HOLA CHICAS! PERDONEN PORQUE ESTOY TARDANDO MUCHO LO SE, PERO NO PUEDO EVITARLO ESTOY LLENA DE COSAS.., IGUAL LES DIGO QUE NO FALTA MUCHO PARA QUE TERMINE EL FAN FIC, ASIQUE DISFRUTENLO! JAJAJAA

BESOS!

LAU

CAPITULO XI: La cena.

¡Hermione¡Queriiiida! –exclamó eufóricamente Molly Weasley, corriendo torpemente hacia ella desde la entrada de La Madriguera. El momento de la cena había llegado. Con su glorioso vestido y hermosamente producida por Ginny, la castaña apareció acompañada por ésta y Harry a las 8 de la noche en el jardín delantero de la casa de los Weasley.

-Hermione, sonríe, no te pongas nerviosa, quédate segura de ti misma, no te ruborices, acuérdate de decirle NO a las risas tontas y sobre todo, OCULTA TUS SENTIMIENTOS.- pensaba la chica mientras caminaba hacia Molly quien la alcanzó finalmente y le dio un gran abrazo.

-¡Hermione¡...tanto tiempo que no te veo! –exclamó la madre de Ron cuando la hubo soltado, acompañándola de nuevo hacia la entrada de la casa, mientras que Ginny y Harry las escoltaban (la primera haciendo graciosos gestos de "¡se olvido de nosotros!"). –Pasa, pasa, oye... –Cuando llegaron a la cocina, Molly la miro como si la viera bajo una nueva luz. -... ¡estas mas flaca¿Has estado comiendo poco?

Hermione rió ruborizada.

-Créeme que comí lo suficiente. –dijo sonriendo.

-Oh, bien...¡Harry! –dijo Molly al notar su presencia, sonriendo. -¿Cómo estas?

-Bien, bien.

-¿Quieres ver el comedor? Puse la mesa allí. –preguntó Molly dirigiéndose nuevamente a Hermione.

-¿Comedor? –pregunto esta no recordando que en La Madriguera haya comedor.

-Sí, hemos agrandado la casa... también el cuarto de Ron lo hemos vuelto a pintar porque ese naranja era horrible... pero no le digas que no me gusta. –añadió Molly susurrando.

-No te preocupes, mamá, ya lo sabía y créeme que no me importa. –dijo una voz grave, acercándose desde lejos. Ron acababa de bajar de su habitación y se encontró con ellos en la cocina. Hermione miro de reojo como venía, sonriendo, con confianza, como nunca lo había visto. Estaba recién bañado, con una camisa y pantalón negros, lo que resaltaban sorprendentemente sus impactantes ojos claros.

-Hola. –saludó sonriendo a Hermione. Pero de lejos.

-Hola, Ron. –dijo ella tratando de sonar lo mas amable posible, pero el hecho de que ni siquiera se le acercara la confundió bastante. Ginny miró a su hermano con una mirada que casi le reprochaba que no se le acercara a Hermione, pero éste no hizo caso y hablo como si nada.

-Joanne esta por venir, se esta cambiando -dijo el pelirrojo.

-¡AH¡como si a alguien le importara!-pensó molesta Hermione. Sin embargo le dirigió una forzada sonrisa al pelirrojo, solo por rellenar ese incómodo espacio entre un comentario que estuvo de más y la reacción de la gente.

-Eh... –a leguas se notaba el esfuerzo de Molly por decir algo, pero no se le ocurría.

-Molly¿quieres que te ayudemos a poner la mesa? –ofreció rápidamente Harry.

-¡Oh¡claro, vengan... –dijo la madre de Ron, guiando a los cuatro chicos al comedor. Era muy amplio y lleno de muebles de madera. En el centro había una gran mesa de vidrio con nueve sillas blancas a su alrededor. Al llegar allí, se encontraron con Fred y George, quienes saludaron primero a Hermione.

-¡Hermione! –dijo Fred.

-¿Cómo estas? –preguntó George.

-Bien, gracias chicos¿ustedes¿cómo va la tienda de chascos? –preguntó interesada la chica.

-Genial. Excelente. –respondieron los gemelos. Sin más, se fueron hacia su habitación intercambiando miradas cómplices.

Hermione se quedó extrañada hasta que se dio cuenta que Ron la estaba mirando con aspecto perdido, y rápidamente desvió la mirada al ver que ella se la cruzaba.

Cuando terminaron de poner la mesa, con toda la decoración que había preparado la señora Weasley, Hermione cedió a su tentación de echarle otra mirada a su pelirrojo amigo del cual quería atraer la atención tan calladamente, pero se vio interrumpida en esos pensamientos cuando súbitamente éste se dirigió hacia las habitaciones. A la chica le entraron ganas de seguirlo ya que iba con un semblante preocupado, pero se contuvo. Miró a Harry y a Ginny que hablaban muy animadamente. Al chico se le notaba un brillo en los ojos muy particular y sonreía muy plácidamente. En verdad estaba a gusto con Ginny. Hermione se alegró mucho por él, ya que tenía miles de posibilidades de estar con Ginny... en cambio su situación era más complicada...

-Ginny, voy a pasar un minuto al baño... –dijo Hermione. Necesitaba lavarse la cara.

-Esta bien pero vete al de arriba¿si? –dijo Ginny un poco distraída mirando a Harry.

-Esta bien... –Hermione sonrió por la actitud de su amiga y se dirigió sin cuestionar nada hacia el piso de arriba. En eso estaba cuando recordó que justamente estaba repitiendo el camino por donde se había ido Ron segundos atrás. Se paró en medio de la escalera pensando en el riesgo de encontrarse al pelirrojo en el camino hacia el baño y no saber que decir. Sí, eso sería obvio: nunca se sabe que decir cuando queremos dar una buena impresión.

-Pero necesito despejarme. Además... ¿tanta mala suerte voy a tener de cruzármelo justo cuando voy al baño?-pensó Hermione, y decidida, siguió caminando. Recordaba bien las habitaciones, la de Ginny, de los gemelos... pero la que más recordaba era la habitación de...

-¡Ron!

Hermione se sobresaltó al escuchar una voz de mujer que venía desde la vieja habitación de su amigo pelirrojo. Acaso... ¿acaso Ron estaba allí dentro con...?

-¡Joanne!

La castaña no sabía si seguir su camino hacia el baño o no. Le tentaba quedarse porque parecían estar peleando... por otro lado sabía que tenía que darles privacidad si así era... pero la intriga fue mas fuerte. Se quedó donde estaba.

-¡Escúchame! No puedes quedarte aquí encerrada¿entiendes? –gemía Ron. Casi rogaba.

-Es que no quiero ir, cariño¡tú entiende! –le dijo Joanne.

-Joanne, necesito que bajes, esta cena es importante para mí, y quiero que estés presente...

-No me obligues Ron, no voy a ir. –dijo tajante Joanne.

Hermione se acordó de sí misma diciéndole lo mismo a Harry. Sintió una profunda lástima por Ron.

-¿No me vas a hacer ese favor? –dijo Ron casi amenazante..

-No. No pertenezco.

-¿No perteneces¿¿A dónde?

-A... tu familia. –dijo Joanne vacilando.

-¿Estas bromeando? Joanne no me des mas vueltas: si no quieres bajar me dirás ya porqué. –le espetó Ron.

-Primero: no me hables así, Ronald.

-¡HEY¡YO le digo "Ronald" cuando estoy enfadada con él!- pensó indignada Hermione desde afuera.

-NO me digas Ronald. –le dijo Ron duramente a Joanne. –No lo soporto y lo sabes.

-¡Ah claro pero cuando tu amiguita Hermione te dice Ronald no le dices nada!

Hermione se quedó paralizada. Ahora menos que antes se iba a ir al baño.

-¡Ah, es ese el problema? Pues sabes Joanne en mi familia siempre te aceptaron, tú eres la perseguida. –le dijo Ron.

-¡Ya lo sé y lo agradezco¿¿pero que hay sobre tu amiguita? –Joanne parecía estar enfadada.

-¡Qué tienes contra Hermione¡Es sólo mi amiga! –le dijo Ron.

-Pues no lo parece. Yo veo como la miras. –le dijo Joanne normalmente, lo que asustó a Hermione porque parecía que la "tormenta" acababa.

-La miro como miro a Harry y como miro a mi hermana, de verdad Joanne si es por tus celos sin sentido que no quieres bajar me voy a enojar mucho.

-Pero...

-Lo digo en serio.

Hermione esperó pero parecía que los dos se habían reconciliado, ya que escuchó un tonto "Está bien, perdóname" entre risas de Joanne, y luego un horrible silencio.

-¿Acaso se estarán...¿¿Besando¡Ah¡No lo soporto!- pensó decepcionada Hermione, y fue a paso ligero hasta el baño en donde se encerró y se apoyó contra la puerta. Se tomó fuerte la cabeza y los cabellos, tanto que casi se los arranca. Estaba poderosamente enfadada, triste, angustiada. Ron había confirmado que no sentía nada por ella. ¿Acaso podía ser más desgraciada? Una lágrima de rabia le cayó por la mejilla, cuando escuchó pasos que iban hacia donde estaba ella.

-¿Hermione? –era la voz de Ron. La chica respiró hondo y se secó la cara. No quería que "su amigo" supiera que estaba llorando por él. Era humillante.

-¿Si? –contestó como si nada.

-Eh... ¿estás bien? –preguntó Ron.

-¿Porqué demonios pregunta eso¿Acaso se nota lo mal que estoy? No puede ser, si ni siquiera me ve...- pensó Hermione.

-Estoy bien, Ron. –dijo sin agregar más.

-Bueno... entonces apúrate que está la comida¿si? –dijo Ron amablemente.

-Sí, ya voy. –contestó Hermione. Cuando no escuchó ningún ruido del otro lado de la puerta, se apuró a lavarse la cara con agua bien fría (¡El maquillaje! Ginny me va a matar...) y se secó cuidadosamente. Cuando hubo terminado se miró al espejo. Tenía cara de pura amargada así que decidió forzar (otra vez) una sonrisa, como para no amargarles la noche a los demás, por lo menos. Con eso abrió ágilmente la puerta, pero al salir tan abruptamente chocó con algo inesperado que la estaba esperando a que salga: Ron.

-¡Oh! –la chica se asustó y tropezó con su vestido, teniendo el pelirrojo que sostenerla.

-¿Te asusté? –le preguntó Ron ayudándola a que se incorpore tomándola de las manos y dedicándole una gran sonrisa. Una sonrisa que la mataba.

-No. –Hermione también sonrió plenamente. –Estoy bien, gracias.

Pero la chica ya se había incorporado y comenzaba a ponerse nerviosa porque Ron no le soltaba las manos. Se había quedado sonriéndole perdido.

-Ehh... ¿Ron? –la castaña rió nerviosa.

-¿Eh? –el chico pareció volver en sí y la soltó rápidamente dándose cuenta de su "error". Se ruborizó levemente y trató de explicar.- Te... eh... estaba esperando... así bajaba contigo...

-Gracias. –Hermione sonrió aún más por la consideración de su amigo, pero vio que éste esquivaba su mirada por lo que ella siguió clavándole sus ojos a propósito.

-A ver cuanto aguantas- pensó Hermione.

-Bueno. –dijo Ron cortante y forzándose a si mismo a mirar a la chica -¿Vamos?

-Vamos. –ésta caminó todo el trecho hasta el comedor delante de Ron sin voltearse. Cuando llegó, vio que estaban todos sentados alrededor de la mesa, y al ubicar al señor Weasley en un extremo, lo fue a saludar y se sentó al lado de Ginny y de Joanne, enfrente de Harry y Ron. La cena transcurrió normalmente, exceptuando algunos comentarios incómodos de Ron o Joanne, pero bastante pasables porque Harry o Ginny siempre salvaban los silencios cambiando de tema, y sino se quedaban escuchando a los demás. Cuando terminaron de comer el postre, cada uno se fue dispersando a un lugar diferente de la casa, pero lo que mas sorprendió a todos (o al menos a Hermione y a Harry que no eran de la familia) fue Joanne que, apenas terminada la cena, se retiró alegando que no daba mas del cansancio. La castaña miró la reacción de Ron, el cual estaba muy extrañado, casi decepcionado. Por otro lado, Harry y Ginny se quedaron hablando en la mesa y Fred y George estaban hablando con sus padres sobre el negocio, mientras iban de un lado a otro de la casa, a veces mostrando algún invento en exclusiva. Hermione se quedó viendo el espectáculo junto con todos, pero luego vio que, disimuladamente, Harry se iba del comedor, y minutos después, Ginny también, bostezando. Ron luego se fue al baño. La castaña estaba bastante cómoda en el comedor con todos pero empezó a cansarse de los ruidos de los gemelos y decidió buscar a Harry a ver si podía hablar con él al menos. Se le ocurrió que podía estar en la cocina, así que hacia allí se encaminó, pero no pensó encontrarse con él en esa situación. Agradeció que no se le escuchó entrar, ya que el chico y Ginny estaban muy... "ocupados" besándose. Decidió retroceder sin que se den cuenta, haciendo como que no vio nada para que pudieran quedarse solos y tranquilos. Después hablaría con Harry, lo felicitaría y le haría contarle todo..., mientras, pensó en ir al jardín trasero a tomar aire.

-Espero que allí no haya nadie besándose...- pensó Hermione amargamente pensando en que las posibilidades que Fred y George se besaran eran pocas, las de Molly y Arthur también ya que no creía que se fuesen a besar en medio de todos, quedando solo una pareja disponible para que esté allí y no le agradó. Sin embargo, decidió arriesgarse y salió afuera, pero vio que no había nadie. Había un nuevo banco entre varias plantas y flores, y se sentó allí, dándole la espalda al resto de la casa. No sabía porqué, pero le encantaba estar al aire libre, sobre todo si era de noche. Alzó la cabeza y comenzó a mirar las estrellas. El cielo estaba completamente despejado, se veía todo, y la luna sobresalía. Era luna llena. Se acordó de Lupin. ¿Cómo estaría? Había oído que estaba haciéndose un tratamiento mágico más avanzado recién descubierto para sus cambios a hombre lobo...

En aquello pensaba, todavía mirando hacia arriba, al cielo, cuando oyó una grave voz que le hablaba en el oído.

-Quisiera saber qué estas pensando en este momento... –le susurró Ron. Hermione se estremeció y volteó a ver a su amigo quien se estaba sentando al lado suyo en el banco, sonriendo.

-Nada... –dijo la chica controlando sus sentimientos como nunca, tratando de parecer indiferente al hecho de que el pelirrojo estaba tan cerca de ella. En el fondo nunca sabía porqué actuaba así. -... cosas.

Ron miró hacia arriba, mientras que Hermione lo miraba a él, disimuladamente.

-Eres tan lindo... ojalá me mirases a mí con tanta admiración con que miras a las estrellas...- pensaba. Luego desvió la mirada y acompañó a su amigo con la observación del cielo. Se quedaron los dos varios minutos sin decir nada, sólo mirando las estrellas, mirando la luna, pero sin comentar ni una sola palabra. En un momento, a Hermione le llamó la atención que Ron cerraba muy fuerte los ojos al lado suyo, y caía una lágrima en su cara. A la chica se le partía el corazón. No podía verlo así. Sabía que estaba sufriendo por esa estúpida de Joanne. Sabía que él sabía que lo que hacía estaba mal. Porque él ya se había dado cuenta que sentía cosas por Hermione. Sin embargo...

-¿Ron¿Estas bien? –le preguntó suavemente la chica. Vio como se estremecía su amigo y abría rápidamente los ojos. Pero no se movía.

-No... –dijo el pelirrojo con voz ronca. Se aclaró la garganta. –No estoy bien.

-¿Qué pasa? –preguntó Hermione comprensiva.

-Hermione... estoy... muy confundido... ¿nunca sentiste que lo que haces esta mal, y lo sabes, pero no tienes el valor para cambiarlo? Así me siento yo...

La chica no sabía qué decirle.

-Me parece que... si en verdad quieres cambiarlo, Ron, el valor lo conseguirás... –le dijo Hermione.

-Puede ser...

-Hey... vamos... –la chica trató de animarlo. No sabía para qué. -... todo se va a arreglar.

Ron no contestó. Sólo giró la cabeza y la miró, y ella hizo lo mismo. Veía en esos ojos azules un gran sentimiento. Se sorprendió al ver cuán expresivo podía ser su amigo con una sola mirada. Nunca se lo hubiera imaginado en Hogwarts. Tan chistoso, tan inmaduro, tan indiferente. Ahora era sensible, maduro... deseable. Se quedaron mirándose, en silencio. Un silencio que no tenía palabras pero a través del cual se decían todo. Aunque Ron se quisiera reservar lo que sentía, parecía que lo estaba gritando con la mirada. De repente, Hermione no resistió el impulso y lo abrazó, y Ron se dejó, como un niño que deseaba el cariño de su madre. Y ella se aferró a su cuerpo, lo sintió, admiró con la fuerza con que el chico la abrazaba. Sentía que no se quería soltar de ella. Hermione disfrutó cada segundo, hasta que, por segunda vez, Ron se alejó de ella bruscamente y se puso de pie, mirándola como si fuera algo que no se debía tocar.

-¡Ron! –exclamó ésta sorprendida. -¿Qué pasa?

-¡Nada! –respondió él nervioso.

-Ron, es la segunda vez que te pasa esto¿qué tienes? –le dijo la chica cansada de que el chico no admita lo que siente. Quería saber si era verdad o no.

-No tengo nada¿por qué habría de sentir algo? –dijo el chico.

-¿VES¡Dijiste "sentir"¡Nadie habló de sentimientos, Ron¿¿Qué te pasa? –Hermione estaba impaciente, pero, en ese momento, el chico quiso irse, como había hecho en su casa, pero esta vez Hermione lo detuvo poniéndose enfrente suyo, cortándole el paso. Aunque en vez de amenazarlo como la última vez, trató de ser comprensiva. Y fue al grano. –Ron... –dijo suavemente mientras el chico se calmaba un poco. –¿Hay algo... que me quieres decir?

-... ¿Yo? –dijo Ron mirándola con el ceño fruncido.

-Sí.

-No... nada.

-¿Porqué te agitas? –le preguntó Hermione. Y era verdad, Ron estaba muy nervioso.

-Yo no--...

Pero el chico no terminó la frase y bajó la cabeza. La chica vio con admiración la forma en que su pelo se le resbalaba por la cara.

-¡No aguanto, no aguanto, no aguanto, no aguanto!- pensaba Hermione tratando de contener sus ganas de besarlo. En ese momento, el chico volvió a alzar la cabeza y la miró directo a los ojos. Estaba a punto de caer en el llanto, pero se contenía.

-Ron... –a Hermione se le volvió a partir el corazón de verlo así. Pero el chico la interrumpió y le puso sus manos en los hombros.

-No puedo decírtelo. –dijo con una débil voz baja. –No puedo...

Hermione estaba paralizada.

-...pero te prometo que algún día lo sabrás... –finalizó el pelirrojo.

-No puedo esperar, Ron. –dijo la chica en voz baja también, acercándose a él. –hace tiempo que te noto extraño...

-¡No puedo creer que se lo este diciendo! No pienses, Hermione, no pienses...- se decía a sí misma.

-No quiero perderte... –admitió Ron.

-¿De qué hablas? –Hermione estaba ahora realmente confundida. ¿Perderla?

-Yo me entiendo...

-¡Pero yo no!

-Hay cosas que son mejores no saberlas...

Y así, en suspenso, la castaña se resignó suspirando a verlo irse, sin obtener más que una terrible angustia por esa incógnita que la encerraba.