Capítulo 8:
Subió rápidamente a la limosina y se sentó con ella en el asiento trasero de ésta, con Kagome sobre su regazo.
.A casa Jaken, rápido- Ordenó con voz ronca y profunda que el chofer obedeció al segundo. La miraba con detención como dormía inquieta entre sus brazos, sin lugar a dudas la fiebre, que la tenía casi al borde del delirio, estaba bastante alta. Levantó una mano, la que tenía sujeta su espalda, intentado concretar una caricia, que se reprimió al instante. Miró a su chofer que manejaba con rapidez y destreza hacia su departamento, aquel ubicado lo suficientemente lejos de la ciudad de Tokio. Sus dorados ojos otra vez se dirigieron al rostro de la chica que respiraba con dificultad y sintió su corazón que se oprimía en su pecho. Al fin tuvo el suficiente valor para pasar su mano, grande y algo torpe, por el rostro de ella, una sola caricia, pero que recorrió con suma delicadeza y pausa el rostro de la muchacha.
.Kagome... - Murmuró apenas.
El medico volteó soltado su muñeca y Sesshoumaru, que estaba en el umbral lo miró expectante.
.¿Qué es lo que tiene?
.Es sólo fiebre... aunque si ella amanece aún así, tendrá que ir a una clínica, para algunos exámenes. Tal vez sea sólo resfriado.
Sesshoumaru tensó la mandíbula al observarla dormir aún con agitación. Inclinó un poco la cabeza cuando el galeno abandonó la habitación. Instantes más tarde se encontraba solo, solo en aquel inmenso departamento sólo con una chica que había recostado en su propia cama. Apagó cada una de las luces de su departamento y al final, en su alcoba, al apretar el interruptor, se quedó observando a la muchacha a través de la penumbra sintiendo que su corazón, como ya casi a menudo sucedía, comenzaba a latir con violencia. Volteó enojado culpándose por sentir aquellas emociones y no poder controlarlas, pero a la vez un involuntario suspiro se escapó de sus labios. Era inevitable ya, a estas alturas.
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Se sentó en el cómodo asiento de primera clase del avión particular mientras suspiraba ya agotado de los acontecimientos y preguntándose otra vez, si aquello era una buena idea, si la forma en que la dejaba lograría al fin hacerla entender que no podían estar separados.
.No deberías haber tomado esa decisión. -Dijo Miroku al escucharlo suspirar, adivinando sus pensamientos. El abogado lo miró apenas.
.No me digas eso Miroku.- Respondió secamente. El joven asistente lo miró preocupado, enfocando su mirada azul cielo sobre los suyos.
.Las separaciones pueden ser peligrosas... y eso deberías saberlo más que nadie, o ¿Acaso ya no lo recuerdas?
Era obvio que su mención se remontaba hacía años atrás con la relación entre una mujer llamada Kikyo y él.
.Esa era una situación diferente.- Respondió mal humorado. Sin duda el recuerdo no era muy grato.
Miroku se recostó no muy convencido. Él ya había conversado con su esposa. ¿Cómo no hacerlo si ambos eran sus amigos?
.Inuyasha no puede dejarla así, aprovecharse de esta situación, de esta equivocación, para presionarla, eso no es justo.- Decía Sango enojada sin duda.
.Pero él sólo quiere estar con ella, no creas que lo disfruta.
.Pero hacerle este chantaje emocional, sólo para que Kagome acepte casarse con él... debería tener paciencia... sin duda no sabe tratar en verdad a una mujer.
.De eso te equivocas, cariño, Inuyasha es un experto.
Sango torció la boca cruzándose de brazos. Claro que sabía perfectamente como era Inuyasha, como eran aquellos dos hace un par de años.
.Puede que sepa tratar a mujeres... pero las mujeres de la calaña que frecuentaban, Kagome no es igual a las demás... si él cree que puede hacer con ella lo que se le da la regalada gana esta muy equivocado... no vaya a ser que luego se arrepienta de lo que va a hacer...
Espero que no te arrepientas de hacer esto.- Dijo Miroku. Inuyasha lo miró enojado.- sólo eso, nada más.- Acotó. Inuyasha se recostó en el asiento suspirando.
.Sólo estaremos una semana fuera... Sango me informará como esta ella... ¿qué puede pasar?
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Cuando abrió los ojos tuvo que colocar su mano en ellos para evitar el paso de la luz que alumbraba con fuerza dentro de la habitación. Poco a poco sus ojos se acostumbraron a la claridad y creyó que aún soñaba, puesto que estaba en una habitación que jamás había visto en su vida. Los ventanales de su izquierda tenían las cortinas gruesas corridas pero los velos impedían el paso directo de la luz del sol. Recorrió con la vista aún cansada aquel lugar. De color marfil las paredes y unos dos cuadros de motivos del Japón antiguo, un armario y la enorme televisión a un costado, la puerta que estaba justo al frente, que se abrió y vio a una joven que le sonrió aliviada.
.Señorita Kagome.
.Yu... Yuca...
La joven sirvienta estaba vestida con un abrigo y una pequeña maleta de mano que dejó a un costado.
.¿Dónde estoy?- Preguntó preocupada mientras intentaba sentarse en la cama, se dio cuenta que no tenía muchas fuerzas y entonces la muchacha fue a hasta ella presurosa y acomodó los almohadones, ayudándola a estar como quería.
.En el departamento del señor Sesshoumaru. Anoche llamó y preguntó por usted... no sé porque llamó tan tarde, es como si... lo hubiera presentido... le dije que usted no podía hablar con él porque... le conté que estaba muy mal y vino y la trajo aquí. Ahora he traído sus cosas.
Kagome escuchaba atentamente y abrió los ojos sorprendida.
.¿Sesshoumaru?... pero... yo debo regresar a mi casa...
.Él no quiere... creo que es mejor que se quede aquí... no puedo cuidarla aunque quisiera... mi madre esta muy grave y debo ir a mi pueblo... por favor... señorita...
Kagome la miró asombrada unos segundos viendo el rostro de congoja de la muchacha, pero le tomó luego las manos a la chica que estaba muy afectada por lo que le acababa de relatar.
.Yo... puedes ir, no te preocupes por mi, ve donde tu madre... espero que se mejore.
La muchacha sonrió más aliviada y se inclinó ante ella.
.He traído algo de ropa, sus medicinas... y... no sé que más...
.No te preocupes... con eso basta.- Sonrió levemente la muchacha. La sirvienta se volvió a inclinar y salió de la habitación. Kagome miró con algo de susto aquella habitación. ¿Quedarse bajo el cuidado de Sesshoumaru¿Porqué? Era una situación bastante... incómoda. No, no podía estar allí y menos causarle semejante molestia a él, que se supone debía ya partir a Londres. Suspiró angustiosamente y corrió las sábanas con claras intenciones de levantarse de la cama, al intentar moverse se dio cuenta que estaba aún débil, seguramente resultado de la fiebre anterior y en ese momento Sesshoumaru entró.
.Kagome.
Fue hasta ella y la obligó nuevamente a recostarse, tapándola casi de forma paternal. Ella sólo sonrió incómodamente.
.Oh... no... yo, debo irme... gracias por... tus cuidados.
El hombre se sentó a su lado y la miró con el ceño fruncido.
.Nada de eso. Te quedas tranquila y acostada.
Ella lo miró casi asustada, moviendo afirmativamente la cabeza. Siempre él causaba en ella algo de temor, sus palabras eran tan profundas y cortantes y sin embargo esta vez le supieron algo diferentes.
.No... no quiero causar molestias... - Musitó.
Él se irguió y Kagome lo miró, tan alto y fornido, con aquella mirada tan gélida e indiferente, como siempre.
.No es molestia. Te quedarás aquí. Y no se habla más del tema.
Kagome asintió sin decir palabra, luego él se marchó, dejándola en la habitación totalmente confundida¿porqué se tomaba aquella gran molestia?. Sesshoumaru no era sí, lo sabía, ni siquiera era afectuoso con su primo, ni con nadie... bueno, excepto por aquella asistente, Rin, pero ella se había marchado hacía un año atrás.
.Gracias- Respondió totalmente apenada ante la situación. Ella dejó la sopa a medias en el plato y entonces él tomó la bandeja de su regazo.
.Si quieres más puedo traer...
.No, no, gracias- Respondió aprisa. Él encorvó un poco los labios y salió de la habitación. Kagome pestañeó repetidas veces¿aquello había sido una sonrisa?
.Sé que Inuyasha se fue a Estados Unidos... lo que no entiendo... es porqué no te llevó consigo.
Kagome se recostó y miró el techo. Oh, Inuyasha... tan lejos estabas...
.Si... - Apenas murmuró, sintiendo que las lágrimas comenzaban a inundar sus ojos.
.No entiendo cómo hizo eso... me recuerda cuando... estuviste en Londres... vi tu sufrimiento por estar lejos de él.
.Aquellos... eran otros tiempos... estas son otras las circunstancias- Murmuró con un dejo de tristeza. Intentó tragar saliva pero el dolor en su garganta estaba allí, aquel recuerdo la hizo sentirse peor. Se inclinó de pronto y lo miró.- si Inuyasha se fue, dejándome sola... no quiero que sepa de mi, porque sé que esto lo hace intencionalmente... no soy una tonta... por favor Sesshoumaru, no le digas a nadie que estoy aquí.
El hombre clavó su mirada dorada en la suya, apretando la quijada ante tal petición. Asintió al fin sin decir nada y lentamente se levantó de la silla y salió de la habitación.
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Aska caminaba desesperada de un lado a otro en su habitación. Pero qué demonios. La señorita Kagome estaba inubicable y el señor Inuyasha había partido a Estados Unidos. Qué mal, todo mal¿cómo podría seguir con su propio plan si Kagome no estaba?
.Maldición- Masculló desesperada apretando los puños y poniéndose roja de rabia. Aquello no funcionaba así, no era parte del plan... maldición, si lo hubiera sabido antes, hubiera ideado un plan para partir junto con el apuesto abogado al extranjero. No, no podía dejar que se le escapara. El timbre del teléfono la sacó de sus pensamientos y lo miró con rabia. No, maldición, ahora ella... Lo tomó al fin y contestó.
.Si señora... - Respondió de forma cortante. Asintió enojada luego- si, separados... él no esta en Japón... ¿Vendrá usted¿En unas semanas?- Preguntó asombrada mientras abría los ojos enormemente- pero... pero... pero... - Musitó, totalmente choqueada. Se quedó escuchando sin creer las palabras de aquella mujer.- ¿esta viuda?
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Desde la alcoba se sentó en la cama y tomó el teléfono, marcando el numero que lo comunicaba directo a su oficina. Allá debía de ser de día y Sango estaría en su escritorio, como siempre.
.Buenos... días Sango.- Saludó el joven.
.Buenas tardes, señor Inuyasha.- Saludó con cortesía la joven con un timbre de voz que le sonó extraño al abogado. Arrugo el ceño y volvió a preguntar con voz demasiado ronca.- ¿todo bien?
Hubo un leve silencio que asustó un poco al hombre.
.Sango- Le llamó la atención, sintiendo que el corazón comenzaba a latir aprisa. Se levantó nervioso y comenzó caminar por la habitación, con el auricular en su oído.- ¿Cómo esta Kagome?
.No contesta nadie en casa... he estado llamando toda la mañana pero sólo aparece el buzón de voz...
.¿Nadie¿Ni la sirvienta?- Preguntó extrañado.
.Nadie... pasaré esta tarde a la mansión... te daré noticias en unas horas más¿te parece?
.Si... si... - Respondió apenas, no muy conforme y algo extrañado. Cortó sin despedirse y antes que pudiera pensar más su asistente abrió la puerta y lo llamó.
.Estamos esperándote.
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Kagome dormía ya más tranquila en la cama y Sesshoumaru la observaba en silencio desde el umbral. Sintió su corazón latir tan aprisa al verla moverse en la cama, su cama, que lo hizo enojarse consigo mismo. Suspiró derrotado caminando a través de las penumbras de la alcoba hasta llegar a su lado y mirarla más de cerca. Aquel rostro que ahora parecía tener un dormir más tranquilo. El cabello largo y negrísimo revuelto en su almohada, los labios rosados y carnosos y su rostro pálido a la luz de la luna... se inclinó lentamente hasta su cara, mirándola más de cerca y permitiéndose dar licencia que no podía hacer de día y a la vista de todos, para oler aquel perfume que desde ya hacía tiempo lo tenía cautivado. Cautivado por completo. Se inclinó más sintiendo un hormigueó en sus labios, pasando su lengua para remojarlos y sintiendo un deseo incontrolable de unirlos a aquellos que los separaba sólo milímetros de distancia. No pudo más la represión que hacía ya tiempo se había impuesto y con algo de lentitud, muy lento, sintiendo el corazón que latía loco dentro de su pecho, tocó al fin sus labios con los suyos tan sutilmente, que luego cerró los ojos. Se inclinó al fin sin dejar de mirarla a la luz de la luna, dormida, sin saber la verdad, sin saber que desde hacía ya tiempo, estaba enamorado de ella.
Continuará
