Capítulo 7:

Inuyasha se quedó de pie mirando el camino que ella había tomado. Apretó los puños, Kagome en algo tenía razón. Era una excusa, la manera de separarse un tiempo de ella, para que recapacitara, para que tomara en serio la relación, para que se diera cuenta que la mejor manera de estar juntos era el de unir sus vidas. Si, porque un hombre como él, ya próximo a los 30 años, con toda una vida a cuestas, lo único que deseaba ahora era formar una familia. Suspiró con tristeza, estar lejos por un tiempo, separados, era una buena idea pero... aquel viaje que en dos días más realizaría a Estados Unidos les ayudaría... a ambos, a fortalecer su relación. Kagome debía madurar...

Permaneció apoyada en la puerta llorando amargamente sintiendo un dolor tan grande que luego su cuerpo comenzó a convulsionar, sus piernas comenzaron a temblar y un agudo dolor en el estómago que la hizo llevarse las manos a el, corrió veloz al baño que estaba dentro de su alcoba y apenas alcanzó a llegar al lavabo para sentir que lo poco que había comido se había ido por el súbitamente.

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Aska se lanzó a la cama con una gran sonrisa. Al fin estaban separados¿quién dijo que esos dos nunca se enojarían? Ahora tenía el paso libre, ese hombre tan apuesto era libre, qué ganas de ser seducida por él pero... arrugó el ceño enojada... ese hombre ni siquiera la recordaba cada vez que se aparecía ante él.

.Hermana

La voz de su hermana melliza la sacó de sus pensamientos, se incorporó exasperada.

.¿Qué quieres¡No ves que sólo quiero descansar?

.Lo siento, pero un joven te busca... dice llamarse Houjo..

Aska se incorporó con rapidez en la cama y salió súbitamente de la habitación. En la sala de estar estaba aquel muchacho de cabellos oscuros y mirada casi inocente que al sentir que se aproximaba la miró con expectación.

.Señorita Aska.

.¿Qué haces aquí¿Estas loco? No puedes venir así como si nada, ya sabes como nos comunicamos ¿quieres que todo se eche a perder?- Le gritó irritada. El joven se cruzó de brazos y la miró desafiante esta vez.

.No me interesa, he estado haciendo este trabajo sucio por todo este tiempo y... no quiero seguir...

.Ah¿qué tonterías dices?- Preguntó sin entender, pestañeando repetidas veces.

.Ella esta sufriendo... lo sé... no ha ido a clases en dos días ya... he intentado verla pero... no quiere verme...

.Y qué esperas, tonto, si por tu causa se separaron- Le gritó riendo divertida. Se acomodó en el sofá y lo miró satisfecha.

.Cuando te conocí no confié mucho en ti... pero sí ella... y sólo por eso yo también confié en ti... creo que, como siempre, la señora no se ha equivocado...

.Kagome esta sufriendo... no quiero que eso pase...

Aska lo miró divertida.

.¿De verdad te enamoraste de ella?

El muchacho bajó la cabeza sin decir nada y la asistente rió sarcásticamente.

.Veo que caíste bajo, no sabes separar tu trabajo de tus sentimientos... pero esta bien... deberías alegrarte entonces, tienes el camino libre.

.No quiero seguir en este juego.

.Si no quieres, ándate... tengo instrucciones que puedes largarte cuando quieras.- Se levantó al fin y se aproximó hasta él mirándolo seriamente.- hiciste un buen trabajo todo este tiempo, ahora te puedes ir, si quieres, Kagome ya esta fuera, como lo quería la señora.

El joven la miró enrabiado y rojo de impotencia. Crispó los dedos de sus manos, si Aska hubiera sido un hombre juraba que lo golpearía hasta cansarse. Volteó al fin sin decir nada y salió de la habitación.

.Estúpido.- Murmuró la chica.

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Sango golpeó y enseguida una joven doncella abrió la puerta.

.Señora, pase.

La secretaria la siguió con pasos suaves hasta el segundo piso de la mansión. Ambas se detuvieron frente a la puerta que la empleada dio dos pequeños golpes y enseguida la abrió. Sango dio un paso para lo primero ver a Kagome en la cama más pálida que nunca y unas profundas ojeras que marcaban notoriamente su cara. La miró con tristeza y caminó hasta su lado, sentándose al borde de la cama.

.Kagome- Susurró.

La muchacha, que se incorporó en la cama, la miró con una pequeña sonrisa, intentó parecer que estaba bien, pero sabía que aunque fingiera un poco de tranquilidad, aquella chica con más experiencia sin duda que ella, reconocería que las cosas estaban peor.

.Hola Sango.- Saludó débilmente.

.Luces horrible... - Dijo sin más la secretaria y Kagome sonrió.

.Lo sé... me he sentido muy mal estos días...

.Entiendo... no es una situación fácil lo que esta sucediendo... es por eso que vengo a hablar contigo... yo confío en ti... sé que jamas engañarías a Inuyasha.

.Pero él no confía en mi¿y qué puedo hacer?... pareciera que... todo este tiempo que estuvimos juntos no sirvieron de nada...

.Pero... ¿ y ese beso?

.Fue un accidente... me lo dio Houyo sin mi consentimiento... amo a Inuyasha¿cómo crees que sería capaz de hacer eso con otro?

.¿Sabías que le mandaban fotografías al correo del boufette?

Kagome se recostó sintiendo nuevamente dolor en el estómago.

.Qué puedo decir... Inuyasha aún tiene enemigos... mientras él este involucrado en ese mundo... nunca estará en paz... tampoco yo...

Sango hizo una mueca. Era cierto lo que ella decía, pues lo veía a diario en el trabajo, aquel mundo de los negocios y políticos era así, y la joven muchacha lo sabía más que el propio Inuyasha.

.Dale tiempo para que asimile todo... se dará cuenta que esta cometiendo un error y volverá contigo... te lo aseguro- Dijo Sango tomándole las manos y notando que estas estaban extrañamente heladas. - ¿Estas enferma?- Le preguntó sorprendida.

.He tenido mareos... y náuseas...

Sango abrió los ojos con sorpresa.

.¿Mareos¿Nauseas? Kagome... ¿sabes lo que significa eso?

.Sé lo que estas imaginando... pero no es eso... - Respondió Kagome con tristeza.- no puede ser... me estoy cuidando.

.Ahhh, pero a veces fallan... creo que deberías hacerte una prueba... no! Mejor ve al medico... si quieres te puedo acompañar.

Kagome sonrió más tranquila.

.Gracias.

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Acomodó sus ropas con movimientos lentos y torpes y bajó de la camilla. El doctor se quitó los guantes y luego se sentó detrás del escritorio, comenzando a anotar algo en la ficha médica.

.¿Y?- Preguntó apenas y expectante. El hombre acomodó sus gafas y la miró fijamente.

.No esta embarazada.

.¿No?- Preguntó un poco sorprendida. Es cierto que al principio no tenía mucha confianza que fuera eso pero luego del comentario de Sango albergaba la posibilidad que estuviera en estado.- y entonces... ¿estoy una revisión de éste tipo no se sabe, tomaremos unas muestras de sangre, señorita Higurashi... pero no se preocupe, lo más probable es que todo esto sea producto del estrés.

Cuando salió, Sango la miró ansiosa y ella le contó.

.Ahhh... creí... bueno amiga... tal vez el medico tenga razón... tienes que relajarte... - La abrazó fuertemente- quédate tranquila, tómate un descanso... en serio, descansa.

Kagome sólo asintió. ¿Y porqué ahora sentía más tristeza? Caminando por los jardines de la mansión se dio cuenta que por unos momentos se había hecho falsas expectativas, por unos instantes deseó tener un bebé... un bebé de Inuyasha.

Inuyasha ocultaba sus ojos dorados tras unas oscuras gafas de sol y miraba impaciente a cada uno de los jóvenes que salían de la facultad. Tenía que vengarse, desquitarse antes de viajar. Cuando vio aparecer a quien buscaba, tensó la mandíbula y salió del auto aprisa, cerrando la puerta de éste con un fuerte golpe. Caminó a grandes zancadas hasta el chico mientras se abrochaba los botones de su traje oscuro. Houyo lo vio ya casi cuando lo tenía frente de si. Lo reconoció enseguida¿cómo no hacerlo, si era su rival?

.Houyo¿verdad?- Le preguntó apenas esperando impaciente la respuesta.

.Sí.

Apenas respondió recibió un fuerte golpe de él en su nariz. Algunos universitarios se detuvieron, expectantes y curiosos a su alrededor.

.Te la mereces.- Dijo Inuyasha con rabia. Cuando volteaba, la voz del chico lo hizo detenerse.

.Puedes golpearme todo lo que quieras... ella ya fue mía y tú no puede hacer nada contra eso.

Inuyasha lo miró con ojos asesinos mientras sentía que la rabia lo embargaba por completo. Quiso golpearlo nuevamente pero en eso fue sujetado fuertemente.

.No lo hagas Inuyasha.

Su asistente se había aparecido de la nada y lo tenía firme de los brazos.

.Suéltame, Miroku, suéltame, lo mataré, lo juro!

.Tranquilo amigo- Le hablaba despacio y rogaba al cielo para que el abogado se tranquilizara- recuerda que no debes armar escándalos...

Sus manos cedieron ante la tela de su traje, sin duda la furia de Inuyasha lo hacía sacar fuerzas extremas que el joven asistente ya no podía detener.

.Tranquilo amigo... recuerda que tu quieres ser ministro... no armes escándalos.- Susurró. Inuyasha se contuvo poco a poco mirando aún al joven que lo miró apenas y se marchó.

.Ese maldito infeliz- Gruñó apretando los puños y dando una fuerte sacudida a su brazo para zafarse del agarre del asistente. Miró a su alrededor y vio la cara de asombrados y algunos divertidos universitarios que ya comenzaban a retomar su camino. Carraspeó un poco y luego se arregló la chaqueta, que había quedado bastante arrugada y fuera de lugar.- ese maldito me las pagará... - Murmuró aún, enojado.

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Ella se recostó en el amplio sofá con un libro en sus manos, hacía una hora que había intentado comenzar la lectura pero en todo ese tiempo no había avanzado de la primera hoja. Era inevitable recordar los acontecimientos que acaecían en su vida. Suspiraba llena de dolor ¿porqué Inuyasha no confiaba en sus palabras¿Dónde quedaba la confianza entre los dos? Tal vez Sango tenía razón en una de sus comentarios de aquella tarde.

." Una relación no resiste si no hay comunicación, Kagome. Tus intenciones fueron inocentes y son entendibles, nadie seguramente te orientó en esto.

.No creí que era necesario contarle que estudiaba con él... es algo tan... vano, sin importancia para mi... - Sollozó la chica.

.Y mira lo que pasó... él se siente engañado.

Kagome sollozó largo rato sin decir nada, escuchando los consejos de su amiga Sango.

.La única figura femenina que tuve en mi vida fue Lady Kagura... ¿cómo iba a saber cómo se maneja una relación?

.Lo sé... y lo entiendo... quédate tranquila que todo se solucionará... ya verás, un amor tan grande como el de ustedes no se va al basurero por este tipo de pleitos...- La muchacha la miró con detenimiento sin atreverse a formular una pregunta que tenía atravesad desde hacía tiempo.- sé... sé que él te ha pedido matrimonio...- Kagome lavantó la vista con los ojos llorosos-... tú lo amas, es obvio¿porqué no aceptas?

.Mi madre... mi madre murió siendo yo un bebé... la única relación que vi en mi padre fue con Lady Kagura... un matrimonio tan... horriblemente, no sabes cuantas veces vi a papá sufrir y maldecir el haberse casado, decir que Lady Kagura había cambiado tanto después del matrimonio... sé que es tonto pero... me da miedo... ¿y si Inuyasha cambia igual?... y ahora... hasta me atemoriza... no quiero sufrir otra vez... no quiero...

La joven resopló con dificultad sintiendo las mejillas enrojecidas. Se llevó las manos a ella y se extrañó de su calor. Intentó incorporarse del sofá pero apenas pudo hacerlo, no tenía fuerzas y ahora sentía que si hacía algún otro movimiento su cabeza explotaría. Se llevó esta vez una palma hasta la frente y notó el intenso que calor que emanaba. Fiebre. Tal vez cogería un resfriado. El timbre sonó y la joven sirvienta presurosa abrió. Kagome vio a Inuyasha que avanzaba a grandes zancadas nuevamente hasta ella, su traje extrañamente arrugado y los ojos dorados fulgurantes, se acercó sin decir nada y la tomó fuertemente de un brazo, obligándola a levantarse. Ella lo miró aterrorizada.

.¿Te acostaste con él?- Resopló indignado, mirándola tan intensamente que Kagome creyó que su mirada quemaba.

.¿Qu.. qué?- Preguntó con la voz tan fina, llena de temor y sorpresa.

.Si te acostaste con él.. Con Houyo!

Lo miró asombrada abriendo los ojos y él esperando ansioso su respuesta. Kagome al fin se zafó de él y mirándolo luego con rabia, le abofeteó el rostro. La cara del abogado cambió de inmediato, se llevó la mano a su mejilla adolorida.

.Perdóname, Kagome...- Susurró, mirándola con arrepentimiento.

.Cómo te atreves a dudar hasta ese punto de mi!- La chica retrocedió un paso apenas sosteniendo sus pies en el suelo, viendo que de un momento a otro desfallecería.

.Lo siento, perdóname, perdóname- Rogó, acercándose hasta ella. Intentó tomar ambos brazos pero la chica retrocedió otro paso.

.Me duele como me tratas... ¿porqué lo haces?

.Yo... sentí celos... soy un tonto... perdóname, Kagome... - Intentó abrazarla y de hecho lo hizo, tomando la cabeza de ella que se quedaba estática y tratando de inclinarla hasta su pecho, como tantas veces lo hacía, pero ella se separó con fuerza de él.

.Déjame sola, Inuyasha...

El hombre la miró con dolor y asintió. Sabía que las cosas estarían peor si él no recobraba la cordura y no se dejaba segar por los celos.

.Te dejaré sola como quieres- Murmuró. Kagome lo miró asombrada.- me iré a Estados Unidos... no sé cuando volveré... tal vez este tiempo separados... nos sirva... así lo espero.- Salió con la cabeza gacha, derrotado y Kagome se sentó al fin exhalando un profundo suspiro, un doloroso gemido ahogó su garganta. Qué cruel era él... eso era todo, se iba, la dejaba sola, sola,... y ella no sabía hacerlo.

La fiebre la tenía casi al borde del delirio aquella tormentosa noche. Sola en la casa, sin nadie más salvo la sirvienta, Kagome respiraba apenas sintiendo que moriría. El teléfono sonó y ella lo escuchaba a lo lejos. Unos segundos más tarde éste estaba en silencio, tal vez Yuca había contestado. La muchacha le había dado unas medicinas recetadas por el médico e incluso le había recomendado acompañarla a la clínica, pero ella se había rehusado. Las lagrimas bañaban su cara al recordar sin piedad los acontecimientos ocurridos. Ahora estaba sola, bajo la fuerte tormenta en aquella inmensa casa que ahogaba su dolor, nunca había estado tanto tiempo sola y aquello la hacía sufrir. De pronto no supo si era un sueño o no, la puerta de su habitación se abrió de golpe y un par de ojos dorados que se cruzaron con los lágrimas de ellas se acercó a grande pasos.

.Kagome... - La llamó, pegando unas pequeñas palmaditas en sus mejillas. Ella intentó abrir más los ojos, intentado enfocar su mirada.

.Sesshou... maru... - Murmuró, mientras perdía la razón. El hombre se mordió el labio y la tomó en brazos con sabanas y todo a cuestas.

.Tranquila... ya no estarás sola... - Murmuró mientras la acercaba a su pecho y bajaba las escaleras de la oscura mansión.

Continuará...