CAPITULO 7
¡Excelente tiro Legolas!-
Te lo dije Estel, no hay mejores arqueros que los del Bosque Negro-
Si, bueno, tenía que comprobarlo-
Tú tampoco lo hace mal, para ser humano, claro-
Estel rió, estaba realmente feliz, se encontraba en compañía del su amado elfo, practicando arquería, charlando, había traído unos pequeños bocadillos para el medio día, solos, si, todo era perfecto.
Y dime Estel- comento Legolas al momento que soltaba otra flecha para un tiro perfecto -¿cuanto tiempo llevas viviendo aquí?-
mmm, llegue aquí a la edad de cinco años, desde entonces, Lord Elrond se ha hecho cargo de mi aprendizaje-
¿Cinco años¡pero eras apenas un niño, y ¿tus padres?-
Mi padre murió antes que yo naciera, y mi madre poco después-
¡Oh, en verdad lo siento Estel, no era mi intención afligirte!-
No te preocupes Legolas, aunque los extraño mucho, ya lo he superado-
¡Además tienes esos hermanitos tuyos!-
¿Verdad que son una pesadilla, ja ja.
¿Legolas?
¿Si?-
Y tu¿extrañas a alguien, quiero decir, en tu Reino-
mmm, no entiendo-
Quiero decir alguien especial-
¿Alguien especial, quieres decir como una pareja o algo?-
mmm, algo así-
A decir verdad no, no he encontrado a "ese" alguien, lo que mas quiero es a mi familia, mis bosques, la arquería, j�, como te habrás dado cuenta-
¡Gracias Elbereth!-
¿Dijiste algo Estel?
mmm, no nada, ejem¿te parece si almorzamos algo?-
Me parece una estupenda idea Estel-
Se habían acomodado cerca del pequeño Lago, almorzaron los bocadillos, y se recostaron sobre la suave hierba, descansando un poco, se acomodaron, de tal modo que quedaron en forma de T, la cabeza de Estel rozando la cintura del elfo.
Estel-
¿Si?-
Y tu¿estas interesado en alguien?-
¿Como dices?-
Si, que si alguna dama elfa ha llamado tu atención-
¡No, ejem, es decir, no, nadie, es decir… hasta hoy…-
¿Cómo, entonces ¿has conocido a alguien¿alguien que yo conozco?-dijo Legolas incorporándose un poco
Pues a decir verdad, si-
…-
¿Que pasa Legolas?-
Nada- respondió Legolas, recostándose de un golpe de nueva cuenta.
La verdad Legolas es que yo… yo…-
Creo que deberíamos regresar, se esta haciendo tarde- interrumpió el elfo, levantándose con la gracia habitual de su raza, se sacudió la hierbitas, y se dispuso a buscar arco y carjal.
Espera Legolas, debo decirte algo antes que partamos- se apresuro a decir Estel, sujetando el brazo del hermoso elfo – ahora o nunca- pensó el humano- no tengo nada que perder-
…-
Me gustas tú Legolas, me gustas mucho-
�!-
Eres tu el que me ha robado el corazón mi Príncipe, por favor, dame la oportunidad de demostrártelo-
A mi también me gustas Estel…-
Yo entiendo que tu eres un Príncipe, que yo no tengo ningún titulo, pero yo… ¿que dijiste?-
Que a mi también me gustas mucho tonto mortal-
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Idrial decidió tomar una caminata, era ya tarde cuando salio por los hermosos jardines de Rivendel. Era tan reconfortante este lugar, permitía descansar la mente y el alma. Encontró un buen sitio para yacer debajo de un gran olmo, no muy alejada de la misma casa de Lord Elrond. Los árboles, una masa de distintos tonos de verde, se extendían ante ella, ocultando parte de la casa y el lago. Abrió el libro que llevaba con ella pero lo dejo descansar, sin leer, sobre la hierba.
Escucho unos susurros cerca que se convirtieron en risitas entrecortadas. Tomo el libro y comenzó a leer. Poco después noto que no lograba concentrarse y dejo de intentarlo. Las risas se hicieron más fuertes y llamo su curiosidad. Se levanto de su sombreado lugar y se dirigió hacia suponía se originaban esas risas tan suaves y melodiosas.
Aranel estaba sentada en un columpio, hermosas flores se entrelazaban en las finas cuerdas que lo sostenían, hacia una guirnalda de margaritas para la dorada cabeza de Legolas, el cual se encontraba a sus pies haciendo otra para su hermana, platicándole algo en suaves murmullos. Al parecer no se habían percatado de la presencia de Idrial, su madre.
Idrial siguió observándolos en silencio. Las palabras sonaban como un leve ronroneo soporífero, mezclándose con los demás sonidos. Idrial cerró levemente los ojos, el calor de la tarde ya se dispersaba, en algún lugar, a lo lejos, canto un grillo.
Idrial abrió los ojos con un salto de sorpresa, ahora los hermosos elfos discutían sobre algo, Aranel se veía un poco triste y excitada. Parecía que le reclamaba algo a su hermano. Entre esta pequeña conmoción, Aranel soltó la guirnalda que acaba de darle Legolas, salto del columpio y se dispuso a alcanzarla.
Lo que captaron los ojos de Idrial la hizo dar un salto y gritar con voz ronca y alta, a causa del terror.
¡Aranel!-
Justo a tiempo.
Al escuchar su nombre, la pequeña Princesa se volvió hacia Idrial, ladeando la cabeza levemente en su dirección. Fueron unos pocos centímetros, pero bastaron.
El pesado asiento del columpio, arrojado con una fuerza y precisión increíbles, le paso casi rozando.
Si no hubiese sido por el grito de Idrial, el duro borde de madera le habría dado de lleno en la garganta.
Aranel no se percato del peligro que había corrido. Se dio la vuelta sonriendo y corrió hacia Idrial.
¿Que pasa madre?-
Nada, nada- respondió Idrial, fingiendo naturalidad., el corazón le latía tan fuerte en su pecho, que le ahogaba la sensación.
Aranel miro el rostro de su madre lleno de curiosidad y rió.
Te has puesto pálida-
¿Ah, si?- rió forzadamente- talvez necesito tomar mi té-
Aranel asintió, se acomodo un poco su vestido e Idrial pudo ver su negro cabello caer sobre sus hombros y el brillo del sol ahí.
Vamos Legolas, acompañemos a mama a tomar el té- grito Aranel buscando a su hermano.
Legolas estaba absolutamente inmóvil, la blanca guirnalda resaltaba sobre su suelta cabellera, el columpio seguía moviéndose, ahora mas despacio, perdiendo fuerza, tan inofensivo.
Idrial trato de leer la expresión de Legolas, pero le fue imposible adivinar que sucedía detrás de aquella mirada tan azul, abierta y firme.
Pero Idrial estaba segura ahora, estaba segura de algo: todas aquellas ideas que se le habían ocurrido, todos aquellos sueños que la asaltaban, todos los pensamientos que había dejado a un lado como un loco desvarió, todo había tenido un origen real. No eran producto de su imaginación. Todo lo que había meditado y desechado era verdad. Estaba segura, y lo mas importante…
Que Legolas sabía que ella sabía.
(-Te di una oportunidad zorra, y la has desperdiciado, y ahora aparece la dulce mama ¿no¿Quién le va creer a una elfa que abandono su reino, a su esposo y a sus hijos, ya veremos quien gana, pero de algo puedes estar segura hermanita, ni tu, ni esa estúpida de Arwen se va interponer en mi camino, Estel, el futuro Rey de Gondor es mió-)
