Hola

Bueno, me alegro que les guste

Gracias por leer!

Aca pongo mas...

Lau

CAPITULO IV: Reflexiones con Harry.

A la mañana siguiente, Hermione se despertó al toque. Miró su reloj y vio que eran las doce del mediodía, así que decidió cambiarse e ir en ese mismo momento a Hogsmeade para enviarle una carta a Harry. Se vistió rápidamente con un simple vestido blanco de verano y unas sandalias que tenía por ahí. Ni siquiera se molestó en recogerse el pelo, tomó una cartera también blanca y colocó allí dentro un trozo de pergamino, una pluma y, como siempre hacía cada vez que salía, su varita. Rápidamente fue al baño, se lavó la cara con un poco de agua y se secó con la toalla. Salió dando grandes zancadas, pero al metro se paró en seco, volvió a entrar al baño, se miró al espejo, y tras acomodarse un poco el pelo, bajó al primer piso y dejó la casa.

Afuera el aire estaba un poco mas fresco que el día anterior, pero igualmente no dejaba de ser un viernes demasiado caluroso por el verano. Caminó un gran trecho hasta llegar a Hogsmeade. Hacía varios meses que no iba, pero a pesar de eso, los negocios allí presentes le recordaban mucho su época de clases en Hogwarts, cuando con sus amigos iban al Caldero Chorreante a tomar cerveza de manteca, paseaban, y hablaban de todo lo que no podían hablar dentro del colegio...

Con la mirada buscó rápidamente la Oficina de Correos, hasta que la encontró. Entró sin reservas y pidió alguna lechuza rápida. Mientras se la conseguían, tomó el pergamino y la pluma de la cartera y, tras acordarse de que tendría que tener cuidado en lo que ponía porque Harry estaba en la casa de Ron y éste podía verlo, comenzó a escribir.

Querido Harry,

Por favor, contéstame con Hedwig si puedes encontrarte conmigo en el Caldero Chorreante, hoy a las cuatro de la tarde... por favor, necesito hablar contigo, ya te imaginarás de qué, y... creo que tienes razón,

Desde ya, perdón, y espero que vengas,

Saludos a todos por allí,

Hermione.

Leyó y releyó la carta hasta que se convenció de que no podía hacer más nada para camuflarla. Una lechuza color café la estaba esperando a su derecha con la pata en alto. Hermione enrolló el pergamino, lo selló y se lo colocó en la pata al animal. Observó como fugazmente se perdía de vista, rogando por dentro que ni Ron ni su novia se encontraran con Harry cuando éste recibiera la carta, y le hicieran preguntas incómodas.

A las tres y media, Hermione salió de su casa tras almorzar y bañarse, y se encaminó con la misma ropa que tenía puesta por la mañana al Caldero Chorreante, esperando que Harry no estuviese tan enojado con ella como para no ir. Cuando llegó, faltaban diez minutos para las cuatro. Se sentó en una mesa con dos sillas y esperó a que llegara su amigo. Cada minuto que pasaba se ponía más impaciente. Luego de un rato miró un gran reloj de madera que colgaba de la pared a su lado. Eran las cuatro.

Ya tendría que estar aquí...-pensó Hermione mirando de nuevo hacia la puerta. ¿Se habrá enojado tanto?

Pero no lo sabía, solo podía seguir esperando. Volvió a mirar el reloj. Cuatro y diez. Miró de nuevo, cuatro y cuarto. Luego, cuatro y veinte. Cada vez que pasaba un nuevo minuto, sus esperanzas se iban tallando poco a poco, hasta ese momento, en donde casi se habían evaporado.

No va a venir, no va a venir...-pensó Hermione molesta, buscando en su cartera un poco de plata para pagar el café que se había tomado en esa media hora mientras esperaba a que viniera Harry. - Es obvio que no va a venir¿porqué habría de hacerlo, soy una tonta...

Estaba a punto de levantarse cuando escuchó que la puerta se abría. Miró de mala gana, y vio una cabellera negra que se asomaba. Feliz, trató de llamarle la atención a...

Espera...-se dijo observando bien, y se dio cuenta de que esa persona no era Harry. Volvió a recoger sus cosas cuando, finalmente, vio que detrás de esa cabellera negra, se asomaba otra un poco más alta y... con una cicatriz debajo, en forma de rayo. Su amigo la estaba buscando con la mirada. Agitando su mano, Hermione llamó a Harry. Éste, serio, se dirigió hacia donde estaba su amiga.

-Hola. –le dijo secamente. Se sentó y la chica lo imitó.

-Hola, Harry...

-Perdón por la tardanza pero me tuve que inventar algo grande para poder salir sin que Ron ni Joanne me sigan... –dijo igual de seco que antes.

-Oh, no te preocupes... eh... mira, con respecto a lo que hablamos ayer... yo... lo siento... –en su cara se veía que era totalmente sincera, lo que aflojó un poco a Harry.

-Está bien, Hermione, no te disculpes. –el chico sonrió. –no tienes que hacerlo, yo también estuve un poco duro contigo, pero entonces... ¿lo admites?

Hermione suspiró brutalmente, se pasó las manos por la cara y se cruzó de brazos. Miró a Harry un poco ruborizada.

-Sí... –susurró.

-¡SÍ! –festejó Harry. -¡SÍ¡SÍ¡SÍ!

-¡SSSSHHHH! –lo calló Hermione viendo que varias personas se daban vuelta a ver a Harry. -¡Callate¿Quieres? Baja la voz...

-Perdón...-susurró a Hermione, y luego...- ¡No pasó nada! –gritó sonriendo y haciendo un gesto con la mano a toda la gente que los miraba. Hermione tapó la cara con las manos.

-No te conozco... no te conozco... –susurraba. El chico miró a Hermione y sonrió aún más.

-Ya, no es para tanto...

La chica puso los ojos en blanco.

-No puedo entender todavía como hiciste para darte cuenta, Harry. –dijo ahora seria. -¿Es que tanto se me notaba?...

Harry iba a responder pero se calló cuando la chica se puso pálida. Se había dado cuenta de algo.

-¿Estás bien? –preguntó.

-Harry... si tu te diste cuenta... ¡él también! –sentenció Hermione mirando a su amigo. Para su sorpresa, éste sonrió.

-Bueno... en realidad, creo que exageré un poquito... eh...

-¿Qué? –la chica no entendía nada.

-Verás... eh... bueno, en realidad no se te notaba nada, Hermione, es que...

-¿No se me notaba! –preguntó la chica sonriendo.

-No... –Harry sonrió también.

-¡Gracias a Dios¡Estaba tan preocupada...! Pero... espera un momento, entonces ¿cómo te diste cuenta TU? –le preguntó la chica dejando atrás el alivio y poniéndose seria de nuevo.

-Bueno, eso era lo que te iba a decir... ehh... ¿te acuerdas que yo tuve que estudiar legeremancia por orden de Dumbledore? Para reforzar la oclumancia y para poder usarla por mi situación con Voldemort y... eh... y bueno... entonces yo puedo...

-...¡Sentir los pensamientos de otras personas! –lo interrumpió Hermione. Harry la miró tímidamente porque parecía que su amiga le iba a pegar.

-Eh... sí, pero... sabes que lo puedo controlar... ¿no? Eh... –el chico no se atrevía a agregar más nada por temor a que ella le de una cachetada, pero, sorpresivamente, sonrió.

-Tu y tu estúpida legeremancia... –dijo tranquilamente meneando la cabeza en señal de negación.-...con razón estabas tan seguro de lo que decías...

-¿No estas enojada? –dijo Harry aliviado.

-No, no te puedo culpar por haberla usado, porque yo también lo habría hecho. Aunque, Harry, debes tener un poco de discreción, los pensamientos son muy personales, son parte de la intimidad de las personas y tienes que aprender a respetar eso...

-Ya, lo sé, lo sé... es que no me pude contener, je, je...

-Ay, Harry... –dijo la chica en tono de desaprobación.

-Bueno¿qué querías que haga? Además, debes admitir que estabas demasiado confundida¿eh?

-¿Lo notaste? –preguntó Hermione con amargura.

-Sí... era muy difícil comprenderte, aunque no lo creas...

-Te creo, Harry, te creo... –Hermione suspiró. – Es que ahora mismo estoy confundida... es muy raro... es... es como que cuando tu llegaste¡te hubieras dado cuenta de que estás enamorado de mi!...-Hermione rió.- ¡es...!

La chica miró a su amigo, que estaba serio. De repente, sus pulmones se quedaron sin aire.

-...no lo estás¿verdad? –preguntó con un hilo de voz.

Harry no dijo nada, solo se quedó serio, y bajó la vista. Por su lado, Hermione estaba horrorizada y a punto de llorar. No le podía estar pasando esto.

-Harry, no me digas que tú...

Pero no pudo seguir, porque su amigo le dio un ataque de risa.

-¡Tenías... que ver... tu cara! –dijo Harry entre risas descontroladas. Estaba completamente colorado y casi sin aire. Hermione sonrió aliviada, pero por otro lado indignada por la broma.

-¡No puedo creer que hayas bromeado con eso, Harry Potter! –dijo sonriendo. -¡Ya para de reírte!

-Está... bien..., está bien..., está bien... –Harry respiró hondo y se calmó. –Perdón pero no pude dejar pasar la oportunidad...

-Ya veo...-Hermione lo fulminó con la mirada.

-¡Tu también eres...! Es obvio que yo soy tu amigo, y tu mi amiga, y nada más... dijo Harry sonriendo y dándole unas palmadas en la cabeza. Luego siguió poniendo cara de embobado. –Además... tienes que ver lo linda que esta Ginny...

-¡Harry! Ahora hablando de verdad¿te gusta Ginny? –le preguntó curiosa la chica por lo cual los dos se desviaron del tema por un segundo.

-Si, Herms... en verdad esta hermosa... cuando la vi ayer... ay de mí... es un ángel, es... –Harry suspiró sonriendo.

-¿Y desde cuando te gusta?

-No se... ¿puede ser que sea desde siempre?

-Puede ser... –le dijo Hermione y al ver que el chico estaba como soñando, le dijo: –Bueno, ya, vuelve a la Tierra¿quieres?... Volviendo al tema de nuestra amistad... No es obvio, Harry... puede ser que en este momento Ron esté diciendo lo mismo... –a Hermione se le humedecieron los ojos.

-Hey..., Herms... ya, no te preocupes... –Harry ahora la miró con ternura y le acarició el hombro. -¿sabes que? Yo te voy a ayudar...

-¿Y cómo? –interrumpió Hermione haciendo un ruidito con la nariz. –¿Sabes Harry? No creo que vaya a funcionar. Ron no me quiere, nunca se fijó en mi. Y nunca lo hará. Esa chica, Joanne, es mucho más linda que yo. No le dio problemas cuando eran chicos. ¿Te acuerdas de nuestras peleas? Eran un martirio. No creo que lo pueda soportar.

-Pero tú lo amas.

-Sí, Harry, como nunca lo hice con nadie... pero...

-Hermione si tu lo amas y el también a ti, ninguna pelea se interpondrá¿entiendes?

-Sí, pero... ¡míralo!... el no me ama, Harry...

-No lo sabes...

Hermione puso los ojos en blanco.

-¿Porqué habría de hacerlo? No soy atractiva, solo trabajo de profesora en Hogwarts, por lo que mucho futuro no le puedo asegurar, y Joanne en cambio tiene mucha plata¿viste las cosas que usa? Además que es una chica muy bonita, a diferencia de mí...

-¡Hermione, ya basta, Yo sé que el te quiere, más que como una amiga¡lo pude sentir!

-¿También lo hiciste con él? –Hermione frunció el ceño.

-Sí... –dijo Harry y se cruzó de brazos, como retándola a que se quejara. La chica se quedó mirándolo y luego dijo con una leve sonrisa:

-¿En verdad sentiste que el...?

-Hermione... –el chico la volvió a interrumpir. –para ser claro, yo puedo asegurarte que Ron, cuando te vio, sintió algo que no es solamente amistad, y aunque fuera muy leve, con el tiempo se va a incrementar, más estando cerca de ti, y se va a dar cuenta de que te ama... No te tienes que rendir, después te arrepentirás...

Ella no dijo nada. Se quedó pensativa un tiempo, hasta que:

-Pero Joanne es mucho más lin...

-¡Hermione¿Acaso nada de lo que te digo importa? Escucha, tu eres mucho más linda que Joanne, y lo que es mejor: tu eres única, tu tienes una personalidad tan especial que Ron no dudaría un segundo entre tu y ella...

-¿Y porqué se puso de novio con Joanne, entonces?

-Porque todavía no sabe lo que siente, o lo sabe pero no esta seguro, ve a adivinar tu que pasa por la mente y el corazón de Ron, Hermione... Tu misma te diste cuenta de lo que sentías hace... –Harry sacó la cuenta. -... ¿dos días?

-Sí... –la chica se calló, pero Harry se dio cuenta de que no estaba del todo convencida. Acto seguido, introdujo la mano en el bolsillo de su pantalón, y sacó un billete de 50 dólares muggles.

-¿Quieres este billete? –le preguntó a Hermione sonriendo. Ésta lo miró incrédula y confundida.

-¿Qué? Eh, claro... Harry son 50 dólares¿quién no los querría?

Entonces Harry tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo una pequeña bola. Mostrando la estrujada pelotita a Hermione, volvió a preguntarle:

-Y ahora¿lo quieres también?

-Harry, no sé que pretendes con esto, pero siguen siendo 50 dólares... claro que lo tomo si me lo das...

Harry, aún sonriendo y ante la mirada confundida de su amiga, desdobló el billete, lo tiró al suelo, lo restregó con el pie y lo levantó luego sucio y marcado.

-¿Lo sigues queriendo? –preguntó.

-Mira, Harry, sigo sin entender a dónde vas, pero es un billete de 50 dólares, y mientras no lo rompas, conserva su valor...

-Hermione... –dijo finalmente el chico. -...debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, sigues siendo tan valiosa como siempre lo has sido... Lo que debes preguntarte es cuánto vales en realidad y no lo golpeada que puedas estar en un momento determinado...

Hermione se quedó mirando a Harry sin atinar con palabra alguna, mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro. El chico puso el arrugado billete a su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó:

-Toma, guárdalo, para que te acuerdes de esto cuando te sientas mal... pero me debes un billete nuevo de 50 dólares para poderlo usar con el próximo amigo que lo necesite. Nos vemos mañana a las 10 en la puerta de tu casa, si no te molesta... y... Ron viene conmigo...

Harry se paró, sonriendo, le dio un beso en la mejilla y se alejó hacia la puerta, dejando a Hermione completamente pensativa. Ésta volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó, y con renovada energía comenzó a juntar sus cosas para luego pagar su café e irse.