HOLA! Gracias a todos por leerlo, me alegro de que les este gustando, aca sigo con el próximo capítulo, besos!
CAPITULO II: El primer reencuentro.
Hermione se levantó muy temprano ese jueves. No había podido dormir bien durante la semana, por las ganas descontroladas que tenía de ver a sus amigos. Sabía muy bien que faltaban horas, pero no tenía sueño. Por otro lado, aunque no quisiera, la intriga de la llegada de Ron en avión la carcomía por dentro. No era típico de su amigo hacer esas cosas. Ella lo conocía y sabía que si tuviera que elegir entre un avión, por demás muggle, y aparecerse, elegiría lo segundo... principalmente porque era más rápido y cómodo. Lo que le decía que tendría que ser una muy buena razón la que lo obligara a viajar de esa manera.
Decidió no darle más vueltas al asunto. Ya se enteraría. Bastante tuvo con una semana de inquietud para que el día en que llegue el momento de saberlo se le pase como si fuera un mes entero. Sin cambiarse el camisón ni tender la cama, bajó con el pelo suelto y completamente descalza a la cocina y se sirvió un vaso de leche. Se sentó en la silla más cercana y, tras tomar un sorbo, dejó el vaso sobre la mesa. Observó claramente por la ventana que daba a la calle, y se fijó en nadie transitaba por allí. Volvió a tomar otro sorbo. Miró de nuevo por la ventana y vio un pequeño gato gris cruzando velozmente la calle. Se quedó alrededor de media hora mirando la nada, hasta que se dio cuenta que de nuevo estaba pensando en la llegada de Ron.
¡Hermione, basta! –se dijo a sí misma pensando- Ya lo sabrás cuando sea el momento
Con la mano que tenía libre se tomó la frente, como si así formara una barrera entre su mente y los pensamientos que la intrigaban. Luego encendió la radio, pero sólo se escuchaba la voz de un brujo hablando sobre los problemas del Ministerio de Magia, por lo que la volvió a apagar.
Necesito algo que me distraiga...-pensó. Se le ocurrió que podía ordenar la casa para cuando llegara Harry. No sabía si su amigo entraría o no pero no le importaba, decidida, se puso a ordenar todo cuanto tenía a su alcance, y de forma completamente muggle, para así tardar y concentrarse más.
Finalmente la casa quedó reluciente y pulcra después de lo que a la chica le pareció ser una eternidad. Por el contrario, ella estaba sudorosa y sucia, sin mencionar cansada. Fue lentamente hacia su habitación y se fijó en la hora. Casi se cae de la sorpresa. Eran las dos de la tarde. En dos horas Harry llegaría y todavía tenía que almorzar, bañarse y cambiarse. Decidió primero hacer las últimas dos cosas antes de comer, ya que no aguantaba ni un segundo más con el camisón puesto. Tardó veinte minutos en bañarse. Cuando terminó, con una toalla rodeándole el cuerpo, volvió a su habitación y se sentó en la cama.
Ese momento, era el momento del dilema típico que ataca a todas las mujeres, sobre todo si en su futuro cercano se prometen ocasiones especiales:
¿Qué me pongo!-pensó Hermione mirando con insistencia a su placard, como esperando a que éste le responda arrojándole el atuendo apropiado. Sin ganas de levantarse, se estiró desde donde estaba sentada hasta alcanzar la mesita de noche en donde se encontraba, como siempre, su varita. Ágilmente la tomó y con un movimiento horizontal, abrió el placard. Suspiró ante la imagen de su ropa extremadamente bien ordenada y comenzó a analizar.
Tengo que verme bien, pero no muy provocativa. Tampoco tengo que parecer desesperada por atraer la atención, más bien tendría que verme normal, como si no me interesara mucho lo que piensen. Pero el problema es que sí me interesa. Aunque tampoco tengo que verme como una descuidada...-se decía a si misma. Tras diez minutos de profunda meditación, comenzó a sacar la ropa que podría llegar a ser la indicada para la ocasión.
-¡Accio pantalón! –exclamó apuntando su varita hacia la parte media del placard. A sus manos llegó automáticamente un pantalón capri de color blanco. Lo dejó a su lado y tras pensar unos segundos más, volvió a elegir. -¡Accio camisa¡Accio suéter¡Accio sandalias!
Sin interrupción y en orden, una camisa rosa, un suéter violeta y un par de sandalias rosas de verano fueron hacia ella cruzando la habitación. Con otro movimiento horizontal, similar al que había hecho antes, Hermione cerró el placard. Tras tomar su ropa interior, comenzó a cambiarse. Cuando hubo terminado, se miró al espejo. Sentía que faltaba algo. Tras mirarse diez minutos, tomó un fino cinto rosa y se lo colocó en la cintura.
Ahora el toque final -pensó. Volvió a tomar la varita que había dejado en la cama para cambiarse, y con un movimiento circular sobre la cabeza, su pelo quedó completamente liso. Luego fue corriendo hacia el baño y tomó un pequeño bolso trasparente. De éste sacó un rimmel y un brillo labial y se los colocó cuidadosamente en los ojos y labios, respectivamente. Acto seguido, se puso sus aros circulares de plata y una fina pulsera del mismo material en la muñeca. Estaba lista.
Fue hasta su habitación y se fijó en la hora por segunda vez. Las tres de la tarde.
¡Genial!-pensó y se fue directo a la cocina para preparar su almuerzo. Tres y veinte una gran bandeja circular con tarta de carne la esperaba humeando en la mesa de la cocina. Con un movimiento de la varita, en un sector de la misma se colocaron solos un par de cubiertos, un vaso, un pequeño mantel individual y un plato. Tras tomar la jarra de agua y ponerla en el centro de la mesa, se sentó. Se sirvió un poco de agua en el vaso y tomó un sorbo. Luego cortó una porción de tarta de la bandeja y cuidadosamente lo colocó en el plato. Se disponía a comer un trozo de la misma cuando, inesperadamente, alguien tocó el timbre de la casa. Dejó el tenedor con tarta en el plato, se levantó de la silla y fue hacia la puerta, pasando por el living, y preguntándose quién sería. No se imaginaba, que cuando abriera la puerta, se encontraría con...
-¡HARRY!
Hermione abrazó al hombre que se encontraba sonriendo en la puerta de su casa. Éste la abrazó también y la besó en la mejilla. Luego se separaron y el chico la tomó de las manos.
-¿Cómo estás¡¡Hermione te ves... te ves espléndida! –le dijo el joven Harry Potter a su amiga, observándola completamente.
-¡Ayyy Harry hace tanto que no te veía¡¡Tu también, creciste muchísimo! –exclamó ella, mirándolo también. Estaba mucho más alto y tenía el aspecto de todo un hombre. Llevaba una camisa blanca y un par de jeans con zapatillas. Por otro lado, sus ojos seguían reflejando la misma felicidad de siempre, y brillaban intensamente. Su pelo, como era de esperarse, seguía igual de despeinado, y como no podía faltar, asomándose sobre un sutil flequillo, se encontraba su inconfundible cicatriz en forma de rayo. La chica lo volvió a abrazar.- ¡Tantos años sin verte¡Ven, pasa, tenemos mucho de qué hablar hasta ir a buscar a Ron...!
Hermione lo invitó a pasar al living y cerró la puerta de la casa detrás suyo.
-Siéntate, vamos. –le dijo sonriendo a Harry y señalando un sofá beige frente a una gran chimenea. Este obedeció y la chica lo imitó.
-Cuéntame¿cómo es eso de que a Ron hay que ir a buscarlo? –preguntó el primero sorprendido pero sonriendo de la misma manera.
-Oh, sí. Mira, cuando el me envió la carta para decirme que tu vendrías hoy, me contó además que él no se aparecería, y me pidió que por favor lo vayamos a buscar al aeropuerto muggle...
-¿Al aeropuerto muggle?
-Sí, yo tampoco lo entiendo, pero me dijo que ya nos daríamos cuenta porqué, y que tú sabías donde queda...
-Sí, lo sé, pero me extraña de él...
-Bueno, ya nos enteraremos¿verdad? –Hermione trató de cambiar rápido de tema porque sabía que no podría soportarlo. Sonrió.- Ahora dime , tú¿porqué llegaste tan temprano?
-Oh... –Harry rió. –es que sabes que no me gusta ser puntual, además de que no aguantaba, por lo que decidí venir un poco antes¿estabas ocupada?
-No, claro que no, estaba por almorzar...
-¿A esta hora?
-Sí, es que estuve... ordenando un poco la casa... ¿tu ya comiste?
-La verdad es que no, estuve con trabajo hasta el último segundo, pero si me invitas no me quejo...
Hermione rió con ganas y se levantó del sofá.
-Tu siempre igual, vamos, espero que te guste la tarta de carne...
Harry se levantó y abrazó a su amiga.
-¡Claro que me gusta!
Los dos fueron contentos hacia la cocina y mientras Harry se sentaba en la mesa, Hermione hizo aparecer todo lo necesario para comer, como había hecho antes con ella, frente a él. Luego, le sirvió una porción de tarta y se sentó. Ambos comenzaron a comer plácidamente.
-Oye tienes muy linda casa... –dijo Harry mirando a su alrededor mientras masticaba.
-Gracias, la verdad es que es muy cómoda...
-Ay, Hermione... ¿puedes creer que ya nos vimos? Yo no veía el día en que viniera hacia Londres, estaba muy solo allí... con todo el trabajo, es muy pesado... –Harry tomó la jarra de agua y se sirvió un poco en el vaso. Luego tomó un sorbo. Hermione tragó y preguntó sonriendo pícara:
-¿Ninguna chica te acompañaba?
-No, pues... que deprimente...
-Ya, no te preocupes, cuando sea el momento vas a encontrar la indicada... mejor solo que mal acompañado¿verdad?
-Sí, pero ahora estoy muchísimo mejor que allá. No veo la hora de ver a Ron, también¿no?
Hermione no dijo nada, sólo se limitó a sonreír y se metió un gran trozo de tarta en la boca.
Siguieron hablando hasta después de terminar de comer, cuando se dieron cuenta de que eran las cuatro y media y tendrían que ir a buscar a Ron.
-Entonces tu sabes donde queda el aeropuerto¿verdad? –preguntó Hermione tras limpiar toda la mesa, que había quedado completamente vacía. Se levantó de la silla y Harry hizo lo mismo.
-Si, lo sé. Lo que no sé es cómo vamos a ir, creo que si nos aparecemos, es...
-¡Harry¿estás loco? No nos podemos aparecer en medio de todos los muggles...-lo interrumpió Hermione cruzando los brazos. El chico sonrió.
-Pero solo en la entrada...
-Lee mis labios: NO.
-Está bien, está bien, dime tú como llegar, sino... –seguía sonriendo. Hermione pensó, pero no se le ocurría nada.
-No haz cambiado nada¿verdad? –le dijo a Harry cuando éste comenzó a reír porque la chica no contestaba.
-Ya sé¡podemos ir con el Autobús Noctámbulo! –dijo el chico dejando de reír.
-Es lo mismo, Harry, -Hermione sonrió. -los muggles no pueden ver el autobús, y va a parecer como si saliéramos de la nada, es lo mismo que aparecernos...
-¿Entonces?
-Entonces creo que nos vamos a tener que tomar un taxi...
-¿Un taxi¿muggle?
-Pues sí...
Harry pensó. Deduciendo que no había otra alternativa, aceptó. Los dos emocionados todavía de haberse vuelto a ver, salieron de la casa y fueron hasta la primera avenida, donde tomaron un taxi. Hermione llevaba encima algo de plata muggle que había cambiado días antes en Gringotts, así que con eso pagó el viaje. Quince minutos después de haber salido de la casa de la chica, los dos amigos se encontraban frente a un gran edificio con ventanas de vidrio en sus pisos más altos, por donde se veía una gran multitud de gente haciendo colas o sentados en largas filas de sillas.
-No puedo creer que estemos haciendo esto...-murmuró Harry mientras los dos ingresaban al aeropuerto a través una gran puerta automática. Una vez dentro, los dos buscaron por todo el aeropuerto el sector de llegadas, hasta que finalmente supieron donde estaba.
-El señor ese me dijo que "Llegadas" estaba dando la vuelta por este pasillo... –dijo Hermione quien le había preguntado a un empleado hacia dónde tenía que ir, porque eran ya las cinco y no estaban esperando a Ron donde debían.
-Bien, vamos entonces...
