Disclaimer habitual. Ahhhhhh..... Cuanto falta para el 21 de junio, ¿no
creen? *vero jimenez se muerde las uñas de impaciencia, y mientras tanto
devora todo lo que se le ponga a su alcance ñapñapñap*
Gracias a Francia, como siempre. Aunque ahora no me aguanté y lo subí tal
cual, sin ser beta - leído. Así que disculpen las burradas que puedan
encontrar...
¡Que los que siguen este fic se pongan felices! Como pueden ver, me demoré menos en actualizar :o) ¡Y felicitaciones a los lectores tan suspicaces!
lizbetrh vancry: Voldemort hace lo que siempre ha querido hacer... ¡¡¡TRATAR DE CONQUISTAR AL MUNDO!!! (Léase con voz de "Cerebro") y de eliminar a Harry claro ^_^
amhy potter: Gracias por tu fidelidad :) ¡Hey! No trato de engañar a nadie ;o)
eva: Voldemort quiere, creo, eliminar a todos los que no sean de sangre pura. Y a Harry, para que no se lo impida nuevamente. Pero después de tantos intentos infructuosos y catastróficos de matarlo en tête à tête, ahora tratará algo nuevo. Yo creo que Snape, en el fondo, es bueno (MUY en el fondo...).
Israelito: ¿cómo cree usted que estoy? Jajaja Feliz porque amo y soy amada ^_^ ohcum oñartxe et néibmat oy. Observación: es sólo una historia, con varios capítulos.
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Capítulo 26 No le ocurre nada...
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-No le ocurre nada. Nada que yo pueda diagnosticar al menos -declaró el medimago, guardando sus cosas.
'Que escándalo que arman...' pensó Harry fastidiado mientras comenzaba a ponerse la ropa que se había sacado.
Dumbledore había llegado poco después del almuerzo, acompañado de ese medimago gangoso, preguntón, y con olor a ajo. 'Y con toda esta faramalla, ya se pasó la hora de la siesta', se lamentó. Tendría que esperar hasta la noche para poder volver a dormir. Miró a los tres brujos adultos que se habían alejado, y que hablaban bajito. 'Y misteriosos más encima. Como si me muriera por saber que dicen...', se rió Harry mientras se encogía de hombros. Lo que más deseaba era que, ya que no podía ir a ninguna parte, lo dejaran dormir en paz hasta el 1º de septiembre. Ansiaba que comenzaran las clases, para que su vida volviera a la normalidad. Si a su vida se le podía llamar normal, claro.
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-¿Y? ¿Qué piensas Ivan? -preguntó Dumbledore.
-Creo que, simplemente, está creciendo -respondió el medimago-. Los ataques de sueño son comunes a esa edad. ¿Practica alguna actividad física?
-Quidditch -respondieron Snape y Dumbledore al mismo tiempo. Luego Dumbledore continuó:- pero solamente durante el periodo escolar. Su situación en este momento es un poco compleja, como te expliqué cuando veníamos para acá.
-Si, comprendo. Pero sería bueno para él que hiciera un poco de ejercicio -comentó el medimago-. Eso, y que mantenga la mente ocupada. Y que coma más verduras y frutas, y menos azúcar, si está llevando una vida tan sedentaria.
Dumbledore quedó mirando significativamente a Snape, quién suspiró y miró para otro lado.
-Solo unos pocos días más, Severus -lo animó el anciano.
-Claro, Albus. No te preocupes -respondió Snape después de otro suspiro. 'Sólo dos semanas, solamente dos largas y miserables semanas...' se puso a repetir en su mente. 'Solo mis dos ÚLTIMAS semanas de vacaciones antes de que ese enjambre de zancudos descerebrados que llaman alumnos vuelva...'
-Ánimo -agregó Dumbledore mirándole la cara, y dándole palmaditas en el hombro a su cabizbajo amigo-. Estamos todos poniendo nuestro granito de arena para la causa.
-Perdón, Albus -los interrumpió el medimago-. ¿Dónde está el baño?
-Ahí -respondió Snape indicando la puerta del baño. Esperó a que hubiera desaparecido antes de agregar casi en un murmuro:- No es sólo un problema de convivencia, Albus. Siempre estoy temiendo ser convocado. Afortunadamente casi no me ha llamado últimamente, a pesar de que sabe que está a mi cuidado. Todavía estoy sorprendido de que no me haya pedido que intente nada en su contra. Pero, ¿y si me convoca? ¿Qué hago con Potter? La última vez que ocurrió, por poco y llego demasiado tarde...
-Lo sé, Severus -suspiró el anciano-. Por desgracia estamos en vacaciones y el castillo todavía está vacío. Pero hablaré con Minerva, que es la que se encuentra más cerca, para que te releve en casos como esos. ¿Te parece?
-¿Minerva? ¿No puede ser alguien más? -respondió Snape sin ocultar su desagrado.
-Bueno, creo que Sybill llega el domingo 21. Dice que le gusta preparar las vibraciones de su salón con anticipación al inicio de sus clases -explicó Dumbledore con una sonrisa divertida-. Se lo puedo pedir a ella también.
-Mejor deja a Minerva -aceptó Snape con un gruñido burlón y despectivo. Minerva podía ser muy desagradable, pero al menos no era una inútil.
-No la mires tan a huevo, Severus. Sybill puede ser extravagante, pero también tiene sus aciertos. Además, aunque no te guste, es tu colega.
-Si -intervino Harry que a esas alturas se había terminado de vestir, y se había aproximado sin que lo notaran-. Hace un año predijo la huida de Peter Pettigrew, y su retorno con Voldemort.
-¿Y a ti quién te dio permiso para estar escuchando conversaciones, Potter? -le respondió Snape en tono de censura. Notó que el chico se encogía de hombros.
-No recuerdo que me haya prohibido acercarme.
-Déjalo, Severus -se rió Dumbledore-. De todos modos lo que dijo es la pura verdad.
-Ese no es el punto, Albus, y lo sabes -le recordó Snape molesto. En ese momento se abrió la puerta del baño y volvió a aparecer el medimago.
-Bueno, Harry -le dijo alegremente-. Te voy a decir lo mismo que ya les expliqué a ellos: tienes que hacer más ejercicio, y comer más verduras. Manténte activo -recomendó finalmente.
-Si me dejan... -respondió Harry burlón-. Y si las verduras no las plantó Voldemort ¿No? ¿Supongo que se le olvidó agregarlo?
El medimago quedó mirando al chico. No se esperaba una respuesta tan desagradable. Dumbledore se aclaró la garganta.
-Bueno, Ivan. Creo que ya es hora de que nos vayamos. Adiós, Severus. Adiós Harry, pórtate bien.
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-¡Potter! -llamó la cabeza de Snape, apareciendo a través del muro de la bodega del laboratorio de fotografía, ese mismo día más tarde. El mago había pensado que hacer trabajar un poco al chico era un buen comienzo para "mantenerlo activo".
-¿Mhhh? -respondió Harry desde el fotodatador, sin darse vuelta.
-Ven cuando te llamo, si sabes lo que te conviene... -le respondió Snape molesto.
-¿Para qué me voy a preocupar de lo que me conviene, si hay tanta gente que lo hace por mi? -le respondió Harry burlón, pero acercándose sin embargo-. ¿Qué pasa? -preguntó después de atravesar el muro.
-Granger te escribió -le respondió Snape escuetamente, tendiéndole un pergamino.
-¿Y qué me cuenta? -preguntó Harry sarcásticamente al ver que la carta estaba abierta. Le resultaba evidente que el profesor de pociones ya la había leído, y aunque sabía que era por su seguridad, no dejaba de molestarle.
-Desaparece de mi vista, Potter -le respondió Snape simplemente, sin levantar los ojos de lo que estaba haciendo (escribía unos últimos detalles del programa de actividades de su taller de fotografía).
-Será un placer, su señoría -respondió histriónicamente Harry, desapareciendo a través del muro.
'Sólo dos semanas', se obligó a pensar Snape mientras apretaba más de lo necesario su pluma contra el papel, dejando un feo manchón en su programa. Sabía que podía amenazarlo con lo del quidditch, pero si usaba ese recurso ahora, ¿con qué lo amenazaba luego?
***************************
Una vez solo, dentro de la bodega, Harry se dejó caer en el suelo y apoyó la espalda contra un muro firme. Abrió la carta.
Querido Harry
Espero que estés bien. ¿Sigues en el colegio?
Yo ya volví de Bulgaria. ¿Te gustó mi lechuza? Me la regaló Viktor. Es macho y se llama Svilen. Dijo que así podía escribirle cuando quisiera. Qué tierno, ¿no?
Yo no creo que los vea, a Ron y a ti, de aquí al fin de las vacaciones. Como pasé tanto tiempo en Bulgaria, ahora quiero aprovechar estos días que me quedan para estar con mis padres.
Tengo novedades: ¡Voy a ser prefecta de Gryffindor!
Bueno, cuídate mucho.
Cariños,
Hermione.
Harry leyó varias veces la carta. Sentía un nudo en el estómago, y no entendía por qué. ¿Sería ese "no creo que los vea, a Ron y a ti, de aquí al fin de las vacaciones. Como pasé tanto tiempo en Bulgaria..."? En cierto modo le molestaba un poco que hubiera quedado tan amiga con ese "tierno" de Krum.
-Que tierno, ¿no? -repitió burlonamente poniendo voz de mujer. Luego se quedó en silencio. ¿Por qué le molestaba tanto? ¿Y por qué tenía Krum que estarle regalando lechuzas a Hermione?
De pronto recordó que todavía no había visto al dichoso animal. ¿Se habría ido inmediatamente después de entregar la carta? Tenía que averiguarlo. Se paró y atravesó el muro. Snape seguía escribiendo.
-¿Profesor?
-¿Qué pasa, Potter? -preguntó Snape sin levantar la vista.
-¿Qué pasó con la lechuza que trajo esta carta, después de que se la entregó?
-Se fue volando, y nunca más volvió -contestó Snape, y se rió al ver que había salido verso.
-¿No esperó, ni se fue por mientras a la pajarera? -preguntó Harry algo decepcionado y sin entender el chiste.
-Tal ves se haya ido a la pajarera -respondió Snape encogiéndose de hombros, pero levantando al fin la vista-. La verdad no me fijé. Entró por la ventana de la mazmorra, y salió volando por donde mismo.
-¿Y cómo era?
-Negra. Completamente negra. ¿Por qué?
-¿No leyó la carta?
-No con detención. Solo comprobé que era de Granger, y que no era peligrosa. Luego te la traje. ¿Por qué lo preguntas?
-Solo quería conocer la nueva lechuza de Hermione -respondió Harry como si no tuviera importancia, pero mirando el piso.
Snape lo quedó mirando, y suspiró.
-¿Quieres ir a la pajarera a ver si está ahí?
-¿Está hablando en serio? -respondió Harry levantando la vista. Snape lo miró con cara de "yo siempre hablo en serio".
-¿Quieres, o no quieres ir a la pajarera, Potter? -le preguntó Snape con impaciencia.
-¡Claro!
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-¿Recordaría cual es al verla? -le preguntó Harry mientras subían la escalera, ya casi llegando a la pajarera de las lechuzas.
-No hay muchas lechuzas completamente negras en Hogwarts, Potter. Me atrevo a decir que ninguna.
Entraron a la pajarera. Varias lechuzas miraron hacia abajo, entre ellas Hedwig, que bajó al instante a posarse en el brazo de su amo.
-¡Hola Hedwig! -la saludó mientras le hacía cariño en la cabeza. La lechuza ululó feliz-. ¿Conoces la nueva lechuza de Hermione? ¿La has visto?
-No está aquí -respondió Snape mirando las lechuzas-. Debió haber vuelto de inmediato donde Granger.
-Lástima... -respondió Harry decepcionado.
-¿Le quieres escribir? -preguntó Snape.
-No traje pergamino -lamentó Harry. Snape hizo un movimiento con su varita haciendo aparecer un pergamino, una pluma y un tintero.
-Apúrate -le dijo simplemente pasándoselos a Harry.
-¿Está muy apurado? -le preguntó Harry burlón. Snape lo fulminó con la mirada. Al instante Harry lamentó haber respondido de mal modo. Sólo estaba tratando de ser amable, y él le salía con eso-. Lo siento. Por favor olvide lo que dije -agregó enseguida-, No me voy a demorar.
Snape no respondió. En vez de eso se fue a mirar el paisaje por una de las numerosas ventanas sin vidrio. Afuera comenzaba a atardecer.
Harry se fue hacia otra ventana, para aprovechar la luz y el apoyo que ofrecía.
Querida Hermione
Me alegro de que hayas pasado unas felices vacaciones. Te felicito por tu nombramiento.
No pude ver a tu lechuza, ya que tu carta no la recibí directamente yo. Pero ya la conoceré cuando vuelvas al colegio. ¿Cómo se lleva con Crookshanks?
Yo estoy bien, aunque me aburro mucho aquí. Me han pasado algunas cosas este verano, ya te contaré.
Espero encontrarlos a ti y a Ron en el callejón Diagon. Eso si me dejan ir, claro. Sino, igual nos vemos el 1º de septiembre.
Cariños,
Harry
Harry leyó la carta y, conforme, la enrolló y la ató con la varita a la pata derecha de Hedwig.
-Llévasela a Hermione -le dijo acariciándola. La lechuza le mordió el dedo con afecto, y le ululó que se quedara tranquilo.
Hedwig salió volando, y Harry se quedó mirando como desaparecía en medio de un cielo color sangre.
-¿Listo Potter?
-Si, vamos.
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Harry quedó mirando el gran plato de ensalada que había delante de él. De pronto se sintió como si hubiera vuelto a casa de los Dursley. Claro que ahora no era solo la ensalada. Era comida Y ensalada.
-La recomendación, ¿recuerdas? -dijo simplemente Snape al ver su cara de desconcierto.
-Si, claro.
Comenzaron a comer en silencio. Recién cuando llegaron al postre rompió Snape el silencio.
-¿Notaste que Dobby te dejó tus cosas abajo esta mañana?
-Si, ya las vi.
-Bueno. Desde mañana puedes seguir haciendo los deberes...
-Ya SÉ que tengo deberes -puntualizó Harry. Nunca había necesitado que le dijeran que los tenía que hacer.
-Déjame terminar, Potter -continuó Snape tratando de ser paciente-. Te decía que desde mañana podías seguir haciendo los deberes durante parte de la mañana, y en la tarde continúas ordenando fotografías.
-¿Y qué voy a hacer el resto de la mañana? -preguntó Harry.
-Volar un rato afuera.
-¿De verdad? -preguntó sin atreverse a creerlo.
-Si.
-¡Estupendo! -se animó Harry.
-Eso -agregó Snape-, siempre que no me hagas perder la paciencia.
Harry lo miró y suspiró. 'Pasando y pasando' pensó Harry, 'no me causes problemas y te llevo a andar en escoba...'.
-Está bien.
-Bien. Ahora anda a acostarte.
Harry se fue feliz a dormir. Por un lado quería volver a estar con sus padres. Ya había logrado volver a soñar con ellos una vez. ¿Por qué no podría volver a hacerlo? Y, por otra parte, la perspectiva del día siguiente lo animaba bastante. Con un poco de suerte, el resto de las vacaciones podía resultar bastante agradable. Aunque no lo dejaran ir ni donde Draco, ni donde Ron.
Miró un rato el techo, antes de dormir. ¿Qué pensarían Ron y Hermione de su amistad con Draco? Tal vez, cuando lo supieran, no querrían volver a ser sus amigos. Encontrarían una traición que se hubiera hecho amigo de un Slytherin. Y de Draco Malfoy precisamente.
Se dio vuelta en la cama y cerró los ojos. Ya pensaría en eso más tarde. Por ahora le urgía más concentrarse en la casa aquella, y en sus padres, para poder volver a soñar con ellos.
Pero Harry ignoraba que todo ese esfuerzo era innecesario. Soñaría con ellos aunque se acostara pensando en el calamar gigante.
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Draco Malfoy bostezó, y cerró el libro de hechizos con el que había estado haciendo los deberes para esa materia. Ya acabaría mañana. Miró la hora. Era casi la medianoche.
-¡Draco! ¡Apaga la luz de una buena vez, y acuéstate! Es tarde -escuchó la voz de su prima gritarle desde su cuarto.
-¡Ya! -Le gritó de vuelta-. ¡Si ya estaba guardando todo!
Detestaba cuando Lau comenzaba así, a decirle lo que tenía que hacer como si fuera su madre. ¡Era su prima, caramba! ¿No podía tratarlo como tal? ¿O como amigo? ¿O como un hermano por último? Aunque tampoco le hubiera gustado que lo tratara como a un hermano, ahora que lo pensaba. Lau comenzaba a gustarle mucho. Mucho. ¿Cómo podía hacer para que dejara de mirarlo como si fuera su hijo?
Se acostó y miró al techo. Todavía no se acostumbraba a lo bajo que eran los techos en esas viviendas muggles. Cuando recién había llegado a vivir con Lau, esta le había dicho que era más fácil hacer inmarcable una casa muggle en medio de las casas muggles, que una casa rodeada de magos. Era algo relacionado con la concentración de actividad mágica en el lugar. El departamento donde vivían, de hecho, estaba en el piso superior de un edificio muggle, en un barrio muggle. Había sido encantado para que cualquiera que mirara el edificio creyera que tenía un piso menos. Draco había comprobado que podía asomarse a la ventana y hacerle gestos a cualquiera que fuera pasando afuera sin que lo vieran. Para cualquiera que mirara desde afuera, ahí no había más que aire. Esa sensación de invisibilidad todavía le resultaba curiosa.
-¿Por qué no dejarán venir a Harry? -murmuró Draco dándose vuelta y mirando por la ventana un avión muggle que pasaba en ese momento. El ronroneo que producían ya le resultaba familiar. Eran muchos los aviones que pasaban por ahí. Lau le había contado que había un aeropuerto cerca, y que de ahí salían esa máquinas que los muggles usaban para volar de un lugar a otro. No supo darle más información al respecto, pero le prometió que apenas pasara el peligro lo llevaría a conocerlo. Aunque sabe Dios cuando sería eso...
-Si Potter estuviera aquí, podría contarme más -comentó para si mismo, recordando que Harry había vivido con muggles toda su vida. Probablemente incluso se había subido a uno de esos aviones. ¿Sería como volar en escoba? ¿O como volar por la red flu?
Era una lástima que el departamento no tuviera chimenea. Aunque, cuando se lo había comentado a su prima, ella le había dicho que no la conectaría a la red flu ni aunque la tuviera. Argumentó motivos de seguridad. Siendo auror, prefería que su lugar de residencia fuera lo menos público y accesible posible.
A Draco le extrañaba que Laure no hubiese preferido vivir cerca de los demás aurores. Muchos tenían sus casas juntas, en colonias que mantenían constantemente protegidas y vigiladas. Era una lástima. Si viviera en una de esa, a lo mejor lo dejarían salir a pasear dentro de la colonia.
Estar todo el día solo en el departamento comenzaba a fastidiarlo. El primer día había sido entretenido y emocionante, ya que había podido explorarlo. Pero esa diversión había durado poco, pues era bastante pequeño. Sobre todo si lo comparaba con Hogwarts, o la mansión de sus padres.
-¿Cómo estarán mis padres? -se preguntó Draco sin lograr quedarse dormido a pesar del sueño que tenía.
¿Hace cuanto que no los veía? Comenzó a contar los días. Esa era la madrugada del 14 de agosto. Se había venido hace dos días, casi tres, el once de agosto. Se había ido de la casa de sus padres cuando faltaban cuatro días para su cumpleaños, o sea el 4 de agosto. Contó. Hacía 10 días solamente que había salido de su casa. Y sentía como si hubieran pasado siglos...
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Harry salió de la cocina detrás de su madre. Había estado observándola cocinar. En el vestíbulo estaba su padre, y le sonreía extendiéndole los brazos para que lo abrazara. Corrió hacia él.
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En ese mismo momento (una hermosa mañana), lejos de ahí, Voldemort observaba el humo de una hoguera en la que se quemaban extraños objetos. El olor que emanaba, para cualquier ser humano, hubiera sido pestilente. Pero de humano le quedaba demasiado poco como para percatarse, a pesar del olfato de serpiente que tenía.
-¡Que conmovedor! -se burlaba-. Nunca pensé que ese chico pudiera tener recuerdos tan cursis... Sigue soñando. Disfrútalo mientras dure.
Y tras decir esto lanzó una sonora carcajada, mientras con su varita hechizaba el fuego para que no se extinguiera.
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-Despierta, Potter -comenzó a decirle Snape mientras le zamarreaba el hombro. Comenzaba a habituarse a esa rutina.
Pero Harry, a pesar de haber sentido el lejano llamado, no pensaba darse por vencido tan fácilmente. Se sentía bien en ese sueño. Muy bien. Lo que fuera que trataba de alejarlo de ahí podía esperarse sentado.
-POTTER. DESPIERTA. ¡POTTER! -le gritaba Snape mientras tanto.
Al ver que el chico no daba señales de vida, agarró su mano y la tiró hacia delante obligándolo a sentarse en la cama.
-Potter, despierta. Has dormido más de diez horas ya.
Harry, al sentir que estaba sentado en la cama, finalmente abrió los ojos. Sintió con pesar como las imágenes del sueño se borraban de su mente.
-Sube a tomar desayuno. Te espero arriba -le dijo Snape dirigiéndose a la escalera. Luego se dio vuelta y agregó-: Y no se te ocurra volver a dormirte.
Harry solo gruñó por respuesta. No es que tuviera tanto sueño. De hecho, ahora que se había despertado ya no lo tenía. Es solo que deseaba poder estar dormido más tiempo.
Se vistió resignado. Había logrado volver a ese sueño dos veces desde la primera vez, la noche anterior. Probablemente lo conseguiría nuevamente esa noche. Incluso, con un poco de suerte, lo dejarían dormir siesta.
Se sintió un poco extraño. Era como estar en un lugar de noche, y en otro de día. Salvo que ir al lugar del sueño requería concentración. Y la vuelta a este mundo ocurría sin que él lo buscara, y con pesar. Descartó esos tristes pensamientos. Ese día podría ir a volar un rato afuera. Snape se lo había prometido. Esperaba que al haberse tardado tanto en despertar no lo hubiese hecho "perder la paciencia". Rápidamente subió la escalera, para no dejarlo esperando. Por si acaso...
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Snape miró aliviado como Potter aparecía por el hueco en el piso. Por algunos segundos había temido tener que bajar a arrancarlo de la cama. Lo haría, aunque ese cretino de Ivan Zuroy no estuviera de acuerdo. A él, Severus Snape, ese repentino ataque de sueño le olía mal. Ahí había gato encerrado, aunque Dumbledore no quisiera verlo.
Hace un par de minutos, había estado tentado de echarle Veritaserum al jugo de Potter. Quería saber la verdad de lo que le ocurría. Pero se había contenido. Decidió en cambio que lo observaría por algunos días. Tal vez Potter volvería a la normalidad, o le contaría voluntariamente lo que le estaba pasando.
-Buenos días Potter. Bienvenido al mundo de los vivos -lo saludó Snape riendo.
-Buenos días -respondió Harry, conteniéndose para no responderle algo pesado. No quería que cambiara de opinión con respecto a los planes para ese día.
-¿Sigues con sueño? -le preguntó Snape casualmente.
-No, se me pasó cuando me levanté. ¿Me acerca la mermelada por favor? Gracias.
Continuaron comiendo unos minutos en silencio, hasta que Harry decidió traer el tema que le interesaba.
-¿A qué hora puedo salir a volar?
-Ahora mismo, después del desayuno. Así aprovechamos que todavía no hace tanto calor.
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Ya eran casi las nueve la mañana cuando salieron del castillo. La mañana estaba fresca y soleada, y en el aire había un agradable olor a pasto húmedo. Caminaron en silencio hacia el estadio, Harry con su saeta de fuego al hombro, y Snape con un libro.
-¿Vas a querer las pelotas de quidditch? -le preguntó Snape antes de ir a sentarse.
-Si. La snitch. Por favor.
Snape abrió un armario cercano al de las escobas y tomó la pelotita, que comenzó a batir las alas apenas sintió que la sacaban de la caja.
-Toma -le dijo tendiéndosela y volviendo a guardar el resto-. Cuídala que no quiero tener problemas con la señora Hooch. Y manténte volando dentro del estadio, donde te vea.
-Está bien, dijo Harry antes de salir volando.
Snape se sentó donde mismo se había sentado hace unos días, y contempló al chico como volaba durante un par de minutos. Luego, al ver que nada ocurría, abrió el libro y se puso a leer.
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Estuvieron casi dos horas en eso, sin que ocurriera nada. Al volver al castillo, Snape pensó que no había sido tan mala idea sacar a Potter un rato.
Después de ese tiempo pasado al sol, los pasillos de Hogwarts parecían oscuros y tristes. Un escalofrío recorrió a Harry al entrar a la fría mazmorra. Pero, de todos modos, se sentía bastante feliz.
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Harry sacó sus libros y apuntes del baúl, y los subió a la mazmorra superior. Arriba estaría más cómodo. Había mesa, sillas, y más luz. Además, en esa mazmorra sin ventanas parecía que le tiempo no transcurría. Y eso no acababa de desesperarlo.
Pasó el resto de la mañana comenzando con la tarea de herbología (mientras Snape la pasaba encerrado en su cuarto de trabajo). Tenía que hacer una resumen de los usos, propiedades y contraindicaciones de los hongos vistos en los últimos cuatro años, y hacer una clasificación personal según sus características. Era un trabajo de síntesis, con miras al TIMO que tendrían que pasar ese año.
De pronto escuchó un plop en su espalda. Asustado se dio vuelta. Era Dobby cargando una bandeja con lo que presumiblemente era el almuerzo. El elfo se quedó mirando la mesa, que estaba llena de pergaminos con apuntes de cuatro años de Harry.
Harry lo saludó, y viendo que no tenía donde poner la bandeja se puso a recoger rápidamente sus cosas.
-No se preocupe, Dobby ayudará al señor Harry Potter -dijo rápidamente el elfo mientras por arte de magia dejaba la bandeja levitando.
-No es necesario, Dobby -le respondió Harry apilando todo en un rincón-. ¿Ese es el almuerzo? Me muero de hambre...
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El resto de la tarde pasó tranquilamente. Inclusive, Snape dejó a Harry dormir siesta (en la que, para su gran alegría, pudo volver a su sueño), y más tarde se fueron al laboratorio de fotografía, donde Harry continuó ordenado fotos mientras Snape seguía con la planificación de su taller.
Mientras estaban cenando, sintieron la voz del enano de piedra que discutía.
-¡Ya le dije que está cenando! ¡Vuelva más tarde! -le decía de mal modo a alguien.
-Déjame que toque la puerta, o si no... -lo amenazó la voz. Era Minerva McGonagall. En unos segundos Snape se encontraba parado, abriendo la puerta, y con la varita en la mano.
-¿O si no qué, Minerva? ¡No te atrevas a hacerle daño al enano!
-Buenas Noches Severus -suspiró McGonagall-. Necesito hablar una palabrita contigo.
-¿Tiene que ser ahora? -preguntó Snape molesto, a pesar de que conocía la respuesta. Si Minerva McGonagall había venido a hablar con él, no se iría a menos que hubiese hablado con él...
-Si. He recibido una lechuza del Director...
-Está bien, pasa -le dijo Snape abriendo más la puerta para que entrara.
-Hola Harry -saludó la bruja mirando al chico que estaba sentado a la mesa- . ¿Cómo te sientes?
-Hola profesora -la saludó Harry-. Estoy bien, gracias. ¿Vino con Amanda?
-No -le respondió sonriendo-. Era muy tarde para venir con ella. Pero cuando la traiga de nuevo le diré que te venga a ver.
-Bueno Minerva -la interrumpió Snape-. ¿Qué es eso que tenías que hablar conmigo?
McGonagall miró significativamente a Snape, haciendo un gesto con la boca en dirección a Harry. El chico se percató de que no quería hablar frente a él ('para variar', pensó), y se levantó.
-Yo ya terminé de comer. Así que voy a estar abajo.
-Está bien, Potter.
Cuando Harry se hubo ido, Snape le ofreció asiento en el único sofá que había. Pero, en vez de sentarse, la profesora acercó una silla con su varita.
-El director me ha contado que te estás haciendo cargo de Harry Potter por lo que queda de las vacaciones -comenzó a explicar la bruja-. Y me pidió que me quedara con él cuando tú tuvieras que salir.
-Me comentó que te lo pediría -explicó Snape.
-Pues por mi no hay ningún problema. Me mandas una lechuza, y yo vendré. Pero le tienes que decir a tu guardia de la entrada ,-explicó con evidente molestia-, que me deje pasar, o que por lo menos llame a Potter para que salga.
-Está bien. No te preocupes. Y Gracias.
Minerva McGonagall finalmente se fue, después de comentar una o dos banalidades sobre el curso que ya se venía encima y el avance de sus respectivos talleres para ese año. Apenas hubo cerrado la puerta, Snape suspiró aliviado. No entendía muy bien qué era lo que le molestaba de esa bruja. Desde que la conocía, cuando él era estudiante en Hogwarts y ella una profesora mucho más joven que ahora (¡Casi 25 años más joven! Como pasa el tiempo...), le causaba nerviosismo.
Bajó a ver a Potter. Estaba durmiendo como una marmota. En cierto modo era un alivio, no tendría que temer que se fuera a vagar por ahí de noche, como le gustaba tanto al chico. Sobre todo ahora que su padrino le había traído esa maldita capa que había sido de su padre...
Volvió a subir, se estiró. Estaba cansado. Bostezando, se fue a dormir.
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¡Que los que siguen este fic se pongan felices! Como pueden ver, me demoré menos en actualizar :o) ¡Y felicitaciones a los lectores tan suspicaces!
lizbetrh vancry: Voldemort hace lo que siempre ha querido hacer... ¡¡¡TRATAR DE CONQUISTAR AL MUNDO!!! (Léase con voz de "Cerebro") y de eliminar a Harry claro ^_^
amhy potter: Gracias por tu fidelidad :) ¡Hey! No trato de engañar a nadie ;o)
eva: Voldemort quiere, creo, eliminar a todos los que no sean de sangre pura. Y a Harry, para que no se lo impida nuevamente. Pero después de tantos intentos infructuosos y catastróficos de matarlo en tête à tête, ahora tratará algo nuevo. Yo creo que Snape, en el fondo, es bueno (MUY en el fondo...).
Israelito: ¿cómo cree usted que estoy? Jajaja Feliz porque amo y soy amada ^_^ ohcum oñartxe et néibmat oy. Observación: es sólo una historia, con varios capítulos.
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Capítulo 26 No le ocurre nada...
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-No le ocurre nada. Nada que yo pueda diagnosticar al menos -declaró el medimago, guardando sus cosas.
'Que escándalo que arman...' pensó Harry fastidiado mientras comenzaba a ponerse la ropa que se había sacado.
Dumbledore había llegado poco después del almuerzo, acompañado de ese medimago gangoso, preguntón, y con olor a ajo. 'Y con toda esta faramalla, ya se pasó la hora de la siesta', se lamentó. Tendría que esperar hasta la noche para poder volver a dormir. Miró a los tres brujos adultos que se habían alejado, y que hablaban bajito. 'Y misteriosos más encima. Como si me muriera por saber que dicen...', se rió Harry mientras se encogía de hombros. Lo que más deseaba era que, ya que no podía ir a ninguna parte, lo dejaran dormir en paz hasta el 1º de septiembre. Ansiaba que comenzaran las clases, para que su vida volviera a la normalidad. Si a su vida se le podía llamar normal, claro.
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-¿Y? ¿Qué piensas Ivan? -preguntó Dumbledore.
-Creo que, simplemente, está creciendo -respondió el medimago-. Los ataques de sueño son comunes a esa edad. ¿Practica alguna actividad física?
-Quidditch -respondieron Snape y Dumbledore al mismo tiempo. Luego Dumbledore continuó:- pero solamente durante el periodo escolar. Su situación en este momento es un poco compleja, como te expliqué cuando veníamos para acá.
-Si, comprendo. Pero sería bueno para él que hiciera un poco de ejercicio -comentó el medimago-. Eso, y que mantenga la mente ocupada. Y que coma más verduras y frutas, y menos azúcar, si está llevando una vida tan sedentaria.
Dumbledore quedó mirando significativamente a Snape, quién suspiró y miró para otro lado.
-Solo unos pocos días más, Severus -lo animó el anciano.
-Claro, Albus. No te preocupes -respondió Snape después de otro suspiro. 'Sólo dos semanas, solamente dos largas y miserables semanas...' se puso a repetir en su mente. 'Solo mis dos ÚLTIMAS semanas de vacaciones antes de que ese enjambre de zancudos descerebrados que llaman alumnos vuelva...'
-Ánimo -agregó Dumbledore mirándole la cara, y dándole palmaditas en el hombro a su cabizbajo amigo-. Estamos todos poniendo nuestro granito de arena para la causa.
-Perdón, Albus -los interrumpió el medimago-. ¿Dónde está el baño?
-Ahí -respondió Snape indicando la puerta del baño. Esperó a que hubiera desaparecido antes de agregar casi en un murmuro:- No es sólo un problema de convivencia, Albus. Siempre estoy temiendo ser convocado. Afortunadamente casi no me ha llamado últimamente, a pesar de que sabe que está a mi cuidado. Todavía estoy sorprendido de que no me haya pedido que intente nada en su contra. Pero, ¿y si me convoca? ¿Qué hago con Potter? La última vez que ocurrió, por poco y llego demasiado tarde...
-Lo sé, Severus -suspiró el anciano-. Por desgracia estamos en vacaciones y el castillo todavía está vacío. Pero hablaré con Minerva, que es la que se encuentra más cerca, para que te releve en casos como esos. ¿Te parece?
-¿Minerva? ¿No puede ser alguien más? -respondió Snape sin ocultar su desagrado.
-Bueno, creo que Sybill llega el domingo 21. Dice que le gusta preparar las vibraciones de su salón con anticipación al inicio de sus clases -explicó Dumbledore con una sonrisa divertida-. Se lo puedo pedir a ella también.
-Mejor deja a Minerva -aceptó Snape con un gruñido burlón y despectivo. Minerva podía ser muy desagradable, pero al menos no era una inútil.
-No la mires tan a huevo, Severus. Sybill puede ser extravagante, pero también tiene sus aciertos. Además, aunque no te guste, es tu colega.
-Si -intervino Harry que a esas alturas se había terminado de vestir, y se había aproximado sin que lo notaran-. Hace un año predijo la huida de Peter Pettigrew, y su retorno con Voldemort.
-¿Y a ti quién te dio permiso para estar escuchando conversaciones, Potter? -le respondió Snape en tono de censura. Notó que el chico se encogía de hombros.
-No recuerdo que me haya prohibido acercarme.
-Déjalo, Severus -se rió Dumbledore-. De todos modos lo que dijo es la pura verdad.
-Ese no es el punto, Albus, y lo sabes -le recordó Snape molesto. En ese momento se abrió la puerta del baño y volvió a aparecer el medimago.
-Bueno, Harry -le dijo alegremente-. Te voy a decir lo mismo que ya les expliqué a ellos: tienes que hacer más ejercicio, y comer más verduras. Manténte activo -recomendó finalmente.
-Si me dejan... -respondió Harry burlón-. Y si las verduras no las plantó Voldemort ¿No? ¿Supongo que se le olvidó agregarlo?
El medimago quedó mirando al chico. No se esperaba una respuesta tan desagradable. Dumbledore se aclaró la garganta.
-Bueno, Ivan. Creo que ya es hora de que nos vayamos. Adiós, Severus. Adiós Harry, pórtate bien.
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-¡Potter! -llamó la cabeza de Snape, apareciendo a través del muro de la bodega del laboratorio de fotografía, ese mismo día más tarde. El mago había pensado que hacer trabajar un poco al chico era un buen comienzo para "mantenerlo activo".
-¿Mhhh? -respondió Harry desde el fotodatador, sin darse vuelta.
-Ven cuando te llamo, si sabes lo que te conviene... -le respondió Snape molesto.
-¿Para qué me voy a preocupar de lo que me conviene, si hay tanta gente que lo hace por mi? -le respondió Harry burlón, pero acercándose sin embargo-. ¿Qué pasa? -preguntó después de atravesar el muro.
-Granger te escribió -le respondió Snape escuetamente, tendiéndole un pergamino.
-¿Y qué me cuenta? -preguntó Harry sarcásticamente al ver que la carta estaba abierta. Le resultaba evidente que el profesor de pociones ya la había leído, y aunque sabía que era por su seguridad, no dejaba de molestarle.
-Desaparece de mi vista, Potter -le respondió Snape simplemente, sin levantar los ojos de lo que estaba haciendo (escribía unos últimos detalles del programa de actividades de su taller de fotografía).
-Será un placer, su señoría -respondió histriónicamente Harry, desapareciendo a través del muro.
'Sólo dos semanas', se obligó a pensar Snape mientras apretaba más de lo necesario su pluma contra el papel, dejando un feo manchón en su programa. Sabía que podía amenazarlo con lo del quidditch, pero si usaba ese recurso ahora, ¿con qué lo amenazaba luego?
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Una vez solo, dentro de la bodega, Harry se dejó caer en el suelo y apoyó la espalda contra un muro firme. Abrió la carta.
Querido Harry
Espero que estés bien. ¿Sigues en el colegio?
Yo ya volví de Bulgaria. ¿Te gustó mi lechuza? Me la regaló Viktor. Es macho y se llama Svilen. Dijo que así podía escribirle cuando quisiera. Qué tierno, ¿no?
Yo no creo que los vea, a Ron y a ti, de aquí al fin de las vacaciones. Como pasé tanto tiempo en Bulgaria, ahora quiero aprovechar estos días que me quedan para estar con mis padres.
Tengo novedades: ¡Voy a ser prefecta de Gryffindor!
Bueno, cuídate mucho.
Cariños,
Hermione.
Harry leyó varias veces la carta. Sentía un nudo en el estómago, y no entendía por qué. ¿Sería ese "no creo que los vea, a Ron y a ti, de aquí al fin de las vacaciones. Como pasé tanto tiempo en Bulgaria..."? En cierto modo le molestaba un poco que hubiera quedado tan amiga con ese "tierno" de Krum.
-Que tierno, ¿no? -repitió burlonamente poniendo voz de mujer. Luego se quedó en silencio. ¿Por qué le molestaba tanto? ¿Y por qué tenía Krum que estarle regalando lechuzas a Hermione?
De pronto recordó que todavía no había visto al dichoso animal. ¿Se habría ido inmediatamente después de entregar la carta? Tenía que averiguarlo. Se paró y atravesó el muro. Snape seguía escribiendo.
-¿Profesor?
-¿Qué pasa, Potter? -preguntó Snape sin levantar la vista.
-¿Qué pasó con la lechuza que trajo esta carta, después de que se la entregó?
-Se fue volando, y nunca más volvió -contestó Snape, y se rió al ver que había salido verso.
-¿No esperó, ni se fue por mientras a la pajarera? -preguntó Harry algo decepcionado y sin entender el chiste.
-Tal ves se haya ido a la pajarera -respondió Snape encogiéndose de hombros, pero levantando al fin la vista-. La verdad no me fijé. Entró por la ventana de la mazmorra, y salió volando por donde mismo.
-¿Y cómo era?
-Negra. Completamente negra. ¿Por qué?
-¿No leyó la carta?
-No con detención. Solo comprobé que era de Granger, y que no era peligrosa. Luego te la traje. ¿Por qué lo preguntas?
-Solo quería conocer la nueva lechuza de Hermione -respondió Harry como si no tuviera importancia, pero mirando el piso.
Snape lo quedó mirando, y suspiró.
-¿Quieres ir a la pajarera a ver si está ahí?
-¿Está hablando en serio? -respondió Harry levantando la vista. Snape lo miró con cara de "yo siempre hablo en serio".
-¿Quieres, o no quieres ir a la pajarera, Potter? -le preguntó Snape con impaciencia.
-¡Claro!
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-¿Recordaría cual es al verla? -le preguntó Harry mientras subían la escalera, ya casi llegando a la pajarera de las lechuzas.
-No hay muchas lechuzas completamente negras en Hogwarts, Potter. Me atrevo a decir que ninguna.
Entraron a la pajarera. Varias lechuzas miraron hacia abajo, entre ellas Hedwig, que bajó al instante a posarse en el brazo de su amo.
-¡Hola Hedwig! -la saludó mientras le hacía cariño en la cabeza. La lechuza ululó feliz-. ¿Conoces la nueva lechuza de Hermione? ¿La has visto?
-No está aquí -respondió Snape mirando las lechuzas-. Debió haber vuelto de inmediato donde Granger.
-Lástima... -respondió Harry decepcionado.
-¿Le quieres escribir? -preguntó Snape.
-No traje pergamino -lamentó Harry. Snape hizo un movimiento con su varita haciendo aparecer un pergamino, una pluma y un tintero.
-Apúrate -le dijo simplemente pasándoselos a Harry.
-¿Está muy apurado? -le preguntó Harry burlón. Snape lo fulminó con la mirada. Al instante Harry lamentó haber respondido de mal modo. Sólo estaba tratando de ser amable, y él le salía con eso-. Lo siento. Por favor olvide lo que dije -agregó enseguida-, No me voy a demorar.
Snape no respondió. En vez de eso se fue a mirar el paisaje por una de las numerosas ventanas sin vidrio. Afuera comenzaba a atardecer.
Harry se fue hacia otra ventana, para aprovechar la luz y el apoyo que ofrecía.
Querida Hermione
Me alegro de que hayas pasado unas felices vacaciones. Te felicito por tu nombramiento.
No pude ver a tu lechuza, ya que tu carta no la recibí directamente yo. Pero ya la conoceré cuando vuelvas al colegio. ¿Cómo se lleva con Crookshanks?
Yo estoy bien, aunque me aburro mucho aquí. Me han pasado algunas cosas este verano, ya te contaré.
Espero encontrarlos a ti y a Ron en el callejón Diagon. Eso si me dejan ir, claro. Sino, igual nos vemos el 1º de septiembre.
Cariños,
Harry
Harry leyó la carta y, conforme, la enrolló y la ató con la varita a la pata derecha de Hedwig.
-Llévasela a Hermione -le dijo acariciándola. La lechuza le mordió el dedo con afecto, y le ululó que se quedara tranquilo.
Hedwig salió volando, y Harry se quedó mirando como desaparecía en medio de un cielo color sangre.
-¿Listo Potter?
-Si, vamos.
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Harry quedó mirando el gran plato de ensalada que había delante de él. De pronto se sintió como si hubiera vuelto a casa de los Dursley. Claro que ahora no era solo la ensalada. Era comida Y ensalada.
-La recomendación, ¿recuerdas? -dijo simplemente Snape al ver su cara de desconcierto.
-Si, claro.
Comenzaron a comer en silencio. Recién cuando llegaron al postre rompió Snape el silencio.
-¿Notaste que Dobby te dejó tus cosas abajo esta mañana?
-Si, ya las vi.
-Bueno. Desde mañana puedes seguir haciendo los deberes...
-Ya SÉ que tengo deberes -puntualizó Harry. Nunca había necesitado que le dijeran que los tenía que hacer.
-Déjame terminar, Potter -continuó Snape tratando de ser paciente-. Te decía que desde mañana podías seguir haciendo los deberes durante parte de la mañana, y en la tarde continúas ordenando fotografías.
-¿Y qué voy a hacer el resto de la mañana? -preguntó Harry.
-Volar un rato afuera.
-¿De verdad? -preguntó sin atreverse a creerlo.
-Si.
-¡Estupendo! -se animó Harry.
-Eso -agregó Snape-, siempre que no me hagas perder la paciencia.
Harry lo miró y suspiró. 'Pasando y pasando' pensó Harry, 'no me causes problemas y te llevo a andar en escoba...'.
-Está bien.
-Bien. Ahora anda a acostarte.
Harry se fue feliz a dormir. Por un lado quería volver a estar con sus padres. Ya había logrado volver a soñar con ellos una vez. ¿Por qué no podría volver a hacerlo? Y, por otra parte, la perspectiva del día siguiente lo animaba bastante. Con un poco de suerte, el resto de las vacaciones podía resultar bastante agradable. Aunque no lo dejaran ir ni donde Draco, ni donde Ron.
Miró un rato el techo, antes de dormir. ¿Qué pensarían Ron y Hermione de su amistad con Draco? Tal vez, cuando lo supieran, no querrían volver a ser sus amigos. Encontrarían una traición que se hubiera hecho amigo de un Slytherin. Y de Draco Malfoy precisamente.
Se dio vuelta en la cama y cerró los ojos. Ya pensaría en eso más tarde. Por ahora le urgía más concentrarse en la casa aquella, y en sus padres, para poder volver a soñar con ellos.
Pero Harry ignoraba que todo ese esfuerzo era innecesario. Soñaría con ellos aunque se acostara pensando en el calamar gigante.
***************************
Draco Malfoy bostezó, y cerró el libro de hechizos con el que había estado haciendo los deberes para esa materia. Ya acabaría mañana. Miró la hora. Era casi la medianoche.
-¡Draco! ¡Apaga la luz de una buena vez, y acuéstate! Es tarde -escuchó la voz de su prima gritarle desde su cuarto.
-¡Ya! -Le gritó de vuelta-. ¡Si ya estaba guardando todo!
Detestaba cuando Lau comenzaba así, a decirle lo que tenía que hacer como si fuera su madre. ¡Era su prima, caramba! ¿No podía tratarlo como tal? ¿O como amigo? ¿O como un hermano por último? Aunque tampoco le hubiera gustado que lo tratara como a un hermano, ahora que lo pensaba. Lau comenzaba a gustarle mucho. Mucho. ¿Cómo podía hacer para que dejara de mirarlo como si fuera su hijo?
Se acostó y miró al techo. Todavía no se acostumbraba a lo bajo que eran los techos en esas viviendas muggles. Cuando recién había llegado a vivir con Lau, esta le había dicho que era más fácil hacer inmarcable una casa muggle en medio de las casas muggles, que una casa rodeada de magos. Era algo relacionado con la concentración de actividad mágica en el lugar. El departamento donde vivían, de hecho, estaba en el piso superior de un edificio muggle, en un barrio muggle. Había sido encantado para que cualquiera que mirara el edificio creyera que tenía un piso menos. Draco había comprobado que podía asomarse a la ventana y hacerle gestos a cualquiera que fuera pasando afuera sin que lo vieran. Para cualquiera que mirara desde afuera, ahí no había más que aire. Esa sensación de invisibilidad todavía le resultaba curiosa.
-¿Por qué no dejarán venir a Harry? -murmuró Draco dándose vuelta y mirando por la ventana un avión muggle que pasaba en ese momento. El ronroneo que producían ya le resultaba familiar. Eran muchos los aviones que pasaban por ahí. Lau le había contado que había un aeropuerto cerca, y que de ahí salían esa máquinas que los muggles usaban para volar de un lugar a otro. No supo darle más información al respecto, pero le prometió que apenas pasara el peligro lo llevaría a conocerlo. Aunque sabe Dios cuando sería eso...
-Si Potter estuviera aquí, podría contarme más -comentó para si mismo, recordando que Harry había vivido con muggles toda su vida. Probablemente incluso se había subido a uno de esos aviones. ¿Sería como volar en escoba? ¿O como volar por la red flu?
Era una lástima que el departamento no tuviera chimenea. Aunque, cuando se lo había comentado a su prima, ella le había dicho que no la conectaría a la red flu ni aunque la tuviera. Argumentó motivos de seguridad. Siendo auror, prefería que su lugar de residencia fuera lo menos público y accesible posible.
A Draco le extrañaba que Laure no hubiese preferido vivir cerca de los demás aurores. Muchos tenían sus casas juntas, en colonias que mantenían constantemente protegidas y vigiladas. Era una lástima. Si viviera en una de esa, a lo mejor lo dejarían salir a pasear dentro de la colonia.
Estar todo el día solo en el departamento comenzaba a fastidiarlo. El primer día había sido entretenido y emocionante, ya que había podido explorarlo. Pero esa diversión había durado poco, pues era bastante pequeño. Sobre todo si lo comparaba con Hogwarts, o la mansión de sus padres.
-¿Cómo estarán mis padres? -se preguntó Draco sin lograr quedarse dormido a pesar del sueño que tenía.
¿Hace cuanto que no los veía? Comenzó a contar los días. Esa era la madrugada del 14 de agosto. Se había venido hace dos días, casi tres, el once de agosto. Se había ido de la casa de sus padres cuando faltaban cuatro días para su cumpleaños, o sea el 4 de agosto. Contó. Hacía 10 días solamente que había salido de su casa. Y sentía como si hubieran pasado siglos...
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Harry salió de la cocina detrás de su madre. Había estado observándola cocinar. En el vestíbulo estaba su padre, y le sonreía extendiéndole los brazos para que lo abrazara. Corrió hacia él.
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En ese mismo momento (una hermosa mañana), lejos de ahí, Voldemort observaba el humo de una hoguera en la que se quemaban extraños objetos. El olor que emanaba, para cualquier ser humano, hubiera sido pestilente. Pero de humano le quedaba demasiado poco como para percatarse, a pesar del olfato de serpiente que tenía.
-¡Que conmovedor! -se burlaba-. Nunca pensé que ese chico pudiera tener recuerdos tan cursis... Sigue soñando. Disfrútalo mientras dure.
Y tras decir esto lanzó una sonora carcajada, mientras con su varita hechizaba el fuego para que no se extinguiera.
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-Despierta, Potter -comenzó a decirle Snape mientras le zamarreaba el hombro. Comenzaba a habituarse a esa rutina.
Pero Harry, a pesar de haber sentido el lejano llamado, no pensaba darse por vencido tan fácilmente. Se sentía bien en ese sueño. Muy bien. Lo que fuera que trataba de alejarlo de ahí podía esperarse sentado.
-POTTER. DESPIERTA. ¡POTTER! -le gritaba Snape mientras tanto.
Al ver que el chico no daba señales de vida, agarró su mano y la tiró hacia delante obligándolo a sentarse en la cama.
-Potter, despierta. Has dormido más de diez horas ya.
Harry, al sentir que estaba sentado en la cama, finalmente abrió los ojos. Sintió con pesar como las imágenes del sueño se borraban de su mente.
-Sube a tomar desayuno. Te espero arriba -le dijo Snape dirigiéndose a la escalera. Luego se dio vuelta y agregó-: Y no se te ocurra volver a dormirte.
Harry solo gruñó por respuesta. No es que tuviera tanto sueño. De hecho, ahora que se había despertado ya no lo tenía. Es solo que deseaba poder estar dormido más tiempo.
Se vistió resignado. Había logrado volver a ese sueño dos veces desde la primera vez, la noche anterior. Probablemente lo conseguiría nuevamente esa noche. Incluso, con un poco de suerte, lo dejarían dormir siesta.
Se sintió un poco extraño. Era como estar en un lugar de noche, y en otro de día. Salvo que ir al lugar del sueño requería concentración. Y la vuelta a este mundo ocurría sin que él lo buscara, y con pesar. Descartó esos tristes pensamientos. Ese día podría ir a volar un rato afuera. Snape se lo había prometido. Esperaba que al haberse tardado tanto en despertar no lo hubiese hecho "perder la paciencia". Rápidamente subió la escalera, para no dejarlo esperando. Por si acaso...
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Snape miró aliviado como Potter aparecía por el hueco en el piso. Por algunos segundos había temido tener que bajar a arrancarlo de la cama. Lo haría, aunque ese cretino de Ivan Zuroy no estuviera de acuerdo. A él, Severus Snape, ese repentino ataque de sueño le olía mal. Ahí había gato encerrado, aunque Dumbledore no quisiera verlo.
Hace un par de minutos, había estado tentado de echarle Veritaserum al jugo de Potter. Quería saber la verdad de lo que le ocurría. Pero se había contenido. Decidió en cambio que lo observaría por algunos días. Tal vez Potter volvería a la normalidad, o le contaría voluntariamente lo que le estaba pasando.
-Buenos días Potter. Bienvenido al mundo de los vivos -lo saludó Snape riendo.
-Buenos días -respondió Harry, conteniéndose para no responderle algo pesado. No quería que cambiara de opinión con respecto a los planes para ese día.
-¿Sigues con sueño? -le preguntó Snape casualmente.
-No, se me pasó cuando me levanté. ¿Me acerca la mermelada por favor? Gracias.
Continuaron comiendo unos minutos en silencio, hasta que Harry decidió traer el tema que le interesaba.
-¿A qué hora puedo salir a volar?
-Ahora mismo, después del desayuno. Así aprovechamos que todavía no hace tanto calor.
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Ya eran casi las nueve la mañana cuando salieron del castillo. La mañana estaba fresca y soleada, y en el aire había un agradable olor a pasto húmedo. Caminaron en silencio hacia el estadio, Harry con su saeta de fuego al hombro, y Snape con un libro.
-¿Vas a querer las pelotas de quidditch? -le preguntó Snape antes de ir a sentarse.
-Si. La snitch. Por favor.
Snape abrió un armario cercano al de las escobas y tomó la pelotita, que comenzó a batir las alas apenas sintió que la sacaban de la caja.
-Toma -le dijo tendiéndosela y volviendo a guardar el resto-. Cuídala que no quiero tener problemas con la señora Hooch. Y manténte volando dentro del estadio, donde te vea.
-Está bien, dijo Harry antes de salir volando.
Snape se sentó donde mismo se había sentado hace unos días, y contempló al chico como volaba durante un par de minutos. Luego, al ver que nada ocurría, abrió el libro y se puso a leer.
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Estuvieron casi dos horas en eso, sin que ocurriera nada. Al volver al castillo, Snape pensó que no había sido tan mala idea sacar a Potter un rato.
Después de ese tiempo pasado al sol, los pasillos de Hogwarts parecían oscuros y tristes. Un escalofrío recorrió a Harry al entrar a la fría mazmorra. Pero, de todos modos, se sentía bastante feliz.
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Harry sacó sus libros y apuntes del baúl, y los subió a la mazmorra superior. Arriba estaría más cómodo. Había mesa, sillas, y más luz. Además, en esa mazmorra sin ventanas parecía que le tiempo no transcurría. Y eso no acababa de desesperarlo.
Pasó el resto de la mañana comenzando con la tarea de herbología (mientras Snape la pasaba encerrado en su cuarto de trabajo). Tenía que hacer una resumen de los usos, propiedades y contraindicaciones de los hongos vistos en los últimos cuatro años, y hacer una clasificación personal según sus características. Era un trabajo de síntesis, con miras al TIMO que tendrían que pasar ese año.
De pronto escuchó un plop en su espalda. Asustado se dio vuelta. Era Dobby cargando una bandeja con lo que presumiblemente era el almuerzo. El elfo se quedó mirando la mesa, que estaba llena de pergaminos con apuntes de cuatro años de Harry.
Harry lo saludó, y viendo que no tenía donde poner la bandeja se puso a recoger rápidamente sus cosas.
-No se preocupe, Dobby ayudará al señor Harry Potter -dijo rápidamente el elfo mientras por arte de magia dejaba la bandeja levitando.
-No es necesario, Dobby -le respondió Harry apilando todo en un rincón-. ¿Ese es el almuerzo? Me muero de hambre...
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El resto de la tarde pasó tranquilamente. Inclusive, Snape dejó a Harry dormir siesta (en la que, para su gran alegría, pudo volver a su sueño), y más tarde se fueron al laboratorio de fotografía, donde Harry continuó ordenado fotos mientras Snape seguía con la planificación de su taller.
Mientras estaban cenando, sintieron la voz del enano de piedra que discutía.
-¡Ya le dije que está cenando! ¡Vuelva más tarde! -le decía de mal modo a alguien.
-Déjame que toque la puerta, o si no... -lo amenazó la voz. Era Minerva McGonagall. En unos segundos Snape se encontraba parado, abriendo la puerta, y con la varita en la mano.
-¿O si no qué, Minerva? ¡No te atrevas a hacerle daño al enano!
-Buenas Noches Severus -suspiró McGonagall-. Necesito hablar una palabrita contigo.
-¿Tiene que ser ahora? -preguntó Snape molesto, a pesar de que conocía la respuesta. Si Minerva McGonagall había venido a hablar con él, no se iría a menos que hubiese hablado con él...
-Si. He recibido una lechuza del Director...
-Está bien, pasa -le dijo Snape abriendo más la puerta para que entrara.
-Hola Harry -saludó la bruja mirando al chico que estaba sentado a la mesa- . ¿Cómo te sientes?
-Hola profesora -la saludó Harry-. Estoy bien, gracias. ¿Vino con Amanda?
-No -le respondió sonriendo-. Era muy tarde para venir con ella. Pero cuando la traiga de nuevo le diré que te venga a ver.
-Bueno Minerva -la interrumpió Snape-. ¿Qué es eso que tenías que hablar conmigo?
McGonagall miró significativamente a Snape, haciendo un gesto con la boca en dirección a Harry. El chico se percató de que no quería hablar frente a él ('para variar', pensó), y se levantó.
-Yo ya terminé de comer. Así que voy a estar abajo.
-Está bien, Potter.
Cuando Harry se hubo ido, Snape le ofreció asiento en el único sofá que había. Pero, en vez de sentarse, la profesora acercó una silla con su varita.
-El director me ha contado que te estás haciendo cargo de Harry Potter por lo que queda de las vacaciones -comenzó a explicar la bruja-. Y me pidió que me quedara con él cuando tú tuvieras que salir.
-Me comentó que te lo pediría -explicó Snape.
-Pues por mi no hay ningún problema. Me mandas una lechuza, y yo vendré. Pero le tienes que decir a tu guardia de la entrada ,-explicó con evidente molestia-, que me deje pasar, o que por lo menos llame a Potter para que salga.
-Está bien. No te preocupes. Y Gracias.
Minerva McGonagall finalmente se fue, después de comentar una o dos banalidades sobre el curso que ya se venía encima y el avance de sus respectivos talleres para ese año. Apenas hubo cerrado la puerta, Snape suspiró aliviado. No entendía muy bien qué era lo que le molestaba de esa bruja. Desde que la conocía, cuando él era estudiante en Hogwarts y ella una profesora mucho más joven que ahora (¡Casi 25 años más joven! Como pasa el tiempo...), le causaba nerviosismo.
Bajó a ver a Potter. Estaba durmiendo como una marmota. En cierto modo era un alivio, no tendría que temer que se fuera a vagar por ahí de noche, como le gustaba tanto al chico. Sobre todo ahora que su padrino le había traído esa maldita capa que había sido de su padre...
Volvió a subir, se estiró. Estaba cansado. Bostezando, se fue a dormir.
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