Capítulo 2:
·-Gracias por permitirnos quedarnos en tu casa, Hijiri.- Tsuzuki se acomodó en el confortable sofá del salón.- nuestra economía no es nada boyante.
·-¡Ni un problema!- el chico sonrió mientras les servía un té y un trozo de pastel, que Tsuzuki devoró al instante- me encanta volver a veros, tenéis un aspecto excelente.
·-Tú también.- afirmó Tsuzuki.
En efecto, durante aquellos tres años Hijiri había cambiado, y para mejor. Cuando lo conocieran, era un chico delgadito y pálido idéntico a Hisoka, pero ahora solo guardaban un breve parecido: Hijiri había crecido un par de centímetros y su cuerpo había perdido los últimos vestigios de la niñez, dejando en su lugar una figura envidiable y adulta. La delicada belleza de su rostro se había reafirmado con el tiempo, aunque sus ojos no habían perdido la chispa de inocencia y vitalidad de antaño. Tsuzuki se percató de lo jóvenes que resultaban aquellos ojos en un rostro tan bello y adulto. Sus cabellos negros caían sobre su frente y enmarcaban sus mejillas, camuflando un poco más al chico que había sido.
·-Me encanta serviros de ayuda, después de todo lo que hicisteis por mí…- Hijiri sonrió, una sonrisa cálida y acogedora, aunque su gesto estuvo especialmente dirigido a Tsuzuki.- pero me temo que apenas voy a poderos servir de nada más. Aparte de que no me apetece nada volver a meterme en un follón con demonios, explosiones y cosas raras, últimamente ando muy liado.
En ese preciso momento, sonó el teléfono del recibidor. Hijiri se disculpó con sus invitados y corrió a contestar, dejando a Hisoka y a Tsuzuki solos.
·-Está muy guapo¿verdad?- Tsuzuki sonrió mientras le metía mano al pastel de Hisoka (quiero decir, al dulce… no al chico, aunque os pueda parecer que Hisoka es un pastel ;) ).
·-Sí…
El mayor de los shinigamis miró a su joven compañero con preocupación. Aunque había intentado mantenerse afable y cordial, desde que se habían encontrado con Hijiri, Hisoka estaba extraño, mucho más ausente y reservado de lo que solía ser. El pequeño shinigami miraba los reflejos que hacía el té sobre la porcelana de la taza, mordisqueándose el labio inferior en un gesto ausente aunque… ¿era tristeza lo que brillaba tenuemente más allá del color de sus ojos? Tsuzuki se preocupó al temerse que era así.
·-Estoy bien, Tsuzuki.- Hisoka bebió un sorbo de té, sin ganas. El shinigami de mayor edad había olvidado que su amigo le leía los pensamientos a la primera de cambio- solo un poco cansado.
·-Puedes ir a acostarte un ratito, si quieres.- Hijiri había aparecido de la nada, apoyado contra el marco de la puerta- te avisaré cuando esté preparada la cena. Solo tengo una cama libre, espero que a uno de los dos no le moleste dormir en la mía…
Hisoka abrió los ojos y se sonrojó.
·-Obviamente, yo dormiré en el sofá.- se apresuró a puntualizar su anfitrión.
El muchacho suspiró aliviado y, con una ligera disculpa, desapareció por el pasillo hacia la habitación de invitados. Tsuzuki e Hijiri se quedaron solos en el salón.
·-¿Está molesto conmigo por algo?- preguntó el muchacho.
·-¿Contigo?- Tsuzuki parpadeó- ¿Por qué?
·-Me da la sensación…- Hijiri chasqueó la lengua- no sé, es como si me evitase… en fin- sacudió las manos- ¿me ayudas a preparar la cena, Tsuzuki?
El shinigami saltó de alegría en su forma chibi.
·-¡Sí¡Me encanta cocinar!
La cocina de Hijiri era pequeñita y confortable, provista de una nevera bien llena, para alegría de Tsuzuki.
·-Por cierto¿quién llamó antes?- preguntó el mayor, abriendo la alacena en busca de algo dulce y/o delicioso.
·-Mi aprendiz.- contestó Hijiri. Una sonrisa tierna se dibujó en sus finos labios- le estoy dando clases de violín, viene todas las tardes a practicar. Es un chico muy entusiasta, seguro que te cae bien. Me recuerda un poco a ti…- el joven le miró directamente a los ojos y, sin querer, se sonrojó un poco.
No hacía falta ser émpata como Hisoka para advertir el tono dulce y ensoñador que había cobrado la última frase de Hijiri, pero Tsuzuki decidió ignorarlo.
Hisoka se tumbó sobre la cama. Estaba más despierto que una lechuga, pero no le apetecía nada quedarse con sus compañeros en el salón. Corrió las cortinas, hundió la cabeza en la almohada y la mordió con fuerza.
Ver a Hijiri le había trastocado más de lo que imaginaba. Trabajar en Meifu con sus compañeros le había hecho creer que el tiempo se había detenido a partir del momento de su muerte: ni él mismo ni ninguno de sus amigos (Tsuzuki, Watari o Tatsumi) había cambiado un ápice durante todos aquellos años. Y hasta ese día, nunca le había sucedido que se reencontrase con uno de los implicados en un caso, salvo Muraki, y ese pez de invernadero tampoco parecía cambiar con el tiempo. Sin embargo, Hijiri le había devuelto a la realidad, y había despertado varios dolores que se habían adormecido bajo los días pasados junto a Tsuzuki.
Cuando le habían conocido por primera vez, verle había sido como mirarse en un espejo, era su viva imagen. Y sin embargo, ahora… había crecido. Su cuerpo había florecido con los años y también sus pensamientos, el shinigami había podido percibirlos con claridad. El muchacho se miró las manos, de dedos largos y finos: las manos de un niño débil e indefenso que ya nunca crecería. Tumbado sobre la cama, Hisoka se preguntó con angustia si él mismo se hubiese convertido en un adulto como Hijiri de haber sobrevivido…
Si Muraki nunca…
La bilis amarga ardió al fondo de su garganta, apretó con fuerza los nudillos y contuvo la respiración mientras los recuerdos acudían a él sin ser llamados.
Su pequeño cuerpo temblando en el suelo…
Aquellas caricias repugnantes…
El dolor ardiente…
Dos voces en la cocina lo distrajeron de sus pensamientos, lo cual fue un alivio.
·-¡Agh!- era Hijiri. Se estaba riendo- ¿Pero qué le has puesto, Tsuzuki?
·-Pues sal de ésta fina…
·-¡Eso es azúcar, bobo!
·-¿Quéeeee?- Tsuzuki debía estar en su forma chibi- Perdona Hijiri… lo he fastidiado…
·-¡Para nada¡Es un sabor muy especial¡Prueba un poco!
Algo ardió en el corazón de Hisoka al oír las risas de aquellos dos. Era un sentimiento angustioso y posesivo, mezclado con una especie de odio, le hacía enfermar de furia y resentimiento… no entendía muy bien a qué venía exactamente ese ataque repentino y despiadado… de celos.
Acaso…
¿Por qué estaba celoso de Hijiri?
Continuará…
Comentarios: Bueno, ya está en segundo capítulo. Me ha gustado mucho escribir la segunda parte, me encanta explorar los sentimientos de los personajes, aunque ahora que lo releo veo que me ha quedado bastante mediocre… le doy demasiadas vueltas a todo y al final la historia no avanza… en fin, el capítulo 3 será enorme, así que agarraos a las trenzas. Y ahoraaaa contestaré un poquitín a mis adoradas reviews,
Crazybaby: ¡Eres la primera persona que me ha hecho una review¡Gracias, muchas gracias! En realidad, mi texto original sí tenía guiones al comienzo de los diálogos, pero se esfumaron misteriosamente al colgar la historia y luego no sabía como arreglarlo (soy imbécil, algún día me suicidaré). En este capítulo he puestopunto y guión antes de los diálogos, espero que se vean.A mí Muraki no me gusta nada… no creo que salga en esta historia. Y el título es una mari·$&, de la burra no me bajo.
KenKo-Kun: ¡Te quiero¡Cásate conmigo! No sabes la alegría que me has dado con tu review, la verdad es que tenía muchos nervios y me has tranquilizado un montón. Me encanta que la gente con más talento que yo (fácil) me anime
Megumi: ¡Nunca me cansaré de deciros gracias¡En serio, me animáis un montón! Uy, ya verás el baticao de sentimientos que se arma ahí, espero que nadie se líe demasiado y si es así¡avisad!
