Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece; me adjudico la trama de la historia.

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Aún te amo

Mentiras y Recuerdos.

- Cuando mi Yama vea esto, por fin me creerá lo que le dije - se dijo a así misma el informante de Yamato y se largó de ahí lo más rápido que pudo.

Sora y T. K. aún seguían mirándose. Ninguno de los dos quería moverse, era como si el tiempo se hubiera detenido para ellos. Pero de pronto algo los interrumpió.

- Primer llamado para los pasajeros del vuelo 13754, con destino a Moscú por favor abordar el avión por el ala oeste, puerta 6- se escuchó decir a una jefa de vuelo.

- Me tengo que ir - dijo ella muy nerviosa.

- No te vayas, por favor, quédate. Yo te haría muy feliz, a ti y a tu hijo - le rogó Takeru.

- No. Tú aún eres menor de edad y no puedo permitirte eso. Además, yo aún amo a tu hermano.

- Pero -

- Nada de pero. Yo me voy pero te prometo que volveré en un tiempo más, te fe en mí. Sólo te voy a pedir un favor.

- ¿Cuál? -

- Que cuides mucho de Yamato. Él te necesita ahora, anda y ve con él.

- Está bien. Cuídate.

- Igualmente.

Y así se fue. Dejando atrás a un enamorado Takeru y a una triste Mimi pero no debía preocuparse por ellos ahora, estarían bien sin ella. Abordó el avión se sentó en el asiento indicado. Aún podía percibir en sus labios y boca, el dulce pero amargo sabor de los labios del pequeño Takaishi.

Le había gustado, no cabía duda pero no podía corresponderle, amaba locamente de su hermano, llevaba en su vientre un primogénito de él y no podía hacer algo tan riesgoso como meterse con su ex cuñado, no era ese tipo de mujeres, no por ahora y no quería serlo nunca. No sabía que hacer, tenía miedo. Sus amigos no estaría con ella para darle una mano, ni sus padres se enteraron de que se iría de Japón, sólo anhelaba encontrar a alguien que la ayudase en todo lo que sería su nuevo rumbo.

Mientras tanto Takaishi y Tachikawa iba rumbo al departamento de ésta última. Iban en silencio hasta que alguien lo rompió.

- T.K. ¿Amas a Sora? - preguntó la castaña.

- Si - y siguió en silencio.

- ¿A dónde vamos? - le preguntó nuevamente tratando de entablar una conversación, ya que al parecer el rubio estaba absorbido en sus pensamientos.

- A la casa de Yamato ¿no querías ir ahí?

- Sí, pero ya no es necesario. En serio - dijo ella nerviosa de la actitud que había puesto se acompañante. Tenía el presentimiento de que lago mala iba a suceder.

Yamato, por otro lado, estaba arreglando un poco el desastre de su vivienda porque hace unos minutos había recibido una llamada de su amiga. Le dijo que era algo importante que lo que tenía que mostrarle.

Sonó el timbre y acudió a abrir. Se la encontró ahí, con una sonrisa de oreja a oreja y algo en la mano; algo raro iba a pasar.

- Hola - le saludó gentilmente y la invitó a pasar. Le señaló el sofá y le ofreció algo de tomar. Ella, educadamente, le rechazó el ofrecimiento y le pidió que se sentara a su lado.

- Y ¿qué querías decirme?

- Esto - tiró las fotografías sobre la mesa que tenía enfrente. Ahí, salía Sora con T.K. en pleno acto de amor. Matt no podía creerlo, él pensaba que todo lo que Jun le había dicho era mentira pero no, era cierto. No podía creer que Sora le hubiera mentido de esa forma, tan descarada para decirle que no había nada entre ella y alguien más, pero más aún estaba decepcionado de su hermano, que siempre lo apoyó con la relación y ahora, que la dejaba, él tomaba riendas y no perdía ni un segundo sin estar con ella. Se quería morir.

- Jun, ándate por favor.

- Pero.

- ¡Ándate! - le gritó. No quería que nadie lo viera llorar por una mujer. Por una mujer que había amado y echo suya en más de una ocasión, con la que tenía planes para el futuro, formar una familia, vivir juntos, entre varias cosas más. Que le había jurado amor eterno y fidelidad por siempre. Pero ahora todo eso eran más que malos momentos, mentiras, engaños.

Sora ya se encontraba sentada en el avión, veía por la ventanilla el cielo. Las nubes bailan en forma de vaivén y la brisa las ayudaba, mientras que los rayos del sol le daban luz y calor para seguir con esa energía. Se acordó de esa vez en que Yamato le declaró su amor.

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- Sora, yo quería decirte que.

- ¿Qué cosa? - preguntó la chica muy curiosa al ver el nerviosismo de su amigo.

- Yo te quiero - susurró por último el chico rubio.

- Yo también, Yamato - respondió ante tal confesión sonrojada al máximo. Se contemplaron con la mirada, se podían ver reflejados en los ojos de su acompañante. Lenta y nerviosamente se empezaron a acercar sus rostros hasta quedar solo unos milímetros separados. Sus labios comenzaron a rozarse suavemente y a la vez deseosos de probarse por primera vez.

Yamato optó por besar primero la nariz de su acompañante. Ella le sonrió tiernamente para dirigirse a sus labios. Esta vez no se le escapó. Comenzaron lento para luego profundizar. Estaban ansiosos de probar ese dulce que tenían prohibido desde hace mucho tiempo. Sus lenguas danzaban al ritmo que ellos les ponían. No se querían separar ni un minuto pero el aire ya no les alcanzaba.

- Estoy es lo más maravilloso que me han dado - le dijo ella al muchacho que tenía enfrente mientras jugaba con sus cabellos.

- Para igual, chiquita - le respondió él cuando procedía a darle un beso pero está vez más corto.

- Sora ¿te gustaría ser mi novia?

- ¡Claro que sí! - se abrazaron. Fue ahí cuando se juraron amor eterno, que nunca se iban a separar y que si alguno de los dos le empezaba gustar otra persona, tenía que avisar para así no hacerse sufrir.

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- Suspiró - Como extrañaba los besos, las carisias, los regalos, su presencia, extrañaba todo de él. Sólo quería que nunca hubiesen terminado, que todo siguiera como antes y que el hijo que ella llevaba en su vientre, lo criaran ambos. Lo necesitaba demasiado, no podía sola. Había formado una familia con él y todo ya se había acabado.

Yamato seguía atónico mirando las fotografías de la mujer que más amaba y su hermano. Como deseaba pegarle en esos momentos, lo había traicionado y no lo disculparía nunca. ¿Cómo no le dijo? ¿Tanto le costaba ser sincero? ¿Acaso le tenía miedo? La última opción la descartaba, no creía que su propio hermano le tuviera miedo, como si fuese un monstruo. Pero, ella, su promesa de aquel día ¿cómo había sido capaz?

Takeru y Mimi se encontraban próximos al departamento, la chica había hecho todo lo posible para que se desviara del camino. Algo malo iba pasar, lo sabía. Takeru tenía la mirada echa furia. Mimi iba a haber pelea, por esa razón no quería ir hacia allá pero era imposible, el chico estaba que echaba fuego.

- Te amo, Yamato - eso pensaba Sora.

- Te odio, Sora - eso pensaba Yamato.

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Continuará…

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Nota de la autora:

Y ¿qué tal? No me gustó mucho que digamos porque se suponía que este iba hacer el capítulo final pero lo quise alargar porque les tengo una sorpresa y como es sorpresa no se los diré. Pobre Sora, tan ilusa ella, pensando en Yamato y él, pensando en cómo matarla.

Bueno, muchas gracias por sus reviews, me han servido de mucho pero les pido un favor, si leen, dejen sus reviews porque me he enterado de que leen y no dejan nada y eso me pone triste.

Chikage-SP.