Disclaimer habitual. ¡¡¡Gracias a Francia, por su ayuda!!!
¡Gracias también a todos los que me dejaron comentarios! No puedo contestar los reviews, por ahora, ya que no tengo internet en mi casa. Y no sé cuando vuelva a tenerlo :-( De hecho, voy saliendo para un cybercafé, o algo así, para poder subir esto.
Modifiqué el capítulo anterior, para hacer la reacción de Sirius menos "femenina" (y más cariñosa también). Espero que les guste, o al menos no les moleste.
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Capítulo 32 Explicaciones y Arrepentimientos
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Harry se quedó contemplando por unos segundos la escalera vacía, sin tomar una decisión. No quería hablar con Snape. Ni con Draco, ni con nadie. Si hubiese existido la alternativa "dejar de existir" hubiese escogido esa. O, al menos, le hubiese encantado desaparecer. ¡Ahora ni siquiera tenía la capa de invisibilidad de su padre! Había sido un estúpido, debió haberla usado para esconderse antes de que Snape hubiese bajado y se la hubiese llevado. Pero ahora ya no podía. No tenía la capa, ni tenía varita, ni su escoba. Estaba con Snape, que no debía estar esperándolo con una fiesta, allá arriba en la sala. Aunque se había portado amable al bajar. Y lo había defendido de Sirius.
Harry pensó con miedo que ya no contaba con su padrino. Nunca lo había visto así. Nunca habría imaginado que Sirius le pegaría. No había sido ni mucho, ni le había dolido tanto (en realidad ya no le dolía), pero si no hubiese sido por Remus y Snape... Harry tragó saliva. Debía pensarlo dos veces antes de irse a vivir con él. Mal que mal, los Dursley no lo habían golpeado nunca. Aunque tampoco lo querían. En realidad, le hubiese gustado cerrar los ojos, y encontrarse al La Madriguera, en los brazos de la señora Weasley.
Pensar en la señora Weasley le hizo a Harry recordar a su madre, y sus sueños. Sintió como una puntada en el corazón. ¿Habían sido sus sueños una mentira? Snape había dicho que Voldemort lo había planeado todo. ¿Sabía Snape todo lo que le había pasado? Aparentemente no, ya que quería que se lo contara. Suspiró. Mejor subía, ya había sacado demasiado a Snape de quicio por un día. Y necesitaba que le devolviera sus cosas.
~ * ~
Remus caminaba en silencio, con un cabizbajo perro negro a su lado. Remus sacó su varita, y tocó un poste de madera que había al borde del camino. Al instante apareció un portal, y ambos lo atravesaron. Luego de unos segundos, se volvió a transformar en un vulgar poste de madera.
-¿Y? ¿Quieres conversar? -le preguntó Remus mientras llenaba una tetera con agua.
-Me siento mal -respondió Sirius, luego de transformarse en hombre nuevamente y de echarse en una silla junto a la mesa de la cocina-. No entiendo por qué lo hizo. No logro entenderlo. Simplemente no me cabe en la cabeza.
Remus suspiró, y luego de tocar la tetera con su varita y de que soltara el hervor comenzó a preparar té.
-Algo le tiene que estar pasando, Sirius. Pero no puedes ir y comenzar a golpearlo, sin saber lo que de verdad le pasó.
-¿Y cómo ese inútil de Snape permitió que lo hiciera?
-No debe haber podido impedirlo.
-¡Pero era su responsabilidad cuidarlo! -reclamó Sirius golpeando la mesa con un puño.
-Y estoy seguro que lo cuida. Pero no podía adivinar que Harry trataría de matarse. Nadie se lo imaginaba. Además, por lo que entendí, fue todo planeado por Voldemort.
-No comprendí qué fue lo que Voldemort hizo.
-Snape tampoco lo comprende bien -comenzó a explicar Remus mientras dejaba las tazas en la mesa-. Solo sabe que Harry, de algún modo, consiguió la fórmula de una poción que lo mataría. Y que Voldemort esperaba que la preparara y se la tomara. Como actuó, eso es un misterio, aunque tiene algo que ver con el exceso de sueño que Harry estaba experimentando. Espera a que hable con Harry. Ya nos lo contará.
Sirius se miró las manos, incómodo.
-¿Crees que se me pasó la mano?
-Si, lo creo -le respondió Remus, serio.
-¿Tu crees que Snape...?
-Espero de todo corazón que no te haga caso -murmuró Remus. Tomó té. De hecho, aunque no lo dijo, supuso que así sería. Snape podía ser muy desagradable, pero no violento ni impulsivo como Sirius.
-Quiero volver a verlo mañana -murmuró Sirius-. No quiero que mi niño se quede con esa impresión de mi.
-Vas a tener que esforzarte en controlar tu carácter entonces. Va a ser difícil que lo olvide.
-¡Si no fue para tanto! -exclamó Sirius enojado.
-¡Porque Snape intervino a tiempo!
-¡No iba a matarlo Remus!
Remus lo quedó mirando. Su amigo JAMÁS mataría al hijo de James y Lily. No necesitaba decirlo. Pero cuando vio llorar a Harry de ese modo...
-De verdad que no -murmuró desalentado Sirius-. Es sólo que pensé... pensé...
-¿Qué si le pegabas no volvería a intentarlo? -preguntó Remus-. Creo que sólo hubieras logrado que se esmerara más al próximo intento. Temiendo que, si quedaba vivo, tendría que vérselas contigo.
-¿Tú crees? -preguntó Sirius inseguro, al borde de las lágrimas.
-Si.
-¿Qué hago lunático? -comenzó a llorar Sirius-. Me gustaría tanto estar con él. Y tengo tanto miedo a que le ocurra algo. ¡No podría soportarlo si algo le pasara!
-Habla con él. Pregúntale, sin alterarte, lo que le pasa.
-Si se lo pregunté. ¡Tu me viste!
-¿Pero de qué forma, Sirius? ¡Harry estaba bloqueado! ¿Cómo querías que te respondiera, si lo único que veía era a su padrino enojado?
-¿La embarré?
Remus suspiró.
-Si, creo que la embarraste, amigo.
-Mañana lo iré a ver.
-Eso.
-¿Y qué le digo?
-Que lo quieres. Que no estás enojado con él. Que estas preocupado.
-Eso, y que puede confiar en mi.
-Bueno... Eso, a lo mejor, se lo vas a tener que volver a demostrar. Pero, sobre todo, mantén la calma. No te alteres.
-Bueno.
-¿Quieres que te acompañe? -preguntó Remus.
-Me gustaría. ¿Podrás?
-Tendremos que dejar la misión por unas horas. Pero creo que Dumbledore lo entenderá.
-¿Adonde estará? -preguntó Sirius pensativo recordando al anciano.
-Por lo que Snape dijo, o está muy lejos, o está protegido contra las lechuzas...
-Es extraño.
-Si, lo es -respondió Remus mirando al vacío, con la taza humeando en la mano.
~ * ~
Snape miraba el fuego, sentado en el sillón de la sala. Esperaba no tener que bajar a buscar a Potter. No estaba todavía muy seguro de lo que tenía que hacer. Nadie nunca lo había preparado para eso. Tenia que convencerlo para que le dijera todo. Y para que comiera. Y para que no volviera a intentar algo como ese día. Y para que, al menor indicio de algo raro, hablara en vez de tomar decisiones por su cuenta. En resumen: convencerlo de que dejara de comportarse como un cabeza de chorlito. Difícil, siendo hijo de ese cabeza de chorlito de James Potter.
Por otra parte, tenía que tomar alguna medida. Se lo había advertido a Potter, a la hora del almuerzo. Ahora no podía echarse para atrás. Y por otra parte, estaba Sirius, y la promesa que le había hecho para que por fin aceptara irse. Ahora se arrepentía de no haber encontrado otro modo de convencerlo.
Si castigaba a Potter, menos querría hablar con él. Si no lo hacía, Potter ya no le creería ninguna amenaza, y haría lo que se le diera la gana. Y si no cumplía con lo de Black... el hombre se iba a enojar y la agarraría de nuevo con su ahijado. ¿Qué demonios podía hacer? ¿Y en que estaba Potter que no subía?
Snape miró las cosas de Potter que había traído con él, al subir. ¿Debía devolvérselas? Sería una forma de acercamiento al chico, no había duda. Pero, por otra parte, eran herramientas peligrosas en manos de un suicida. No, pensándolo bien, mejor las dejaba bien guardadas hasta que ya no estuviera a cargo suyo. Se decidió, y las fue a guardar a su sala de trabajo, en un lugar muy secreto que sólo él conocía. Y la varita... tampoco estaría segura con Draco. Harry podría burlarlo y recuperarla. Y sabe Dios qué podría intentar. La guardó con lo demás y volvió a la sala. Potter todavía no subía. Se sentó. Esperaría cinco minutos más, y si el chico no subía, bajaría a buscarlo. Ya que ninguno de los dos iba a dormir, sería un buen momento para hablar.
~ * ~
Harry levantó la alfombra y asomó la cabeza. Snape se encontraba sentado, mirando el fuego. Parecía tranquilo, por lo que terminó de entrar.
-Veo que te decidiste, Potter -le dijo Snape, tratando de parecer amable-. Es una suerte, ya que en un par de minutos te iba a bajar a buscar.
-¿Qué quiere? -preguntó Harry.
-Siéntate -le dijo Snape indicando el otro extremo del sillón.
Harry se sentó en silencio.
-Cuéntame todo desde el principio -le dijo Snape.
-¿Para qué me pregunta si ya lo sabe? -respondió Harry de mal modo.
-Mira, Potter -le dijo Snape dejando de mirar el fuego y mirándolo a la cara-. Te propongo un trato: cuéntame todo esta noche, y olvido lo que le prometí a tu padrino.
Harry lo quedó mirando. ¿Qué le podría haber prometido Snape a Sirius, si ambos se odiaban a muerte?
-¿Qué le prometio? -preguntó Harry.
-Algo así como hechizar tu escoba para que persiga tu trasero por algunos instantes -respondió Snape. Harry lo quedó mirando con los ojos como platos.
-¡NO PUEDE HACER ESO! -le gritó Harry-. NO TIENE DERECHO.
Harry ya no sabía si correr por su vida. ¿Sería Snape capaz? No quería averiguarlo. ¿Por qué todos lo odiaban? A Snape debía hacerle mucha gracia todo eso. Siempre había querido desquitarse.
-Contrariamente a lo que puedas estar pensando, Potter, no quiero hacerlo. Y si te sientas y me cuentas todo, ese asunto muere aquí -le dijo con voz tranquila. Harry lo quedó mirando, inseguro.
-Te lo prometo -agregó Snape indicando el otro extremo del sillón. Esperaba que Potter se sentara y hablara. Deseaba, francamente, que el asunto terminara ahí. Y al diablo con lo que Black pensara. Respiró aliviado cuando vio que el chico se sentaba.
-¿Qué quiere saber? -preguntó Harry.
~ * ~
Dumbledore cerró los ojos cansado.
-Bueno, profesor Dumbledore -exclamó Hagrid-. ¿Va a querer pasar esta noche aquí?
-No, Hagrid. Creo que será mejor que regrese. Severus me ha enviado ya dos lechuzas. Si no fuera por lo vital de esta reunión, ya habría partido.
-Pero no ha servido de mucho -respondió Hagrid con voz triste.
-No te culpes Hagrid. Lo que tenga que ser, será. De todos modos prefiero que te quedes aquí. Me gustaría que si toman cualquier decisión, me lo hagas saber.
-No sé si voy a ser bienvenido ahora que ya han tomado partido... -respondió Hagrid inseguro.
-No han tomado partido todavía. Solo han expresado su desinterés por lo que ocurra fuera de los límites de su comunidad.
-¿Y no es lo mismo? -exclamó Hagrid.
-No Hagrid. No lo es. Y por eso quiero que te quedes.
-Como usted diga, profesor Dumbledore -respondió Hagrid, no muy convencido.
~ * ~
Harry se miró las manos sin saber qué mas decir. Finalmente le había contado todo a Snape. Los sueños que había tenido, la forma en que había conseguido recordar la fórmula, incluso había terminado confesando el modo como consiguió sacar los ingredientes que necesitaba de su despacho. Snape, para su gran alivio ,casi no lo había interrumpido. Y tampoco parecía querer matarlo, como había temido al principio.
-¿Te das cuenta de que todo eso no fue más que un plan de Voldemort, verdad? -le preguntó Snape al ver que llevaba varios segundos callado, y no parecía querer decir nada más.
-Si -respondió Harry, triste. Le costaba aceptar que sus padres no se hubieran comunicado con él en realidad-. ¿Cómo hizo Voldemort para inventar todo eso? ¡Parecía tan real!
Snape contempló al chico, que tenía los ojos rojos. Y no era para menos.
-No lo inventó. Utilizó tus propios recuerdos. Volviste a vivir momentos felices que no recordabas. No en forma consciente al menos. Y manipuló las imágenes mentales de tus padres para hablarte a través de ellos. Es magia oscura muy avanzada, Potter.
-Tengo tantos deseos de verlos... -comentó Harry con un suspiro. De pronto se dio cuenta de lo que acababa de decir, y enfrente de quién lo acababa de decir. Se sintió incómodo.
-Es normal -comentó Snape simplemente-. Pero no los vas a encontrar matándote.
-¿Cómo sabe? -preguntó Harry. ¿Qué sabía Snape, si él estaba vivo?
-¿Acaso los encontraste, cuando estuviste al borde de la muerte?
Harry recordó la penumbra, y el sentimiento de confusión. Ellos no estaban ahí. ¿Cuánto había durado? Solo unas horas. Y sin embargo, en el momento, parecieron toda una vida.
-No -confesó finalmente, aunque se preguntó si los habría visto finalmente de haber muerto.
-De todos modos ellos no habrían querido que te mataras -agregó Snape-. Nunca te hubieran pedido eso. Dieron su vida tratando se salvar la tuya.
'Usted también', pensó Harry. De pronto se sintió culpable.
-Hay mucha gente que se preocupa por ti, Potter -agregó Snape-. Y tu padrino también.
-Ni me lo recuerde -murmuró Harry, recordando lo sucedido hace algunas horas.
-A Black le importas mucho, Potter. Tiene mucho miedo de que te pase algo. No apruebo su actitud, pero tampoco lo culpo.
-¿Y por qué entonces le prometió a Sirius... eso? -respondió Harry visiblemente incómodo. Snape no le iba a venir con cuentos. Sirius había querido golpearlo, y aunque Snape lo hubiese salvado, igual se había propuesto para reemplazarlo.
-Para que aceptara irse sin hacerte nada, Potter. Estaba demasiado alterado.
Harry no dijo nada, pero internamente comenzaba a estarle agradecido.
-¿Pero ya no lo va a hacer, verdad? -preguntó tímidamente.
-No. Cumpliste tu parte, y yo cumpliré la mía.
-Gracias.
Snape sonrió, por primera vez en la noche.
-Pero no creas que te vas a librar tan fácil, Potter -comentó con algo de burla-. Te dije que si hacías alguna tontería mientras dormía, te arrepentirías. Y me parece que lo que hiciste fue una gran tontería.
-¿Y qué me va a hacer? -preguntó Harry inseguro.
-¿Yo? ¡Nada! -exclamó Snape, divertido por la cara del chico-. Pero mañana vas a limpiar la pajarera. Sin magia.
-Bueno -respondió Harry, visiblemente aliviado. Limpiar la pajarera no era agradable. Pero al lado de la furia de su padrino, era mil veces mejor.
-Y pasado, quitarás todo el polvo de los armarios de mi despacho -agregó Snape.
-Ah -respondió Harry. Serían dos largos días...
-Y de ahí, puedes terminar con la bodega de fotografías... -agregó Snape. Harry lo miró con desagrado.
-¿Para eso... me va a devolver mi varita verdad?
-No, Potter. No te voy a devolver tus cosas todavía.
-¿Cuándo lo va a hacer? -preguntó Harry cruzando los dedos.
-Cuando dejes de estar a cargo mío.
Harry contempló el fuego unos segundos.
-¿Y cuando será eso?
-No lo sé. Pero no puede ser mucho más de 10 días. Las clases comienzan el 1º de septiembre, y estamos a 20.
-No voy a poder terminar con todas esas fotos sin hacer magia -comentó Harry, esperando convencerlo de que le devolviera al menos la varita.
-No espero que lo hagas.
-¿Y mi escoba? Recuerde que debo hacer ejercicio -comentó Harry, al ver que ya no había caso con la varita.
-Harás ejercicio mientras trabajas, Potter -comentó Snape, con una ligera burla-. Y si sientes que te falta ejercicio, siempre puedo pedirles a los elfos que...
-No, no se moleste -lo interrumpió Harry.
Snape lo miró, y se rió internamente.
-¿Hasta cuando no voy a poder dormir? -preguntó Harry después de algunos segundos en que ninguno de los dos dijo nada.
-No estoy completamente seguro, pero normalmente deberías poder dormir la próxima noche.
-¿Y no me puede dar algo para poder dormir también esta? -preguntó Harry, no deseando pasar el resto de la noche a mirar el fuego en la sala, con sólo Snape por compañía.
-No. Alteraría la acción del antídoto. El veneno que te tomaste todavía está activo, ¿sabías?
-No -respondió Harry con un escalofrío.
-Entre ese, el antídoto, y la poción para las quemaduras, ya tienes suficiente carga por un día. Lo que me recuerda que tienes que comer algo -agregó Snape pensativo-. O en las próximas horas te vas a revolcar del dolor de estómago, y por mucha lástima que me des no te voy a poder dar nada.
-¿A esta hora? -preguntó Harry extrañado-. Los elfos deben estar durmiendo hace rato.
-Probablemente -comentó Snape-. Pero veremos qué encontramos.
~ * ~
Sirius se daba vuelta en la cama. No conseguía dormir. Tenía deseos de ir al cuarto de Remus, y despertarlo. Pero su amigo estaba cansado. No podía hacer eso.
Con un gesto de su varita las luces de su cuarto se prendieron. ¿Cómo había podido tratar a Harry de ese modo? Deseó poder volver atrás, y cambiar las cosas.
-Mi niño... -murmuró triste.
Apuntó mecánicamente la varita a su mano y realizó el hechizo, como tantas otras veces. Miró las líneas que se formaban, y quedó atónito. ¿Qué demonios hacía Harry caminando por los pasillos de Hogwarts en medio de la noche? Miró la hora. ¡Si eran pasadas las cuatro de la mañana! ¿Acaso... ? Su corazón dio un salto.
Por desgracia su mapa sólo mostraba a Harry, por lo que no podía saber dónde estaba Snape. Pero a lo mejor el brujo se encontraba durmiendo, a pata suelta, mientras su ahijado deambulaba por los corredores del solitario castillo, vaya Dios a saber con qué intenciones.
Sirius no la pensó dos veces, y corrió a la habitación de Remus.
~ * ~
Dumbledore bostezó, luego de aparecerse a algunos metros de la reja de Hogwarts. Era tarde, y lo que más deseaba era una taza de chocolate, y su cama. Pero no había tiempo. Lo primero era ver qué era lo que tenía tan preocupado a Severus, que le había enviado dos lechuzas con sólo 24 horas de separación. Caminó rápidamente, se sentía muy cansado como para correr. La reunión con los gigantes había sido eterna, y agotadora.
Recorrió así el camino a las mazmorras, entre la inquietud y el agotamiento. El enano lo saludó apenas lo vio, permitiéndole el paso.
-El amo salió, pero puede esperarlo -comentó cortésmente.
-¿Salió? ¿Adonde? -preguntó el brujo preocupado. El enano miró hacia ambos lados, como para verificar que nadie más podía oírlo.
-Creo que fue a la cocina -murmuró el enano divertido.
-Ah -respondió Dumbledore extrañado. No era muy de Severus eso de los antojos nocturnos, por más que había tratado de convencerlo. De pronto recordó el motivo de su visita-. ¿Y cómo está Harry?
-No sé -respondió el enano-. Pero recién, cuando salieron rumbo a la cocina, parecía bien.
-¿Severus y Harry fueron juntos a la cocina, de noche? -preguntó Dumbledore, extrañado a más no poder. ¿Qué diablos estaba pasando? Y según el enano ambos parecían perfectamente bien. ¿Qué significaban entonces las lechuzas que el brujo le había enviado? Decidió mejor subir a la cocina a averiguarlo por si mismo.
-Si, le respondió el enano (al que le gustaba mucho hablar con Dumbledore). ¡Ha habido mucho jaleo! Vinieron el profesor Lupin y otro brujo. Y el chico Malfoy está de vuelta.
-¿Draco Malfoy está aquí? -preguntó Dumbledore todavía más extrañado, y preocupado. ¿Por qué Laure no le había avisado?
-Si, llegó hoy -se apresuró en informar el enano.
-¿Y sabes por qué vinieron el profesor Lupin y el otro brujo?
-Creo que por todo el atado del chico Potter, cuando parecía muerto -respondió el enano, mientras Dumbledore se ponía pálido, buscando apoyo en el muro-. Amanda también estuvo aquí, ayudándole a mi amo. Llegó sola, por la tarde, reclamando que quería ver a su amigo Harry Potter, porque algo le pasaba. Al principio no le creí...
-¿Amandita? ¿La sobrinita Minerva? -preguntó Dumbledore-. ¿Llegó sola?
-Por lo que entendí, si -respondió el enano.
-¿Y Minerva?
-No sé. Ella no ha venido por aquí hoy.
-¿Y dices que Potter parecía muerto?
-Si, señor Director. Aunque saltaba con cara de loco cada vez que la niña Amanda lo quemaba con la varita.
El director en cuestión se agarró la cabeza, tratando de imaginar qué es lo que había ocurrido en el castillo.
-Mejor voy a ir a la cocina -comentó encaminándose hacia dicho lugar.
~ * ~
-¿Y no viste hacia dónde se dirigía? -preguntó el hombre lobo mientras se vestía con algunos movimientos de su varita para ir más rápido.
-No -respondió Sirius con la cabeza en otra parte.
-¿Y qué estás esperando? -preguntó Remus-. ¡Vuelve a mirar!
Sirius volvió a la realidad, efectuó nuevamente el hechizo. Miró por unos segundos, sin reconocer el lugar.
-Esa es la cocina, Sirius -comentó Remus, que se había parado a su lado para poder mirar.
-¿Y qué hace Harry en la cocina a esta hora?
-¿Tal vez tiene hambre, y fue a buscar algo para comer? -propuso Remus. De pronto Sirius abrió grandes los ojos.
-¿Y si estuviera buscando un cuchillo para...? ¡O NO, LUNÁTICO! ¡VÁMONOS YA!
~ * ~
Harry se comió sin reclamar el gran pedazo de tarta de calabaza que tenía enfrente, aunque no tenía nada de hambre. Todavía le quedaba el vaso de leche y una manzana. ¿Cómo esperaba Snape que quisiera comer manzana, a esa hora de la noche? Miró de reojo al brujo, que se encontraba mirando unos grabados con recetas e ingredientes exóticos que había en las paredes. Disimuladamente escondió la manzana junto a un montón de cacharros que habían en la mesa de al lado.
-Ya te vi, Potter -murmuró el brujo sin darse vuelta. Harry suspiró. Se tomó rápidamente la leche que le quedaba.
-No quiero la manzana. Pero ya acabé con el resto.
-¿No te gustan las manzanas, Potter?
-Si, pero no a altas horas de la madrugada.
-Está bien, puedes dejar la manzana si quieres.
En ese momento entró Albus Dumbledore en la cocina, y se quedaron mirando por unos segundos. Ellos, extrañados de ver aparecer a alguien (¡y a Dumbledore precisamente!), y el anciano, extrañado de ver a Snape junto a un Harry que parecía perfectamente bien. Se acercó.
-Buenas noches a ambos. Vine en cuanto me fue posible ¿Qué ocurre Severus?
Harry bajó la vista. ¿Se tendría que enterar todo el mundo de lo que le había ocurrido?
-Siéntese, por favor -le indicó Snape. Ambos brujos se sentaron en la misma mesa que Harry.
-¿Y? -preguntó el anciano.
-Voldemort trató de perjudicar al señor Potter nuevamente, Director, empujándolo a... terminar con su vida.
Harry miró incómodo el suelo, entre sus rodillas. Ya estaba bien, y fuera de peligro. ¿Tenía que decírselo a Dumbledore? El susodicho suspiró, cansado.
-¿Pero cómo... ?
-A través de sus sueños. Lo convenció de que si se suicidaba, con una poción que le dio, vería a sus padres y estaría con ellos para siempre.
-¿Y Harry le hizo caso? -preguntó alarmado el anciano, paseando su mirada entre ambos.
-Si. Pero la sobrina de la profesora McGonagall tuvo el presentimiento de que algo malo ocurría, y llegó a tiempo para que encontráramos al señor Potter, y pudiéramos salvarlo. Ahora ya está fuera de peligro de muerte. Y estoy tratando de convencerlo de que coma, para que se libre del dolor de estómago que le van a producir las pociones que se ha tomado hoy.
-¿Comiste Harry?
-Si profesor -respondió Harry.
-¿Y dices, Severus, que ya está todo bien? -preguntó Dumbledore volviendo la atención a Snape.
-Si te refieres al peligro de muerte Albus, si -contestó Snape volviendo al modo menos formal de hablar que tenía normalmente con Dumbledore.
-Entonces propongo que celebremos eso con un gran tazón de chocolate caliente. Estoy agotado y me muero por uno -propuso.
~ * ~
Cuando Sirius y Remus llegaron al castillo, se dirigieron directamente a la cocina. Cuando Sirius entró, corriendo y agitado, los tres presentes se quedaron mirándolo, sorprendidos. Harry, pasados los primeros segundos de estupor, se paró y miró alrededor pensando cual sería la mejor vía de escape. No se suponía que su padrino volvería tan pronto. Y por la cara que traía, no venía en una visita de cortesía. Snape también malinterpretó su cara, ya que también se puso de pie y sacó su varita.
Al ver eso, Sirius se detuvo en seco. Remus llegó detrás de él, y se quedó contemplando la escena, mientras recobraba el aliento.
-¿E... E... E... Estás bien, Harry? -preguntó Sirius tímidamente.
Harry y Snape se miraron. ¿De qué diablos hablaba?
-Vi que te dirigías a la cocina, y tuve miedo... temí que tú... -continuó explicando Sirius, sintiéndose incómodo. Harry de pronto recordó el anillo, y comprendió.
-¿Creíste que lo intentaría de nuevo? -preguntó en un murmuro, mirando para otra parte. Sirius asintió con la cabeza. Caminó hacia su ahijado, pero se detuvo en seco al ver que Harry retrocedía.
-Harry, no te voy a hacer nada -explicó Sirius, visiblemente incómodo.
-Creo que ustedes dos necesitan conversar -intervino Dumbledore poniéndose de pie-. Remus, sírvete una taza de chocolate y acompáñame a mi despacho, que hay novedades que necesito contarte. Severus, quiero que escuches lo que tengo que decir tú también.
Los dos brujos comprendieron la indirecta y salieron detrás de Dumbledore. Harry los miró irse, asustado. No tenía ganas de quedarse a solas con su padrino. Cuando se cerró la puerta, Harry y Sirius se quedaron mirando.
-Harry, siento tanto lo que ocurrió hace unas horas. Estaba como loco, perdóname -comenzó a explicar Sirius.
-¿Ya no estás enojado? -preguntó Harry.
-No, mi niño. Pero tengo mucho miedo de lo que te pueda pasar.
-No voy a matarme de nuevo -murmuró Harry mirándose los pies.
Sirius comenzó a acercarse. Harry sintió el impulso de alejarse, pero se obligó a quedarse donde mismo. Suspiró aliviado cuando su padrino simplemente se sentó en la mesa, al lado de él. Se sentó también. Se quedaron unos instantes en silencio, ninguno de los dos sabiendo muy bien qué decir.
-¿Qué fue lo que ocurrió? -preguntó Sirius finalmente.
Harry suspiró, se esperaba algo así. Respiró profundo, y comenzó a contar todo desde el principio, por segunda vez esa noche.
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¡Gracias también a todos los que me dejaron comentarios! No puedo contestar los reviews, por ahora, ya que no tengo internet en mi casa. Y no sé cuando vuelva a tenerlo :-( De hecho, voy saliendo para un cybercafé, o algo así, para poder subir esto.
Modifiqué el capítulo anterior, para hacer la reacción de Sirius menos "femenina" (y más cariñosa también). Espero que les guste, o al menos no les moleste.
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Capítulo 32 Explicaciones y Arrepentimientos
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Harry se quedó contemplando por unos segundos la escalera vacía, sin tomar una decisión. No quería hablar con Snape. Ni con Draco, ni con nadie. Si hubiese existido la alternativa "dejar de existir" hubiese escogido esa. O, al menos, le hubiese encantado desaparecer. ¡Ahora ni siquiera tenía la capa de invisibilidad de su padre! Había sido un estúpido, debió haberla usado para esconderse antes de que Snape hubiese bajado y se la hubiese llevado. Pero ahora ya no podía. No tenía la capa, ni tenía varita, ni su escoba. Estaba con Snape, que no debía estar esperándolo con una fiesta, allá arriba en la sala. Aunque se había portado amable al bajar. Y lo había defendido de Sirius.
Harry pensó con miedo que ya no contaba con su padrino. Nunca lo había visto así. Nunca habría imaginado que Sirius le pegaría. No había sido ni mucho, ni le había dolido tanto (en realidad ya no le dolía), pero si no hubiese sido por Remus y Snape... Harry tragó saliva. Debía pensarlo dos veces antes de irse a vivir con él. Mal que mal, los Dursley no lo habían golpeado nunca. Aunque tampoco lo querían. En realidad, le hubiese gustado cerrar los ojos, y encontrarse al La Madriguera, en los brazos de la señora Weasley.
Pensar en la señora Weasley le hizo a Harry recordar a su madre, y sus sueños. Sintió como una puntada en el corazón. ¿Habían sido sus sueños una mentira? Snape había dicho que Voldemort lo había planeado todo. ¿Sabía Snape todo lo que le había pasado? Aparentemente no, ya que quería que se lo contara. Suspiró. Mejor subía, ya había sacado demasiado a Snape de quicio por un día. Y necesitaba que le devolviera sus cosas.
~ * ~
Remus caminaba en silencio, con un cabizbajo perro negro a su lado. Remus sacó su varita, y tocó un poste de madera que había al borde del camino. Al instante apareció un portal, y ambos lo atravesaron. Luego de unos segundos, se volvió a transformar en un vulgar poste de madera.
-¿Y? ¿Quieres conversar? -le preguntó Remus mientras llenaba una tetera con agua.
-Me siento mal -respondió Sirius, luego de transformarse en hombre nuevamente y de echarse en una silla junto a la mesa de la cocina-. No entiendo por qué lo hizo. No logro entenderlo. Simplemente no me cabe en la cabeza.
Remus suspiró, y luego de tocar la tetera con su varita y de que soltara el hervor comenzó a preparar té.
-Algo le tiene que estar pasando, Sirius. Pero no puedes ir y comenzar a golpearlo, sin saber lo que de verdad le pasó.
-¿Y cómo ese inútil de Snape permitió que lo hiciera?
-No debe haber podido impedirlo.
-¡Pero era su responsabilidad cuidarlo! -reclamó Sirius golpeando la mesa con un puño.
-Y estoy seguro que lo cuida. Pero no podía adivinar que Harry trataría de matarse. Nadie se lo imaginaba. Además, por lo que entendí, fue todo planeado por Voldemort.
-No comprendí qué fue lo que Voldemort hizo.
-Snape tampoco lo comprende bien -comenzó a explicar Remus mientras dejaba las tazas en la mesa-. Solo sabe que Harry, de algún modo, consiguió la fórmula de una poción que lo mataría. Y que Voldemort esperaba que la preparara y se la tomara. Como actuó, eso es un misterio, aunque tiene algo que ver con el exceso de sueño que Harry estaba experimentando. Espera a que hable con Harry. Ya nos lo contará.
Sirius se miró las manos, incómodo.
-¿Crees que se me pasó la mano?
-Si, lo creo -le respondió Remus, serio.
-¿Tu crees que Snape...?
-Espero de todo corazón que no te haga caso -murmuró Remus. Tomó té. De hecho, aunque no lo dijo, supuso que así sería. Snape podía ser muy desagradable, pero no violento ni impulsivo como Sirius.
-Quiero volver a verlo mañana -murmuró Sirius-. No quiero que mi niño se quede con esa impresión de mi.
-Vas a tener que esforzarte en controlar tu carácter entonces. Va a ser difícil que lo olvide.
-¡Si no fue para tanto! -exclamó Sirius enojado.
-¡Porque Snape intervino a tiempo!
-¡No iba a matarlo Remus!
Remus lo quedó mirando. Su amigo JAMÁS mataría al hijo de James y Lily. No necesitaba decirlo. Pero cuando vio llorar a Harry de ese modo...
-De verdad que no -murmuró desalentado Sirius-. Es sólo que pensé... pensé...
-¿Qué si le pegabas no volvería a intentarlo? -preguntó Remus-. Creo que sólo hubieras logrado que se esmerara más al próximo intento. Temiendo que, si quedaba vivo, tendría que vérselas contigo.
-¿Tú crees? -preguntó Sirius inseguro, al borde de las lágrimas.
-Si.
-¿Qué hago lunático? -comenzó a llorar Sirius-. Me gustaría tanto estar con él. Y tengo tanto miedo a que le ocurra algo. ¡No podría soportarlo si algo le pasara!
-Habla con él. Pregúntale, sin alterarte, lo que le pasa.
-Si se lo pregunté. ¡Tu me viste!
-¿Pero de qué forma, Sirius? ¡Harry estaba bloqueado! ¿Cómo querías que te respondiera, si lo único que veía era a su padrino enojado?
-¿La embarré?
Remus suspiró.
-Si, creo que la embarraste, amigo.
-Mañana lo iré a ver.
-Eso.
-¿Y qué le digo?
-Que lo quieres. Que no estás enojado con él. Que estas preocupado.
-Eso, y que puede confiar en mi.
-Bueno... Eso, a lo mejor, se lo vas a tener que volver a demostrar. Pero, sobre todo, mantén la calma. No te alteres.
-Bueno.
-¿Quieres que te acompañe? -preguntó Remus.
-Me gustaría. ¿Podrás?
-Tendremos que dejar la misión por unas horas. Pero creo que Dumbledore lo entenderá.
-¿Adonde estará? -preguntó Sirius pensativo recordando al anciano.
-Por lo que Snape dijo, o está muy lejos, o está protegido contra las lechuzas...
-Es extraño.
-Si, lo es -respondió Remus mirando al vacío, con la taza humeando en la mano.
~ * ~
Snape miraba el fuego, sentado en el sillón de la sala. Esperaba no tener que bajar a buscar a Potter. No estaba todavía muy seguro de lo que tenía que hacer. Nadie nunca lo había preparado para eso. Tenia que convencerlo para que le dijera todo. Y para que comiera. Y para que no volviera a intentar algo como ese día. Y para que, al menor indicio de algo raro, hablara en vez de tomar decisiones por su cuenta. En resumen: convencerlo de que dejara de comportarse como un cabeza de chorlito. Difícil, siendo hijo de ese cabeza de chorlito de James Potter.
Por otra parte, tenía que tomar alguna medida. Se lo había advertido a Potter, a la hora del almuerzo. Ahora no podía echarse para atrás. Y por otra parte, estaba Sirius, y la promesa que le había hecho para que por fin aceptara irse. Ahora se arrepentía de no haber encontrado otro modo de convencerlo.
Si castigaba a Potter, menos querría hablar con él. Si no lo hacía, Potter ya no le creería ninguna amenaza, y haría lo que se le diera la gana. Y si no cumplía con lo de Black... el hombre se iba a enojar y la agarraría de nuevo con su ahijado. ¿Qué demonios podía hacer? ¿Y en que estaba Potter que no subía?
Snape miró las cosas de Potter que había traído con él, al subir. ¿Debía devolvérselas? Sería una forma de acercamiento al chico, no había duda. Pero, por otra parte, eran herramientas peligrosas en manos de un suicida. No, pensándolo bien, mejor las dejaba bien guardadas hasta que ya no estuviera a cargo suyo. Se decidió, y las fue a guardar a su sala de trabajo, en un lugar muy secreto que sólo él conocía. Y la varita... tampoco estaría segura con Draco. Harry podría burlarlo y recuperarla. Y sabe Dios qué podría intentar. La guardó con lo demás y volvió a la sala. Potter todavía no subía. Se sentó. Esperaría cinco minutos más, y si el chico no subía, bajaría a buscarlo. Ya que ninguno de los dos iba a dormir, sería un buen momento para hablar.
~ * ~
Harry levantó la alfombra y asomó la cabeza. Snape se encontraba sentado, mirando el fuego. Parecía tranquilo, por lo que terminó de entrar.
-Veo que te decidiste, Potter -le dijo Snape, tratando de parecer amable-. Es una suerte, ya que en un par de minutos te iba a bajar a buscar.
-¿Qué quiere? -preguntó Harry.
-Siéntate -le dijo Snape indicando el otro extremo del sillón.
Harry se sentó en silencio.
-Cuéntame todo desde el principio -le dijo Snape.
-¿Para qué me pregunta si ya lo sabe? -respondió Harry de mal modo.
-Mira, Potter -le dijo Snape dejando de mirar el fuego y mirándolo a la cara-. Te propongo un trato: cuéntame todo esta noche, y olvido lo que le prometí a tu padrino.
Harry lo quedó mirando. ¿Qué le podría haber prometido Snape a Sirius, si ambos se odiaban a muerte?
-¿Qué le prometio? -preguntó Harry.
-Algo así como hechizar tu escoba para que persiga tu trasero por algunos instantes -respondió Snape. Harry lo quedó mirando con los ojos como platos.
-¡NO PUEDE HACER ESO! -le gritó Harry-. NO TIENE DERECHO.
Harry ya no sabía si correr por su vida. ¿Sería Snape capaz? No quería averiguarlo. ¿Por qué todos lo odiaban? A Snape debía hacerle mucha gracia todo eso. Siempre había querido desquitarse.
-Contrariamente a lo que puedas estar pensando, Potter, no quiero hacerlo. Y si te sientas y me cuentas todo, ese asunto muere aquí -le dijo con voz tranquila. Harry lo quedó mirando, inseguro.
-Te lo prometo -agregó Snape indicando el otro extremo del sillón. Esperaba que Potter se sentara y hablara. Deseaba, francamente, que el asunto terminara ahí. Y al diablo con lo que Black pensara. Respiró aliviado cuando vio que el chico se sentaba.
-¿Qué quiere saber? -preguntó Harry.
~ * ~
Dumbledore cerró los ojos cansado.
-Bueno, profesor Dumbledore -exclamó Hagrid-. ¿Va a querer pasar esta noche aquí?
-No, Hagrid. Creo que será mejor que regrese. Severus me ha enviado ya dos lechuzas. Si no fuera por lo vital de esta reunión, ya habría partido.
-Pero no ha servido de mucho -respondió Hagrid con voz triste.
-No te culpes Hagrid. Lo que tenga que ser, será. De todos modos prefiero que te quedes aquí. Me gustaría que si toman cualquier decisión, me lo hagas saber.
-No sé si voy a ser bienvenido ahora que ya han tomado partido... -respondió Hagrid inseguro.
-No han tomado partido todavía. Solo han expresado su desinterés por lo que ocurra fuera de los límites de su comunidad.
-¿Y no es lo mismo? -exclamó Hagrid.
-No Hagrid. No lo es. Y por eso quiero que te quedes.
-Como usted diga, profesor Dumbledore -respondió Hagrid, no muy convencido.
~ * ~
Harry se miró las manos sin saber qué mas decir. Finalmente le había contado todo a Snape. Los sueños que había tenido, la forma en que había conseguido recordar la fórmula, incluso había terminado confesando el modo como consiguió sacar los ingredientes que necesitaba de su despacho. Snape, para su gran alivio ,casi no lo había interrumpido. Y tampoco parecía querer matarlo, como había temido al principio.
-¿Te das cuenta de que todo eso no fue más que un plan de Voldemort, verdad? -le preguntó Snape al ver que llevaba varios segundos callado, y no parecía querer decir nada más.
-Si -respondió Harry, triste. Le costaba aceptar que sus padres no se hubieran comunicado con él en realidad-. ¿Cómo hizo Voldemort para inventar todo eso? ¡Parecía tan real!
Snape contempló al chico, que tenía los ojos rojos. Y no era para menos.
-No lo inventó. Utilizó tus propios recuerdos. Volviste a vivir momentos felices que no recordabas. No en forma consciente al menos. Y manipuló las imágenes mentales de tus padres para hablarte a través de ellos. Es magia oscura muy avanzada, Potter.
-Tengo tantos deseos de verlos... -comentó Harry con un suspiro. De pronto se dio cuenta de lo que acababa de decir, y enfrente de quién lo acababa de decir. Se sintió incómodo.
-Es normal -comentó Snape simplemente-. Pero no los vas a encontrar matándote.
-¿Cómo sabe? -preguntó Harry. ¿Qué sabía Snape, si él estaba vivo?
-¿Acaso los encontraste, cuando estuviste al borde de la muerte?
Harry recordó la penumbra, y el sentimiento de confusión. Ellos no estaban ahí. ¿Cuánto había durado? Solo unas horas. Y sin embargo, en el momento, parecieron toda una vida.
-No -confesó finalmente, aunque se preguntó si los habría visto finalmente de haber muerto.
-De todos modos ellos no habrían querido que te mataras -agregó Snape-. Nunca te hubieran pedido eso. Dieron su vida tratando se salvar la tuya.
'Usted también', pensó Harry. De pronto se sintió culpable.
-Hay mucha gente que se preocupa por ti, Potter -agregó Snape-. Y tu padrino también.
-Ni me lo recuerde -murmuró Harry, recordando lo sucedido hace algunas horas.
-A Black le importas mucho, Potter. Tiene mucho miedo de que te pase algo. No apruebo su actitud, pero tampoco lo culpo.
-¿Y por qué entonces le prometió a Sirius... eso? -respondió Harry visiblemente incómodo. Snape no le iba a venir con cuentos. Sirius había querido golpearlo, y aunque Snape lo hubiese salvado, igual se había propuesto para reemplazarlo.
-Para que aceptara irse sin hacerte nada, Potter. Estaba demasiado alterado.
Harry no dijo nada, pero internamente comenzaba a estarle agradecido.
-¿Pero ya no lo va a hacer, verdad? -preguntó tímidamente.
-No. Cumpliste tu parte, y yo cumpliré la mía.
-Gracias.
Snape sonrió, por primera vez en la noche.
-Pero no creas que te vas a librar tan fácil, Potter -comentó con algo de burla-. Te dije que si hacías alguna tontería mientras dormía, te arrepentirías. Y me parece que lo que hiciste fue una gran tontería.
-¿Y qué me va a hacer? -preguntó Harry inseguro.
-¿Yo? ¡Nada! -exclamó Snape, divertido por la cara del chico-. Pero mañana vas a limpiar la pajarera. Sin magia.
-Bueno -respondió Harry, visiblemente aliviado. Limpiar la pajarera no era agradable. Pero al lado de la furia de su padrino, era mil veces mejor.
-Y pasado, quitarás todo el polvo de los armarios de mi despacho -agregó Snape.
-Ah -respondió Harry. Serían dos largos días...
-Y de ahí, puedes terminar con la bodega de fotografías... -agregó Snape. Harry lo miró con desagrado.
-¿Para eso... me va a devolver mi varita verdad?
-No, Potter. No te voy a devolver tus cosas todavía.
-¿Cuándo lo va a hacer? -preguntó Harry cruzando los dedos.
-Cuando dejes de estar a cargo mío.
Harry contempló el fuego unos segundos.
-¿Y cuando será eso?
-No lo sé. Pero no puede ser mucho más de 10 días. Las clases comienzan el 1º de septiembre, y estamos a 20.
-No voy a poder terminar con todas esas fotos sin hacer magia -comentó Harry, esperando convencerlo de que le devolviera al menos la varita.
-No espero que lo hagas.
-¿Y mi escoba? Recuerde que debo hacer ejercicio -comentó Harry, al ver que ya no había caso con la varita.
-Harás ejercicio mientras trabajas, Potter -comentó Snape, con una ligera burla-. Y si sientes que te falta ejercicio, siempre puedo pedirles a los elfos que...
-No, no se moleste -lo interrumpió Harry.
Snape lo miró, y se rió internamente.
-¿Hasta cuando no voy a poder dormir? -preguntó Harry después de algunos segundos en que ninguno de los dos dijo nada.
-No estoy completamente seguro, pero normalmente deberías poder dormir la próxima noche.
-¿Y no me puede dar algo para poder dormir también esta? -preguntó Harry, no deseando pasar el resto de la noche a mirar el fuego en la sala, con sólo Snape por compañía.
-No. Alteraría la acción del antídoto. El veneno que te tomaste todavía está activo, ¿sabías?
-No -respondió Harry con un escalofrío.
-Entre ese, el antídoto, y la poción para las quemaduras, ya tienes suficiente carga por un día. Lo que me recuerda que tienes que comer algo -agregó Snape pensativo-. O en las próximas horas te vas a revolcar del dolor de estómago, y por mucha lástima que me des no te voy a poder dar nada.
-¿A esta hora? -preguntó Harry extrañado-. Los elfos deben estar durmiendo hace rato.
-Probablemente -comentó Snape-. Pero veremos qué encontramos.
~ * ~
Sirius se daba vuelta en la cama. No conseguía dormir. Tenía deseos de ir al cuarto de Remus, y despertarlo. Pero su amigo estaba cansado. No podía hacer eso.
Con un gesto de su varita las luces de su cuarto se prendieron. ¿Cómo había podido tratar a Harry de ese modo? Deseó poder volver atrás, y cambiar las cosas.
-Mi niño... -murmuró triste.
Apuntó mecánicamente la varita a su mano y realizó el hechizo, como tantas otras veces. Miró las líneas que se formaban, y quedó atónito. ¿Qué demonios hacía Harry caminando por los pasillos de Hogwarts en medio de la noche? Miró la hora. ¡Si eran pasadas las cuatro de la mañana! ¿Acaso... ? Su corazón dio un salto.
Por desgracia su mapa sólo mostraba a Harry, por lo que no podía saber dónde estaba Snape. Pero a lo mejor el brujo se encontraba durmiendo, a pata suelta, mientras su ahijado deambulaba por los corredores del solitario castillo, vaya Dios a saber con qué intenciones.
Sirius no la pensó dos veces, y corrió a la habitación de Remus.
~ * ~
Dumbledore bostezó, luego de aparecerse a algunos metros de la reja de Hogwarts. Era tarde, y lo que más deseaba era una taza de chocolate, y su cama. Pero no había tiempo. Lo primero era ver qué era lo que tenía tan preocupado a Severus, que le había enviado dos lechuzas con sólo 24 horas de separación. Caminó rápidamente, se sentía muy cansado como para correr. La reunión con los gigantes había sido eterna, y agotadora.
Recorrió así el camino a las mazmorras, entre la inquietud y el agotamiento. El enano lo saludó apenas lo vio, permitiéndole el paso.
-El amo salió, pero puede esperarlo -comentó cortésmente.
-¿Salió? ¿Adonde? -preguntó el brujo preocupado. El enano miró hacia ambos lados, como para verificar que nadie más podía oírlo.
-Creo que fue a la cocina -murmuró el enano divertido.
-Ah -respondió Dumbledore extrañado. No era muy de Severus eso de los antojos nocturnos, por más que había tratado de convencerlo. De pronto recordó el motivo de su visita-. ¿Y cómo está Harry?
-No sé -respondió el enano-. Pero recién, cuando salieron rumbo a la cocina, parecía bien.
-¿Severus y Harry fueron juntos a la cocina, de noche? -preguntó Dumbledore, extrañado a más no poder. ¿Qué diablos estaba pasando? Y según el enano ambos parecían perfectamente bien. ¿Qué significaban entonces las lechuzas que el brujo le había enviado? Decidió mejor subir a la cocina a averiguarlo por si mismo.
-Si, le respondió el enano (al que le gustaba mucho hablar con Dumbledore). ¡Ha habido mucho jaleo! Vinieron el profesor Lupin y otro brujo. Y el chico Malfoy está de vuelta.
-¿Draco Malfoy está aquí? -preguntó Dumbledore todavía más extrañado, y preocupado. ¿Por qué Laure no le había avisado?
-Si, llegó hoy -se apresuró en informar el enano.
-¿Y sabes por qué vinieron el profesor Lupin y el otro brujo?
-Creo que por todo el atado del chico Potter, cuando parecía muerto -respondió el enano, mientras Dumbledore se ponía pálido, buscando apoyo en el muro-. Amanda también estuvo aquí, ayudándole a mi amo. Llegó sola, por la tarde, reclamando que quería ver a su amigo Harry Potter, porque algo le pasaba. Al principio no le creí...
-¿Amandita? ¿La sobrinita Minerva? -preguntó Dumbledore-. ¿Llegó sola?
-Por lo que entendí, si -respondió el enano.
-¿Y Minerva?
-No sé. Ella no ha venido por aquí hoy.
-¿Y dices que Potter parecía muerto?
-Si, señor Director. Aunque saltaba con cara de loco cada vez que la niña Amanda lo quemaba con la varita.
El director en cuestión se agarró la cabeza, tratando de imaginar qué es lo que había ocurrido en el castillo.
-Mejor voy a ir a la cocina -comentó encaminándose hacia dicho lugar.
~ * ~
-¿Y no viste hacia dónde se dirigía? -preguntó el hombre lobo mientras se vestía con algunos movimientos de su varita para ir más rápido.
-No -respondió Sirius con la cabeza en otra parte.
-¿Y qué estás esperando? -preguntó Remus-. ¡Vuelve a mirar!
Sirius volvió a la realidad, efectuó nuevamente el hechizo. Miró por unos segundos, sin reconocer el lugar.
-Esa es la cocina, Sirius -comentó Remus, que se había parado a su lado para poder mirar.
-¿Y qué hace Harry en la cocina a esta hora?
-¿Tal vez tiene hambre, y fue a buscar algo para comer? -propuso Remus. De pronto Sirius abrió grandes los ojos.
-¿Y si estuviera buscando un cuchillo para...? ¡O NO, LUNÁTICO! ¡VÁMONOS YA!
~ * ~
Harry se comió sin reclamar el gran pedazo de tarta de calabaza que tenía enfrente, aunque no tenía nada de hambre. Todavía le quedaba el vaso de leche y una manzana. ¿Cómo esperaba Snape que quisiera comer manzana, a esa hora de la noche? Miró de reojo al brujo, que se encontraba mirando unos grabados con recetas e ingredientes exóticos que había en las paredes. Disimuladamente escondió la manzana junto a un montón de cacharros que habían en la mesa de al lado.
-Ya te vi, Potter -murmuró el brujo sin darse vuelta. Harry suspiró. Se tomó rápidamente la leche que le quedaba.
-No quiero la manzana. Pero ya acabé con el resto.
-¿No te gustan las manzanas, Potter?
-Si, pero no a altas horas de la madrugada.
-Está bien, puedes dejar la manzana si quieres.
En ese momento entró Albus Dumbledore en la cocina, y se quedaron mirando por unos segundos. Ellos, extrañados de ver aparecer a alguien (¡y a Dumbledore precisamente!), y el anciano, extrañado de ver a Snape junto a un Harry que parecía perfectamente bien. Se acercó.
-Buenas noches a ambos. Vine en cuanto me fue posible ¿Qué ocurre Severus?
Harry bajó la vista. ¿Se tendría que enterar todo el mundo de lo que le había ocurrido?
-Siéntese, por favor -le indicó Snape. Ambos brujos se sentaron en la misma mesa que Harry.
-¿Y? -preguntó el anciano.
-Voldemort trató de perjudicar al señor Potter nuevamente, Director, empujándolo a... terminar con su vida.
Harry miró incómodo el suelo, entre sus rodillas. Ya estaba bien, y fuera de peligro. ¿Tenía que decírselo a Dumbledore? El susodicho suspiró, cansado.
-¿Pero cómo... ?
-A través de sus sueños. Lo convenció de que si se suicidaba, con una poción que le dio, vería a sus padres y estaría con ellos para siempre.
-¿Y Harry le hizo caso? -preguntó alarmado el anciano, paseando su mirada entre ambos.
-Si. Pero la sobrina de la profesora McGonagall tuvo el presentimiento de que algo malo ocurría, y llegó a tiempo para que encontráramos al señor Potter, y pudiéramos salvarlo. Ahora ya está fuera de peligro de muerte. Y estoy tratando de convencerlo de que coma, para que se libre del dolor de estómago que le van a producir las pociones que se ha tomado hoy.
-¿Comiste Harry?
-Si profesor -respondió Harry.
-¿Y dices, Severus, que ya está todo bien? -preguntó Dumbledore volviendo la atención a Snape.
-Si te refieres al peligro de muerte Albus, si -contestó Snape volviendo al modo menos formal de hablar que tenía normalmente con Dumbledore.
-Entonces propongo que celebremos eso con un gran tazón de chocolate caliente. Estoy agotado y me muero por uno -propuso.
~ * ~
Cuando Sirius y Remus llegaron al castillo, se dirigieron directamente a la cocina. Cuando Sirius entró, corriendo y agitado, los tres presentes se quedaron mirándolo, sorprendidos. Harry, pasados los primeros segundos de estupor, se paró y miró alrededor pensando cual sería la mejor vía de escape. No se suponía que su padrino volvería tan pronto. Y por la cara que traía, no venía en una visita de cortesía. Snape también malinterpretó su cara, ya que también se puso de pie y sacó su varita.
Al ver eso, Sirius se detuvo en seco. Remus llegó detrás de él, y se quedó contemplando la escena, mientras recobraba el aliento.
-¿E... E... E... Estás bien, Harry? -preguntó Sirius tímidamente.
Harry y Snape se miraron. ¿De qué diablos hablaba?
-Vi que te dirigías a la cocina, y tuve miedo... temí que tú... -continuó explicando Sirius, sintiéndose incómodo. Harry de pronto recordó el anillo, y comprendió.
-¿Creíste que lo intentaría de nuevo? -preguntó en un murmuro, mirando para otra parte. Sirius asintió con la cabeza. Caminó hacia su ahijado, pero se detuvo en seco al ver que Harry retrocedía.
-Harry, no te voy a hacer nada -explicó Sirius, visiblemente incómodo.
-Creo que ustedes dos necesitan conversar -intervino Dumbledore poniéndose de pie-. Remus, sírvete una taza de chocolate y acompáñame a mi despacho, que hay novedades que necesito contarte. Severus, quiero que escuches lo que tengo que decir tú también.
Los dos brujos comprendieron la indirecta y salieron detrás de Dumbledore. Harry los miró irse, asustado. No tenía ganas de quedarse a solas con su padrino. Cuando se cerró la puerta, Harry y Sirius se quedaron mirando.
-Harry, siento tanto lo que ocurrió hace unas horas. Estaba como loco, perdóname -comenzó a explicar Sirius.
-¿Ya no estás enojado? -preguntó Harry.
-No, mi niño. Pero tengo mucho miedo de lo que te pueda pasar.
-No voy a matarme de nuevo -murmuró Harry mirándose los pies.
Sirius comenzó a acercarse. Harry sintió el impulso de alejarse, pero se obligó a quedarse donde mismo. Suspiró aliviado cuando su padrino simplemente se sentó en la mesa, al lado de él. Se sentó también. Se quedaron unos instantes en silencio, ninguno de los dos sabiendo muy bien qué decir.
-¿Qué fue lo que ocurrió? -preguntó Sirius finalmente.
Harry suspiró, se esperaba algo así. Respiró profundo, y comenzó a contar todo desde el principio, por segunda vez esa noche.
~ * ~
