Dos vidas conmigo...

By Nadesiko Takase

Capítulo Tres:

"Ardan..."

Esa misma noche, los Organizadores del Torneo ardieron en vivas llamas que consumieron tanto sus vidas como sus cuerpos mortales.

No fue hasta que vio su entorno reducido a cenizas que Hao comenzó a sentir un átomo de satisfacción.

La voz se propagó casi te velzomente como las voraces llamans del infierno creado por aquel Shaman que muy pronto se apoderaría de los Grandes Espíritus. El olor a muerte era arrastrado por el viento y percibido por todos los Shamanes.

Un desenlace ineseperado para los participantes se aproximaba.

Las voces y los gritos de alerta le llegaban opacados, sumida en su baño caliente, hundida en el agua hasta el cuello, rodeada por un efímero manto de vapor. Sumergida en sus cavilaciones era ajena a la revolución que se desarrollaba afuera.

"Todos percerán..."

"No lo puedes asegurar"

Aún no nace la persona que pueda hacerle frente"

"No trates de manipularme, sabes que no puedes engañarme..."

"Si insistes con esa tontería lo único que lograrás será llevarlos a todos a la muerte"

"Al menos lo habremos intentado"

"¿Podrás tricionarlo?. Sería como traicionarte a tí misma..."

"Sería como traicionarte a TI, querrás decir"

Se sumerguió por completo en el agua, tratando de callarla, de hacerla desaparecer. Permaneció bajo el agua oyendo los latidos de su corazón, fuertes y claros, rodeada de calidéz reconfortante, prestando infinuuita atención de las burbujas que salían de su nariz y boca.

Los susurros no cesaron, pero al menos se mantenían alejados, murmurando palabras inentendibles...

"Nunca más..."

Las oyó con tanta claridad que parecían haber sido susurradas a su oído, opacando las demás voces, sobresaltándola y obligándola a emerger en busca de aire.

Llenó sus pulmones con el precioso gas, jadeando.

Abruió lentamente los ojos, y la imagen idefinida de Hao, parado en la orilla, mirándola con ojos asesinos, sobrenaturales fue recibida por sus sorprendidas pupilas castañas.

Sin mediar palabras, el Shaman se inclinó frente suyo y volvió a hundirla en el agua, sujetándola con fuerza para que no pudiera salir por aire. Samara luchaba por emerger, pero la fuerza que Hao imprimía sobre ella era demasiada, y no se encontraba en una posición favorable para defenderse como era propio en ella.

Sus dedos se enredaron en la larga cabellera femenina para sacarla a superficie unos instantes; los suficientes para hacerle saber que esos eran sus últimos minutos de vida:

- Pagarás por lo que hiciste, Samara. - su voz sonaba baja, casi silbante. Podía ver en sus ojos arder un fuego implacable, hambriento.

Sin más reparos, el Shaman volvió a hundirla con fuerza, esperando a que la vida se le extinguiera, olvidando por completo en ese arrebato de ira quién era ella, olvidando que no podría vivir sin ella.

Tras eternos segundos de lucha desesperada, la mujer logró liberarse del agarre del Shaman y emerger, jadeante y llorosa. Sus manos se posaron sobre las de él y sus ojos se encontraron.

Hao soltó lentamente el agarre que tenía sobre la chica, sin dar crédito a sus ojos, que se ensancharon en respuesta a la sopresa que se llevaba.

- Samira... - susurró sorprendido, sin ocultar su consternación.

- Shh... Ya pasó. - lo tranquilizó aquella memorable voz, mezcla de suavidad y poder que incitaban a obedecerla.

Los dedos femeninos rozaron levemente su mejilla a modo de caricia antes de emerger del agua y ponerse la bata que colgaba de la puerta. Antes de cruzarla, se detuvo sin voltearse y habló la atercuiopelada voz de la Oficial:

- No lo vuelvas a hacer. - le advirtió.

Hao la observó de reojo alejarse por el pasillo, para oírla una vez más hablar con autoridad, firmeza:

- ¡...Nunca más!.

Samara se vistió y salió de la cabaña de los baños con intenciones de dirigirse a su cabaña a descansar para el día de mañana, pero entonces se percató del alboroto y pánico que se había desatado a su alrededor.

- ¿Qué sucede?. - preguntó deteniendo a un Oficial del Torneo que pasaba con prisa por su lado.

- ¡Hao se apoderará de los Grandes Espíritus!.

Samara sintió que se le caía el alma al suelo por la impresión.

Creía tener mas tiempo...

- Incineró a Golda y los demás... Y Nichrom está con él... - añadió alarmado, antes de echar a correr nuevamente.

Samara ya sabía de la traición de Nichrom... Así como ya sabía del encuentro de Hao con Yoh...

Meneó la cabeza en sentido negativo...

Debió haber detenido ese encuentro... Sabía que tan pronto Hao sintiese una vez más lo que era estar completo, iniciaría con su plan apocalíptico de una vez por todas. Al menos Yoh no se había unido a su hermano gemelo en su plan, que era otra posibilidad que le preocupaba. Después de haberse hecho uno, muchas cosas podrían cambiar...

Una parte suya observó con ira y celos enfermizos a Hao reencontrarse con su alma completa aquella noche, pero al mismo tiempo una profunda felicidad la llenó al saber que pronto sería el Hao de antes. Fue por eso que no pudo detener el encuentro, muy a pesar de sus esfuerzos y lucha consigo misma...

"¡Basta!"

Debía reunirse con Ana, Yoh y los demás para elevear la Torre de Babilonia en un último intento de detener a Hao, que bien pordría verse frustrada como muchos otros...

Con la firme resolusión de entorprecer los planes de Hao, dio los primeros pasos en su carrera en busca de los demás. Fue entonces que un punzante dolor en el pecho la hizo tropezar con sus propios pies y caer al suelo. Se llevó una mano al pecho, abriendo los ojos con sorpresa... Eso no podía estar pasando... No ahora que tenía que detener a Hao.

"¡Basta!. ¡Es mi vida!."

Paulatinamente, el dolor fue menguando permitiéndole ponerse de pie con firme resolusión de no ser detenida por nadie. Juntó fuerzas y comenzó su recorrido.

Ana, Yoh y los chicos ya la esperaban en el bosque, donde habían acordado realizar el ritual. Ana sostenía el rosario de los 1080 y permanecía a lado de su prmetido mientras que los chicos hacían de pilares, ya ubicados en posición, formando un pentagrama.

Todos habíamos asistido al improvisado encuentro en tácito acuerdo al enterarnos de los movimientos de Hao.

- ¿Están listos?. - interrogó apenas estuvo lo suficientemente cerca como para ser oída.

Habían planeado erguir la Torre para unas horas mas tarde, pero el súbito giro, si bien no demasiado sopresivo, los apremiaba y todos debían estar al máximo de sus fuerzas si querían que aquello resultara.

Los chicos asintieron, algunos mas energéticamente que otros.

La tensión era palpable en el aire, el viento estaba inquieto, los Espíritus se susurraban unos a otros el desenlace de aquella historia.

Ana se posicionó y sin mas preámbulos, conmenzó a recitar los cánticos para levantar la Torre de Babilonia mientras los demás, que hacían de pilares, invocaban temerarios a sus espíritus acompañantes. Los melodiosos rezos de los labios de la sacerdotisa prosiguieron. Todos sentían el cosquilleo de espectación en el estómago, deseando acelerar el proceso.

Súbitamente, se oyó un fuerte rigido que hizo temblar la tierra al mismo tiempo que la poderosa Torre de Babilonia se erguúa poderosa e imponente frente a ellos, brindándoles un rayo de esperanzas.

- ¡Qué pequeños son!. - se oyó una conocida voz que hizo que se les pusieran los pelos de punta.

El poderoso Shaman del fuego se hizo presenta ante sus ojos entre lenguas de fuego que se retorcían violéntamente en su entorno, dominadas por él. Con Hao venían algunos de sus seguidores, Samara los reconoció como los mas leales, todos luciendo sonrisas triunfales antes de tiempo.

Sabían que habían ganado.

Samara frunció levemente el ceño.

Eternos segundos de silencio...

Se lanzaron al ataque.

El dolor de Yoh al tener que luchar contra su otra mitad, la preocupación de Ana por su prometido, el roze de despedida entre las manos de Len y Horo Horo antes de lanzarse a la batalla, la duda de Lyzerg, las esperanzas de Ryu, Cocolov y Manta... Todo aquello le llegaba cual si fuesen emociones propias, todo en breves segundos antes de empezar la lucha.

El tiempo papecía haberse detenido a contemplar la pelea desiciva. Todo transucrría con lentuitud: miradas, voces, gritos, despedidas, amenazas...

De pronto

El tiempo retornó a su velocidad natural.

- Te dije que nos voleríamos a encontrar. - le dijo una vocecilla por demás irritante.

Samara se giró y miró a la chiquilla con indiferencia.

"Chiquilla molesta", la reconoció.

La seguidora de Hao estaba segura de poder poner en su lugar a Samara.

Marion la observaba con una expresión de superioridad y una sonrisa burlona que despertó algo en el interior de la Oficial. Un sentimiento primitivo y violento que podía sentirlo fluir por sus venas como sangre envenenada.

"¡Mátala!", le ordenó la voz en su cabeza, y al instante Samara, sorprendida, sintió sus músculos contraerse preparándose para atacarla; pero se contuvo.

Pobre.

No era culpable de haberse enamorado de la peor persona.

- ¡Te daré tu merecido por traicionar a Hao-sama!. - gritó la chiquilla antes de hacer explotar su poder, atacando a la Oficial con todo lo que tenía.

Samara soltó un bufudo antes las palabras dichas por la chica para luego comenzar a esquivar los ataques sin mayor dificultad. ¿Cómo creía esa tonta que podría siquiera tocarla?. Sus niveles estaba separados por un abismo.

La pelea por el destino del mundo había iniciado.

A su alrededor, Yoh, Horo Horo, Len, Ryu, Lyserg y Chocolov daban lo mejor de sí mismos, entregándose en la lucha, haciendo arder sus energías al máximo hasta sentir que eran capaces de alcanzar el cielo.

Samara echó una rápida mirada a los gemelos para asegurarse de que Yoh no se arrepintiese. La pelea era brutal; no solo por tratarse de dos hermanos que compartían un alma, sino porque luchaban como dos desconocidos que no tenían nada relacionado el uno con el otro. La fuerza que imprimían en cada ataque hacía vibrar la tierra bajo sus pies y calentaba el aire a su alrededor.

Los ojos de Yoh lucían como los de su gemelo: era dura, implacable, sedienta.

Una explosión seguramente procediente de las peleas estalló sacudiendo a todos con fuerza y abriendo una grieta el suelo. Samara perdió el equilibrio y caía al suelo, momento aprovechado por Marion para atacarla conn fuerzas. Un fuerte golpe impactó de lleno el pecho de la Oficial, lanzándola varios metros por los aires hasta caer al suelo, tendida boca abajo.

Lejos aún de aplacar sus celos, la Shaman llegó hasta Samara y ver como el suelo alrededor del cuerpo se teñía de rojo por la sangre que lo abandonaba con rapidéz. Sonrió con satisfacción al pensar que seguramente había dañado algún órgano inmportante. Comenzó a reír.

Samara no podía creer lo que había pasado.

Eso le pasaba por soberbia. Ahora estaba a merced de la loca aquella.

Lentamente apoyó ambas manos temblorosas en el suelo para tratar de incorporarse. Sentía como las fuerzas le abandonaban con la sagre que se corría fuera de su cuerpo. Sentía los latidos de su corazón apagándose en sus oidos.

Marion, cansada de esperarla, se abalanzó sobre ella, aprovechando que todos estaban sumidos en sus peleas. Posicionó sus manos sobre el cuello de la Shaman, apretando con fuerzas. Esa sería una manera mucho mas satisfactoria de matarla, así podría ver el temor en sus ojos y su vida extinguiéndose rápidamente.

- No debiste traicionarlo... - le dijo con voz entrecortada por el esfuerzo, mientras veía como las luces en aquellos ojos castaños se apagaba.

Samara dirigió sus manos a los brazos de su atacante, conciente del hecho que moriría si no hacía algo pronto. Haciendo acopio de todas las fuerzas que restaban en su cuerpo magullado, peteó a Marion arrojándola varios metros.

Mientras Samara luchaba por recuperarse, Marion se levantaba sin mayores dificultadas con intenciones de no permitirle vivir mas tiempo, cuando el Espíritu del Fuego le dio un zarpaso con sus garras, borrándola de la faz de la Tierra.

Samara observó son sorprendida tal despliegue de poder.

Hao se aproximó a la Oficial con la mirada encendida de furia. Rápidamente, la chica conjuró su arco y flecha y se dispuso a defenderse con las pocas fuerzas que le restaban si la atacaba.

Pero esas no eran las intenciones del Shaman, en absolutos. Con rapidéz y fuerza sobrehumana la tomó del brazo y la atrajo hacia sí, mientras sus ojos recobraban la mirada sosegada de siempre.

- ¿Estás bien?. - la interrogó en tono intimidante.

Sorprendida por la actitud protectora del Shaman del Fuego, Samara se liberó de sus brazos y retrocedió unos pasos para luego levantar con manos temblorosas el arco y apuntarlo con la flecha. Tensó el arco y apuntó al cor, completamente resuelta a acabarlo antes de desvanecerse por la pédida de sangre.

Nuevamente, el mismo dolor le atravezó el pecho, arrancando un gemido de sus labios mientras se replegaba sobre sí misma.

"¡Basta Samira!. Tu ya tuviste tu oportunidad, ¡ahora déjame vivir a mí!"

Antes de que tuviese oportunidad de recuperarse, levantó la vista y distinguió la figura nebulosa de Hao parada a su lado. Entrecerró lo ojos tratando de lograr mayor nitidez, pero era en vano. Reconoció que estaba perdiendo la conciencia justo cuando caía en los brazos del Shaman y todo a su alrededor desaparecía.

oOo

Imágenes borrosas,

Voces, risas...

Recuerdos de sus vidas pasadas...

Personas y lugares que no reconocía desfilaban en su mente...

Remolinos de confunción y momentos de sociego...

Y luego nada.

Paulatinamente fue abriendo los ojos con dificultad, para volverlos a cerrar al sentir el punzante dolor de la luz en ellos. Su mente era un gran vacío. No recordaba ni su nombre, mucho menos donde estaba.

- ¿Te molesta la luz?.- le preguntó una voz afectuosa y sosegada que pareció tranquilizar la incertidumbre que sentía. Al volver a abrir los ojos se encontró con la habitación ya a obscuras.

Tenía varias preguntas flotando en el vacío que era su cabeza, pero no sabía como formularlas.

Sus pupilas se movieron incesantes por la habitación buscando algo que le reultase familiaridad, buscando un poco de claridad mental.

Pero nada.

- Me tuviste muy preocupado en un momento, Samarita. - le habló nuevamente la voz. - Llevabas así varias semanas.

Samara se había olvidado que había otra persona en el cuerto. Trató de enfocar los ojos en ella; le resultaba familiar, pero no conseguía recordar su nombre a pesar de sentir que lo tenía en la punta de la lengua. La persona se inclinó sobre ella para acariciarle con suavidad una mejilla.

- ¿Cómo te sientes?. - le preguntó, con los ojos clavados en los suyos, para luego bajarlos hasta su pecho.

Instintivamente, al ver como los ojos castaños del Shaman se dirigían a ese lugar, Samara se llevó las manos al pecho con dificultad para palpar la herida que recordaba vagamente. No había ni rastro de ella.

- ¿Qué pasó?. - preguntó con un hilo de voz, apenas entendible, dejando caer con pesadez sus brazos a los costados de su cuerpo y los recuerdos comenzaban a agolparse en su mente.

- Lo que sabías que pasaría desde el principio. - replicó Hao con suavidad.

Samira lo observó unos instantes, sin que el significado de esas palabras la afectase demasiado debido a ese estado en el que se encontraba.

Dejó caer su cabeza a un costado mientras pensaba en Yoh, Ana, Silver, Golda y todo lo que perdió.

Pero aún así no sentía ganas de llorar. Su mente aún no estaba del todo ahí.

Luego de lo que parecieron horas de divagaciones, Samara volvió la cabeza y clavó sus ojos en Hao, que permanecía a su lado contemplándola sin inmutarse.

-Tenía que intentarlo. - le confesó, sin que nada en su delicado rostro demostrase siquiera arrepentimiento o dolor.

Hao asintió lentamente con expresión tranquilia.

- Lo sé. Ya no estoy enfadado.

Se inclinó lentamente y rozó sus labios con los propios para luego plantarle un cálido beso, al cual la ex Oficial no estaba lista para responder aún.

- Descansa. - le dijo una vez que se separaron, para luego salir de la habitación.

- Hao... - le llamó la débil voz femenina. El chico se detvo en el umbral de la puerta. - ¿Qué pasó con ellos?. - inquirió con cierto temor a la respuesta.

- Lo que sabías que les sucedería. - respondió, antes de salir del cuarto y cerrar la puerta.

Así, se se fue sumiendo nuevamente en un profundo sueño; pero esta vez, era uno relajante, tranquilo como no había tenido en años. Ahora ya no oía las contradictorias voces en su interior.

Finalmente, dejaría de correr.

Fin

Notas de la autora: Muchas gracias a todos los que dejaron reviews y a los que leyeron el fic hasta aquí n.n

En cuanto a la pregunta que me hicieron sombre el incesto, la verdad lo hice por dos razones: Para expresar la comunión de las almas de Yoh y Hao mediante un acto tan bello (jojojo, que cursi soy) y así Hao viese una vez mas lo que era estar completo, y para quitarme las ganas de hacerlo!. Tengo mucho morbo en mi cabezota que quiero poner en fics.

Espero que el final no les haya dejado muy colgados!. El fic me salió mas psicológico que romántico!.

Gracias por leer.