Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece; me adjudico la trama de la historia.
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Aún te amo
Aún te amo.
- Necesito hacer que mi hermano viaje a donde se encuentra Sora pero no sé en que parte del país estará. Mimi tiene que saberlo pero jamás me lo diría, ellas hicieron una promesa y no creo que sea capaz de romperla por un simple capricho de mi hermano y una loca idea mía. Algo tengo que hacer para averiguar esa dirección o por lo menos averiguar en qué ciudad se encuentra. Alguien tiene que saber pero Sora fue muy discreta, como lograré encontrar algo que ni siquiera yo me imagino - pensaba el joven de cabellos dorados.
De pronto sonó la puerta. A esas horas nadie iría a visitarlo salvo si fuera una emergencia. Ya caían las 2:00 a.m. y a esa hora casi toda la ciudad dormiría o estaría en sus casas, quien sabe. Mejor dejó de lados sus opiniones sobre la hora y acudió para abrirle a la persona que se encontraba en la entrada de su hogar.
Ahí se encontraba él en un estado poco deseable. Venía todo empapado por la lluvia que se encontraba afuera y con un rostro casi de muerte. Lo mejor que hizo Tk fue hacerlo pasar y el joven fue aceptar ya que así no pescaría un resfriado. Takeru le ofreció una bebida caliente pero éste la rechazo, al parecer estaba corto de tiempo.
- Hermano, necesito que me ayudes a encontrar a Sora - dijo con dolor, angustia y preocupación.
- Y ¿para qué? Si tú mismo la dejaste - dijo el menor con astucia tratando de provocar a su huésped.
- Porque es mi novia y tengo el derecho de saber donde está, además de con lo que supe con mayor razón.
- Que yo sepa, tú mismo decidiste romper con ella dejándole en claro que lo de ustedes nunca tuvo valor alguno para ti, ¿acaso no recuerdas eso?
- Sí, pero ella está por ahí sola y con mi hijo. Para mí es muy importante saber donde se encuentra. Por favor, sé que he sido bien malo contigo pero tú sabes mejor que nadie que sin ella no puedo seguir en pie y muchos menos sabiendo en el estado que se encuentra - suplicó el rubio mayor.
- Sí, pero yo no sé donde está y además que no mereces que te ayude después de todo lo sucedido. Tampoco me entra en la cabeza porque me pides ayuda a mi si yo besé a la mujer que más amas sinceramente no me lo explico".
- Takeru sabes que somos hermanos y que a pesar de todo yo no te odio. Ahora más que nunca necesito tu ayuda ¿me la vas a dar?
- Está bien, pero yo no sé donde se encuentra tu doncella. Tendríamos que empezar preguntándoles a todos si saben algo. Además de que Mimi se fue de la ciudad unos días.
- Ah - dio un largo suspiro y calló un momento - ¿Hikari no sabrá nada?
- En realidad no sé nada, tendríamos que ir a preguntárselo.
En otro lugar del mundo, la joven pelirroja se encontraba solitaria mirando por el ventanal de su habitación. Tocó el vidrio como si alguien la esperase afuera, pero no había nadie. Llevó su mano al rostro pasándola por sus labios carmines. Recordó la sensación que deseaba cada día al estar con Yamato, recordó como la besaba y ella lo recorría con la mirada. Dio un suspiro largo y profundo. Lágrimas llenaban sus ojos mientras gota a gota iban cayendo por su terciopelada piel. Siempre soñó con tener a su amor consigo, jamás perderlo, no cometer errores, pero nada es perfecto, no siempre los sueños son realidad y casi siempre terminan mal.
Quizás por eso una persona le dijo una vez que no soñara despierta, que nada dura para siempre y que es fácil enamorarse pero difícil olvidar. Posó su mano en su vientre, tratando de sentir a su pequeño pero nada. En esos instantes estaba sola, sin amigos, salvo Koushiro pero no sabía nada de lo que había sucedido hace lagunas semanas.
Recordó el sueño que tuvo hace algunas semanas. Tuvo miedo en ese momento pero no estaba él para calmarla. No le gustaba estar sola, siempre había estado rodeada de amigos y seres queridos, y la sensación de vacío en el amor nunca le había faltado, hasta hoy. Comenzó a llover tormentosamente, le encantaban los días así, donde podía sentir y olor la humedad en las calles, más que días las noches, ya que no había nadie por las calles, todos corrían a sus hogares en cambio ella.
No conseguía olvidar los deseos de ver a aquel joven que le robó su primer beso, su primera caricia, su corazón. Que la llevó a la cama para entregarse uno al otro sin miedo a lo que demás digieran. Aquel que siempre estuvo ahí para subirle el ánimo, él que ella había ayuda y consolado cada vez que pedía a lo hora que fuese; sabía perfectamente que no ganaba quedándose en el pasado recordando lo bueno si ahora estaba mal, y sola. Mimi no la había llamado en días.
Caminó hacía su cama y se recostó. Quizás mañana sería un mejor si conseguía conciliar el sueño. Con pensamientos así, había logrado atraes pesadillas y miedos que creía tener olvidados. Se equivocó.
Poco a poco sus débiles ojos se fueron cerrando entrando a un mundo de ensueños donde sus tristezas fueron olvidadas. Se acomodó mejor para no pasar mala noche. Tal vez ahí debía quedarse, sin despertar, para siempre.
Ya amanecía y el sol poco a poco iba sacando sus destellos a relucir. Takeru y Yamato ya habían conversado con los hermanos Yagami y había propuesto partir a Rusia para así poder buscar a Takenouchi y traerla de vuelta. Ishida partiría solo donde lo esperaría Izumi quien había encontrado a Sora hacía unos pocos días atrás. Quizás no era el mejor método, lo sabía pero tampoco dejar a una joven sola en un país extranjero.
El avión partió. En general serían unas 15 a 20 horas en llegar, tiempo suficiente para descansar.
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- Corre, más rápido que no vamos a llegar - gritaba una joven de 15 años mientras recorría el parque a toda velocidad con su novia detrás.
- ¡Espérame que llevo muchas cosas! - le gritaba él desde atrás. Por su parte, la joven, se reía a carcajadas mientras esperaba a su novio.
- ¡Eres lento! - le replicaba ella en forma juguetona entre risotadas.
- Te equivocas - la tomó por la cintura dejando caer lo que llevaba - ¿Soy lento aún? - le coqueteó a su novia haciéndola sonrojar.
- No, ya no, pero suéltame que vamos tarde.
- No aún no, hay tiempo - cerró su frase con un dulce y romántico beso. Ella por su parte rodeó su cuello con sus finos brazos para atraerlo más hacía su cuerpo elevándose en las puntas de sus pies ya que era mucho más baja que él.
Quien pasaba por ahí veía como los dos demostraban en público el gran amor que se tenían y muchos pequeños miraban esa escena como de películas. Al terminar tal acto, después de saborearse ambos y probar ese dulce que ya hace un tiempo no era prohibido se miraron fijamente a los ojos.
- Te amo, Sora - le musitó él.
- Y yo a ti, Yamato - sellando su momento de amor con un pequeño beso.
Él cogió las cosas y siguieron su camino pero esta vez, de la mano.
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- No me gustaría estar ahí como ella - suspiró al cielo, la joven pelirroja mientras leía un cuento que había encontrado por ahí, en el desván. Quizás era algo triste pero así mantenía su agonía y estado de ánimo. No por mucho tiempo tendría que estar así. Decidió salir a caminar un rato, para despejar esos pensamientos de su cabeza y pasar las horas. Buscó una plaza, preguntó a quien fuera necesario para llegar a una. De paso compró migas de pan para alimentar a las aves mientras pensaba en lo suyo.
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- ¡Ya era hora, tortolitos! - les gritó a los jóvenes, un adolescente de cabellos alborotados y cafés mientras les hacía señas para que se apuraran y vinieran donde estaba él porque sin ellos no podían empezar nada.
- Lo sentimos, pero Yamato es un poco lento y tuve que esperarlo porque si no se me perdía - excusó la muchacha.
Todos a la vez estallaron en carcajadas mientras que le joven acusado se ponía rojo de vergüenza y su novia lo trataba de tranquilizar. Todas las actividades empezaron normales, sin mucho alboroto ya que era un lugar público, no cualquier cosa. Mientras, más tardes, los chicos descansaban bajo el árbol unos con otros, los enamorados hacían lo suyo.
- ¿Sabes? Jamás imaginé que tú te fijaras en una chica como yo, de verdad. Tú lo tienes todo para ser feliz con cualquier chica que quieras y - pero no la dejó continuar colocando un dedo sobre sus finos labios.
- Quizás tengo mucho, pero no voy a encontrar nunca a una mujer que me atienda con tú, que me ame como tú lo haces y que me quiera tal cual soy sin cambiarme nada. Por esa razón tú eres para mi, fuiste echa para estar conmigo porque me mereces y eso me gusta, que tú eres solo mía y siempre será así.
- Muchas gracias por pensar eso de mí, de verdad, yo te amo y espero tenerte siempre a mi lado - se recostó sobre su hombro para cerrar sus ojos y descansa un corto tiempo antes de que empezaran las actividades nuevamente.
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Desde esos recuerdos han pasado unos días, mejor dicho semanas y Sora y Yamato se han reencontrado, gracias a la ayuda de Koushiro. Los nervios los traicionaban en esos momentos. Sé miraban fijamente a los ojos como si fuera su primera cita. Sin más que aguantar alguien habló.
- ¿Cómo has estado?
- Bien, gracias ¿cómo te fue en tu viaje?
- Sí, bien – se formó un silencio incómodo. Alguno de los dos tenía que sacar el tema a relucir.
- Yamato ¿Para qué viniste? ¿Para reírte? ¿Qué quieres? - preguntó dolida la pelirroja. Él la miró fijamente. Tenía sus razones para preguntar eso, más que mal él la había trato mal y por eso ella se fue. No era quien para decir que había pasado después de tantos años juntos pero había ido a buscarla y eso haría.
- Vine a llevarte de regreso conmigo.
- No, ya es tarde para nosotros. Tu, yo, nosotros, ya no vamos. Tal vez de momento esté dolida y a lo mejor se me pase después de mucho pero no regresaría al lado tuyo nuevamente, Me enteré de todo lo que pasó y - lágrimas empezaron a caer por sus ojos – Y no sería bueno que volviera. La decisión es apresurada pero no me queda otra.-
- Pero piénsalo. Nosotros nos queremos, mucho más que eso, nos amamos.Tú llevas un hijo mío en mi vientre.
- ¿O sea que tenemos que estar juntos por esa razón no por amor? No, yo a ti te amo y siempre será así. Jamás me olvidaré de todo lo que pasamos juntos. Yo la pasé muy bien contigo, me divertí harto, me enseñaste muchas cosas y te aprendí a mar como tu a mi. Fuiste alguien muy importante en mi vida y siempre será así. A lo mejor nunca conoceré a alguien que me quiera, entienda y haga lo que tú hiciste para darme una sonrisa cada día y por eso eres especial.
- Yo jamás olvidaré el tiempo que pasamos juntos, los momentos que me hiciese feliz, los besos tus carisias, nada. Me enamoré de ti y creo que no llegaré a amar tanto como lo hice contigo. Tú eres especial. '
- Yo no voy a volver contigo, quiero hacer mi vida de nuevo. Acá saldré a adelante y rehacer mi vida pero nosotros podemos ser amigos - dijo esto con nerviosismo.
- Sora ¿podríamos darnos nuestro último beso? - ella lo observó y vio como un color carmesí llegaba a sus mejillas. Le tomó el rostro entre sus manos y lo acercó al de ella. Miró esos ojos azules como el mar que la hacían suspirar y llevársela a las nubes. Poco a poco sus labios se fueron rozando para así tornándose en un tímido besos, de esos que das por primera vez. Era el último, el que nadie quiere dar.
Ella trató de hacer grande el beso, rodeando su cuello con los brazos y el atrayéndola hacia si por la cintura, tratando de ser uno solo. Sus cabezas se mecían en un movimiento de vaivén. La llama de amor se acabó por una persona mordaz que no deseaba verlos juntos. Cada día en el parque o en una salida al cine, la disfrutaban como si fuese el fin del mundo. Habían sido la envidia de muchos ya que los rumores corrían pero ellos jamás de había separado, su amor era eterno y lucharía siempre por estar juntos. Nunca llegaron a pensar en algo como esto.
El beso se prolongó por tiempo, estaban probando ese dulce que hacia mucho no hacían, aquel que los llevaba a detener el tiempo y dejarlo para ellos solos. Ese sabor, esa esencia mágica que hacía recordar cada momento juntos, aquellos que fueron solo de ellos, que siempre aprovecharon al máximo y que ahora se había destruido por una simple confusión. Todo lo bueno tiene que cesar y así fue. Poco a poco sus rostros de fueron separando. No dejaban de mirarse por ningún segundo. Tomados de la mano poco a poco se fueron alejando.
- Sora, gracias por todo lo que me brindaste y espero reconquistar nuevamente, nunca me daré por vencido porque este amor que siento por no dejará de cesar ni un instante. Mi corazón siempre será tuyo.
- Mi amor por ti tampoco dejará de cesar pero ahora no podemos estar juntos más adelante y no, gracias ti por todo lo que me diste y dedicarme tu tiempo. Nunca olvidaré esto.
- Siempre te amaré - le dijo él alejándose un poco para partir.
- Yo también - le contestó ella.
Cada quien partió por su lado. Esperando un nuevo reencuentro donde ya las heridas ya hayan sanado un poco y pudieran volver. El viento resopló fuertemente llevando un papel que sujetaba le joven. Llegando a las manas de la pelirroja. Lo leyó y quedó feliz, al saber que no todo estaba perdido decía:
- Aún te amo -
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FIN
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Notas de la Autora:
Todo lo bueno tiene que llegar a su fin y así fue el caso de esto. Recién lo vengo terminando y espero que sea de su agrado. Yo derramé lágrimas al final, da muchísima tristeza esa parte pero bueno…no siempre tienen que ser felices ambos. Va dirigido a todas/os que esperaron este momento pacientemente y los que siguieron este fic y para los que leyeron y no dejaron nada, también. En un principio no sabía como terminar pero al fin y al cabo la inspiración, aunque escasa, llegó a mí. La canción es de LODVG (Nadie como tú) y el texto que sale es de un cuento 'EL Árbol' de María Luisa Bombal. Quien lo quiere me lo pide que lo tengo completo. Bueno…espero hacerle una secuela… ¿qué dicen?... Cualquier cosa si gustan, me mandan un e-mail y me dicen que les gustaría saber sobre el fic o si alguna duda les quedó…
Chikage-SP.
¡Gracias por su paciencia y por leer lo que escribí!
