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Había estado tratando de complacerle en todo momento. Lo sabía, aunque Shaka no se lo había dicho, porque pudo verlo en sus ojos. Había estado tratando de hacerle sentir bien, de verle feliz, desde el principio, cuando había cerrado sus ojos y devuelto su beso de aquél modo inexperto e inocente que desde aquél instante amo.

Pero Shaka... él no lo comprendía. Sabía que le quería también, mucho, y se lo había dicho en muchas ocasiones, pero él, imbécil y cegado por el amor como estaba, jamás se dio cuenta de que el te amo no había tocado los labios de Virgo jamás.

—Te quiero mucho.

Claro que le quería, y era por eso que le había aceptado. Su único amigo, el mejor. Su figura paterna, su segundo mentor... ¿Cómo no quererle¿Cómo no adorarle si había sido él el único que estuvo a su lado por todo aquél tiempo?

Te quiero mucho...

Y Shaka le quería, sí, pero nunca, jamás de la forma en que Saga le quería a él.

Pero lo que más le dolía era que él ya lo sabía.

Se detuvo finalmente, jadeando con pesadez al llegar al templo de Capricornio, recargándose en uno de los pilares y mirando con un gemido la construcción a la que se dirigía, al final de la serie infinita de escaleras que continuaban tras las puertas del templo vacío de Piscis.

Shion. Tenía en esos momentos que hablar con él... pedirle un consejo, como hermano, como Patriarca... por primera vez en muchos años sentía que le necesitaba.

—Prométeme que... cuando regrese...

Giró su rostro, bruscamente, y sintió cómo su cuello crujía doloridamente. Pero a final de cuentas estaba viendo hacia un costado, más allá de las puertas oscuras del templo, donde un par de siluetas se levantaban, sentada una al lado de la otra sobre el último escalón.

Y ahí estaban Aioros de Sagitario y Shura de Capricornio, hablando en voz baja y con las manos entrelazadas.

Se sintió mal con la simple idea de escuchar o ver lo que estaba sucediendo entre ellos dos...

—...tú todavía me vas a...

Aioros sonrió. Se había inclinado para besar los labios de la cabra, suavemente, mientras asentía un par de veces de forma descuidada.

—Yo siempre te voy a amar, Shura...

—A-Aioros...

—Voy a estar aquí, esperándote, hasta que podamos volver a encontrarnos...

Shura estaba por cumplir los 12 y dentro de nada debería regresar a España para terminar con su entrenamiento. No volvería al Santuario al menos hasta dentro de 5 años, cuando se encontrara lo suficientemente preparado como para poder portar dignamente la armadura de Capricornio, y era por esto que Aioros y él habían estado aprovechando al máximo sus últimos días en Grecia, yendo de acá para allá juntos, ignorando las rabietas de Aioria y, ante el disgusto de Shion, las responsabilidades de Aioros, de vez en cuando.

Pero eso no importaba... porque ambos habían jurado amarse siempre, sin importar la distancia, y esperar hasta el momento adecuado, cuando Shura tuviese la edad apropiada y ya nadie osara oponerse a sus deseos.

Saga se encogió de hombros.

Les envidaba, en parte, porque Shura ya tenía bastante más conciencia de sus actos y estaba seguro de sus sentimientos por Aioros, y porque, además, ambos parecían amarse de verdad...

—Te quiero...

Gruñó. Le dolía tanto el simple hecho de plantearse el haber estado forzando a Shaka durante todo ese tiempo... Volvió a gruñir, y pese a que no deseaba ser escuchado, tanto Aioros como Shura inclinaron su mirada.

Acababan de descubrirle.

Y no se veía nada bien...