Capítulo 5:
Hisoka saludó a su compañero con la mano desde la calle de enfrente. Tsuzuki cruzó sin mucha precaución para ir a su encuentro. Era mediodía y, como no querían abusar de la amabilidad de Hijiri, habían decidido encontrarse para comer algo fuera. No tenían mucho dinero, de modo que tuvieron que conformarse con unos perritos calientes y un refresco de un restaurante de comida rápida.
·-Odio la comida americana.- murmuró Hisoka, mientras se sentaba en un banco de la calle para comer.- prefiero los guisos.
Tsuzuki miró con un levíiiiiisimo reparo la ración de pastel de manzana para llevar que había comprado de postre, y dijo:
·-Yo también prefiero un pastel de manzana casero, pero ya se sabe... ¡a caballo regalado no le mires el dentado!
·-¿Qué regalado¡Nos costó los yenes equivalentes a 1´5 € ! ( ---- chiste malo, lapidadme)
·-¿Ein?- Tsuzuki levantó las cejas, confuso.- ah, por cierto¿has oído la anécdota de la chica y el anillo de compromiso?
Hisoka estaba a punto de hincarle el diente a su perrito, cuando al oír las palabras de Asato su boca retrocedió con repelús y miró la salchicha con ojos cautelosos, esperando encontrar algún destello plateado entre la carne.
·-Agh, cállate, menuda guarrada.
·-Bueno, es una leyenda urbana... de todas formas, lo que no mata, engorda... y en nuestro caso¡no podemos hacer otra cosa que no sea engordar!- Tsuzuki mordisqueó alegremente su propia comida, manchándose los labios de ketchup.- por cierto¿qué le sonsacaste a Kenichi esta mañana?
Tsuzuki miró a Hisoka cuando se dio cuenta de que su compañero se había quedado totalmente callado, y no era porque estuviese masticando. El muchacho miró su perrito con expresión ausente, luego se inclinó hacia atrás en el banco y siguió la trayectoria de una nube con la mirada.
·-He descubierto por qué se resiste a morir...- suspiró. Parecía terriblemente cansado.- Kenichi... está enamorado de Hijiri.
Tsuzuki se atragantó con la comida y empezó a toser. Varias personas se pararon a mirarle, extrañadas.
·-¡QUÉ?- jadeó, con un hilito de voz: casi se había asfixiado.- maldición, esto nos dará problemas... aunque en parte ya me imaginaba algo así... supongo que ya lo habrás notado, pero ese chico está roto por dentro...
Tapando las heridas con vendas de sonrisas, vive por un amor que no sabe si es correspondido...
Realmente es irónico...
...es exactamente igual que yo.
·-Debemos terminar con esto cuanto antes.- determinó Hisoka- antes de que se nos escape de las manos. Yo propongo contárselo a Ken lo antes posible, pero a Hijiri ni una palabra.
·-Sí.- concedió Tsuzuki.- por cierto, Hisoka.
El shinigami más joven miró a su compañero con cierto temor, dos esmeraldas que refulgían bajo el sol. Parecía un perro a punto de recibir un golpe de su amo.
·-¿Qué es lo que siente Hijiri por Kenichi?- le preguntó Asato- ¿Pudiste leerlo?
Hisoka le miró durante unos segundos, en silencio, con un gesto ausente, como si estuviese pensando en qué decir. Tsuzuki pudo notar que algo muy complejo sucedía detrás de aquel semblante inexpresivo y vacío. Dolía verle así, le hacía sentirse impotente.
Cómo me gustaría poder ayudarte... si solo me contaras qué te ocurre.
·-Hijiri está confuso. Hay muchas cosas en su corazón.- contestó Hisoka al fin, en un tono tristemente seco y neutral. Así era imposible tantear lo que estaba pensando.
Creo que todos nos sentimos un poco así...
Repentinamente, Hisoka estiró el brazo y acarició con suavidad los labios de Tsuzuki. El contacto con los dedos del muchacho fue como una descarga eléctrica: un calambre placentero cosquilleó y recorrió todo el cuerpo de Asato, que se quedó totalmente inmóvil. Solo sus ojos se abrieron sobremanera, asombrados. Aquel gesto le había tomado por sorpresa, y más todavía su reacción.
·-Hi... Hisoka...
El chico se encogió de hombros y se sonrojó. Desvió la mirada al suelo, donde alguien había dejado tirada una colilla espachurrada. Por algún extraño motivo, parecía furioso.
·-Tenías salsa en los labios...- gruñó, nervioso. Envolvió su comida en el papel de aluminio y se levantó- voy a tirar esto, ya no me apetece comer más.
·-¡Hasta mañana, Kenichi!- una muchachita morena sacudió la mano en dirección al muchacho antes de meterse en el coche.
Ken le devolvió el gesto, se acomodó la mochila en la espalda y bajó las escaleras con paso seguro, en dirección a la puerta. Con un poco de suerte, podría ir directamente a casa de Hijiri a ensayar. Sin embargo, pronto se detuvo al ver a Hisoka y a Tsuzuki apoyados en la puerta de salida del recinto. Una sombra siniestra cubrió sus ojos durante un instante, su sexto sentido le decía que algo iba mal, que saliera corriendo de allí, pero finalmente fue junto a ellos con lentitud.
·-¡Hola! -les saludó con su mejor sonrisa, que como siempre camufló lo verdaderamente asustado que estaba.- ¿qué os trae por aquí?
·-Tenemos que hablar contigo muy seriamente, Kenichi.- le informó Tsuzuki.- pero no aquí... vamos a donde podamos estar los tres solos.
De no ser porque aquellos dos eran conocidos del profesor, Ken hubiese salido corriendo, pero si habían pasado la noche con Minase¿cómo iban a ser malas personas? Les acompañó en silencio, cabizbajo, mirando las siluetas que dibujaban sus sombras en el suelo, hasta que finalmente se detuvieron en un lugar apartado, un callejón oscuro entre dos edificios. Había ropa tendida encima de ellos, que se mecía con el viento. También había cubos de basura vacíos y varias cajas de madera abiertas. El resultado final de la escena era, cuando menos, siniestro.
·-A ver¿qué queréis?- esta vez no se molestó en aparentar ser amable e inofensivo. Había oído muchas historias de chicos engañados que aparecían asesinados en callejones oscuros como aquel.
·-Es referente a tu accidente...- empezó a explicar Tsuzuki.
Al oírlo, el corazón de Kenichi se detuvo durante un segundo.
No me lo recuerdes...
·-Es necesario.- intervino Hisoka, como si le hubiese leído los pensamientos.
·-Normalmente, cuando la gente muere, su alma viaja al Más Allá para ser juzgada por sus acciones en vida.- siguió explicando Tsuzuki, muy lentamente, dejándole tiempo a Kenichi para asimilar todas y cada una de las palabras- pero esto no siempre ocurre. Hay personas que, incluso después de haber llegado su hora, se resisten a morir y se quedan en el mundo de los vivos. Para arreglar eso, el Ministerio de los Diez Reyes del Más Allá cuenta con los Shinigamis, mensajeros de la muerte, que se dedican a atrapar las almas rebeldes y llevarlas a juicio. Tanto Hisoka como yo somos shinigamis. Kenichi, tú no debiste sobrevivir al accidente.
Aquello definitivamente era una broma, tenía que serlo. En cualquier momento Hijiri saltaría de un cubo de basura, gritando "¡inocente!" y señalando a Kenichi con el dedo. O eso, o aquel hombre estaba loco. Sin emnargo, su mirada amatista era descorazonadoramente sincera y triste, como la del médico que le había dicho en el hospital que su familia había muerto, dos meses atrás. Las rodillas de Kenichi empezaron a temblar sin control, amenazando con dejar de sostenerle de un momento a otro.
·-Eso que estás diciendo... no es verdad.- sentenció Kenichi. Sin embargo, la voz le salió débil y temblorosa, la voz de un niño.- yo no creo en esas cosas...
Pero entonces... ¿por qué duda mi corazón?
·-¿Y de verdad crees que eso marca alguna diferencia?- el tono de Hisoka fue duro y despiadado.
Cuando me desperté en la habitación del hospital, tras el accidente, recuerdo que me pregunté si realmente estaba allí, vivo y a salvo, o si todavía seguía aterrorizado en el asiento trasero del coche, paralizado, mirando impotente las dos luces cegadoras que me abrasaban los ojos, imaginando que había sobrevivido... que aún tenía toda una vida por delante.
Durante dos días me martiricé con aquellos pensamientos, hasta que finalmente me di cuenta de que nunca podría saberlo con seguridad, y supe que algo iba mal.
·-No puede ser...- fue un suspiro débil y casi inaudible. Las piernas finalmente cedieron y Kenichi se desplomó al suelo.- no quiero... no quiero morir.
Su cuerpo estaba helado y tembloroso, el suelo se desdibujó bajo él y se meció suavemente. Se sentía frío y hueco, demasiado conmocionado hasta para llorar, su rostro era una máscara gélida y pétrea.
Voy a morir...
No se había dado cuenta, pero Tsuzuki se había acercado hasta él. El shinigami se arrodilló ante él, le acarició la cabeza suavemente y lo abrazó. Sus brazos eran cálidos y tranquilizadores, de esos capaces de apartar toda la angustia y toda la tristeza del alma, muy parecidos a los de Hijiri.
·-No te preocupes...- le susurró Tsuzuki al oído. Sus palabras fueron como un sortilegio, surtieron efecto en el muchacho de inmediato- podemos darte un poquito de tiempo.
Un poquito de tiempo... ¿qué clase de consuelo era ese? Se sentía inacabo, como si el mundo terminase de pronto a sus pies... no podía creer que pronto ya sería incapaz de volver a ver otro amanecer, de escuchar la dulce melodía de su violín, de estar con Hijiri... disfrutar de su sonrisa cuando veía que había progresado, sentirse seguro a su lado y vivir el día a día junto a él, alegre y despreocupado como si fuese a durar eternamente, tejiendo sueños y esperanzas...
Aunque me concedan otro año más en este mundo, lo cierto es que ya me han matado.
Pero tampoco podía irse así, sin más... le quedaban por hacer tantas cosas, tenía tanto que agradecer, tantos favores que devolver y tantas deudas que saldar...
·-Hasta después del concierto...- suplicó Kenichi. Había dejado de temblar.- tengo que arreglar unos asuntos... pero cuando termine el concierto, me iré.
Tsuzuki lo estrechó entre sus brazos con más fuerza, y asintió con la cabeza.
·-Está bien. Hasta después del concierto.
Continuará...
Comentarios: Snif, me estoy poniendo triste con este fic... mientras lo escribía, estaba escuchando la canción Si amaneciera, del grupo Saratoga. Es preciosa, me recuerda un poco a lo que Kenichi debe sentir por Hijiri al final de este capítulo. Os recomiendo escucharla, es realmente emotiva. Este capítulo se ha salido de mis planes, en realidad es un puente entre el 4 y el 6, la verdad es que pretendía contar más cosas en este episodio, pero cuando me di cuenta ya llevaba escrito un montón y no había avanzado la historia, así que lo dejo hasta el próximo (a decir verdad, creo que se me hace tan largo porque tiene trescientos millones de diálogos, porque a fin de cuentas son solo 2 escenas). Bueno, he oído por ahí que a partir de ahora no se pueden contestar reviews, pero creo que es un bulo. He repasado las normas y no pone nada de eso, únicamente dice que no se pueden dedicar capítulos enteros para hacer comentarios de autor, y que tampoco contestemos a las reviews dándole al botón de "reenviar" cuando recibamos el review alert a nuestro correo electrónico, porque ese mensaje irá a los administradores. Pero si me equivoco, hacédmelo saber, por favor.
Senko-kun: Jeje, temo que no he cumplido mi promesa... de todas formas gracias por apreciar tanto el capítulo anterior n.n .He leído que no puedes conectarte, menudo fastidio, bueno, espero que todo se arregle pronto.
AlienaWolf: gracias, tus reviews siempre me hacen sonrojar -o- . Argh, el tomo 10 me ha encantado, me da pena que el 11 sea el último, porque la historia no termina ahí... me gustaría saber qué le pasó a Matsushita-sensei, que no saca más tomos... en cuanto a ese fic, sí lo subí, pero lo he bajado porque tenía un montón de errores y me daba muchísima vergüenza, pronto volveré a subirlo cuando lo corrija. Odiaría que te quedases sin leer el final...
Dark-san86: Jujuju coincidimos casi en todo! Hisoka for president! Me encanta ese chavalín, con su carita de niño... a mí Hijiri también me gusta de jovencito, y la autora dijo en su momento que intentaría hacer reaparecer a Hijiri, pero si lo hace ahora, ya sería un chico de 18 años! Así que por otra parte prefiero que no aparezca, y recordarle siempre de niño --. También echo un poco de menos al Hisoka de 16 años, porque aunque la cáscara siga siendo igual, su manera de pensar ha cambiado un poco...
