Capítulo 4:
Los estudiantes se levantaron casi al unísono cuando el profesor dio por terminada la clase. Kagome cogió sus cuadernos y libros y los llevó junto a su pecho, tomando la pequeña cartera con la otra mano y saliendo de la sala de clases para beber un café de media mañana. Cuando se sentó y el café humeante ya estaba frente a ella, sacó un pequeño frasco que abrió y dejó caer dos pequeñas pastillas blancas que se disolvieron en el agua hirviendo.
.Kagome...
Revolvía con lentitud cuando escuchó una voz masculina que la llamaba. Levantó el rostro el que lucía un poco pálido y sonrió.
.Houyo...
Un muchacho se acercó con una sonrisa hasta ella y se sentó a su lado.
.¿Estudiarás sola para el certámen de cálculo?
Ella bebió un sorbo de su café y luego lo miró.
.Claro...
.¿Porqué no estudiamos juntos? Nos podría servir para aclarar dudas...
La muchacha se recostó en la silla y suspiró pesadamente.
.No sé... es que... he dejado a veces solo a Inuyasha cuando estoy con certámenes y eso... no esta bien...
El chico hizo una pequeña mueca que fue imperceptible para Kagome.
.Pero es inevitable, debes concentrarte.- Reprochó débilmente. Ella bebió otro sorbo de su café.
.Lo sé pero... me prometí que este año iba a ser diferente... sé que tu idea es buena... si no hubiéramos estudiado juntos en mi casa el año pasado no hubiera salido tan bien en los exámenes pero...
.Debes también pensar en ti y no tanto en tu novio... ¿acaso él no esta siempre ocupado con sus reuniones de la gente del gobierno?
Kagome suspiró casi dolida.
.Es cierto... - Respondió con algo de resignación.
El chofer la esperaba a las afueras de la facultad y ella junto con el joven Houyo subió al vehículo que los llevaría a su antigua casa, en las afueras casi de la ciudad. Desde otro vehículo estacionado no muy lejos del otro un joven al volante observaba atento bajo sus gafas oscuras y cuando vio a la pareja movió la cabeza con dolor.
.No... me niego a creerlo... - Murmuró Miroku.
.¿Tu novio no sabe de mi, verdad?- Preguntó Houyo de reojo a la chica que miraba por la ventana y con algo de sueño debido a lo poco que había dormido la noche anterior. Se giró mirándolo sin expresión.
.¿Saber de ti¿Porqué?- Preguntó sin entender. El muchacho sólo movió la cabeza sin decir más nada.
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Introdujo la llave en la cerradura y entró a la habitación que estaba completamente a oscuras. Cerró la puerta tras de si suavemente y dejó los libros y la pequeña cartera sobre la mesa que estaba junto al teléfono. Dirigió sus pasos hasta la habitación, en donde desde la penumbra los rayos de la luna llena se colaban por las cortinas de los ventanales y ella pudo distinguir claramente a Inuyasha que dormitaba semi sentado en la cama con la luz de su lámpara encendida aún. Sintió que el corazón se partía dolor. Él seguramente la había estado esperando. Se desvistió de forma rápida y se recostó a su lado abrazándose fuerte a su cintura, gesto con el cual él despertó y sonrió, tumbándose al fin en la cama.
.Al fin has regresado... - Murmuró volteándose hasta ella y abrazándola muy fuerte.- ¿otra vez estudiando?
.Te llamé para avisarte... - Respondió Kagome cerrando los ojos del cansancio. El abogado besó su frente y sonrió apenas.
.Ah... es cierto... – Aspiró el dulce aroma de su perfume llenando sus pulmones de aquel exquisito aroma que de hacía horas añoraba. Bajó la vista algo sorprendido cuando la escuchó respirar de forma regular. Kagome ya estaba completamente dormida.
.Mi pequeña princesa... descansa...
Ella pareció reaccionar a sus palabras abrazándose más a él. Inuyasha sonrió de manera enternecida. Pero... la verdad es que no imaginó nunca la vida con ella fuera así. Tanto había costado para que estuvieran juntos venciendo cada uno de los obstáculos que caprichosamente los empeñaba en separar y ahora... ahora todo era tan tranquilo... tan... aterradoramente tranquilo... había veces en que hasta se sentía "desilusionado". No de ella, porque la amaba hasta la médula de los huesos... sino en lo que se había convertido su relación. Todo parecía tan... rutinario...
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Entró a su oficina y en ella otra vez encontró a Miroku con la computadora en su regazo pero esta vez estaba a su lado Sango, que al verlo, se irguieron asustados y lo miraron casi con pánico. Inuyasha sólo levantó la ceja mientras tensaba el rostro y se dirigía sin hacer un comentario hasta su escritorio.
.Buenos Días- Saludó Inuyasha y ambos jóvenes le hicieron una pequeña inclinación con la cabeza. Sango dio una mirada rápida a su compañero y salió de la habitación.
.No sé en que demonios andan ustedes pero "rogaría"... - Esta última palabra la recalcó lentamente.- que lo que sea, lo hagan lejos de aquí. - Ya su cabeza comenzaba a pensar en qué extraños hábitos el joven asistente había influenciado a su tan cuerda secretaria.
.Lo siento Inuyasha... - Murmuró algo contrariado aún sin dejar de mirarlo de una forma extraña. Inuyasha desabrochó los botones de su chaqueta y lo miró sin decir nada. Miroku aferró más fuertemente la computadora a su pecho y salió con la cabeza baja de la habitación. Cuando Sango lo vio fue hasta él, quien le hizo una seña para que permaneciera en silencio y se alejaran un poco del lugar, junto a los ascensores.
.¿Qué pasó?- Preguntó la joven visiblemente nerviosa y aún sin creer lo que había visto.
.Nada, nada, él no sabe nada aún- Murmuró el joven. Sango lo miró a los ojos, preocupada.
.¿Qué harás?...
Miroku se afirmó en la pared y suspiró fuertemente mientras cerraba los ojos. Definitivamente la situación que estaban pasando era extrema.
.No lo sé, no lo sé... te dije que... no puedo creerlo pero...
.Miroku, yo tampoco lo creo, eso debe ser una broma... una muy mala broma de algunos de sus enemigos... tú sabes que él los tiene...
.Han pasado tres años desde aquella conspiración... Naraku no se ha hecho presente todo este tiempo y si fuera así... estan aquellas pruebas, por Dios, Sango... si él se entera... - Las últimas palabras de Miroku fueron casi ahogadas por la desesperación. La secretaria lo abrazó fuertemente.
.Tranquilo, tranquilo... debemos averiguar nosotros primero... ya sé que tú haz comenzado pero... también déjame a mi... debemos saber la verdad.
Las palabras de su joven esposa en parte lo hicieron recuperar la esperanza, no así aún sentía el pecho oprimido. Es que eso no podía ser verdad, no, no podía...
Las puertas del ascensor se abrieron y ambos miraron a la mujer que salía del aquel cubículo de cristal.
.Buenos días. – Sonrió la joven que a primera instancia ninguno de los dos pudo reconocer. Se separaron lentamente del abrazo y Sango la miró interrogativa.
.¿Si?- Preguntó mirándola con curiosidad. La muchacha sonrió levemente apretando con sus manos las manijas de su maletín.
.Señora Sango, soy yo, Aska...
Ambos la miraron ya más tranquilos.
.Oh, la asistente de Kagome!- Sonrió la secretaria sin percatarse que al escuchar la palabra "asistente" la joven chica había hecho una pequeña mueca y apretando más las manijas de su maletín.- perdóname... es que no te reconocí con el cabello suelto.
.Ah... si... - Sonrió la muchacha mientras se acomodaba el cabello azabache y sonreía relajadamente.- bueno... he traído... la señorita Higurashi quiere que el señor Inuyasha revise unos documentos... son unas demandas...
.¿Si? Yo se lo entregaré.- Dijo la secretaria mientras estiraba la mano para recibir los documentos.
.No!...- Se apresuró a decir. Los esposos la miraron algo extraños y entonces la chica trató de calmarse.- no puedo... es algo muy privado... eso dijo la señorita... debo entregárselo en sus manos.
.Puedes confiar en mi, soy su secretaria. - Respondió con seriedad Sango. La chica la miró tragando saliva con dolor, luego de unos tensos segundos Sango suspiró cansadamente- esta bien, entrégaselo tu... supongo que sólo obedeces a Kagome...
La asistente sonrió feliz mientras se alejaba de la pareja, antes de entrar a la oficina acomodó nuevamente su cabello y dio dos suaves golpes a la puerta para entrar.
.No la reconocí – Murmuró Sango mirando al asistente de Inuyasha que ya se había calmado.
.Pues yo tampoco... hasta creo que la confundí... con la señorita Kagome!
Al entrar a la espaciosa oficina se detuvo en el umbral cerrando suavemente la puerta tras su espalda. Lo vio agachado anotando algo en algunos documentos sin notar su presencia. Ella carraspeó al cabo de unos segundos e Inuyasha se incorporó mirándola con aquellos ojos dorados que paralizaron nuevamente su corazón.
.¿Si?- Preguntó levantando una ceja y mirándola con seriedad extrema. Ella intentó sonreír nerviosamente y se acercó hasta su escritorio.
.Señor Inuyasha... la señorita Kagome me ha enviado.
Inuyasha ladeó la cabeza confundido y se inclinó más en su asiento de gerente, pasando una mano por su sedoso cabello haciendo que cada gesto de aquel hombre la hiciera temblar de la emoción.
.¿Kagome¿Quién eres tu?- Preguntó mirándola interrogativo. La chica se sintió bastante desilusionada pero se mantuvo firme, intentando no parecer además "disgustada".
.Aska, Aska Moshino.- Murmuró. Inuyasha la siguió mirando sin entender. La joven respiró profundamente un poco exasperada.- la... asistente de la señorita Higurashi...
.Ahhh- Respondió Inuyasha recordando de quien se trataba mientras sonreía algo más aliviado. Ella abrió su maleta y extrajo algunos documentos que le entregó casi con mano temblorosa al abogado.
.Son demandas de algunas personas... empresarios... ex miembro del comité... creo que son de hace tres años atrás... sería conveniente que las revisara... estaban archivadas y las encontré al revisar la documentación... le pregunté a la señorita y ella me dijo que usted se encargaría...
Inuyasha miró las fojas de los documentos que aparentemente estaban paralizadas en tribunales. Arrugó el ceño algo extrañado.
.Kagome no me dijo nada de esto... - Murmuró. Luego miró a la joven y ésta sólo se encogió de hombros.- esta bien... déjalos aquí, los revisaré luego, gracias Aska.
La joven asistente esbozó una amplia sonrisa mientras estiraba la mano, gesto al cual Inuyasha correspondió.
.Gracias señor Inuyasha... cualquier cosa que necesite, puede contar conmigo.
Se dio la vuelta sonriendo triunfal esperando que aquellas palabras muy pronto fueran recordadas por el joven y apuesto abogado que se le quedó mirando algo confundido. Volteó en su silla giratoria hacia los ventanales y abrió la carpeta gris que albergaba un fardo de documentos con cubierta de color naranjo y con el timbre de los tribunales de Tokio. Revisó casi sin interés las causas y de pronto un pequeño pedazo de papel que estaba muy apegado al estampado del cuaderno llamó su atención. Lo sacó tirando de el y de pronto sintió que el corazón latía con violencia.
" Kagome, nos juntamos como siempre en tu mansión, ya lo sabes,
Houyo."
Continuará...
N/A: Gracias por sus comenatarios.
