minutos en un lugar al que tú venías siempre a mi edad.
-Las circunstancias son diferentes, y lo sabes.
-Un minuto más, un minuto menos. No veo la gran diferencia. Ni Dumbledore sabe donde estamos. ¿Cómo lo va a saber Voldemort entonces?
-No tientes al destino. Vuelve acá. Ahora.
-Tengo el resto de las vacaciones para estar encerrado... -argumentó Harry sin detenerse. Sirius, al ver que no podía convencerlo, sacó su varita.
-¡Accio Varita!
La varita de Harry saltó de sus manos. Sirius la atrapó. Al ver que ya no tenía luz, Harry regresó, molesto.
-Me estoy comenzando a hartar de que me quiten la varita.
-Por algo será... Ahora camina delante de mi, donde te pueda ver.
Harry volvió de mala gana hacia la salida de la cueva. Ahora que comenzaba a divertirse lo obligaban a devolverse. Era como subirse a la escoba, y no volar. O tener un helado, y mirar como se derrite sin probarlo.
Hicieron el camino de vuelta en silencio, con Harry molesto, tratando de quedarse atrás, caminando lo más lentamente posible. Trataba de recordar el camino por el que iban. Había prometido a su padrino que no se vendría a meter, pero su padrino le había prometido mostrarle la cueva, y tampoco había cumplido. Se juró a si mismo que volvería. De pronto se detuvo con la excusa de atarse los cordones de las zapatillas, y aprovechando de un momento que su padrino no lo miraba, pudo dar vuelta una piedra sin que lo notara, dejándola con el musgo hacia abajo. Al menos esa señal duraría algunos días. De todos modos, si no conseguía volver antes del 1º de septiembre, quedaba Crookshanks que tal vez recordaría el camino. El problema sería como convencer al gato de que fuera a la cueva para poder seguirlo.
De pronto, Harry pisó mal. El lecho de hojas secas cedió, haciendo que el chico se deslizara por varios metros de pendiente. Sirius corrió hacia él.
-¿Estás bien? -preguntó preocupado mientras le tendía una mano para ayudarlo a que se parara.
-Si, perfectamente -respondió Harry de mala gana, todavía de mal humor.
-A nosotros siempre nos pasaba -se rió Sirius-. Incluso hicimos competencias de quien se deslizaba más rápido. El problema era que quedábamos cubiertos de tierra. Pero Martha, que era muy buena en hechizos limpiadores, siempre nos ayudaba cuando volvíamos al castillo.
-Que suerte ustedes, que podían salir y divertirse tanto -respondió Harry cáusticamente, haciendo que su padrino se callara.
Continuaron caminando en silencio. Harry trataba de mover lo más posible las hojas del suelo con el pié, sin que su padrino lo notara, para marcar lo más posible el camino. Como esos signos no durarían mucho, también tomó nota mental de la dirección que seguían, con respecto a la sombra de los árboles, y de algunos puntos de referencia, como un viejo árbol caído que tenía la forma de un gran trol rascándose la cabeza. Se juró que volvería. Y al diablo con Voldemort.
Cuando llegaron, los esperaba una sorpresa que hizo que Harry olvidara momentáneamente su mal humor. Remus Lupin había llegado, y se encontraba en el hall hablando con Dumbledore.
-Hola Harry -lo saludó alegremente-. ¿Cómo te encuentras?
-Buscándome bien, supongo -se rió Harry. Todos los demás se rieron también.
-Si, supongo que si -le respondió el hombre lobo. Luego se dirigió a Sirius, y se puso serio-. Algunos acontecimientos se han precipitado, y han llegado noticias de Hagrid. Tendremos que apurar un poco las cosas.
-Tendrán que partir de inmediato -agregó Dumbledore, serio también-. Yo mismo tengo algunos asuntos que atender. Después del 1º de septiembre ya no tendré mucho tiempo para viajar. Nos iremos apenas hable una palabrita con Severus, que viene de un momento a otro.
-¿Se van a ir tan pronto? -preguntó Harry, triste. Sabía que Dumbledore y Sirius se irían ese mismo día, pero nunca tan rápido.
-Lo siento, Harry -le respondió su padrino, abrazándolo. Luego tomó sacó su varita del bolsillo y se la devolvió-. Toma, por si hay alguna emergencia. Pero no hagas tonteras.
-Y dale... -respondió Harry molesto, mientras se la guardaba. En ese momento llegó Snape. Traía un pergamino en la mano, que le pasó a Harry.
-Te llegó esto mientras no estabas.
-Gracias -le respondió Harry tomando el pergamino. Notó que era una carta, abierta. Se alegró al ver que era de Draco.
-Quédate aquí un momento, con Remus -le dijo su padrino, antes de seguir a Dumbledore y Snape que acababan de alejarse.
-¿Y, Harry? ¿Quién te escribió? -le preguntó Remus amablemente.
-Draco.
-¿Draco? ¿Son amigos?
-Si, un poco -reconoció Harry-. Es que se quedó unos días aquí, y nos hicimos bastante amigos.
-Supe que ahora vive con una parienta.
-Si. Con una prima. Suerte por él... -comentó Harry algo triste.
-Ten paciencia.
-Es que tengo ganas de salir de aquí. Estoy hastiado de vivir encerrado. Y vigilado. ¿Por qué a él le pudieron encontrar una parienta en tan poco tiempo, mientras yo sigo teniendo que quedarme aquí?
-Te permiten quedarte aquí por tu seguridad.
-Pero Voldemort también quiere la cabeza de Draco. Por otro lado, él tiene que cuidarse de sus padres además. Y, sin embargo, nadie tuvo ningún problema en que se fuera a vivir con una prima. En cambio a mi, que solo me tengo que cuidar de Voldemort, me tienen encerrado como si el sol y el aire me fueran a matar. ¿Qué acaso yo no tengo por ahí una prima por parte de madre, o de padre? ¿O algún otro pariente?
-Por supuesto. Tienes a tus tíos -respondió Dumbledore que se había acercado sin que Harry lo notara.
-Bueno... ¿Y aparte de mis tíos?
-Deja de quejarte, Harry -intervino Sirius riendo-. Me tienes a mi, ¿no?
-Claro -se ruborizó Harry. No había pretendido ofender a su padrino-. Pero no me puedo ir a vivir contigo. Yo me refería a si no tengo algún OTRO pariente, con el que SI me pueda ir a vivir, y que SI quiera que viva con él. O con ella.
-Que quejón que estás -le respondió Sirius, abrazándolo-. Hoy no es tu día ¿verdad? Bueno ahijado mío, nos tenemos que ir. Pero volveré dentro de los próximos días, a traerte tus cosas. Te lo prometo.
-¿Cuando?
-Pronto -respondió Sirius. Y ante la cara de "eso ya lo he escuchado antes" de Harry, agregó:- Lo antes posible.
La cara de Harry se suavizó un poco, y todos se despidieron rápidamente. Desde la puerta se quedó mirando al trío alejarse (Sirius iba en su forma canina), hasta que llegaron a la reja con los cerdos alados.
-Vamos -le dijo Snape desde su espalda. Harry volvió bruscamente a la realidad. Había olvidado completamente la presencia del brujo. Lo siguió en silencio, resignado.
La mazmorra le pareció triste y solitaria después de la mañana pasada al aire libre. Era difícil aceptar tener que estar ahí, cuando por la pequeña ventana de la sala entraban algo de la luz del sol, y ráfagas de aire veraniego, recordándole constantemente lo bien que se estaba ahí afuera.
-Pediré que nos traigan el almuerzo. Quédate aquí mientras tanto.
Snape desapareció, y Harry se sentó en el único sofá de la sala. Sacó la carta de Draco.
¡Saludos cabeza rajada!
Era broma... Hola Harry. Espero que Snape no te esté amargando mucho la vida. ¡Ups! Olvidé que probablemente va a leer esta carta. Bueno, igual, espero que estés bien.
Por aquí todo marcha perfectamente. No te puedo decir aquí donde vivimos, por seguridad. Tampoco tengo mucho que contarte, pues acabamos de llegar y recién me estoy instalando.
Aquí no hay ningún elfo doméstico, y Lau (así me dijo que la llamara, porque así la llaman sus amigos) es un desastre en la cocina. Por suerte tiene mucha comida congelada en un aparato muggle llamado congelador. Tu debes conocer eso, ya que vives con muggles. Parece que tendré que aprender a cocinar yo mismo, ya que me dijo que ella no está mucho en casa.
Me gustaría que pudieras venir uno de estos días. Le pregunté a Lau, y por ella no hay problema. Aunque tiene miedo por lo de la seguridad. Me prometió preguntarle a Dumbledore qué se podía hacer al respecto. Te mantendré informado.
Si me quieres responder, no me mandes una lechuza a mi nombre. Puedes mandarla a Odette Taupin, del Departamento de Deportes y Juegos Mágicos, del ministerio. Ella es amiga de Lau y me hará llegar tu carta.
Saludos desde mi nueva vida
Draco
Harry guardó la carta, entre triste y contento. Sería fantástico poder ir donde Draco. Aunque tenía sus dudas de que lo dejaran. Era desesperante tener que pedirles autorización para todo a Sirius y Dumbledore, a pesar de que, en teoría, estaba a cargo de sus tíos. Y a ellos probablemente no les importaría que se fuera donde quisiera, mientras no los molestara. Draco había dicho que Laure hablaría con Dumbledore... ¿Por qué TODO tenía que pasar por la aprobación de Dumbledore? A pesar de la admiración que Harry sentía por el director, comenzaba a fastidiarlo que casi todo en su vida tuviera que pasar por el cedazo que era la opinión de él.
El chico cerro los ojos, y comenzó a soñar despierto. A sus tíos, él no les importaba. Y a él, tampoco ellos. Tenía dinero en Gringotts. Si ellos se habían ido de vacaciones sin él, él perfectamente podría sacar dinero, cambiarlo por dinero muggle, e irse de vacaciones solo. Si permanecía en permanente movimiento, ¿cómo podría Voldemort dar con él? Hasta podría ir a visitar a Draco. Pero el problema era aquel fastidioso anillo que Sirius le había puesto. Trató una vez más de sacárselo, y sintió que se le quemaba el dedo. Tendría que tener una poción anestésica, o algo así. Si trataba de salir con el anillo, su padrino no tardaría en darse cuenta y dar con él. Y estaría furioso.
El sonido de un elfo apareciendo lo sacó de su ensueño. Era Dobby, que traía una gran bandeja donde casi por arte de magia (y probablemente así era) había apilado un montón de cosas. Snape no se veía por ninguna parte.
-Hola Dobby -lo saludó Harry sin gran entusiasmo.
-Buenas tardes señor Harry Potter -saludó el elfo mientras disponía lo que traía sobre la mesa-. Dobby les trajo el almuerzo, como el señor Profesor Snape pidió, señor.
-¿Y dónde está Snape?
-No lo sé, señor Harry Potter. ¿Quiere que le traiga algo más señor?
-No, gracias Dobby.
-No hay por qué darlas, señor -respondió el elfo con una gran sonrisa, y desapareció.
Harry se sentó y se dispuso a esperar a Snape, mientras jugaba con una servilleta. Armó un barquito, luego una rana. Estaba en eso cuando entró de pronto Snape. Traía el libro de adivinación, y un pergamino en la mano.
-¿Qué es esto? -le preguntó Snape tendiéndole el pergamino. Harry lo tomó, y lo reconoció de inmediato. Era el pergamino en el que Amanda había estado tomando nota de lo que veían en la taza de café de la foto.
-Es... un pergamino con algunas notas -contestó Harry inseguro.
-Eso ya lo sé, Potter. Pero no es mío, y estaba junto a mi libro en el laboratorio de fotografía. Como tú y esa chiquilla estaban metidos ahí ayer, supongo que tienes algo que ver con esto -respondió de mal modo indicando el pergamino sobre la mesa. Harry suspiró, ¿qué mal habría si le decía la verdad? De todos modos ya parecía enojado...
-Es que cuando nos quedamos encerrados en el laboratorio, pasamos el rato mirando su libro. Ahí estaba una fotografía de una taza de café, creo que la misma que estaba mirando cuando usted me encontró, la primera vez que entré al laboratorio de fotografía. Nos pusimos a mirar las manchas de café, y Amanda se puso a anotar las cosas que veíamos.
Snape pareció un poco más interesado de pronto, y algo de su enojo desapareció. Tomó la hoja de papel en sus manos y comenzó a leer.
-¿Y vieron todo esto? -Preguntó.
-Si -le contestó Harry, expectante.
Snape abrió su libro, y sacó la fotografía. Comenzó a mirarla. Finalmente, dobló el pergamino y lo guardó dentro del libro junto con la fotografía.
-Bueno, será mejor que comamos, porque se enfría.
Ambos comenzaron a comer, en silencio. Harry levantaba ocasionalmente la vista, y miraba al mago disimuladamente. Quería preguntarle si podía hacer algo para que pudiera ir donde Draco, pero no se atrevía.
Por su parte, Snape pensaba en el hallazgo que acababa de hacer. Tantas horas se había pasado mirando aquella fotografía, sin resultados. No había conseguido ver nada, y un par de chicos, Potter y una sobrina de McGonagall nada menos, en un rato, habían visto un montón de cosas. Tal vez podía sacarle algún provecho a tener a Potter cerca todo el día.
-Y todo eso -interrumpió el silencio Snape-, ¿tú también lo viste?
-¿Perdón? -le respondió Harry algo perdido, pues su cabeza estaba en cualquier parte (lejos de Hogwarts por cierto), menos en lo que había visto con Amanda en esa foto.
-Te preguntaba, Potter, por las figuras en la taza de café de la fotografía. ¿Las viste tú, o la sobrina de la profesora McGonagall?
-Ambos.
-¿Y todo lo que vieron está en esas notas que tomó ella? -preguntó indicando el libro.
-Si, creo que anotó más o menos todo.
-¿Y tú serías capaz de volver a ver todo eso?
-Creo que si. Espero. En realidad no sé. No es tan fácil, y duele un poco la cabeza. Amanda me explicó como se hacía ayer, por lo que no tengo mucha práctica todavía.
-Ya veo...
-¿Quiere que lo intente, más tarde?
Snape y Harry se quedaron mirando, ambos con interés. Si, eso era justamente lo que Snape quería. Y Harry veía ahí la posibilidad de hacerle un favor a Snape, y así podría estar en buen pié para pedirle que le echara una mano con lo de Draco.
-Si -respondió Snape.
-Está bien.
Ambos continuaron comiendo en silencio por algunos minutos, hasta que Harry se dio ánimo para hablar.
-Quería preguntarle algo.
-¿Qué cosa?
-Draco, en su carta, me invitó a visitarlo.
-Lo sé.
-¿Cree que podré ir? -preguntó Harry cruzando los dedos. Snape dejó los cubiertos en el plato un momento, y se frotó la sien como buscando las palabras.
-No sé si sea prudente.
-Pero Draco está seguro allá, ¿no? -insistió Harry-. ¿Qué peligro habría para mi?
-No se trata solamente de ti, Potter. Si alguien te ve llegar allá, podrían descubrir fácilmente que Draco Malfoy se encuentra ahí.
-¿Sus padres no saben acaso donde se encuentra?
-No.
-De todos modos pueden averiguarlo, vaya o no vaya yo.
-Pero les sería más fácil. Si sales de Hogwarts, probablemente serías seguido, y darían con el paradero de Malfoy.
-¿Y usando la red flu?
-No funciona en Hogwarts. Tendrías que salir de todos modos.
-¿Y si me disfrazo? ¿O salgo con mi capa invisible?
-Pídele permiso a tu padrino cuando lo veas -le contestó Snape, aburrido por aquella discusión-. Pero mientras tanto, la respuesta es no.
-¿Y un traslador?
-Podría ser rastreado. Ahora come, ya te dije que no.
Harry continuó comiendo, resignado. Viendo que Snape se estaba mostrando amable con respecto a su modo habitual de ser, guardó la esperanza de que trataría de ayudarlo. Pero claramente no pensaba apoyarlo para ir donde Draco.
Terminaron de comer. Dobby volvió, y se llevó todo. Snape suspiró.
-Duerme un rato, y más tarde quiero que me muestres lo que viste en esa foto.
-Pero no tengo sueño.
-Entonces lee -contestó Snape fastidiado. Él si tenía deseos de dormir un rato, y no quería a Harry corriendo por el castillo mientras tanto.
-Pero el libro que estaba leyendo quedó en la enfermería.
Snape volvió a suspirar. Cerró los ojos y contuvo la respiración unos segundos. Tomó su varita y llamó a Dobby, quien apareció casi de inmediato.
-¿Puede Dobby ayudar en algo al señor Profesor Snape, señor?
-Si, ve a la enfermería y trae un libro de...
-Quidditch -completó Harry.
-... que se encuentra en...
-Sobre una cama -volvió a completar Harry.
-Eso -terminó Snape.
-Dobby lo traerá enseguida -contestó animado el elfo, y desapareció. Harry suspiró. No tenía deseos de meterse en una mazmorra oscura a leer, ni menos a dormir.
-¿Puedo ir a la pajarera?
-No.
-Es que no estoy cansado, ni tengo deseos de leer. Me gustaría escribirle a Draco.
-Pero yo si estoy cansado, y mientras duermo no vas a salir de aquí.
-¿Y más tarde?
-Está bien. Escribe la carta ahora, y más tarde se la mandamos.
En ese momento apareció Dobby, con el libro de Harry y su pijama doblado.
-Aquí está el libro, señor Harry Potter -dijo el elfo tendiéndole su carga- . Me tomé la libertad de traerle también si pijama.
-Gracias Dobby.
Dobby desapareció, y los otros dos se quedaron mirando.
-Bueno, Potter. Puedes quedarte aquí, o abajo, como prefieras. Pero no salgas ni entres a mi cuarto de trabajo. Y si llega una lechuza, me avisas de inmediato.
-Está bien.
Snape se fue, y Harry bajó a buscar con qué escribir. Volvió a subir, pues quedarse abajo le parecía deprimente. Se sentó, y pensó unos instantes. Mojó la pluma en el tintero. No tenía mucho qué escribir, pues Draco se había ido hacía poco. Pero prefería no perder el contacto.
¡Hola suertudo!
¿Qué tal? Espero que todo siga bien.
Me gustaría mucho ir, pero no se si me dejen. Tu sabes...
Hoy conocí un lugar muy interesante en el bosque, pero te contaré más detalles cuando te vea.
Saluda a tu prima de mi parte,
C.R.
-Que carta más corta y aburrida -comentó Harry para si mismo después de releerla. Pero de verdad no tenía nada más que contar, y explayarse sobre la cueva en una carta que Snape podía leer no le parecía una buena idea. Sobre todo si quería poder volver allá. 'Y ojalá que Draco entienda que "C.R." es cabeza Rajada', pensó Harry. No creía que fuera conveniente poner nombres. Aunque esa Odette Taupin fuera de confianza...
'Podría aprovechar para ir a la cueva ahora que está durmiendo', la idea le vino de pronto a Harry. Pero pronto la desechó. Por una parte, Snape estaba demostrándole confianza al dejarlo solo. Era preferible mostrarse digno de esa confianza, al menos por ahora, para que bajara la guardia. Por otra parte, no podía arriesgarse a que su padrino lo viera ese mismo día no cumpliendo lo de "no irse a meter al bosque".
Resignado, Harry tomó el libro de Quidditch y se dispuso a pasar el tiempo.
Gracias a Francia, por lo medios ni que ERRORES que me encuentra. ¡Gracias!
Disculpen la enorme demora, y gracias a todos los que me dejaron reviews.
Lya: No te preocupes, Draco no se ha ido del todo :-)
Eyes: ¡Vaya! Entonces mi idea no era tan retorcida como yo pensaba jajaja. ¡Suerte en la universidad! No se donde vives tú, pero yo vivo en Chile y es como el fin del mundo también ^_^
vicu_malfoy: Draco no desapareció del fic. Consideraré tus ideas. No sé si la siga después de las vacaciones. (No sé si el seso me daría para inventar algo para todo el año escolar).
Paula: Yo tampoco sé de donde me salen mis retorcidas ideas jajaja. Aquí va más Harry & Sirius. Espero que te guste.
V!rU§ P@()LÅ: Jajaja. Para que veas lo diferentes que salen los hermanos a veces ^_^ Draco va a volver a aparecer.
Israelito: Gracias :-*** Aunque le borraron la memoria a Dudley, Dumbledore se apiadó de los primitos y permitió que Dudley conservara un poquito de la sensación de "quiero a mi primo Harry", aunque sin un solo recuerdo concreto. ¡Pero los chicos no lo saben! Es como si el abrazo que se dieron hubiera mezclado algo de ellos.
sailorangi: Me alegro de que tantas partes te hayan gustado ^_^ Si, Winky superó su problema. Ahora lleva una vida normal, como los demás elfos de Hogwarts. Aunque todavía recuerda con nostalgia a la familia Crouch. Snape los llevó a volar, porque pensó que ya que ellos estaban planificando ir (a escondidas seguramente), era mejor llevarlos él, de frentón.
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Capítulo 24 Un paseo y una carta
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Dumbledore se había despertado mucho más animado de lo que se había acostado. El día estaba hermoso, atrás había quedado la tormenta de viento.
Cuando bajaba a la enfermería a ver como seguía Sirius, se encontró con el susodicho y su ahijado de salida.
-Buenos días a ambos -saludó alegremente el anciano-. ¿Adonde van?
-A verlo a usted, o Director Albus Dumbledore, Orden de Merlin Primera clase etcétera -lo saludó Sirius con grandes y burlescos ademanes. Harry no supo como reaccionar, pero al ver que Dumbledore sonreía, se rió también.
-Veo que mucho mejor -contestó Dumbledore a su propia pregunta-. ¿Y tú cómo dormiste Harry?
-Bien, gracias -respondió Harry poniéndose algo más serio.
-Me preguntaba Albus a qué hora nos iríamos.
-Lo antes posible, ya que te sientes bien.
Harry miró decepcionado a Sirius. Pero este no iba a darse por vencido tan fácil.
-Me preguntaba si podríamos partir un poco más tarde. Me gustaría dar un paseo con mi ahijado aquí presente.
-¿Un paseo? Si supongo que podemos demorarnos un poco más si es por una tan noble causa -respondió Dumbledore con el habitual brillo en sus ojos. De pronto se puso serio-. ¿Adonde van a ir?
-Por ahí, a caminar -respondió Sirius con su mejor cara de inocencia, mientras le advertía a su ahijado con la mirada que no abriera la boca. Dumbledore lo miró unos segundos a los ojos, evaluador.
-Si tú crees que es seguro, está bien. Pero tal vez sería una buena idea que no fueran solos. Le podemos pedir a Severus que los...
-¡No! -respondió Harry antes de que Dumbledore pudiera terminar la frase. Si Snape los acompañaba no podría preguntarle a su padrino sobre su familia sin que Snape creyera que había roto el trato.
-No te preocupes, Albus -agregó Sirius-. Solo caminaremos un rato, cerca.
-Como quieran.
-¿Y? ¿Por donde es? -preguntó animadamente Harry mientras se alejaban del castillo.
-Por ahí, cerca de la cabaña de Hagrid.
-¿Recordarás bien el camino?
-Si... cuantas veces no lo hice -respondió Sirius melancólicamente. ¡Había recorrido ese camino decenas de veces desde aquella primera vez!
-¿Cuántas veces fueron? -preguntó Harry curioso. Sirius lo miró preocupado. Si le decía la verdad, ¿con qué moral le podía exigir que no volviera a ir?
-No te preocupes, recuerdo el camino -respondió tratando de evadir la pregunta.
-Eso no es lo que te pregunté.
-Fuimos un par de veces más. Pero ya te dije que te quiero lejos, menos en el bosque.
-Solo te hice una pregunta. Ya me has dicho un montón de veces que no me puedo ir a meter al bosque -le contestó Harry, molesto. Sirius no contestó, y al cabo de un rato de incómodo silencio Harry prefirió cambiar de tema.
-Sirius... nunca me has contado sobre tu familia. ¿Cómo eran tus padres y tus hermanos?
-No tengo hermanos, y mis padres murieron mientras yo estaba en Azkaban. Eran muy buenas personas. Creo que nunca se repusieron después de que me encerraron. Mi madre se enfermó y murió. Y en menos de un año mi padre también había muerto.
-Lo siento...
-Yo lo lamenté mucho también. No me dejaron ir al entierro de ninguno de los dos.
-¿Cómo eran?
-Eran personas alegres, felices de vivir.
-¿Y no tuvieron más hijos?
-No. Ya te dije que no tenía hermanos.
-¿Tíos? ¿Primos?
-Tenía una tía, la hermana menor de mi padre. Tenía dos hijas. Pero fueron atacadas por quien-tú-sabes. Mi tía y mi prima menor murieron. La mayor no se encontraba ese día, y sobrevivió. Pero perdió la cordura después de eso y se encuentra en San Mungo.
-¿Y? ¿No la has vuelto a ver?
-No. Recuerda que soy un prófugo Harry.
-¿Y por qué tus padres no tuvieron más hijos?
-Mi madre no pudo tener más hijos después de que yo nací. ¿Y a qué vienen tantas preguntas? -preguntó Sirius extrañado.
-Es que sé tan poco sobre ti... Me gustaría conocerte más, y no digamos que tenemos muchas ocasiones de hablar.
-Tienes razón. No se de que me extraño -agregó Sirius sonriendo mientras le pasaba un brazo sobre el hombro a su ahijado.
-¿Y no te hubiese gustado tener más hermanos? -preguntó Harry.
-Si, claro. Cuando era pequeño soñaba con eso. Y supongo que mi madre hubiera soportado mejor la pena si hubiese tenido más hijos. Debió ser duro para ella que su único hijo estuviera en Azkaban.
-¿Y cómo era tu padre?
-¿Mi padre? Era alegre, siempre bromeando. Era difícil que se enojara. Siempre le veía el lado bueno a las cosas. Amaba a mi madre, y supongo que su muerte debió afectarlo demasiado.
Harry se quedó en silencio unos momentos. El joven de la foto que tenía Snape parecía hosco y serio. Probablemente no se trataba del padre del que Sirius hablaba. Y al parecer tampoco de un tío, ya que solamente había mencionado una tía.
-¿Por qué te quedaste tan callado? -preguntó Sirius, extrañado ante el repentino silencio de su ahijado. Harry buscó rápidamente una razón.
-Es que me hubiera gustado conocer a tu familia.
Fue el turno de Sirius de quedarse callado. Era lógico que Harry quisiera tener una familia, y al no tenerla quisiera saber de la de su padrino.
-¿A quién te pareces más? ¿A tu padre o a tu madre? -preguntó Harry. Por un lado quería cambiar un poco el tema, y de paso saber si su padrino no sería por casualidad adoptado.
-A mi madre, creo -se rió su padrino-. Aunque el carácter dicen que se lo debo a mi padre. Mi madre era más bien... reflexiva.
-Ah... ¿Y por qué tu madre no pudo tener más hijos?
-Supongo que tuvo un parto difícil, o algo así, y quedó con alguna clase de secuela. No sé mucho, porque a ella no le gustaba hablar de eso.
-¿Y no te causa curiosidad? ¿Nunca se lo preguntaste?
-Si, un poco. Pero no me quitaba el sueño. Y si ella no quería hablar, yo tampoco la iba a presionar.
-Si, te entiendo.
-Mira -dijo de pronto su padrino indicando una pendiente que comenzaba a subir unos metros frente a ellos-. Es por ahí. Ya casi llegamos.
-Es raro que no nos hayamos encontrado con nada extraño, no te parece -comentó Harry. Recordaba las veces que había estado en el bosque prohibido. Siempre habían sido ocasiones muy desagradables, y de noche.
-Es que es de día. La mayoría de las criaturas peligrosas de este bosque tienen hábitos nocturnos.
-No sabía.
-Es lógico. Si en el colegio se los dijeran, ¿cómo iban a evitar que los alumnos se vinieran a meter de día? Por eso es mejor que no lo publiques. No quiero que seas tú el causante de que otros alumnos se vengan a meter al bosque.
-Está bien. Pero ustedes cuando venían, ¿lo sabían?
-No al principio.
-¿Y cómo lo supieron entonces?
-Bueno... lo constatamos.
-Para eso debieron venir varias veces -preguntó Harry inquisitivamente. Sirius miró para otro lado, y Harry se rió-. Ya, confiesa: viniste mucha veces. Tu mismo dijiste "Si, cuantas veces no lo hice" cuando te pregunté si recordarías el camino.
-Está bien. Si: vinimos muchas veces. Pero te repito que...
-...que no te quiero metido en el bosque -le remedó Harry, riendo-. Creo que ya me lo has dicho unas cien veces.
-Que bueno que lo tengas tan claro.
Ambos se rieron y continuaron el ascenso en silencio. Les resultaba difícil hablar y subir esa pendiente al mismo tiempo. Finalmente llegaron a un pequeño llano. Algunos metros más adelante se encontraba un macizo de roca de algunos metros de diámetro, en el que se veía una entrada semi oculta por unos matorrales.
-La cueva no debe ser muy grande, notó Harry.
-No te creas... Comunica por dentro con otras cuevas. Ten cuidado con estos matorrales, que tienen espinas -agregó corriendo unas ramas con un palo que encontró-. Deja que yo entre primero.
Entraron. Harry prendió su varita. Adentro parecía más espacioso de lo que se veía por fuera, y la pendiente descendía ligeramente a medida que se alejaban de la entrada. Se veían los restos de lo que pudieron haber sido rudimentarios muebles de madera. Sirius notó que su ahijado los miraba, y comentó:
-Nosotros mismos los hicimos.
-¿Y por qué no trajeron algo más elaborado? ¿O los transfiguraron?
-Al principio no hubiéramos sabido como transfigurarlos, y supongo que después estábamos acostumbrados a ellos. Además, nos gustaba el aspecto... natural... de la caverna. Para ver sillones y tapices mejor nos quedábamos en la sala común, ¿no te parece?
-¿Utilizaste éste lugar para ocultarte cuando andabas buscando a Colagusano?
-Si, varias veces. Quedaba más cerca que la casa de los gritos. El gato de Hermione venía a verme aquí, a veces.
-Pero... ¿Cómo es que ningún dementor te encontró? Andaban patrullando todo el tiempo.
-Usé la mayor parte del tiempo mi forma de animago, que ellos no podían distinguir. Además, no me andaba exponiendo.
-¿Y Remus no adivinó que podías encontrarte aquí?
-Si. De hecho, sentí su olor aquí una vez, al volver. Por lo que pude percibir, había estado revisando la cueva. Supongo que al no encontrarme pensó que no habría venido a un lugar tan obvio, con él metido en Hogwarts.
-Claro.
-Bueno, ya viste la cueva. Ahora regresemos.
-¡Pero si acabamos de llegar! Vayamos a explorar un poco.
-No quiero que estés lejos del castillo mucho tiempo.
-Pero se supone que los alrededores del castillo también tienen protecciones.
-No estoy seguro si estamos o no en el radio protegido. Volvamos.
-¡Sólo diez minutos más! No hicimos todo el camino para entrar, mirar la cueva, e irnos ¿no?
-Te dije que te traería, y vinimos. Ahora regresemos.
-Vamos, déjame ver que hay por esa especie de túnel... -insistió Harry caminando hacia allá.
-Harry, solo hay más cuevas, y está oscuro. No hay nada que ver. Ven, salgamos -insistió Sirius caminando detrás de Harry y tratando de atraparlo.
-No hay problema si está oscuro -dijo Harry apurando el paso-, tengo mi varita. Y tú mismo me contaste que se podía encontrar hongos muy interesantes.
Al escuchar lo de los hongos Sirius apuró el paso. Con James habían descubierto algunos usos de esos hongos. Algunos eran alucinógenos, y otros... Aunque confiaba en el buen criterio de Harry, era preferible mantenerlo alejado de aquel lugar. James también lo hubiera preferido. Y Lily también, si hubiera sabido... Se maldijo a si mismo por haber traído a Harry a la cueva, por haber cedido ante su insistencia.
-Harry, vuelve aquí -insistió Sirius tratando de atraparlo. Pero solo consiguió que Harry se riera.
-Que divertido eres. No me dejas ni estar cinco minutos en un lugar al que tú venías siempre a mi edad.
-Las circunstancias son diferentes, y lo sabes.
-Un minuto más, un minuto menos. No veo la gran diferencia. Ni Dumbledore sabe donde estamos. ¿Cómo lo va a saber Voldemort entonces?
-No tientes al destino. Vuelve acá. Ahora.
-Tengo el resto de las vacaciones para estar encerrado... -argumentó Harry sin detenerse. Sirius, al ver que no podía convencerlo, sacó su varita.
-¡Accio Varita!
La varita de Harry saltó de sus manos. Sirius la atrapó. Al ver que ya no tenía luz, Harry regresó, molesto.
-Me estoy comenzando a hartar de que me quiten la varita.
-Por algo será... Ahora camina delante de mi, donde te pueda ver.
Harry volvió de mala gana hacia la salida de la cueva. Ahora que comenzaba a divertirse lo obligaban a devolverse. Era como subirse a la escoba, y no volar. O tener un helado, y mirar como se derrite sin probarlo.
Hicieron el camino de vuelta en silencio, con Harry molesto, tratando de quedarse atrás, caminando lo más lentamente posible. Trataba de recordar el camino por el que iban. Había prometido a su padrino que no se vendría a meter, pero su padrino le había prometido mostrarle la cueva, y tampoco había cumplido. Se juró a si mismo que volvería. De pronto se detuvo con la excusa de atarse los cordones de las zapatillas, y aprovechando de un momento que su padrino no lo miraba, pudo dar vuelta una piedra sin que lo notara, dejándola con el musgo hacia abajo. Al menos esa señal duraría algunos días. De todos modos, si no conseguía volver antes del 1º de septiembre, quedaba Crookshanks que tal vez recordaría el camino. El problema sería como convencer al gato de que fuera a la cueva para poder seguirlo.
De pronto, Harry pisó mal. El lecho de hojas secas cedió, haciendo que el chico se deslizara por varios metros de pendiente. Sirius corrió hacia él.
-¿Estás bien? -preguntó preocupado mientras le tendía una mano para ayudarlo a que se parara.
-Si, perfectamente -respondió Harry de mala gana, todavía de mal humor.
-A nosotros siempre nos pasaba -se rió Sirius-. Incluso hicimos competencias de quien se deslizaba más rápido. El problema era que quedábamos cubiertos de tierra. Pero Martha, que era muy buena en hechizos limpiadores, siempre nos ayudaba cuando volvíamos al castillo.
-Que suerte ustedes, que podían salir y divertirse tanto -respondió Harry cáusticamente, haciendo que su padrino se callara.
Continuaron caminando en silencio. Harry trataba de mover lo más posible las hojas del suelo con el pié, sin que su padrino lo notara, para marcar lo más posible el camino. Como esos signos no durarían mucho, también tomó nota mental de la dirección que seguían, con respecto a la sombra de los árboles, y de algunos puntos de referencia, como un viejo árbol caído que tenía la forma de un gran trol rascándose la cabeza. Se juró que volvería. Y al diablo con Voldemort.
Cuando llegaron, los esperaba una sorpresa que hizo que Harry olvidara momentáneamente su mal humor. Remus Lupin había llegado, y se encontraba en el hall hablando con Dumbledore.
-Hola Harry -lo saludó alegremente-. ¿Cómo te encuentras?
-Buscándome bien, supongo -se rió Harry. Todos los demás se rieron también.
-Si, supongo que si -le respondió el hombre lobo. Luego se dirigió a Sirius, y se puso serio-. Algunos acontecimientos se han precipitado, y han llegado noticias de Hagrid. Tendremos que apurar un poco las cosas.
-Tendrán que partir de inmediato -agregó Dumbledore, serio también-. Yo mismo tengo algunos asuntos que atender. Después del 1º de septiembre ya no tendré mucho tiempo para viajar. Nos iremos apenas hable una palabrita con Severus, que viene de un momento a otro.
-¿Se van a ir tan pronto? -preguntó Harry, triste. Sabía que Dumbledore y Sirius se irían ese mismo día, pero nunca tan rápido.
-Lo siento, Harry -le respondió su padrino, abrazándolo. Luego tomó sacó su varita del bolsillo y se la devolvió-. Toma, por si hay alguna emergencia. Pero no hagas tonteras.
-Y dale... -respondió Harry molesto, mientras se la guardaba. En ese momento llegó Snape. Traía un pergamino en la mano, que le pasó a Harry.
-Te llegó esto mientras no estabas.
-Gracias -le respondió Harry tomando el pergamino. Notó que era una carta, abierta. Se alegró al ver que era de Draco.
-Quédate aquí un momento, con Remus -le dijo su padrino, antes de seguir a Dumbledore y Snape que acababan de alejarse.
-¿Y, Harry? ¿Quién te escribió? -le preguntó Remus amablemente.
-Draco.
-¿Draco? ¿Son amigos?
-Si, un poco -reconoció Harry-. Es que se quedó unos días aquí, y nos hicimos bastante amigos.
-Supe que ahora vive con una parienta.
-Si. Con una prima. Suerte por él... -comentó Harry algo triste.
-Ten paciencia.
-Es que tengo ganas de salir de aquí. Estoy hastiado de vivir encerrado. Y vigilado. ¿Por qué a él le pudieron encontrar una parienta en tan poco tiempo, mientras yo sigo teniendo que quedarme aquí?
-Te permiten quedarte aquí por tu seguridad.
-Pero Voldemort también quiere la cabeza de Draco. Por otro lado, él tiene que cuidarse de sus padres además. Y, sin embargo, nadie tuvo ningún problema en que se fuera a vivir con una prima. En cambio a mi, que solo me tengo que cuidar de Voldemort, me tienen encerrado como si el sol y el aire me fueran a matar. ¿Qué acaso yo no tengo por ahí una prima por parte de madre, o de padre? ¿O algún otro pariente?
-Por supuesto. Tienes a tus tíos -respondió Dumbledore que se había acercado sin que Harry lo notara.
-Bueno... ¿Y aparte de mis tíos?
-Deja de quejarte, Harry -intervino Sirius riendo-. Me tienes a mi, ¿no?
-Claro -se ruborizó Harry. No había pretendido ofender a su padrino-. Pero no me puedo ir a vivir contigo. Yo me refería a si no tengo algún OTRO pariente, con el que SI me pueda ir a vivir, y que SI quiera que viva con él. O con ella.
-Que quejón que estás -le respondió Sirius, abrazándolo-. Hoy no es tu día ¿verdad? Bueno ahijado mío, nos tenemos que ir. Pero volveré dentro de los próximos días, a traerte tus cosas. Te lo prometo.
-¿Cuando?
-Pronto -respondió Sirius. Y ante la cara de "eso ya lo he escuchado antes" de Harry, agregó:- Lo antes posible.
La cara de Harry se suavizó un poco, y todos se despidieron rápidamente. Desde la puerta se quedó mirando al trío alejarse (Sirius iba en su forma canina), hasta que llegaron a la reja con los cerdos alados.
-Vamos -le dijo Snape desde su espalda. Harry volvió bruscamente a la realidad. Había olvidado completamente la presencia del brujo. Lo siguió en silencio, resignado.
La mazmorra le pareció triste y solitaria después de la mañana pasada al aire libre. Era difícil aceptar tener que estar ahí, cuando por la pequeña ventana de la sala entraban algo de la luz del sol, y ráfagas de aire veraniego, recordándole constantemente lo bien que se estaba ahí afuera.
-Pediré que nos traigan el almuerzo. Quédate aquí mientras tanto.
Snape desapareció, y Harry se sentó en el único sofá de la sala. Sacó la carta de Draco.
¡Saludos cabeza rajada!
Era broma... Hola Harry. Espero que Snape no te esté amargando mucho la vida. ¡Ups! Olvidé que probablemente va a leer esta carta. Bueno, igual, espero que estés bien.
Por aquí todo marcha perfectamente. No te puedo decir aquí donde vivimos, por seguridad. Tampoco tengo mucho que contarte, pues acabamos de llegar y recién me estoy instalando.
Aquí no hay ningún elfo doméstico, y Lau (así me dijo que la llamara, porque así la llaman sus amigos) es un desastre en la cocina. Por suerte tiene mucha comida congelada en un aparato muggle llamado congelador. Tu debes conocer eso, ya que vives con muggles. Parece que tendré que aprender a cocinar yo mismo, ya que me dijo que ella no está mucho en casa.
Me gustaría que pudieras venir uno de estos días. Le pregunté a Lau, y por ella no hay problema. Aunque tiene miedo por lo de la seguridad. Me prometió preguntarle a Dumbledore qué se podía hacer al respecto. Te mantendré informado.
Si me quieres responder, no me mandes una lechuza a mi nombre. Puedes mandarla a Odette Taupin, del Departamento de Deportes y Juegos Mágicos, del ministerio. Ella es amiga de Lau y me hará llegar tu carta.
Saludos desde mi nueva vida
Draco
Harry guardó la carta, entre triste y contento. Sería fantástico poder ir donde Draco. Aunque tenía sus dudas de que lo dejaran. Era desesperante tener que pedirles autorización para todo a Sirius y Dumbledore, a pesar de que, en teoría, estaba a cargo de sus tíos. Y a ellos probablemente no les importaría que se fuera donde quisiera, mientras no los molestara. Draco había dicho que Laure hablaría con Dumbledore... ¿Por qué TODO tenía que pasar por la aprobación de Dumbledore? A pesar de la admiración que Harry sentía por el director, comenzaba a fastidiarlo que casi todo en su vida tuviera que pasar por el cedazo que era la opinión de él.
El chico cerro los ojos, y comenzó a soñar despierto. A sus tíos, él no les importaba. Y a él, tampoco ellos. Tenía dinero en Gringotts. Si ellos se habían ido de vacaciones sin él, él perfectamente podría sacar dinero, cambiarlo por dinero muggle, e irse de vacaciones solo. Si permanecía en permanente movimiento, ¿cómo podría Voldemort dar con él? Hasta podría ir a visitar a Draco. Pero el problema era aquel fastidioso anillo que Sirius le había puesto. Trató una vez más de sacárselo, y sintió que se le quemaba el dedo. Tendría que tener una poción anestésica, o algo así. Si trataba de salir con el anillo, su padrino no tardaría en darse cuenta y dar con él. Y estaría furioso.
El sonido de un elfo apareciendo lo sacó de su ensueño. Era Dobby, que traía una gran bandeja donde casi por arte de magia (y probablemente así era) había apilado un montón de cosas. Snape no se veía por ninguna parte.
-Hola Dobby -lo saludó Harry sin gran entusiasmo.
-Buenas tardes señor Harry Potter -saludó el elfo mientras disponía lo que traía sobre la mesa-. Dobby les trajo el almuerzo, como el señor Profesor Snape pidió, señor.
-¿Y dónde está Snape?
-No lo sé, señor Harry Potter. ¿Quiere que le traiga algo más señor?
-No, gracias Dobby.
-No hay por qué darlas, señor -respondió el elfo con una gran sonrisa, y desapareció.
Harry se sentó y se dispuso a esperar a Snape, mientras jugaba con una servilleta. Armó un barquito, luego una rana. Estaba en eso cuando entró de pronto Snape. Traía el libro de adivinación, y un pergamino en la mano.
-¿Qué es esto? -le preguntó Snape tendiéndole el pergamino. Harry lo tomó, y lo reconoció de inmediato. Era el pergamino en el que Amanda había estado tomando nota de lo que veían en la taza de café de la foto.
-Es... un pergamino con algunas notas -contestó Harry inseguro.
-Eso ya lo sé, Potter. Pero no es mío, y estaba junto a mi libro en el laboratorio de fotografía. Como tú y esa chiquilla estaban metidos ahí ayer, supongo que tienes algo que ver con esto -respondió de mal modo indicando el pergamino sobre la mesa. Harry suspiró, ¿qué mal habría si le decía la verdad? De todos modos ya parecía enojado...
-Es que cuando nos quedamos encerrados en el laboratorio, pasamos el rato mirando su libro. Ahí estaba una fotografía de una taza de café, creo que la misma que estaba mirando cuando usted me encontró, la primera vez que entré al laboratorio de fotografía. Nos pusimos a mirar las manchas de café, y Amanda se puso a anotar las cosas que veíamos.
Snape pareció un poco más interesado de pronto, y algo de su enojo desapareció. Tomó la hoja de papel en sus manos y comenzó a leer.
-¿Y vieron todo esto? -Preguntó.
-Si -le contestó Harry, expectante.
Snape abrió su libro, y sacó la fotografía. Comenzó a mirarla. Finalmente, dobló el pergamino y lo guardó dentro del libro junto con la fotografía.
-Bueno, será mejor que comamos, porque se enfría.
Ambos comenzaron a comer, en silencio. Harry levantaba ocasionalmente la vista, y miraba al mago disimuladamente. Quería preguntarle si podía hacer algo para que pudiera ir donde Draco, pero no se atrevía.
Por su parte, Snape pensaba en el hallazgo que acababa de hacer. Tantas horas se había pasado mirando aquella fotografía, sin resultados. No había conseguido ver nada, y un par de chicos, Potter y una sobrina de McGonagall nada menos, en un rato, habían visto un montón de cosas. Tal vez podía sacarle algún provecho a tener a Potter cerca todo el día.
-Y todo eso -interrumpió el silencio Snape-, ¿tú también lo viste?
-¿Perdón? -le respondió Harry algo perdido, pues su cabeza estaba en cualquier parte (lejos de Hogwarts por cierto), menos en lo que había visto con Amanda en esa foto.
-Te preguntaba, Potter, por las figuras en la taza de café de la fotografía. ¿Las viste tú, o la sobrina de la profesora McGonagall?
-Ambos.
-¿Y todo lo que vieron está en esas notas que tomó ella? -preguntó indicando el libro.
-Si, creo que anotó más o menos todo.
-¿Y tú serías capaz de volver a ver todo eso?
-Creo que si. Espero. En realidad no sé. No es tan fácil, y duele un poco la cabeza. Amanda me explicó como se hacía ayer, por lo que no tengo mucha práctica todavía.
-Ya veo...
-¿Quiere que lo intente, más tarde?
Snape y Harry se quedaron mirando, ambos con interés. Si, eso era justamente lo que Snape quería. Y Harry veía ahí la posibilidad de hacerle un favor a Snape, y así podría estar en buen pié para pedirle que le echara una mano con lo de Draco.
-Si -respondió Snape.
-Está bien.
Ambos continuaron comiendo en silencio por algunos minutos, hasta que Harry se dio ánimo para hablar.
-Quería preguntarle algo.
-¿Qué cosa?
-Draco, en su carta, me invitó a visitarlo.
-Lo sé.
-¿Cree que podré ir? -preguntó Harry cruzando los dedos. Snape dejó los cubiertos en el plato un momento, y se frotó la sien como buscando las palabras.
-No sé si sea prudente.
-Pero Draco está seguro allá, ¿no? -insistió Harry-. ¿Qué peligro habría para mi?
-No se trata solamente de ti, Potter. Si alguien te ve llegar allá, podrían descubrir fácilmente que Draco Malfoy se encuentra ahí.
-¿Sus padres no saben acaso donde se encuentra?
-No.
-De todos modos pueden averiguarlo, vaya o no vaya yo.
-Pero les sería más fácil. Si sales de Hogwarts, probablemente serías seguido, y darían con el paradero de Malfoy.
-¿Y usando la red flu?
-No funciona en Hogwarts. Tendrías que salir de todos modos.
-¿Y si me disfrazo? ¿O salgo con mi capa invisible?
-Pídele permiso a tu padrino cuando lo veas -le contestó Snape, aburrido por aquella discusión-. Pero mientras tanto, la respuesta es no.
-¿Y un traslador?
-Podría ser rastreado. Ahora come, ya te dije que no.
Harry continuó comiendo, resignado. Viendo que Snape se estaba mostrando amable con respecto a su modo habitual de ser, guardó la esperanza de que trataría de ayudarlo. Pero claramente no pensaba apoyarlo para ir donde Draco.
Terminaron de comer. Dobby volvió, y se llevó todo. Snape suspiró.
-Duerme un rato, y más tarde quiero que me muestres lo que viste en esa foto.
-Pero no tengo sueño.
-Entonces lee -contestó Snape fastidiado. Él si tenía deseos de dormir un rato, y no quería a Harry corriendo por el castillo mientras tanto.
-Pero el libro que estaba leyendo quedó en la enfermería.
Snape volvió a suspirar. Cerró los ojos y contuvo la respiración unos segundos. Tomó su varita y llamó a Dobby, quien apareció casi de inmediato.
-¿Puede Dobby ayudar en algo al señor Profesor Snape, señor?
-Si, ve a la enfermería y trae un libro de...
-Quidditch -completó Harry.
-... que se encuentra en...
-Sobre una cama -volvió a completar Harry.
-Eso -terminó Snape.
-Dobby lo traerá enseguida -contestó animado el elfo, y desapareció. Harry suspiró. No tenía deseos de meterse en una mazmorra oscura a leer, ni menos a dormir.
-¿Puedo ir a la pajarera?
-No.
-Es que no estoy cansado, ni tengo deseos de leer. Me gustaría escribirle a Draco.
-Pero yo si estoy cansado, y mientras duermo no vas a salir de aquí.
-¿Y más tarde?
-Está bien. Escribe la carta ahora, y más tarde se la mandamos.
En ese momento apareció Dobby, con el libro de Harry y su pijama doblado.
-Aquí está el libro, señor Harry Potter -dijo el elfo tendiéndole su carga- . Me tomé la libertad de traerle también si pijama.
-Gracias Dobby.
Dobby desapareció, y los otros dos se quedaron mirando.
-Bueno, Potter. Puedes quedarte aquí, o abajo, como prefieras. Pero no salgas ni entres a mi cuarto de trabajo. Y si llega una lechuza, me avisas de inmediato.
-Está bien.
Snape se fue, y Harry bajó a buscar con qué escribir. Volvió a subir, pues quedarse abajo le parecía deprimente. Se sentó, y pensó unos instantes. Mojó la pluma en el tintero. No tenía mucho qué escribir, pues Draco se había ido hacía poco. Pero prefería no perder el contacto.
¡Hola suertudo!
¿Qué tal? Espero que todo siga bien.
Me gustaría mucho ir, pero no se si me dejen. Tu sabes...
Hoy conocí un lugar muy interesante en el bosque, pero te contaré más detalles cuando te vea.
Saluda a tu prima de mi parte,
C.R.
-Que carta más corta y aburrida -comentó Harry para si mismo después de releerla. Pero de verdad no tenía nada más que contar, y explayarse sobre la cueva en una carta que Snape podía leer no le parecía una buena idea. Sobre todo si quería poder volver allá. 'Y ojalá que Draco entienda que "C.R." es cabeza Rajada', pensó Harry. No creía que fuera conveniente poner nombres. Aunque esa Odette Taupin fuera de confianza...
'Podría aprovechar para ir a la cueva ahora que está durmiendo', la idea le vino de pronto a Harry. Pero pronto la desechó. Por una parte, Snape estaba demostrándole confianza al dejarlo solo. Era preferible mostrarse digno de esa confianza, al menos por ahora, para que bajara la guardia. Por otra parte, no podía arriesgarse a que su padrino lo viera ese mismo día no cumpliendo lo de "no irse a meter al bosque".
Resignado, Harry tomó el libro de Quidditch y se dispuso a pasar el tiempo.
