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—¿Sabes lo que es el amor, Shaka?
Se lo había preguntado en una ocasión, sentados uno junto al otro a la sombra de los dos árboles gemelos. Y Shaka, aun con los ojos velados, se había vuelto hacia él, en lo que pareció ser una mirada curiosa.
—Mi maestro me ha hablado de él.
Saga le miró, suspicazmente y sabiendo de sobra que lo que Shaka iba a decirle no era precisamente lo que él deseaba escuchar. Sobre todo porque era apenas un niño de ocho años, porque jamás en su vida había estado enamorado pero, principalmente, porque conociendo a su maestro lo más probable es que le hubiese dicho todo menos lo más importante...
—Es una clase de sentimiento que desarrollamos hacia los demás, hacia nuestros semejantes, hacia las cosas pequeñas de la vida y hacia cualquier recuerdo agradable que podamos guardar. Y es y será, tarde o temprano, lo único que te impulse a seguir adelante cuando ya nada más parezca tener sentido...
Los ojos del guardián de Géminis continuaron firmes sobre la silueta pequeña de Virgo, quien había inclinado ahora su cabeza.
—Eso es lo que mi maestro me ha dicho... y yo le creo.
—¿Solamente eso?
—También me dijo que algún día llegaría a amar y a ser amado por alguien... y que ese día mi entrenamiento estaría completo...
Una sonrisa escéptica se dibujó en los labios de Saga, al mismo tiempo que giraba el rostro hacia un costado. Era tan irónico que el entrenamiento de Shaka de Virgo estuviese a medio terminar...
—¿Y tú que piensas?
Shaka se encogió de hombros. Su maestro también le había hecho la misma pregunta todo el tiempo, e igual que siempre él no sabía que responder.
—Pienso que si mi maestro así lo dice... llegará el momento en que pueda entregarlo todo por mi amor a Atenea...
Atenea.
—, porque es nuestro deber como Caballeros Dorados el...
—Pero el amor no debe considerarse un deber, Shaka...
La mirada oculta tras vendas del pequeño hindú se volvió hacia Saga, quien le miraba también, con los ojos temblorosos.
—El amor es todo menos una obligación... ¿Sabes? Aunque quizás el día en que te des cuenta de que amas a alguien creas que la obligación será más bien el dejar de amarla...
—¿Por qué dejaría de amar a una persona?
—Porque no siempre te enamoras de la persona correcta... y en ocasiones no eres correspondido... y cuando sepas que tus sentimientos no son correctos ni para ti ni para esa persona... lo más probable es que...
—Mi maestro me ha enseñado que siempre que ames a alguien, nunca estará mal...
Sonriendo perezosamente, Saga puso una mano sobre la cabecita dorada. Shaka se volvió a encoger sobre sí mismo, en ese momento.
—¿Entonces piensas que, cuando te enamores de alguien, jamás vas a dejar de amarle?
—Probablemente...
—¿Aunque sea entonces cuando la necesidad por estar a su lado se vuelva más poderosa que tu propia voluntad, y termines día tras día subiendo las escaleras para poder llegar hasta su templo y poder estar con él aunque sea solamente por un momento y simplemente mirándole de lejos?
Shaka levantó la cabeza, confundido.
¿Por qué iba él a subir escaleras en busca de alguien más?
—Cuando tu corazón lata con fuerza simplemente por saberle cerca de ti, y te sientas bien y feliz con el mero hecho de saber que existe... incluso sabiendo que sus ojos no te mirarán jamás bajo la misma luz con la que tú le miras, y no serás para él nadie más que un amigo...
—S-Saga...
—Eso es el amor, Shaka...- continuó el mayor, inclinándose hacia el rostro sorprendido del joven Virgo, cuya respiración había comenzado a agitarse. –Algo que no podrás controlar nunca, y que tarde o temprano terminará dominándote, siempre que a su lado te des cuenta una y mil veces más del por qué le amas...
Y cuando la distancia entre ambos rostros se cortó y los labios de Saga se posaron sobre los de Shaka en un primer beso, todo pareció apagarse a su alrededor.
Porque fue en ese instante que Shaka comprendió que Saga había estado hablando de él...
