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Kanon se había equivocado una vez más. Como siempre.

Él lo sabía porque en aquellos momentos Shaka se había acurrucado en su regazo, tras varios días desde que le hubo hablado de sus sentimientos y habiendo encontrado en el pequeño una sumisa obediencia y aceptación a sus besos, a sus brazos. Un mudo entendimiento, una dulce y efímera sonrisa previa al envolver de dos delgados bracitos alrededor de su cuello antes de que una vez más, y esta vez con la cooperación de ambas partes, sus labios se volvieran a encontrar en un inocente contacto.

Era ciertamente desesperante tener que contenerse cada vez que su lengua ansiosa tocaba la pequeña y húmeda cavidad del chiquillo y éste gemía, ruborizándose violentamente y tratando en vano de romper el beso, pero aun así Saga, a sus 16, ya podía considerarse como todo un adulto maduro y consciente de sus actos, que sabría esperar hasta el último momento, cuando Shaka no fuese más el joven aspirante a Virgo y sí el guardián oficial del sexto templo y supiese devolver sus caricias de una forma segura y consciente.

Y así, con paciencia, había sabido continuar ganándose las sonrisas alegres del pequeño hindú en una deliciosa mezcla de ingenuidad, pureza y un simple, pleno y profundo amor.

Lo sabía.

Sus dedos se enredaron con el suave y largo cabello rubio, cayendo descuidadamente sobre los hombros delgados de Shaka y alguna parte sin importancia de su propio pecho.

Se preguntaba qué estaría haciendo Kanon en aquellos momentos...

La verdad era que desde que había llegado a un "acuerdo" con el joven Virgo, no permanecía mucho tiempo en su propio templo por estar la mayor parte del día en compañía del niño, y en consecuencia el contacto con su mellizo se había mermado casi de inmediato, y más encima porque cada vez que se llegaban a topar dentro de la misma habitación a la hora de dormir (cuando Saga no le encontraba ya metido en su cama), éste le dedicaba miradas llenas de reproche, un nulo cruce de palabras y de regalo una completa y total indiferencia que, en ocasiones como aquella, le hacían ponerse levemente melancólico.

Porque lo cierto es que le extrañaba...

Pero aun peor, y muy por encima de lo que sus sentimientos fraternales pudiesen expresar, había cabida a la duda, al temor y repentinamente al pánico de saberse descubierto. Que posiblemente Kanon, en un lapsus de irritación, hubiese sido capaz de acudir con Shion para contar lo que probablemente éste, en su papel de hermano mayor, tutor y, mejor aun, sumo representante del Santuario, no supiese todavía.

Y ya podía escuchar las palabras de Shion. El parloteo, el sermón, la histeria, los gritos. Todos y cada uno de sus defectos enumerados de menor a mayor. El reproche, la ira. ¿Es que lo que te enseñé cuando eras pequeño no ha valido de nada¡¿Adónde has arrojado las enseñanzas de tu maestro, de nuestros padres(1)¡Me avergüenzo tanto de ti!

—Shaka...

Y después, el cruento desenlace, tras el cual no podría nunca más volver a verle...

Delineó con sus dedos el contorno de la carita durmiente. Acurrucado uno sobre el otro en un costado de la cama en el templo de la virgen, considerando seriamente ir a cerrar las ventanas para que no entrara más el aire frío.

Su cabello dorado, sus mejillas pálidas, el pequeño y curioso bindi tatuado en el centro de su frente, el delgado y liviano cuerpecito.

Todo él era perfecto, y Saga se había vuelto tan adicto a él, que si de pronto se lo arrebataban de las manos, sabía que no podría reponerse jamás.

Y era entonces cuando se preguntaba, una y otra vez¿Estaba haciendo lo correcto?

Yo sé que, en cierto modo, tú tienes razón.- Aioros le había sonreído esa vez, sentados uno junto al otro a la mesa tras haberse retirado el resto de sus compañeros. –Shura es aún muy joven, y aunque me ha dicho que no le importa, sé que si insisto con esto tarde o temprano ambos vamos a terminar lastimados... y yo no soportaría que él me odiase... Moriría si alguna vez en sus ojos no pudiese encontrar más esa dulce inocencia de la que me he enamorado...

Lo comprendía. Lo entendía perfectamente...

Así que hemos decidido esperar... porque a final de cuentas yo voy a amarlo siempre, y sé que él, si realmente me corresponde, podrá reafirmar su amor con el paso de los años. Cuando esté listo para esto...

Pero él no había podido esperar. Él se había arrojado sobre Shaka como un perro de caza justo después de haber hablado con Aioros al respecto.

¿En qué clase de persona le convertía esto¿Qué tipo de guía era el que daba el consejo para poder deshacerse de éste?

"Me avergüenzo de ti..."

Sabía que Shion se lo diría. Lo sabía, porque en aquél momento, incluso teniéndole entre sus brazos, él mismo había llegado a considerarse nada más que una vil y miserable basura.

Y se daba tanta lástima...

(1) Yo sé que eso de "soy el hermano menor del Patriarca" no era más que una santa mentirota de Saga, dado que Shion y él ni se parecen, y muy por encima, se llevan nada más que 200 y cacho años... pero vamos, me hace ilusión pensar en los tres como una trina de hermanitos todos achuchables... así que así lo dejo. No se lo tomen tan a pecho.