Hola!

Bueno esta vez les voy a agradecer una por una como hacía en el otro foro...

Rosely: me alegro que te guste el ff, y te prometo que en cuanto sepa usar este foro bien voy a pasar por el tuyo, lo que pasa es que como soy nueva necesito familiarizarme... asique en cuanto esté acostumbrada a usarlo paso por tu ff sin demora:)

Biankradcliffe: ja me alegro por vos tambien de que te haya gustado el ff, gracias por leerlo, y que bueno que te haya entrado lo del mensaje P

Cervatilla: no te preocupes por no mandar reviews, con tal de que leas el ff y te guste me basta :) Gracias por leerlo!

Behenela: Jajajajaja gracias por leerlo! ahora sigo :D

Kmi: jaja gracias por pasarte! de verdad sos amorosa :D Me alegro de que te guste (de nuevo ajjajajajajja) ya sigo! Ah... espero en cualquier momento algun analisis eh? eh? eh? jajaja besosss

Aca sigo!

CAPITULO V: Aniversario de la muerte de Dumbledore.

Hermione abrió los ojos. El reloj despertador sonaba horriblemente fuerte. Estaba atontada por el sueño, pero esto no le impedía malhumorarse por la sensación de haber sido despertada tan bruscamente de su tranquilo sueño. Era odioso. Enojada, pero todavía tendida en la cama, tiró el reloj despertador al suelo de un manotazo. Al hacerlo, la alarma cesó, pero el reloj también se apagó y no pudo ver la hora. Fastidiada, tomó de la mesa de noche su reloj de muñeca que usaba diariamente y vio que eran las nueve de la mañana. Vagamente trató de recordar porqué se había puesto la alarma del despertador a esa hora, hasta que le vino a la mente la conversación que tuvo con Harry el día anterior, en el que habían quedado en verse ese mismo día a las diez de la mañana en la puerta de la casa. Se levantó de la cama dispuesta a bañarse, pero se paró en la puerta del baño.

¿Para qué había quedado en verme con Harry en la puerta de mi casa a las diez de la mañana?-se preguntó Hermione, notablemente dormida. Hasta que se acordó del aniversario de la muerte de Dumbledore, a las 10.30. -Tengo que dejar de dormirme tan tarde...-pensó, y entró al baño para ducharse.

A las diez en punto de la mañana, el timbre de la casa de Hermione sonó brevemente. La chica, en su cuarto, terminó de colocarse los zapatos y tras pasar rápidamente por el baño y acomodarse el pelo, bajó a abrir la puerta. Como era luto, estaba vestida toda de negro: pollera negra, zapatos negros, medias negras, un saco negro en conjunto con la pollera, y debajo de éste una simple blusa con un tono grisáceo. Su pelo lo llevaba recogido en un elegante rodete, y se había maquillado muy sutilmente. Para finalizar, llevaba con ella una pequeña cartera haciendo juego con todo. Allí traía todo lo que necesitaba cuando salía, entre lo que se encontraba su varita, claro, y un peculiar billete de 50 dólares muggles. No le gustaba vestirse de esa manera. Pensaba que era muy deprimente, pero pensó que ya la ocasión lo era, y se conformó con eso.

Llegó hasta la puerta de entrada. Tenía que abrir, pero no se animaba. Sabía que iba a estar Ron allí, al lado de Harry, (y quizás también al lado de Joanne...) mirándola con esos ojos verdes tan penetrantes, tan expresivos, como siempre. Pero luego se acordó de la conversación con Harry. Tenía que mostrarse estable, inmutable. No se tenía que rendir. Sacó el billete de su cartera y lo observó por unos segundos. Luego, sonrió y lo guardó dentro del bolsillo de su saco. Respiró hondo, se alisó la falda y abrió la puerta.

Allí estaba. Al lado de Harry, como se había imaginado, apoyado contra el portal, de costado, pero mirando con una gran sonrisa a Hermione. Los dos chicos iban de traje negro. Estaban muy bien arreglados y les quedaba bien. Entonces Hermione se dio cuenta: Joanne no estaba.

-¡Hola! –saludó feliz.

-Hola, Hermione... –le dijo Harry abrazándola. Luego la miró y ambos se sonrieron. –Me alegro de verte... –le dijo el chico.

-También yo... –y se volteó a ver al pelirrojo, quien aún sonreía. –Ron... –la chica le devolvió la sonrisa, pero su fortaleza se debilitó cuando el chico le dio un inesperado beso en la mejilla.

-Te ves bien... –le comentó Ron cuando se alejó.

-Gracias... a ti también te queda el negro –Hermione rió.

No te debilites... fue solo un beso... solo eso... -pensó. - Y no más risas tontas¿ok?-se dijo, horrorizada consigo misma.

-Bueno¿vamos? –sugirió Harry.

-Si, vamos... –dijo Hermione cerrando la puerta.

-Ah, Harry, me olvidé de decirte, de paso lo escuchas tú Hermione...-dijo Ron que se había acordado de algo. –Ginny va a venir también, pero nos vamos a encontrar allá con ella¿si?

-Oh...-Dijo Harry cayendo de a poco en la cuenta hasta que se le iluminó sospechosamente la cara. -¡Excelente!

Ron lo miró arqueando las cejas por la efusividad de su amigo, quien se dio cuenta de lo exagerado que había sido y agregó:

-No, digo, que bueno que venga, o sea... eh... bueno, Hermione no la vio... va a ser como un reencuentro¿no, je, je... –Harry miró a Hermione en busca de ayuda, por lo que la chica afirmó:

-Sí, en verdad estoy ansiosa por verla... –la chica sonrió.

-Sí... –Ron se encogió de hombros dando fin a la conversación y se encaminaron los tres amigos al lugar donde se celebraría el aniversario de muerte de su antiguo director de colegio. Cuando Harry sacó el mapa en el que decía cómo llegar al lugar, se dio cuenta que era cerca, así que decidieron ir caminando. Media hora después, llegaron a un lugar completamente desconocido, pero según el mapa, allí era donde estarían todos.

-¿Es aquí? –preguntó Hermione mirando enfrente suyo.

-Supongo... –dijo Ron también mirando. Estaban desconcertados, y con razón: el lugar en donde supuestamente tenían que reunirse no era nada más que una simple pared con un cartel que decía algo en un idioma que ellos no entendían. Debajo de éste, yacía una puerta de chapa totalmente desgastada. De pronto, un ruido seco los sobresaltó tanto, que los tres amigos saltaron hacia atrás y chocaron contra la pared en sus espaldas. Al hacer esto, sin querer la mano de Ron rozó la de Hermione, quien estaba al lado suyo. Los dos se miraroninexpresivamente por unos segundos, y luego Ron desvió la mirada hacia la puerta de chapa. Harry se dio cuenta de esto y sonrió para sus adentros, pero decidió romper el silencio lo más sutilmente posible:

-No me gusta nada este lugar...-murmuró. Y era verdad, ya que el lugar se asemejaba bastante a un baldío.

-A mi tampoco me gusta... –agregó Hermione.

-¿Creen que debamos entrar? –dijo Ron mirándolos.

-No lo sé... ¿en verdad será aquí? –dijo Hermione y luego miró a Harry. -¿no habrás leído el mapa al revés...?

-¡Claro que no! Estoy seguro de que es aquí... –sentenció el chico un poco molesto. Luego se dio cuenta de lo que dijo y agregó: -Bueno en realidad no estoy TAN seguro...

Hermione puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos, sin embargo, Harry le sonrió divertido.

-¡Vamos, que no es para tanto! -le dijo a su amiga.

-¿No es para tanto? Harry por fav... –Hermione ya iba a empezar a reprocharle cuando una voz los interrumpió.

-¡Harry¡Hermione¡Ron! –les llamó alguien. Era la voz de una mujer, y venía desde detrás suyo. Harry volteó primero, y vio quien los llamaba. Y sonrió feliz. Era Ginny, que corría hacia ellos. Al igual que Hermione, estaba toda de negro. Cuando llegó, saludó primero a Harry con un gran abrazo, el cual el chico disfrutó a más no poder. Cuando la pelirroja saludaba a su hermano, Hermione le dirigió una gran sonrisa a Harry, quien se la devolvió dando pequeños saltitos de emoción adicionales. Parecía un niño al cual le acababan de comprar su juguete anhelado. Luego, Ginny miró a Hermione y sonrió aún más:

-¡Hermione!-chilló riendo feliz, ya que no la había visto antes. Y ambas se abrazaron.

-¡Ginny¿¡Qué tal estas? –preguntó Hermione contenta, al haberse separado de su amiga.

-¡Muy bien¡Muy bien en verdad¡¿Tu¡¡Por dios estas cambiadísima!

-¡Tu también! –exclamó Hermione mirando a Ginny. Y era verdad, pues la chica ya no aparentaba ser solamente la hermana menor de Ron, sino que se la veía más independiente, más segura de sí misma, y más desarrollada. Ambas sonrieron por unos segundos sin decir nada, hasta que Harry habló.

-Bueno, ahora que se vieron, hay que pensar en el presente... –dijo con tono filosófico, por lo que Ginny ahogó una risotada, lo que al chico francamente le encantó. –Ya, Ginny¿sabes si es este el lugar?

-Pues sí, es este¿hace cuanto que estaban esperando? –contestó la pelirroja.

-Unos minutos... –dijo Ron que hacía rato que no hablaba. Hermione lo miró, pero éste seguía fijando la vista en su hermana. –Pero no sabemos como entrar...

-¿No? Pues síganme entonces, yo sí se como entrar aquí, vengan... –Ginny se acercó a la puerta de chapa y la miró por un segundo. Luego alzó la vista hacia el cartel indescifrable que los tres chicos habían visto antes y, para su sorpresa, la chica dijo en voz alta, casi hablándole al cartel:

-Ginny Weasley, Harry Potter, Ron Weasley, Hermione Granger. –nombró. Sin más preámbulos, la puerta de chapa se hizo a un lado para dejarlos pasar.

-Como el retrato de la Dama Gorda en Hogwarts...- recordó Hermione mientras atravesaba la puerta, que daba lugar a una amplia habitación, completamente lujosa, llena de gente con túnicas o vestida de negro.

-Miren cuantos magos... –susurró Ron.

-Sí, y el lugar nada que ver con la entrada... –comentó Harry.

Los cuatro caminaron por el reluciente piso de madera, pasando al lado de todos los magos, quienes hablaban serios entre sí. Al llegar hasta la otra punta, encontraron a la profesora Macgonagall, con una túnica negra, parada enfrente de una gran columna blanca, dándole la espalda a ellos, de manera que ninguno pudo ver tampoco lo que sostenía la columna.

-Profesora Macgonagall... –dijo Hermione acercándose a ella, sonriendo a modo de respeto. Quien volteó a verlos parecía más una señora cualquiera que su antigua profesora, aunque en verdad era ella, pero con el peso encima de unos años más, lo que la envejecía un poco.

-Señorita Granger... –dijo ésta sonriendo y tomándola de la mano. –Me alegro mucho que haya venido...

-Es un honor estar aquí, profesora... –dijo la chica aún sonriendo. La profesora le palmeó la mano y luego vio a Ron.

-Señor Weasley...

Ron asintió con la cabeza, sonriendo cordialmente...

-Gracias por venir a usted también, y a su hermana, la señorita Weasley...

-Es un placer... –agregó Ginny sonriendo. La profesora le devolvió débilmente la sonrisa y volteó a ver, finalmente, a Harry, que la miraba serio.

-Señor Potter... –dijo la profesora, mirándolo. –Esta vez el honor es mío...

Harry sonrió amablemente por el comentario pero no agregó nada. Macgonagall los miró luego a los cuatro. En el primer momento, parecía normal, pero luego se dieron cuenta de la tristeza que la embriagaba.

-Bueno, señores, siéntanse como en su casa... sepan que tuvimos que distorsionar el aspecto de la entrada para que los muggles no se acerquen, pero igualmente la velada no durará mucho, ni habrá ningún tipo de ceremonia, sólo será una reunión por respeto a Albus...-informó la profesora, pero al mencionar el nombre de Dumbledore, sus ojos se llenaron de lágrimas. –Con... con permiso... –murmuró y se alejó de ellos hacia la otra punta de la sala, donde la perdieron de vista por la cantidad de gente que había. Hermione se acercó a la columna que estaba siendo observada anteriormente por la profesora, y pudo ver lo que sostenía. Un hermoso jarrón de al menos un metro, hecho de la loza más fina que la chica había visto, y tallado en decoración con la más sutil delicadeza conocida, yacía posado en la columna. Hermione no pudo ver lo que había dentro. En verdad, ni se quería imaginar lo que podría haber dentro. Se contentó con observar la pieza por unos segundos, y luego voltear hacia donde estaban sus amigos.

-Bueno¿qué hacemos ahora? –susurró hacia los tres restantes que la miraban.

-No lo sé... –dijo Ron mirando a su alrededor, hasta que de repente abrió los ojos como platos, fijos en un punto de la sala.

-¿Qué pasa? –preguntó Harry mirándolo.

-Mira... –dijo el pelirrojo señalando lentamente hacia el punto en el que miraba.

-¿Qué? –volvió a preguntar Harry. No entendía lo que le quería decir su amigo ya que el punto señalado hacía referencia solamente a un grupo de magos hablando.

-¡Es Snape! –informó Ron impaciente. Acto seguido, Harry, Ginny y Hermione prestaron más atención y se dieron cuenta de que el chico estaba en lo cierto: Severus Snape yacía parado junto a un grupo de profesores, solo a unos metros de distancia de los amigos.

-¡Oh por favor esta muy viejo! –exclamó Harry en voz baja.

-No está tan viejo, pasaron solo cinco años desde que lo viste la ultima vez, Harry... –le dijo Hermione como si fuera lo más obvio del mundo.

-¡Claro! –le contestó Harry sarcásticamente, entornando los ojos. –Solo cinco años...

La chica puso los ojos en blanco.

-Como sea, -dijo. – creo que tenemos que ir a saludar...

-¡A saludar? –exclamó Ron mirándola como si hubiera dicho que se iba a suicidar.

-Estás loca... –murmuró Harry sonriendo, pero menando la cabeza en desaprobación.

-No estoy loca, solo digo que como fue nuestro profes...

-¡Vamos a comer algo! –la interrumpió Ron, tomándola del brazo sin darle tiempo a reaccionar. La chica bufó y dejó de insistir, viendo que no había caso. Ambos comenzaron a recorrer las largas mesas que rodeaban la sala, llenas de comida de todo tipo. Ron, aún tomando del brazo a Hermione (cosa que la estaba poniendo notablemente nerviosa) tenía los ojos abiertos de par en par, comiéndose todo con los ojos.

-¡Mira cuántas cosas! –murmuró el pelirrojo, hablándole más a su estómago que a Hermione, quien sonrió débilmente y se apresuró a voltear todo lo que pudo para ver si Harry y Ginny estaban detrás de ellos, pero se sorprendió al ver que se habían quedado hablando en la otra punta de la sala, muy lejos de ellos. Hermione volvió a mirar a Ron quien estaba con la boca muy llena mirando hacia la nada. Un segundo después, cruzó la mirada con Hermione, quien lo miraba atentamente, pensando que parecía un niño de tres años comiendo de esa manera, además de que sea lo que fuere lo que estaba comiendo, estaba claro que tenía chocolate porque sus labios estaban marrones. El chico continuó masticando, hasta que se hartó y dijo:

-¿Qué migas?

-A ti te miro... –dijo la chica riendo. -...semejante grandulón comiendo de esa manera... límpiate¿quieres? Y no hables con la boca llena jajaja...

La chicana surgió efecto. Ron soltó a la chica, y aún con la boca llena de chocolate, miró a su amiga cruzado de brazos, ceñudo y entornando los ojos. Todavía seguía masticando duramente.

-No ez gaziozo... –dijo el pelirrojo con la boca llena, mientras, por el comentario, Hermione comenzaba a reírse con ganas. -¡No tze guías! –esto hizo tentar más de risa a la chica. Cuando se calmó, Ron seguía mirándola como antes, pero con un nuevo bocado de chocolate en la boca. Se miraron un segundo y luego Ron sonrió bruscamente. Tenía todos los dientes marrones de chocolate.

-Ahh¡que asco, Ron¡Cierra la boca! –exclamó la chica sonriendo pero asqueada, tapándose los ojos con las manos.

-¡Esta bien! Ya la cierro... –contestó el pelirrojo divertido, tras lo cual Hermione se destapó la cara.

-¿Qué es lo que comes¿Torta? –preguntó la chica curiosa, viendo que Ron tomaba un trozo de comida de una larga bandeja.

-Si¿quieres?

-Mmmm... –Hermione lo pensó pero luego se decidió. Sonrió. –Bueno.

-¡Ahí te va! –dijo el pelirrojo. Inesperadamente, abrió la boca y sacó la lengua, en la cual yacía el bolo alimenticio de torta de chocolate completamente salivada y masticada.

-¡AAAAAAAHH RONN! –exclamó Hermione tratando de no hablar fuerte, pero tapándose la boca y dándole la espalda a su amigo, quien reía con ganas. -¡...cerdooo!

-Ay, vamos, ya tragué, no seas tan exagerada¡fue solo una broma! –dijo Ron sonriendo y disfrutando del momento, mientras su amiga volvía a mirarlo severa.

-Pareces un niño... Y todavía tienes la boca sucia...

-¿Te molesta? –dijo Ron divertido.

-¡Si! Ron estás en una reunión importante, límpiate¿quieres?

-Está bien, esta bien... –Ron tomó una servilleta y se limpió exageradamente la boca, y luego se acercó un poco más a Hermione para aumentar el dramatismo y se frotó los dientes con la lengua, de un lado hacia otro, repetidamente, hasta que se alejó y se cruzó de brazos, riendo por dentro. –Ya. –dijo simplemente, dejando la servilleta sucia en la mesa. Su amiga puso los ojos en blanco.

-¿Sabes? –dijo ésta dispuesta a vengarse. -Si alguien te viera de lejos, no pensaría nada raro, pero si le hablaras, despejarías toda duda de que aunque tienes el cuerpo de una persona de 23 años, tu mentalidad es de una de 3...

Ron arqueó las cejas.

-Esta bien... quedamos así... –repuso simulando estar ofendido.

-Oh, vamos no te enojes, fue solo una broma –le dijo Hermione sonriendo mientras trataba de calmarlo, sin darse cuenta de que estaba fingiendo.

-No, ahora ya la embarraste...

-Vaaamos dame un abracito¿si?

-No, no puedo porque tengo una mentalidad de un niño de tres¿no te acuerdas?...

-Oh, no seas tan chiquilín, fue una bromita, no tienes mentalidad de niño de tres, solo lo dije por venganza –rió- pero es mentira, eres una persona completamente madura...

-¿De verdad? –a Ron comenzaba a interesarle el comentario.

-Siiii...

-Mmmh... esta bien, no estaba enojado, jeje...

-Oh... bueno, da igual, amigos como siempre¿verdad? –dijo Hermione pretendiendo estar contenta, ya que muy dentro suyo, su corazón estaba haciendo un esfuerzo anormal por decir esa palabra: "amigos". Solo amigos.

-¡Claro! Jajajajaja... ¡venga un abrazo de oso!

Y Hermione lo abrazó, muy a su pesar, porque sabía que le costaría separarse de él. Pero cuando se separaron, fingió estar lo más bien.

-Y dime, Ron¿por qué no viniste con... Joanne? –largó Hermione. Lo había querido preguntar desde que vio a Ron en su casa ese dia.

-Oh... –el chico sonrió, lo que partió en dos a su amiga. –Se quedó en La Madriguera, con mi mamá... no pensé que querría venir y supuse que era una buena excusa para que se vayan conociendo...

-Oh... –Hermione no podía decir más. Solo "oh". El hecho de que su amigo haya dicho "...se vayan conociendo..." le hizo la idea de que habría mucho más por venir.

-Dime, Herms... sinceramente... ¿qué te parece?

-¿Eh? –la chica estaba en otra dimensión.

-¿Qué te parece?

-¿Quién?

-Joanne...

-Ah... eh... ¿Joanne?...

-... sí Herms... –Ron estaba comenzando a hartarse.

-Bueno... Joanne me parece... –Hermione buscó una palabra creíble. Era obvio que mentiría, porque de ser la verdad, su amigo se enojaría con ella. Claro, quien no se enojaría con alguien que fuera a decir que su novia era la persona más odiosa que había llegado a conocer. -... me parece... bien.

-¿Bien¿Solo... bien? –el pelirrojo parecía un poco decepcionado.

-Sí... bien... digo, es... es... justo para ti¿no? –dijo la chica tratando de arreglarlo.

-No lo sé... el tiempo dirá¿verdad?

-Sí... el tiempo dirá... –repitió Hermione distante.

-¿Hey, dónde estan Harry y Ginny? –preguntó de repente Ron, lo que sacó a la chica de su mundo de pensamientos.

-No lo sé, mejor vamos a buscarlos... –propuso Hermione, y se encaminaron entre toda la gente, hasta que vieron los chicos hablando animadamente en un rincón. Cuando llegaron Ron y Hermione, Harry y Ginny enmudecieron automáticamente. Ron se dio cuenta.

-¿Por qué se callan? –preguntó receloso.

-Por nada. –dijeron ambos al mismo tiempo.

Los cuatro se quedaron mirándose inexpresivos por unos segundos hasta que Hermione rompió el incómodo silencio.

-¿Quieren ir a tomar algo cuando salgamos de aquí? –propuso.

-¡Si! Me debes la del aeropuerto... –dijo Ron entusiasmado.

-Por eso¿qué dicen? –dijo Hermione dirigiéndose ahora a Harry y Ginny.

-Sí, claro... –dijo Harry sonriendo.

-Sip... –aceptó Ginny.

-SI –dijo Ron.

-¿que? –su hermana estaba desconcertada.

-Di sí, no "sip"

-¿por qué? –preguntó la chica sorprendida.

-Me estorba... –admitió Ron.

-¿Sip?

-¡Ya¡no lo dices mas¿entendiste?

-...

-...

-Sip.

-¡AAAHHH!