Capítulo 2:

Kagome se sentó al borde de la cama y miró con detenimiento a cada unos de sus movimientos. Inuyasha se sacó la polera y al voltear para extraer la toalla que yacía dentro de la cajonera, sus cabellos negros cayeron a los lados dejando al descubierto una fea cicatriz. Como una marca. La marca de "esa mujer", pensó Kagome. Su mente voló nuevamente hasta aquellos turbulentos y tristes días, tan llenos de dolor y confusión. ¿Qué sería de ella ahora¿Sería feliz al lado de un hombre que no amaba?

.Vas a acompañarme¿verdad?- Preguntó de pronto sacándola de sus pensamientos. Ella dio un pequeño brinco al darse cuenta que él estaba frente a ella, en cuclillas, mirándola interrogativo con aquella dorada mirada tan extraña y tan hermosa.

.No tengo ánimos- Respondió apenas. Lo vio hacer una pequeña mueca y en sus ojos reconoció el brillo de la decepción.

.Pero... - Protestó el joven levemente - hace mucho no me acompañas a una velada.

Kagome bajó la mirada sintiéndose culpable. Era cierto, hacía mucho que no lo hacía. Pero tenía dos poderosas razones. La primera de ella era que Kagome siempre terminaba demasiado cansada de los estudios universitarios como para acompañarlo a algún lugar de esos. La otra razón, y más grande aún, era que detestaba aquel mundo de glamour e hipocresía en el que se desenvolvían, sobre todo Inuyasha. El joven abogado esperó pacientemente unos segundos, sin embargo, Kagome no respondió. Se levantó derrotado al fin sin decir una palabra y se fue al baño, cerrando la puerta tras si. Ella se recostó en la cama dando un suspiro. No podía dejar las cosas así, sabía lo que vendría. Ella tendría que esperarlo impacientemente hasta la madrugada. Él volvería y se acostaría a su lado sin decir nada, quedándose dormido al instante, una manera casi inconsciente de que estaba dolido por su ausencia.

Se levantó casi en contra de su voluntad y se miró al espejo. No quería ir, pero lo haría por él.

Se dirigió despacio hasta el armario y buscó uno de los tantos vestidos de fiesta que hacía mucho no usaba. Lo haría por él, para complacerlo, al menos esta vez.

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Miró el lugar sintiendo como la piel se erizaba. Allí estaban todos los hombres del mundo de los negocios y la política del Japón acompañados por sus estiradas y falsas mujeres cubiertas de lujo y distinción. Inuyasha le dio una sonrisa complacida y apretó su mano, guiándola hasta el centro donde un hombre de mediana edad los miró con una sonrisa.

.Señor Ministro.- Saludó Inuyasha, dándole la mano. El hombre le correspondió y luego miró a Kagome que fingió una sonrisa y le hizo una pequeña reverencia.

.Señorita Higurashi, al fin nos honra con su visita.- Dijo, sonriendo.

.Mucho gusto.- Respondió.

Una mujer de edad madura y algo obesa se acercó arreglándose los lentes ópticos y mirando de arriba a abajo a Kagome levantó una ceja, puesto que ella, mujer de la socialité Japonesa, conocía a todas las damas de su alcurnia, excepto a la muchacha que tenía enfrente claro.

.Señora Kaede- Dijo Inuyasha tomándole una mano y besándola. La mujer se sintió halagada.

.Oh, Señor Inuyasha, tan caballero como siempre... y ¿ella es...?

.Soy Kagome Higurashi- Respondió la muchacha con toda calma. La mujer sonrió feliz y se abalanzó a ella besando ambas mejillas de su cara, sus gestos eran un poco bruscos y toscos, que hizo un poco incomodar al ministro. No así al joven abogado.

.Oh! Joven Inuyasha, su esposa es realmente hermosa!- Vociferó. Kagome enrojeció levemente desvió la mirada. Oh, aquella confusión otra vez, pensó. Los dos hombres carraspearon.

.Kagome aún no es mi esposa, aunque ansío que pronto lo sea.- Respondió Inuyasha con una amplia sonrisa. La mujer enrojeció de vergüenza sin saber qué decir y entonces el ministro la tomó por el brazo.

.Me gustaría hablar con usted y su esposo...

Ambos se alejaron de los jóvenes conversando. Inuyasha tomó rápidamente dos copas de champan de la bandeja de un garzón que pasaba por su lado.

.Toma.- Le entregó la fina copa con líquido burbujeante a su acompañante y ella lo bebió casi de un sorbo. Estaba algo nerviosa. Sabía que estaba pensando Inuyasha, lo reconocía en su mirada, en el tono de su voz, en la manera casi inconsciente que se alejaba de ella. El asunto del matrimonio había sido tratado varias veces, la excusa de Kagome siempre era la misma. "Cuando termine la carrera"... Inuyasha se alejó poco a poco hasta los ventanales del lugar, sin duda otra vez estaba cuestionando aquella posibilidad. Lo sabía.

Kagome sintió de pronto los efectos de beber champan tan aprisa y un pequeño mareó la embargó. Caminó presurosa hasta el tocador, cuando abrió la puerta chocó con otra muchacha.

.Oh! Lo siento... - Se excusó la chica.

.No, perdón yo, fui descuidada. Respondió Kagome.

La otra sólo le dio una leve sonrisa alejándose del lugar.

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.¿Sólo?- Preguntó su asistente con una copa de champan en sus dedos mirando también de reojo a su joven esposa que conversaba con otras mujeres.

.No, Kagome vino conmigo. - Respondió Inuyasha dando un sorbo nuevamente a su bebida.

.Ah, que bien.

Sango se alejó de su grupo de conversación y se acercó a ellos con una sonrisa.

.Buenas tardes Inuyasha- Saludó.

.Hola Sango.

La chica tomó la mano de su esposo y ambos sonrieron cómplices. Inuyasha dio otro sorbo a su bebida mientras sus ojos dorados se detenían en la mano de la joven secretaria que lucía un anillo de bodas. Cómo los envidiaba.

.Hola.- Escuchó la dulce voz de la chica a su espalda, saludando a sus amigos. Ambos sonrieron complacidos.

.Me alegro que hayas venido Kagome- Dijo Sango besando su mejilla.

.Es cierto Señorita, debería venir más a menudo a estas fiestas, si no quiere perder a su prometido en las garras de alguna oportunista que no faltan en estas fiestas.- Rió Miroku. Sango le pegó un disimulado codazo a su indiscreta pareja y este la miró con cara de inocencia, pues no sabía qué era lo malo que había cometido.

.¿Que...? - Preguntó intrigado mientras veía la cara de desaprobación de su joven esposa. Kagome sólo sonrió pero a su mente volvió el recuerdo de aquella mujer, Kikyo.

.Kagome no tiene de qué preocuparse, jamás me fijaría en otra.- Sonrió Inuyasha, tomando su mano y apretándola muy fuerte.

Pasaron la velada entre charla y charla. No, nunca podría acostumbrarse a ésto. Toda su vida había vivido en aquel ambiente y jamás le agradó. Arrugó el ceño al darse de cuenta de algo. Siempre terminaba haciendo algo en contra de su voluntad¿porqué?

Bajaron los cuatro de la limosina negra del abogado y se dirigieron al ascensor que los llevaría al piso 30 del edificio "Kaze". Una vez que entraron en el gran departamento, Kagome se dirigió a la cocina seguida de Sango para ayudarla a preparar algo de café.

.¿Y como estuvieron las vacaciones?- Preguntó el asistente mientras se sentaba pesadamente en el sofá blanco de la sala. Inuyasha se aflojó el nudo de la corbata.

.Bien- Respondió escuetamente. Miroku lo miró de reojo sin atreverse a preguntar nada más. En ese momento las chicas volvían cada una con una taza de café humeante que ellos recibieron agradecidos.

.¿Y que piensa de las clases, Señorita Kagome¿Muy duras?- Miroku preguntó con interés mejor un tema que fuera más fácil de contestar. La muchacha se sentó en el sofá suspirando.

.Bastante duras para mí, pero esta bien, me gustan. sus clases no le debe quedar tiempo para nada¿aún es Sesshoumaru el presidente del comité de empresarios?

Inuyasha se sentó a su lado pasando un abrazo por el respaldo del sofá, tras su cuello. Kagome sonrió y recostó la cabeza junto a él.

.Sesshoumaru esta preocupado de otras cosas... creo que volverá a Inglaterra... tomaré la presidencia, no me queda de otra...

.Vas a tener que contratar a una asistente, amor- Le dijo Inuyasha mirándola preocupado- no podrás tú sola.

Ella asintió levemente.

.No te preocupes, yo te buscaré a la mejor. – La consoló, dándole un beso en la frente.

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Las clases ya había comenzado y estaba más cansada que nunca. Entró a la recepción llevando algunos libros en sus manos y saludó a la joven que la recibió con una sonrisa. El despacho de Inuyasha seguía tal cual en aquel lujoso edificio del gobierno, las cosas no habían cambiado mucho allí. Inuyasha, aún abogado del gobierno, resolvía casos de menor importancia puesto que lo tenían para dar "el gran salto" de su carrera: Ministro.

Entró a la espaciosa oficina saludando con un beso en los labios al joven y luego éste le ofreció su silla. Kagome tomó entre sus dedos una fina lapicera que reconoció enseguida. Aquella que hacía algunos años ella le había regalado para Navidad. Levantó la vista al escuchar que alguien entraba a la oficina acompañada de Sango. Una muchacha que al verla hizo una pequeña reverencia y al levantar el rostro Kagome tuvo la sensación de conocer.

.Buenas tardes, señorita Higurashi.- Dijo la muchacha de aspecto joven pero de mirada hábil. Era delgada de contextura y tenía el cabello oscuro sujetado sólo con una coleta. Su piel era muy clara y vestía un traje de oficina bastante formal.

.Kagome, amor, ella será tu asistente.- Dijo Inuyasha. Kagome se levantó de la silla lentamente y la miró con una cálida sonrisa. Lo agradecía, estaba asustada por el cargo que debía tomar y aquella chica se notaba amable e inteligente. Estiró su delgada mano para un saludo y la otra muchacha, al parecer casi de la misma edad de Kagome, estiró la suya apretándola con calidez y una sonrisa.

.Mucho gusto señorita Higurashi, ni nombre es Aska, Aska Moshino.

Continuará...


Muchas gracias por los comentarios, a todos, arigatou... n.n