Creo que pasó demasiado tiempo sin actualizar nada, y he empezado por esta. Después de escuchar algunos spoilers del sexto libro (que no diré) no quise dejar algunas historias aparcadas, como esta, así que fans de esta pareja y otras, seguid con ellas, porque creo que si os gustan, los autores debemos seguir con ellas. Son tan buenas como cualquiera... Besucos! Por cierto, agradezco muchísimo los reviews que me llegan

Cleo-lil

3. No te alejes... sin decirme adiós.

Una rubia avanzaba amenazadora por la calle, algo frenética, insultando salvajemente a alguien con susurros. Sus pies empezaban a dolerle de tan fuerte que pisaba sobre el suelo, y sus pelos, de los cuales se había tirado miles de veces por el camino, estaban electrificados. Cualquiera que pasara por su lado se cambiaba de acera inmediatamente.

Llegó al apartamento del moreno de ojos verdes, y parándose ante la puerta, llamó efusivamente. Sus ojos claros esperaron impacientes que la gran puerta de madera pintada de blanco se abriera, recibiéndola quien debía, o si no, iba a estallar de cólera.

Pero no abrió el moreno, sino una chica. Al verla, preguntó por el chico, por si acaso había salido ya para la Iglesia. La morena la vio algo extrañada, intentando desviar una mirada juzgadora, por lo cual, le abrió paso para dejarla entrar sin preguntar nada. Cerró tras suya, apenas la miraba de arriba abajo sorprendida.

-... pasa, está en su habitación... – ladeó la cabeza algo contradictoria y pensativa. La siguió, apresurándose como hacía la chica.

Cuando llegó a la habitación la rubia se quedó mirándole desde fuera. Desde el marco se podía ver una cara realmente furiosa. Al verla tanto El pelirrojo como el moreno, se asombraron y miraron a Hermione pidiendo explicaciones. Ella sólo se encogió de hombros.

- Harry... – su voz firme y agresiva llamó al moreno, pero a cada paso que daba para acercarse a él, su cara iba cambiando. Se acordaba de la escena antes vivida, y pensó que si se lo decía así, fuera incluso peor para él. Recordó a la pelirroja con el rubio, los dos solos, y lo que probablemente había pasado...

Sus cejas rubias se aflojaron y en su rostro apareció un ligero rubor, acompañado de unos tristes ojos. Su mandíbula se apretó, al coger al chico. Lo miró a los ojos, ese verde ilusionado, le rompería todas las expectativas de futuro con su chica... ¿y si sólo había sido un error¿un ligero desliz?... Sus celestes luceros se cristalizaron y sus piernas empezaron a temblar nerviosas. Se arrojó a su cuello llorando melancólicamente.

- ¡Ey! Que le vas a arruinar el traje... – el moreno miró al pelirrojo para que se callara, mientras la morena se daba en la cabeza. La chica se acercó hasta Ron y tirándole de la mano se lo llevó de la habitación.

- A ver Ron¿yo qué te he dicho sobre decir todo lo que piensas¡No abras tanto esa bocota tuya!... – sus voces se perdían por el pasillo, mientras un moreno extraño acariciaba la espalda a la novia de uno de sus amigos. No sabía exactamente qué le pasaba en un día tan feliz, y menos que tuviera relación con él como para venir llorándole.

Mientras tanto, en la misma casa, mientras el pelirrojo y la morena hablaban medio discutiendo, la puerta sonó. La chica fue a abrir, y cuando vio quien era, se alegró de sobremanera: era la futura esposa... ¿sin prepararse? Vio detrás al rubio, y algo no le olió del todo bien.

- Gin... ¿qué haces todavía sin arreglarte? – la miró mientras ella se sobaba la cabeza aburrida-... ¿y acompañada de Draco? Pensaba que estabas arreglándote con Parkinson... - lo miró a él reprendiéndole-... pero vino hace poco llorando a hablar con Harry...

Con las últimas palabras la pelirroja enmudeció y palideció en menos de unos segundos. Un sudor frío le recorrió todo el cuerpo y el rubio se quedó casi igual. La chica empezó a temblar echándose la mano a la boca, y con pasos breves llegó hasta la habitación de Harry, medio llorando, temiéndose lo peor. Sus ojos azules divisaron la escena: la rubia en la cama mientras el moreno la escuchaba sorprendido, y ella lloraba desconsoladamente. Se tuvo que apoyar en el marco medio desfalleciendo... Harry no se lo iba a perdonar en la vida, y ella sufriría lenta y dolorosamente.

- ... asunto de Ginny... – fue lo único que escuchó la pelirroja, pero le valió para saber que la rubia había corrido a brazos de Harry para encontrar un pañuelo en que llorar y una comprensión que la entendiera. Echando valor, cogió a Harry de la mano sin apenas mirarlo, y se lo llevó, observada por una rubia algo contrariada.

- ... Gin... – fue lo único que murmuró el moreno, parándose ella en el momento. Algo le dijo por dentro que tenía miedo, tenía miedo de perderlo para siempre. Algo se terminó de romper, y supo que a partir de ese instante, ya nada sería igual.

- Harry... – se dio la vuelta sin mirarlo, y seguidamente se puso de lado, a unos tres pasos de la puerta-... siento todo esto, y también siento que... – sintió de repente un escalofrío por todo su cuerpo, algo indescriptible, como si todo se acabara si pronunciaba esas palabras que él ya conocería. Un vuelco al corazón le bastó para contorsionar su cara en una amargura infinita-... siento que te engañara con Draco, pero por favor, créeme cuando te digo que no significó nada para mí, lo siento... yo te amo a ti... – se tapó la cara con las manos, cayéndole el pelo rojizo hacia delante. Sus hombros se movían frenéticamente, temblando.

- Ginny... – la rubia le quitó las manos de la cara algo preocupada. Se vieron azul con azul

- Tiempo te faltó para venir a decirle que me había ido con el rubio, cosa que ni recuerdo... – lamiró lagrimeando y reprendiendo a la rubia directamente a la cara, sus fijos azules en losde ellano perdonaban nada

- Pelirroja del demonio... – sus azules la vieron con odio-... no se lo dije, tonta, pensaba esperarte y que se lo contaras tú personalmente, pero lo has hecho de una forma un poco estúpida... – la chica cortó sus gemidos y miró suplicante a la rubia, le cogió de la camisa aterrorizada, con un dolor en la garganta que se expandía hacia el pecho. Miró hacia la puerta, pero el moreno ya no estaba. Se levantó como un resorte, con un desasosiego en el corazón.

Cuando llegó, paró de repente, tropezando la rubia detrás de ella. Sus ojos claros se dirigieron al rubio, que estaba apoyado en el sofá, echándose mano a la mandíbula. La pelirroja no llegó a ver los ojos de Harry, pero se fue hasta él antes de que se marchara y lo cogió del brazo anhelando su perdón.

- Suéltame... – frías palabras resonaron desde su garganta, mas gélidas y astillantes llegaron hasta los oídos de la chica. Se quedó espantada y clavada, sus músculos se entumecieron... nunca había escuchado palabras tan llenas de inexpresividad de parte del chico. Su amor se escarchó en su corazón, o más bien, lo que quedaba de amor.

La rubia siguió el camino del joven dolida, y al igual que él sin mirar atrás. El joven Malfoy recogió su chaqueta y minutos después, también salió de allí. La chica respondió a tiempo y salió tras él. Lo alcanzó en la calle, abrazándose muerta de frío, y con los ojos incrustados en un rojo granate de tanto llorar.

- Por favor, dime qué voy a hacer ahora... – lo miró mientras lo cogía del brazo, pero el rubio sólo veía irse a la rubia por una esquina. Un gruñido salió de su propia voz.

- ¿Qué haces? Suficiente has hecho ya... – le dijo con rabia y rencor las palabras tan hirientes. Lo único que ella hizo fue quedarse callada cabizbaja, aguantándose las lágrimas por fuera, mas por dentro se inundaba de culpa. El chico se revolvió el pelo arrepentido-... lo siento, no quiero que te lleves más reprimendas, y menos por mi parte.

- Tú tienes la culpa de todo...

- ¡YO? – el chico no se esperaba la respuesta, y se le cayó la boca bastante sorprendido y mosqueado. Empezaba a encolerizar su interior, apretando sus puños y entrecerrando sus ojos furiosos.

- Sí, tú... ¿cómo se te ocurre liarte conmigo¿Qué demonios me hiciste en la despedida de soltera? –ella cruzó los brazos simulando un enojo, pero era una treta para no quedarse ahora sola. Después de esto, ni su familia ni sus amigos la echarían en falta. Sólo él, que también tenía la culpa. Es más, su voz apenas sonaba recriminatoria, sino mas bien quebrada y ahogada.

- Pelirroja... – justo cuando estuvo a punto de soltarle todo, la observó mejor. Se dio cuenta de que temblaba compulsiva, estaba apunto de llorar, e intentaba pasar un dolor que se alojaba en su garganta y que la haría gritar de sufrimiento en cualquier momento. Sintió lástima, y prefirió marcharse.

El sol estaba brillante sin competencia alguna, serían las diez de la mañana. Un azul translúcido se dejaba ver, alegrando la visión de los habitantes londinenses en un domingo cualquiera. Pero alguien no estaba dichoso porque otro alguien le había vuelto ahora su existencia patas arriba, y además, lo llevaba siguiendo desde hacía al menos media hora. Estaba ya harto de que fuera tras él sin decir nada, creyendo que era tonto y no se daba cuenta.

Se paró, y ése alguien despistado chocó contra él. Se dio la vuelta con mirada cargada de rabia.

- Desde luego tú no servirías de detective o espía... – la chica lo miró con una mueca de desencanto y él siguió andando despreocupado. Cuando ella se puso a seguirlo nuevamente, un gruñido hizo advertir que se estaba encolerizando. Volvió a pararse mirando hacia arriba, pensativo, dándose cuenta que a pesar del Sol, hacía bastante frío.

- Tengo miedo...

El rubio miró atrás curioso y vio la chica con mirada aterrorizada y temblando, una mezcla de frío y terror. Sus manos estaban inquietas y miraba sus pies suspirando. Vio su propio abrigo, y que además llevaba un jersey debajo, así que molesto...

- Maldita sea... este abrigo me lo regaló Pansy, y voy a tener que ir olvidándome de ella... – lo tiró atrás justamente encima de la chica, haciendo malabares para coger algo tan pesado y grande. Se lo metió con gusto, agradeciendo algo tan calentito en tan gélido día -... ¿no piensas ocuparte de tu boda? – no se dio al vuelta para mirarla.

- Ya te lo dije, tengo miedo de tener que decir a todos que no me voy a casar con Harry por tu culpa... – miró las largas mangas con curiosidad.

- ¡QUÉ? Mira guapa, yo no soy el único que tiene la culpa, sino más bien tú... – se dio al vuelta cabreado, con una ceja en alto, señal de disgusto.

- Fuiste tú el que se lió conmigo... – metió las manos en los bolsillos, riendo.

- ¿YO? – se rascó la cabeza gruñendo, y después viendo que no le prestaba atención, se apresuró a su lado y le puso un dedo en la frente -... dos no se lían si uno no quiere...

- No si uno de los dos hizo algo para que el otro no se diera cuenta... – lo vio a los ojos acusatoriamente. El chico cerró un puño delante de su cara-... ¿me vas a pegar?- ella no se movió, es más, lo enfrentó con la mirada y esperó.

- No... –resopló-... pero mi preciosa liante, al menos está algo claro, fuera quien fuese el que se liara con el otro, tú has perdido a tu noviecito... – la chica lo miró boquiabierta, con señal de dolor en el rostro.

- Y tú has perdido a tu noviecita, y tu abrigo... – sonrió victoriosa.

- Devuélveme el abrigo...

- ¿No que pensabas olvidarte de ella?

- Devuélvemelo...

- Tengo frío, no pienso devolvértelo... si quieres quítamelo... – la chica ladeó la cabeza pertinaz. El rubio la cogió en alto y se la echó al hombro triunfador.

- Si no puedo quitártelo, pequeña terrorista, te llevo conmigo...

Tras un rato de pataletas, la chica paró de repente, y el chico ya cansado de llevarla dando vueltas a la manzana, miró a su hombro donde estaba recostada su cabeza, pero estaba oculta por su cabellera.

- Oye... – paró viéndola, ella levantó la cara muy seria, con ojos cristales.

- Dime que me... ayudarás, por favor, eres al único que puedo recurrir ahora. No creo que nadie quiera escuchar mi versión de la historia... – el muchacho la bajó, y tras varios segundos...

- De acuerdo, pero dime por qué lo hiciste... ¿realmente no recuerdas nada?- en sus ojos grises descubrió que lo decía para probarla, porque en realidad sabía, escondía que sabía algo más.

- ¿Debería recordar algo?

- Si te lo digo es para que te aclares en algo y no cometas una locura...

- Por favor...

- ... cuando volví de la despedida de Harry a recoger a Pansy, el resto de los chicos se habían ido tomar algo en la casa de Harry, creo, y entonces os vi a todas con una gran tarta, tu en medio, y después de soplar las velas, vi un rostro algo deprimido a ti... hubiera supuesto que era por la despedida y eso de los sentimientos de las mujeres...

El chico cerró los ojos suspirando y hablando lentamente. Ella lo escuchaba con atención, delatándole su corazón que iba a escuchar algo que no le gustaba... Su cara fina asomaba entre el cuello del abrigo sonrosada. Sus ojos grises volvieron a abrirse.

- ...pero cuando me di cuenta que Granger te miraba extraño, persuadida de que algo te ocurría, hablé contigo aparte... Te pregunté que te pasaba, y estabas algo pasada de copas, creo que yo también... – frunció el ceño, queriéndose acordar-... lo único que recuerdo es que me dijiste...

- ... que ya no amaba al hombre con el cual me iba a casar... – una mano en su cara reflejaba su ánimo fatalista, frunciendo el ceño tristemente, recordándolo.